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Prólogo
Era difícil recordar la vida de antes. Antes de que sus poderes se manifestaran. Antes de que todo saliera terriblemente mal. Antes de que la destrucción y la muerte cayeran sobre el reino y sus habitantes. Antes de otorgarle al reino un respiro temporal. Antes del cataclismo.
Algunos días, ella podía recordar. Podía recordar las colinas verdes y los bosques frondosos. Podía recordar un castillo de piedra oscura con torres que llegaban hasta el cielo, y las pequeñas aldeas llenas de gente trabajadora. Podía recordar una hermosa y brillante ciudad erguida sobre pilares, en lo alto del manantial de un magnífico río. Podía recordar casas hechas de piedra, rodeadas por arroyos de lava. Recordaba un gran desierto y montañas bañadas de nieve. Recordaba los amaneceres y atardeceres, los días de calor abrasador y las noches de frío intenso. Recordaba la ira. El afecto. El miedo. La esperanza. La desesperación. El odio. El amor. Recordaba cómo era su vida antes del cataclismo.
Otros días—cuando aún podía pensar en términos de día y noche—recordaba muy poco. No sentía, no pensaba; como si su cuerpo ya no existiera. Luchaba contra una fuerza tan colosal e ínfima como ella. Ella no estaba viva, pero tampoco estaba muerta. Se encontraba en una especie de limbo. Su mente y alma hechas trizas por el cataclismo.
Y aún así, luchaba. Aun cuando todo su ser parecía desaparecer, aun cuando la esperanza no era más que un recuerdo lejano y la oscuridad acechaba por doquier, ella seguía luchando. Cada día, cada mes, cada año, su poder se debilitaba. En lo más profundo de su ser, ahí donde recordaba quién era y a qué se enfrentaba, sabía que eventualmente fracasaría, que sucumbiría. Pero, hasta entonces, lucharía contra el cataclismo.
Cien años. Toda una vida para algunos, apenas una fracción para otros. Su percepción del tiempo florecía en su frágil mente a medida que el sol se elevaba sobre las laderas humeantes de la Montaña de la Muerte. El invierno había pasado, dando lugar a la primavera y a un nuevo comienzo. Cuando el sol se alzó, fue más consciente de su mente hecha trizas que en otros días. Unió las piezas pedacito por pedacito. Por primera vez en lo que parecía una eternidad, vio su tierra natal. Su tierra, tal como estaba luego del cataclismo.
Destrozada, pero viva aún. Al igual que ella, pensó. Los ciervos pastaban cerca de los escombros de los edificios. Las criaturas de la noche se reunían alrededor de fogatas, danzando y cantando en sus lenguas guturales. Los cucos cacareaban junto al amanecer en las aldeas lejanas. En un coliseo en ruinas, un enfurecido centaleón lanzaba rugidos de advertencia a cualquiera que osara acercarse. Ella vio todo eso a la vez y supo por qué. Vio todo eso y más, al igual que su enemigo, pues estaban estrechamente ligados el uno al otro. A medida que su percepción del tiempo y el espacio volvían, lo mismo pasaba con el cataclismo.
Pero ella vio algo que él no.
A lo lejos, en una meseta lejana, un hombre comenzó a moverse dentro de una antigua cámara en lo más profundo de la montaña. Ella vio esto y recordó. Recordó su vida antes del cataclismo. Recordó quién era, por qué luchaba.
Pero, por sobre todo, recordó a aquel hombre llamado Link.
Notes:
Esta es una traducción al español (latino) autorizada de la novela escrita por The Zed of Ages publicada aquí.
This is an authorized Spanish (latam) translation of the novel written by The Zed of Ages.
Es mi primera vez traduciendo algo, así que si creen que pude haber hecho una mejor traducción en alguna parte, no duden en comentarlo. Me encantaría recibir feedback de la traducción. Creo que en algunas partes traduje en mi español regional y no en un español neutro, o traduje de forma muy literal o directa. Aun así, me comprometo a hacer mi mejor esfuerzo por traducir esta novela. Usé la traducción oficial de Nintendo para traducir los nombres de lugares, objetos, personajes y diálogos, respetando el texto original de Zed. También decidí dejar los “—” para respetar el formato de la novela de Zed, por si creen que es IA. Traduje la parte uno de la novela (16 capítulos más o menos). Pienso hacerles una revisión y mejorar la traducción lo mejor que pueda. No prometo publicar con frecuencia, me estoy tomando mi tiempo. Eso y el trabajo me ocupa tiempo. Para la parte dos si ya pienso traducir capítulo por capítulo, en vez de traducir todo de una vez.
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Parte Uno
Capítulo 1
“Abre los ojos...”
La voz perforó la oscuridad como una flecha dorada. Donde antes no había nada más que oscuridad y silencio, de repente había luz. Él comenzaba a oír, comenzaba a recuperar la consciencia.
“Abre los ojos...”
Lentamente obedeció a la voz. La oscuridad dio paso a una suave y borrosa luz azul.
“Abre los ojos...”
La luz se condensó y se enfocó. Él comenzó a ver y vio…. algo, pero no estaba seguro qué era. Parecía una cúpula de un extraño metal y luces azules. Le resultaba desconocida, extraña.
