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★Quizá Demasiado. ★

Summary:

Hinata Shoyo ha tenido una vida muy divertida, llena de amigos, trabajos estables, anécdotas de todo tipo, romance y, por sobre todo, mucho sexo.

Quizá demasiado.

Después de vomitar 520 veces en los últimos dos meses, decide hacer caso a su familia y comprar una prueba de embarazo que sale positiva.

¿Quién, de entre todas las personas con las que ha estado en los últimos meses, es el padre?

-Yo me haré responsable de tu cachorro.

¡No, no! ¡Cualquier persona menos Kageyama!

Notes:

Ésta es mi primera vez escribiendo un omegaverse, espero estar a la altura de una etiqueta tan compleja (⁠。⁠•́⁠︿⁠•̀⁠。⁠)
Lean bien las etiquetas, que quién avisa no es traidor.

Chapter 1: ★Prologo.★

Chapter Text

En el primer año de preparatoria se les realiza un examen sanguíneo a cada estudiante para saber qué casta son: Alfa, omega, gamma o beta. En algunas ocasiones, hay pequeñas variantes como los sigmas o deltas, aunque son más raros en comparación.

Ya ni hablar de los enigmas, esos se han convertido en leyendas de la abuela.

La población actual de Japón ha comenzado a escasear de alfas, lo que ha llevado a considerar a los pocos ciudadanos como un peligro para los omegas, que ahora ocupan casi un sesenta por ciento del total. Cuando un estudiante es clasificado como delta u alfa, se les obliga a cargar con supresores y llevar un bozal cuando salen fuera de casa, además de existir leyes estrictas sobre las voces, uniones y mordidas. Podrían considerarse el grupo más marginado por la ley pese a su condición biológica superior, lo que ha traído opiniones divididas en la sociedad sobre cómo se les debe tratar.

Incluso con toda esa información en mente, Hinata Shoyo deseaba más que nada ser un alfa.

Son más altos y fuertes que cualquiera, lo que le traería un beneficio al jugar voleibol; También podría proteger a su familia llena de omegas, y lo más importante: le ganaría a Kageyama, que resultó ser un aburrido beta.

Sin embargo, a nadie le sorprenderá que la palabra «gamma» aparezca en su evaluación. Un omega hijo de dos padres omegas, eso es un gamma. Son poco susceptibles a los aromas, al celo, a la crianza y mucho menos fértiles que cualquier otro. Es normal que su taza de fertilidad esté por debajo del veinte por ciento. Aún así, su madre no perdió el tiempo para saturarlo de información al respecto y obligarlo a llevar inhibidores a todas partes. Se sintió humillado los primeros días de usar el collarín que bloqueaba su olor a mandarinas.

En pocas palabras, es lo más ordinario de lo ordinario, al menos en el Japón actual.

Lo único que lo tranquilizaba era recordar la casta de Kageyama. Los betas no detectan aromas ni tienen uno propio, tampoco pasan por el celo y son más débiles que los alfas, lo que siempre le haría inferior a Tsukishima.

En el pasado los omegas no tenían permitido dedicarse al mundo deportivo, sin embargo, dada la nueva situación en el país, nadie tiene complejos al respecto, Hinata podía continuar dedicándose a lo que más amaba en el mundo sin que alguien se lo prohibiera.

Hasta que consiguió una oferta de trabajo fuera del país.

En Brasil las cosas se manejan de manera distinta, los betas son más comunes en el continente americano, y los omegas son considerados clase inferior por alguna razón que no entiende, lo que constantemente lo metió en problemas al tratar de relacionarse con otras personas. Incluso con lo detestable y molesto que era Tsukishima, nunca usamos su voz de mando para imponerse ante nadie, pero los alfas en Brasil parecen desayunar algún momento.

Lo único positivo de pasar por tal experiencia abrumadora es que su casta mutó.

Cuando una gamma es influenciada por las feromonas de alfas de manera prolongada, y mezclada a una fuerte convicción y sentido de supervivencia, tiende a mutar en omegas puros, los bien conocidos como sigmas. Son tan fuertes como un alfa, más sensibles a los aromas y tienen la probabilidad de embarazar y ser embarazados con una mayor taza de éxito.

Hinata se sentía tan poderosa con su nueva mutación que quería presumirlo a todo el mundo.

El único detalle era su celo, ahora le resultaba imposible pasarlo solo. Quizás se debiera al cambio reciente, a estar en la cúspide de su madurez sexual, a que era primavera oa su necesidad de conexión emocional en un lugar tan apartado de todos sus conocidos, no lo sabe. Al cabo de un par de meses terminó descargando una aplicación de citas para buscar un pretendiente sexual para satisfacerse.

Así fue como Hinata Shoyo comenzó su vida sexual, y si es honesto, no se arrepiente para nada.

Bueno, salvo por una pequeña cosita: la prueba de embarazo positiva entre sus manos.

¿¡Qué mierda!?

Chapter 2: ★ Lo Bueno Siempre Acaba Pronto. ★

Chapter Text

Hinata Shoyo ha tenido una vida muy divertida, llena de amigos a cualquier lugar al que va, una estable posición de titular en uno de los mejores equipos de voleibol de Japón, anécdotas de todo tipo que siempre lo vuelven el centro de atención, miles de personas le han declarado su amor y, por sobre todo, desde que mutó como sigma y alcanzó la madurez sexual a los diecinueve años, mucho sexo.

Quizá demasiado, si mira en retrospectiva.

Últimamente no se ha sentido bien, pero le atribuía todo a la emoción de que los Juegos Olímpicos del 2020 estén a la vuelta de la esquina; incluso los más veteranos no pueden evitar sentirse nerviosos al saberse candidatos para conformar el equipo nacional que representará al país frente a otros países igual de fuertes. Creyó que las náuseas y los mareos se debían a ello. Incluso el vómito fue algo que experimentó en sus primeros partidos durante la preparatoria, jamás lo olvidará. Es normal que el aroma de otras personas le fuera más sensible que antes, con la cantidad de ejercicio que hacen, en algún momento debía pasarle factura.

No había nada de qué preocuparse.

Luego Yachi apareció en la puerta de su casa, junto a Natsu y su madre, y las tres insistieron a que probará hacerse una prueba de embarazo que obviamente rechazó por considerarla ridícula.

Esa misma noche tuvo una cita casual con una persona que conocio hace una semana, y al momento de liberar feromonas, recibió un rechazo como jamás nunca le había sucedido. Además de ofenderse, también se preocupó, son contadas las circunstancias en que un sigma, y en general cualquier omega, es rechazado al momento del sexo: alguna de las partes tiene una unión previa con otra persona, que no es su caso, no hay consentimiento, que tampoco es eso, o alguno está en cinta.

Con las manos temblorosas llamó a su madre, a Natsu y Yachi, que aún no volvían a Miyagi, y les pidió verse en su departamento.

Sólo le bastó orinar sobre el artefacto de metal y ver dos líneas azules en la pantallita para saber que ni la ansiedad ni ninguna otra especulación tenían algo que ver.

¿¡Cómo puede ser posible!?

¡Salió positiva!

¡Él realmente está esperando un bebé! ¡Y eso no es todo! ¡Ya tiene un mes y medio de embarazo! ¿¡Acaso es esto un sueño!? ¡No hay ocasión en que no se cuide, ni un sólo desliz! ¡Incluso se negó a tener sexo con alfas en celo o personas que no querían usar preservativo! ¡Y por supuesto que nadie anudó en su interior, jamás! ¡La prueba debe estar defectuosa!

Quiere lanzarse por una ventana, de un octavo piso de ser preferible. Si luego lo atropella un camión y se lo come un perro, mejor. Y su reacción no es tanto por saber que está embarazado, la verdadera pregunta que le carcome la cabeza no es el cómo, sino el quién.

¿Quién, de entre todas las personas con las que ha estado en los últimos meses, es el padre de su cachorro?

Abrumado por el pensamiento, suelta la prueba de embarazo para tirar de su cabello, sintiendo que cederá a la locura.

—¿¡Cómo voy a saber quién es el padre!?

—¿Es eso lo que te preocupa, hermano?— Natsu esconde una risa detrás de sus manos, siendo regañada por su mamá.

—¿Quieres tener al bebé, Shoyo?

Hinata suelta su cabello para mirar a su madre, una mujer omega de cuarenta y ocho años llena de experiencia. La deja continuar.

—Si decides abortar sería un poco complicado porque no es legal en todo el país y tienes una reputación que cuidar, pero tú trabajo te permite viajar a otros países sin problema, podríamos encontrar uno en que sea posible y hacerlo privado para que nadie se entere. Si decides tenerlo, entonces te ayudaremos a solicitar una incapacidad cuando te falten dos meses para dar a luz.

—No, espera, mamá, ¿No podré jugar? Olvídalo, los Olímpicos están cerca y es mi momento de destacar, no puedo perdermelo ahora más que nunca, es mi meta más grande en todo el mundo. Además, aún no estoy listo para criar un cachorro, y no creo tener lo que se necesita. No voy a tenerlo, no lo haré.

—Está bien, Hinata, respetamos tu decisión. Yo hablaré con Kuroo para que nos ayude con el papeleo, te avisaré pronto.— Yachi le da un abrazo para calmarlo, ya se esperaba esa respuesta.

—Gracias, a todas. Tal vez algún día llegue el momento en que me sienta preparado.

Sin embargo, esa misma noche Hinata se desviste frente al espejo de pie en su habitación.

Nunca suele hacerlo porque le da vergüenza verse de cuerpo completo sin ninguna prenda para cubrirse, es una extraña ironía a su estilo de vida, de cualquier forma, ahora tiene un motivo específico para hacerlo.

Se pone de pie frente al espejo con los pies descalzos sobre la alfombra y mira su vientre, liso y plano. Es al ponerse de perfil que nota un pequeño bulto que no estaba ahí por la mañana. Se ha estado escondiendo hasta que fue imposible no notarlo, que listo salió.

Ahora recuerda que cuando le entregaron los resultados de su casta hace seis años, su mamá le contó muchas cosas sobre el sexo y los cachorros, mencionando que no supo del embarazo de Natsu hasta que tenía siete meses, y sólo pensó que había subido de peso.

Esperen, si continúa subiendo de peso, le será más difícil saltar ¡Ni hablar!

Sacude la cabeza varias veces y gira ciento ochenta grados para mirar su otro perfil, le han dicho que ese es su mejor lado para salir en las fotos del equipo. El pequeño bulto sigue ahí.

Con algo de valentía reunida, pincha con la punta de su dedo índice, hundiendo su piel.

Definitivamente hay algo ahí. No es una solitaria ni algún otro parásito. Ese algo es fruto de una pasional noche de sexo que tuvo hace meses con algún individuo actualmente desconocido, y seguirá creciendo dentro de él hasta prohibirle mirar sus pies, jugar voleibol, levantarse de la cama o hacer ejercicio, alimentándose de los nutrientes de su muy saludable comida para crecer.

Olvidenlo, sí es un parásito.

Aunque él fue uno alguna vez. También estuvo en el vientre de su madre durante nueve meses y una semana, esperando al solsticio de verano para nacer, haciendo honor a su nombre.

La diferencia entre él y esto es que su madre le ha dicho muchas veces que fue planeado, sus dos papás querían tenerlo y lo aceptaron con todo gusto. Ahora ni siquiera sabe quién es el otro papá, ¿Cómo podría recordarlo cuando ha pasado tanto tiempo? Además, una relación casual basada en sexo no es la mejor pareja para criar a un cachorro. En la escuela siempre le enseñaron que tener dos papás es lo mejor.

Y si el otro padre es un alfa, mejor. Aunque sean escasos en el país con sólo un veintitrés por ciento del total poblacional, aún se sigue recomendando su presencia durante el embarazo.

—Bueno, conozco personas que sólo tienen un padre y les va bien... No, no. De qué estoy hablando. Es demasiada responsabilidad para mí solo, me gusta cuando puedo regresarlos a sus padres en el momento en que lloran o cagan, ahora no podría hacerlo.

Con mayor confianza, apoya su mano completa sobre su vientre. Más parece tener colitis que un feto ahí dentro.

La palma de su mano se siente caliente al hacer contacto, lo que le da un escalofrio en toda la columna vertebral hasta el centro de su cráneo. Debe alejarla como si quemara, mirándola unos segundos antes de volver a tocar su vientre. Resiste la incomodidad inicial y al cabo de un minuto puede darse palmaditas suaves. No tiene idea de si podría dolerle.

No tiene idea sobre nada relacionado con bebés.

Con una mueca en labios, retira su mano y da media vuelta para vestirse de nuevo.

Antes de dormir, Yachi le manda un mensaje, han podido organizarle un pequeño viaje el fin de semana a Suecia para abortar en una clínica especializada, además de otorgarle dos días extras para los posibles efectos secundarios. Hoy es lunes por la noche, así que tiene cuatro días hasta que eso pase.

Mira el techo después de dejar su celular a un lado, pensativo, inconscientemente toca su vientre una vez más por debajo de la ropa. Su pijama desde que vive solo se basa en un boxer y una camisa holgada, así que puede sentirlo mejor que si llevara un pantalón. 

Sigue calientito.

Ha tomado una decisión, sus consideraciones son correctas y no quiere al bebé, pero aún hay algo dentro suyo que le hace sentir que está cometiendo un error. No sabe qué sea, si el instinto o el miedo, pero quiere que deje de confundirlo. No llegará a ninguna parte si continúa dudando.

—Ya lo tengo, si en estos cuatro días descubro quién es el papá y considero buena idea hacerlo responsable de... esto, lo tendré. Si resulta ser un idiota con el que me acosté por calentura, le diré adiós.

Y hasta ese momento, sonaba como una buena idea.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Hinata despierta temprano por la mañana del martes para darse un baño antes de ir a entrenar. El sol aún no sale por la ventana y los pájaros siguen sin cantar una melodía armoniosa como en las películas de Disney. Todo está en calma, lo que significa una sola cosa: hay demasiado tiempo para pensar.

“¿Dónde estaba hace casi dos meses?”

Por más que lo intenta, no consigue recordarlo. Han pasado tanto tiempo que no consigue dar con ello.

—Hace dos meses era agosto, ¿Hubo alguna fiesta? ¿Un cumpleaños, tal vez? 

Cada vez que no recuerda algo importante, hay una persona a la que puede llamar con toda la seguridad del mundo de que él se acordará. Es como su diario personal. Toma su teléfono cuando termina de bañarse, secándose el cabello con una toalla mientras espera a que conteste dejando el altavoz encendido. Cuando termina con su cabello, mira la pantalla con duda, siempre responde al primer timbre, es raro que tarde tanto.

Sin embargo, no importa cuántas veces le llame, Kageyama no responde.

—Ya no se puede confiar en los amigos, ¿Eh?

Kageyama suele levantarse incluso más temprano que él ya que sale a correr y riega sus plantas antes de bañarse y tomar su desayuno, pero siempre se da el espacio para contestarle sin importar lo ocupado que esté, ¿Le habrá pasado algo?

Niega con la cabeza, sin querer hacerse ideas equivocadas. Asumir que será igual todo el tiempo es absurdo, Kageyama también tiene otras personas con las que se relaciona. No todo gira en torno a su amistad.

Cuelga la décimo tercera llamada y arroja su teléfono a la cama, —Le preguntaré más tarde.

Concentra su atención en ponerse los pantalones, incómodo de pronto al apoyar el resorte sobre su cadera, pasando por el vientre. ¿Se sentirá apretado? Tampoco es que quiera asfixiarlo.

Ahora que lo piensa, no sabe qué tan desarrollado está un feto al mes y medio, ¿Ya tienen pulmones? Debió poner más atención a clases.

Durante el trayecto al gimnasio, toma su teléfono para buscar información sobre las etapas del embarazo. Encuentra un apartado entre tantos que más llama su atención.

“La segunda etapa es llamada «embrionaria», ésta dura desde aproximadamente la tercera semana de embarazo hasta el final de la octava semana. El blastocisto comienza a adquirir características humanas distintivas. Ahora se llama embrión. Se forman estructuras y órganos como el tubo neural (que luego se convierte en el cerebro y la médula espinal), la cabeza, los ojos, la boca y las extremidades.”

Carajo, ¿Los embarazos se miden por semanas? ¿Quién decidió tal tortura? Seguro que un hombre no gestante.

Cuenta con sus dedos cuánto sería un mes y medio, son un aproximado de seis o siete semanas. Es un alivio que todavía pueda abortar.

¿Es un alivio? ¿Por qué suena cruel mencionarlo?

Apaga su teléfono y decide mirar por la ventana, enfocado en la música de sus audífonos.

—Aún no tiene pulmones, y se llama embrión.

Sin darse cuenta, ha llevado su mano al vientre otra vez.

Nunca pensó que estaría en esta situación. Cualquier otra persona lo esperaría con la vida sexual tan activa que tiene, pero él no. Algunas de sus parejas sexuales lo llamaron exagerado por lo cuidadoso que era, otros le perdieron el interés, nada de eso le importó. Para un deportista como él, un embarazo podría significar el final de su carrera, ¿Cómo aceptarlo cuando recién empieza? Ya tiene veinticuatro éste año, cada día que pasa es un día en que su cuerpo se hace viejo y pierde fuerza, se hace reemplazable por jugadores más jóvenes.

La mano en su vientre se hace puño, arrugando su playera, y toma su maleta a un costado para bajar del autobús. Prefiere correr en kilómetro que le queda.

En octubre comienza a hacer frío, no tanto a comparación del invierno, pero el otoño tiene su propio clima templado que obliga a las personas a usar camisas de manga larga y brigos cafés que lucen tan bonitos en internet. Hinata debe entrar en calor y sudar rápido si no quiere enfermarse con el viento que golpea su cuello, así que decide tomar una pequeña desviación que le ayude con ello.

A medio camino, una persona sale de una tienda de regalos a toda prisa, Hinata cambia el rumbo de sus pies para no chocar y sigue adelante hasta que una mano en su hombro lo detiene. Gira tan brusco que el cuello le duele.

—Soy yo, idiota.

Kageyama señala con su mano libre algo en el suelo, y al mirar, una canasta de frutas del puesto siguiente a la tienda está ahí. De no detenerlo, habría tropezado con ella.

—Ah, no la vi. Gracias, Kageyama.— Hinata se quita un audífono y le sonríe. Quiere preguntar qué hacía en una tienda de regalos y quién es la persona detrás suyo que no ha presentado, pero le gana la palabra.

—¿Vas al gimnasio corriendo? Te vas a resfriar.— sin terminar de hablar, se quita la chaqueta y se la ofrece.

No la aceptaría en una situación diferente, pero cuando la chica se asoma detrás de su amplia espalda, sus instintos actúan por él.

—Siempre tan amable, Tobio, ¿No vas a enfermarte tú en mi lugar, verdad?— el calor cubre sus brazos y espalda, agradable, se da un momento para olfatear las mangas que la chaqueta, su ropa siempre huele bien. 

Tal vez se deba a que es un beta sin aroma, sabe que suelen tener un complejo de inferioridad respecto a ese tema, así que muchos compran perfumes de larga duración y llenan sus objetos personales con él para aparentar. Hace años que Kageyama se casó con éste aroma, jamás lo ha cambiando. Bueno, así es él con las cosas que le gustan.

—¿“Tobio”?— Kageyama enarca una ceja, jamás lo había llamado por su nombre de pila. Incluso olvida contestar su pregunta.

—Ah, no se preocupe, vinimos en auto, así que estaremos bien.— la chica a su lado sonríe, es idéntica a Kageyama pero con rasgos más delicados y el cabello hasta los hombros cubre el arnés de su bozal. Es más alta que una mujer promedio, con un intenso olor a hierro emanando de su boca y un parche en el cuello.

Ahora entiende por qué se sentía alerta, es una alfa dominante, y por el filo en sus colmillos al sonreír así como la ausencia de una segunda protección en su bozal, no tienen mucho que marcó a alguien.

Cuando un alfa muerde a un omega, los que le rodean sienten un rechazo similar al que causa el embarazo. En éste caso, los omegas se sienten internamente aterrados del olor a sangre que emana. Es una manera agresiva de mantener a las potenciales parejas alejadas por un tiempo, al menos hasta que sus aromas se mezclen, lo que dura de una semana a un mes. Mientras más rápido lo hagan, mayor consentimiento hubo entre ambas partes.

—Tobio es un grosero total, déjame presentarme, soy Miwa, su hermana mayor. Estoy de visita en la ciudad para comprar regalos a la familia de mi prometido.— Miwa le tiende la mano, parece estar anestesiada del resto de olores, sin notar que Hinata está incómodo.

Ya se ha acostumbrado a relacionarse con alfas marcados, pero es la primera vez que se cruza con uno tan reciente.

—Un placer, soy Hinata, su mejor amigo en todo el mundo.— trata de disimular que es debido al frío que su mano tiembla al hacer contacto, sin querer parecer grosero, —Ahora entiendo por qué no contestaste en toda la mañana, Kageyama, me tenías preocupado.

Kageyama mira sus manos alejarse y recién contesta, —Lo siento, le gusta salir de compras y me quedo sin manos disponibles. ¿Necesitabas algo?

—No pasa nada, no era tan importante.

“Sólo que estoy en cinta y abortaré el fin de semana jajaja.”

El rostro de Kageyama no luce satisfecho con esa respuesta, pero no insiste. Miwa alterna la mirada entre ambos y luego asiente con la cabeza.

—¿Vas a algún lugar, Hinata? Podemos llevarte.

¿Y subirse a un auto lleno de hormonas de un alfa dominante recién unido? No, gracias.

Quizá Kageyama pueda soportarlo tan tranquilo porque es un beta al que no le afecta nada, pero él es un sigma, la variante más fuerte de los omegas, no tiene ganas de someterse a tal sufrimiento tan temprano por la mañana.

—Dejalo, sabes bien que no es bueno interrumpir a un deportista que está corriendo, ya lo entretuvimos bastante.— Kageyama toma algunas bolsas que cuelgan del brazo a su hermana y continúa su camino, —No llegues tarde a tu entrenamiento, idiota.

Kageyama pareció leer entre líneas, es un alivio que le sirva el cerebro para ciertas cosas. Retoma su recorriendo y sacude una mano en el aire para despedirse.

—Por supuesto que no. ¡Nos vemos!

Bien, no más desvíos por hoy, debe llegar temprano, lo que menos quiere es llamar la atención si va a tomarse dos días libres de la próxima semana. Cómo si quedarse con la chaqueta de Kageyama fuera un amuleto de la suerte, no vuelve a chocar con nadie en su camino, puede observar que las personas se alejan en cuanto lo notan, lo que agradece mucho porque también leyó que las caídas causan abortos espontáneos.

Ugh, debe dejar de pensar en eso.

Cuando llega a la recepción del gimnasio las personas reunidas lo miran en un segundo, idéntico a una película de terror. Algunos están sorprendidos y otros asustados, incluso el inexpresivo rostro de Sakusa se ve lleno de sudor debajo de su bozal.

—¿Les pasa algo?

Se mantiene en su lugar mientras observa a los únicos dos alfas del equipo pedirle a Bokuto que se le acerque para olerlo, y él sólo asiente con la cabeza al cabo de un rato, confirmando algo que no logra entender.

—Uff, sólo es su chaqueta. Qué susto nos diste, Shoyo.— Atsumu masajea su pecho, aliviando la incomodidad que crecía en él.

—¿Hablas de la chaqueta de Kageyama? ¿Qué pasa con ella?— acerca el borde del cuello a su nariz para olerla de nuevo, sin encontrar otra cosa además del perfume.

—No es nada, cambiate antes de que el entrenador note que llegas tarde.— Sakusa responde antes de que cualquiera lo haga, cambiando el tema por completo.

Cuando lo ven correr hacia los vestidores, todos suspiran de alivio. La mayoría en el lugar son betas, pero incluso ellos podían sentir esa nota particular tan territorial que la chaqueta emanaba.

Aún no entienden cómo es que Hinata no se da cuenta de que Kageyama le ha mentido desde el momento en que salieron sus resultados de castas seis años atrás y en realidad no es un beta, pero ninguno tiene la intención de decirle, aprecian mucho su vida como para ir en contra de un tipo como él.

Chapter 3: ★ Una Peligrosa Existencia. ★

Chapter Text

Esta historia sucedió hace mucho tiempo, seis años atrás. Hinata y Kageyama prometieron que la primera persona en conocer sus resultados del examen de castas sería el otro, volviendo todo una competencia como era usual.

Sin embargo, Kageyama no contaba con que su rut se presentaría en medio de la noche.

Había estado sintiéndose mareado y con un profundo dolor en la cabeza temprano por la mañana, así que no tenía permitido entrar al gimnasio de la escuela. Ya en casa intentó entrenar por su cuenta, pero no conseguía mantenerse de pie. Decidió ir a dormir temprano para dejar pasar el mal día, tomó un par de pastillas para el dolor y se envolvió en mantas de la cabeza a los pies. Entonces en dolor comenzó a bajar por su pecho hasta su vientre, y un potente aroma recorrió cada esquina de su habitación.

Los omegas tienen el celo, donde liberan feromonas para atraer a una pareja en busca de relaciones sexuales; y los alfas tienen el rut, que los lleva a su estado más primitivo donde sólo piensan en tener sexo y pelear. Kageyama sabía que era más del segundo tipo.

Pasó la noche intentando controlarse, evitar a toda costa salir de su habitación para no buscar pelea con su hermana o sus padres, ni siquiera de la cama estaba permitido bajar; y en las oleadas de calor le es vergonzoso admitir que incluso sus manos no fueron suficientes para satisfacerse. Se sentía como estar en un partido en el que sólo podía fallar sin importar cuánto tratara, lo que consiguió llevarlo a un limbo de frustración que no parecía tener fin.

Del otro lado de la puerta, Miwa colocó un candado y bloqueó las salidas de aire, tal como hicieron con ella en su momento. En una casa llena de alfas, era la única solución para evitar un enfrentamiento.

Esta situación duró cuatro días, mismos en los que Kageyama no durmió ni comió. Al salir de su habitación estaba tan cansado que cayó inconsistente sim probar bocado y sólo despertó hasta la mañana siguente.

Dada la cantidad de tiempo y la intensidad de sus feromonas, su familia concluyó que era un alfa dominante igual que el resto de ellos, y el resultado que llegó a su casa a consecuencia de su inasistencia a la escuela lo confirmó. Cómo si eso no fuera suficiente, en letras pequeñas al final del documento se pedía que se hicieran más estudios, pues encontraron genes mutantes que no supieron reconocer. Sus padres estaban sorprendidos por ello, y ese mismo día lo llevaron a un hospital especializado para hacer los análisis, perdiendo otro día de clases.

Kageyama no sabía lo que pasaba, él solo quería jugar voleibol, en su lugar, llevaba un bozal con doble refuerzo, dos parches de bloqueo de feromonas en el cuello, y guantes de lana. Se sentía como un delincuente.

Luego el doctor dijo algo que lo cambió todo.

Señores Kageyama, nos sentimos profundamente honrados en notificarles que su hijo es un enigma.

Un enigma está en la cúspide de las castas. Los alfas ni los deltas no tienen siquiera el derecho de mirarlos a los ojos; su aroma es tan fuerte que incluso los betas pueden detectarlo; su rut es más larga que cualquier otra; su voz de mando puede crear guerras si así lo decide; tienen una vida más longeva y una constitución física como ninguna otra. No por nada son llamados superhumanos. El único problema es que son tan escasos que no se tiene un registro real de ellos, puede contarse con los dedos de ambas manos la cantidad de enigmas que se han presentado desde que Japón se formó como una nación.

Y el chico que tuvo la bendición de ser uno está más enfocado en que puede jugar voleibol por más tiempo que una persona normal.

Escucha, Tobio, esto es importante, no dejes que nadie sepa sobre esto hasta que tengamos más información, ¿De acuerdo? Di que eres un alfa dominante o algo, es lo que la escuela también cree.— su madre hablaba con un tono serio, intentando usar su voz para aplacarlo.

Pero Kageyama no sintió nada al escucharla, sólo una pequeña burla, como un adulto que se ríe de un niño que trata de regañarlo. Sabía que esos sentimientos se debían a la naturaleza de su casta y no tanto a él, así que pudo entender la complejidad del asunto. Si la voz de una mujer delta dominante que viene de generaciones de alfas, y además es su madre, no le hizo más que cosquillas, ¿Qué podría esperar del resto?

Sólo se limitó a asentir con la cabeza antes de salir de casa, dirigiendo sus pasos a la parada del autobús.

Después de faltar a la escuela por una semana, la primera persona con quién se encontró fue con Hinata, y por desgracia, en una circunstancia problemática. Un par de adultos acosando a un adolescente de por sí está mal, y si sumamos que ese adolescentes huele claramente como un gamma, el resultado es aún peor. Hinata estaba tan asustado que liberaba feromonas a diestra y siniestra para buscar ayuda, sin entender lo peligroso que podría ser. Kageyama necesitó una gran fuerza de voluntad para no correr directo hacia él. Los tipos resultaron ser un beta y un alfa respectivamente, pudo saberlo porque sólo uno reaccionó al aroma, a quién poco le importaban las leyes japonesas dado que no usaba bozal, y continuaron arrinconándolo en el callejón donde se encontraban. A juzgar por el auto estacionado a media calle, debieron seguirlo un rato antes hasta que pensó que esconderse ahí sería buena idea.

Vamos, ¿Qué estás haciendo? Así no podrás decir que no querías que te cogieramos, liberando aromas tan deliciosos en un lugar como este.

Kageyama estaba furioso, tanto que no controló sus feromonas, que podían detectarse a pesar de contar con dos parches, y Hinata se desmayó tan pronto como llegó a sus fosas nasales. Los acosadores jamás habían detectado un olor como ese, y la presencia a su espalda les decía que morirían si hacían algo fuera de lo permitido. El alfa se orinó en los pantalones.

Cuando Kageyama vio a Hinata caer al suelo, su molestia se transformó en preocupación, corrió directo hacia él no sin antes lanzarles un par de golpes a sus acosadores, quienes derribó con su nueva fuerza adquirida, y comprobó que Hinata continuara vivo.

Desde ese momento entendió lo peligrosa que es su existencia en un país como el suyo. No debería relacionarse con ningún omega, no si no quiere perjudicarlos. Lo mejor sería mudarse a otro país donde la taza de natalidad de alfas sea mayor y jamás volver. Pero al mirar el rostro de Hinata, algo le impidió continuar con ese pensamiento. No podía hacerle eso a su único amigo, no cuando ahora sabía a qué casta pertenece. Un fuerte instinto de protegerlo floreció en su pecho, y jamás se marchitó.

Antes de que Hinata despertara, se quitó el bozal y lo escondió en su mochila, mirando en el reflejo de una ventana qué tan afilados lucían sus colmillos, considerando evitar hacer muecas que lo delaten. Para fortuna suya estaban a inicios de primavera, con el final de los días fríos, nadie pensaría que su bufanda escondía tres parches inhibidores. Todo parecía estar bien.

—Ugh, mi cabeza, ¿Qué me pasó...? ¿Kageyama?— Hinata despertó, llevando ambas manos a la zona donde impactó contra el suelo. Todavía lucía mareado, lo mejor es llevarlo con un doctor.

—Te estaban siguiendo unos idiotas y los detuve, pero te desmayaste por la ansiedad.

—Me salvaste, ¿eh? Eres un héroe. Te pagaré con un bollo de curry.

—Está bien, no pasa nada.

Le ha estado escondiendo su casta a Hinata desde entonces. El precio que ha tenido que pagar son demasiados estudios para disminuir sus feromonas, consumir inhibidores cada dos horas, usar un total de diez parches distribuidos en todo el cuerpo y una semana completa de rut, donde su casa siempre termina en desastre. Sin embargo, no le importa demasiado, puede soportar eso y mucho más.

Recientemente descubrieron que un enigma pierde cierto porcentaje de intensidad cuando marca a una pareja, a quien, por cierto, podría matar si no es apta para recibirlo, pues es bien sabido que una mordida es la unión en cuerpo y alma de dos individuos, y nada en el mundo puede corregirlo. Si alguno de ellos no es apto, entonces mueren los dos, en caso de los enigmas, sólo muere la otra parte. De cualquier manera, Kageyama se negó completamente a usar a alguien para sus fines egoístas, más cuando fue consciente de sus fuertes sentimientos románticos por Hinata. No podría marcar ni dejarse morder por alguien más que no fuera él. Pero eso es imposible, porque para Hinata es sólo su mejor amigo y rival, jamás lo ha visto bajo otro concepto. Además, Hinata tiene una vida libre de lazos sentimentales y ataduras, no podría estar en una relación formal por el próximo tiempo, y aunque sabe que puede obligarlo sin esfuerzo alguno, no podría. Kageyama quiere hacer las cosas bien cuando se trata de Hinata, sus instintos lo dictan así. Si debe esperar diez, veinte o cien años más para que Hinata al menos por un segundo lo tome en consideración como un pretendiente y no como un amigo, entonces esperará paciente.

Eso, por supuesto, le pasa factura con cada día que se involucra en la vida de Hinata. Su doctor le ha recomendado varias veces poner cierta distancia entre ambos, pero le es casi imposible hacerlo por su cuenta, siempre necesita de un agente externo para conseguirlo.

Lo que nos lleva al día de hoy, martes veintiocho de octubre, con Miwa apareciendo en el umbral de su puerta para decirle que acaba de unirse a su pareja y ahora son prometidos.

Ella será su apoyo ésta semana.

Al mirar a Hinata alejarse mientras continúa corriendo, suelta un suspiro y abre la cajuela del auto para meter todas las bolsas. 

—Oh, dioses, estás tan loquito por él.— Miwa aparece a su lado, sacándole un gran susto, —Tengo la nariz anestesiada, pero incluso así pude notar los celos enormes que tuviste cuando le di la mano. ¿No deberías ir con un psicólogo para tratarte?

—Estás exagerando, no me dieron celos—  da un paso lateral, alejándose de su hermana. No puede evitar sentirse incómodo con su nuevo aroma. Tal vez se acostumbre cuando el lazo sea estable.

—Por supuesto que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

Ambos entran al auto, Kageyama al volante y Miwa de copiloto. Debe volver a casa para dejarla ahí y luego ir al gimnasio, sólo pidió permiso para llegar dos horas tarde, y si no se da prisa, no estará listo a tiempo.

Llegando a su departamento toma un baño y se coloca tres parches supresores, dos en el cuello y otro en el vientre, donde más ha tenido éxito de todos los lugares que ha probado. Guarda un par de píldoras inhibidoras en un frasco y guarda una jeringa con tranquilizante en caso de que las cosas se salgan de control. Tiene todo en orden, como cada día.

—Me voy, no hagas nada raro mientras estés aquí y avísame cuando te vayas.— cuelga la maleta en su hombro y se asoma a la cocina para mirar a su hermana preparar chocolates, es su regalo especial para la familia de su prometido.

—Sí, papá, tendré cuidado.

—¿Quién se supone que es el mayor de los dos?

Negando con la cabeza, Kageyama sale de casa.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Dentro de todo el caos interior, Hinata tiene algo en claro: Miya Atsumu es uno de los posibles responsables de que tenga un embrión en el útero. Las veces que han tenido sexo casual son pocas, y aunque tiene un par de semanas sin pasar nada entre ambos, no significa que no sea sospechoso. Además, no se le ocurren muchas otras personas cercanas, la mayoría de veces usa aplicaciones de citas para reunirse con desconocidos. Nunca lo había visto como un problema hasta ahora.

—Bueno, estamos en el gimnasio, será fácil ponerlo a prueba primero. Después veré como llegar al resto.

Por lo que estuvo investigando durante su descanso, los alfas y deltas reconocen el aroma de sus cachorros a partir del primer mes de embarazo, mientras que los omegas y gammas hasta el segundo mes. Los betas no pueden hacerlo.

Todo lo que tiene que hacer es acercarse lo suficiente a Atsumu y liberar feromonas, esperando a algún tipo de reacción especial en él. Si no tiene lazo parental, entonces sólo estará incómodo y a la defensiva.

Acomoda su ropa una vez más, nervioso. Si es sincero, espera que Atsumu no lo sea, le cae mejor como amigo que como pareja, principalmente porque no sabe tomarse las relaciones en serio, y la última vez que estuvieron juntos no lo disfrutó tanto como desearía.

Ugh, de cualquier forma, tiene que ponerlo a prueba.

—Ey, TsumTsum, ¿Te parece si más tarde practicamos un pase rápido?— se acerca a dónde Sakusa y Atsumu estiran, manteniendo una sonrisa que oculta sus verdaderas intenciones.

En cuanto lo ve, Sakusa arruga la nariz, lo que desconcierta un poco a Hinata. A penas consideró hacer un movimiento tentativo, pero ya ha detectado su aroma, no cabe duda que el olfato de los deltas está más desarrollado.

Después de todo, los deltas son hijos de dos alfas dominantes, podría decirse que son superiores a la mayoría, y por eso mismo, aún más escasos.

A su lado, Miya frunce las cejas, ha detectado algo. Su expresión sólo dura un segundo antes de volver a sonreír como es usual, dándole un pequeño golpe con el codo a Sakusa para que se calme.

—Claro, Shoyo, sin problema.— el entrenador lo llama y se despide para ir a su encuentro, seguido de Sakusa, que no se molesta en ocultar su incomodidad.

Su interacción ha sido demasiado corta y poco natural, lo que podría tomar como una respuesta negativa a su duda inicial. Sin embargo, no se siente satisfecho con una resolución tan simple.

Llega la hora de volver a entrenar, y Miya está listo para darle un par de pases, como si el incómodo momento anterior no existiera. Quizá por eso su relación funciona tan bien, ambos pueden separar cada aspecto de su relación para el momento adecuado. Hinata olvida su misión al cabo de dos remates, y para el quinto, está liberado feromonas felices por conseguir saltar más alto.

—¡Uno más, por favor!

—Tomemos un descanso, ¿Sí?— los alfas y deltas tienen permitido quitarse el bozal en áreas deportivas debido al esfuerzo que requieren y lo peligroso que podría ser romper las barras de metal con un golpe, eso le permite hacerse ovillo en el suelo para cubrir su nariz y boca con ambas manos.

—¿Te sientes mal?— Hinata trata de acercarse, preocupado, pero Atsumu mantiene distancia al extender su mano.

—Un poco mareado, es todo. ¿Podrías recordarme qué día es?

—Veintiocho.

—Demonios, me tengo que ir.— intenta levantarse sin éxito, no le queda otra alternativa que aceptar el apoyo de Hinata hasta que Bokuto llega a ellos para relevar su lugar.

Hinata no entiende lo que acaba de suceder, mirándolo alejarse detrás de la puerta de cristal que divide al gimnasio del área común, entonces Sakusa se acerca para darle un pequeño contexto.

—Parece que su rut se adelantó. Tiende a pasar cuando se expone demasiado a las feromonas de omegas en celo o busca pelea con otros alfas.

Pero ninguna de las opciones acaba de suceder, Hinata no es alfa y tampoco puede estar en celo si está embarazado, lo que le deja más confundido.

—Aun hueles a la chaqueta de Kageyama.— es lo único que dice antes de volver a su entrenamiento. A pesar de ser un delta, aún siente una inferioridad aplastante cuando se trata de la casta de Kageyama. No podría llevarle la contra a sus órdenes incluso si no está presente.

Si él ha dejado en claro que Hinata no debe saberlo, ¿Quienes son ellos para contradecirlo?

—¿Y eso qué tiene que ver?— Hinata se olfatea una vez más, sin notar nada fuera de lo común. ¿Esta tan acostumbrado a su perfume que ya no lo detecta?

—¡Hay algunos perfumes que usan feromonas reales de alfas! ¡Seguramente así funcione el de Kageyama también!— Bokuto intercede antes de que continúe indagando, recién entrado de nuevo al gimnasio. Espera haber dicho algo coherente porque no está Akaashi para corregirlo.

—Ya veo, cómo avanza la tecnología.— Hinata le cree tan ciegamente que no pregunta nada más. —¿También usas uno así, Bokuto?

—No, a Akaashi no le gusta cuando huelo a alguien más. Lo he visto olfatear mi ropa antes de meterla a la lavadora, cuando paso mucho tiempo con ustedes está bien, pero un olor desconocido lo hace sobrepensar. Prefiero evitarlo, así que meto mi ropa entre la suya para siempre oler a él.— fue un poco sorprendente que Bokuto fuera un beta, pero ahora siente que queda demasiado con él, tan ajeno a su entorno.

Akaashi, por otro lado, es un omega recesivo, lo que le hace sentir inseguro en ocasiones.

—Eso es muy lindo, Bokuto, debes cuidarlo bien.

—Por siempre, no lo dudes.