“Despierta, Link”
Había más de una cúpula. Él estaba acostado de espaldas, dentro de una tina llena de un líquido azul que brillaba tenuemente. Su espalda descansaba sobre una superficie dura, dejando su cara por encima de la superficie del líquido. El extraño líquido etéreo comenzó a drenarse, alejándose de su cuerpo y dejándolo con una sensación de frío.
Sus ojos se movieron lentamente al principio, asimilando la cúpula brillante, y luego la gran cámara donde se encontraba. El techo y las paredes estaban hechos de algún tipo de piedra o metal. Su superficie no era lisa. En su lugar, estaban cubiertas de patrones ondulantes. Las arrugas y ondulaciones en la pared formaban formas circulares y extraños diseños que recordaban a un laberinto. Pequeñas luces dispersas por la cámara emanaban una suave luz anaranjada. Parecían estrellas en un cielo nocturno.
Lentamente se sentó, pero su cuerpo protestó al hacerlo. Se sentía tenso, pesado. Se miró a sí mismo y notó que no llevaba ropa. Estaba desnudo, cosa que lo dejó confundido. ¿Por qué estaba desnudo? Debería estar vestido, ¿no? Sus pensamientos emergieron lentamente.
Empujó las piernas por el borde de la tina vacía y se deslizó con cuidado hacia afuera. Una vez más su cuerpo se quejó, como si moverse fuera algo extraño para él. Capaz lo era. ¿Por qué estaba ahí? ¿Qué era ese lugar?
Sus pies tocaron el suelo y sintió el frío de la piedra. Tenía los pies delicados y suaves. Se incorporó con esfuerzo hasta ponerse completamente de pie, y su columna crujió de forma audible al enderezarse. Ya enderezado, se observó a sí mismo con más atención. Tenía dos brazos, dos piernas. Era delgado pero musculoso. Se llevó las manos a la cabeza y sintió su cabello largo, el cual caía sobre sus hombros. Agarró un mechón y se lo llevó a la cara. Su cabello era rubio oscuro. Todo parecía estar en orden… ¿verdad?
Dejó caer el mechón y observó atentamente a su alrededor nuevamente. Al principio no vio ninguna salida de la cámara redonda, pero sí vio un pequeño pedestal que brillaba con una luz similar a la de la tina de antes. Caminó hacia él y a medida que se acercaba, notó que estaba cubierto con el mismo patrón de las paredes, pero brillaba con un color azul en vez de anaranjado.
Había un pequeño espacio en el centro del pedestal y vio, intrigado, lo que parecía un objeto rectangular dentro de él. Como no tenía más opción en ese momento, decidió tomarlo, pero justo cuando estaba a punto de tocarlo, las luces del pedestal parpadearon, y se escuchó un sonido como de una piedra rozando contra otra. Se sorprendió y dio un paso atrás al ver cómo un anillo, en el centro interior del pedestal, se elevaba unos pocos centímetros, y el extraño objeto rectangular se alzó de golpe, quedando de pie. Ahora estaba iluminado por el pedestal, y pudo ver lo que parecía un ojo estilizado en su superficie. El iris brillaba un azul intenso, mientras que sus tres pestañas puntiagudas brillaban un anaranjado tenue. Debajo del ojo se extendía una única lágrima. Las demás líneas de luz naranja brillaban ligeramente a lo largo de sus bordes superior e inferior.
“Tómalo” dijo una voz femenina
La voz agarró desprevenido y lanzó un grito seco, provocando que se tambaleara hacia atrás. Miró a su alrededor en busca de la mujer que acababa de hablar. No podía ver a nadie en la cámara con él, pero sus ojos se posaron sobre la extraña tina donde había estado acostado. ¿Tal vez la mujer se escondía detrás? Poco a poco se fue tranquilizando y comenzó a moverse con cautela por el borde de la sala, atento a cualquier señal de movimiento.
“Link, no estoy contigo en este momento” dijo la voz. Esta vez, escuchó algo diferente en ella. Sonaba lejana y no parecía provenir de detrás de la tina.
Aun así, siguió investigando la habitación. Una vez que rodeó la sala por completo, dijo. “¿Dónde—”. Su voz sonaba ronca. Carraspeó un poco para aclararse la garganta. “¿Dónde estás?” preguntó.
“Te hablo desde muy lejos” dijo la voz, cosa lo dejó confundido. La voz no solo sonaba lejana, sonaba como si… Lentamente, se tapó los oídos con sus dedos para bloquear el sonido de la voz. Cuando la voz volvió a hablar, su tono dejaba ver que aquello le hacía gracia. ”Me estoy comunicando mentalmente. No… creo que eso te sirva de mucho.”
Bajó las manos y cuando estaba a punto de hablar, ella lo interrumpió. “Te lo explicaré todo, pronto, lo prometo. Todo lo que pueda. Pero ahora, toma el objeto sobre el pedestal. Se llama la tableta sheikah y creo que te será de utilidad.”