Al salir del gimnasio por la tarde, Hinata saca su teléfono del bolsillo para mirar la lista que ha escrito en sus notas. Sabe que no son todas las personas con quienes ha estado, pero es un inicio. Aún tiene los registros de conversaciones pasadas, así que su plan será reunirse primero con las citas casuales que tuvo hace casi dos meses, después volverá a intentarlo con sus conocidos.

Y para ese momento , debe tomar cierta distancia de Kageyama, su perfume es demasiado llamativo y entorpece sus planes.

—Me pregunto cómo reaccionaría si le muestro la prueba de embarazo. Seguro pensaría lo mismo que yo, que no puedo tenerlo porque entorpece el voleibol.

Kageyama siempre ha coincidido en eso con él.

Otras personas han intentado convencerlo de que se establezca con una pareja y forme una familia, pero de sólo pensarlo le hace doler el estómago. Su prioridad siempre ha sido el voleibol, no piensa cambiarlo pronto. Un cachorro no es la excepción.

“Y sin embargo, estoy buscando a su padre.”

Sólo puede atribuirse a su enorme corazón de pollo, que se siente adolorido cuando piensa en lo desechable que suena abortar porque entorpece sus planes. Ni siquiera está realmente seguro de qué hacer, si es honesto. Tal vez toda su idea planeada desde ayer sólo sea una excusa para ganar tiempo en lo que se decide, aunque sabe claramente hacia donde se inclina la balanza. Eso no hace las cosas más fáciles, sin embargo.

Manda un mensaje antes de guardar su teléfono en el bolsillo de la chaqueta y alborota su cabello, queriendo despejarse.

—Prometo no volver a tener sexo... Bueno, una vez a la semana está bien.

Sube al autobús para dirigirse a su primer encuentro en un restaurante en Shibuya, sin tiempo para perder. Está noche debe verse con tres personas, y mañana con otras tres. El jueves y viernes será destinado a sus compañeros.

—Veamos, de las personas con que he estado y pueden embarazarme: dos de ellos son betas, tres son omegas y una es alfa, ¿De quién me estoy olvidando? Borro los contactos cuando no la paso bien, y eso es muy seguido, por desgracia. Tampoco es como si pudiera pasearme por la calle liberando feromonas, me van a multar.— por inercia, toca su collarín inhibidor, sólo le ha pasado una vez, pero no quiere que se repita.

Recuerda que esa vez Kageyama lo salvó de unos acosadores, pagó su multa cuando un policía los encontró y le ayudó a llegar a la escuela.

Se siente conflictivo respecto a no decirle, pero sabe que así debe ser.

Chapter 4: ★ Drama de Telenovela. ★

Chapter Text

Hinata se siente como en una comedia romántica gringa donde la protagonista femenina tiene problemas para encontrar el amor.

En su cabeza se reproducen las tres citas improvisadas que organizó más temprano, y mientras mira el techo de su baño, trata de no darles demasiado peso. Sin embargo, aún se siente como una película.

La primera cita fue incómoda, además de ser la primera, no recordaba que el tipo fuera tan desagradable, insultó al mesero y guardó un tenedor en la bolsa de su pantalón, todo en menos de dos minutos. Antes de siquiera comenzar a tocar el tema, se levantó de la mesa y lo dejó ahí.

En su siguente cita tenía más idea de cómo abordar la situación. La chica era un encanto de pies a cabeza, siempre hablando con respeto y con un aroma delicioso a lavanda. Usaba su bozal incluso al comer y llevaba un frasco de medicamentos en su bolsa de mano para cualquier emergencia. Una personalidad poco usual en un alfa, pero que espera ver más seguido. Cuando liberó un poco de feromonas para evaluarla lo reconoció de inmediato, y su personalidad cambió por completo. Dejó el tenedor sobre la mesa y usó la punta de su tacón para recorrer su pierna.

—¿Quieres ir a mi casa después de esto?

Ya recuerda por qué salió con ella. Demasiado directa y decidida, sin cuestionarle por una relación seria, era la persona ideal para los momentos donde sólo tenía sexo porque le apetecía. Sin embargo, no tuvo ninguna reacción relacionada con su cachorro, así que declinó la tentadora oferta y fue a su siguiente cita.

El último de la noche fue un omega pequeño y delicado, como esos que siempre muestran en las revistas o la televisión, pero que tenía una personalidad fuerte y voluble. Recuerda que le había mencionado lo cansado que estaba de ser tratado como alguien frágil, así que se metió a trabajar en una fábrica después de la preparatoria y se volvió un bravucón. Le gustaba mucho su historia de transfondo, y besaba bien, pero chocaban mucho sobre lo que querían para su futuro. El chico quería quedarse en la cuidad por mucho tiempo y formar una familia de dos hijos y un perro, Hinata, que siempre se está mudando y no quiere una familia por ahora, dejó de llamarlo cuando sintió que se lo estaba tomando demasiado enserio.

Hubo un saludo cortés, pidieron algunas cosas del menú y cuando el mesero se fue, el chico habló:

—Sólo acepté la cita para decirte que ya estoy saliendo con alguien, lo conocí cuando dejé de frecuentarme contigo y vamos a casarnos pronto. Podemos quedar como amigos si te parece bien.

"¿¡Va a casarse con alguien con sólo dos meses de conocerse!?"

Ni siquiera intentó acercarse, sería un completo caos intentarlo ahora. Sólo aceptó "quedar como amigos" y continuó cenando.

Llegó a casa con un gran dolor de cabeza y unas enormes ganas de bañarse. Liberar feromonas tan seguido lo deja sin energía.

—Quién diría que es tan cansado moverse a tres lugares distintos en menos de dos horas.— Tacha tres nombres de su lista, dejando el teléfono a un costado de la bañera para relajar su cuerpo por completo, —Sería tan genial si alguien me diera un masaje ahora mismo.

En ese momento, su teléfono suena. Contesta y lo pone en altavoz, sin ánimos para mantener el brazo en alto.

¿Hinata? Espero no haberte despertado.

—Ah, Kageyama, está bien, tomo un baño. No interrumpes nada.

¿Tú teléfono es a prueba de agua?

—No, estoy en la bañera.— hay un pequeño silencio en la línea, pensando que tal vez no lo escuchó, -¿Hola?

Sí, aquí sigo. Yo... Pensaba en tonterías.

—Lo usual en ti.

Idiota.

Suelta una pequeña risa nasal, sintiendo la pesadez abandonar sus hombros. Molestar a Kageyama siempre lo hace sentir mejor.

—Y dime, ¿A qué se debe tu llamada?

Miwa quiere invitarte a su despedida de soltera, dice que necesitaré un amigo para sobrevivir a todas las personas que estarán ahí. Será el sábado, en nuestra casa en Miyagi.

Ah, demonios, suena como un gran plan. Chista la lengua sin poderlo evitar.

—Lo siento, no podré. Ya tengo planes para el fin de semana. De hecho, me tomaré unos días libres también.

—¿Estás bien? ¿Te ocurrió algo?— su voz suena urgente, como esas veces cuando Hinata tropezaba al correr y se raspaba las rodillas. Le hace sentir feliz que se preocupe por él.

—Nah, todo está bien. Sólo necesito unas vacaciones antes de los Olímpicos. No pararemos de aquí a mayo, necesito estar listo.

Habías dicho que no te darías ningún descanso hasta que fueras seleccionado.— mierda, a veces detesta que éste tipo recuerde cada cosa que le menciona.

—Bueno, recordé que también es importante descansar, si incluso tú vas a tomarte un día para visitar Miyagi, ¿Por qué no lo haría yo?

Tienes razón, es importante que te cuides. Toma los días que consideres necesarios.

—Awww, Tiernoyama, sí tienes corazón.

Adiós.— y cuelga.

Suelta una gran carcajada, recuperando la energía perdida. A veces olvida que todo lo que necesita es hablar con Kageyama para ser feliz.

—Bueno, es hora de dormir, mañana tengo programadas más citas y debemos descansar.

La siguiente noche es un poco más de lo mismo.

Primero se reúne con un hombre beta un par de años mayor. Lo conoció en un bar que dejó de frecuentar hace un mes, dejaron de vender la marca de cerveza que tanto le gusta, y en su lugar pusieron una que sabe horrible.

Ahora que lo piensa, estuvo mal continuar bebiendo durante estos casi dos meses, leyó que podría ser perjudicial para el cachorro. Aunque tampoco es que importe tanto si al final no lo va a tener.

¡Ah! ¡Dijo que ya no pensaría en eso!

Palmea sus mejillas ligeramente para que su cita no note el estado en que se encuentra. Si es sincero, lo bueno de los betas es que nunca notan nada, por eso Kageyama le cae tan bien. Puede empezar su celo con Kageyama presente y sabe que no le pasará nada, él sólo lo llevará cargando a su habitación y lo recostará con todo el cuidado del mundo en su cama. Cualquier otra persona se lanzaría encima suyo para aprovecharse de su debilidad.

—¿Qué tal está la cena?

—Uh, deliciosa, sí.

Volviendo al tema actual, este hombre es bastante encantador, un caballero como los que salen en las películas que te dejan suspirando mientras deseas conocer a uno así. Práctica deportes varios en sus ratos libres, trabaja en un edificio de gobierno con su propia oficina, siempre va bien vestido y con zapatos brillantes, su comida es tan deliciosa abre el apetito de todo aquel que esté cerca, hace comentarios inteligentes que te roban la atención por completo y su sonrisa es en forma de corazón. Pero, como todo hombre, tiene un defecto: es alcohólico.

Actualmente trata de dejarlo y lleva un mes llendo con grupos de apoyo, pero fue precisamente por su adicción al alcohol que terminaron las cosas entre ellos.

—Me alegra que te guste. Insistí en venir aquí porque es el restaurante de un amigo mío, él mismo ha cocinado para nosotros debido a la ocasión tan especial.

Hinata se siente en confianza más rápido de lo que desearía, preguntándose si no sería mala idea confesarle lo que ha pasado para ver su reacción. Dado que los betas no detectan aromas, todo lo que puede hacer es pedirle una prueba de paternidad. Está por abrir la boca cuando un mesero se acerca, dejando una cubeta con hielos y una botella de champagne.

—Nosotros no pedimos esto.

—Cortesía de la casa. Nuestro señor Sato quiere que su noche sea inolvidable.

Sato es el apellido del cocinero. El mesero sirve dos copas y luego se retira, pero ninguno de los dos la toma entre manos. Su cita mira la copa con gran antojo, pasando saliva por su garganta, Hinata celebra en su interior cuando lo ve desviar la mirada hacia su plato mientras la punta de sus dedos alejan el objeto.

—Lamento hacerte ésta grosería, Hinata, pero como te mencioné antes, he dejado de beber.

—No pasa nada, yo también lo he dejado.

—¿Enserio? ¿A qué se debe? Si puedo saber.

Hinata comienza a sentirse nervioso, liberando feromonas son darse cuenta, —En realidad, te pedí que nos viéramos por eso, estoy...

Antes de terminar su oración, las puertas de la cocina se abren en par, una persona furiosa sale caminando hacia ellos, aunque más que caminar está arrastrando los pies por el elegante piso de mármol; golpea la mesa apenas llega.

—¡Tú! ¡Omega sin escrúpulos! ¿¡Qué intentabas hacer justo ahora!?— su aliento huele a alcohol e hipa después de su oración. No puede ser.

—¿Disculpe?

—¡Tratando de marcar territorio sobre lo que me pertenece! Voy a dejarlo en claro, niño bonito, no me importa que seas alguien importante en el mundo deportivo, ¡No puedo seguir soportándolo!

—¿Sato, qué es todo esto?— su cita se ve angustiado, no sólo por sus palabras, sino también porque el resto de comensales los está mirando. Si ésta discusión se hace más grande, las personas dejarán de venir, —Debes calmarte, por favor. Busquemos un lugar más privado.

—Siempre tratas de proteger a los demás, Kou, ahora voy a protegerte a ti. Éste hombre no te conviene, él no sabe por todas las cosas por las que has pasado, no lo sabe. Las noches que lloraste en mi hombro, y lo mucho que has progresado en terapia, ¡Soy yo quien conoce lo peor de ti! ¿¡Por qué no puedes amarme!?

Ah, se trataba de esto. Por un momento creyó que el cocinero detectó el aroma de su cachorro, lo que sería extraño porque nunca ha estado con él. Es la primera vez que lo ve.

—¿Qué estás diciendo, Sato? ¿Tú... Me amas?

Por la forma en que sus ojos brillan ante tal sentencia, Hinata puede saber que es mutuo. Ya no tiene nada que hacer aquí.

—Debería dejar el alcohol si tanto lo ama, ¿No ve que está tratando de dejarlo? Y mandar una botella a nuestra mesa... ¿Qué intentaba de hacer con eso? No le falte el respeto a los esfuerzos de la persona que ama.— recoge sus cosas y sale de ahí, sin saber en qué terminó aquel drama.

Tal vez lo sepa mañana por la mañana.

Su siguiente cita nunca llegó, sólo le mandó un mensaje diciendo que lo mejor sería no volver a verse, y le agradeció por el tiempo compartido. Hubiera preferido que le cancelara al menos una hora antes, no después de media hora esperando. Para calmar el enojo le envió un mensaje a Kageyama, conversando con él durante su trayecto hacia el próximo lugar de reunión.

La tercera y última cita de la noche es un omega al que sólo vio una vez, pero que no está de más confirmar. Luce nervioso y cada poco limpia sus manos llenas de sudor en el pantalón, si mal no recuerda, aquella noche le dijo que era su primera vez teniendo sexo, así que puede entender por qué libera tantas feromonas ansiosas. Mira hacia el resto de personas en el restaurante para confirmar que todos lo han notado.

—¿Quieres que vayamos a un lugar más privado?— demonios, eso sonó muy mal.

—¿Tan pronto? ¡Ah! ¡Quiero decir! Yo...— siente tanta lástima por el chico, quería ayudarlo pero sólo consiguió asustarlo más.

—Me refería a si quieres un lugar más discreto para conversar. Estás tan nervioso que comienzo a sentirme igual. Podemos compartir la carga juntos, si lo quieres.

El chico mira sus manos y asiente con la cabeza, —Gracias, sí. Lo agradecería.

Caminan por la calle a la luz de la luna y las farolas, sin nada para decir por los próximos minutos. Hinata quiere que se calme primero antes de cualquier cosa, aunque ya no está muy seguro de querer intentarlo con él porque si él no se siente listo para tener hijos, ¿Qué le podría esperar a éste chico? Debió considerarlo mejor cuando le dijo que recién cumplía los veintiuno.

Sus pies los guían a un pequeño parque con un área de juegos, descansado en un par de columpios oxidados que rechinan con el mínimo movimiento. Aún así, el chico trata de columpiarse, genuinamente disfrutando.

"Dios, es realmente un niño. Ahora me siento culpable."

—Te puse en una situación un tanto incómoda, ¿No es así? Llamándote después de tanto tiempo y en un lugar concurrido. Recuerdo que los lugares así te ponen ansioso.

—¿Lo recuerdas? Ah, eres un ángel.— el chico cubre su rostro con ambas manos, los codos apoyados sobre sus rodillas, —Y no te preocupes, estoy tratando de dejar atrás la ansiedad. Gracias.

Bien, el nuevo plan es quedarse con él un rato más y luego irse a casa. No piensa hacerlo cargar con ésta responsabilidad.

El chico suspira un par de veces y palmea sus mejillas, dándole una mirada más tranquila que antes, —¿Y bien? ¿A qué se debía nuestra reunión? No quiero quitarte más tiempo con mis problemas, seguro tenías algo importante que decirme.

—Ah, sí... Sobre eso...— no sabe que tan buena idea sea decirle, incluso por mero chisme. Debe pensar bien en sus palabras, —Sucede que tengo un pequeño problema y no sé cómo solucionarlo, entonces consideré llamar a alguien completamente ajeno a la situación.

—Me siento halagado de que me consideraras, Hinata. Si puedo ayudarte, lo haré.

—Bueno, hace un mes y medio tuve sexo con alguien, y me hice una prueba de embarazo hace dos días...

—¿¡Estás esperando un cachorro!?

—El problema es que no sé si tenerlo o no. No he podido hablar de esto con mis amigos porque...— "¡Porque alguno de ellos podría ser el padre!" —Es un tanto delicado el tema del aborto, ya sabes. Las autoridades esperan que la población de alfas aumente de un momento a otro y esas cosas.

—¿Y qué es lo que te hace dudar sobre si tenerlo? ¿El trabajo, o el padre?— parece que no necesitaba decirlo en voz alta, dada la manera en que ellos se conocieron, no debe sorprenderle que ya se lo esperara.

—Ambos, en realidad.

—Mi hermana mayor tuvo un problema similar hace unos años, salía con un chico y terminó con él, a los pocos días tuvo sexo con una chica, y luego resultó embarazada. No sabía de quién era, así que lanzó una moneda al aire y le dio la responsabilidad al ganador.

—¿Y ese fue...?

—La chica, por supuesto. En realidad le salió su ex, pero terminaron muy mal y la chica tenía dinero y su propio departamento, así que la respuesta era obvia. Sólo tiró la moneda para saber qué tanto le alegraría tomar la decisión. Pero no todo fue malo, cuando mi sobrino nació le hizo una prueba de paternidad a escondidas y salió positiva. Quién sabe, podría pasarte algo similar.

Para ser un chico que se pone nervioso estando en público, dice cosas que cualquier otra persona consideraría inapropiadas.

—Entonces dices que debo tirar una ruleta para decidir al padre. A éste punto no me parece mala idea, mis amigos no son malas personas y los conozco de hace mucho tiempo, después de todo. ¿Y qué debo hacer con el trabajo?

—Eres deportista, todos saben que un cachorro va a detener tu carrera profesional por al menos dos años.

—¿¡Dos años!?

—Nueve de gestación y luego un año dando pecho y cuidando que siga vivo en todo segundo. A partir de los dos años ya pueden estar con una niñera sin llorar porque desapareces.

Dos años es mucho tiempo, demasiado. ¡No puede perder tanto tiempo!

—Todo apunta a que no debo tenerlo.— ahora es Hinata quien esconde su rostro entre las manos.

—Si tu trabajo está por encima de todo, no deberías. ¿Entonces por qué buscas al padre?

—Pensé que saberlo me haría cambiar de opinión. Que podría decir: Sí, él es la persona perfecta para ser el padre de mis hijos y despertar en mi cama todas las mañanas. Podría dejar mi trabajo por una vida hogareña si se trata de él.

—Siento decepcionarte, Hinata, pero dudo mucho que exista alguien así. Sólo tuvimos una cita, pero sé muy bien lo mucho que amas tu trabajo. Si te soy sincero, hay pocas personas en el mundo que podrían estar bien saliendo con alguien cuyo primer amor irremplazable es el deporte.

—Lo sé, suelo hablar de eso con Kageyama.

—¿Quién?

—Mi mejor amigo, está en el equipo de Schweiden Alders, es más conocido que yo, seguro lo has visto en revistas o anuncios.- levanta la mirada y busca entre los espectaculares que le rodean, encuentra la cara de Kageyama en uno de ellos y lo señala.

—¡Ah! ¡Qué hombre más guapo!

—Se lo dicen seguido.

El chico, totalmente entrado en confianza, golpea con su codo el brazo de Hinata, subiendo y bajando las cejas.

—¿Y por qué no le dices a él que será padre?

—¡Ay, dioses, no! ¡Jamás se lo diría a él! ¡Tampoco estoy tan desesperado!

—¿Es de esas personas que sólo son atractivas pero tienen una personalidad terrible?

—No es eso, creo que ha mejorado muchísimo desde que lo conozco, pero... Es Kageyama. Nunca lo he visto amar a nadie más que al voleibol, no tiene tiempos libres y tampoco sabe sonreir con naturalidad. No puedo imaginarlo siendo... papá.— se forma un pequeño silencio incómodo, buscando una sentencia más firme a su negativa para que sea creíble, —Además, nunca he tenido sexo con él, no me lo creería.

Kageyama se ha vuelto su confidente desde el segundo año de preparatoria, todo se lo cuenta a él como si se tratara de un diario personal. Desde la primera vez que tuvo sexo porque ya no soportaba estar tan caliente, hasta una vez que rompió su ropa interior intentado hacer una acrobacia a medio carnaval en Brasil. Todo, desde lo más vergonzoso hasta lo más íntimo y personal, ha pasado por los oídos de Kageyama, que suele tener la mente en las nubes y no pone atención si no se trata del voleibol. Con él, siempre se limita a escucharlo, sentado a su lado con la vista en sus ojos, parpadeando lento y pausado al verse inmerso en su anécdota. Se siente mil veces más especial que siendo la primera vez de alguien.

Y por eso mismo, de todas las personas en el mundo, no puede ser Kageyama.

Vuelve a su departamento una hora después, ha acompañado al chico a su casa y luego pasó por sushi. Quiere ponerse una mascarilla de arroz y mirar películas de romance hasta quedarse dormido. Sale del ascensor y busca en su mochila las llaves de su puerta, golpeando algo firme sin darse cuenta.

—Lo siento mucho... ¿Kageyama?

—Está bien, un golpe de alguien tan débil no me duele.- Hinata lo golpea en el brazo con su mochila, sonriendo sin darse cuenta.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa durmiendo, son casi las once.

—Miwa está teniendo efectos secundarios por la marca, dice que mi casa huele al enemigo y se pone agresiva, así que tuve que sacar todo de mi habitación y dejarla hacer un nido temporal hasta mañana. Pensaban volver a Miyagi el sábado para su despedida, pero deberá adelantar sus planes.

—He leído que los alfas y omegas que se marcan no soportan pasar tanto tiempo lejos, y ella lleva dos días sin ver a su prometido. Seguro se aman muchísimo.

—De cualquier forma, necesito un lugar para pasar la noche y Hoshiumi está en celo como para pedírselo a él, supuse que podría quedarme aquí.

Su pecho se siente raro al escuchar con tanta calma que no fue su primera opción, pero ha decidido que por hoy no pensará más. Sólo asiente con la cabeza y abre la puerta para que ambos pasen.

"Ah, y yo que pensaba tomar una pequeña distancia hasta el fin de semana."

Hay cosas que no se pueden evitar.

Chapter 5: ★ Hundido Hasta El Fondo. ★

Chapter Text

Ambos se propusieron evitar estar juntos ayer por la mañana, sólo para arruinar sus planes hoy por la noche.

Hinata no quería oler a nadie más que a sí mismo para evitar confundir a los demás, tal como pasó con Miya. Kageyama necesita guardar distancia porque no soportará aumentar la dosis de su medicamento.

Ninguno piensa dejar al otro tan fácil.

De modo que ahora están sentados en el sofá color mostaza del salón, con mascarillas de arroz en el rostro y sushi sobre la mesa de té. Han elegido una serie de superhéroes que les gusta un montón, ya van inciando la sexta temporada, justo cuando los héroes atacan la fortaleza de los villanos y muchos personajes queridos por el público mueren en batalla. Frente a historias así de conmovedoras, el departamento de Hinata siempre huele a tristeza y dolor, todo mientras limpia sus lágrimas con los pañuelos que Kageyama recomendó traer. Por supuesto que lo conoce a la perfección.

—Pudieron ser grandes amigos de tener otra oportunidad, así como tú y yo. Estoy seguro de que le dolió matarlo.— Hinata deja que el ending suene mientras se lamenta, llenando su boca con más sushi de cangrejo.

—Es su trabajo velar por la paz, no tuvo otra opción.— a su lado, Kageyama le ofrece más pañuelos, sintiéndose ahogado entre el mar de tristeza que sus feromonas emanan.

—Si yo me vuelvo malo y quiero destruir la ciudad, ¿Tú me matarías?

Kageyama hace una pausa antes de contestar, quiere decirle que entonces dejaría al mundo entero arder si es lo que desea, él mismo empezaría el incendio sin titubear, pero eso podría sonar un poco intenso para su habitual estado neutral. No quiere que Hinata comience a cuestionarlo, no siquiera en broma, no confía demasiado en su boca como para estar seguro de que no terminará diciendo algo que lo deje expuesto a sus sentimientos. Sin embargo, Hinata se toma su silencio como una respuesta positiva a la pregunta, agarra un cojín a su costado para golpearlo en el pecho, no sería bueno apuntar a la cara con la mascarilla aún puesta.

—¡Grosero! ¡Debes decir que serás mi secuaz y me ayudarás en todo! ¡Es la única respuesta correcta!

—Tu ganas, te ayudaré.

—¡No digas eso, debes salvar a las personas y hacerme entrar en razón! ¿Qué hay con ese pensamiento tan caótico de villano Disney?

—No tienes remedio, idiota.— sin poder evitarlo, entorna los ojos y toma el control, saltando la canción del intro para comenzar el siguiente capítulo.

Su instinto le dice que Hinata está cerca de tener el celo, dada su naturaleza le es imposible no detectarlo, y sabe que estar presente es la peor cosa que puede ocurrir. Cada día ordinario es una tortura, sólo pensando en cortejarlo y clavar los dientes en su cuello, las cosas se ponen peor cuando alguno de los dos está en celo. En esos días suele pensar en alguna excusa para pasar su rut en soledad, mientras que Hinata le pide no visitarlo porque llevará a alguien a casa. Si ahora él está aquí quiere decir que no ha conseguido a nadie, o no recuerda que se acerca la fecha.

Quisiera poder irse a casa, pero debe aguantar al menos ésta noche. Mientras tanto, fingirá que no le afecta lo mucho que se alteran sus feromonas con cada nuevo sentimiento, se supone que los betas no detectan nada de eso, y no piensa contradecirlo.

Antes de darse cuenta, Hinata se queda dormido a medio capítulo, agotado por todo el día tan lleno de drama que ha tenido. Kageyama deja que la televisión continúe reproduciendo la serie hasta el final del capítulo mientras le quita la mascarilla y limpia el exceso con un pañuelo húmedo, hace lo mismo con sí mismo en el baño, aprovechando para tomar una pastilla de supresores antes de dormir. Cargar a Hinata es la cosa más sencilla del mundo, es demasiado ligero para alguien con su naturaleza enigma, incluso si en la actualidad pesa más de setenta kilos. Sabe que podría sostenerlo con una sola mano si quiere, aunque no lo ha hecho, le gusta más rodearlo con ambos brazos y dejar que apoye la cabeza en su pecho mientras camina hacia su habitación, conteniendo la respiración antes de entrar.

Sólo la primera vez que estuvo aquí tuvo el valor de respirar con normalidad, y sólo puede agradecer que Hinata haya salido a comprar comida ese día porque sabe bien lo que pudo haber ocurrido.

Deja a Hinata en su cama, llena de prendas de ropa con diferentes aromas, algunos son de sus citas anteriores, otros de sí mismo. Sólo hay una camisa de Kageyama que le robó hace varios años, cuando no tenía nada para vestir por la noche porque todo estaba en sus maletas y olvidó sacar una pijama, se la llevó a Brasil con la promesa de lavarla y jamás la devolvió.

Es mejor así, lo hace feliz. De vez en cuando la toma para frotarla contra su cuello y dejar su olor más presente, opacando al resto de prendas en un intento un tanto desesperado por estar presente para Hinata en la comodidad de su nido. Es el cortejo más sutil que conoce.

Aún dormido, Hinata abraza su cuello cuando intenta levantarse, impidiéndole escapar. Olfatea su pecho y luego sonríe.

—Ojala todos olieran como tú.

Es la primera persona que se lo dice.

Los omegas que han tenido la desgracia de oler sus feromonas cuando está enojado se sienten intimidados, algunos vomitan o entran en celo; los alfas se alertan y sacan los colmillos, violentos como quien ha sido ofendido; los betas sólo se sienten incómodos, similar a notar que alguien lleva todo el camino en el metro mirándote.

Hinata es la única persona en el mundo que podría desear que todos olieran igual a él.

—Yo preferiría que no.— sin saber por qué, le responde, no debería porque implica inhalar las feromonas en su nido, pero igual lo hace. 

Hinata continúa durmiendo y es obvio que no recordará nada temprano por la mañana, puede ignorar todo lo que murmure sin consecuencias, pero siempre hay algo en él que le impide quedarse callado cuando se trata de Hinata. Hace mucho tiempo que sabe que, de existir las almas gemelas, ellos lo son. Es lo único que podría explicar porque, si es la persona más fuerte de todo el mundo, se vuelve débil y dócil cuando Hinata abre la boca. Aún con el largo paso de los años sus sentimientos se han mantenido firmes y estables, podría jurar que son más fuertes cada día y, aunque pensar en el sexo le causa asco, sólo puede imaginar en Hinata cuando su rut llega, avergonzado de todas las imágenes que su cerebro crea para poder satisfacerse, soñando con el día en que se hagan realidad.

Sacude la cabeza y se levanta, tomando una manta para cubrir el cuerpo de Hinata una vez le quita las calcetas, sabe que no le gusta dormir con las piernas prisioneras porque entonces sueña que le crecen raíces y ya no puede saltar. Siempre que lo lleva a la cama se tienta a quitarle los pantalones para que duerma más cómodo, pero eso es aún más riesgoso considerando que se encuentra en territorio enemigo. Debe pensar en voleibol para salir de la habitación con éxito, dejando salir el aire que contenía mientras apoya la espalda en la puerta.

De acuerdo a sus cálculos, el celo de Hinata comenzará el lunes, ¿Tal vez sea por eso que se toma unos días? Aunque es la primera vez que lo hace, ni siquiera cuando estaba aprendiendo a sobrellevar el celo se tomó pausas de la escuela o el entrenamiento. Debe haber algo más.

Dirige sus pasos al baño, lavando por segunda vez su rostro, necesita sacarse de encima el olor de Hinata si quiere dormir bien. Olfatea la playera de su pijama prestada y, muy a su pesar, huele demasiado a mandarinas y girasoles, lo usual sería liberar feromonas para apaciguar el aroma, pero Hinata podría notarlo, y eso lo metería en problemas. Decide abrir la regadera y quitarse la ropa para darse un baño antes de dormir, así al menos conseguirá relajarse. Sin embargo, usar el shampoo y jabón de Hinata son realmente una mala idea, una que no consideró, no por nada es un idiota. Cierra la llave y abre la cortina para buscar un jabón nuevo entre los cajones del tocador, mañana podría decir que le dio asco tomar uno usado y Hinata no lo dudaría, sólo le daría un golpe en la cabeza. Entre el kit de primeros auxilios, las pastillas de supresores y la caja vacía de una prueba de embarazo no se encuentran, así que seguramente los guarde en otra lugar. Cierra el cajón y se arma de valor para tomar el jabón en uso, resignado a que será una noche larga y complicada para sus instintos.

Una vez fuera, recoje la mesa y tira las cajas de sushi, lava los vasos que han utilizado y extiende un futón en el salón para dormir. Su mirada está puesta en el techo, oscurecido debido a la escasez de luz que la media noche le ofrece, seguro que mañana le costará levantarse, y eso que a penas es jueves. Cierra los ojos y respira lento y pausado, tal como Hinata le enseñó a meditar cuando volvió de Brasil. Dejó de intentarlo porque más que relajarlo lo ponía a dormir, así que esta vez le puede ser de utilidad.

A punto de conciliar el sueño, un recuerdo en formato de fotografía llega a su mente, golpeándolo justo en la cabeza como uno de esos tantos balones que Hinata recibió en la preparatoria:

Una caja vacía de una prueba de embarazo.

Una caja vacía. Eso significa que el contenido ha sido utilizado.

Una prueba de embarazo. Eso significa que alguien ha tenido dudas sobre si está en cinta o no.

Una caja vacía de una prueba de embarazo.

La única persona que vive aquí es Hinata, ¿Por qué alguien vendría a su casa para hacerse una prueba de embarazo? ¿Le tendrán tanta confianza? No, lo más lógico es que se hiciera en la casa de la persona que tenía dudas, estar en un lugar seguro le permitiría recibir los resultados con la mayor comodidad.

Con lentitud, abre los ojos, mirando nuevamente el techo. Su vista se adapta a la escasez de luz, pudiendo ver el foco apagado que cuelga sobre su cabeza. A pesar de su forma esférica, siente que da vueltas, similar a un trompo con el que sus vecinos solían jugar después de la escuela; nunca entendió cómo se hacían girar, pero se hace una idea por la forma en que el foco lo hace. Aún continúa acostado, sintiendo que sus piernas se duermen y todo su cuerpo comienza a hundirse en el suelo, todo le parece lejano y distante.

Hinata se hizo una prueba de embarazo.

Sus esperanzas de que un día Hinata lo mire de la misma manera en que lo ve se hunden con él.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Jueves por la mañana, Hinata despierta más renovado que nunca, como si las cinco horas que durmió fueran en realidad diez y sus cobijas se convirtieran en la más fina manta que pueda crearse en el mundo. Incluso el clima otoñal durante la noche fue perfecto, sin necesidad de prender el ventilador ni de añadir otra cobija a su cama.

Ojalá todas las noches fueran así.

Camina fuera de su habitación por un vaso de agua y se encuentra con un agradable aroma en el aire, alguien está preparando el desayuno, y por lo bien que huele puede darse una idea de qué ha cocinado.

—Buenos días, Kageyama. ¿Qué tal tú noche?

Kageyama no levanta la mirada del sartén, tratando de mantener la mente fría y sin parecer que no quiere correr hacia él y ponerse de rodillas para rogarle que le diga que no es verdad, que lo que tuvo que ver siete veces en lapsos diferentes de la noche para cerciorarse de que no era una pesadilla no es cierto, que la caja vacía en su cajón es de alguien más.

Bueno, no tanto como ponerse de rodillas y rogarle, está exagerando, pero sí que armaría un drama completo. Los hábitos de las personas con que se relaciona se le pegan mucho, y la mayoría son demasiado dramáticos.

Pasa saliva con dificultad mientras apaga la estufa.

—No pude dormir, alguien se la pasó gritando que "por favor no lo matara, que sería buen ciudadano de ahora en adelante."— intenta burlarse como es usual en él, sirviendo el desayuno en dos platos, con una porción ligeramente más grande que la otra.

Hinata rasca su mejilla, incómodo. Sí recuerda haber soñado con el último capítulo que vio completo de la serie de ayer, pero no sabía que habla dormido. Toma ambos platos ya servidos y los lleva al comedor, sonriendo.

—Lo siento, realmente me afectó ese capítulo. Ya lo había leído en el manga, pero duele más con la música y las voces, te sumerges más en la historia.— se sienta frente al plato con menos comida, ahora reconociendo que come menos que Kageyama tanto por su altura y peso como por su necesidad calórica.

Antes de que se lleve el primer bocado a la boca, Kageyama se adelanta y cambia los platos, dándole en que tiene una mayor porción. Qué sepa que debe comer menos no significa que no disfrute hacerlo. Es un glotón. Hinata sólo sonríe antes de empezar a comer.

Por un momento ambos se sienten anestesiados, como si ninguno de los problemas que pasan por su mente fueran importantes, como si bastara con estar juntos para que todo sea más fácil y sencillo de resolver. Nada puede ser más importante que compartir el desayuno con la persona sentada a su lado, riendo y peleando por cualquier tontería antes de volver a reír.

Cuando salen del departamento recuerdan todas las cosas que deben enfrentar, lo que cae como un balde de agua fría.

"¡Ahora huelo al perfume de Kageyama! ¡Me prometí que estaría limpio para poder acercarme a mis amigos!"

"¿Debo esperar a que Hinata me lo diga, o decirle que lo he visto? Miwa siempre dice que las cosas delicadas tienen un momento adecuado."

El camino en el ascensor se siente demasiado largo.

—Bueno... Debo ir a la parada del autobús, así que...

—Ah, sí. Tengo que ir a casa para buscar mis cosas del entrenamiento. Te veré más tarde.— una llamada entra a su teléfono, contestando mientras se da la vuelta.

Hinata puede alcanzar a escuchar la voz de Miwa, seguramente acabe de despertar y no recuerde mucho de lo que pasó la noche anterior. Observa a Kageyama alejarse, con la espalda recta y pasos firmes, ningún otro beta camina con la seguridad que él emana, entiende bien por qué es tan irresistible para la gran mayoría de personas. Inevitablemente piensa en la conversación que tuvo con su última cita de ayer, darle la responsabilidad de su embarazo a Kageyama es una burla a su relación de amistad, no puede decirle sobre su estado por nada del mundo.

Aunque una parte de él, en lo más interno de sus instintos, no le parece mala idea. Imaginar a Kageyama cargando un bebé es algo que puede imaginarse por extraño que parezca dado que no suele llevarse bien con las personas, pero estos últimos años ha notado que tiene un aprecio especial por los niños, les tiene paciencia al firmar autógrafos y relaja su expresión al mirarlos. Tal vez quiera tener hijos, nunca ha hablado sobre ello con él.

No, eso es absurdo, Kageyama no piensa en otra cosa que no sea voleibol. Una familia no va con él.

Niega con la cabeza, encaminando sus pasos hacia un auto que espera por él desde poco menos de cinco minutos. Kenma es demasiado paciente.

Por supuesto que él está dentro de su lista de amigos con derechos, sin embargo, dada su naturaleza beta no puede corroborar fácilmente si es el padre de su querido no-tan-querido embrión, y tampoco recuerda cuándo fue la última vez que tuvieron sexo, Kenma sólo lo llama cuando el mundo está por acabarse, así que no está muy seguro de decirle. Su táctica con él se basa en la misma que ha usado ayer por la noche:

—¿Estás embarazado?— Kenma mantiene la vista en el camino, sin inmutarse por sus palabras. Eso es lo bueno de él, incluso si la noticia le sorprende a morir, no va a demostrarlo de primera mano. Obtendrá la información necesaria hasta saber qué hacer.

—Yep, y no sé quién es el padre.

—Si me lo cuentas tan casual quiere decir que sabes que no soy yo.

_Por supuesto.— ah, se mordió la lengua. Qué mentiroso es, —Pero necesito tus habilidades de deducción, porque tengo hoy y mañana para encontrar al responsable. Si no lo encuentro o no me convence, tengo un boleto a Suecia el fin de semana.

No necesita decir nada más, está seguro de que Kenma lo entiende. Por primera vez puede ver una reacción distinta en él, apretando el volante por un par de segundos hasta que necesita soltarlo para mover la palanca de velocidades. 

—¿Te afecta más un aborto que mi embarazo?

—Puedes hacer lo que quieras con tu cuerpo, Shoyo, estoy aquí para apoyarte en lo que decidas, es sólo que...— "Conozco a un sujeto problemático que estará devastado si se entera." —¿Le has dicho a Kageyama sobre esto?

—No soy tan idiota, ya sé que me va a regañar, ¿Para qué hacerlo? Es como tentar a la muerte.— trata de restarle importancia, sacudiendo la muñeca de un lado al otro. —Dirá que soy un irresponsable o algo por el estilo, y se molestará porque los dos días que me darán de descanso se malgastarán por eso y no por una buena razón.

—Demeritas mucho los sentimientos de Kageyama, Shoyo. Sabes bien que no es el insensible que todos creen que es. Qué afirmes tan tranquilo que sólo te regañará me hace pensar que no lo conoces tanto como dices hacerlo.

Uh, ese ha sido un golpe bajo.

Por inercia, lleva su mano al vientre, masajeando cuando comienza a dolerle. Kenma no puede notar que su auto ahora huele a feromonas ansiosas y tensas. Decirle a Hinata que no conoce a Kageyama es como decirle que no sabe rematar, y esa es la peor ofensa que alguien puede hacerle en todo el mundo.

Sin embargo, no puede enojarse con su amigo, porque en cierta parte tiene razón.

—Creo que estás pensando eso porque te da miedo decirle y descubrir que podría tener una reacción que nunca antes hayas visto. Tienes miedo de que Kageyama esté feliz por ti, porque entonces significará que la única persona que entendía tu amor por el voleibol dejó de hacerlo.

Cómo detesta que Kenma siempre de en el blanco.

Sus manos se hacen puños, arrugando su ropa, necesita mirar por la ventana para despejar su mente de los pensamientos que tratan de atacarlo, pero sus esfuerzos fallan para pasar por la tienda de regalos donde vio a Kageyama hace un par de días. Aún no le regresa la chaqueta, incluso si estuvo en su casa la noche anterior.

—Si Kageyama me dice que debería tenerlo y dejar el voleibol, mi corazón no lo soportaría. No importa si alguien más lo dice, mi familia, mis amigos o el público, mientras no sea Kageyama, estaré bien.

El auto se mantiene en silencio un par de minutos, no hay música o la radio para hacerles compañía. Kenma suelta un suspiro mientras aparca el auto en el estacionamiento del gimnasio. Ninguno baja todavía.

—Si sabes que no quieres al cachorro, ¿Por qué estás haciendo toda ésta búsqueda?— puede darse una idea del motivo, y es probable que lo haya pensado al menos mil veces, pero también sabe que si Hinata lo ha llamado es precisamente para hablar de eso más que de cualquier otra cosa.