Volvió a mirar a su alrededor en busca de la voz, pero ahora que realmente estaba prestando atención, se dio cuenta de que no la escuchaba con los oídos. De alguna manera, la oía dentro de su mente. Sus ojos volvieron al objeto—la tableta sheikah, como ella lo había llamado—y, tras pensarlo un momento, la tomó. Atentamente, la examinó entre las manos, sorprendido al notar que la parte trasera era lisa y negra, como una piedra pulida.
Un ruido desconocido invadió la sala, y alzó la vista rápidamente en busca de su origen. Lo encontró un momento después, cuando sus ojos se posaron en la pared cercana. La luz anaranjada del lugar iluminaba lo que al principio había pensado que era solo otro remolino en el diseño de la pared, pero ahora veía que era un arco. Al menos, ahora lo era. Mientras observaba, la sección del muro que ocupaba el centro del arco comenzó a elevarse. Retumbó con fuerza mientras subía, hasta detenerse con un golpe sordo que resonó en la sala. Donde antes había una pared sólida, ahora había un arco sencillo que llevaba a otra cámara más pequeña.
Se acercó cuidadosamente al arco, mirando con asombro. Al tocarlo, sintió que la piedra era simple y masisa. No quedaba rastro de la pared, como si nunca hubiera existido… Pero antes de que pudiera decir algo, la mujer volvió a hablar.
“Link, no sabes lo.... feliz que estoy volver a verte”
¿Verme?
De repente, su desnudez se volvió mucho más aparente. Se puso recto de golpe y miró a su alrededor una vez más, buscando el origen de la voz, aquella mujer que parecía capaz de verlo y hablarle sin estar físicamente presente. Dentro de su mente, oyó lo que pudo haber sonado como una risita, y se percató de que inconscientemente había cubierto sus partes íntimas con la tableta sheikah. Sintiendo cómo su cara se sonrojaba, miró alrededor de la nueva sala y se alegró al ver lo que parecía ser una prenda de ropa colgada sobre un pedestal parecido al de antes, aunque este brillaba con un resplandor naranja.
Sin darle importancia a quién la había dejado ahí o de dónde venía, cruzó a la otra cámara sin pensarlo y la tomó, dejando la tableta sheikah sobre el pedestal. Era una camisa y un pantalón. Se los puso de inmediato, primero el pantalón, y se alegró al ver que le quedaba bastante bien, aunque algo flojo en la cintura. Por suerte, el pantalón venía con un simple cinturón de cuerda, que se ajustó sin problema.
Mientras se ponía la camisa, se sorprendió al ver que las luces del pedestal habían cambiado a un tono azul. La tableta sheikah también había cambiado. La superficie negra y lisa, que hasta entonces había pensado que era algún tipo de piedra, ahora mostraba un ojo azul brillante en el centro, igual al que tenía del otro lado. Terminó de ponerse la camisa, metiendo los brazos por las mangas, y tomó la tableta. El pedestal parpadeó brevemente y, al mismo tiempo, una nueva puerta, esta en la pared opuesta a por donde había entrado. empezó a abrirse. Por debajo se coló un rayo de luz intenso mientras la puerta se elevaba.
Mientras observaba cómo se abría, bajó la mirada otra vez a la tableta sheikah y se llevó otra sorpresa al ver que sobre la superficie negra aparecía ahora un texto en azul que decía “Tableta Sheikah Verificada.” Permaneció unos segundos y luego desapareció.
Colocó la tableta nuevamente sobre el pedestal, observándola con atención por un momento antes de agacharse y ponerse las botas que acababa de ver. Le quedaban sorprendentemente bien. Ya calzado, tomó de nuevo la tableta sheikah y se acercó a la puerta que ahora estaba completamente abierta. Sintió una chispa de emoción al ver, no muy lejos, la salida de la cueva al final de un pasillo de paredes rocosas.
Se echó a correr. Chapoteó al pisar un charco poco profundo, sin importarle que el agua le empapara los pantalones. No sabía por qué se había despertado en esa cámara. No recordaba dónde estaba. No recordaba qué lo había llevado a dormir en un lugar así. No recordaba…
No recordaba nada.
Se detuvo en seco, con una expresión de pánico en el rostro. Miró a su alrededor, buscando algo que le resultara familiar, mientras que su ritmo cardíaco se aceleraba y su respiración se agitaba. Frente a él, la brillante luz del día se colaba por la entrada de la cueva, tan intensa que no le permitía distinguir más que el tenue contorno de la vegetación. A su espalda, la misteriosa cámara seguía abierta, sumida en la penumbra.
¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba ahí?
¿Quién era él?
“Link” La mujer volvió a hablar. ¿Acaso ese era su nombre? Fue así que lo había llamado. Giró sobre sí mismo, esperando poder verla esta vez. Ella siguió hablando con su tono gentil. “Sé que tiene muchas preguntas y prometo que responderé a cada una a su debido momento". Ahora su voz sonaba más distante. Sonaba tensa. “He preparado una guía para que te ayude. Por favor, sigue avanzando.”
El silencio llenó la caverna cuando la voz de la mujer se desvaneció. Cuando él pudo recuperar su voz, dijo. “Yo... ¿Hola? ¿Sigues ahí? ¿Dónde estoy? Yo no—¡no recuerdo nada!” Silencio. Él siguió hablando. “¡Me llamaste Link! ¿Ese es mi nombre? ¿Qué está sucediendo?” Pero ella no respondió, a pesar de sus súplicas. Ella lo había dejado solo, aparentemente.