—Porque hay un estúpido instinto dentro de mi que me pide a gritos que lo haga, que no me arrepentiré de investigarlo. Incluso si la persona que resulte ser no me convence para formar una familia, incluso si ser padre soltero no me parece mala idea, incluso si realmente aborto, mis instintos me dicen que valdrá la pena hacer todo esto. Cuando más dudo de mi alrededor es cuando más debo confiar en mi.

—¿Confías en ti?

—Lo hago.

—Y, con sinceridad, ¿Qué te dice tu corazón?

Hinata regresa la mirada hacia Kenma, haciendo contacto visual, intenso y profundo como el universo mismo.

—Que, sin importar la decisión que yo tome o como él reaccione, quiero decirle a Kageyama.

Chapter 6: ★ Un Aroma Como Ningún Otro. ★

Chapter Text

Hinata quiere decirle a Kageyama que está embarazado. No porque quiera cargarlo con la responsabilidad, eso jamás, pero es su mejor amigo en el mundo, quiere que esté ahí para él así como Yachi y Kenma han sabido estarlo.

Le dirá hoy por la noche, o quizá mañana por la mañana, aún no lo sabe. Depende cómo le vaya con las reuniones de hoy.

Sí, reuniones, porque ya no puede decirles citas si se trata de sus amigos.

Para fortuna suya, ésta lista es mucho más corta, principalmente porque la mayoría pueden descartarse. Tacha varios nombres de la lista en su teléfono durante su descanso del entrenamiento.

Oikawa queda descartado porque hace un año que estuvo con él, cuando aún vivía en Brasil. Recuerda que estaban celebrando en el carnaval y luego fueron a una fiesta en casa de un conocido; bebieron demasiado, los baños estaban solos y cosas sucedieron. No pasó una segunda vez y de eso tiene mucho tiempo, es imposible que sea él.

La última vez con Kuroo fue el año pasado, es obvio que también queda descartado. Lo mismo aplica con Tsukishima, debe recordar no molestarlo cuando bebe y todos se han ido de su casa. Ha sido de las mejores noches que ha tenido, pero sería horrible como pareja.

Lo graciosos de todo esto fue que Kuroo y Tsukishima comenzaron a salir unos meses después de la última vez que estuvo con ambos. Le da curiosidad saber su historia detrás, pero son bastantes discretos. En realidad lo entiende muy bien, a la sociedad japonesa no le gustan las relaciones entre dos hombres alfas, piensan que es un desperdicio con la escasez que hay.

Ya ha intentado probar a Atsumu, y la respuesta fue negativa. No sabe que tan bueno sea que las opciones se le acaben.

Recuerda que hubo un tiempo en que salir con ellos era de lo más normal, las veces que venía de visita al país o los primeros meses en que volvió de Brasil, fue poco a poco que cada uno tomó su distancia y terminó esa relación con él. Algunos tienen parejas estables en la actualidad, o disfrutan de su soltería, pero tiene un par de meses sin meterse con alguno de sus amigos. Hay ocasiones en que se pregunta si el problema es su lazo de amistad, que no sea algo estable, la indiferencia con que se lo toma o si son todas al mismo tiempo. Nadie dijo que no cuando les mencionó que sería casual, pero parece que después de un tiempo las personas cambian de opinión.

Bueno, pensar en ello no quitará lo que ha pasado.

—¿Qué hay de Ushijima? Uh, es una posibilidad... Supongo que tengo que hacerle una visita más tarde.— murmura para sí mismo, rascando su cuello, —¿Quién más me queda? Hoshiumi está en celo, no sé si podré contactarlo. A Osamu también tiene mucho que no lo veo. Yamaguchi es estéril... Se me acaban las opciones, y no sé que tan buena idea sea eso.

—¿De qué opciones hablas?— Bokuto toma asiento a su lado, sonriente, Hinata bloquea la pantalla de su teléfono antes de contestar.

—Oh, no es nada importante. Pienso en mis opciones para el disfraz de la fiesta de mañana.

Cierto, no lo había recordado hasta que lo mencionó, pero el equipo tiene una fiesta de disfraces mañana por la noche. Eso le quita un día de investigación, y de tiempo disponible para hablar con Kageyama.

—¿Aún no sabes qué vestir? Te entiendo bien, es una decisión que sólo tomas una vez al año, al menos que te inviten a varias fiestas, pero ésta es especial porque es el mero día. Por fortuna para mí, Akaashi ha elegido nuestros disfraces, seremos personajes de una serie que le gusta mucho. Ya tenemos los haoris y las espadas falsas, ¡La verdad es que me emociona demasiado!

Su amplia sonrisa es contagiosa, ayuda a Hinata a relajarse un poco del caos que están siendo los últimos días. El resto de su descanso lo utiliza para escuchar con lujo de detalle como Akaashi decidió hacer los disfraces desde cero, consiguiendo las telas y tomando medidas de ambos, incluso compró una máquina de coser y busco tutoriales en internet sobre cómo usarla. Estaba realmente enfocado en hacer los disfraces, quizá para despejarse del trabajo que ha tenido estos días.

—¿Ya tienes con quién ir, Hinata? Recuerda que llevar invitado es tu pase de entrada, ¡No sé vale decir que te canceló de último minuto!— Bokuto parece recordarlo de pronto, palmeando la mesa.

A mediados de mayo Bokuto organizó una fiesta de No-Halloween, y la cita que quería llevar esa noche lo dejó plantado porque resulta que descubrió que su ex pareja tendría un bebé y quería reclamar la paternidad. Fue una de sus citas más vergonzosas de recordar.

—Realmente me cancelaron esa vez, no entiendo por qué todos piensan que es una excusa.

—Porque suena como una.— Atsumu se une a la conversación, sentándose frente a ambos, mantiene una sonrisa burlona en los labios que resulta molesta de ver.

—¿Y a quién debería traer, según ustedes? He estado demasiado ocupado estos días como para buscar a alguien entre mis citas de Tinder.

—A Kageyama.— ambos contestan al unísono, Hinata arquea una ceja y sonríe por su coordinación.

—¿Motivo?

—No sé... Se verían lindos juntos.— Atsumu se encoje de hombros y saca su teléfono, actuando como si no fuera la gran cosa. De cierta forma no lo es, se trata de una pareja de disfraz, no de matrimonio. Busca una fotografía y gira su teléfono para que pueda verlo, —Mira, hay muchas opciones para salir en pareja con Kageyama, aprovechando la altura de ambos.

—Ouch, y yo pensando que somos amigos.— Hinata finge ser apuñalado en el pecho, dolido, Atsumu se alza sobre la mesa y lo golpea en el brazo, continúa mostrándole ideas.

Por un momento piensa en que, de ser otra historia, las fotos que le mostraría no serían sobre disfraces de fiesta, sino ropa para bebés y juguetes. Tal vez tendría la misma emoción con que se lo enseña ahora, quizá más o quizá menos. Bokuto también haría aportaciones cada tanto, diciendo que será el mejor tío que haya podido exigir.

Su vientre duele y lleva una mano hacia él, masajeando en círculos. Cada día que pasa es un día más de incertidumbre sobre sus decisiones, nunca pensó que dudaría tanto sobre algo, más teniendo en cuenta lo terco que puede llegar a ser. Si es algo que tiene que ver con sus instintos, entonces pueden irse al diablo por interponerse en sus metas.

—¿No te gustan? Hueles bastante enojado.— Atsumu detiene su discurso al notar el aroma de Hinata hacerse más agrio, alusivo a un estado pesimista. Bokuto lleva las manos a su boca para dejar de hablar.

—No, no es eso. Empecé a divagar y me molesté, pero fue tan tonto que ya lo olvidé.— suelta una risa nasal para dejar ir el tema, lo menos que quiere es llamar la atención de estás dos personas en particular, —Le preguntaré a Kageyama si quiere venir conmigo, utilizaré alguna de tus ideas TsumTsum, gracias.

—Sin problema.

Aprovechando que irá a verlo, saludar a Ushijima tampoco estaría mal.

Toma sus cosas cuando el entrenamiento acaba, apresurándose a llegar al gimnasio que queda del otro lado de la ciudad. Sabe que seguirán ahí incluso cuando queden cinco minutos para cerrar las instalaciones, pero eso algo que debe hacer cuánto antes. Ushijima es la última persona disponible de su lista, y si no es él tendrá que comenzar a sacarle pruebas de paternidad a sus amigos betas con quienes ha estado. No quiere decirle a Kenma que lo intente cuando se supone que lo ha descartado por completo. Sería vergonzoso.

"También puedo simplemente olvidarme del tema, no es como si fuera a cancelar mi vuelo sólo porque alguno de ellos es el padre."

Nuevamente se cuestiona por qué sigue buscando. Ha intentado darle tantos significados y razones que ya ha perdido de vista su razón principal, y eso que sólo han pasado dos días. ¿Si quiera tenía una razón real, o era sólo miedo?

Uno de sus pasatiempos es pensar, ya no es un niño tonto que corría por todas partes dejando que el impulso y los sentimientos lo dominen, es por ello que este tema debe ser analizado a detalle, porque sus metas y necesidades chocan con todo lo que le han enseñado en la escuela y lo que la sociedad le ha mostrado que está bien o mal. El año pasado llegó tarde al gimnasio porque una manifestación bloqueó las avenidas principales, eran un gran colectivo de mujeres y omegas que exigían poder abortar de manera libre y asistida, sin prácticas clandestinas que son riesgosas para la madre. Las protestas suelen ser estrictas y vigiladas por policías, sólo abarcando un carril para no interferir en la vía pública, sin embargo, esa vez terminó en un caos completo cuando un policía alfa tuvo la brillante idea de liberar feromonas y usar su voz de mando para aplacarlos. Los periódicos sólo se enfocaron en el ataque de las autoridades alfas hacia los ciudadanos omegas, y dejaron de lado todo el tema principal de la manifestación. Si él no hubiera estado presente ese día, no sabría a qué se debió el alboroto en primer lugar. Así fue como entendió que a nadie le interesa que una persona gestante tenga derecho de decidir cuándo y cómo tener cachorros, incluso si son la gran mayoría poblacional del país.

Alguien que creció rodeado de esa microviolencia tendrá, como es lógico esperar, problemas para saber qué hacer cuando la situación se atraviese en su camino. A pesar de ser una persona tan firme a sus decisiones y leal a sus ideales, es difícil arrancar de raíz los estigmas con los que ha crecido.

Sin darse cuenta ha llegado al gimnasio de Schweiden Alders, ofreciendo su identificación para poder pasar. Kageyama le obsequió un pase familiar para poder visitarlo siempre que quiera, así que no debe preocuparse por parecer un infiltrado dada su relación con un equipo rival.

Busca con la mirada una espalda ancha y un cabello azabache, olfateando un poco para poder identificar su perfume entre todos los aromas naturales que lo rodean. Tiene sus ventajas que Kageyama use esa colonia tan intensa y característica. Se pregunta si será cierto lo que dijo Bokuto sobre la extracción de aromas de alfas, y si el alfa a quien pertenece ese aroma es tan atractivo como su olor.

"Concéntrate, Hinata Shoyo, no pienses en esas cosas ahora."

—Hinata Shoyo.— una voz profunda y dominante lo llama a su espalda, dándole un susto. Al girar, Ushijima aparece en su campo de visión. —Hace mucho que no apareces por aquí.

No es la forma en que esperaba verlo, pero le facilita las cosas.

—Vine a saludar, ¿Vas de salida? Podemos tomar un café para ponernos al día.

Ushijima mira su reloj de muñeca antes de asentir con la cabeza, señalando con su mano izquierda el camino hacia la salida. Frente al gimnasio hay una cafetería a la que le gusta ir, así que sabe dónde se dará su pequeña conversación.

Una vez el mesero ha tomado sus órdenes en la cafetería, Hinata toma un momento para mirar a su acompañante. Lleva ropa deportiva a pesar de ir de salida, sabe que es su manera habitual de vestir porque nunca sabe cuándo se atravesará un partido. Por eso se lleva tan bien con Kageyama estos últimos años, aunque él sí usa ropa más casual, han ido juntos al centro comercial varias veces y pasa más tiempo metido en su clóset que en el propio, así que conoce mejor que nadie su estilo de vestir.

—¿Cómo estuvo el entrenamiento?— Ushijima llama su atención, trayendo su mente a la mesa de nuevo.

—Estuvo bien, Bokuto está muy emocionado por la fiesta de disfraces de mañana, así que no para de mencionarlo, y TsumTsum sigue insistiendo con que puede colocar con los pies.

—Viniendo de ellos suena a un día habitual.

—Lo fue. ¿Y qué hay de ti?— el mesero deja en su mesa los pedidos. Frente a Hinata deja una malteada de chocolate y frente a Ushijima un café americano. En el momento en que se va, los intercambian.

—Como Hoshiumi se reportó en celo desde ayer, Kageyama estaba triste por no tener a su compañero de juegos.— sorbe de su malteada con tranquilidad, haciendo una breve pausa, —Romero está buscando niñera para su hijo porque quiere ir a la fiesta con su esposa.

—Debe ser complicado criar un niño, son muchas cosas a considerar.— el tema se ha dirigido hacia el foco de interés por su propia cuenta, más confiado a intentarlo.

Libera una cantidad mínima de feromonas, haciéndolo pasar como si disfrutara del café entre sus manos sin ninguna otra intención de por medio. Ushijima deja su malteada para mirarlo.

—Tener un hijo a nuestra edad podría ser contraproducente, eso es lo que creo. Incluso si eres un alfa o beta, te comprometes a cuidarlo porque también es tu cachorro. Todos piensan que no porque las madres tienen una mayor responsabilidad, pero es un trabajo en equipo al final del día.

—¿Dices que no quieres tener hijos?

—No ahora.

El dulce aroma a mandarinas y girasoles, tan cálido como el sol en verano, se torna agrio y marchito. Esa respuesta es algo que ya se esperaba, pero hay algo que le hace sentir ofendido en todo esto: No reaccionó a su aroma, ni un poquito.

Hinata sabe bien que gran parte de su atractivo se basa en su aroma, no ha conocido a otro omega o sigma que huela como él, incluso entre su familia. Estar cerca suyo se siente como caminar por un campo de árboles de mandarinas, con el viento meciendo las hojas que te cubren del sol veraniego, para después pasar por un campo de girasoles en plena época de polinización. No ha tenido tantas parejas si no fuera tan llamativo, incluso Ushijima se vio cautivado un par de veces, ¿¡Por qué ahora luce tan indiferente!? ¡Las personas en la mesa de alado ya lo están mirando, sonriendo con coquetería, pero a él le da igual! Ni para bien ni para mal, Ushijima luce y huele a la serenidad.

—¿Está todo en orden, Hinata? Hueles agrio.

—No es nada.— ah, ahora sí puede detectarlo, —Sólo recordé que tampoco quiero tener hijos.

Al diablo, le dirá a Kageyama sobre su embarazo hoy por la noche, así podrá quejarse con él de lo molesto que ha sido toda esta investigación sin sentido.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

—Nunca pensé que te importaría tanto ser ignorado. Aunque me hacía una idea.

—Ya se que luzco infantil, no me lo recuerdes.— Kageyama siente con la cabeza y continúa cenando, la vista puesta en la televisión. Están viendo el mismo capítulo de ayer en que Hinata se quedó dormido. Aprovechó la canción del intro para hacerle un pequeño resumen de su conversación con Ushijima, considerándolo un buen punto para empezar a hablar, —Sólo no entiendo qué fue lo diferente ésta vez.

—Si estaban en una cafetería, el olor a mandarinas debe ser normal, más en ésta temporada. ¿Por qué lo hiciste, en primer lugar?

—Porque quería descubrir algo, pero me equivoqué.

—¿Qué cosa?

—Si era el padre del cachorro que estoy esperando.

Boom. Se lo dijo.

Muerde sus labios, nervioso sin saber por qué, no se atreve a mirarlo hasta que diga algo, pero eso no sucede. Deja su plato sobre la mesa de té frente ellos junto al control remoto y pausa la serie para encararlo, encontrando su rostro lleno de lágrimas.

—¿¡Kageyama!? ¡Estás llorando!— Hinata no lo nota, pero él también ha comenzado a llorar, se siente triste de una manera que no entiende.

—¡No lo hago, idiota!

—¡Sí lo haces!

—¡Qué no!

—¡Qué sí!— Hinata lo toma de las mejillas y limpia con cuidado algunas lágrimas, sus manos se humedecen en un instante. Su pecho duele de una manera que nunca antes había sentido, —Mira esto, ¿Por qué reaccionas así? Pensé que me pegarías o te burlarías de mi.

Kageyama trata de bajar la cabeza, escondiendo su rostro, pero las manos en sus mejillas se lo impiden. Ni siquiera él sabe por qué se ha puesto a llorar como un bebé, ya había practicado frente al espejo su reacción para el momento en que se lo dijera, si alguna vez lo hacía, y las lágrimas no estaban en el guión. Se siente tan ridículo que podría morir, como aquella vez en que Hinata lo imitaba diciendo que preferiría colocar y rematar él solo a pasarle el balón.

Respira lento y pausado, necesita calmarse, esto no es nada parecido a su personalidad habitual, así que se lo acreditará a sus instintos destruidos emocionalmente al escuchar de primera mano que aquel a quien considera su alma gemela está esperando un cachorro de alguien más.

Bien, acaba de descubrir dos cosas:

Uno, sus instintos son demasiado sensibles para ser un enigma, a quien se le atribuye ser frío y sin sentimientos.

Dos, sí se siente con ganas de llorar, como perder un partido por el que tanto se esforzó.

Hinata va al baño por algunos pañuelos y limpia su rostro cuando se da cuenta de sus lágrimas a través del espejo, vuelve a la sala para darle el resto una vez está seguro de que ya no llora. No sabía que podía ser tan empático con los sentimientos de los demás, aunque lo entiende porque se trata de Kageyama. Todo lo que a él le pasa le afecta de una manera como ninguna otra.

Una vez tranquilo y sin lágrimas o mocos de por medio, Kageyama vuelve a su plan inicial, fingiendo que nada pasó. Dejará que le cuente cómo sucedieron los hechos y luego le mostrará todo su apoyo por la decisión que tome, incluso va a ofrecerse como padrino de bodas si le dice que va a casarse.

—¿Cuándo lo supiste?— celebra para sus adentros al notar que la mandíbula ya no le tiembla.

—Me hice la prueba el lunes. Mamá y Yachi insistieron en que debía hacerlo, vinieron hasta acá desde el domingo, ¿Recuerdas? Me convencieron el lunes por la noche y he tratado de buscar al papá desde entonces.

—¿Vas a tenerlo?

Hinata hace una pausa antes de contestar, mirando la caja de pañuelos sobre sus piernas para tomar confianza. Ésta es la parte más fácil de todo el asunto, ¿No es así? Ambos piensan lo mismo.

—No, no lo haré. El voleibol es mi prioridad, todo lo demás es un capítulo aparte. Y tampoco podría darle la responsabilidad a un desconocido con el que me acosté un par de veces, mucho menos a un amigo cuando no hay amor romántico de por medio. Estuve considerando la idea de tenerlo si resultaba que el padre era un buen candidato, pero nadie me convenció.

—Si estás buscando un candidato... ¿Por qué no me consideras a mi?

¿Por qué su cuerpo insiste en hacer absolutamente lo contrario a lo que planea? Realmente es un idiota cuando se trata de Hinata.

—¿Qué dijiste?— Hinata se queda en banco, sin procesar sus palabras. Tal vez escuchó mal.

Kageyama baja al piso para hincarse y apoya el rostro en los muslos de Hinata, sus manos aferradas a la tela de su pantalón, ha cedido por primera vez en toda su vida a sus instintos.

—Si quieres tenerlo pero no deseas criarlo sólo, entonces déjame ayudarte. Yo me haré responsable de tu cachorro.

En la cabeza de Hinata suena una alerta, de esas que avisan de que un gran terremoto de magnitud 10 trae consigo un tsunami tres veces más grande que la inundación que cubrió la tierra hace miles de años. Cada vello de su cuerpo se eriza; una corriente eléctrica le recorre por la columna vertebral hasta la nuca; sus manos se enfrían y la respiración se vuelve errática.

Hinata sabe bien que gran parte de su atractivo se basa en su aroma, no ha conocido a otro omega o sigma que huela como él, incluso entre su familia. Sin embargo, el aroma que ahora inunda sus fosas nasales le hace saber que está completamente equivocado, hay cosas tan desconocidas como las profundidades del mar, y él está a punto de descubrir una que hubiera deseado no conocer.

—Me gustas, Hinata, me gustas tanto que duele. No me importa que no sea mío de sangre, déjame ser su padre junto a ti, sólo si quieres tenerlo.

Chapter 7: ★ Una Maldita Semana. ★

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El martes por la noche Hinata tuvo tres citas, ninguna salió bien para el fin que buscaba. El miércoles tuvo otras tres citas, que fueron incluso peor que las anteriores. Hoy descartó a casi todos sus amigos en la lista y la última persona que aún no había tachado lo hizo por su propia mano al decirle que no estaba interesado en tener hijos.

Negativa tras negativa, rechazo tras rechazo. Hinata aceptó cada una de ellas y aceptó continuar con su plan inicial, dejándolo como una anécdota para compartir con su mejor amigo.

Nunca esperó que le dijera que se haría cargo de su cachorro. Está aquí, arrodillado y con la cabeza apoyada en sus muslos, dispuesto a ser padre de una criatura que no es suya por el único motivo de que le gusta.

Kageyama gusta de él.

¿Y Hinata? No recuerda cómo respirar.

Bueno, sí lo recuerda, pero hay un aroma en la habitación que no se lo permite. Se siente tan familiar y, a su vez, tan desconocido, la cabeza le da vueltas.

—Yo... Ya decidí que no lo tendré... Acabo de decírtelo.

—Cierto.— Kageyama levanta el rostro para mirarlo, se ve tan pequeño e indefenso, pero su voz no hace notar lo mucho que le afecta, —¿Ya tienes dónde abortar? Supongo que no en el país, ¿Quieres que te acompañe, o ya eres un niño grande que puede hacerlo sin tomarte la mano?— bromea con tanta cotidianidad que parece como si nada hubiera pasado. Si no fuera por sus ojos rojizos y mejillas húmedas, podría seguirle el juego.

—Kageyama, yo...

—Por eso tienes días libres, ¿No es así? Lo harás éste fin de semana y dos días no son suficientes. Es importante que guardes reposo los días posteriores, eres un sigma, te dolerá más que a cualquier otro omega.

—...Fue Kuroo quien insistió con que descansara.

—Debes hacerlo. Hazle caso.

Ambos se quedan en silencio, sin cambiar de posición, cada uno tiene diferentes pensamientos en mente, lidiando con lo que harán a partir de ahora. Es Hinata quien se anima a hablar primero.

—¿Te gusto?

—Aah, por eso no lo dejo salir.— Kageyama frota su rostro con las manos. El aroma se hace más sutil hasta el punto de no ser detectable, dejando el fantasma de su presencia. —Solo olvídalo, ¿Está bien? Finge que no dije nada.

—¿Qué? No. Mi mejor amigo dijo que cuidaría a mi cachorro y que le gusto, ¿Cómo voy a olvidarlo tan fácil? Hablemos de esto, quiero escucharte.

—Es vergonzoso, no quiero.

—¡Vamos, Kageyama!— lo toma de los hombros para sacudirlo de un lado al otro. —¡Te gusta alguien! ¡Nunca había pasado antes! Cuéntame más sobre él, lo que te cautivó y desde cuándo.

Kageyama humedece sus labios y baja la vista a sus manos hechas puños sobre sus rodillas. Por la posición en que ahora se encuentra, se siente regañado. Parece más sencillo hablar de sus sentimientos si lo hace en tercera persona, podría ser liberador expresarle lo que siente.

—Esta persona... Me gusta desde hace mucho tiempo, creo que desde que lo conozco. Más que gustar... Creo que estoy, uh... enamorado. Esa es la conclusión a la que llegué cuando no dejaba de compararlo con el voleibol, ambos son muy importantes en mi vida y la han transformado de maneras trascendentales... ¿Y qué más? Es muy bonito, demasiado sexy y atractivo, ha tenido tantas parejas que ya debería saberlo, no hay quien se le resista. Su sonrisa me pone nervioso y sabe cuándo hacer los cumplidos adecuados, da en el blanco cuando alguien tiene un problema, ama tanto el voleibol como yo y siempre me motiva a mejorar. La persona que me gusta... que amo, la persona que amo, es tan increíble que jamás me atrevería a decirle lo que siento.

—A menos que quieras hacerte cargo de su cachorro.

—Sí, a menos que eso pase.— con un poco más de confianza, alza la vista y conecta su mirada con la de Hinata, no sabe de dónde está saliendo toda la valentía para confesar lo que viene seis años ocultando, -Entiendo que nunca le gustaré, así que jamás me había propuesto decirle lo que siento, creo que querrá tomar distancia si lo sabe, y eso me mataría.- cambia su expresión por una más sería, recordando algo importante, —En realidad me mata estar cerca suyo, pero no puedo imaginarme una vida lejos, así que seguro moriré.

—¿Te mata estar cerca?— Hinata borra la sonrisa que comenzaba a crecer en sus labios, preocupado.

—Le mentí para poder seguir a su lado, pero esa mentira me pasa factura. Sólo un poco.

—¿Tiene algo que ver con el aroma de hace unos minutos?— cree hacerse una idea de lo que está pasando, y cuando lo ve asentir con la cabeza, sus feromonas huelen a tristeza. —Eres una caja de secretos, ¿Te lo han dicho?

—Simplemente algo dentro de mí me decía que no podía decírtelo, a nadie, en realidad. A excepción de ti, todos piensan que soy un alfa dominante.

—¿Y no es lo que eres?— enarca una ceja, eso estaba comenzando a creer.

—No... soy un enigma.

—Claro, Misteriosoyama, ya lo noté.

—Me refiero a la casta, idiota. Soy un enigma, así como en los cuentos de las abuelas.

Hinata continúa mirándolo unos segundos, parpadeando lento y pausado, procesando la información. Cuando los datos terminan de cargar en su cabeza, una gran carcajada sale desde lo más profundo de su ser, debe abrazar su estómago ya que comienza a doler.

—¡Claro! ¡Un enigma! ¿No te dije yo que soy el príncipe de Genovia?

—Hablo en serio, idiota.— que se burlara de él nunca fue una de las opciones que sobrepensó, así que no sabe qué decirle o cómo comprobarlo, —Por eso te dije que lo olvidaras.

Trata de levantarse del suelo, sin querer escuchar más de sus burlas. Primero se expone a sí mismo al confesar sus sentimientos de golpe, y ahora no le cree sobre aquello que había estado ocultando por seis años precisamente porque tenía miedo de su reacción.

Por favor, que alguien le traiga una peluca de payaso, ya puede escuchar la música del circo que viene a llevárselo para su evento principal.

Hinata limpia sus lágrimas y trata de calmarse cuando Kageyama está por irse.

—Lo siento, lo siento, me tomó por sorpresa. ¿Cómo esperas que crea algo como eso? No se han reportando enigmas en el país desde hace dos generaciones, no tengo un punto de comparación.- palmea el lugar vacío a su lado para que vuelva a sentarse. Kageyama lo hace sin quejarse.

—¿No te bastó con mi aroma? Es la primera vez que permito liberar una cantidad mayor cuando estoy contigo. Nunca pude bajar la guardia o te darías cuenta.

—Bueno, siempre creí que era un perfume con feromonas, Bokuto dijo que...— algo hace clic en su cabeza, entrecerrando los ojos con duda, —Espera un segundo, ¿Por eso todos se ponen tensos cuando te ven llegar? ¿Lo mismo pasa con tu ropa? Porque cada vez que llevo algo tuyo al gimnasio a alguien se le adelanta el celo, ésta vez fue el rut de TsumTsum.

—Sí, eso pasa en ocasiones.— rasca su mejilla, incómodo con la mención de Atsumu, —No puedo controlar lo que causa en otros, así que sólo libero cantidades mínimas. Es un aroma muy...

—Territorial.— Hinata acompleta por él al verlo dudar de qué palabra usar. Kageyama le da la razón con un asentimiento de cabeza.

—Bastante. Que sólo hasta ahora lo detectaras es el motivo por el que muero lentamente, a juicio del doctor.

—Tómalo más en serio, es tu vida.

Nuevamente se hace el silencio. Kageyama no sabe qué mas decir, pero se hace una idea de lo que pasará. Hinata piensa en toda ésta nueva información y ata cabos de su pasado, desde las veces en que sus citas desaparecían de la nada cuando conocían a Kageyama, o que todos siempre parecieran querer decirle algo cada vez que mencionaba «Kageyama» y «beta» en una misma oración. Por qué, cuando le cuestionó porque le dijo a los medios que es un alfa dominante, respondió que toda su familia lo era, y era lo que se esperaba de él. Por qué su perfume es tan potente como ningún otro conoce, durando semanas en la ropa sin importar cuánto la lave con diferentes suavizantes. Cómo es que cada día que pasa se cansa menos durante los partidos. Cada pequeña acción, respuesta, gesto, todo cobra sentido ahora.

Y no sabe qué tan malo sea que no se siente molesto en lo absoluto por haber sido engañado.

En su lugar, hay otro sentimiento que predomina, uno que seguirá oprimiendo su pecho si lo deja pasar. Juega con sus dedos, tratando de controlar su aroma triste y amargo.

—Lo siento, Kageyama, no puedo corresponder tus sentimientos. Para mí eres un amigo, mi mejor amigo, y no creo que eso cambie por ahora.

—No te disculpes, ya lo sabía. Y tampoco te preocupes por mi, he sabido controlarlo desde hace años, no cambiaré la manera en que te trato.

Sí, es algo que iba a pasar irremediablemente. Hinata nunca lo ha visto como interés romántico, él es sólo un amigo. No tiene problema con ello mientras signifique seguir a su lado.

—¡Ah, pero! ¿Sabes? Ahora que sé sobre... Tú casta, puedes tratarme como al resto, no me importa, lo juro.— lleva su mano derecha al corazón. Es cierto que no le importa haber sido engañado, aunque él en su lugar lo habría presumido todo el tiempo, —Seguiremos siendo amigos incluso si tú aroma es demasiado para mí, me acostumbraré.

Kageyama lo mira atento por unos segundos, buscando algún rastro de duda o falsedad, sonríe al confirmar que es honesto.

—Bien. No te prometo que lo haga todo el tiempo, es una costumbre tan arraigada que lo hago inconsciente, pero está bien.— si Hinata dice que puede hacerlo, entonces puede hacerlo. Es el único punto positivo de ésta conversación.

—¿Quieres seguir viendo la serie? ¡Necesito saber si se salvará o no!

—Claro, también me gustaría saber.

Hinata sonríe, su aroma se hace dulce y fresco, toma el control remoto y se acomoda de nuevo en el sofá.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Es un viernes 31 de octubre más frío de lo habitual. De acuerdo a las noticias, habrá una temporada de frío por el próximo tiempo, así que recomiendan vestirse con abrigos y bufandas para evitar resfriados.

Sin embargo, Hinata se siente un poco caliente, quizá le de fiebre. Y no puede culpar a nadie más que a sí mismo, ayer se quedó dormido en el sofá junto a Kageyama y ninguno de los dos fue por una manta, el resultado es tener los pies congelados.

—Te preparé la bañera, está a la temperatura que te gusta. Yo me baño después, primero haré el desayuno.

—¿Te han dicho que eres un ángel?

—Prefiero que me pagues a que me halagues.

Kageyama ha preparado el baño para él al volver de correr, el internet dice que previene los resfriados y le cree a una página que dice "medic.org" en su enlace. Hinata se apresura al baño y suelta un suspiro relajado cuando sus pies tocan el agua, de alguna manera siempre consigue dar con la temperatura adecuada, más caliente que fría. Le recuerda tanto al mar de Brasil que por un segundo puede escuchar a las gaviotas en la costa.

—¡Sabía que estabas aquí, Tobio! Pasas más tiempo acá que en tu casa. ¿No has considerado hacer oficial tu mudanza?

Hablando de gaviotas, parece que una llegó a su casa. La voz de Hoshiumi suena por todo el departamento incluso si está en el recibidor. No alcanza a escuchar lo que Kageyama dice, tratando de agudizar su oído en vano. Hoshiumi vuelve a hablar en respuesta a lo que sea que dijo.

—Claro, eso explica por qué no estás en casa. Ya decía yo que olvidar a Hinata no es lo tuyo, esa mujer tan hermosa que me recibió es demasiado incluso para ti.

—¡Esa mujer es mi hermana!— eso sí lo pudo escuchar. ¿No había dicho que se iría ayer?

—Ya, ya, no te enojes, sólo venía a dejarte esto. Saluda al hermano Hinata de mi parte, y no llegues tarde al entrenamiento o no te contaré nada de lo que pasó.

La puerta vuelve a cerrarse y el silencio se hace presente. Así es como deben sentirse las personas introvertidas cuando un extrovertido se va de la conversación. Termina de bañarse y se pone la ropa que Kageyama le ha preparado, guiando sus pasos a la cocina para encontrar dos bolsas de papel sobre la mesa, debe ser lo que Hoshiumi vino a traer.

—¿Qué es eso?

—Trajo algunos disfraces para la fiesta de más tarde. Al parecer ya sabía que aún no hemos acordado de qué ir, así que nos consiguió algo.

Hinata asiente con la cabeza, mira a Kageyama dejar dos platos en la mesa y volver a la cocina por una jarra de jugo de naranja y la cafetera. Es un gran desayuno.

—¿Celebramos algo?

—Que mal te alimentas si crees que esto es digno de celebración.— entorna los ojos y continúa acomodando todo. Hinata decide ignorar sus palabras.

—Ay, Kageyama, cualquier persona que se case contigo será dichosa, sin lugar a dudas.— cubre su boca cuando termina de hablar, recordando lo que hablaron por la noche. No debería decir esas cosas si ya sabe de sus sentimientos.

—¡Oye! ¡Dijiste que podíamos seguir como siempre! ¿Por qué te callas, idiota?— Kageyama le arroja el salero a la cara, golpeando su frente.

—¡Eso dolió!

Tiene razón, le prometió no cambiar su forma de ser, Kageyama está bien con seguir siendo amigos, y contenerse no es propio de su amistad. Recoge el salero que cayó al suelo después de rebotar con su frente y lo pone en la mesa. Recuerda algunas palabras que Hoshiumi dijo antes de ir, y la curiosidad le pica.

—¿No dijiste que Miwa se iría ayer?

—No pudo cambiar su boleto del tren hasta hoy por la tarde, así que sigue ahí. Si se queda un día más va a apropiarse de mi casa.

Asiente con la cabeza, llendo a la siguiente duda, —¿Alguien sabe que te gusto?

Kageyama no esperaba esa pregunta tan repentina, tropezando con su propio pie antes de responder, —...He sido muy discreto con mis sentimientos.

—Entonces lo sabe todo el mundo. Ya veo.— por eso Kenma preguntó si ya lo sabía o si pensaba decirle.

—¡Te dije que soy discreto!

—Sin embargo, Hoshiumi hace bromas al respecto, Miwa me mira como si supiera un gran chisme que no puede decir y Kenma me motiva a contarte todo.

No sabe cómo combatir eso. Es una victoria aplastante para Hinata, quién sólo ríe y comienza a comer.

El desayuno es tan delicioso que aumenta el hambre que tenía, liberando feromonas felices y satisfechas. Su departamento ahora huele a girasoles en primavera tomando el sol después de abrir sus pétalos por primera vez. Kageyama lo mira comer y sonríe, empezando con su parte sólo hasta estar seguro de que lo disfruta.

No importa si Hinata no le corresponde, si se casa con alguien más en el futuro o si forma una familia, todo está bien si pueden seguir compartiendo el desayuno por más tiempo.

De preferencia, toda la vida.

Ahora que lo piensa, hay algo respecto a todo este tema que no deja de dar vueltas en su cabeza.

—Hinata, ¿Realmente estás esperando un cachorro?— no sabe si su manera de cuestionar fue la adecuada, debió pensarlo más.

—¿Por qué preguntas? Ya te dije que sí. Yachi, mamá y Natsu estaban aquí cuando me hice la prueba el lunes, ¿Acaso olvidaste todo lo que dije?

—No, lo recuerdo bien, pero no hueles a nada. En realidad, hueles a que tu celo empieza pronto.

Hinata deja caer la cuchara que estaba por meterse a la boca.

—¿Qué dijiste?

—Sí, bueno... Puedo detectar fácilmente los aromas de los demás, cada mínimo cambio, y los sigmas embarazados tienen una nota láctea a partir del primer mes, pero tú no. Hueles a mandarinas maduras, como cada vez que está por llegarte el celo.

—Eso no puede ser, me hice una prueba... Eran dos líneas, las vi...

Las vio, está seguro. Dos líneas paralelas de color azul. Nada de lo que ha pasado en la semana habría sucedido de otra forma. Kageyama debe estarle gastando una broma ahora que sabe de su casta.

O eso seguía creyendo cuando lavaron los trastes, cuando Kageyama pidió permiso para que ambos llegarán tarde a los gimnasios, cuando fueron al hospital, cuando le quitaban sangre para los análisis y cuando el médico se sentó frente a ellos con una mueca triste.

—Lo siento, usted no está embarazado, señor Hinata. La prueba que se hizo debió estar defectuosa, pasa seguido.

Tiene que ser una broma. Debe serlo.

Supongo que cancelaré la cita agendada. Un susto de embarazo siempre pasa, ¿No? Al menos nos evitamos el viaje.

—Lamento las molestias, Kuroo.

No pasa nada, ve y relájate en la fiesta de hoy. Ha sido una semana muy larga. Te hablaré por cualquier cosa.

Mira el teléfono en su mano, Kuroo terminó la llamada por ambos, y trata de hacer un análisis detallado sobre lo que ha pasado desde el domingo pasado.

Aún se siente extraño.

Primero, Yachi y su familia llegaron para preguntarle si no creía que estaba embarazado, lo negó por completo con un par de bromas de por medio. Después, el lunes fue a un hotel con su cita del momento, pero éste lo rechazó en cuanto liberó feromonas, lo que trajo dudas por descarte. Esa misma noche compró una prueba que dio positivo, su mamá le dijo que cualquier decisión que tomara estaba bien y Yachi le ofreció toda la ayuda que necesitara. ¡Se miró al espejo y vio un bulto ahí! ¿O quizá lo imaginó? ¿Realmente tiene colitis y no lo sabe? No, estaba enfermo del estómago por comer camarones sin limpiar. Maldición, ¡Por eso nadie reaccionaba cuando liberaba feromonas! ¡No hay nada que detectar! ¿Y qué hay de las náuseas? Empezó a tenerlas hace dos meses cuando se anunció que pronto habrían clasificados, ¿Realmente estaba nervioso por eso? Dejó de querer vomitar cuando se enfocó en encontrar al padre y dejó los Olímpicos aparte.

¡Todo encaja, pero se niega a pensar que estaba equivocado!

—¡Kageyama!— gira su cuerpo hacia el piloto del auto, tomándolo por sorpresa, —¿Realmente no detectas nada en mi? ¿Ni un poquito?

Kageyama suelta un suspiro y busca un lugar donde estacionar el auto, mira a Hinata y duda antes de acercarse a su cuello para olfatealo. El aroma que tanto le gusta está ahí, aunque ansioso, como un campo de girasoles que arde en llamas. Vuelve a alejarse y niega con la cabeza.

—No, no hay nada.

—¿Puedes intentarlo otra vez? Quizá no liberé lo suficiente.— las manos de Hinata tiemblan mientras intenta quitarse el collar. Kageyama debe detenerlo o será peligroso para él si libera más feromonas dado el espacio tan pequeño, toma sus muñecas para impedir que continúe.

—Hinata, basta, la prueba fue negativa. No te hagas esto. Dolerá más.— muerde sus labios, sin saber que más decir. Nunca lo había visto tan alterado por algo que no fuera voleibol.

Sin embargo, ahora está temblando en el asiento del copiloto, rodeándolo en un abrazo mientras pide que lo haga de vuelta. Siente cómo esconde su nariz entre su cuello y hombros, donde el par de parches que siempre usa se encuentran. Libera feromonas tranquilizantes para estabilizarlo mientras acaricia su espalda. Permanecen así hasta que Hinata confiesa lo que pasa por su cabeza.

—Yo... Creo que sí quiero tener un cachorro. Quizá no como se dieron las cosas ésta maldita semana, pero quiero uno. Cargarlo en mis brazos, apoyado en el pecho y cantarle una canción de cuna para dormir. Lo quiero tanto que no sé cómo apenas me doy cuenta de ello.

Pasó una semana creyendo que espera un cachorro, una semana llena de dudas sobre si lo que estaba por hacer era buena idea o no. Una maldita semana. No hay palabras que puedan calmarlo, así que Kageyama permanece callado.