Link—como ella lo había llamado—cerró fuertemente los ojos, bloqueando la luz que entraba a la cueva. No podía recordar nada. Ni su nombre, ni de dónde venía, ni dónde estaba, ni cómo fue que terminó ahí. ¿Cómo era eso posible? Permaneció quieto durante varios minutos, esforzándose por llenar el vacío en su mente donde sentía que deberían estar sus recuerdos. Finalmente, se aferró a lo último que la voz había dicho. El guía. Tenía que encontrar al guía.
Abrió los ojos y dio un paso adelante, y luego otro y otro. Se sumergió en la luz de la entrada de la cueva y levantó una mano para cubrirse los ojos, parpadeando rápidamente a la par que se sus ojos adaptaban a la luz. A medida que la luz se volvía menos intensa, se encontró al pie de una colina cubierta de hierba. Sus ojos recorrieron la colina que subía hasta desaparecer en lo que parecía un acantilado. Más allá de ese punto…
Sus ojos se abrieron desmesuradamente y, sin pensarlo, se echó a correr de nuevo, escalando la colina hasta llegar a su cima. Una emoción profunda se anidó en su garganta, dejándolo sin aliento. Ante él había un espectáculo majestuoso. La tierra frente a él era verde y fértil, con bosques y llanuras que se extendían hasta donde el horizonte se perdía. Al oeste, un grupo de mesetas marrones se elevaban, mientras que al norte una cordillera nevada y helada se erguía. Más allá, al noreste, un volcán colosal, envuelto en una bruma distante, dibujaba líneas rojas y anaranjadas de magma que descendían por sus escarpadas laderas. Una llanura verde con pasto, colinas y cuerpos de agua se extendía entre todo, rodeada por montañas y crestas por todos lados. Y allí, firme y solitario, al norte, cruzando el campo abierto, se alzaba un imponente castillo, con una torre central que se alzaba sobre las demás.
Un grupo de pájaros pasó volando sobre Link, y sus pequeñas sombras pasaban por encima de él mientras cantaban alegremente bajo el cálido sol. Una brisa fresca sopló, trayendo el aroma de la hierba, los árboles y las flores. La hierba bajo sus pies estaba fría y húmeda, brillando con el rocío.
Mientras admiraba la vista frente a él, se percató de que no estaba a la misma altura que el mundo a su alrededor. A los pies del acantilado rocoso donde estaba parado, un vasto bosque se extendía hasta desaparecer en otro precipicio abruptamente. Aunque desde allí no podía verlo con claridad, parecía estar sobre una meseta enorme, cubierta de campos y bosques que no diferían mucho de los que se veían en la distancia.
Observó a su alrededor con más atención. Detrás de él estaba la cueva en donde había despertado, la cual se encontraba incrustada firmemente al pie de un imponente acantilado de paredes casi verticales. A su derecha—al este—notó una estructura enorme de piedra. Parecía ser un templo religioso, ubicado sobre la cima de otra colina, con una única torre situada delante de otro edificio enorme rectangular.
Se quedó mirando el edificio, esperando poder identificar algo—lo que sea—que le resultara familiar. Era una estructura vieja. Enredaderas verdes trepaban por sus muros de piedra gris, y el techo de madera, desgastado por el tiempo, presentaba zonas descoloridas y parcialmente derrumbadas. Ante el templo se observaban ruinas de un antiguo edificio. No podía distinguir si eran viviendas o templos aledaños. ¿Debería ser capaz de reconocer el templo? ¿Era esta su tierra natal? ¿O acaso le costaba reconocer las cosas porque era oriundo de otra región?
Luego de un minuto de contemplar el templo en ruinas, no tuvo más opción que comenzar a investigar ahí. Caminó colina abajo en dirección a la estructura lejana. A medida que avanzaba, cruzó un pequeño bosque que crecía a la sombra del acantilado. Su presencia asustó a un conejo que se ocultaba entre los árboles, y este salió corriendo hasta refugiarse dentro de un arbusto. Link se quedó mirando el arbusto por un momento, preguntándose si tendría que cazar para sobrevivir en aquella meseta. Se llevó una mano al estómago; tenía hambre.
Tratando de distraerse del hambre repentino, levantó la tableta sheikah hacia su rostro, examinando con atención aquel dispositivo robusto. La giró sobre su mano y concluyó que la parte lisa y negra con el ojo brillante era probablemente la parte delantera del aparato. Sin embargo, no sabía con exactitud para qué servía.
Recordó las letras que aparecieron brevemente en la superficie del aparato, pero no tenía idea de su significado. Ahora, el artefacto permanecía inerte. Por otro lado, encontró un gancho en uno de sus extremos, el cual podía colgar en su cinturón. Así podría tener las manos libres. Contento con eso, alzó la vista al pasar bajo una cornisa, entrecerrando los ojos para mirar las nubes blancas que flotaban sobre él.
Fue ahí cuando oyó a alguien soltar una risita detrás de él.