Notes:

Hoy es mi cumpleaños (⁠。⁠•̀⁠ᴗ⁠-⁠)⁠✧

Chapter 8: ★En La Habitación ★

Chapter Text

La vida después de un susto de embarazo siempre se ve con una perspectiva distinta. Algunos sienten que todo es más brillante y la buena suerte les sonríe; mientras que otros se decepcionan y bajan los ánimos.

Hinata jamás creyó que sería del segundo tipo, más que nada, porque hace una semana negaba a los cuatro vientos la posibilidad de que algo así fuera posible.

Nunca dejamos de conocernos, es lo que dicen.

Estaba tan triste que no tuvo ánimos de ir a la fiesta de disfraces ni a la despedida de soltera de Miwa, y tampoco ha llamado a nadie para pasar su celo. Es lunes por la noche y tiene la puerta de su habitación cerrada, hecho un ovillo en su cama mientras olfatea todas las prendas que componen su nido. Kageyama tenía razón, su celo llegó, y por esta ocasión quiere pasarla solo.

O casi solo.

—Si necesitas algo estaré aquí, ¿De acuerdo?— la voz de Kageyama se escucha del otro lado de la puerta, baja y suave.

Hace tres años que no pasa ningún celo en soledad, así que ha perdido un poco de práctica con eso de ser independiente. No quería involucrar a sus amigos en esto porque la mayoría tienen pareja, son omegas o están ocupados en otras cosas, y ya que Kageyama sabe controlarse cuando detecta sus feromonas, pensó que sería la mejor idea. Para nada tiene que ver con que su aroma lo calma más que ningún otro, no, no. Tampoco es como si descubrir que el perfume que usa es en realidad propio de él le trajo una gran satisfacción mayor a cualquier otra que ha sentido.

No, es sólo que se trata de su mejor amigo.

Ya está bastante conflictivo respecto a descubrir que sí quiere tener cachorros como para pensar ahora en otras cosas. Un paso a la vez, por favor.

Kageyama espera por una respuesta, y al no recibirla, suelta un suspiro y vuelva a la cocina, preparando toda la comida que a Hinata le gusta. Durante el celo su apetito aumenta, en los dos sentidos que pueden entenderse, así que pasa la mitad del día comiendo para recargar energías y la otra mitad gastandolas en sexo. Cuando tenía a alguien a su lado podía salir de la habitación sin inconvenientes para ir al trabajo ese mismo día, pero ahora todo es distinto, sólo aferrándose a las ropas que pierden olor con cada segundo que pasa.

El departamento permanece en silencio por un tiempo indeterminado, sólo se escucha los cortes de vegetales sobre la tabla de madera y el freír de la carne en el sartén. Kageyama debe enfocarse con todas sus fuerzas en esos sonidos, porque un segundo quieto es un segundo que puede escuchar perfectamente los gemidos que se escapan de cierta habitación. Hinata le ha contado tantas veces que aún no encuentra alguien que sea completamente perfecto para él y eso lo frustra, quizá su cuerpo está dejando salir todos esos sentimientos ahora.

Sabe que esto es peligroso, pero no pudo negarse, ¿Cómo rechazar una petición de Hinata, cuando hunde las cejas y frunce los labios en un pequeño puchero? Algo dentro de él se activa como mecanismo predeterminado y actúa sin pensar. Tal vez está dentro de su código genético atender todas las demandas de Hinata, y le gusta más de lo que quisiera admitir.

De cualquier manera, es peligroso salir de la cocina, en la que ha marcado una barrera de feromonas territorial para no verse demasiado afectado por el aroma que escapa de la habitación. 

Alguien toca el timbre, lo que le saca de sus pensamientos. Duda si abrir o fingir que no hay nadie, pero no puede negarse cuando alcanza a escuchar la voz de una mujer mayor, debe ser la vecina del piso de abajo. Entorna los ojos y se limpia las manos con un trapo.

Sí, esto es lo mismo cada que a Hinata le llega el celo. Cada cuatro meses la vecina de abajo sube a quejarse de que hace demasiado ruido, y que debería atender sus asuntos personales en otra parte. Ha intentado hablar con la administración del edificio para hacer regla que se prohíban las visitas durante esas fechas, lo que no ha conseguido dado que es la única vecina que se queja. Atsumu siempre bromea con que está celosa de escuchar que su vecino tiene una vida sexual más activa que la suya porque su esposo la dejó por una familia secreta que tenía desde hace años, lo que armó más drama en el edificio que las visitas ocasionales de Hinata.

Al abrir la puerta, como se esperaba, la señora está ahí, tan bajita como Yachi en la preparatoria, no entiende cómo un cuerpo tan pequeño puede albergar tanto odio. En cuanto lo ve, la molestia se convierte en dicha, luce feliz de verlo y libera feromonas nerviosas. Esa es la respuesta natural de todo aquel que lo conoce. Cierra la puerta detrás de él para evitar que las feromonas de Hinata lleguen al pasillo y trata de no mostrar lo incómodo que le resulta el nuevo aroma, algo tan dulce nunca será su tipo.

—Buenas noches, joven, ¿Está el señor Hinata?— así que él es un joven y Hinata un señor, ya tiene con qué molestarlo.

—En su habitación, no puede salir a atenderla.

—Oh, claro, justamente por eso he venido. ¿No le parece a usted que es demasiado ruidoso? En mis tiempos, nos metían un trozo de tela a la boca para quedarnos callados, así no molestabamos a nadie. Las generaciones de ahora no entienden lo que significa ser discreto.— la señora chista la lengua un par de veces, recuerda que no está sola y aclara su garganta, —¿Eres su novio de turno? Eres demasiado joven y guapo, me siento con la obligación de decirte que muchos han pasado a su habitación antes, así que no deberías salir con un tipo como él, ¿Qué pasa si trata de hacerte cargar con un cachorro que no es tuyo?

—Le doy mi apellido. Buena noche.

Da un paso atrás y le cierra la puerta en la cara, tan molesto que tensa la mandíbula. Odia que las personas critiquen la vida sexual de otros, más si se trata de Hinata. Él puede hacer y deshacer a placer con su cuerpo cuánto quiera, nadie tiene derecho a querer controlarlo, en ningún aspecto de su vida.

—¿Estás seguro de eso?

Una sombra entre la penumbra del salón consigue asustarlo. El aroma a mandarinas y girasoles es tan intenso que necesita taparse la boca y nariz. ¿Cuando salió de su habitación? No cabe duda que es un ninja.

—¿Tienes hambre? Te llevaré un poco de arroz a tu habitación.— se dirige a la cocina, donde tiene su fuerte preparado, pero Hinata lo toma de la muñeca antes de poder llegar. Su piel está demasiado caliente.

—¿De verdad te harías responsable de mi cachorro? Sé que fue una falsa alarma, y que ya lo dijiste el jueves por la noche, pero... ¿Por qué? ¿Por qué es mío? ¿Tanto me quieres?

Tratar con Hinata en celo es como tratar con un ebrio, le cuesta mantenerse parado sin tambalearse y tiene la vista nublada. Es tan, tan bonito.

Gracias, señores Hinata, por dar a luz a un hombre así de atractivo.

—Hinata, ser padrastro es más común de lo que crees, no es la gran cosa. Y, por supuesto, lo haría porque se trata de ti.— lo ve asentir con la cabeza y jugar con los dedos de la mano que ha tomado cautiva, causando que su corazón bombee sangre más rápido y pueda escucharlo golpear en sus orejas.

—¿Aunque no te quiero de la misma manera?

—Aunque no me quieras de la misma manera.

—¿Y si sí te quiero?

—¿Lo haces?

—Solo los idiotas responden a una pregunta con otra pregunta, Idiotayama.

—Idiota serás tú.— golpea su frente con la mano que cubre su boca, respirando profundo sin poder evitarlo. Comienza a sentirse mareado y caliente. Eso no es bueno, —Deberías volver a tu nido, te llevaré la cena cuando me lo pidas.

—¿Y si la cena eres tú?

Dioses, realmente le da las peores batallas a sus mejores guerreros.

—Te vas a arrepentir de decir eso mañana. Anda, ve a tu habitación.

—Sólo si me acompañas a la cama.

Sabe que no es él quien le sonríe de esa manera coqueta, ni quién comienza a acariciar su pecho con su mano libre, y mucho menos quien se lleva sus dedos a la boca; Hinata nunca lo haría en sus cinco sentidos, es su celo tomando el control. Pasa saliva por su seca garganta y, aunque realmente no quiere hacerlo, se libera de su agarre y lo toma de los hombros para empujarlo hacia su habitación, sin hacer caso a sus quejas ni reclamos, sólo piensa en algún mantra budista que Hinata le enseñó al meditar. Con gestos rígidos casi robóticos lo deja en la cama, se quita la camisa y se la arroja al rostro, es lo único que puede hacer por él que se siente apropiado. Huye al baño cuando lo ve olfatear la prenda con ímpetu, tomando unos segundos para recuperar la compostura al mojarse la cara. Todo ha sucedido demasiado rápido para su pobre corazón.

El reflejo en el espejo le muestra un Kageyama sonrojado hasta el cuello, con el pecho lleno de sudor que sube y baja con pesadez y, aunque no quiere admitirlo, hay una erección en sus pantalones.

¿Debería...? ¡No, ni hablar!

Forma en puño su mano y la lleva a su frente, al recordar la manera en que Hinata lo ha tocado, la aleja tanto como puede. Sus dedos aún se sienten húmedos y calientes, no cabe duda que esa boca suya es experta en lo que hace.

Mira su mano con detenimiento, sus pupilas tan dilatadas que el azul oceánico de sus ojos desaparece. Antes de darse cuenta, ha metido dos de sus dedos en su boca, lamiendo la saliva que los envuelve. La habitación de Hinata está del otro lado de la pared, puede escucharlo más claramente que en la cocina, ahogando sus gemidos contra las sábanas, ¿Estará usando su camisa para tocarse? Ese simple pensamiento lo hace enloquecer, sacando los dedos de su boca para llevar la mano a su erección, no podría importarle menos el lugar en que se encuentra. No cuando cada poro de su piel le ruega por hacerlo y, por primera vez, está de acuerdo con sus instintos. Apoya el pecho sobre la pared y ladea la cabeza, queriendo escuchar más de lo que pasa al otro lado mientras su mano continúa tocándose por dentro del pantalón, el ritmo acelerado y torpe, dejándose llevar por completo.

Nunca se había sentido interesado por compartir su sexualidad con alguien, ni siquiera cuando su primer rut se presentó. Es un sentimiento nuevo y desconocido, pero anhela con todas sus fuerzas poder abrir esa puerta que los separa y hacer caso a su petición anterior, lo desea tanto que su mano no tarda en empaparse de semen.

Cuando su mente se despeja y reacciona a lo que ha hecho, la vergüenza lo llena de pies a cabeza. Se siente como un pervertido.

Y, a pesar de eso, al fin logra sentirse satisfecho al tocarse.

Ésta será una noche muy larga.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Ninguno de los dos puede verse a la cara durante el desayuno.

Hinata recuerda lo que dijo y trató de hacer, Kageyama repite en su mente lo que sucedió en el baño cuál grabadora rota. Despertó varias veces durante la noche, siempre con sueños húmedos que no tenía desde la preparatoria, y en todos Hinata era el protagonista, en tantas posiciones diferentes que perdió la cuenta.

¿Lo disfrutó? Por supuesto que sí.

¿Estuvo bien? Por supuesto que no.

—Gracias por cuidarme ayer, y por el desayuno.— Hinata se atreve a romper el hielo, nunca han estado tanto tiempo callados, no quiere que sea la primera vez.

Su celo suele durar dos días, pero es sólo el primero en el que no puede salir de la habitación. Hoy llegará más tarde al entrenamiento, pero ya puede ir sin problemas, mientras no olvide sus inhibidores.

—Claro, no es nada. Ayer ya no cenaste, así que creo que sería importante que comieras...— antes de terminar su oración, observa con detenimiento a Hinata llevarse una pequeña porción de pulpo a la boca. Siempre se asegura de que todo le guste, pero ahora no puede dejar de pensar en los suaves y húmedos que son sus labios, la calidez de su lengua. Pasa saliva con dificultad por su garganta, bebiendo de su taza de café para aliviar su malestar repentino.

Por su parte, Hinata no puede dejar de mirar cada movimiento de sus manos, por mínimo que sea. La firmeza con que toma la taza, el largo de sus dedos, cómo se acentúan sus venas al hacer presión, lo grandes que son en comparación a los cubiertos, todo es tan malditamente atractivo que necesita bajar la mirada a su plato.

Hace una semana renegaba de muchas cosas, pero ahora se encuentra interesado en ellas. Primero en los cachorros, ahora en Kageyama, ¿Que sigue después? ¿Querrá ser colocador?

No, esperen, ¡A él no le gusta Kageyama! ¡Es su mejor amigo! ¡Jamás se metería con él! Sólo estaba caliente por el celo, y ahora su cabeza no deja de jugarle bromas para que aprenda la lección y se controle la próxima vez. Quedaron en seguir su relación como hasta ahora y no piensa cambiarlo por nada del mundo, están bien así. Además, Kageyama siempre ha repudiado el sexo, lo sabe bien, es el principal motivo por el que lo descartó desde un inicio, ¿Con qué cara le diría que lleven su amistad a otro nivel? Más ahora que sabe de sus sentimientos, parecería que se está aprovechando de él para su beneficio personal.

Kageyama, que se quitaría la ropa en el momento en que Hinata se lo pidiera, comienza a sentir que le pican las orejas. Alguien debe estar hablando de él.

Una llamada a su teléfono salva la situación, ambos suspiran con alivio mientras contesta.

—¿Qué pasa, Hoshi?— no sabe por qué, pero Hinata se siente tenso al escuchar su nombre. —Te dije que estaban en el segundo cajón del armario junto a la puerta del baño... El café, sí... Bien, me debes doscientos yenes por la ayuda, adiós.— cuelga y deja el teléfono sobre la mesa de nuevo. Le ayudó a calmarse, quizá él debería pagarle.

—¿Era Hoshiumi?

—No encontraba unos documentos que debe llevar a la oficina para su registro, de alguna manera tengo más idea de dónde están sus cosas que él, así que siempre me llama.

—En eso nos parecemos.

—No pierdes la cabeza porque la tienes unida al cuerpo, aunque hubo una época en que eras más desorganizado, ahora hay orden dentro del caos.— Kageyama recuerda bien los viajes escolares de segundo y tercer año de preparatoria, las pijamadas y los primeros meses en Brasil. Su personalidad alborotada ha cambiado con el tiempo.

Extraña un poco de dependiera por completo de él, pero también le gusta el Hinata responsable de la actualidad.

—Yo también sé dónde están tus cosas en tu casa.— infla el pecho con orgullo, principalmente porque Kageyama vive en una casa de dos pisos, y eso significa que hay más lugares y cosas que recordar.

—¿En serio? ¿Dónde guardo las mantas de invitados?— Kageyama cruza los brazos y sonríe, analizando su expresión confiada.

—En el anexo junto al baño.

—¿Y mis medallas?

—En tu oficina.

—¿Qué hay de la libreta con los contactos de mis conocidos y familia?

—Segundo cajón de tu mesa de noche.

—¿Y qué hay en el tercer cajón?

—Todas las cosas que me has confiscado porque crees que soy peligroso con ellas en mano, y las tijeras con que Miwa te cortó el cabello en preparatoria. Dijiste que estaban malditas.— suelta una risa que termina de aliviar el ambiente. Sólo necesitaban hablar como siempre para que todo estuviera bien, —¿Y qué hay de mi, eh? ¿Sabes dónde está cada cosa de mi modesto departamento?

—No sé dónde guardas los jabones de baño.— si lo supiera, nunca habría encontrado la caja vacía de la prueba.

—Entonces gano yo.

—Lo que usted diga, señor.

Hinata se atraganta con los champiñones, —¿¡Cómo me has dicho!?

—«Señor Hinata», así es como te ha llamado tu vecina de abajo. Yo, en cambio, soy un joven.— sonríe victorioso, terminado el último bocado en su plato.

—¿Vino de nuevo? ¿En serio?— Hinata cierra los ojos y frunce las cejas, no debe hablar mal de las personas mayores, así que cuenta hasta diez, —Hemos sido vecinos por tres años, y sigue subiendo a quejarse. Te juro que eres el primero que no se ofende cuando le toca recibirla. Todos siempre dicen que debería mudarme o insonorizar la habitación, ¿Acaso no saben lo caro que es cualquiera de esas dos cosas?

—Podrías mudarte conmigo, aún tengo una habitación libre.

“Sería incómodo meter a alguien si estás ahí”, es lo que Hinata diría hace una semana.

—Sí, tal vez debería hacerlo. Hasta podría pedirte que me lleves al gimnasio, cocines para mí y me prepares el baño todos los días, ¿No suena eso como un sueño hecho realidad?

—¿Hablas enserio?— Kageyama no se lo cree, pellizcando sus dedos para saber si es un sueño. Esperaba ser rechazado.

—Claro, ¿Tú no?

—Lo hago.

Hinata nota una pequeña cantidad de felicidad en las feromonas que lo rodean, y no puede evitar sentirse feliz también. Le hace creer que quizá todo lo que vivió ésta semana no fue tan malo, no ahora que sabe que hay alguien que lo quiere de una manera tan dulce e intensa como ningún otro.

¿Por qué nunca se dio cuenta de los sentimientos de Kageyama, cuando son tan obvios y directos? La respuesta es obvia, es idiota.

Su vista vuelve a bajar hacia sus manos, grandes, atractivas, y masculinas. Debe ser porque estaba cocinando, pero tenía un sabor a condimentos que le abrió el apetito. Jamás va a decirle que pasó la noche imaginando todo lo que esos dedos largos y bien cuidados podrían hacerle. Suficiente tiene con saber que la idea aún le agrada.

—Puedes mudarte en cuanto gustes, las puertas de mi casa estarán siempre abiertas para ti.

—¿Me ayudas a mudarme hoy después del entrenamiento, en ese caso?

—¿Hoy?— no esperaba tal prontitud, tan confundido que todo en él lo expresa, —¿Le debes dinero a alguien del edificio? Dime la verdad, lo pagaré si es necesario.

—¿Acaso eres millonario?

—Recibo un buen crédito de mis patrocinadores.

—A ellos no les importa que tan mal actúes, mientras tu cara esté en el comercial, harán lo que sea. Eres un chico codiciado, Kageyama Tobio.

—No tengo ojos para nadie más que para ti.

Ambos se miran con sorpresa, sin creer que lo haya dicho en voz alta. Sus rostros se ponen rojos y desvían la mirada a otra parte.

—Lo... Lo siento.

—Esta bien...— pudo haber dejado su respuesta hasta ahí, en lugar de eso, añade: —Qué una persona tan increíble como tú me diga esas palabras es todo un halago.

—¿“Un halago”?

—Aah, ya sabes... Eres tan... Bueno, tú. Eres tan tú qué cualquiera sería honrado de que lo tuvieras en la mira, dirían: “Qué afortunado soy de gustarle a un hombre así, me trata como un príncipe a su princesa.”

“Por favor, que alguien me calle. Un meteorito, una invasión zombie, mi vecina, o un huracán, ¡Lo que sea!”

—¿Estás diciendo que te gusta que me gustes?

Hinata se muerde la lengua para no decir más y juega con sus dedos, pero una vez más recuerda la noche anterior, manoteando por todas partes. Tiene la vista en el techo, no puede notar cuando Kageyama se alza sobre la mesa y toma su mentón para atraer su mirada.

—Hinata, ¿Tengo una oportunidad contigo?

Su corazón está acelerado y libera feromonas como loco, puede ver la expresión de Kageyama verse afectada por ello, y ese aroma tan territorial vuelve a la mesa. Sus rostros se acercan a una distancia peligrosa, pueden sentir la respiración del otro y su vista se clava en los labios ajenos. Todas las acciones de ayer por la noche pasan una vez más por sus cabezas, como una película. Hinata cierra los ojos, y se prepara para ser besado, pero sólo recibe un beso en la frente.

—Dame tu respuesta cuando no estés en celo, por ahora descansa.

Kageyama toma sus cosas y sale del departamento a paso tranquilo, dejando a Hinata con la mirada perdida.

Estuvieron a punto de besarse.

Y él quería.

Mucho.

Demasiado.

Cubre su rostro con ambas manos y suelta un suspiro, tratando de ignorar su erección. Jamás se había puesto así por un simple beso, menos por uno en la frente, ¿Qué es lo que tiene Kageyama que una simple acción lo pone en éste estado?

Estos últimos días han sido una locura.

Chapter 9: ★ Devoto A Mi Amado. ★

Chapter Text

¿¡En qué se supone que estaba pensando!?

Kageyama ha comenzado a correr en cuanto puso un pie fuera del departamento, tratando de controlar sus feromonas que escapan libres y se aferran a la puerta, sin querer irse. Cubre con ambas manos su boca, intentando que sus colmillos no salgan y traten de dejar una marca, sólo consigue morderse la lengua para calmar sus intenciones. Sus instintos nunca habían sido tan tercos, y eso le molesta muchísimo, ¡Parece un niño pequeño que quiere chocolate! ¿¡Todo esto por un beso en la frente!? ¿¡Enserio!? Bueno, también tenía que ver el delicioso y siempre magnífico aroma de Hinata, más seductor de lo usual debido a su estado en celo. Dios, casi lo besa en los labios, realmente quería hacerlo, no sabe de dónde consiguió la fuerza de voluntad para alejarse. ¡Hinata cerró los ojos, dejándose besar! ¿¡Por qué hizo algo tan estúpido como alejarse!? Ah, sí, porque nunca se aprovecharía de alguien en ese estado, sin importar cuánto lo desee.

Llega al ascensor como puede, recuperando en aliento, limpia la sangre que brota de su boca y calma su cuerpo mientras baja los cuatro pisos hasta la planta baja. Al abrirse las puertas, acomoda el borde de su camisa y vuelve a caminar tranquilo, como si nada hubiera pasado. Llega hasta su auto aparcado en el segundo cajón que le dan a Hinata y conduce con un destino en mente, ahora que Miwa ha vuelto a Miyagi sólo le queda una persona que puede ayudarle.

No quería recibirlo porque aún olía demasiado a las feromonas de Hinata, pero su expresión demostraba lo mucho que necesitaba hablar con alguien de la situación, y a una persona nunca se le niega el pan ni el chisme. Espera a que le cuente a grandes rasgos lo que pasó y finge sorpresa.

—¿Casi se besan? Wow, felicidades.

Agh, necesita otro amigo, olvidaba que el que tiene está defectuoso.

—¿Para qué vine contigo? Me largo.

—Vamos, Tobio, no te enojes. Realmente deberías celebrarlo, te gusta Hinata desde hace seis años, ¿Por qué sería malo que casi se besen? Sí, sí, está en celo, y sí, está sensible por un motivo que desconozco, pero... Uh, bueno, creo que ya te entendí.— Hoshiumi reformula sus palabras, tratando de encontrar algo positivo. Jamás creyó que tendría una oportunidad con Hinata, y ahora parece tenerla, debe aferrarse como si su vida dependiera de ello, —Le dijiste que te respondiera cuando el celo se vaya, todo lo que tienes que hacer es esperar a mañana, ¿No? Ya lo tienes, has esperado años, un día más no te matará.

Hoshiumi quería hacer fiesta el sábado por la noche cuando se enteró que Kageyama se había confesado, pero cuando le dijo que fue lanzado directo a la friendzone, entendió por qué ninguno de los dos se presentó a la fiesta de disfraces. Hinata ha estado triste desde ese día, lo que le hace pensar que le afectó demasiado saber que su mejor amigo está enamorado de él. Sin embargo, ésta nueva información es buena, ¿Quién se dejaría besar e invitaría a su nido a alguien con quién no quiere nada?

Esta seguro que Hinata también siente algo, por mínimo que sea, y si debe hacer de Celestina para que sus amigos comiencen a salir, así será. Lo único que quiere a cambio es ser padrino de boda y que su primer hijo lleve su nombre en su honor.

—Nunca odiaría tanto a mi cachorro como para ponerle tu nombre, deja de hacerte ilusiones.— Kageyama corta su pensamiento de tajo. A veces olvida que su olfato es tan agudo y preciso que pareciera leer pensamientos.

—Hinata y tú se han acercado, era la mayor ilusión del mundo, ahora todo es posible.— Hoshiumi toma un puñado de papas fritas y las lleva a su boca, sin importarle que son las de Kageyama, quién lo mira mal y las aleja de él.

Ha llegado justo cuando Hoshiumi almorzaba, lo que se traduce en: pidió comida a domicilio porque no sabe ni freír un huevo y el agua se le quema, y como todo buen amigo le dio la mitad de su segunda hamburguesa y una de las dos bolsas de papas. No es como si realmente las quisiera, ya desayunó, pero no le gusta que le quiten sus cosas.

—Deja de mirarme así, lobo domesticado, me vas a hacer un hoyo en la frente. Cargas muy malas vibras y no me quiero contagiar.

—No dejas de decir tonterías desde que llegué, ya me lo esperaba porque es lo normal, pero quisiera que te lo tomarás con más seriedad.

—Yo creo que eres tú quien le da demasiadas vueltas, ni que fuera trompo, ¿Por qué sólo eres directo y estoico en el voleibol? Te vuelves un idiota compulsivo y sobrepensador en todo lo demás.

—Porque estamos hablando de Hinata, el chico que me gusta desde que lo conozco. Ha salido con más personas, hemos pasado años sin vernos, ambos hemos cambiado aspectos de nuestra personalidad, y aún así sigo enamorado, ¿Qué esperas que haga? ¿Lanzarme sobre él y rogarle para que me ame?— se queda en silencio un momento, luego frunce los labios y baja la mirada, —¿... Podría...?

—¡Ey, no! ¡No digo eso!— Hoshiumi usa la mano que no carga la hamburguesa para sacudirla frente a su rostro, espantando los pensamientos rogones de su amigo, —Quiérete un poco más, hombre, ¿Qué dirían tus antepasados al ver que el único enigma de Japón está loco de remate por su amor adolescente?

—Que soy devoto a mi amado, quizá demasiado.

—Demasiado mucho.

—Lo que sea. No puedo sacarme a Hinata de la cabeza y ni siquiera quiero intentarlo, así son las cosas. Estaba tan emocionado con sólo besarlo que mi corazón no resistirá cuando vivamos juntos.— se congela en su lugar, recordando ese tema tan importante.

¡Es verdad! ¡Le dijo que podían mudarse juntos! ¿¡Ahora qué va a hacer!?

—Ay, Tobio, Tobio, sellando tu propia tumba.— niega con la cabeza y deja a un lado su almuerzo, —¿No has considerado coquetearle? Lo amas tanto y tan bonito, pero todo lo que haces es pararte a un lado y esperar como el idiota que eres a que se acerque por su cuenta, pero Hinata está en guerra contigo por el puesto del idiota del año, así que nunca iba a darse cuenta de tus sentimientos si no se lo decías. Que por cierto, no me has dicho cómo sucedió.

Kageyama desvía la mirada, ese tema no le corresponde mencionarlo a él. Hoshiumi lo deja pasar.

—Has algo que le demuestre que realmente tienes interés en él, dale un obsequio romántico, ofrécele un piropo cortés y educado, invítalo a bailar, toma su mano a la luz de las velas, camina hacia él con el atardecer a tu espalda, lo que quieras, pero hazlo. Dije eso porque es lo que hacen en Orgullo y Prejuicio, pero ustedes no se odian, así que ya van de gane.

—Pero le dije que estaba bien siendo su amigo.

—¿Realmente puedes seguir diciendo eso cuando te pusiste caliente por un beso?

Kageyama mira al techo, al suelo, a las papas fritas que se enfrían, la ventana abierta a su costado y al marco de la puerta. Ninguna de esas cosas le ayuda a negar lo innegable.

—Lo que pasó entre ustedes la semana pasada es la base para una futura relación, te abre un camino hacia una posibilidad que creíste que no existía, ¿Vas a dejar que tus miedos te detengan?

—Sí.

—¡Debes decir que no, hombre!— le arroja su teléfono al rostro y Kageyama no consigue atraparlo, ahora le duele la nariz. 

—¡Gaviota bizca idiota!

—¡Dilo!— le arroja la envoltura de su hamburguesa y Kageyama decide hacerle caso, la siguiente cosa más cercana es la silla a su lado.

—¡No!

—¡No qué!

—¡Mis miedos no me detendrán!

—Perfecto, ahora devuélveme mi teléfono y vamos al gimnasio, ¡Hoy no regresas a casa hasta que le hayas pedido una cita!

Toma el teléfono que cayó al suelo y se lo da, —Yo no vivo aquí.

—Cierto, dame las llaves de tu casa.— tiende la mano y alza de nuevo su teléfono como amenaza, Kageyama acepta a regañadientes, —Ahora sí, no entras a casa hasta que le hayas pedido una cita.

—Le dije a Hinata que esperaría a que no esté en celo, ¿Dónde voy a dormir hasta mañana?

—El sillón está libre por hoy, tienes suerte. Pero olvídate de tus llaves que luego me será difícil manipularte para que me las des de nuevo.

—Mi vida sería mucho mejor si no te conociera.

—Yo también te quiero, cariño.

—¡No empieces!

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Kageyama está frente al gimnasio de los Black Jackals, con la espalda recargada en su auto, mirando sus zapatos encerados y pasando un mechón de su cabello detrás de sus orejas cada cinco segundos. Es obvio mencionar que se siente nervioso.

Incluso Romero y Ushijima se emocionaron cuando Hoshiumi dijo que hoy invitaría a Hinata a salir (añadió un «al fin» a su oración, y recibió un golpe en la cabeza), y después del entrenamiento lo llevaron a casa de Romero para conseguir las ropas adecuadas. Más que ayudarlo, le pusieron un montón de conjuntos ridículos y se burlaron de él, se sintió como a los cinco años cuando su madre le ponía trajes para las fotografías que ahora decoran su salón. A ellos no les importa el sentimiento de inferioridad que se forma en su pecho cuando están cerca, más enfocados en molestar al más pequeño del equipo. Por eso le agradan tanto.

Al final lo vistieron con un pantalón recto azul ultramar, una camisa de cuello de tortuga negra bajo un abrigo del mismo color que el pantalón y zapatos de vestir; también lo han peinado con el cabello hacia atrás y una fina capa de gel para mantenerlo en su sitio. Se siente demasiado elegante para sólo pedirle una cita, algo le dice que en cualquier momento saldrán de debajo de las rocas con música y un ramo de rosas rojas para que le pida matrimonio. De Hoshiumi se espera todo, y Ushijima acepta sin quejarse; el único que podría compadecerse de su situación es Romero, pero está tan feliz por su valentía que cualquier idea le parece bien.

Mira la hora en su teléfono y se tensa al ver qué Hinata ya debe estar por salir. A excepción de la semana pasada, los miércoles se queda más tiempo porque es cuando Akaashi lleva el almuerzo para Bokuto, y siempre lo terminan invitando a unirse mientras cuentan la historia de cómo comenzaron a salir. Es la anécdota preferida de Bokuto en todo el mundo. Kageyama sólo la ha escuchado una vez, y quisiera tener la valentía de Akaashi para confesar su amor incluso si sus sentimientos de inferioridad le decía que era una mala idea.

—¡Ay, chicos, ustedes siempre me hacen llorar! ¿Es que acaso el amor verdadero no es para mí?— Atsumu también se ha quedado ésta vez.

Cada vez que eso pasa, él y Hinata salen a alguna parte, parece que hoy también será así. Su ánimo decae un poco y considera la idea de irse antes de ser visto.

—TsumTsum, ¿De qué hablas? Tú huyes de las relaciones serias.— Hinata burla, con las manos en sus bolsas del pantalón, no ha traído guantes. Su expresión relajada cambia por completo y gira en dirección a dónde Kageyama se encuentra, sin darle espacio a huir. —¡Nos vemos mañana, chicos! ¡Gracias por la comida!

Sus pies lo dirigen a su encuentro, cada vez más sonriente hasta tenerlo de frente. Huele a gajos de mandarinas, dulces y frescas, es embriagante. Hinata sólo lleva cinco días de saber que no es un beta, y ya sabe cómo provocar que libere feromonas, parece disfrutarlo.

—¿Qué haces aquí, tan elegante como un príncipe?

Kageyama muerde sus labios y cuenta hasta diez, recordando sus llaves cautivas. Puede notar que su nariz está enrojecida y saca vapor caliente al hablar. Una temperatura de quince grados no significa nada para alguien con su constitución, pero sabe que los omegas son más delicados en comparación, no por nada Hinata se resfrió en el torneo de primavera en primer año.

Le quita a Hinata la maleta donde guarda sus pertenencias y la deja en el suelo, causando que enarque una ceja. No duda en quitarse el abrigo y rodea los hombros de Hinata con él, cubriendo especialmente su cuello. Luego toma sus manos y las envuelve con las suyas, queriendo transmitirle calor al frotarlas.

A sólo diez pies de distancia, Atsumu, Bokuto y Akaashi no pueden creer lo que ven. Kageyama nunca había hecho algo como eso, si quiere darle su chaqueta sólo se la arroja a la cara o la ofrece a una distancia prudente. Bokuto comienza a llorar del orgullo, mientras Akaashi le da palmaditas en la espalda.

—Vine por ti, a menos que quieras llevar tus cosas a mi casa a pie.— bien, esa no ha sido su idea inicial, pero es vergonzoso pedirle una cita con tres espectadores presentes.

—¿Se mudan juntos?— Atsumu es el primero en acercarse, sonriente como un zorro. Apoya el brazo sobre el hombro de Hinata y su cabeza sobre éste, libera un discreto pero preciso olor a pimienta y canela que resulta irritante en la garganta.

¿Qué se puede decir de la relación de ellos dos? Kageyama está por encima de toda jerarquía, su respuesta natural es marcar territorio e imponerse sobre el resto, mientras Atsumu es un alfa que detesta las normas sociales y gusta de llevarle la contraria a lo que debería hacer. Cada vez que se ven no puede evitar retarlo, incluso si eso significa que su rut se adelante o tenga dificultad para respirar. Kageyama nunca devuelve sus provocaciones, es como si un adulto se pusiera a pelear con un niño, pero eso no quita que se sienta ofendido.

Como es de esperar, Hinata nunca había presenciado una riña entre ambos, frunce las cejas cuando el aroma de Atsumu se hace más potente y retador. Muchas veces las personas olvidan que los sigmas son agresivos y volubles por naturaleza, respondiendo a los aromas que tratan de imponerse. Atsumu está tan enfocado en buscar pelea con Kageyama que ha olvidado que no es Sakusa o el entrenador quienes más discuten con él.

—Sí, ya enloquecí a mi vecina.— Hinata contesta y Atsumu gira para verlo, sus rostros tan cerca que sienten la respiración del otro.

—Esa pobre mujer, claro. Te dije que podías venir conmigo si querías.

—Y yo te dije que eso jamás pasaría.

—¿Con Kageyama sí pero conmigo no?

—Lo entendiste perfecto.— empuja su brazo lejos y se pone las mangas del abrigo.

Akaashi contiene la risa como puede, mientras Bokuto suelta una larga carcajada. Ambos están acostumbrados a las riñas de Atsumu con todo el mundo, pero siempre es divertido cuando es rechazado de un sólo golpe. Su risa hace que deje de intentar molestarlos, aplacando sus feromonas y alzando las manos en son de paz. Por hoy, aceptará su derrota.

—Tengan un buen viaje a casa.— Akaashi toma al par del brazo y ofrece una reverencia antes de dar la media vuelta para retirarse.

Una vez solos, Hinata suelta un suspiro y masajea su pecho con pesadez. Han existido casos de sigmas que pelean con alfas y terminan muriendo, él sólo llega a palabras, y aún así es doloroso.

—¿Estás bien?— Kageyama inclina la cabeza para verlo mejor, preocupado por su aroma. Ya lo ha visto ser agresivo en diversas situaciones anteriores, no es nada nuevo, pero no puede evitar sentirse culpable de involucrarlo en una riña infantil.

—Lo estoy, ya me acostumbré. Mejor deberías decirme qué fue eso.— hace contacto visual y luego su vista baja a sus labios, sintiéndose nervioso de nuevo. Aparta la vista una vez más, —Olvídalo, seguro sólo es ese tonto buscando pelea con quien se le atraviese. Ya le hemos dicho que un día van a golpearlo, quizá deberías ser tú.

—Jamás me pelearía con un niño, no soy tan idiota.— Kageyama acomoda el cuello del abrigo una vez más, aprovechando para sacudir su hombro del aroma a pimienta y canela que trata de aferrarse a su lugar, —¿Aún tienes frío?

Hinata sube la vista una vez más, mirando el atractivo rostro de su mejor amigo. Nunca había notado lo bonita y perfilada que es su nariz, ni lo afiladas que son sus cejas, como si un artista de la antigüedad lo hubiera detallado con el más fino pincel; del mismo modo sus labios son delgados y rosados, acentuando su piel pálida. Y qué decir de sus ojos, esos que se convierten en el océano mismo, con grandes olas que lo hunden todo y luego vuelven a la calma que resulta inquietante; tiene las esquinas de sus párpados levantadas y rojizas, dándole un aire seductor irresistible.

Entiende muy bien por qué Kuroo está tan obsesionado con que sea la cara de todos los anuncios publicitarios y participe en revistas. Jamás pensó que esa belleza también lo alcanzaría, siendo imposible el querer alejarse.

—Lo tengo, ¿Me compartes calor?

Tuvo un día entero para pensar sobre lo que ha sucedido en toda la semana. Desde la falsa alarma hasta la confesión de su mejor amigo y si alguna vez podría mirarlo de otra manera. Ya no le resulta difícil creer que todo puede cambiar tan rápido en ocho días.

No está seguro de que Kageyama le guste ahora mismo, pero sabe con certeza que puede haber un espacio para él en su corazón y eso es más que suficiente para comenzar. Por primera vez está decidido a ir lento con alguien, conocerse en lo romántico antes de iniciar algo sexual; de hecho, ni siquiera lo ve como su prioridad. Esta dispuesto a darle una oportunidad a Kageyama porque se trata de él, no porque quiera llevarlo a la cama.

—Se me ocurre una manera en la que puedo ayudarte con eso.

¡Alto! ¡Estaba pensando en algo muy romántico aquí!

—¿Qué dices?— le pican las orejas, están rojas y no por el frío. Kageyama las acaricia y sonríe cuando se da cuenta que están más calientes que sus propias manos.

—Podemos comprar café antes de ir por tus cosas, prenderé la calefacción mientras vamos en el auto, ¿Eso está bien?

—¡Ah! ¡Sí, sí! ¡Es perfecto! Anda, vamos o se hará tarde.— Hinata camina hacia el lado del copiloto, tan rígido que hace competencia con un robot. Kageyama suelta una risa nasal.

—Hueles a vergüenza, ¿A qué pensaste que me refería?

—A nada, no pensaba en nada.

—Mentiroso.

Kageyama tiene aparcado en el porche de su casa un Nissan Fairlady Z en el tan aclamado color Midnight Purple, que le fue patrocinado por la marca cuando lo tomaron de modelo a inicios del año. Estaba tan molesto porque no le caben las compras en la cajuela que decidió comprar un Suzuki más pequeño que pudiera serle útil en el diario vivir, y sólo lo usa cuando su hermana lo visita porque ella le insite o cuando debe ir a las agencias que lo rentan para hacer de modelo.

Al ser un caso especial, hoy también lo conduce para recorrer las calles nocturnas de Tokio.

—Mira ésto, el auto más bonito que he visto en toda mi vida sí funciona. Pensé que sólo era una escultura.— burla sin dejar de mirar el interior, cautivado por cada esquina y botón.

—Es sólo para situaciones especiales.

—¿Llevar mis cosas a tu casa lo es? Pensé que el pequeño y adorable Suzuki era más apropiado.

—...No vamos a tu casa, te llevaré a una cita.

Lo dijo, ya está. No puede arrepentirse ni fingir que le ha dado un paro cardíaco. Aprieta el volante entre sus manos y centra su atención en el camino.

El aroma a su costado se hace más cítrico, le abre el apetito, —¿Una cita? ¿Tengo algo así en mi agenda? No lo recuerdo.

Sabe que lo está molestando, no se lo ha pedido de manera oficial ni ha esperado a la respuesta que pidió, Hinata está fingiendo demencia hasta que corrija su error. Sonríe y le da una pequeña mirada.

—Tienes un pretendiente desde hace un tiempo, no es por nada, pero creo que es un buen sujeto, le gusta el voleibol tanto como a ti y sabe cómo dar masajes estupendos, también es muy codiciado y huele delicioso. Ayer te pidió que pensaras si tiene una oportunidad, y qué mejor manera de saberlo que llevándolo a la práctica, ¿No es así?

—Siempre tan estratégico, Kageyama Tobio, un deportista nunca dirá que no puede hacerlo sin antes intentarlo. Acepto tu cita.