Link giró rápidamente, sintiendo cómo sus músculos se tensaban. Su mano izquierda se cerró en un puño, y de repente sintió un deseo urgente de tener algo con qué defenderse. Incluso un simple palo, como las ramas de los árboles que había visto por el suelo, sería mejor que nada. Pero cuando sus ojos se posaron en el origen del sonido, no supo si debía sentirse amenazado o no.
En el suelo, ante una pequeña fogata, estaba sentado un anciano con un abrigo pesado. Era sin duda un hombre grande, con brazos robustos y una espesa barba blanca que le llegaba hasta la mitad del pecho, y que habría eclipsado a Link si estuviera de pie. ¿Cómo pudo Link no verlo mientras pasaba? El anciano de ojos azul verdoso esbozó una pacífica sonrisa, lo que permitió a Link a relajarse un poco.
“Jo jo jo… ¿Qué tenemos aquí? No es habitual ver a gente por estos lugares”. Tenía una voz profunda y cálida, más elegante de lo que su apariencia áspera dejaba imaginar. “Lo cual me lleva a preguntarte: ¿Qué haces aquí, joven?”. El anciano miró a Link de pies a cabeza, levantando una ceja al notar su ropa gastada y su apariencia despeinada. Volvió a mirar a Link a la cara. “¿Y en tal estado?”
Link dudó un segundo, sin saber muy bien qué decir o hacer. ¿Era él el guía que la mujer le había prometido? Porque, si era así, tenía una forma bastante rara de demostrarlo. Por otro lado, quizá solo era un simple anciano que vivía ahí. Sea cual fuera el caso, quizás él podría ayudarlo.
“Yo...” Su voz seguía áspera, como si hubiese pasado mucho tiempo desde la última vez que la usó. Carraspeó una vez más y se humedeció los labios antes de seguir hablando. “¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Quién eres tú?” Por poco hasta pregunta ¿Quién soy yo?
El anciano lo miró confundido. “Estás en la meseta de los albores, el lugar donde se construyeron los cimientos del reino de Hyrule” Se levantó con un quejido, ayudándose con un bastón de madera, y luego se dirigió hacia Link rodeando la fogata. Link retrocedió con cautela, pero el hombre sólo lo miró con curiosidad. Se detuvo justo fuera de la sombra que proyectaba la saliente rocosa y señaló hacia el templo y las ruinas que lo rodeaban.
“Ese templo fue una vez conocido como el templo del tiempo. Hace mucho tiempo, fue el lugar principal de adoración de estas tierras. Sin embargo, cuando el reino... ” Se detuvo un instante, midiendo bien sus palabras, y su semblante cambió, tornándose abatido. “Desde la caída del reino, ha estado abandonado, quedando en el olvido.”
Link, con el ceño fruncido, dirigió la mirada hacia el templo. Hyrule, templo del tiempo, la caída del reino. Ninguna de esas palabras tenía significado para él. ¡Hasta el nombre que aquella voz de antes le había dado le sonaba raro!. No tenía idea de si ese nombre le pertenecía de verdad o no. El anciano, notando su desconcierto, dio un paso adelante y colocó una mano firme en su hombro.
“¿Por qué no te sientas conmigo y me cuentas cómo fue que acabaste en esta solitaria meseta? Estaba a punto de asar unas manzanas. Puedes comer unas cuantas si gustas”
La única respuesta que Link pudo dar fue otro rugido audible de su estómago y una mirada disimulada hacia la mochila del anciano, de la que sobresalían varias manzanas grandes y rojas. El hombre soltó una risita y volvió a su lugar junto al fuego. Link lo siguió.
No le tomó mucho tiempo a Link relatar los acontecimientos que podía recordar previos a su encuentro con el anciano. Habló de cómo había despertado en una extraña cámara, sin recuerdos de quién era o cómo había terminado ahí, y de cómo había encontrado la tableta sheikah y una muda de ropa. No obstante, decidió omitir la parte de la voz femenina.
“¿No recuerdas nada de lo que te llevó a esa cueva? ¿No recuerdas nada de tu pasado?” Mientras el anciano revolvía el fuego con su bastón, su voz sonó densa, como cargada de pesar. Link no lo sabía con certeza, pero creyó escuchar algo de decepción en sus palabras.
Bajó la mirada hacia la tableta sheikah, sujeta a su cintura, y frunció los labios en silencio. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? No sabía quién era ni cómo terminó ahí. ¿Qué esperaba el anciano de él?
Durante un buen rato, ninguno dijo nada. El fuego chisporroteaba suavemente, y el canto de las aves llenaba el aire. Por fin, el anciano dejó escapar un suspiro y asintió lentamente, como si confirmara un pensamiento.
“No tengo las respuestas que seguro necesitas. Pero eres más que bienvenido a quedarte en mi cabaña por unos días mientras tratas de ordenar tus ideas. Quizás, después de descansar un poco, algunos de tus recuerdos regresen poco a poco.”
El hombre se incorporó con un gruñido de esfuerzo. Link levantó la mirada, listo para responder a su oferta, pero se detuvo cuando el anciano señaló con su bastón la tableta sheikah. “Sin embargo, tengo curiosidad por ese artefacto que llevas. Por lo que me has contado y por cómo es, creo que hay algo en esta meseta relacionado con él, aunque nunca le presté mucha atención—esos asuntos siempre fueron más del interés de mi hija que mío—pero quizás para ti tenga alguna importancia.”
Link se puso de pie y miró la tableta sheikah con cierta incertidumbre. No sabía cómo aquel artefacto podría ayudarlo, pero supuso que de algo serviría, pues aquella voz le indicó que lo tomara. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Volvió la mirada hacia el hombre y asintió.
Una extraña expresión cruzó el rostro del anciano. Satisfacción, o alegría tal vez—Link no estaba seguro. Se giró y extendió el brazo hacia la pared de roca junto a la que habían estado sentados, tomando un pequeño bulto envuelto que Link no había visto antes. Con gesto expectante, le ofreció el paquete.
Link no entendía para qué era el bulto y pero luego de un segundo lo tomó. Desenrolló con cuidado el envoltorio, revelando una espada vieja y desgastada. La hoja había perdido su brillo hace mucho tiempo. Estaba picada en varios lugares y mostraba claras señales de oxidación. Link volvió a mirar al hombre, lleno de confusión.
“Últimamente, los bokoblins han sido más agresivos en su territorio. Usualmente, los evito, y ellos suelen mantenerse lejos de mi cabaña. Sin embargo, el lugar al que nos dirigimos es una zona donde los he visto recientemente, y parece que tú serás más hábil empuñando esa espada que yo”
Mientras sujetaba el mango de cuero gastado de la espada, Link se dijo a sí mismo que el anciano tenía razón. Comenzó sosteniéndola con la mano derecha, pero le resultó incómoda y torpe. Al cambiarla a la izquierda, sintió inmediatamente una sensación de comodidad, como si esa fuera la forma de sostener correcta de sostener la espada. Retrocediendo unos pasos, sujetó la espada con ambas manos y práctico con ella. Sus movimientos no eran del todo fluidos, pero de alguna manera extraña eso, por lo menos, le resultaba familiar.
Tras unos cuantos movimientos de práctica y corregir su postura y forma de sujetar la espada, Link miró al viejo y le agradeció con la mirada. “Gracias”
El anciano sonrió con amabilidad y se agachó para recoger el paño en el que estaba envuelta la espada. Link se sintió un poco avergonzado por haber dejado caer la funda en el suelo, pero el hombre no dijo nada, solo le volvió a ofrecer el paño.
“Será mejor que la cubras por el momento. Los bokoblins posiblemente nos eviten si ven que no somos una amenaza, pero son carroñeros por naturaleza. Si ven algo que les gusta, como esa espada, atacarán sin pensarlo. Mejor no tentarles a no ser que debamos.”
Link tomó el paño e hizo como el anciano le había dicho. No tenía manera de llevar la espada colgada, ya sea en su espalda o en la cintura, así que simplemente la sujetó por el mango, apoyando la hoja envuelta en paño contra su hombro. El hombre lo observó con una fugaz expresión de alegría y luego usó su bastón para apagar el pequeño fuego que había encendido. Después de arrojar un poco de tierra para sofocar las llamas, lo miró Link.
“Bueno, muchacho, pongámonos en marcha. Tengo el presentimiento de que tienes un largo camino por delante”
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Greate Plateau Gran Meseta de los Albores Temple of Time Templo del Tiempo
PD: ¿Soy el único que se imagina a Link con la voz de José Antonio Toledano (Finn de Hora de Aventura)? Lol
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Capítulo 2
Link reflexionó sobre las cosas que aún sabía hacer, mientras él y el anciano bajaban la colina hacia la ubicación de la que el viejo habló. Aún sabía cómo hablar, por ejemplo. Sin duda, sabía caminar y hacer lo básico. Entendía qué era lo que veía cuando lo veía. Cuando un pájaro cruzó su camino revoloteando, entendió que, en efecto, era un pájaro. No estaba seguro de qué tipo, pero no sabía si eso se debía a su pérdida de memoria o simplemente a que no conocía esa especie en particular.
Otras cosas le parecían normales. Cuando la mujer lo llamó Link, al principio le sonó extraño. Pero al hablar con el anciano, sintió que ese nombre le quedaba bien. Se preguntó si era porque, en el fondo, necesitaba aferrarse a algo, más que por una verdadera conexión con ese nombre.
Sin embargo, cada vez que Link intentaba recordar algo en concreto de su pasado, no conseguía nada. No sabía cuál era su apellido, si es que tenía alguno. Tampoco de qué país o provincia venía, aunque el anciano dijo que dadas sus orejas puntiagudas—al igual que las suyas—probablemente era de Hyrule. O al menos, que era un hyliano. Link solo deseaba que esa palabra tuviera algún significado para él.
Mientras descendían la colina, el camino de tierra fue transformándose poco a poco en un sendero de piedra, parcialmente cubierto. Al mirar hacia atrás, Link notó indicios de que el sendero de piedra alguna vez se había extendido hasta la cámara donde había despertado.
“Desperté en esa cámara, allá arriba en la colina. ¿Tienes alguna idea de por qué estaba allí? ¿O para qué sirve ese lugar?”