Después de todo, ya había planeado decirle «sí».

Chapter 10: ★ Sólo Somos Tú Y Yo. ★

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Kageyama lleva conduciendo por una hora entera, sin querer decirle a dónde se dirigen. No le molesta que lo vean montado en un auto del año, pero sí comienza a dolerle el trasero. Ya le ha contado su día, sobre cómo se tomó su familia la noticia de saber que fue una falsa alarma, cantó tres veces su canción favorita y sigue sin poder sacarle información al respecto. Con tanto misterio comenzará a creer que va a matarlo y esconder su cuerpo en el río, quizá debería mandarle un mensaje a su mamá diciendo lo mucho que la quiere y que fue él y no Natsu quien rompió sus arracadas favoritas, aunque seguro que ya debe saberlo.

—¿Tú personaje tiene cuchillos y rios?

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—¿Tú personaje está en un lugar apartado de la sociedad, junto a una pala y un hueco en la tierra?— Kageyama entiende a lo que se refiere y entorna los ojos.

—No voy a matarte, idiota.— no sabe si debería decirle idiota o no dado que están en camino a su primera cita y no puede evitar sentirse a prueba. Está acostumbrado a hacerlo, así que le sale natural, pero si Hinata le dice que ya no lo haga, así será.

Contrario a lo que piensa, Hinata deja de sentirse nervioso y contesta con un reproche, —Entonces dime a dónde me llevas, idiota.

—A nuestra cita, idiota.

—Eso ya lo sé, idiota, lo que quiero saber es su ubicación o el nombre del lugar.

—¿No te gustan las sorpresas, idiota?

—Sí, pero también el chisme... Idiota.

Ambos sonríen al sentirse tontos y permanecen en silencio por un momento. Hinata consigue calmarse por completo y mira por la ventana para tratar de identificar el lugar, pero sólo ve montañas y faroles que tratan de darles luz entre tanta oscuridad. Las nubes han bloqueado a la luna, lo que añade dramatismo a todo esto.

—Quiero que me cremes y pongas mis cenizas dentro de un balón de voleibol, por favor. Ya que no puedo saber dónde o cómo voy a morir, al menos quiero decidir qué será de mi atractivo y seductor cuerpo.

—¿Sabes algo? Suena tentador acelerar para chocar contra ese roble. Puedo escuchar una voz en mi cabeza que me lo pide.

—No le hagas caso, es un mentiroso. La esquizofrenia nunca es tu amiga.— sus manos se aferran al cinturón de seguridad, hundiendo los hombros. Su reacción hace reír a Kageyama, quién para calmarlo libera feromonas seguras y estables, como brindarle una bolsa de papel a alguien con náuseas. Hinata acepta e inhala hondo. —Serás mi muerte.

—¿En qué sentido debo tomar eso? ¿Dramático o romántico?

—Sólo alguien chiflado como tú podría encontrar romántico ser la causa de muerte de alguien.

—Lo dice a quién le gustan las historias con canibalismo como metáfora del amor, y enemies to lovers donde son más enemigos que amantes.

—Le da sazón a la vida, pero lo estás listo para esta conversación.— vuelve la vista a la ventana, y entonces reconoce el lugar.

Cuando atravesó medio país para llegar al aeropuerto internacional de Nagano, recuerda muy bien pasar por un prado de flores que se mecían por el viento. No tenía idea de si le pertenecían a alguien o no, pero aún así convenció a Kageyama de detener el auto que les prestó su papá para dar una vuelta. Esa vez se quitó los zapatos y caminó entre las margaritas y las amapolas, sin perder la oportunidad de acercarlas a su nariz para llenarse con su aroma. Siempre ha preferido los aromas naturales que la madre naturaleza puede ofrecer a aquellos con que las personas nacen, siente que se ven influenciados por el estado de ánimo de su portador, y eso les quita personalidad propia. Aún puede verse a sí mismo bailando y corriendo por todas partes durante esa tarde, Kageyama apoyado en el auto y cuidando que no viniera nadie, preocupado de que pudieran meterse en problemas.

—¿Podemos detenernos aquí un momento?

Parece que Kageyama ya se esperaba esa pregunta, aparcando en auto en un instante. El viento frío de octubre no es suficiente para marchitar la gran mayoría de flores en el campo, aunque es triste saber que las amapolas no pudieron soportar; en su lugar, un grupo enorme de girasoles crecen donde solían estar. Estuvo aquí hace tres años en primavera, y no siente que haya cambiado en esencia.

Se hinca para quitarse los zapatos y los deja a un costado, tocando con el pie descalzo la tierra, el pasto y el lodo que lo envuelve. Tal vez se trate de que su aroma está directamente relacionado a las plantas, pero siente una gran afinidad por ellas, le es imposible no apreciarlas cuando cruza camino con ellas. Si por él fuera, continuaría viviendo en Miyagi, donde las colinas llenas de árboles frondosos y los campos de arroz son la vista que lo recibía cada mañana, pero su trabajo está situado en la prefectura más poblada del país y con menos naturaleza. Nada puede ser perfecto.

Por un momento gira el rostro en dirección a Kageyama, y se sorprende al verlo quitarse los zapatos y caminar hacia él; el borde de su pantalón se llena de tierra, pero continúa caminando hasta estar lo suficientemente cerca y extender su mano para que la tome. Hinata acepta sin quejarse.

La única persona en todo el mundo que podría hacer esto en lugar de regañarlo y decirle que enfermará es él, siempre ha sido él. 

Su caminata sigue hasta el final del prado, donde una cabaña aparece frente a ellos. Está hecha de madera oscura, del techo caen enredaderas de rosales y tiene un pórtico pequeño y bonito; a su derecha hay un árbol que deja caer sus hojas debido a la estación del año, pero por la forma del tronco asume que es de mandarinas. Luce como una casa para rentar el fin de semana, pero tiene un toque tan hogareño que le hace saber que no es así.

—Qué bonita es, como en los cuentos de hadas.

—¿Te gusta?

—Claro que sí, pero eso sólo significa que irrumpimos en propiedad privada.

—Está bien si te pertenece.— Kageyama se encoje de hombros, queriendo lucir indiferente. Si no fuera porque ahora detecta sus feromonas nerviosas, le habría creído.

—¿Es tuya?

Kageyama no contesta directamente, en su lugar, comienza a contarle una anécdota.

—Hace tres años estaba realmente preocupado de que fuera de alguien y estuviéramos haciendo algo ilegal, investigué un poco después de que te fuiste, y descubrí que le pertenecía a un granjero que vive cerca, pero la estaba vendiendo porque ya era viejo y nunca tuvo hijos. El plan inicial era pedirle disculpas por irrumpir sin permiso y ofrecerle un regalo, pero en cuanto me vio y mencioné el prado, me dijo que me daría la propiedad completa si lo mencionaba en mi próxima entrevista.

—Ya sabía yo que no conocías a nadie llamado Raimundo Benedicto III. Esos son los beneficios de ser un enigma, qué envidia.

—El caso es que me la donó, me enseñó cómo cuidar de las plantas y a no llorar por las que mueren. Falleció hace un año, y lo único que me pidió fue que pusiera sus cenizas en el abono de los girasoles. Fue un hombre que siempre vivió solo, me contó toda su vida mientras sembramos, y al final de cada anécdota me pedía que encontrará el amor aunque no fuera romántico, y que jamás me quedara solo. Hoy decido cumplir con su última voluntad: Pensé que sería ideal para nuestra primera cita porque todo en ella me recuerda a ti, y supe desde el primer instante que amaste éste lugar.— deja sus zapatos en el suelo para poder tomarlo del mentón, buscando su mirada. Quiere ser el centro de su atención, —Respondiendo a tu pregunta, sí, es mía, y ya que todo lo mío es tuyo, te pertenece también.

Hinata no puede dejar de mirarlo, tan absorto en sus palabras que nada a su alrededor importa. Siempre le da la mitad de su bollo de curry si se queda con hambre, le cambia el asiento si el sol da de su lado, le ofrece la chaqueta en días de frío, masajea sus pies cuando está cansado, y cruza cielo, mar y tierra si le dice que lo extraña; hace todo eso y más, pero jamás lo había dicho. Independiente de sus sentimientos románticos, Kageyama es tan atento con él que todo este tiempo tomó sus acciones como algo cotidiano y habitual, jamás pensó que esto acabaría, y el ser consciente de su presencia real e inquebrantable acaricia su corazón como el aleteo de una mariposa.

Hay algo ahí. Lo siente. No sabe desde cuándo, quizá desde siempre, quizá ahora mismo. Pero hay algo ahí. Lleva la mano libre a su pecho para confirmar que los latidos que golpean con fuerza provienen de su caja torácica. El alivio lo recorre al saber que es así.

Es un sentimiento nuevo, no puede distinguir con certeza de qué se trata, pero le gusta.

—Es nuestra.

—Lo es. Queda lejos del gimnasio, pero siempre puedes venir aquí cuando estés cansado de la ciudad, sé que no te gusta vivir en Tokio, y personalmente tampoco. En éste lugar somos sólo tú y yo, rodeados de la misma vista que apreciamos juntos la última vez que te fuiste. Espero que puedas darle un lugar especial en tu corazón, así como al voleibol.

—Eres la persona más increíble del mundo, ¿Alguna vez te lo dije?

—No, que recuerde.— en realidad sí lo dijo una vez, repitió sus palabras a medio partido, pero quiere que se lo diga de nuevo.

—Pues lo eres. Muchas gracias.

Llegan hasta el pórtico aún tomados de la mano, Hinata lo suelta para tocar la madera de la valla en las escaleras y los pilares, está lijada para evitar astillarse, y tiene un barniz lacado en color chocolate. Han hecho un gran trabajo con la estructura. Por dentro luce más amplia que por fuera, cuenta con una habitación, un baño y una cocina con comedor, donde una rockola decora la esquina al fondo, junto a algunos marcos con fotografías de Kageyama y el granjero realizando diferentes actividades, colgadas en la pared; luces caen del techo como luciérnagas en medio de la noche pantanosa, y una mesa al centro tiene la cena lista. Kageyama sólo lo observa recorrer la cabaña con ojos maravillados, aprovechando para limpiar sus pies del lodo con algunos pañuelos húmedos, la textura lo incómoda.

Hinata vuelve la vista a él cuando termina de mirar, su aroma muestra lo feliz que está, —Te conozco de tantos años, pero no sabía que eras un romántico. ¿Por qué me ocultaste éste lado tuyo todo éste tiempo?

—Pensé que te alejarías, mi aroma es peligroso. La primera vez que lo detectaste quedaste inconsciente.— confiesa, nervioso de contarle una nueva verdad que nadie más conoce. Continúa limpiando su pie aunque ya no haya más por limpiar, sin poder mantenerle la mirada.

—¿Me desmayé?

—Aquella vez que te acosaron en la calle camino a la escuela y te encontré. Estaba molesto y liberé feromonas sin pensarlo, no te desmayaste por los nervios o la ansiedad, fue mi culpa.

Hinata puede entender un poco más a qué se refería con morir. Si no controla su aroma, le hace daño a las personas que lo rodean; pero si lo mantiene oculto, se hace daño a sí mismo. Es un arma de doble filo, y todos estos años ha preferido cortarse. Incluso si le recuerda cada día que puede relajarse con él, le costará mucho tiempo antes de verdaderamente hacerlo, y ninguno está muy seguro de lo que pasará en ese momento.

Se sienta en el suelo a su lado y toma un pañuelo para también limpiar sus pies, a él no le molesta la textura, pero será un problema limpiar el piso después.

—¿Y qué más da? Me salvaste después de eso. No es diferente a los golpes que nos dábamos, con todo el afán de lastimar, pero sin herir. Eres consciente de que una parte de ti le hace daño a los demás, y te esfuerzas día con día para no hacerlo, prefiero quedarme con eso en mente.

Kageyama le pide el pañuelo con una seña para continuar limpiando sus pies por él, asegurándose de que esté limpio por completo. No menciona más del tema, y Hinata tampoco insiste. Al terminar, se levanta de su lugar y sacude el polvo inexistente de su pantalón y le ofrece una mano que Hinata toma.

—¿Cenamos?

—Por favor.

Usualmente las cenas son ligeras y limitadas, una persona que se va a la cama con el estómago lleno tiende a tener pesadillas o amanecen con dolores estomacales. Sin embargo, Hinata y Kageyama no son personas comunes, la mesa está llena de comida caliente que huele delicioso y los hace salivar. Con cada bocado Hinata suelta miles de elogios y se siente derretir, admirando que sea tan bueno para cocinar todo lo que se propone cuando no tiene la pinta de serlo, más parece que hace un caos total sólo con preparar arroz.

—Todo es tan delicioso, Kageyama. Muero por saber cómo hiciste para que todo esté tan lindo si llevas conmigo desde la tarde.

—Recibí un poco de ayuda.

Cómo no podía quitarse de encima a Hoshiumi, Romero y Ushijima, les dejó la importante misión de llevar todas las cosas necesarias hasta éste lugar, todo estaba listo en casa, lo único que debían hacer es ponerlo sobre la mesa como en la fotografía que les envío y huir por la puerta trasera en cuanto escucharán el motor del auto llegar. Está seguro de que siguen corriendo hacia la camioneta de Romero que estacionaron algunos kilómetros más adelante para que Hinata no lo notara. Es una divertida imagen mental.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

—¡Ya me cansé! ¡No recordaba que lo dejaste tan lejos!

Hoshiumi se queja, jadeando. Tener las piernas cortas a un lado de dos personas altas siempre se ha sentido una injusticia, pero ahora lo resiente más al correr entre tierra y lodo. Ushijima sólo le quita la caja vacía con que carga y continúa por su lado. Es su manera de ayudar.

A éste punto no hay necesidad de seguir corriendo, nunca lo hubo, pero qué es de la vida sin un poco de adrenalina. Eso pensaban antes de darse cuenta que una superficie tan voluble como la tierra no se lleva bien con los deportistas.

—¡Ya casi llegamos, mira!— Romero señala su camioneta y todos corren hacia las puertas cuando le quita la alarma con las llaves. 

Se dan un momento para descansar una vez dentro, todavía les queda una hora de vuelta a la ciudad y el sólo pensarlo es agotador.

—Cielos, me lo pensaré mejor antes de ofrecerme como Celestina de a gratis. Más le vale que mañana me cuente que van a casarse o lo mataré.— Hoshiumi se quita los zapatos, descansando los pies un momento. Está seguro de tener una piedra metida en el calcetín.

—A mi me sorprende que estén saliendo, pensé que Hinata nunca lo vería de esa manera.— Ushijima hace su primera aportación de la noche, mirando por la ventana del copiloto a los prados ahora lejanos.

—Sí, creo que fue una sorpresa para todos, Bokuto me llamó hace una hora para preguntarme si sabía, luego me dijo que Miya intentó molestar a Kageyama otra vez.— Hoshiumi muestra la pantalla de su celular con la llamada reciente de Bokuto, tiene una mueca fastidiada en el rostro cuando menciona la segunda parte. Resulta bastante molesto para un omega dominante el enfrentarse a peleas constantes entre alfas, peor aún cuando uno de ellos es un enigma.

—¿Por qué nunca aprende a no meterse con él? Incluso un beta como yo se siente intimidado.— Romero suspira y comienza a conducir, mientras más pronto salgan de ahí, más pronto vuelve a casa y se va a la cama. Qué sueño tiene.

—Tal vez porque estaban peleando por su bebé.

—No le digas bebé a Hinata, Wakatoshi, es raro.

—Me refiero al bebé en el vientre de Hinata. Creo que está esperando un cachorro.

La camioneta frena al segundo siguiente.

—¿Qué dijiste?

Dos pares de ojos miran al alfa, tan sorprendidos que han dejado caer la mandíbula. Ninguno de los dos lo esperaba, ni por un segundo. Ushijima nota el aroma y la impresión, decidiendo contarles todo lo que sabe.

—Hablé con él el jueves por la mañana, hablamos sobre la idea de tener hijos en el futuro y él se vio molesto cuando le dije que no estaba interesado en esas cosas. Antes de eso, había liberado feromonas, y si no fuera porque investigué, pensaría que sólo estaba feliz.

—¿Investigaste?

—Korai no sabe porque llegaste tarde a la fiesta de disfraces, pero Miya estaba ebrio y dijo que Hinata adelantó su rut por accidente, Sakusa le dio la razón diciendo que había estado liberando más feromonas de lo usual en esos días, Kozume se puso nervioso y Kuroo cambió el tema. Asumí que había algo raro, así que investigué en algunos libros de la biblioteca, siempre tienen información sobre castas, y entre esos datos salió que los padres reconocen a sus cachorros por medio del aroma. Es sólo una hipótesis, pero creo que está en cinta.

—Alto, alto, Hinata nunca ha estado con Kageyama, y por su naturaleza enigma seguramente ya sepa si está en cinta o no y de quién es, ¿Por qué pelearía por la paternidad con alguien que tiene todas las de ganar?

—Porque se trata de la persona que le gusta.

Romero suspira con pesadez y vuelve a conducir. Se forma un silencio incómodo, cada uno pensando en algo distinto: Romero piensa en qué tan viable es un embarazo para un jugador preseleccionado a la liga nacional; Hoshiumi consigue la pieza faltante de su rompecabezas, entendiendo por qué no quería decirle cómo se dio su confesión romántica; Ushijima piensa en lo que hará para cenar.

Hinata, que sólo tuvo una falsa alarma y a cambio recibió una cena maravillosa con una cita divertida, estornuda. Espera que no sea el frío de la noche.

Llegan al Distrito de Sumida en Tokio cuarenta minutos después, aún metidos en sus pensamientos. Ushijima les pide que lo dejen en el supermercado a dos cuadras de su casa, pues ha decidido hacer un estofado de tofú y necesita comprar apio. La forma tan tranquila en que se comporta los relaja, como si su charla pasada no hubiera sucedido. 

Cuando Ushijima baja del auto, Hoshiumi pasa al asiento del copiloto, esperando a que el auto arranque de nuevo para hacer una pregunta que no sale de su cabeza.

—¿Quién crees que sea el papá?

—¡Ey! ¡Esas cosas no se preguntan!

—Bueno, es que Hinata es... Hinata. No lo juzgo ni nada, sólo tengo curiosidad.

—Eso es asunto suyo, ni se te ocurra preguntarlo. Si Kageyama está dispuesto a acogerlo como suyo, entonces es suyo.

—Si lo tiene.

—No le desees el mal a un feto.— Romero arruga la nariz, no le gusta el rumbo de la conversación.

—Sólo digo que Hinata es quien decide si abortar o no, de nada sirve que Tobio se haga responsable si no lo va a tener.— no hay respuesta de su acompañante, por lo que gira para saber si sigue ahí, lo cual es estúpido porque es quien conduce, y nota a Romero tensando la mandíbula, —¿Qué? ¿El aborto es tabú para ti?

—Nací en un país donde se da por hecho que tendrás al bebé, incluso en Japón la mayoría de personas evaden el tema. Es difícil quitarse una costumbre tan arraigada. Lo siento, sé que no debo opinar de eso porque no soy gestante.

—A mi no me molesta, lo que otros digan no influirá en mis decisiones. Pero si, de preferencia, no digas nada. Nunca sabes cuándo un comentario puede arruinar la vida de una persona.

Y vuelven a quedar en silencio.

Chapter 11: ★Guerra de Almohadas. ★

Chapter Text

Kageyama y Hinata pasaron la noche juntos. Conversaron durante toda la noche sin preocuparse por molestar a algún vecino quejumbroso y luego durmieron en la cama de la habitación. Hoshiumi trató de ponerle pétalos de rosa formando un corazón, pero Romero no le dejó, creyó que sería demasiado incluso para ellos.

El colchón de la cama es suave y se amolda perfectamente a su cuerpo, los envuelve en un gran abrazo con olor a lavanda, con la promesa de no soltarlos jamás. Las mantas y sábanas son de seda fina, con intrincados patrones hechos a mano que ofrecen textura al tacto. Las almohadas están rellenas de algodón, sin perder su forma aún cuando las han utilizado en una pelea de almohadas que Hinata ganó.

Con todos esos elementos reunidos, es normal que se despertaran tarde a la mañana siguiente. Y también porque ninguno puso una alarma.

—¡Vamos tarde! ¡Vamos tarde!— Hinata recoje su ropa del suelo y se la pone como puede, tan apresurado que no nota cuándo se coloca el calcetín de Kageyama, —¡Levántate o no llegaremos!

Una cabeza de cabellos desordenados se asoma entre las sábanas, luce somnoliento y le cuesta manter los ojos abiertos, pero no pierde de vista los movimientos apresurados de Hinata.

—¿Qué pasó anoche?— su voz es demasiado grave y ronca, deteniendo a Hinata por un segundo.

—Nos quedamos dormidos después de la guerra de almohadas.

—Ah, sí, nunca me dejan de sorprender lo fuertes que son tus piernas, aprietan muy fuerte.— se sienta sobre la cama y bosteza mientras estira los brazos, su pecho desnudo deja ver varias marcas rojizas es su piel. Un aroma peculiar llega a su nariz y mira a Hinata, quién le da la espalda, —¿Pasa algo?

—Nada... No pasa nada.

—¿Estás avergonzado por mencionar que tus piernas...— deja la pregunta a medias, entendiendo que sus palabras pueden malinterpretarse. Ambos se sienten avergonzados, sin poder mirarse.

La pelea de almohadas fue el último evento de la noche, uno que se dio sin planearse.

Después de la cena y de una larga conversación sobre sus memorias de la preparatoria, ambos se dispusieron a dormir, ya era bastante tarde para volver a casa y Hoshiumi aún tiene sus llaves. Kageyama le ofreció la cama, con intenciones de armar un futón en el suelo, pero Hinata le dijo que hacía demasiado frío para quedarse él solo, y que la compañía le vendría bien.

El problema fue que Kageyama llevaba un traje sastre a la medida, dormir con él puesto sería un sacrilegio, y a pesar de toda su ardua planeación no consideró un cambio de ropa, ni siquiera lleva más parches supresores para mañana por la mañana. Con algo de vergüenza, confesó que debería dormir en ropa interior. Por supuesto, ambos estaban avergonzados por ello. En los campamentos de la escuela los dividían por castas: los alfas y betas se quedaban en un habitación y los omegas en otro; ya saben, la pubertad; pero Hinata siempre convencía a Kageyama de quedarse con él para seguir platicando y competir por ver quién se levantaba primero. Sin embargo, todo fue bajo un contexto amistoso, ahora compartirían la cama y uno de ellos estaría con tan poca ropa que no sería extraño imaginar cosas sugerentes.

Hinata nunca lo dejaría ahogarse sólo, así que calmó sus nervios y también se quitó la ropa hasta quedar en boxers. No hay de qué preocuparse si ambos están en la misma situación, ¿No es así?

Con ambos semidesnudos sentados a cada esquina de la cama, las palabras no consiguieron darse por los próximos minutos, hasta que Hinata se acercó lo suficiente y rodeó con su mano izquierda el muslo de Kageyama, que se quedó helado.

—Gané.

Kageyama no entendió a qué se refería, bajando la mirada hasta su mano. Hinata necesitaría un aproximado de dos manos para rodear por completo su muslo, mientras que para el propio necesitaría tres. Rápidamente entendió a lo que se refería, tomó una almohada y se la arrojó.

—¡Oye! ¡Sé un buen perdedor!

—Revancha.— Kageyama extiende su brazo frente a ambos para comparar el grosor, Hinata acepta con una sonrisa confiada, la cual desaparece cuando nota que Kageyama tiene los brazos más grandes. Ahora es él quien le arroja una almohada. —¡Oye! ¡“Sé un buen perdedor”!

—¡No repitas mis palabras con una sonrisa de por medio!

El golpe fue contestado con otro golpe, que también fue devuelto. De pronto, las almohadas iban y venían entre la cama y el suelo, hasta que sólo quedó una lo suficientemente cerca para continuar peleando. Sin pensarlo, ambos se arrojaron sobre ella, Kageyama la tomó primero y giró su torso para darle un buen golpe en la cara, pero Hinata rodó sobre su cuerpo para usar sus piernas como escudo anti golpes faciales, y de una patada mandó a volar lejos la pobre almohada. Para evitar que corriera a por ella, usó ambas piernas para rodear su cuello y cayeron a la cama, aplicando una llave de lucha libre que vio una vez en televisión. A Kageyama le gustó la situacion en que se encontraba, pero dado que no tenía aire, tuvo que golpear su muslo para que le dejara ir. Así, Hinata se coronó ganador definitivo de la noche.

Luego de eso recogieron las almohadas y se cubrieron con las mantas, ya sin importar la escasez de ropa que tenían. Kageyama tuvo que quitarse los parches supresores debido a que se despegaron durante su pelea anterior, y Hinata se quitó el collar por la costumbre de cada noche. Es peligroso hacerlo cuando se está acompañado porque una vez dormido no se controlan los aromas, pero se sentían tan cómodos y confiados que no prestaron demasiada atención a ese aspecto. Después de gastar energías fue más fácil dormir, y como el frío aún se colaba por la ventana, acabaron abrazados sin darse cuenta. Ninguno de los dos ha notado lo mucho que huelen a las feromonas del otro, ni la cantidad de piquetes de mosquito que tienen en diversas partes del cuerpo, van a tener que poner un mosquitero para próximas ocasiones.

Hinata aclara su garganta, fingiendo que no se sintió afectado por sus palabras, aunque seguro ya debe saberlo.

—Vistete, con suerte llegaremos a tiempo si salimos ahora.

—¿Comeremos en el camino?

—No queda de otra, ya perdí un día de trabajo en la semana, llegar tarde dejará una mala impresión en los ejecutivos y es lo que menos necesito. Los resultados salen éste viernes.

—Entonces hay que darnos prisa, la copia que me diste de tus llaves está con Hoshiumi, le pediré que pasé por tu maleta de camino al gimnasio.

—¿Qué hace él con tus llaves?

—...Larga historia.

No va a insistir por ahora porque tiene prisa, sólo asiente con la cabeza y corre al baño mientras Kageyama toma su ropa doblada a un costado, debería hacer una parada rápida en su casa para conseguir un cambio y más parches. Él no está tan preocupado por su horario porque hoy tienen una sesión fotográfica y comenzará más tarde, por lo que puede ir con calma y anteponer las necesidades de Hinata.

Antes de salir, pasa al baño y lava su rostro, mirando el costado derecho de su cuello, donde debería haber un parche. Es la primera vez en seis años que no se pone uno para salir, sintiendo el fantasma de su presencia. 

Mientras no haya nada que lo altere, todo estará bien, se mentaliza.

Una vez fuera, Kageyama le señala un camino de piedras por el que pueden cruzar sin atravesar la tierra del campo, no lo hizo la noche anterior porque se perdía la magia de caminar juntos por el prado tomados de la mano, algo que leyó es muy romántico. Hinata le da una última mirada a la maravillosa vista antes de subir al auto. Fue la mejor cita que ha tenido en mucho tiempo.

Cada cierto tiempo, aprovechando que no necesita tener ambas manos en el volante porque van en dirección recta, Kageyama se rasca el cuello, incómodo sin saber por qué; la acción llama la atención de Hinata, que decide acercarse para mirar debajo de su camisa.

—Tienes un montón de piquetes de mosco, seguro tu sangre sabe más deliciosa que la mía, yo sólo tengo unos cuantos en las piernas.— chista la lengua, tomándolo como una derrota.

—Qué puedo decir, todo en mí es delicioso.

Diablos, otra vez dijo algo que puede malinterpretarse. Muerde su lengua para dejar de hablar y se rasca de nuevo.

—Ya te irritaste la piel, Tontoyama, si sigues así te va a quedar una marca en tu deliciosa piel.

Ah, los comentarios de Hinata no ayudan en nada. Pasa saliva con dificultad, su mente le muestra imágenes que no deberían estar ahí. Hinata nota su nerviosismo porque sonríe, acaricia su cuello con el pulgar y añade con burla:

—Qué envidia le tengo a éste mosquito, te comió primero que yo.

El cerebro de Kageyama está explotando ahora mismo, perdiendo por un momento el control del auto. Es un alivio que la carretera esté sola.

Hinata suelta una larga carcajada y aprieta su estómago del dolor, algunas lágrimas escapan de sus ojos. Por supuesto que lo ha tomado a broma, es normal que le diga ese tipo de comentarios y se burle de la expresión consternada de Kageyama, que nunca sabe cómo devolverle el comentario y sólo se queda en su lugar, víctima de un ingenioso juego de palabras o un albur que no entiende hasta tres días después. Sin embargo, ésta vez Kageyama se orilla, detiene el auto y prende las luces intermitentes, Hinata no lo nota porque continúa riendo. La risa se acaba cuando un brazo más grueso que el suyo pasa por encima de él y se apoya en la puerta. Al alzar la vista, Kageyama está tan cerca que puede contar cada una de sus tupidas pestañas, agitándose con encanto al parpadear. Una vez más, están lo suficientemente cerca para besarse, y la sensación que tuvo la noche anterior vuelve a aparecer, mil veces más fuerte. Arruga su pantalón bajo su agarre y pone toda su fuerza de voluntad en no cerrar los ojos, la última vez pasó por un vergonzoso momento al creer que sí lo haría, necesita mentalizarse a que será igual.

Kageyama tiene ambas manos rodeándolo para evitar caerse, su equilibrio inestable, así que sólo puede alzar la cabeza para darle una amplia vista de su cuello, el piquete de mosquito está ahí, de un color rojizo llamativo sobre su piel pálida y brillante.

—Adelante, puedes ser el primer humano en probarme.

Ahora es Hinata a quien le explota la cabeza en miles de pedazos, sintiendo que sus orejas arden y su garganta se seca.

¿Lo dice en serio, o sólo lo está poniendo a prueba? ¿Debería hacerlo?

Kageyama no puede ver su expresión, sólo considera que el tiempo que ha pasado es suficiente para saber que en esta ocasión ha ganado él, sintiéndose victorioso. Baja el cuello y comienza a apartarse, cuando Hinata lo toma del cabello, sin permitir que se aleje, y deja un pequeño beso sobre su hueso digástrico, entre su mandíbula y nuca, justo donde sus glándulas de olor se reúnen. Es un lugar demasiado sensible. Sus labios están tan fríos que quema, estremeciendo su piel y robándole un pequeño jadeo.

A los dos les explota la cabeza.

Con un movimiento lento y pausado, Kageyama vuelve a su asiento, tienen la mirada perdida sin poder enfocarla en ninguna parte. Hinata siente los labios picar y a Kageyama le arde el cuello.

—¿...Empate?

—Sí... Eso está bien.

El auto continúa su camino hacia el gimnasio tras una breve pausa, demasiado metidos en su propia cabeza como para tratar de aligerar el ambiente con una conversación tonta.

La mente de Hinata reproduce en bucle aquel jadeo, la suavidad de su piel, la fuente de su aroma y su intensa mirada. No puede evitar el liberar feromonas, más intensas de lo usual dado que no se ha puesto su collar por las prisas, y cuando nota que Kageyama aprieta el volante bajo sus manos y su aroma se intensifica, cubre su cuello.

—¡Lo siento! Me lo pondré de inmediato.— busca en los bolsillos de su chamarra y pantalón, sin encontrarlo, la ansiedad aumenta y su aroma también. Kageyama detiene el auto una vez más, —Creo... Creo que lo olvidé.

—No pasa nada, sólo respira... Si no te calmas, yo tampoco podré hacerlo.— apoya la cabeza sobre sus manos y se queda así, con el cuerpo temblando.

Hinata comienza a sentirse culpable, ayer descubrió que le es difícil controlarse sin la ayuda de los parches, y justo hoy que no está usándolos, termina causando un desastre. Le dijo que podía bajar la guardia con él, pero no está poniendo de su parte, y tampoco sabe qué otra cosa hacer además de calmar su respiración, siente que no es suficiente. No quiere hacerle creer que no se toma enserio su condición.

—No es lo que estás pensando, idiota. Sin el collar tu aroma es más puro, hueles tan jodidamente bien que quiero morderte.— en un arranque de honestidad, confiesa. Seguro se arrepiente más tarde.

Okay, eso sí le ha dado un poco de miedo. Las manos en su cuello se aprietan un poco más.

No ha conocido omega que no le tema a las mordidas, nadie quiere cometer el error de dejarse marcar por el alfa equivocado y acabar muertos, tampoco quieren perder su independencia para pertenecer a una persona, y mucho menos desean atravesar el dolor que todo eso conlleva. Sólo aquellos que se sienten enamorados por completo son capaces de aceptarlo sin dudar. Esta bien que le haya aceptado la cita e intente saber si algo entre ellos puede florecer, pero una mordida es demasiado en este momento.

—¿Qué tonterías estás pensando? ¡No lo voy a hacer!— Kageyama alza la cabeza para confrontarlo, molesto porque cada una de sus feromonas ansiosas no dejan de golpearlo sin piedad. Baja el vidrio de su puerta y llena sus pulmones con el aire del exterior; no tiene nada de maravilloso comparado a Hinata, y es justo lo que necesita.

Hinata consigue calmarse, más enfocado en ayudar a Kageyama que en sus pensamientos pasados, y el aroma intenso que provenía de él se apacigua en poco tiempo. Ambos están sudando, como haber corrido veinte kilómetros.

Qué mañana más larga han tenido.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Le tomó mucho tiempo darse cuenta por qué cada uno de sus compañeros de equipo lo miraba con sorpresa, admiración y miedo. Una mezcla de expresiones ya conocidas y otras nuevas.

Cuando se miró en el espejo del baño de los vestidores, lo entendió todo.

Su cabello naranja más alborotado de lo usual, sin tiempo para arreglarlo aunque sea un poco; marcas rojizas en las piernas y muslos; la ausencia de su collar; y un aroma territorial y temido como la muerte misma que le dice a todos «Es mío» deja una idea sobre lo que pasó la noche anterior. Sumado a que llegó tarde, con la misma ropa de ayer y en el auto de la última persona con quién lo vieron salir, es difícil no pensarlo así.

No le cabe duda que a cualquiera que le pregunte dónde estuvo la noche anterior le responderá que tuvo sexo con Kageyama Tobio. Todas las pruebas apuntan a ello y no tiene cómo declararse inocente.

Ya entiende por qué Hoshiumi casi se desmaya cuando los vio más temprano para darle su maleta.

—¡Así que ustedes dos han comenzado a salir! ¡Felicidades a la pareja que está enamorada!— Bokuto salta sobre él y le alborota el cabello. Aunque no puede detectar feromonas, el aroma particular de Kageyama siempre le pica la nariz, pero puede ignorarlo la mayoría del tiempo.

Sakusa y Atsumu no opinan lo mismo, uno cubriendo su boca y nariz con una mano, y el otro tan sorprendido que parece una estatua.

—No fue así, lo juro.

—¡No hay necesidad de mentir, hombre! ¡Aquí todos sabemos lo mucho que te ama! Bueno, creo que ahora sabes bien cuánto. Qué buen festín se dieron anoche.

—Enserio que no. Sí tuvimos una cita, pero nosotros no...

—Bañate, apestas a cuervo prepotente.— Sakusa lo interrumpe y sale de los vestidores, sin poder contenerse más. Jamás había conocido su aroma de forma tan intensa, y si no se marcha ahora va a buscar pelea donde no la hay. 

El equipo lo ve salir sólo para volver al segundo siguiente, tomando de la camisa a Atsumu cuando ve que no lo sigue, es de él de quién más debe cuidarse.

Hinata se siente realmente avergonzado, no tiene idea de cómo hacerles saber que no es así. Todo es culpa de la secuencia de coincidencias que desencadenaron éste malentendido, y sin testigos, sólo queda fingir demencia y seguir adelante. Se coloca el collar que siempre utiliza dentro del gimnasio guardado en su maleta y se dirige a las regaderas, con Bokuto aún detrás suyo hablando sobre lo maravilloso que es el amor.

“Espero que Kageyama la esté pasando mejor que yo.”

Sin embargo, en el gimnasio de Schweiden Alders existe el mismo problema.

—Me esperaba un casamiento, pero, ¡Oye! ¡Esto tampoco está nada mal.

Nadie puede quitarle la enorme sonrisa de sus labios, sin dejar de molestar a Kageyama por su aspecto. No tuvo tiempo de volver a casa porque todas las paradas en la carretera le quitaron más tiempo del que tenían, sin poder corroborar su aspecto con la mente tranquila. Luce exactamente igual de desordenado que Hinata, todo el que lo ve llega a la misma conclusión que los Black Jackals han tenido.

—Cállate, Hoshiumi, deja de decir eso.

—Nunca. Sabía que eres un intenso y lo amas desde hace mucho, pero no me esperaba que tuvieran sexo en la primera cita.

—¡Eso no fue lo que pasó!— trata de golpearlo y Hoshiumi lo esquiva, sin dejar de sonreír.

—No seas tímido, te prometo que aún te considero un virgen categoría diez. En mi cabeza aún te derrites por tomarle la mano y te pones duro con un beso en la frente, ¿Eso te hace feliz?

—¡Estás muerto, gaviota idiota!

El personal del gimnasio sólo ve a un chico albino correr tanto como puede con una risa estruendosa y acalorada, mientras es perseguido por un alto hombre con mirada asesina y aroma pesado. Esquivan su camino tanto como pueden, acostumbrados a ello para su mala fortuna.

Al final, cuando los camarógrafos llegan para tomar las fotografías de la revista, un equipo de maquillaje especializado debe darle hielo y maquillar el golpe que Kageyama consiguió meterle. Aún así, no hay nadie que le quite la sonrisa.

También maquillan el cuello de Kageyama con cierto cuidado, sus manos tiemblan y nadie le mantiene la mirada. Con sólo oler sus aromas sabe que todas las chicas que lo rodean están decepcionadas de ver su estado, deseado estar en su lugar.

Por momentos olvida que es un enigma. En realidad lo recuerda todo el tiempo porque siempre controla sus feromonas y a sus instintos, pero se refiere a lo que causa en los demás. Su familia no es adinerada ni tienen conexiones con personas importantes, pero él ha conseguido tener contratos con agencias millonarias en todo el país desde que estaba en la preparatoria; equipos internacionales de voleibol le han pedido unirse a su liga y cada cierto tiempo tiene un patrocinador nuevo que le regala artículos de edición limitada o excesivamente caros. Así fue como consiguió la cabaña y el prado, a fin de cuentas. Todo aquel que lo conoce queda a sus pies sin saber por qué; algunos se entregan a ese sentimiento y le ofrecen todo lo que tienen, otros buscan rechazarlo y se vuelven agresivos a su persona, pero sabe bien que, si así lo quisiera, podría tener al mundo entero a sus pies desde hace muchos años atrás.

Sin embargo, de nada le sirve todo eso cuando él está completamente a los pies de su mundo. No tiene ojos ni interés para nadie más.

Al terminar de ser maquillado, mira las ropas que le han dado para vestir y las olfatea, no huelen a Hinata. Hace una mueca de disgusto y cierra los ojos para concentrarse en sus recuerdos: golpearse con las almohadas, dormir abrazados, darse un beso, la intensidad de sus aromas juntos. Ahí es donde le gustaría estar.

Quisiera poder oler siempre a mandarinas y girasoles.

Chapter 12: ★ Cuento de Hadas. ★

Chapter Text

Hinata hace oficial su mudanza a casa de Kageyama, empaca todo en grandes cajas y las lleva por la noche del jueves después del entrenamiento. Han tenido algunos inconvenientes respecto a cómo reorganizar las habitaciones de uso común, pues cada uno tiene sus propios muebles en buen estado y a los que les tienen cariño. Primero fue el deseo de no decirles adiós, pronto se convirtió en una competencia por ver quién convencía mejor al otro. Al final, cuando se dieron cuenta que perdieron una hora entera en discutir si las paredes azul polvo combinaban con la mesa verde esmeralda, decidieron que cada uno escogería un objeto por medio de piedra, papel o tijera, y el resto de pertenecías las dividirían entre aquellas que pueden llevar a la cabaña y las que venderán. 

El único mueble que tiene asegurada su permanencia es el sofá mostaza de Hinata, ambos le tienen cariño por ser la sede de sus pijamadas. Poco importa si no combina con el resto de cosas.

Tal y como lo mencionó, Kageyama tiene una habitación vacía en la que no hay nada excepto por las cortinas del mismo color del resto en la casa. Hinata puede reclamar como suya sin problema alguno, llevando entre ambos la base de su cama, el colchón, su ropero, su mesa de noche, su escritorio y las pesas con las que entrena en casa. Ahora que lo mira bien, ésta habitación es más grande que la anterior, esas cinco simples cosas bastaban para llenar todo el lugar, pero ahora resultan insuficientes. Quizá pueda llenarla con más cosas en el futuro, siempre soñó con tener una alfombra bajo la cama, como en las películas.

—Darte una casa en la mejor zona de la prefectura para que no te fueras del país es la cosa más ridículamente increíble que alguien ha hecho por ti. Y mira que la lista es larga.

—Rechacé que me la regalaran, yo la compré.

—¿Y quién compra una casa tres veces más barata que el precio en mercado? Sólo tú, Kageyama Tobio. Naciste bendecido por el extraordinario poder de la naturaleza, no cabe duda.

Ser un enigma es extraordinario. Lo escucha de cada persona que sabe de su verdadera casta.

Kageyama sólo asiente con la cabeza y no dice nada. Ya no trata de demostrar que están equivocados. ¿Quién le creería que el gobierno manda cartas a su casa todos los días para pedirle que se una al ejército nacional? ¿O que los perfumes con feromonas reales fueron testeados primero en él antes de salir al mercado? ¿O que ha sido acosado infinidad de veces por omegas que adelantan su celo? Su padre sigue sin creer que lo hayan intentado secuestrar en último año de preparatoria después de acompañar a Hinata la mitad de su camino a casa, y que sólo escapó porque liberó feromonas antes de que pudieran drogarlo, dijo que alguien tan imponente como él no debería tenerle miedo a un par de ladrones. Las personas no le dan miedo, pero las armas sí.

Si pone todo lo bueno y lo malo en una balanza, no está muy seguro de hacia donde se inclinaría. O eso pensaba hasta que tuvo su cita con Hinata ayer por la noche, y hoy puede compartir un hogar con él gracias a los beneficios.

Supone que pueden volver a ponerle una bolsa en la cabeza y subirlo a una camioneta mientras le apuntan con un arma si eso significa que podrá volver a casa para compartir la cena con Hinata.

Ah, en qué tonterías está pensando.

Reacciona cuando Hinata sacude una mano frente a su rostro, al parecer lleva un rato hablando solo antes de darse cuenta que no prestaba atención.

—¿Estás bien? Hueles a rencor.

Con cada segundo que Hinata pasa a su lado, se vuelve más hábil detectando el estado de ánimo que sus feromonas emanan. No sabe qué tan bueno es eso, se siente expuesto como nunca antes le había pasado.

—Recordé algo sin importancia, lamento ignorarte, ¿Qué decías?

Hinata le da una mirada que no puede interpretar antes de hablar, —Digo que podemos ordenar comida a domicilio mientras terminamos aquí, quiero tallarines.

—Lo pediré. Organiza todo como gustes mientras tanto, avísame si necesitas algo.

Kageyama se va de la habitación y lo deja solo, en parte lo agradece porque necesita reorganizar su nido ahora que está construyendo algo estable con una persona, y en parte le entristece porque quisiera que se quedará más tiempo. Cuando volvió de Brasil fue Kageyama quién también le ayudó a organizar todo, pasaron toda esa tarde hablando sobre los miles de pretendientes que tuvo y le dejaron una prenda antes de partir; algunas las tiró porque su aroma no combinaba bien con las demás, y otras porque la persona no le interesó. Kageyama escuchó sus palabras y se rió junto a él, ¿Cómo debió sentirse en realidad?

Estar enamorado de tu mejor amigo debe ser realmente doloroso si no es correspondido.

Muerde su labio inferior mientas llega a una resolución, tomando todas las prendas de ropa y mentiéndolas en una bolsa de basura, a excepción de dos de ellas, la que Kageyama le prestó antes de irse a Brasil, y la que le dio el lunes. Debe comprometerse al cien por cierto en esta nueva relación, incluso si aún no tienen una etiqueta para ellos y todo parece demasiado informal...

Esperen un segundo, ¡Nunca hablaron sobre esto, sólo comenzaron a salir!

Hinata asume que Kageyama quiere algo serio y por eso se esfuerza tanto, pero nunca se lo dijo directamente; en cuanto a él, dejó implícito que podría darle una oportunidad, no hubo ninguna conversación al respecto.

¡Qué idiota!

Bien, nuevo plan, su nido puede esperar. Primero necesita hablar con Kageyama para que ambos tengan en claro hacia dónde se dirige su relación, no pueden ser irresponsables cuando su amistad está involucrada.

Deja la bolsa de basura a un costado y sale de la habitación, corriendo hacia el primer piso. Kageyama está peleando con el teléfono porque no entiende cómo funciona la aplicación de comida, lo que por un momento le hace olvidar a qué venía. Suprime sus feromonas para no ser detectado y espera junto al marco de la puerta para poner atención a lo que hace, divertido de verlo fruncir los labios y las cejas mientras lee con detenimiento cada uno de los platillos y compara tiendas. Está determinado a conseguir los mejores.

—Me gustan los de la tienda LanWan, queda a cinco minutos. Puedo ir, si quieres.

Kageyama salta sobre su lugar, tan absorto en su investigación que no lo había notado. Eso lo hace reír más.

—Lo siento, soy más de salir que pedir, en realidad. Nunca entiendo las aplicaciones que tienen cronómetros para realizar tus compras, ni las que te suman cargos sólo por añadir una servilleta.

—No pasa nada, vayamos juntos. Los jueves cierran más tarde, así que aún tenemos tiempo. Aprovechemos el buen clima para caminar.

Durante las mañanas, el frío congela los pies; en las tardes, el calor derrite la piel; y en las noches, el viento se mece tranquilo. Pueden tomar de excusa la oscuridad que los rodea para tomarse la mano sin problema, escondiendo su agarre en la bolsa de la sudadera de Kageyama.

Hinata ha descubierto que le gusta entrelazar sus dedos, la manera en que parecen encajar tan bien y la firmeza con que lo toma le brinda seguridad. La sensación especial en su pecho vuelve de nuevo, más tranquila que las veces anteriores, en sincronía con sus sentimientos.

Ahora que lo piensa, nunca se había tomado de la mano con otra de sus citas, cada uno iba por su lado y sólo compartían el espacio personal. Ni siquiera los más atrevidos y directos trataron de hacerlo. Es extraño pensar que pudo hacer algo tan íntimo como tener sexo con ellos, pero nunca algo más emocional como lo que está haciendo ahora. Bien dicen que hay mayor placer en las cosas cotidianas.

Kageyama es el primero en tomarle la mano, y eso le gusta demasiado.

Toma aire y lo suelta, listo para hablar. Aprieta su agarre un segundo lámpara llamar su atención y no encontrarse con que está perdido en sus pensamientos de nuevo.

—Estoy interesado en ti, Kageyama. De la manera más honesta y pura te lo puedo decir. Siempre lo he estado, no lo suficiente para pedirte salir, sin embargo. Creo que sólo me gustaba estar contigo sin importar la manera, y nunca pensé que pudiera haber otro tipo de sentimiento detras. Tus sentimientos son más grandes que los míos, aún así quiero intentarlo. ¿Estás bien con eso?

—Lo estoy. Me diste una oportunidad, y no planeo desaprovecharla.— no esperaba que hablara de ello en un momento tan repentino, pero se las arregla para contestar, —E incluso si al final no resulta nada de esto, me quedo con el hecho de haberlo intentando. No quiero continuar arrepintiendome de las cosas que nunca hice. Ésta semana ha sido la mejor que he tenido en mucho tiempo, no tendría todos estos sentimientos y vivencias si no hubiera cedido a mis deseos.

—¿Te refieres a confesarte después de decir que estaba en cita?

Por su tono burlón, sabe que le recordará eso hasta el final de sus días. —...Nunca hay un momento perfecto para decir las cosas. Sólo momentos. Pudo no ser el mejor, pero todo ha ido bien gracias a ello.

—Entonces... ¿Podemos decir abiertamente que estamos saliendo? No es un noviazgo como tal, digamos que estamos en la etapa de cortejo.

Kageyama tropieza cuando menciona lo último, su rostro enrojecido por completo y su aroma tan nervioso como nunca antes había estado. ¿Dijo algo malo?

—¿...Cortejo?

—Sí, claro. ¿No es eso lo que hacemos ahora?

—Nosotros estamos coqueteando. El cortejo es previo al... Esa cosa, ya sabes.— evita su mirada, cada vez más nervioso.

—No, no lo sé. Creo que ahora estoy confundido.

—¿Nunca pusiste atención a tus clases de biología, idiota? Hay un cortejo previo al... Bueno, al matrimonio. Eso.— susurra la última parte, avergonzado de ser escuchado por las personas que cruzan su camino, —...Y hay otro antes del sexo.

No puede ser, ¿¡Acaso acaba de decirle que deberían casarse y tener sexo!? ¡Pensó que usar una palabra rebuscada le daría una mayor impresión de seguridad, pero resultó en esto!

Su rostro se pone rojo también, apartando su mano de la de Kageyama para sacudirla por todas partes.

—¡Ah! ¡No! ¡Yo! ¡Me refería a que ahora mismo nos estamos conociendo más! Y no hablo de ese tipo de conocer sexual, ¡Para nada! ¡Ya conozco a tus papás, también, son buenas personas! Tú conoces a los míos y les caes bien, ¡Ahora que lo pienso! Varias veces me dijeron que debería salir contigo y jamás dejarte ir, ¿No es eso una señal de que ambos somos aceptados por la familia del otro? ¡Ja, ja!

De alguna manera, ver a Hinata ceder por completo al nerviosismo y la vergüenza le ayudan a calmarse, liberando feromonas calmantes mientras vuelve a tomar ambas de sus manos. Sonríe, buscando la mirada de Hinata hasta que le es imposible seguir evitándolo.

—¿Tus papás realmente dijeron eso?

—No, dijeron que debería alejarme de ti y que te odian.

Kageyama suelta una risa nasal, sabe que está mintiendo, —Acepto salir contigo, Hinata. Tomemos las cosas con calma, aunque no estemos muy acostumbrados a ello. Esperaré a que tus sentimientos me alcancen, como siempre has sabido hacerlo.

Hinata sonríe, satisfecho con su respuesta. Sus feromonas envuelven en un abrazo a Kageyama, y éste le devuelve el gesto, mezclando sus aromas.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Viernes por la mañana, Hinata está tan emocionado que las piernas le tiemblan.

Es hoy.

Hoy les darán los resultados de los jugadores elegidos para ser titulares del equipo nacional que representará a Japón en los juegos Olímpicos del próximo año.

Todo el equipo entrena con normalidad, mantiene una conversación fluida y ríe, sin verse afectados por lo que pasará. Al menos, de manera externa, sus aromas tensos dicen todo lo contrario. Es el evento más importante en el que podrían participar, les abriría las puertas a equipos internacionales  y serían catalogados como los mejores jugadores de país, del mundo si consiguen ganar. Nadie quiere perder la oportunidad.

Un silbato les quita el aliento y detiene el partido de práctica que tienen, el entrenador está parado junto a dos hombres y una mujer vestidos de traje.

Bokuto quiere saludar a Kuroo al reconocerlo, pero Sakusa baja su mano con un golpe. Kuroo aclara su garganta para no burlarse de aquel gesto y los recibe con una sonrisa.

—Buenos días, estoy seguro que todos ustedes ya saben a lo que venimos, así que no me extenderé con explicaciones. Estos jugadores han sido elegidos en base a sus cualidades y lo que pueden aportar a un equipo que represente la sangre y el sentir de nuestro país entero. Ya sean titulares o no, todos son miembros indispensables del equipo, y eso es lo que quiero que recuerden a partir de hoy y por siempre. Tenemos el honor de contar con una generación de jugadores monstruosa que aman más al voleibol que a su propia vida, no podría sentirme más orgulloso de vivir en ésta época con ustedes. Enorgullezcan sus raíces y traigan honor a su legado, hagamos que más personas amen el voleibol como nosotros.

Las personas siempre se sienten motivadas al escucharlo hablar, pues sus palabras siempre vienen del punto más honesto en su corazón. Incluso el más indiferente calma sus feromonas con un par de palabras suyas.

—Bien, ahora vamos a mencionar algunos nombres, quiero que esas personas den un paso al frente.— la mujer a su lado tiene un folder con documentos, el cual abre para comenzar a leer.

Sakusa Kiyomi es el primero en ser llamado, y a nadie sorprende. Mantiene la barbilla en alto mientras avanza, su rostro refleja indiferencia aunque su aroma se haga suave. Esta feliz a su manera.

Bokuto Kotaro es el siguiente, él no pierde el tiempo en fingir modestia, saltando sobre su lugar y festejando con un par de porras. Después de esto, tendrá una cena romántica con Akaashi.

Hinata Shoyo es el tercero, y no sabe cómo reaccionar. Se para junto a Bokuto y él lo toma de los brazos para sacudirlo de un lado al otro, gritando de la emoción. Entonces Hinata puede sonreír y emocionarse también, recordando todo lo que ha pasado éstas dos semanas, y más atrás desde la secundaria. Cada partido perdido y ganado, cada nueva experiencia, cada nueva forma de pelear para mantenerse en la cancha, cada día que sentía no podré mejorar, cada noche llena de frustración sin poder dormir, cada celebración al conseguir su objetivo. Todo pesa sobre su cuerpo en este momento y, a su vez, se siente más ligero que nunca.

Las tres personas de traje esperan a que terminen de gritar para continuar, dándole una mirada más intensa y profunda antes de mencionar el nombre de la cuarta persona. Miya Atsumu no entiende a qué se debe, pero también avanza entre Sakusa y Hinata, chocando las manos con las dos de tres personas que le aceptan el gesto.

—Eso sería todo por ahora, les pedimos que nos acompañen a la oficina de administración para firmar sus contratos.

Al salir de la oficina, Hinata corre al gimnasio de Schweiden Alders para compartir su felicidad con Kageyama. Una mano en su hombro lo detiene, Kuroo ya se esperaba esa reacción.

—Les dijimos a ellos primero, también está aquí.

Hinata comienza a olfatear, detectando entre las cientos de personas que trabajan en el edificio un aroma singular y como ningún otro, aún estando en el quinto piso puede detectar su aroma dos pisos arriba. Corre al ascensor para encontrarlo, picando tantas veces el botón como puede. Las puertas se abren y ese mismo aroma al que tanto cariño le ha tomado le recibe, lo envuelve en un abrazo igual a la noche anterior.

Hinata no duda en tomarlo de la cintura y alzarlo en brazos, dando vueltas sobre su propio eje. Kageyama no se lo esperaba, ni las cinco personas que han corrido detrás de ellos para ver la escena por su propia cuenta. Kuroo les señala una pared para esconderse, mientras Bokuto les toma una foto para mandarla a Akaashi.

—¡Lo hicimos, Kageyama! ¡Seguiremos jugando hasta el final! ¡Realmente somos invencibles!

Cuando vuelve a poner los pies en el suelo, Kageyama reacciona, las manos en su cintura continúan ahí sin intensiones de apartarse. Acaricia las mejillas de Hinata con ambas manos y sonríe victorioso, contagiado de su alegría.

—Me avisaron primero, yo gané.

—¡Oh, vamos! ¿En serio vas a pelear por eso?

Antes de que continúe reprochando, Kageyama se inclina y junta sus labios en un beso. Es corto y fugaz, pero la sensación suave como terciopelo jamás podrá desaparecer.

El rostro de Hinata se pone rojo por completo, y las piernas le fallan. Kageyama trata de sostenerlo para evitar que caiga al suelo.

—¡Oye, Hinata! ¡No te mueras!

—¡Kageyama rompió a Hinata! ¡Le explotó la cabeza!— Bokuto corre hacia ellos, alterado, Kuroo trata de detenerlo sin gran éxito, dejando expuesto su escondite. Hoshiumi reza a cualquier dios que quiera escucharlo para que Kageyama no venga a matarlos.

—¿¡Estaban espiando!?

—¡Es un lugar público, no puedes decir nada!

Una riña comienza entre ellos, Kageyama deja en manos de Bokuto al inconsciente Hinata mientras pelea con Hoshiumi y Kuroo; Ushijima aplaude a un costado; Atsumu es el único que no los ha seguido y Sakusa da la media vuelta cuando nota que llamaron demasiado la atención y el personal comienza a acercarse para ver qué sucede. En medio de todo el caos, Hinata siente que su cuerpo flota, como si estuviera siendo abducido por extraterrestres. El dolor y la dicha dejan de ser relevantes, no puede escuchar ni decir nada, cediendo por completo al único sentimiento que puede detectar en él: Afecto.

¿Como un simple beso puede sentirse tan bien?

La respuesta es clara: nada es simple cuando Kageyama está involucrado.

Su cuerpo está a nada de llegar a las nubes cuando un golpe en el pecho lo devuelve a la tierra, su imaginación le hace creer que hay una flecha incrustada que atraviesa su torso, y cuando reacciona se trata de una mano masculina más grande que el promedio, con dedos largos y nudillos marcados. La reconocería entre miles de millones.

Parpadea, encontrando el rostro preocupado de Kageyama.

—¿Hinata?

Sonríe. Qué bonito es que sus ojos prusia sean lo primero que ve al despertar.

Imita su acción de tomarlo de las mejillas y se acerca para besarlo de nuevo. Es un beso más largo y pausado, con el tiempo suficiente para cerrar los ojos y compartir una respiración. Cómo no se siente suficiente para ninguno de los dos, Hinata toma la iniciativa de mostrarle el camino, separando sus labios y mordiendo los contrarios, Kageyama se tensa en su lugar, lo que consigue sacarle una sonrisa.

—Me despertaste como en los cuentos de hadas. ¿Ahora sí deberíamos casarnos?

El rostro de Kageyama se pone rojo por completo y trata de alejarse, Hinata se lo impide rodeando su cuello con ambos brazos y llenado sus mejillas de besos.

—Siento romper su burbuja rosa de amor, pero están a medio pasillo, y la ventilación aquí no es buena, ¿Podrían ir a besarse a otro sitio donde sus feromonas no alteren a los demás?

Kuroo está de pie frente a ellos, cruzado de brazos, trata de mantenerse sereno aunque su sonrisa sea más falsa que el peluquín del subdirector de la preparatoria Karasuno. A su alrededor, los omegas que se acercaron a ver cubren sus narices mientras contienen la respiración, los alfas no tienen la misma suerte al llevar bozales, por lo que sólo pueden retirarse. Kageyama se ha emocionado tanto que liberó feromonas sin pensarlo, y los ha puesto en un aprieto.

—Vamos a casa.— Hinata llama su atención, seguro de lo que debe estar pensando. Le ofrece la sonrisa más bonita que tiene y eso consigue calmarlo. —Celebremos nuestra victoria.

Kageyama asiente con la cabeza, y a pesar del caos que ha generado, se permite disfrutar del momento.

Qué bonito es sentir.

Chapter 13: ★ El Peor Día Del Mundo. ★

Chapter Text

Lo primero que Yachi hace al mirar la fachada de la casa es burlarse.

—Ustedes fueron un par de lesbianas en su vida pasada, de otra manera, no se me ocurre cómo justificarlo, y mira que yo tengo un doctorado en estas cosas.

—¿Qué se supone que significa eso?

Yachi tiene un evento en Tokio por parte de su trabajo, debe asistir a una exposición de tres días y presentar el proyecto en que su equipo ha estado trabajando; decidió aprovechar un momento libre para visitar a Hinata y ver cómo ha estado. Está al tanto de todas las nuevas noticias, por supuesto, Hinata no podría no decirle. Cuando supo que Kageyama confesó sus sentimientos, lloró de la emoción. Ahora lo mira con admiración, como si fuera un modelo a seguir. Después de todo, está enamorada de una chica que se casó el año pasado con un hombre, tampoco la tiene fácil.

El recibidor de la casa tiene grandes cambios, ella más que nadie puede notarlos, y al entrar en la sala dos aromas íntimamente mezclados hacen presencia. Le hace saber que las personas que viven aquí se han imprimado en el otro, consiguiendo que sus aromas y emociones estén casi tan conectados como si hubiera una mordida de por medio.

—Ya he visitado a Kageyama varias veces antes, pero su casa ahora luce más viva, todo me dice que hay personas viviendo aquí y que disfrutan de hacerlo... Y también, que compitieron por ver quién conseguía poner más muebles de su gusto, sin considerar si combinaban o no.

Nunca entenderán cómo consigue saberlo todo.

Al final, el único momento de descanso de Yachi se convierte en una reestructuración completa de la casa. Jamás pensaron que sería tan obsesiva con su trabajo, pero lo disfruta tanto que les es imposible decirle algo. Así deben ser las personas a su alrededor con ellos y el voleibol, asumen.

Mientras Yachi reorganiza los cuadros en las paredes, duda si sacar el tema o no, tampoco quiere convertirse en una madre estricta y sobreprotectora con ellos, sin embargo, éste es uno de los motivos por los que vino hasta su casa, en lugar de invitarlos a pasar el rato en el evento. Aprovecha que Kageyama sale a contestar una llamada de su hermana para acercarse a Hinata y susurrar:

—¿De verdad ustedes dos están saliendo?

—Sí, lo estamos.

Qué bien se siente decirlo.

—¿Quienes lo saben?— ya conoce la respuesta, pero quiere escucharlo por su cuenta.

—Todo el equipo, por desgracia. Fue un accidente malinterpretado que aún no podemos aclarar.

—Tsukki me dijo que Kuroo se enteró por Bokuto que ustedes dos tuvieron sexo. ¿Estás diciendo que tuvieron sexo por accidente?

Hace unos años, Yachi habría estado demasiado nerviosa como para siquiera mencionar algo al respecto. Haber sido la manager de un equipo masculino la hizo perder el pudor en muchas cosas.

—¡No fue así, lo juro! Eso es precisamente lo que se malinterpretó, y todo encaja tan bien que no se me ocurre cómo convencerlos de lo contrario.

—No te preocupes, te creo. Sé que Kageyama no accedería tan fácil. La verdad es que estoy preocupada por ustedes. Hace una semana creía que estabas en cinta, y luego pensé que Kageyama se haría responsable de tu cachorro, luego resultó que fue una falsa alarma desde el inicio, y ahora ustedes dos están saliendo. Me pregunto si realmente quieres dar éste paso con él, o sólo estás tratando de evadir el duelo por el que deberías estar pasando.

Yachi es su mejor amiga, ambos son omegas y se entienden mejor que la mayoría. Ella más que nadie, más que sí mismo o su propia madre, sabe que Hinata está afectado por cómo se dieron las cosas respecto a su embarazo. Descubrir que sí quiere tener cachorros le ha hecho replantear lo que quiere para su futuro, y cuánto está dispuesto a sacrificar para conseguirlo.

La última vez, su mayor fuente de rechazo fueron la cercanía de los Olímpicos y no tener una pareja con quién compartir la responsabilidad. Ésta mañana ha recibido la noticia de que ha sido clasificado como titular, y ahora está formando una relación estable con alguien que lo ama de manera incondicional.

Entiende que Yachi pueda sentirse preocupada al respecto, después de todo, ya ha conseguido las metas que más quería por encima de un bebé. Después de los Olímpicos en mayo tendrá el camino libre para formar una familia, y ella espera de corazón que ese no sea su único motivo por el que aceptó los sentimientos de Kageyama.

Da una mirada rápida hacia la puerta del jardín antes de tomar sus manos, mostrando una sonrisa confiada, —Quiero dar este paso, lo juro por el voleibol. Sé que la semana pasada mi respuesta habría sido distinta, y sé que todo esto puede parecer demasiado apresurado, pero es lo que ambos queremos. Somos felices.

El aroma de frutos rojos en Yachi deja se sentirse agrio ante la duda, y pasa a ser más dulce a la par que su expresión se relaja.

—Ambos son mis amigos, no sé qué haría si algo sale mal.

—No necesitas tomar bandos, nuestra intención nunca será hacernos daño.

Kageyama termina su llamada y vuelve adentro, dejando su teléfono sobre una de las estanterías. Si contara en billetes la cantidad de veces que lo ha perdido porque siempre olvida dónde lo dejó podría hacerse millonario. Por fortuna, ahora Hinata puede recordarle dónde está.

—¿Cómo está Miwa?

—Sigue organizando su boda y preparando su presentación a la familia de su prometido, no sé qué la tiene más nerviosa. No importa que ya la hayan aceptado, aún quiere darles un regalo. A veces odio que los Kageyama sean tan tradicionales.— chista la lengua y se sienta a la mesa, bebiendo agua del vaso de Hinata.

Hace algunos años aún se ofrecía un cortejo previo al matrimonio, donde el o la alfa hacía un recorrido hasta la casa del omega con que se casaría para darle cuatro obsequios a la familia, recibiendo a cambio su dote. Esto ha desaparecido con el tiempo debido a la escasez de alfas en el país, aunque aún hay lugares rurales que continúan haciéndolo pese a ello. Las familias con mayor número de alfas son las que más presionadas se sienten debido a toda la carga social que conlleva, y dado que la familia Kageyama sólo ha tenido alfas en cada generación, es mayor la expectativa.

—¿Estás diciendo que no vas a darle nada a mis padres?— Hinata enarca una ceja y sonríe, bromeando sobre el tema para que esté menos tenso. Obtiene el resultado contrario, sin embargo.

Kageyama saca lápiz y papel de quién sabe dónde y los apoya sobre la mesa, —Te escucho.

Hinata comienza a dictar un montón de cosas que pasan por su mente aunque no tengan sentido, Kageyama anota cada una de ellas y debe tomar ciertas pausas cuando no sabe cómo escribir alguna palabra. Quizá debió traer un diccionario, ¿Cómo se escribe "carro alegórico"?

Yachi no puede contener la carcajada, ojalá Tsukishima y Yamaguchi pudieran estar aquí para verlos. Siempre bromeaban entre ellos sobre si ésta escena podría darse alguna vez en la vida, y aunque la forma en que las cosas se dieron no fue la más convencional, agradece a la prueba defectuosa por darles una oportunidad.

Aclara su garganta para llamar si atención, ahora debe preguntar por el otro motivo de su visita.

—¿Quieren venir a la reunión de ésta noche? Hoy sólo será una cena con algunos compañeros y miembros de otras empresas, tengo un par de trajes de repuesto si mis compañeros arruinan los suyos, así que no deben preocuparse por qué llevar, ¿Qué dicen? Podrían quedarse al lado de ésta chica introvertida que está harta de que los hombres se le acerquen para coquetearle porque al parecer no luce lo suficientemente lesbiana.

Ambos dejan la lista para mirarla, confundidos, sonríen al entender.

—Así que éste es tu verdadero motivo para venir a visitarnos, ¿Eh? Las amistades reales ya no existen.— Hinata imita haber sido apuñalado en el pecho, fingiendo dolor. Yachi se burla y golpea su hombro, —Por mi no hay problema, con gusto seré tu guardaespaldas.

—¿Y qué hay de ti, Kageyama?

—Me encantaría, pero quedé con Hoshiumi para ayudarle a preparar un pastel de chocolate. Trata de impresionar a su familia haciéndoles creer que puede vivir sin ayuda.

—¿Te ayudó con nuestra cita a cambio de hornear un pastel? ¿Por qué me parece demasiado obvio?

—No seríamos amigos si fuera de otra manera.— Kageyama se levanta y guarda la hoja con la lista en la bolsa de su pantalón, —Pueden llamarme y los recogeré de la fiesta más tarde. Nos vemos.

Deja un beso sobre los labios de Hinata y se inclina para frotar la mejilla en su cuello, imprimando su aroma antes de irse. Yachi suspira con gesto soñador.

—Y sólo les tomó seis años, me esperaba más.

—Todos, al parecer.

La fiesta es en la terraza del edificio donde uno de los presidentes de cierta compañía vive, con una vista panorámica de la ciudad y una piscina a la que nadie entra, con temor a arruinar sus elegantes trajes. A pesar de estar planeada para divertirse, todos parecen seguir enfocados en hacer tratos y halagar el trabajo de otros, en espera de formar lazos que les beneficien a futuro.

Yachi lleva puesto un vestido verde esmeralda con la espalda descubierta que se ata por el cuello, tan largo que toca el suelo sin hacerla tropezar; su cabello recogido en un chongo alto y pasadores con diseños florales. Hinata lleva un traje sin saco del mismo color que el vestido de Yachi, haciendo juego; una corbata negra sobre su camisa blanca y un pendiente en la oreja. Están apartados del resto, con los brazos apoyados sobre el semimuro que les permite ver la ciudad, una copa en mano y poniéndose al tanto de lo que ha pasado, sin importar que ya lo sepan todo. El chiste está en hacer parecer que todo es nuevo y que su conversación es tan importante para que nadie se acerque a molestar. Todo marcha tan bien en las primeras dos horas que pronto Yachi podrá cumplir con el tiempo que le han encargado permanecer en la fiesta y podrá volver al hotel; ya quiere ponerse la pijama y continuar viendo la novela coreana que tiene pendiente mientras come tteokbokki para estar en ambiente.

Hasta que un aroma a vapor oxidado se acerca a ellos, a Yachi le recuerda a las máquinas de humo que siempre ponen en las fiestas infantiles, y Hinata le da la razón. Es incómodo y desagradable.

—¿Qué tal? ¿Disfrutando de una buena conversación? Sé cómo mejorar eso.— es un hombre de sonrisa confiada y entradas en el cabello, debería estar por sus cuarenta años. Intercambian una mirada fastidiada antes de volverse a él.

—¿Con qué? ¿Tú presencia?— Hinata se cruza de brazos y se gira para apoyar la espalda en el semimuro. Yachi imita el gesto.

Tal como esperaba, el hombre tenía la intención de tocarlos por la espalda, acto que se ve interrumpido por su acción más rápida. Sólo pierde la postura un segundo antes de volver a sonreír, jugando con su copa de la que no ha bebido nada.

—Justo diste en el blanco, precioso. Dos omegas tan frutales como ustedes necesitan un balance para todo el dulzor que se cargan, y creo ser el candidato perfecto. ¿Qué les parece si vamos adentro para continuar ésta conversación?

—Yo creo que no, nos gusta más el aire de aquí.

—Sí, el viento se lleva los vapores tóxicos.

Para ser sincero, Hinata está cansado de todas esas personas que tratan de verse atractivos y seductores cuando no lo son, hay tantos en el mundo como estrellas en el universo que ya sabe cómo tratar con ellos, aunque las cosas se complican si recordamos que estos son empleados de una empresa con la que Yachi trata de restablecer negocios. Debe ser más cuidadoso con lo que dice, pero eso no evita que busque maneras creativas de molestarlo.

—Vamos, omegas, un buen alfa les está invitando a transformar ésta aburrida velada laboral en una divertida noche, no hay necesidad de ponerse agresivos.

—Precisamente porque es una reunión del trabajo preferiría que todo se mantenga así, no estoy interesada y mi amigo tampoco, gracias.— Yachi alza más la voz, atrayendo la atención de algunas personas hacia ellos. El hombre se muestra incómodo con la atención y chasquea la lengua antes de irse.

—Vaya, si la temblorosa Yachi de primer año te viera, no creería que son la misma persona.

—Pensará que soy su doppelganger.— sonríe y vuelve la vista hacia la ciudad, algo en sus pensamientos hace su aroma más amargo, —Sé que es imposible porque todo lo que viví me ha convertido en la persona que soy ahora pero, ¿Crees que, si hubiera sido en ese entonces como soy ahora... Habría teniendo una oportunidad con Shimizu?

Hinata se acerca un paso más, dejando que Yachi apoye la cabeza en su hombro. Sabe que no es una pregunta para contestar, pues no hay respuesta que pueda curar su corazón roto, las cosas han pasado y la chica que ama es feliz amando a alguien más. Sólo permanece en silencio junto a ella, compartiendo el frío del otoño con su mejor amiga.

Su momento especial se ve interrumpido una vez más, ahora por un hombre beta que, tomándolos por sorpresa, sí consigue abrazarlos por la espalda. Hinata contiene el impulso de golpearlo cuando gira y su rostro se le hace conocido. Es el dueño del lugar en que se encuentran, lo sabe porque Yachi se lo dijo, pero también siente que lo recuerda de otra parte.

—¿Ese tipo los estaba molestando? Lo siento mucho, mis guardias le han pedido que se retire.

—Señor Jin, no debía molestarse, aún así, le agradezco el gesto.— Yachi se gira por completo y hace una reverencia, no es una persona a la que tenga permitido ofender.

Claro, no le hace ninguna gracia la manera en que se acerca a todo el mundo como si el contacto físico fuera indispensable para respirar, pero no tiene el puesto suficiente para quejarse al respecto.

—Sin problema, Yachi, sólo me aseguro de que mis invitados de otras prefecturas la pasen bien.— aunque sus palabras son para ella, no deja de mirar a Hinata, poniéndolo incómodo. De verdad siente que lo conoce. —La temperatura esta bajado, todos iremos adentro, espero que también nos acompañen.

—Claro, iremos en un momento.

Una vez les da la espalda y se va, Hinata recuerda quién es, y su rostro de oscurece. Su aroma se marchita al crecer la molestia e incomodidad en su interior.

—¿Hinata?

—Tuve una cita con él a inicios del año pasado, jamás podría olvidar su estúpido tatuaje en la nuca.— señala con la cabeza un pequeño tatuaje mal cubierto con maquillaje, —Intentó grabarnos mientras teníamos sexo sin que me diera cuenta. Se molestó cuando dije que no quería y trató de forzarme. Obviamente lo denuncié, pero debí suponer que pagaría la fianza tan fácil.

—No me digas eso.— Yachi siente un gran dolor en el pecho, sintiendo que sus manos le tiemblan. Mira el reloj en su teléfono y asiente con la cabeza. —Ya me presenté el tiempo que necesitaba, llamemos a Kageyama y esperemos por él en recepción.

Toma su abrigo dejado en la mesa más cercana y entran al edificio, evadiendo lo más posible a quienes continúan en la fiesta hasta que dan con la puerta que los guía fuera del departamento.

—¡Ey, chicos! ¿Se van tan pronto? Apenas son las diez.— una persona se interpone entre ellos y la puerta, con un par de copas en cada mano y una sonrisa brillante que en cualquier otra persona sería encantadora.

—Sí, lo siento, me siento mareada y prefiero volver a casa.— Yachi trata de controlar sus feromonas ansiosas sin gran éxito. De pronto vuelve a ser la chica asustadiza que no puede mantenerle la mirada a las personas.

—Te pediremos un taxi, puedes esperar abajo, Hinata te seguirá después.

—No es de la empresa y viene conmigo, prefiero que nos vayamos juntos.

—Ay, mujeres, siempre tan rígidas en sus decisiones, ¿No es así, Hinata? Deberían aprender a ser más libres, como tú entenderás.

Su comentario ha conseguido molestarlo, libera feromonas tan furiosas que su aroma cítrico se amarga al punto de irritar los ojos de las personas que los rodean. Por supuesto, un beta no podría sentirse afectado por ello, no si se tratara sólo del aroma de Hinata. Ahora que el aroma de Kageyama está imprimado en él, cualquier persona puede sentir su presencia como si estuviera ahí. El único que no es afectado por el aroma territorial y amenazante es Hinata, que está acostumbrado.

—Vete al diablo y muévete.

El hombre cae de rodillas al suelo y se arrastra por el piso, siguiendo su demanda. Trata de huir hacia la terraza por aire, y si no estuviera más enfocado en sacar a Yachi de ahí, le haría la noche imposible. Toma la mano de su amiga, que cubre su nariz tanto como puede mientras suda a mares, y sale del departamento. Yachi recupera el aire cuando entra al ascensor.

—Lo siento, de verdad lo siento. No estoy muy seguro de lo que pasó.

—Esta bien... Esta bien, así funcionan las feromonas de Kageyama.— Yachi da un masaje circular en su pecho, aliviando el pesar, —Qué bueno que no estuviste el día en que Tsukishima le buscó pelea y no se le ocurrió mejor manera de molestarlo que decirle que lo odiarías si supieras de sus sentimientos. Me oriné encima.

A veces Hinata olvida que todos conocen la parte agresiva de Kageyama mejor que él, esa parte propia de su naturaleza que está gobernada por completo por sus instintos. Se ha esforzado por años para que él nunca lo detectara, pero eso no significa que los demás corrieran con la misma suerte. Sólo ahora puede entender la magnitud de su existencia enigma, y ni siquiera está seguro de hacerlo por completo.

Kageyama llega diez minutos después, aunque debía atravesar media ciudad para llegar; su aroma está lleno de ansiedad y molestia, corriendo hacia ambos cuando aparca el auto frente al edificio.

—¿Están bien? Empecé a sentir que estabas en peligro y vine lo más rápido que pude. Luego llamaste y supe que estaba en lo correcto.— primero revisa el rostro de Yachi y sus brazos, en busca de alguna herida o un aroma que no sea el suyo. Cuando se asegura que está a salvo, se gira a Hinata para abrazarlo.

Hinata le devuelve el abrazo después de unos segundos, no había notado lo asustado que estaba hasta éste momento. Olfatea su cuello para calmarse.

—Siempre me cuidas incluso si no estás conmigo, ¿Acaso eres un ángel guardián?

—Soy un cuervo, y le sacaré los ojos a quien se le ocurra lastimarte.— deja un beso en su nuca antes de separarse, vuelve a girar hacia Yachi cuando recuerda que no están solos, —Vamos, los llevaré a casa.

—¿Puedes llevarme al hotel? Quiero mi ropa.

Kageyama asiente con la cabeza, puede detectar en ella su propio aroma, y ya que él no es el responsable, se hace una idea de lo que pudo haber pasado. Lo mejor es que Yachi vuelva a la seguridad que sus ropas con aroma a frutos rojos pueden darle.

El viaje en auto de mantiene más callado de lo usual, pese a tener una conversación fluida, los tres se sienten incómodos y sin ganas de aparentar normalidad. Hinata puede contarle lo que pasó cuando aparca el Suzuki azul en la cochera, y su reacción es idéntica a la que tuvo, con la diferencia de que Kageyama reprime tanto sus feromonas que Hinata no puede detectar nada en él.

Sabe que es su manera de cuidarlo, aunque eso le haga más daño que ninguna otra cosa.

Arruga el pantalón al hacer puños sus manos.

—Te dije que no debías contenerte cuando estés conmigo. Enójate si te sientes así, yo también lo estoy.

—Ya debiste sentir cómo sería si me enojo, y eso sólo fue una cantidad tan pequeña como la uña de mi dedo.— Kageyama masajea su sien con una mano, sin poder verlo a los ojos.

—Podré soportarlo. Enójate.

—Nadie puede hacerlo, estoy seguro de que algunas personas en esa fiesta deben estar vomitando o inconscientes. Si yo hubiera estado ahí, pude haberlos mandando al hospital.

Hinata lo toma del cuello de su playera y tira de él, encontrando su mirada. 

—No me estás entendiendo, necesito que te enojes. Sabes que ese maldito no me dejó dormir por una semana completa al sentirme observado en mi propia habitación. Te quedaste despierto todas esas noches conmigo, haciéndome compañía. Si finges que nada pasa me sentiré sólo e indefenso, como si estuviera exagerando. Así que enójate, idiota.

Kageyama sale del auto y lo rodea para abrir la puerta del copiloto, sus acciones tan rápidas que no dejan tiempo a Hinata para procesarlo. Lo toma en brazos al estilo nupcial y lleva a ambos a su habitación, donde su aroma se concentra más que en cualquier otra parte. Deja a Hinata sobre su nido y se acomoda encima suyo, escondiendo el rostro en su cuello y rodeándolo con ambos brazos por la cintura.

El aroma de Kageyama siempre ha sido abstracto y difícil de describir, es probable que cada persona en el mundo tenga una definición diferente, tan diferentes como similares. Mientras unos dicen que es como estar a la vanguardia en el campo de batalla, y otros dicen que es como presentar un examen sin haber estudiado nada y sin ropa, algunos difieren al alegar que es como ganarse la lotería cuando acaban de robarte la cartera. Sin embargo, ahora mismo su aroma se siente como el peor dia del mundo. Hinata recuerda toda la frustración del primer partido que perdió contra el Aoba Josai, la fiebre que lo atacó a medio partido en el torneo de primavera, los días en Brasil donde se ahogaba en desesperación e insuficiencia, cada cita que ha salido terrible porque han decidido ser unos imbéciles sin consideración por el sentir de los demás. Todo se mezcla en un sólo sentimiento, como si lo hubiera vivido todo al mismo tiempo. Está tan furioso que comienza a llorar y maldecir, pataleando como un niño pequeño y golpeando la espalda que evita que se levante. Ahora entiende por qué lo ha llevado a un lugar donde pudiera estar a salvo.

Cuando se calma, tan agotado que ya no puede seguir peleando, el aroma se regula también. Siente su espalda dejar de tensarse y recibe varios besos que suben desde su nuca hasta sus labios. Kageyama realmente parece satisfecho de liberar su enojo.

—Gracias.

Dicen al mismo tiempo, sonriendo sin poder evitarlo.