Durante varios segundos, el anciano no respondió y el único sonido entre ellos fue el suave y rítmico golpeteo de su bastón sobre los adoquines. Finalmente, dijo. “Este sitio es antiguo. El templo del tiempo ha existido por milenios, y algunas leyendas dicen que este ni siquiera es su lugar de origen.” Volteó la vista hacia Link. “Esa cueva sheikah probablemente ha estado ahí desde hace igual de tiempo, aunque su propósito se perdió hace mucho.”
“Pero alguien debe saber qué es y por qué desperté ahí” dijo Link, , apretando con fuerza la empuñadura de la espada envuelta en tela. “¿Hay alguien más que viva por aquí?”
“¿Además de mí?”. El anciano lo miró por encima del hombro, con cara de incrédulo. “No. A no ser que cuentes a los bokoblins. De hecho, ni siquiera sé cuándo ni cómo llegaron aquí.”
“¿Y no has visto a nadie más aquí arriba?” Link empezó a sentirse cada vez más irritado con el anciano, y también algo desconfiado.
“Nadie más que tú, jovencito.” respondió el viejo. “No desde hace muchos años”
“¿Entonces por qué sigues aquí?”
El anciano guardó silencio por un momento, con la mirada fija en el lejano templo del tiempo. “Eso no viene al caso” dijo finalmente. Lo miró a Link y le sonrió con solemnidad. “Te aseguro que los detalles de mi vida son de poco interés.”
Link lo miró a los ojos y se sorprendió al ver una pizca de dolor en sus ojos azul verdoso. Una tristeza profunda. Pero también había algo más que Link no lograba identificar. “Nunca me dijiste tu nombre”
El anciano sonrió, arrugando la piel alrededor de sus ojos. “No, no lo hice”
Mientras sus miradas seguían fijas el uno sobre el otro, Link abrió la boca para responder, para insistir en obtener la información que el anciano claramente estaba ocultando, pero entonces vio movimiento detrás de él. Sin pensarlo dos veces, Link dio un paso adelante, agarró al hombre del brazo y lo empujó hacia atrás, poniéndose delante de él. Con la otra mano, levantó la espada envuelta por encima de su cabeza, justo a tiempo para bloquear el golpe de un garrote de aspecto horrible, empuñado por una criatura aún más horrible.
La criatura tenía un ligero parecido a un cerdo, con un gran hocico, piel roja y pequeños ojos azules. Sus orejas eran grandes y se extendían a ambos lados de la cabeza, su boca estaba llena de dientes afilados, y tenía un solo cuerno corto en la parte superior de la cabeza. Era más baja que Link y parecía desnutrida, con las costillas marcadas a través del torso. Solo llevaba un taparrabos, pero el garrote de madera que blandía parecía resistente. Era un bokoblin, supuso, basándose en lo que había dicho el anciano.
Empujó al bokoblin, que retrocedió tambaleándose mientras lanzaba un grito de furia. Link dio un paso más hacia adelante y blandió la espada envuelta hacia la cabeza de la criatura, pero esta se apartó rápidamente, chillando con enojo. Link siguió avanzando, sujetando la espada con ambas manos.
El bokoblin se abalanzó de repente hacia adelante, atacando con su garrote al costado de Link. Por mero instinto, Link repelió el golpe, atrapando el garrote, y luego elevó la espada hacia arriba. La maniobra le hizo soltar el arma, que salió disparada en el aire. Sosteniendo la espada con ambas manos, la bajó de un tajo hacia un lado, golpeando al bokoblin directamente en las costillas. La criatura se encorvó alrededor de la hoja envuelta en tela y cayó al suelo. Debido al envoltorio, la hoja no lo cortó, aunque el lugar donde impactó ya estaba tomando un tono púrpura intenso.
El bokoblin se levantó de un salto, sujetándose el costado mientras retrocedía rápidamente, con la otra mano levantada en señal de defensa. Comenzó a gritarle a Link en un tono gutural desconocido, señalándolo con el dedo. Link comenzó a avanzar hacia él.
“¡Link, no!” gritó el anciano. Muy tarde. Dos bokoblins más —uno rojo y otro de un azul oscuro, casi negro— surgieron de detrás de un pequeño muro derrumbado justo donde había caído el primero. El rojo blandía otro garrote —-más largo y sujetado con ambas manos— mientras que el azul llevaba una espada. Una espada mucho mejor que la de Link.
El bokoblin rojo con el garrote más grande atacó y la sorpresa momentánea de Link al verlos le impidió desviar o esquivar el golpe. Logró bloquearlo con su espada, pero la fuerza del impacto le torció la espada, lastimándole las manos, y retrocedió varios pasos tambaleándose.
Los bokoblins no tenían ninguna intención de ceder su posición. El rojo echó a correr torpemente hacia él. El garrote que llevaba era grande y parecía demasiado pesado para una criatura tan escuálida. Aun así, quedaba claro que era más fuerte de lo que aparentaba, porque a Link le costaba desviar sus ataques. Logró desviar el siguiente hacia el suelo, pero entonces el primer bokoblin, que ya había recuperado su garrote, volvió a unirse al combate. Recibió un doloroso golpe en el hombro, soltando un gruñido de dolor y retrocediendo rápidamente. Bajó por la colina, dejando a los tres bokoblins por encima de él. El bokoblin azul, por el momento, se limitaba a observar mientras los otros atacaban. ¿Sería su líder, tal vez?