Chapter 14: ★ Un Jugador A La Medida. ★

Chapter Text

Yachi tuvo que volver a casa más pronto de lo debido. Al día siguiente a la fiesta, la policía irrumpió en la casa del director ejecutivo Jin, y lo arrestaron por varios cargos relacionados con delitos sexuales. Todas las pruebas que se necesitaban estaban en el disco duro de su computadora, eso garantizaría que no volverán a dejarlo libre a cambio de una pequeña fianza como la última vez, alguien como él pasaría al menos dos años en prisión antes de conseguir libertad provisional, es el suficiente tiempo para pasar por el peor de los infiernos.

Mucha gente que se enteró de la noticia estaba feliz de que la justicia al fin cayera sobre él, algunas de sus víctimas pudieron romper el silencio y hablar del tema, mientras otras encontraron consuelo en saber que no volverán a verlo.

Hinata sigue fingiendo lavar los platos del desayuno para mirar a Kageyama caminar de un lado al otro en el patio trasero, está escuchando lo que la otra persona tiene para decir por medio de una llamada, sólo dando un sí ocasional. Ha estado así desde la tarde de ayer, después de acompañar a Yachi a la estación de trenes. Sabe que él es la justicia de la que todo el mundo habla, y también sospecha que del otro lado de la línea hay un oficial de policía o un abogado, dándole las noticias completas.

No tiene bases para creer en ello, después de liberar su enojo permanecieron abrazados hasta que se durmió y ayer por la mañana se enteró de la noticia, no hubo suficiente tiempo para que se vea involucrado en una redada que sucedería seis horas más tarde, y estuvieron juntos el resto del domingo. Sin embargo, el aroma de Kageyama se siente como el propio ahora que se ha imprimado tanto en él, puede detectar el sentido analítico que utiliza en un partido, y una vaga sensación de satisfacción. Para alguien como él que consigue todo lo que quiere en el momento en que lo pide, no le sorprendería que llamara a la policía por la madrugada y ellos justamente hayan decidido que su alerta tenía mayor prioridad.

O quién sabe, tal vez sólo le está dando demasiadas vueltas.

Kageyama termina su llamada y vuelve adentro, cierra la llave con prisa y seca sus manos en un trapo. Una vez cruza el marco del comedor, evade su mirada un segundo antes de enfocarse de nuevo en él. Arquea una ceja.

—¿Qué sucede, señor Justicia?

Consigue calmar sus nervios un poco, viéndolo formar una sonrisa y soltar una risa nasal. Se acerca hasta poder rodearlo con ambos brazos, acariciando su cintura con los pulgares, —No hay nada de lo que debas preocuparte, todo salió bien.

—¿Estás admitiendo ser el señor Justicia?

Su sonrisa se hace más grande, últimamente sonríe mucho, —No lo sé, ¿Qué dice mi aroma?

Hinata se inclina para olfatear su cuello, puede ver qué sus orejas se ponen rojas por la cercanía, aunque aparente tranquilidad. Su aroma se siente en calma, como mirar por la ventana del autobús camino a otra prefectura, sólo observando el paisaje lleno de flora y fauna. Sea lo que sea que ha hecho, todo le dice que debe hacer caso a sus palabras, ya no hay peligro. Se aparta lo suficiente para mirarlo a los ojos, y acaricia su mejilla.

—Que quieres que te bese.

—Parece que ya lo entiendes a la perfección.

Hasta ahora todos sus besos han sido simples roces de labios, pequeñas mordidas se añaden cuando Hinata quiere hacer algo más, pero siempre se contiene porque Kageyama es totalmente inexperto, no quiere asustarlo. Hoy, sin embargo, no quiere contenerse más, quiere que sepa lo agradecido que se siente con él por protegerlo.

Kageyama se separa un segundo después de besarlo, pero Hinata vuelve a acercarse y consigue darle otro beso antes de que se enderece, por su diferencia de altura es un tanto difícil tomar la iniciativa. Lo toma de la mano y van juntos al salón, sentando a Kageyama sobre el sofá mostaza, tiene cara de que no entiende lo que pasa, hasta que su rostro palidece cuando Hinata se sienta sobre sus piernas y acaricia los mechones de su cabello.

—Oye...— Hinata apoya un dedo sobre sus labios, impidiéndole hablar.

—Relajate, sólo será un beso. Prometo que te gustará.

Ama lo débil que se vuelve cuando quiere satisfacerlo, fingiendo que su cuerpo no está temblando mientras cierra los ojos y espera a lo que le hará, sus cejas se fruncen ante el nerviosismo. ¿Cuándo fue la última vez que alguien se puso de ésta manera ante la idea de darle un beso más íntimo? Y, a su vez, ¿Cuándo fue la última vez que él se emocionó?

Disfrutar de hacer cosas ya cotidianas con alguien que pueda hacerlas sentir como si fuera la primera vez es todo un regalo. Acaba de descubrirlo.

Junta sus labios una vez más, dejando pequeños besos, suaves y pausados, a la espera de que lo imite; sonríe cuando lo consigue. Muerde su labio con un poco de fuerza, consiguiendo un quejido de su parte y que abra la boca lo suficiente para tener el espacio que necesita, gira el cuello para poder respirar mejor, y comienza a succionar su labio superior de forma lenta y tranquila para que pueda entender lo que hace y seguirle el ritmo. Cuando el calor y la humedad llenan su labio inferior puede saber que Kageyama sigue sus instrucciones, incluso si hace un gran desastre de saliva o lo muerde por accidente. Sabe que está dando lo mejor de sí mismo. Hinata se aparta un poco para dejarlo respirar y observa con detenimiento sus ojos nublados y sus labios hinchados. Es demasiado lindo, más aún cuando vuelve a cerrar los ojos a la espera de repetirlo, seguro que quiere hacerlo mejor.

Su segundo beso es más natural, buscan un ritmo que ambos puedan seguir y Hinata no pierde la oportunidad de morderlo cada vez que lo golpea con sus dientes por accidente. Una vez ambos consiguen encontrar el punto medio, Hinata toma las manos de Kageyama, que hasta ahora se han aferrado al sofá como si de ello dependiera su vida, y las coloca en su cintura, dejando que meta las manos por debajo de su pijama. Acaba de volver del jardín, el clima a principios de noviembre le ha enfriado las manos, lo que eriza cada vello de su cuerpo y suelta un jadeo involuntario. Eso parece gustarle mucho a Kageyama, que vuelve más demandante el beso y libera feromonas mientras sus manos recorren cada centímetro de su cintura, maravillado con la suavidad de su piel y lo caliente que se siente en contraste. Hinata vuelve a dar una pausa cuando no puede controlar más sus jadeos, alzando la cabeza para darle espacio a su cuello. Una lengua caliente y húmeda se pasea por su manzana de Adán hasta su nuca, puede oler en su aroma la repentina molestia por la existencia de su collar, y aunque sabe que es peligroso, busca el candado y coloca el código para quitárselo. Kageyama vuelve a sentirse feliz.

—¿Te dan vergüenza los besos, pero no tocarme de ésta manera? ¿Qué diría tu madre si nos viera así?— trata de burlarse por lo necesitado que parece estar, sus intentos se ven interrumpidos cuando Kageyama muerde sus clavículas, el filo en sus colmillos aparece.

—Diría que me tardé demasiado.

Vuelven a besarse por tercera vez, más urgente que las primeras dos, Hinata tira de su cabello y Kageyama continúa tocando su espada, ambos conteniendo las ganas de llevarlo todo un paso más allá. Tienen que ir a entrenar y si no paran ahora se les hará tarde, ni siquiera ellos están exentos de no ser remplazados por alguien más si no cumplen con las exigencias que un equipo nacional requiere.

—Vamos, aún nos tenemos que bañar.— Hinata trata de levantarse al apoyar las manos en su pecho, pero Kageyama reafirma su agarre para levantarlos a ambos al baño del segundo piso.

—Perfecto, continuemos ahí.

—¡Ey! ¡Bájame!— necesita abrazarlo con brazos y pies para no caerse, lo que contradice por completo a sus palabras. Kageyama le hace caso hasta que entran al baño, sentándolo en el borde de la bañera. —Debo pensar bien cuándo provocarte la próxima vez, te emocionas mucho.

—Porque eres tú.

Lo observa nivelar la temperatura del agua, hincado a su costado. Nunca había puesto real atención a lo que hace, sólo disfruta del agua caliente, quizá sea por eso que nunca consigue la temperatura que le gusta por su cuenta. No parece tener gran magia, en realidad, deja que la bañera se llene hasta la mitad con agua caliente y luego abre la llave fría por diez segundos. Al final, mete la mano para tantearla, y asiente con la cabeza al estar satisfecho. Su mano sale roja por el calor, rodeada de vapor.

—¿Es muy caliente para ti?

—Tengo poca tolerancia a las cosas calientes, Miwa dice que es porque nací en invierno.

—¿Y por qué recién me entero de algo tan importante?

—Nunca preguntaste.— se encoge de hombros, restando importancia, —Y tampoco es la gran cosa, es sólo un momento.

Hinata quiere decir que no, que es importante porque lleva años preparando el agua para él cada vez que se queda a dormir en su casa, lo que pasa al menos una vez a la semana, pero las palabras se atoran en su garganta cuando Kageyama toma su pie derecho y le quita el calcetín, repitiendo su acción con el pie izquierdo. Cómo ha tenido que girar el cuerpo para hacerlo, ahora lo tiene de frente, puede apreciar desde un ángulo perfecto la flexión de sus brazos y lo grandes que son sus hombros. Es hipnotizante. Pasa la mano por su cabello, atrayendo su atención, guía el movimiento hasta su mejilla y la acaricia, sintiendo que su respiración se calma a la par que cierra los ojos, disfrutando del gesto.

Muerde sus labios antes de preguntar:

—¿Quieres bañarte conmigo?

Kageyama abre los ojos, parpadea lento al procesar la información, y su rostro se pone rojo de la vergüenza.

—¿Eh?

—Se hará más tarde si cada quien se baña por su lado, es una buena manera de ahorrar tiempo y agua. Bastante ecológico, ¿No?

—Supongo que lo es.

Si lo piensa con la cabeza fría, en cada campamento de preparatoria los de primer año se bañaban juntos, salvo por el espacio reducido y su reciente relación más allá de una amistad, no debería haber ningún inconveniente.

No debería, se mentaliza mientras Hinata se quita la pijama.

No debería, se repite cuando Hinata deja su boxer en el suelo y queda desnudo por completo.

No debería, reza cuando Hinata entra a la bañera y suelta un suspiro satisfecho, dándole la espalda.

No debería... Al diablo, nadie cree eso.

—Si no vas a entrar, ¿Puedes quedarte conmigo? Ayúdame con la espalda y terminaré más rápido.— Hinata no cree que se haya animado a hacerlo, disfrutando de molestarlo a pesar de no lograr su objetivo principal.

Cuando las manos con que se ha obsesionado desde hace una semana comienzan a masajear sus hombros, tantea la idea de llevarlo todo un paso más adelante, pero al final desiste porque no tienen suficiente tiempo para jugar. Enjuaga su propio cabello y continúa por su rostro y brazos, disfrutando la fresca sensación de estar limpio. Las manos en su espalda comienzan a bajar por sus omóplatos, masajeando en círculos, y luego pasan por debajo de sus brazos para llegar a su pecho, acariciando sus pezones. Ahora es él quien está en un aprieto.

—Aún hay muchos lugares donde puedo ayudarte a limpiar.— susurra contra su oreja, aprovechando la proximidad para seguir recorriendo su torso con ambas manos mientras aparenta que lo enjuaga. 

Hinata lleva sus manos al borde de la bañera para tener algo a lo que sostenerse, sin despegar la vista de la forma tan obscena en que está siendo tocado y soltando jadeos por lo bajo, el aire caliente que envuelve el baño choca con su respiración, generando más vapor. Le gusta demasiado los golpes de valentía que tiene de vez en cuando, como la semana pasada que casi lo besa estando en celo, cuando realmente lo hizo al recibir los resultados, o como ahora mismo; una zona particular de su cuerpo lo sabe. Es vergonzoso sentirse tan expuesto, pero eso también lo excita más. Aprecia con hambre y deleite cómo sus manos se detienen a pocos centímetros de su bajo vientre y, en lugar de tocarlo, las dirige hacia sus piernas, haciendo más presión que en cualquier otra parte. Hinata empuja la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el hombro de Kageyama y mojando su firme pecho con el agua que gotea de su espalda. En ésta posición Kageyama encuentra la forma de darle besos en el cuello, aunque seguro la pose debe dolerle, sería mejor si estuvieran más cerca.

—Entra... Por favor, entra.

—¿Entrar a dónde? ¿Mmh?— Kageyama palmea uno de sus glúteos de forma sugerente, sacándole una sonrisa.

—A la bañera, idiota. También quiero tocarte.

—No tengo idea de lo que estás hablando. Yo estoy limpiando tu cuerpo tal y como me lo pediste.

—Entonces déjame limpiarte también.

—Si lo haces, vamos a llegar tarde de verdad. ¿No se supone que es importante ser puntuales estos meses? No queremos arruinar nuestra reputación.

Suelta un gran quejido, deteniendo sus manos. Odia que tenga razón justo en éste momento.

—Entonces vete, me distraes.

—¿Quieres que me vaya para terminar de bañarte, o para que puedas tocarte pensando en mi sin sentir vergüenza?

—¡Pervertido!— le arroja agua a la cara, avergonzado de que descubra sus verdaderas intenciones. Kageyama sólo sonríe victorioso al tener la razón.

—Iré al baño de mi habitación, te veo abajo para irnos juntos. Recuerda que hoy comienzan los entrenamientos del equipo nacional.

Una vez lo escucha cerrar la puerta, cubre su boca con una mano, mientras la otra se introduce bajo el agua para comenzar a tocarse.

“La semana pasada estuve en una situación similar pero, ¿Por qué siento que estoy perdiendo más que antes?”

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

—Aaaah, muero por tener sexo.

Atsumu tropieza con su propio pie y cae al suelo, Sakusa consigue estabilizarse antes de imitar su acción, arrugando su expresión en una mueca de asco total.

—¿Por qué crees que nos importa?

—Sólo quería decirlo, es todo. Dicen que a los amigos no se les oculta nada.— se encoge de hombros y le ofrece una mano a Atsumu aún en el suelo, es bueno que no le haya sangrado la nariz. —No tengo nada de sexo desde hace dos semanas, es un poco frustrante.

—No vendrás a decirme que no has tenido sexo con Tobio.— Atsumu arquea una ceja, sin creerle. Sacude el polvo de sus rodillas.

Hinata suspira con pesadez, —No, nada de nada.

—Vaya, eso jamás te había pasado, sueles tener sexo cada tercer o cuarto día, si te va mal.

—La gente que te escuche pensará que soy un adicto al sexo, TsumTsum. Qué vocabulario tan vulgar.

—Pues lo eres.

Sakusa suspira frustrado y vuelve a correr. Bokuto regresa cuando se da cuenta que ha estado corriendo solo, no escuchó nada de la conversación.

—Vi que TsumTsum se cayó y volví, ¿No te rompiste la nariz?

—Nah, peores golpes me ha dado Samu.

Los tres vuelven a correr, no les cuesta volver a alcanzar a Sakusa, que desearía ser sordo o poder volar ahora más que nunca. Están poniendo al tanto a Bokuto sobre lo que dijeron antes.

—En todo caso, eres más adicto al sexo que yo, TsumTsum. Por eso no puedes mantener relaciones serias, te aburres de las personas cuando te acostumbras a sus hábitos en la cama, ¿Con qué cara te burlas?

—Alto, alto, yo no soy quien tiene más sexo aquí, ¿De acuerdo? Bokuto tiene una pareja estable con quién lo hace cada tercer día, y sólo porque el pobre chico no puede seguirle el ritmo al señor cojo como perro en celo.

—Oye, Akaashi tiene caderas muy sensibles, debo cuidarlo,— no niega sus acusaciones porque no hay nada que negar, las cosas son así. En su lugar, piensa por unos segundos antes de declarar: —Dudo mucho que haya en Kageyama algo de lo que preocuparse... Aunque creo que dependerá más del rol que tomen.

—Tienes razón, Kotaro, ¿Sabes qué tan grande es ahí abajo, Shoyo? Esa cosa debe ser enorme, seguro te rompe.

—¡No sé nada de eso! Ya les dije que vamos lento, apenas comenzamos a besarnos el viernes, ¿Con qué cara le pido que no me deje salir de la cama por tres días seguidos?

—Ahora eres tú el vulgar.

—Al próximo que mencione algo referente al sexo lo mataré.— Sakusa les da una mirada cargada de odio, liberando feromonas agresivas y usando su voz de mando como pocas veces. Incluso Bokuto pasa saliva, más nervioso por sus palabras que por su aroma.

Hay un periodo de paz por los próximos minutos, terminan de correr las cuatro vueltas que deben dar y se unen al resto del equipo para comenzar a calentar. Kageyama está en una esquina, hablando con el entrenador, tiene las manos en las caderas y cada poco observa la tabla que el entrenador le muestra. Sin poder evitarlo, los cuatro mantienen su mirada fija en él, Sakusa termina haciéndolo en contra de su voluntad, pero lo hace.

Y más que mantenerle la mirada a él, lo hacen a una zona en especial. 

Bokuto alza su pulgar para tratar de medir, considerando la distancia, el ángulo y las proporciones. No entiende ninguna de ellas, pero algo como eso le están enseñando en la universidad y quiere hacer parecer que aprende algo.

—Mis condolencias, Hinata. Te van a romper.— niega con la cabeza al cabo de un rato.

—“No soportó cuarenta y siete centímetros”, pondremos en tu ataúd.— Atsumu junta las manos como si rezara, y eso les causa gracia.

Justo en ese momento, Hoshiumi pasa a su lado, tiene una botella de agua en la mano y parece querer rellenarla. A Atsumu se le ocurre una idea que quizá lo meta en problemas.

—Ey, Korai, ven un momento.— hace un ademán con la mano para pedirle que se acerque, el albino hace caso y se sienta junto a ellos, —Lo que voy a preguntar se queda entre nosotros.

—¿No estarás intentando...?— Hinata intenta preguntar, incrédulo, Atsumu le cubre la boca.

—¿Sabes cuánto mide Tobio?

—Un metro con ochenta y ocho centímetros, dos milímetros.

—Ah, por eso son amigos... Me refiero a que si sabes su tamaño de... Ya sabes, abajo.— señala su propia entrepierna, consiguiendo que el rostro de Hoshiumi se ponga rojo hasta las orejas, mira a Hinata un microsegundo antes de bajar la vista a sus manos.

—No, no tengo idea.

—Yo creo que sí. Pareces culpable.— Bokuto de cruza de brazos y entrecierra los ojos, tratando de ver debajo de su mentira. —Prometo que Hinata no se enojará, de hecho, te lo preguntamos porque tiene que ver con su salud.

—Sí, sí, podrías decir que es de vida o muerte.— Atsumu se une, inclinándose más hacia el albino.

Hoshiumi trata de buscar ayuda en Hinata, pero continúa con la boca bloqueada; entonces mira a Sakusa, pero ahora parece interesado en el tema, quizá lo haya tomado desde un enfoque competitivo o sea mera curiosidad. Está solo en esto.

Suspira y sube la vista al techo, si Kageyama se entera de lo que está por decir, lo matará. Todo sea por salvar el trasero de Hinata. Literalmente.

Si Hinata no estuviera entre las personas presentes, podría decirlo sin problema, más aún porque es el único que lo sabe. Se muerde la lengua para cuidar sus palabras.

—No lo medí con una regla, no sé su tamaño exacto, pero creo necesitarías al menos tres puños para cubrirlo completo... Y es de sangre.

—¿Es tan grande y todavía se atreve a crecer? Maldito monstruo.— Sakusa chista la lengua.

—No sé si tenerte envidia o lástima, Shoyo.— Atsumu suelta su boca y palmea su espalda, Bokuto le sigue también.

Sin embargo, la cabeza de Hinata está tratando de procesar cuánto son exactamente tres puños. Mira sus manos y las junta, acercándose a Hoshiumi para conseguir la que le falta. Una vez tiene la medida, un intenso aroma a mandarinas lo envuelve por completo, las cuatro personas a su lado deben alejarse y cubrirse la nariz.

—Lo perdimos, está loco por meterlo en su boca.

—¡Qué vulgar!

Chapter 15: ★ Sabor A Cereza. ★

Notes:

Hay una pequeña mención de sexo no tan consensuado al inicio del capítulo, y luego cinco mil palabras de sexo con Kageyama top aunque no es demasiado mi área de trabajo.

Disfruten

Chapter Text

Kageyama corta la fruta para el desayuno con manos hábiles y rápidas, en trozos cuadrados del tamaño adecuado para meterlos a la boca sin ahogarse, sin deformar su frágil forma cuando presiona lo necesario para mantenerla firme en su lugar al manejar el cuchillo, con un filo correcto y una precisión inigualable.

Hinata pasa saliva con dificultad.

No ha podido dejar de mirar sus acciones por más cotidianas que sean desde aquella conversación hace una semana, cada vez más cautivado por la flexión de los músculos de sus brazos, la forma en que sube y baja su pecho al respirar que más parece querer escapar de lo apretada que le queda la camisa, y el elegante movimiento de sus manos al manipular diversos objetos. Es tan adictivo que pronto deberá llamar a algún centro de rehabilitación que pueda curarlo, o quizá a un oculista que le diga que la única cura para no quedar ciego es mirar lo que más le guste.

Qué tonterías está pensando.

Suspira, abatido, tratando de distraer su mente en otras cosas. Tiene muy poco que Kageyama puede darle besos sin ahogarse, aún debe esperar un poco más. Además, él es diferente al resto de sus citas, no sabe qué tan buena idea es tener sexo sin haber formalizado.

Sin embargo, eso es lo que más le preocupa.

Para Hinata, el sexo es una parte fundamental de su vida, disfruta el placer de sentirse deseado y de satisfacer a alguien, siempre aprende algo nuevo y eso lo motiva a descubrir cuál es el límite de sus capacidades, qué tanto puede ofrecer y cómo se siente estar plenamente satisfecho, sin ningún apice de frustración. Sabe que Kageyama va a lastimarlo las primeras veces porque carece de experiencia y él nunca lo ha intentado con un tamaño igual al suyo, pero aún quiere intentarlo. Lo quiere tanto que duele.

En cuanto a Kageyama, no tiene idea de cuánto tiempo debe fingir que no nota la desesperación en su aroma. Ha tratado de hacerle saber que está mentalmente preparado para dar el siguiente paso, sabe mejor que nadie lo mucho que Hinata gusta del sexo y está dispuesto a complacerlo, pero parece que sus intentos no surten efectos: le da besos en la nuca, le ofrece las playeras que acaba de usar para que arme su nuevo nido, se ofrece a lavarle la espalda cada que se baña, pasea sin camisa por la casa, lo invita a tomar una siesta en su nido, se imprime en él cada que puede, halaga lo fuertes que son sus piernas y cada vez que lo abraza trata de juntar sus cuerpos tanto como puede. Hinata sigue sin entender y sólo huye cuando tiene la oportunidad. Primero pensó que Hinata era tímido, pero eso lo descartó de inmediato; ahora tiene la sospecha de que sigue tratando de tomar lenta su relación, y no sabe cómo decirle con palabras que está bien para él tener sexo si se trata de Hinata.

Una vez intentó tener sexo con otra persona, pensó que podría hacerlo porque todos a su alrededor parecen no tener problema con no establecer lazos románticos de por medio, pero descubrió que no es lo suyo. Está seguro de que hay una palabra por ahí que lo define, cree haberlo leído un par de veces mientras trataba de conocerse más a fondo.

De cualquier modo, no sabe cómo expresarse. Se le acaban las opciones y la paciencia.

Tiene planeado hacer un movimiento más tentativo que cualquiera que haya intentado: tendrán una noche de películas románticas y utilizará la cercanía que el sofá les proporciona para tocarlo. Ha estado buscando información en internet y revistas sobre cómo tener sexo, compró algunas cosas que necesitarán y ha pensando en la excusa perfecta en caso de que necesiten faltar al trabajo mañana.

Todo lo que tiene que hacer es esperar a que caiga la noche.

Mientras tanto, seguirá tomando su tiempo para cortar la fruta, sintiendo la intensa mirada de Hinata recorrer cada centímetro de su cuerpo. 

Es tan extraño saberse deseado.

Quiere decir, muchas personas le han dejado en claro el interés sexual que le profesan, al menos uno de cada tres omegas que conoce trata de seducirlo, pero siempre es tan incómodo que nunca se tomó el momento para considerar que las personas lo encuentran atractivo enserio y no porque se atravesó en su camino. Kuroo siempre le dice que es guapo y por eso lo escoje en cada publicidad nueva, pero gustarle a la persona que te gusta es algo totalmente diferente.

Van en camino al trabajo más callados de lo usual, lo que significa que mantienen una conversación fluida y respetando el espacio del otro al hablar; otros días tendrían una pelea sin sentido o cada uno hablaría hasta interrumpirse.

Durante el entrenamiento, el entrenador los mantiene en equipos opuestos dada su relación tan estrecha, quiere que todos se acostumbren a los hábitos de cada integrante del equipo antes de dejar que los más cercanos estén juntos. Por consiguiente, Hinata hace más equipo con Ushijima y Hoshiumi que con Kageyama o los Black Jackals.

Hablando de eso, desde aquel día hace una semana Hoshiumi no puede mantenerle la mirada a Hinata por más de cinco segundos, eso no afecta a su desempeño a la hora de jugar, sin embargo, le hace creer que algo pasó y no está enterado de ello. ¿Acaso está molesto porque no lo defendió del interrogatorio de Atsumu? Aprovecha el descanso para acercarse a preguntarle. Está sentado en el suelo tocando la punta de sus pies con las manos, así que necesita hincarse a su lado para hacer más privada la conversación.

—¿Está todo bien entre los dos?

Hoshiumi salta sobre su lugar y deja de estirarse para mirarlo, su aroma se tensa, —¿De qué hablas?

—Me evitas desde el lunes pasado.

—¿En serio? No lo había notado.— finge una risa y rasca su nuca, todo en él grita que está mintiendo, él mismo se da cuenta y deja caer su farsa, luciendo como un globo al que le sacan el aire, —Lo siento, no hay nada malo, sólo estoy nervioso por la reacción que podrías tener.

—¿Qué tiene mi reacción? Agradezco la información que nos diste.

—Sí... El problema es que no sabes cómo la conseguí, y tampoco sé si puedo decírtelo.— vuelve a bajar la vista al suelo, tratando de esconder su aroma a ciruela y menta para que Hinata no pueda detectar la vergüenza que siente.

Qué vergonzoso es sentir vergüenza.

—Bueno, los asuntos entre Kageyama y tú no me corresponden, así que no debes preocuparte por eso. Si crees que voy a enojarme porque tuviste sexo con él, prometo que no me importa, sería muy hipócrita de mi parte, ¿No lo crees?— Hinata sonríe a modo de burla, tratando de calmarlo.

—No tuvimos sexo.

—Lo que sea que haya pasado, era sólo un ejemplo.

No negará que sí tiene curiosidad, es una parte de Kageyama que desconoce por completo y se siente como un navegante entre la niebla, sin luna ni estrellas que le sean de guía para llegar a tierra firme. Eso no significa que vaya a sacarle información a la fuerza, claro, está bien descubriéndolo por su cuenta. Suena emocionante.

El aroma de Hoshiumi se relaja, dejando que la menta y la ciruela dancen en el aire. Es relajante, lo que le anestesia para lo que está por escuchar.

—La verdad es... Kageyama quería intentar tener sexo en su rut con alguien, ya sabes, todo el mundo lo hace y pensó que le ayudaría porque es una bestia esos días. Tú estabas en Brasil y, aunque estuvieras aquí, no se habría atrevido a pedirtelo, así que fui la opción más razonable a su juicio. Yo no le di demasiadas vueltas porque los amigos están para ayudarse, pero no conseguimos nada, su excitación no duró mucho incluso con su rut porque yo no le gusto.

Bien, olviden lo que acaba de pensar, sí se siente celoso. Esconde sus feromonas amargas para que no lo note.

—¿“Los amigos están para ayudarse”? Ya entiendo por qué me ayudaste esa última vez.— le golpea con su codo un par de veces, intentando bromear. Se repite tanto como puede que es cierto, ha estado con muchas personas antes de Kageyama, no tiene por qué sentirse celoso de que él lo intentara con alguien más.

—No es por ofender, pero no volvería a hacerlo. Eres el amor eterno de Tobio y jamás le haría eso a mi hermano. Esa vez estaba en la fiesta cuando nos drogaron con afrodisíacos y pasó, aunque, ¿Sabes? Debimos suponerlo al ver que éramos un enorme grupo de omegas en una fiesta organizada por un alfa. En su casa.

—Ni me lo recuerdes, temí por mi vida. Sólo puedo agradecer de que encontramos una habitación para escondernos hasta que llegó la policía.— chista la lengua, recordando los sucesos de esa noche. Aunque la mitad están borrosos, —Esa puerta nos salvó del resto, pero no de nosotros mismos.

—Todo es culpa de ese maldito, ¿Por qué los alfas sólo piensan con la cabeza de abajo? Alguien debería quitarles derechos.

Ambos rien y olvidan la incomodidad anterior. A veces sólo tienes que aliarte contra un enemigo en común para que los lazos se reafirmen.

—¿Y ahora por qué? Suficiente tengo con cargar bozal hasta en los restaurantes, gracias.— Atsumu se acerca a su conversación cruzado de brazos, sólo ha escuchado la última parte.

—Porque sólo piensan en sexo.

—Aaah, ni cómo combatir eso. Es la misma razón por la que hay un nuevo artículo en la ley de protección omega que supuestamente dice que debemos mostrar la cartilla de supresores consumidos en lugares cerrados para que nos dejen entrar. El día de mañana nos pondrán en una jaula para servir de exhibición.

—Recordaremos llevarte bocadillos a escondidas, TsumTsum.

Atsumu sólo le enseña el dedo medio antes de que el entrenador sople el silbato, marcando el final de su descanso.

—Ahora que lo pienso, ¿Por qué Kageyama no hace nada de eso? Nunca sale a la calle con bozal y puede entrar a las tiendas donde prohíben alfas.

No sabe quiénes conocen de su verdadera naturaleza, pero por lo que le dijo, todos creen que es un delta dominante como ningún otro, aunque de seguro ya hay personas que tienen sus dudas al respecto.

—¿Quién se atrevería a decirle algo a un tipo como él? La mayor parte del tiempo influye en las emociones de los demás para convencerlos de que puede salirse con la suya cuántas veces quiera y sin consecuencias de por medio. Por eso ni siquiera Sakusa podía decirte que no es un beta, y eso que a él le fascina arruinar las sorpresas.— Hoshiumi se encoje de hombros, —En realidad, creo que no explota sus capacidades como es debido, estoy seguro que sería el gobernador del país si quisiera, yo lo haría, aunque de seguro él convencería a cada persona en el mundo que el voleibol es lo más increíble que existe.

—Es tan probable que no puedo sorprenderme.

Hinata se detiene un segundo para pensar nuevamente en ello. Conforme los días pasan, sus conocimientos sobre la casta de Kageyama aumentan, y recién considera la idea de haber sido influenciado por su naturaleza enigma para convencer a sus instintos de que en todos estos años no detectaba ningún aroma, de que era un beta. 

¿Kageyama sería capaz de manipularlo? ¿Eso siquiera le interesa? No se sintió molesto cuando descubrió la verdad, y tampoco ahora que tiene una teoría en mente que no es nada agradable. Algo en él sigue considerando que los motivos para hacerlo están fundamentados y no puede juzgarlo, aunque seguro es distinto para cada persona.

Al final, él también se encoge de hombros, decidiendo no enfocarse más en el tema.

 

.° ⁠* ⁠♡ * °.

 

Sobre la mesa hay brochetas de carne y cubos de queso, fresas con chocolate derretido, bebidas carbonatadas que una vez vio a Hinata tomar, una botella de vino italiano y dos copas, aunque estas últimas son más bien para aparentar más romanticismo en el ambiente junto a las velas aromáticas y la baja luz, eso decía la revista que leyó.

Todo está listo para llevar a cabo su plan, sólo falta esperar que Hinata termine de vestirse y baje al salón.

Limpia sus manos por enésima vez, con cada segundo que pasa está más nervioso. Lame el dorso de su mano como un felino y lo frota contra su cuello, acicalarse le ayuda a calmarse.

—Vaya, ¿Qué es todo esto? Pensé que era noche de películas.— Hinata aparece detrás suyo, sorprendido con la vista que lo recibe.

—Pensé en volverlo más temático, ya que hoy tocan películas románticas.— no debe olvidar mencionar su coartada.

—Sé que eso salió en el papel de la ruleta que hicimos, pero no tenemos que hacerlo si no quieres, después de todo, no eres fan de esas películas.

Por supuesto, no va a decirle que escribió en todos los papeles «peliculas románticas» para evitar que algo saliera mal en su plan.

—Siempre es bueno cambiar de aires, uno nunca sabe si en el futuro sus gustos pueden cambiar e interesarse por algo que antes creía imposible, ¿No lo es?— sonríe con burla y Hinata entiende a lo que se refiere, entorna los ojos y se contagia con la sonrisa.

—Tienes razón, todos podemos cambiar nuestros gustos con el paso del tiempo.

La noche de películas empieza, tienen un frasco con varios papeles con nombres de películas que ambos propusieron, la única regla es que sean de romance con final feliz, y no uno de terror como “Lalaland” o “Yo Antes De Ti”, Hinata siempre llora de tristeza porque no quedan juntos y eso los alejaría de su plan inicial. 

El primer papel se abre, Hinata celebra porque ha salido una de sus opciones, y toma el control remoto para buscarla. Si siguiera viviendo en su departamento o si no supiera de sus sentimientos, llevarían pijamas a juego, ahora Kageyama debe apartar la vista cuando su playera holgada se desliza por su hombro o al alzar los brazos puede ver el borde de su boxer.

Por supuesto, no sabe que Hinata lo está haciendo a propósito, con toda la intención de cautivarlo y creyendo que fracasa cada vez.

La película empieza y se acurrucan juntos, cubiertos por una frazada debido al frío. Comen lo que ha preparado hasta que nada queda en los platos, llenan una copa de vino para beber cada vez que algun personaje haga o diga algo demasiado romántico, haciendo comentarios ocasionales sobre las cosas que van pasando a lo largo de la película aunque se hayan aprendido la historia de memoria, incluso Hinata actúa algunos diálogos con voces fingidas y expresiones exageradas. Todo está llendo por buen camino, motivando a comenzar con la segunda parte del plan.

Hay una escena donde los personajes de confiesan sus sentimientos bajo la lluvia, tomado sus mejillas para besarse mientras la música empieza, ahora es el momento.

Kageyama tiene su brazo derecho rodeando el cuello de Hinata, aprovechando la posición para jugar con su cabello en todo éste tiempo, sus dedos fríos se deslizan hasta su oreja y comienza a acariciarla. Hinata continúa con la vista en la televisión, así que necesita ser más atrevido, entonces su mano recorre un camino imaginario por su cuello hasta su hombro, agradecido con la piel expuesta que se tensa al ser tocado. Su otra mano comienza a masajear una de sus piernas que tiene puesta sobre las propias, acariciando desde los tobillos hasta su rodilla y repitiendo el movimiento un par de veces más, hasta que su mano baja a su muslo y lo aprieta, Hinata lo detiene.

—¿Qué estás haciendo?— alza la cabeza y conecta miradas, la luz proveniente de la televisión muestra su rostro avergonzado.

—Miro la película, ésta es mi parte favorita.

—Me refiero a tus manos.

—Estan tocando su parte favorita.— vuelve a apretar su muslo y se acerca para besarlo, haciendo una pequeña pausa antes de tocar sus labios. Si Hinata no quiere que lo haga, entonces se alejará.

—¿Estás eran tus verdaderas intenciones desde el principio?— su tono de voz suena incrédulo, como si la idea de «Kageyama quiere sexo» fuera imposible.

—Todo lo que es importante para ti es importante para mí, no tengo problema con hacerlo si tú quieres.

Hinata suelta un suspiro frustrado, —¿Por qué no hablamos de esto antes? Hemos perdido mucho tiempo.

Sin darle permiso a contestar, se sienta sobre sus piernas y comienza a besarlo, tan demandante como sólo él puede hacerlo. A Kageyama no le toma mucho adaptarse a su ritmo, recordando que debe inclinar más su cabeza para poder respirar. Sus manos recorren sus piernas hasta su cadera, donde hunde los dedos en la asentuacion de su hueso, consiguiendo un jadeo desde la garganta de Hinata. Algo que repetían mucho las revistas es que debía estar al pendiente de cada gesto y sonido para detectar las cosas que le gustan y desagradan; como eso parece ser de su agrado, vuelve a repetirlo. En efecto, Hinata le demuestra que lo disfruta aumentando la intensidad del beso y empujando sus caderas hacia él, sonriendo cuando puede sentirlo presionarse con fuerza. Es el turno de Kageyama de jadear, baja su agarre hacia su trasero para impulsarlo de nuevo, sintiendo que el calor se acumula en su vientre bajo a mayor prisa que durante su rut. Es esto lo que necesitaba, estar así con Hinata. Él y sólo él.

Kageyama deja sus labios y continua besando en dirección a su cuello, Hinata se quita el collar para darle más espacio igual a la última vez, y cuando besa alguna parte que le gusta, empuja sus caderas. Puede sentirlo crecer cada que repite su acción, nublando su mente unos segundos ante todas las posibilidades que se le presentan. Saber lo necesitado que está por la forma en que tiembla y la manera en que se deja llevar le parece muy atractivo, un hombre que lo tiene todo al alcance de su mano jadea con el mínimo roce, como si no existiera nada mejor.

Nunca se había sentido tan deseado por alguien.

Sin querer quedarse atrás, tira de su cabello con la mano izquierda mientras la derecha comienza a tantear su pecho apretado contra la camisa, está seguro que ha usado ésta en particular por lo mucho que le gusta verlo con ella puesta, el rebote de la luz sobre la tela negra hace suave a la vista su robusto pecho, siempre ha querido saber si al tacto es igual. Puede comprobarlo de cierto cuando lo toca, amasando lo que puede entrar en su mano. Todo en él es tan grande, no podría pedir nada mejor, la vida sabe mejor que nadie lo mucho que le gusta comer porciones enormes. Lleva ambas manos hacia el borde de su camisa y la alza lo suficiente para tocar su piel desnuda tanto como quiera, Kageyama ahoga un gemido contra su cuello que termina de excitarlo, ha sido bajo y ronco, acompañado de un ronroneo satisfecho.

Con algo de dificultad, consigue hacer una pregunta: —¿Tanto me deseas que te has puesto duro con sólo besarme?

Kageyama no quiere separase de su cuello ni por un segundo, omitiendo contestar. Sigue lamiendo sus glándulas de olor, mientras se frota tanto como puede. Deja de apoyar la espalda contra el respaldo del sofá mostaza para inclinarse sobre su cuerpo, arqueando el cuerpo de Hinata hasta que debe apoyar los codos sobre la mesa de té frente a ellos para no perder el equilibrio. A pesar de sentir temblorosas las piernas por su incómoda posición, tenerlo encima suyo se siente bien, dejando que continúe un poco más antes de insinuar llevarlo a la cama.

Hinata mira la mesa donde se apoya y ve la botella de vino, estaba cerrada cuando comenzaron la película (que, por cierto, ya terminó), y ahora se encuentra a la mitad. Ambos han bebido lo suficiente para nublar parte de su juicio, quizá a ello se deba la rapidez con que ambos quieren continuar, mezclado con las semanas frustradas sin contacto físico. En el caso de Kageyama, dada su casta una cantidad de alcohol como la que ha bebido no debería significar nada, necesitaría al menos tres botellas para embriagarse, pero lleva años sin sentir satisfacción sexual, y ahora que se le ha presentado la oportunidad, cada parte de su cuerpo piensa aprovecharlo.

Ahora está seguro de que sí va a romperlo.

—Vamos arriba, a mi nido. Llévame.

No debe pedirlo dos veces para que Kageyama lo cargue y, sin dejar de besarlo, tome una bolsa escondida detrás del sofá y se dirija al segundo piso, con el camino tan memorizado que no necesita verlo. Abre la puerta con un golpe y Hinata la cierra de una patada, sacudiendo los posters que ha pegado en ella por el viento causado. Al dejar a Hinata sobre la cama, Kageyama termina de quitarse la camisa y la deja a un costado, está seguro que todas las prendas que se quite en la noche de hoy no volverá a usarlas, Hinata siempre se niega a que salgan de su nido una vez entran, lo que será un recordatorio diario de lo que ha pasado entre ambos. Después de hoy, no hay vuelta atrás, podrá afirmar ante todo el mundo que se pertenecen en cuerpo y alma.

Aunque su corazón ha tenido su nombre grabando desde hace muchos años atrás.

Se posiciona entre las piernas de Hinata y toma su tiempo para verlo, desde su cuello hasta sus hombros están llenos de marcas de besos y mordidas, no se trata de ningún mosquito; también hay marcas rojizas en sus piernas debido a la fuerza con que lo ha tomado, está seguro que debe tener otras tantas en su trasero y caderas, quiere ver cada una de ellas. Hinata se sienta sobre su cama y también se quita la playera, con movimientos lentos, disfrutando de verlo fruncir el ceño al tardarse tanto. Qué desesperado se ve, con la respiración errática, el rostro enrojecido, los labios hinchados y el cabello alborotado. Acaba de descubrir lo mucho que le importa ver las expresiones de su pareja durante el sexo, tan observador como siempre. Recorre con la mirada cada parte de su cuerpo en compañía de ambas manos, disfrutando de la vista, se detiene en el borde de su pantalón, mordiendo su labio inferior al saber lo que le espera, incluso si la tela es gruesa y holgada puede verlo marcarse sobre ella. Está tan nervioso que las manos le tiemblan y su aroma se torna agrio, lo que Kageyama interpreta como miedo. Acaricia sus manos y busca su mirada.

—No tenemos que hacerlo si no quieres. Hay más cosas que podemos intentar.

—¡No, no! ¡Estoy bien, enserio! Sólo me intimida un poco porque eres grande... quizá demasiado.

—Entiendo si no...

Hinata desliza su pantalón hasta sus rodillas, interrumpiendo sus palabras. A veces olvida que Kageyama se basa más en actos que palabras, no creería completamente si sólo dice que está bien, debe demostrarlo.

Su rostro se sonroja tanto que duele al verlo marcarse contra su boxer, con la punta mojada y luchando por salir de la apretada prisión en que se encuentra. Durante la noche que durmieron juntos en la cabaña no puso atención al hecho de estar semidesnudos, más enfocado en disfrutar su cita y ganar la guerra de almohadas. Era un ambiente diferente al de ahora, y no sabe si es por el alcohol, las palabras de sus amigos, la excitación o todo eso junto, pero le parece más grande de lo que quisiera admitir. ¿Realmente va a caber en su boca? Debería calentar su cuello y mandíbula primero.

Kageyama finge toser cuando no deja de mirarlo, avergonzado. No sabe si hacer algo para distraerlo o dejarlo pensar lo que sea que pase por su cabeza. Hinata parpadea un par de veces y suelta su pantalón, dejando que él mismo termine de quitárselo. Una vez termina, Hinata lo toma del cuello y ambos caen a la cama, volviendo a besarse, busca una almohada cercana y levanta las caderas para posicionarla debajo de ellas, consiguiendo la altura que necesita. Kageyama lo toma de la cintura y vuelve a frotarse contra su cuerpo con mayor ímpetu que antes, ya no debe preocuparse porque el espacio sea reducido y puedan caer al suelo. Con menos ropa pueden sentirse más, lo que trae consigo jadeos y gemidos provenientes de ambos, acelerando el ritmo a la par que el calor aumenta. Las uñas de Hinata se clavan en su espalda y sus piernas lo rodean por las caderas, entregado por completo al placer. Si hace un mes le hubieran dicho que conseguiría correrse sólo con frotarse contra la ropa, no lo habría creído. Ahora que su cuerpo cae sobre la cama con la respiración errática y su boxer empapado en semen, le queda muy claro que las personas pueden cambiar.

El descanso no llega, sin embargo, Kageyama continúa empujando sus caderas al simular embestidas mientras vuelve a besar su cuello, bajando hasta su pecho. Sólo puede agradecerle a la vida que ninguno de los dos tenga suficiente con una ronda, ya sea en el voleibol o en el sexo.

Hinata ejerce toda la fuerza que puede para hacerlos rodar sobre la cama, ahora quedando encima suyo, deja un camino de besos empezando por su cuello, siguiendo por sus pectorales a los que disfruta de lamer, continuando por su abdomen marcado y finalizando en el borde de su boxer. Alza la vista para encontrarse el rostro conmocionado de Kageyama, debe tener una idea de lo que hará. Su mano derecha masajea su mandíbula y hace un calentamiento rápido con el cuello, lo que menos quiere es lastimarse. Una vez se siente listo, toma de nueva cuenta el resorte de su ropa y la desliza un poco antes de detenerse, en caso de que Kageyama se arrepienta y ya no desee continuar. Cómo no hace ningún movimiento, lo toma como una aceptación silenciosa, y se permite deleitarse con la vista en primera persona de lo que le recibe. Tan pronto como quita la tela, aquel pene con que ha soñado la última semana se levanta en el aire, luciendo su magnificencia con gracia, sacudiéndose un poco de un lado al otro. La punta del glande está roja e hinchada, con líquido preseminal escurriendo de él y cayendo a su vientre entre grandes gotas; su tallo es largo y grueso como tres de sus puños sobrepuestos, de un tono rosado y pálido aunque más oscuro que el resto de su piel, con venas hinchadas de sangre a reventar que se acentúan y le dan una textura apetecible; está curvado hacia la derecha, donde suele acomodarlo para evitar que sea una molestia en su diario vivir; debe ser difícil saltar y correr, aunque es seguro que lo toma como motivación diaria para esforzarse más; los vellos en su base son negros y lacios, no resultan excesivos ni escasos, son la cantidad perfecta para evitar infecciones y no incomodar cuando lo ponga en su boca, incluso la naturaleza ha sido tan amable con él en ese aspecto; sus testículos son pesados y redondos, debe almacenar tanto semen en ellos que nunca se quedará seco, con billones de espermatozoides esperando la oportunidad de cumplir su labor en éste mundo y fecundar un óvulo maduro.

De pronto, tiene muchas ganas de tener un cachorro.

Sacude la cabeza para quitarse esos pensamientos, ya podrá pensar en ello cuando los Olímpicos terminen. De hecho, debe asegurarse muy bien de que eso no suceda por los próximos meses, algo en sus instintos le dice que basta una vez para quedar en cita si se trata de Kageyama.

Sin perder más tiempo, toma la bolsa que Kageyama dejó a un costado, sin saber cómo sentirse al ver lo bien preparado que está. No puede evitar pensar en lo mucho que investigó sobre marcas de condones y lubricantes para conseguir los mejores y más adecuados a ambos. Incluso se atreve a pensar que debió buscar en su cajón cuáles son las marcas que él utiliza, estando seguro de que no tendrá alguna reacción alérgica con una marca que no le beneficie.

Abre el lubricante y coloca un poco en su dedo índice, levantándose hasta quedar frente al rostro de Kageyama y aplicarlo en sus labios.

—También es importante que tú no seas alérgico, no soy el único que lo usará.— explica cuando lo ve arquear una ceja, es obvio que, por más que trate de investigarlo todo, hay cosas que el internet no explica. Uno debe descubrirlo por su cuenta.

Sus labios no pican ni sufren reacciones alérgicas, lo que es buena señal. Vuelve a su posición entre sus piernas y vierte una mayor cantidad en la palma de su mano, sintiendo el líquido viscoso hecho de aceite escurrir entre sus dedos. Con gran seguridad en sí mismo y en sus conocimientos, toma el miembro de Kageyama y comienza a masturbarlo, conteniendo la respiración por un segundo al notar que sólo puede rodearlo con dificultad, debe apretarlo para que sus dedos consigan tocarse. Es un verdadero monstruo. Sólo con un par de movimientos su glande expulsa más presemen, su aroma se hace más intenso y su cuerpo tiene un par de espasmos. No importa lo grande e imponente que sea su pene, Kageyama sigue siendo una persona en su etapa reproductiva que ha vivido frustrado desde la adolescencia. Quizá necesiten varias sesiones para que Kageyama dure el tiempo suficiente en la cama. No le molesta esperar.

Toma un condón sabor a cereza del paquete que Kageyama ha conseguido y mira el tamaño con detenimiento una vez abierto, no está muy seguro si los consiguió en una tienda o conoce a algun fabricante que los hizo a su medida, le preguntará después. Mete la lengua en el aro del condón usando sus manos hábiles, empujando el resto de la protección dentro de su boca. Apoya su pecho sobre sus piernas y luego arquea la espalda para levantar el trasero, consiguiendo un mayor equilibrio y ampliando su radar de movimiento dada la ocasión especial, si se recostará sobre la cama, no podría mover el cuello. Su mano izquierda toma el tallo desde la base para evitar que se mueva y la derecha lo sujeta de las caderas a modo de advertencia, buscando que se quede quieto aún si quiere impulsarse dentro de su boca. Todo está listo.

Primero deja un beso en la punta del glande, escuchándolo suspirar, deposita un segundo beso y luego chupa un poco, consiguiendo un gemido. Recorre toda su longitud con besos pequeños, de vez en cuando succionando, y al llegar a la base deja una pequeña mordida inofensiva. Kageyama tiene un espasmo y gruñe, llevando una mano a su cabello, toma toda su fuerza de voluntad no empujarlo, en su lugar, se distrae con la intensa mirada que le ofrece, lamiendo y chupando toda su longitud sin perder el contacto visual. Al volver a la punta, abre más la boca y mete el glande completo, frotandolo con la lengua y haciendo círculos en su orificio. Mientras lo hace, deja que el aro del condón aún en su boca se deslice por su longitud. Continúa tratando de introducir todo cuánto puede en su cavidad, llevando una de sus manos a su mandíbula cuando tiene problemas y cerrando los ojos para concentrarse, debe calentar más la próxima. Una vez consigue llegar a la mitad, se da por bien servido, comenzando a sacarlo y meterlo en un vaivén lento para que ambos se acostumbren; la mano en su mandíbula baja hasta sus testículos y los masajea, apretando y sacudiendo al mismo ritmo que sus embestidas. Disfruta mucho de escuchar a Kageyama gemir contra su mano, mientras la otra tira de su cabello y masajea su cuello, no parece decidirse si animarlo a usar la garganta o convencerlo de que está bien de éste modo. Es muy lindo.

Decide hacerle caso a su primera intención, bajando cada vez más hasta que tres cuartas partes están dentro de su boca, apretándose contra su lengua y garganta. También suelta sus caderas y deja que Kageyama se impulse tanto como desee para ocupar esa mano en masturbarse, jalando la punta de su pene cada vez que consigue llegar más profundo, y meneando las caderas al sentir que el clímax llega por segunda ocasión. Los dedos en su nuca se enredan entre sus mechones y lo presionan más, Kageyama suelta un gemido ronco y gutural mientras aprieta las piernas, entiende que se ha corrido cuando su boca se siente más húmeda y caliente. Sale con cuidado y deja varios besos más en la punta antes de levantarse por completo, su mano llena de semen gotea hasta la cama. Dos veces son suficientes para agotarlo, considerando el día de entrenamiento y su ardua tarea de garganta profunda, pero hay un pequeño inconveniente: la erección de Kageyama no ha bajado ni un poco, en realidad, parece haber crecido más.

—Eres un...— trata de bromear, pero su garganta duele y comienza a toser, seguro que mañana tendrá problemas para hablar.

Kageyama, que tenía la vista nublada y perdida en algún punto del techo mientras agradecía a cada dios existente por darle una boca grandiosa a Hinata, se levanta de su lugar y busca en la bolsa una botella de agua para ofrecerle. Claro que también lo consideró.

Hinata bebe de ella y suspira satisfecho, ofrece la botella para que beba también, gemir tanto siempre deja la boca seca.

—Eres jodidamente asombroso, Hinata. De verdad lo metiste todo en tu boca, sin ahogarte.

—¿Esas son tus primeras palabras? ¿En serio?— se siente avergonzado y orgulloso en partes iguales, no creía que lo conseguiría.

—Necesito decirte lo increíble que eres, de lo contrario me regañas y dices que soy insensible.

—Me refiero a cuando estamos en un partido, idiota... Vuelve a decirlo.

—Eres jodidamente asombroso, Hinata. De verdad lo metiste todo en tu boca, sin ahogarte.— repite sus palabras exactas, acercándose para darle un beso. Sabe a cereza, vino y semen.

—¿Quieres continuar?— se atreve a preguntar cuando deja besos en sus mejillas, puede notar que aún sigue erecto y demasiado duro. No cree que vaya a bajar pronto.

—Déjalo, ya has hecho mucho hoy. Bajará en algún momento.

—Oye, el sexo es para disfrutar, no para limitarse. Parte de satisfacerte a ti mismo es satisfacer a la otra persona, y yo quiero hacerlo. Sé que va a doler porque eres enorme y primerizo, pero no me importa. Confío en que me cuidarás.

Para mostrar lo comprometido que está con sus palabras, deja besos en su cuello y comienza a tocar su pecho, deslizando sus manos hasta su espalda y atrayendolo hasta que ambos caen a la cama de nuevo, Kageyama queda encima suyo, así puede decidir si detenerse o no, aunque espera que no lo haga.

Por fortuna, lo ve tomar el lubricante a un costado y abrir la tapa, vertiendo en su mano una cantidad considerable así como le vio hacerlo antes. Kageyama se acomoda entre sus piernas y deja una almohada debajo de sus caderas a pedido de Hinata, inclinándose una vez más para recorrer su cuerpo con besos y mordidas que consiguen volverlo a excitar. Su mano sin lubricante acaricia el interior de sus muslos y separa sus glúteos mientras la otra vierte el líquido entre ellas, luego toma un condón nuevo de la caja e introduce su mano completa. Hinata podría burlarse de él en otra circunstancia, pero ahora agradece que lo haga.

Dos dedos entran primero, el índice y medio, se expanden como tijeras al entrar por completo y se juntan al retirarse, presionan los bordes en busca de su próstata, tardando un par de movimientos en encontrarla, sabe que lo hizo por la forma en que Hinata arquea la espalda y contrae su interior, apretando sus dedos, eso será su perdición una vez dentro. Un tercer dedo se une a la fiesta, atacando directamente la zona con golpes rápidos y consecutivos, mientras los otros dos continúan dilatando su alrededor. Los brazos de Hinata rodean su cuello y usa sus piernas para impulsarse hacia arriba, pidiendo que entre más profundo. Gracias a lo que investigó sabe que los sigmas tienen una capacidad de hasta quince centímetros y pueden recibir hasta siete centímetros de grosor, no está muy seguro de que sea suficiente, pero es más que la mayoría de omegas, así que deben agradecer a su mutación. Como gamma no podría ni en un millón de años.

El cuarto dedo apoya al resto y su pulgar se queda en la entrada, masajeando la zona porque será la primera en recibirlo y realmente necesita asegurarse de que pueda con ello. Su boca está ocupada en chupar sus pezones, dejando un rastro de saliva en su camino y poniéndose cada vez más duros y rojizos. Algún día se usarán para darle leche materna a su cachorro, pero por ésta noche y las siguientes son la nueva adicción de Kageyama. Le es casi imposible soltarlos, lo que le hace olvidar que su mano debe continuar moviéndose. Hinata gruñe y lo golpea con su pierna, no le gusta ser abandonado cuando más bien se siente, se calma cuando Kageyama vuelve a moverse y usa su aroma para disculparse. Para el final, sus cinco dedos se unen junto a su mano entera y crean embestidas a un ritmo pausado y lento, entrando tanto como pueden para medir el espacio disponible. No cree tener la misma suerte que con su boca, pero es suficiente para su primera vez.

Separa sus cuerpos lo suficiente y se retira de su interior para que pueda verlo ponerse un condón completamente nuevo, sin dobleces ni grietas o agujeros, tampoco intenta esa seductora pero perjudicial forma de abrirlo con la boca, leyó que eso puede romperlo también; una vez el aro toca la base y hay espacio suficiente para el semen una vez eyacule, sube la pierna derecha de Hinata a su hombro y busca sus labios para distraerlo mientras guía la punta de su pene a su entrada dilatada, que ha hecho un gran trabajo al lubricarse a sí misma de manera natural. El glande está caliente y necesitado, entrando con cuidado pese a sus ganas de meterlo por completo de una vez. Continúa con la misma velocidad hasta que Hinata se queja y empuja su pecho, sólo la mitad ha conseguido entrar. Se mantiene en su lugar liberando feromonas calmantes hasta que Hinata le diga que puede moverse, dejando besos en sus mejillas y susurrando que lo está haciendo muy bien. Sale con el mismo cuidado anterior y entra de nuevo, limpiando una lágrima que cae de los ojos de Hinata, quiere detenerse para que vuelva a acostumbrarse, pero se lo niega al balancear sus caderas un poco, está determinado a hacerlo hasta el final. 

El ritmo se hace cada vez más difícil de mantener, ambos quieren ir más rápido y profundo, limitados por sus propios cuerpos. Para la quinta embestida, Kageyama no puede contenerse más, aumentando el ritmo al entrar y volviendo a ser lento cuando sale, Hinata rompe el beso sin poder respirar correctamente y lo aprieta más en su abrazo, comenzando a llorar, sus gemidos se atoran en la garganta y pequeños espasmos contraen su interior, causando que Kageyama jadee y maldiga repetidas veces. Su mano adquiere vida propia y le da una nalgada, lo que desconcierta a Hinata por un segundo al encontrarlo excitante, no sabía que le gusta que le peguen. Quiere pedirle que lo intente de nuevo, sólo para estar seguro, pero no consigue armar una oración con la boca ocupada en gemidos y súplicas por ir más rápido. Sin embargo, Kageyama parece haber notado el reciente interés por ello, repitiendo su acción anterior con la misma fuerza y consiguiendo un suave y sexy gemido involuntario de Hinata. Ambos están fascinados con su nuevo descubrimiento, dando más y más nalgadas cada vez que entra, consiguiendo que lo apriete antes de retirarse y repetir el patrón tantas veces como sean necesarias. Kageyama esconde su rostro entre su cuello y hombro, susurrando entre jadeos lo mucho que le gusta y lo caliente que le pone, conteniendo las ganas de sacar los colmillos para morderlo. Hinata acaricia su cabello y luego tira de él, sin saber qué más hacer con sus manos; algunas veces necesitó masturbarse a sí mismo para conseguir correrse, pero hoy perdió la cuenta de cuántas veces lo ha hecho ya, su vientre manchado de tanto semen que salpica la cama por sus bruscos movimientos.

Kageyama entra dos dedos más de la mitad, lo que asusta a Hinata en un primer momento, pero se calma al verlo quedarse quieto y tratar de recuperar la respiración. Su interior se siente caliente y húmedo a pesar de la separación que el latex le proporciona, confirmando que ha terminado. Con algo de pesar, casi como si no quisiera hacerlo, retira su pene y se recuesta a un costado suyo, Hinata siente un gran vacío como jamás lo tuvo, mordiendo su lengua para no pedirle que lo llene de nuevo.

Ambos miran el techo por algunos minutos mientras respiran hondo, sintiendo el latido de sus corazones golpear en las orejas. Hinata tiene las piernas adormecidas y temblorosas, y la garganta ronca, mientras que Kageyama cree haber rejuvenecido cinco años cuando gira el rostro y la evidencia de lo que acaba de pasar se nota plasmada en cada parte del cuerpo de su amado.

Así que es éste sentimiento lo que motiva a las personas a tener sexo. Ya lo entiende. No hay nada más satisfactorio en el mundo que ver la sonrisa victoriosa de Hinata. Sabe que toda la preparación previa y las semanas frustradas valieron la pena.

—Hagámoslo de nuevo cuando despierte, ahora me voy a desmayar.— Hinata cierra los ojos llenos de lágrimas y se queda dormido, luce demasiado bonito.

Kageyama gira su cuerpo y acaricia su rostro con la yema de sus dedos, ninguna escultura realizada por el mejor artista podría igualarse a su belleza ni en un millón de años. Deposita un beso en sus labios y se levanta de la cama, notando que gran parte de las ropas que conforman su nido han caído al suelo, y ahora rechina con el mínimo movimiento, seguro que alguna de las tablas de madera que la sostiene se rompió. 

Va al baño para preparar la bañera y vuelve por Hinata cuando está listo, dispuesto a limpiarlo antes de que el semen se seque, leyó que es doloroso hacerlo cuando se pega a la piel. Primero mete a Hinata y luego a sí mismo, apoyándolo contra su pecho para poner manejar su cuerpo sin inconvenientes. El agua caliente remueve con facilidad todos los fluidos que los cuerpos de ambos tienen, y el jabón elimina la mayor parte del aroma del otro, aunque su olfato aún puede distinguir que Hinata huele a él en dos direcciones diferentes, su felicidad es tanta que no duda en imprimarse en él, recién notando que su cuello está lleno de chupetones y mordidas, arrepentido de perder el control y no tener consideración, seguro que mañana va a dolerle mucho, así que lo acicala a modo de disculpa.

Una vez limpios, vuelve a la habitación y busca ropa para vestirlos a ambos, tener el cuerpo caliente y luego frío en cuestión de segundos puede causarles un resfriado, así que se asegura de incluso ponerse calcetines y cubre a ambos con una manta. Mira a Hinata entre sus brazos y se siente dichoso de conseguir satisfacerlo en medida de lo posible, esperando hacerlo mejor cada vez, hasta que no haya nadie en el mundo que pueda complacerlo como él lo hace.

Quizá sí se siente celoso por todos estos años de verlo salir con otras personas después de todo.

Chapter 16: ★ Lo Más Importante. ★

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Hinata se reportó enfermo y no pudo ir a entrenar al día siguiente, volviendo a sus actividades deportivas el miércoles. Mantiene en labios una sonrisa como ninguna otra, su aroma es más dulce que otras veces y hay una nota especial en cada esquina de su cuerpo, una que no le pertenece de manera natural. No se necesita ser un genio para saber lo que pasó, menos si se considera que ayer Kageyama lucía exactamente igual de enamorado de la vida.

Si antes los molestaban con que habían tenido sexo en su primera cita, ahora es oficial. Sin embargo, nadie se atreve a hacer comentarios al respecto, no cuando ellos mismos lo mencionan por accidente o interactúan de cierta manera que grita a los cuatro vientos: «Ey, tuvimos sexo y fue grandioso.»

Por dar algunos ejemplos, Hinata casi no se sentó en todo el día incluso cuando debían estirarse en el suelo, alegando que necesitaba un descanso. Su voz sonaba rasposa y más grave de lo usual, como quien sale de un concierto y se ha dejado la garganta en gritar sus canciones favoritas. Varias veces lo encontraron con la mirada perdida en el techo y comenzando a sonreír como un bobo. Y, cómo dato adicional, llevaba una camisa de cuello de tortuga bajo el jersey. En cuanto a Kageyama, sobreprotegía a Hinata tanto como podía, preguntándole después de cada salto si estaba bien o si quería un masaje en la cadera. En cada descanso le ofreció té caliente en lugar de agua. No dejaba de mirarle el cuello como si tuviera un imán adherido. Y también miró a la nada como un idiota.

Parecían un par de adolescentes, y si no fuera porque estaban jugando mejor que cualquier día, los habrían mandado a casa para que despejen la mente.

Aún así, eso no evitó que Hoshiumi tomara del brazo a Kageyama y se lo robara a Hinata durante el almuerzo. Sus feromonas resintieron tanto la separación repentina que sus aromas se volvieron agrios.

—Qué dramático te has vuelto, Kageyama Tobio. El sexo debió ser grandioso para ponerte así de estúpido.— Hoshiumi se cruza de brazos, lo ha llevado a la terraza para tener privacidad.

—No estoy siendo dramático, tú fuiste inoportuno.

—Nop, tú eres dramático.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Que sí.

Kageyama entorna los ojos y da media vuelta para irse, no quiere perder el tiempo en peleas infantiles cuando Hinata está allá dentro, rodeado de personas que siempre impregnan su ropa y piel con aromas diferentes; ha resistido por seis años a esa sensación, ya no puede seguir fingiendo que no lo vuelve loco. Una mano en la puerta detiene sus intensiones, Hoshiumi se cubre la nariz con su mano libre, frunciendo sus cejas.

—Hueles a celos fatal, Tobio. No creí que serías ese tipo de persona, pero también me lo esperaba.

—¿Ahora de qué estás hablando?

—Por lo general, cuando las personas comienzan a salir, todo es miel sobre hojuelas y amor eterno. Caminan tomados de la mano, se dan de comer en la boca, hacen llamadas telefónicas que duran horas y ninguno quiere colgar, ese tipo de cosas. Cuando tienen sexo y les encanta, eso se multiplica por un millón, se desviven por el otro y llegan a un punto de obsesión tóxico, por eso muchas parejas con dos meses de noviazgo creen que es buena idea irse a vivir juntos. Claro, ustedes son idiotas por naturaleza y hacen todo en el orden que les venga en gana, pero no sé han librado del enculamiento.— apoya su espalda en la puerta y se prepara para la reacción que podría tener. Quizá debió traer a algún alfa, por si acaso, —Si no quieres que tu relación se arruine antes de siquiera comenzar, debes controlar esos sentimientos autodestructivos.

—¿Desde cuándo es autodestructivo querer pasar tiempo con la persona que amo?

—Desde que tomas tus descansos para coquetearle y no buscas al entrenador para compartir ideas de próximas jugadas.

Es cierto, no se ha acercado al entrenador en todo el día, más enfocado en acariciar el cabello de Hinata y decirle lo lindo que es. Ese hecho obvio para todos y recién para sí mismo le hace reaccionar. A penas han pasado unas horas de éste repentino cambio en su actitud, es un alivio que Hoshiumi se detuviera a encararlo. Si pasara el tiempo suficiente de esa manera, no querría salir de la cama para ir al gimnasio si eso significa seguir dormido junto a Hinata.

Con gran terror, recapacita sobre sus actos en la mañana. Hoshiumi detecta un cambio en sus feromonas y suspira aliviado, es una suerte que su amigo sea un idiota que ama más al voleibol que a su propia vida.

—No digo que dejes de lado tu romance con Hinata, has esperado mucho tiempo por ello, mereces ser la persona más feliz del mundo, pero no te obsesiones con el enculamiento, es más sano y divertido estar enamorado.

—Aun no entiendo la diferencia entre esas dos palabras.

—El enculamiento es... como un amarre. Te gusta esa persona, sí, pero sabes que su actitud es horrible y no te conviene, así que te alejas. Pero cuando estás enculado es como si te hubiera hechizado, no te importa que escupa en la calle, golpee perros y no se lave los dientes, igual darías tu vida por él. Todo porque el sexo con esa persona es adictivo y no puedes parar.— el rostro de Kageyama enrojece y desvía la mirada, tratando de negar lo obvio, —No necesito que me digas lo bien que lo pasaste para que lo sepa, te conozco como a un hermano y tu aroma está más vinculado al de Hinata que nunca, sin embargo, él es tu primera vez... uh, oficial, y me preocupa que te pierdas a ti mismo por ello.

Hoshiumi se ha tomado el tiempo de llevarlo a un lugar apartado donde sólo ellos estén, ha buscado ejemplos que pueda entender y es directo con sus intenciones. Le recuerda los buenos amigos que ha hecho en el camino, sonriendo.

—Tendré cuidado, lo prometo.

—Bien, si necesitas algo... Ya sabes, me puedes decir. Haré lo que pueda por ti.

—No tienes más experiencia en sexo que yo, ¿Estás seguro de que podrías ayudarme?

—Incluso si no lo sé en la práctica, conozco lo teórico, idiota. Además, hablar de tus problemas con otra persona que no sea tu pareja es sano, no tanto por lo que te puedan decir, sino porque te permite escuchar tus palabras y darte cuenta si estás diciendo algo estúpido o no.

Kageyama asiente con la cabeza, entendiendo. Toma notas mentales de la conversación y las deja en la zona de «asuntos importantes» en el pizarrón de su cerebro.

Lo primero que debe hacer es regular sus actos para encontrar un balance, sin dejar a Hinata ni al voleibol de lado. Ambos son importantes para él, son su vida entera.

Decidió aprovechar su vuelta a casa juntos para pensar a profundidad.

...

En realidad, no sabe lo que tiene que pensar.

Sí, no debe obsesionarse con su reciente relación con Hinata, (en la que aún no son novios, por cierto), pero tampoco sabe cómo no hacer eso.

Desde luego, Hinata tuvo sexo con una persona que le hizo sentir bien. Aunque odie admitirlo, recuerda que le mencionó hace algunos años a un omega excepcional, es la persona con quién más tiempo ha salido y fue también de las primeras. ¿Cómo terminaron las cosas entre ellos? ¿El chico quería tener cachorros? No, ese fue otro. ¿Fue cuando volvió de Brasil? No, esa fue una chica... Ah, ya lo tiene, el chico se tomó su relación en serio, y le propuso ser novios.

Siente la espalda helada.

Hinata no le haría lo mismo, ¿Cierto?

Mira furtivamente el asiento del copiloto, Hinata está tarareando la canción en las bocinas del auto mientras contesta algunos mensajes de Natsu, su equipo de voleibol pasó a las nacionales de preparatoria y le ha estado pidiendo consejos para mejorar su entrenamiento. Todo en él grita lo feliz que se siente y entiende el motivo, había pasado tres semanas sin tener sexo desde que la prueba de embarazo salió positiva, y recién pudo hacerlo con alguien que resultó ser compatible sexualmente hablando. Además, esa persona está perdidamente enamorada de él, y aunque sabe que Hinata se lo está tomando enserio y hasta hace dos días quería ir lento para no darle ideas equivocadas, no puede evitar pensar en todas esas personas que dejó de frecuentar porque desarrollaron sentimientos románticos.

—¿Qué tanto estás pensando? De repente me siento culpable.— Hinata bloquea la pantalla de su teléfono, mirándolo. A veces olvida que detecta mejor que nadie sus feromonas.

Cómo han cambiado las cosas en un mes.

—No es nada.

—Te crecerá la nariz, Mentirosoyama, hueles a duda y preocupación. Nuestra relación ha crecido mucho estás semanas, pero todavía somos mejores amigos, si algo te preocupa, dímelo.

Kageyama pasa saliva con dificultad y aprieta el volante, sin despejar la vista del frente y de los espejos retrovisores.

—No vas a... Dejarme si te pido que seamos novios, ¿Verdad?

—¿Eh?

—Estoy bien saliendo contigo y teniendo sexo cuántas veces quieras porque no es como si fuera mi prioridad, pero sí es la tuya y no tengo problema con complacerte, claro. Lo disfruté porque se trata de ti y podemos repetirlo sin sentirme asqueado, lo prometo, pero... Bueno, ya sabes, sueles dejar a tus citas cuando quieren una etiqueta formal y ya sé que te tomas esto con seriedad porque es importante para mí y nunca te habría dicho nada si no pensara que tendría una posibilidad, incluso me ofrecí a ser el padre de tu cachorro porque quiero apoyarte en cada una de tus metas, aunque resultó ser falsa alarma y eso me puso triste, no lo negaré, ya había visitado algunas tiendas de ropa para bebés y me inscribí en un curso de padres primerizos... ¿Qué se supone que quería decir? 

Hinata sonríe y suelta una risa nasal, encantado por la manera tan torpe con que habla, está tan nervioso que se enreda con sus propias palabras y sobre explica todo, es demasiado lindo. Gracias a ello, puede saber que Kageyama estaba completamente entregado a su nuevo rol de padre autoproclamado, aunque no sabe dónde tuvo el tiempo de inscribirse a cursos y visitar tiendas si le dijo por la noche y en la mañana lo acompañó a hacerle la prueba de sangre, pero no es algo que le preguntará ahora, hay otro tema que necesita aclarar primero.

—Kageyama, ¿Puedo ser tu novio?

Lo observa continuar murmurando oraciones que no entiende, conduciendo entre calles y avenidas con el cuerpo en modo automático, su sonrisa se hace más grande.

—Tobio, Kageyama Tobio. ¿Estás ahí? ¿Puedo ser tu novio?

Toma su brazo y lo pica con el dedo índice, esperando romper su burbuja de pensamientos que en algún punto lo han excluido de la conversación. Llegan a casa y Kageyama aparca el auto en la cochera, aún hablando consigo mismo, ya no está muy seguro de que mantenga el hilo inicial de la conversación, puede entender “Hoshiumi”, “Puerta”, y “Pelea”, vuelve a pinchar su brazo con el dedo.

—Ey, cariño, bonito, hermoso, sexy colocador, ¿Te fuiste de viaje? ¿Puedo ser tu novio?

Lo ve salir del auto y caminar hacia la casa, él sale también y se asegura de que cada puerta esté bien cerrada antes de seguirlo. Se mantiene junto al Suzuki azul y cuenta los segundos, llega al nueve cuando Kageyama detiene sus pasos y se queda quieto a mitad del jardín. Sólo puede ver su espalda bajo la luz del atardecer, pero puede hacerse una idea de la expresión en blanco que debe tener justo ahora. Decide acercarse a paso tranquilo y toma su hombro una vez llega a su lado, disfrutando de tener la razón.

—Ah, tres veces lo he dicho sin recibir respuesta, ¿Debería rendirme y aceptar que he sido rechazado? Si me disculpas, me iré al baño a llorar.— dramatiza con gesto melancólico en el rostro, sacando su duplicado de llaves para abrir el portón.

Al sentir que una mano grande y firme lo toma de la cintura, su melancólica expresión se convierte en dicha, sonriendo divertido. Ya reaccionó. Se gira para encararlo y acaricia sus mejillas con los pulgares, apreciando la forma en que sus labios tiemblan y sus pupilas se dilatan.

—¿“...Puedes”?

—Quiero ser tu novio, Kageyama Tobio, eres diferente a cualquier otra persona con la que haya salido antes. Conozco tu lado amargado, molesto, dictador, triste, feliz y divertido, me gusta cada una de ellas. Solía tener miedo de notar la increíble persona que eres por miedo a que nuestra amistad se viera afectada y dejaras de ser mi amigo, pero ahora no puedo dejar de pensar en todos los años que estuve buscando a la persona perfecta para mí, cuando todo éste tiempo estuvo a mí lado. Así que lo repetiré de nuevo, tantas veces como necesites escucharlo, ¿Puedo ser tu novio?

—Sólo si yo soy el tuyo.

—Me gusta esa idea.

Juntan sus labios en un beso lento y cargado de sentimientos, con una corriente eléctrica recorriendo desde la punta de sus dedos de los pies hasta las ebras de sus cabellos. El atardecer el único testigo de su unión que, sin saberlo, sería más eterna que la palabra misma.

Al separase, Hinata hace un puchero y finge estar herido, —Me rechazaste tres veces, aún debo ir a llorar al baño.

—¡Me tomaste desprevenido! ¿Sabes cuántos años estuve esperando por esas palabras? ¡No pensé que fuera real!

—Ahora iré a llorar por todo el tiempo que te hice sufrir.— ésta vez sus palabras son sinceras, Kageyama se muerde la lengua al notar que puede parecer una queja.

—No lo hagas, ya no importa.

—Insisto, te lastimé con cada nueva cita que tenía.

—Te digo que ya no importa.

—¡Igual voy a llorar y no podrás detenerme!

Esa noche hicieron una carrera por ver quién llegaba más rápido al baño y terminaron teniendo sexo en la ducha, para nada fue algo planeado y mucho menos cumplieron una de sus fantasías. No, no, no. Bueno, eso es mentira, lo disfrutaron tanto que negarlo resulta una ofensa. Nuevamente, Hinata sólo pudo recibir la mitad de su longitud, y se prometió a sí mismo con lágrimas en los ojos que conseguiría meterlo por completo antes de que la semana termine. Luego se desmayó debido al cansancio.

El jueves por la mañana Hinata pudo ir a entrenar, ya más acostumbrado a la sensación aunque aún incómodo al hacer movimientos bruscos. Kageyama lo cuidó mucho más que el día anterior, y una vez más nadie pudo decir nada. Tampoco fue necesario que hicieran pública su relación, todos pudieron notarlo en el segundo en que los vieron, lo único que hicieron fue felicitarlos e invitarles a comer para conocer los detalles, incluso el entrenador les mostró su apoyo alzando el pulgar en su dirección. Claro que después debieron prometerle que su relación no se interpondría en el trabajo y que no tendrían cachorros por los próximos siete meses hasta que los Olímpicos terminen. 

Esa noche rompieron la cama de Hinata durante su tercera ronda consecutiva, lo que significó detenerse aún si no querían hacerlo. Hinata consiguió que entrarán tres dedos más de profundidad sin dolerle, así que tuvo que conformarse con eso. Entonces Kageyama entendió la magnitud del apetito sexual de Hinata, intimidado en secreto.

El viernes probaron a hacerlo por la mañana, sólo un poco de dilatación acompañado de besos por todas partes para que fuera más fácil en la noche. Ese método les sirvió bastante bien, tanto que Kageyama pudo eyacular cuatro veces antes de sentirse satisfecho. También corroboraron que la base de su cama es más resistente porque ni siquiera se agrietó, lo que marcó una victoria para él.

El sábado querían aprovechar que lo tenían libre para no salir de la cama, pero una llamada en el teléfono de Kageyama a media dilatación los llevó hasta Miyagi, donde nos encontramos ahora. Hinata aún siente un profundo vacío en su interior, tratando de dejarlo de lado para hacerle compañía a Kageyama en un momento tan importante.

Hoy, la familia del prometido de Miwa irá de visita a su residencia para continuar con la segunda parte del cortejo matrimonial. 

La primera parte se dio cuando Miwa volvió de Tokio, vistió sus mejores prendas y subió a un palanquin de la familia Kageyama hasta la casa de su prometido, donde fue recibida por el jefe de la familia para ser a él a quien pida su mano. La tradición dicta que deben ser cuatro regalos los que un alfa ofrece si desea demostrar que está completamente entregado a la unión, qué dichosa se sintió la familia cuando Miwa llevó ocho regalos y uno más para sus ancestros. Cómo siempre, la familia Kageyama no decepciona.

Ahora es él turno del prometido omega de subir a un palanquin hasta la casa del otro, acompañado de toda su dote y los miembros representantes de su familia. Cuánto más numeroso sea la dote, más demuestra la familia su preocupación porque no reciba las atenciones que merece y deba valerse por el apoyo de sus padres, así que todo lo que lleva es una caja del tamaño de dos hombres. Es una de las dotes más pequeñas que Miyagi ha visto en mucho tiempo.

—Esta cosa me pica.

—Aguantate.

Kageyama rasca su cuello, incómodo con el borde del yukata que su padre le obligó a usar. No le gusta la textura para nada, y si no se lo ha quitado es porque sabe que es un día especial para Miwa, sentada al centro del salón. Y también porque Hinata lo está mirando feo al notar sus intenciones.

Sus pensamientos negativos se pierden en el segundo en que distingue la música que guía a los palanquines, son miembros de la familia que acompañan a pie al prometido mientras tocan instrumentos musicales para proteger su camino de los malos deseos de las personas que envidien su unión, y por un segundo, se imagina a sí mismo en el lugar de Miwa, admirando por la ventana la caravana que se acerca, de la que saldría Hinata con sus mejores ropas que lo harían ver aún más hermoso de lo que ya es.

Aprovechando sus mangas holgadas y su lugar detrás de sus padres, toma la mano de Hinata sentado a su lado, viendo de reojo que sonríe. Seguro que también pensó lo mismo.

Ah, sabe que pensar en matrimonio cuando recién acaban de ser novios es justamente lo que Hoshiumi le pidió que no hiciera, pero no puede evitarlo. Tanto el voleibol como Hinata le hacen enloquecer, quiere todo lo que puedan ofrecerle y más, nunca será suficiente. Está de acuerdo con que necesita un balance entre ambos, pero hoy no será el día para pensarlo. 

Ellos sólo están en la ceremonia para ser de apoyo a sus tíos maternos en atender a los invitados y recibir regalos, llendo y viniendo del salón a la cocina con varias tazas de té. Lo preferible siempre es que sólo la familia intervenga, pero Miwa insistió en que Hinata también estuviera presente, le tomó demasiado cariño con la pequeña interacción que tuvieron, y todos le dan la razón. Al final de la ceremonia, los señores Kageyama mantienen una armoniosa conversación con él, llenándolo de halagos sobre el exquisito aroma que tiene y su belleza como muy pocas. Hinata se siente avergonzado por ello, pero también dichoso, ¿Eso no significa que sus suegros lo aprueban para casarse con su hijo menor en el futuro? ¡La señora Kageyama le ha dado un gran abrazo cuando supo que son novios! ¿Puede haber algo mejor?

—Ya que estamos aquí, podemos aprovechar para visitar a nuestros amigos y a tu familia mañana, ¿Qué dices?— Kageyama se quita las capas del yukata cuando la noche cae. Les han ofrecido su vieja habitación dada la hora.

—Eso me encantaría, incluso podemos aprovechar para pasar por la cabaña cuando volvamos a Tokio, ¿Te parece?— Hinata palmea el espacio libre a su lado de la cama para que se acueste, rodeándolo con sus brazos para dormir.

—Hagamoslo.

Es la primera noche en la semana que se van dormir sin tener sexo, pero se siente igual de especial cuando sus corazones sincronizan sus latidos.