El bokoblin del garrote grande lanzó un golpe dirigido a los pies de Link, y este, una vez más, reaccionó por puro instinto. Con un voltereta hacia atrás, logró esquivar el ataque con facilidad, pero aterrizó de forma inestable. Eso, al menos, sumado a las expresiones de sorpresa en los rostros de los dos bokoblins, le dio el tiempo suficiente para quitar la tela que cubría su espada.
Las reacciones de los dos bokoblins fueron inmediatas. El que tenía el garrote más corto chilló algo con entusiasmo y corrió hacia Link, agitando el arma de forma descontrolada. Estaba claro que quería su espada. El otro bokoblin también la quería y, para sorpresa de Link, hizo tropezar al primero con su garrote, derribándolo. Luego se lanzó al ataque, corriendo sobre la espalda de su compañero caído y saltando desde ahí. Gritó algo en su lengua gutural e intentó golpear a Link en la cabeza.
Link esquivó hacia un lado y ejecutó un corte veloz con su espada. Al deslizar la hoja por el vientre expuesto del bokoblin, sintió por un instante algo de resistencia antes de que la hoja quedara libre. El bokoblin chilló y cayó rodando al suelo, ensangrentado, mientras su garrote caía a varios metros de distancia. No volvió a levantarse.
El otro bokoblin no se tomó muy bien la muerte de su compañero. Poniéndose de pie, corrió hacia él, blandiendo su garrote con furia. Link paró el primer golpe y sintió que algo en su espada cedía. Esquivó el siguiente ataque, saltando hacia un lado. El bokoblin tropezó, habiéndose excedido en su ataque y Link le clavó la espada en la espalda. El bokoblin balbuceó, con sangre púrpura brotando de su boca y dejó caer su garrote. Link sacó la espada y pateó al bokoblin, enviándolo rodando colina abajo para reunirse con su hermano.
Respirando con dificultad, Link miró con cierta sorpresa el resultado de su obra. Dos enemigos derrotados. Echó un vistazo a la espada ensangrentada que sostenía en su mano izquierda. Le hizo reflexionar el hecho de haber salido victorioso en una situación tan desfavorable. Volvió la vista hacia el anciano, quien estaba parado a cierta distancia, observándolo con una mirada aguda. Link había reaccionado con tanta rapidez, alejándolo del peligro y colocándose entre el hombre y los bokoblins. Quizás, en su pasado—
El tercer bokoblin gritó furioso y clavó su espada hacia la espalda de Link. Girando sobre sí mismo, Link logró esquivar el golpe inicial, pero pronto se hizo evidente que este bokoblin era más hábil en el combate que sus hermanos de piel roja. Sostenía su espada en una mano y, en la otra, un escudo de madera toscamente tallado.
Genial, pensó Link, mientras blandía su espada en dirección al cuello del bokoblin azul. El bokoblin levantó su escudo, deteniendo la espada. Con un crujido seco y una sacudida terrible, su espada se partió en dos, justo por encima de la empuñadura. Tropezó hacia delante y apenas logró lanzarse a un lado a tiempo para evitar que el bokoblin ansioso lo atravesara con su espada.
Link retrocedió varios pasos más mientras el bokoblin avanzaba, con una repugnante sonrisa burlona en los labios. Buscando algo con lo que defenderse, vio el garrote que había empuñado el primer bokoblin. Miró al bokoblin azul brevemente a los ojos y echó a correr. La criatura gritó enfurecida y se lanzó en su persecución, pero corría muy lento. Link agarró el garrote y se giró justo a tiempo para bloquear un golpe que lo habría decapitado.
Intentó contraatacar blandiendo su garrote contra la cabeza del bokoblin, pero este logró levantar su escudo justo a tiempo. Trató de golpear al bokoblin de nuevo, pero el escudo se interpuso una vez más en su camino. Antes de que pudiera realizar un tercer intento, se vio obligado a parar la espada del bokoblin de nuevo. El monstruo ya no lo miraba con descaro, sino que parecía enfurecido.
Lanzó un golpe, golpeando el escudo con toda la fuerza que pudo reunir. Pero, al igual que sus compañeros, el bokoblin era más fuerte de lo que aparentaba y mantuvo el equilibrio. Respondió una estocada, peligrosamente cerca del abdomen de Link, quien se movió hacia un lado para esquivar. El tiempo pareció ralentizarse cuando Link vio su oportunidad. El brazo del bokoblin quedó extendido, con la espada apuntando al vacío. Había estirado demasiado el ataque intentando acabar con la pelea.
El bokoblin se dio cuenta de su error demasiado tarde cuando Link arremetió con su garrote contra su brazo sobreextendido. Los huesos crujieron bajo la fuerza del golpe y la espada cayó al suelo con estrépito. Otro golpe con el garrote alcanzó al bokoblin en la mandíbula, haciéndolo trastabillar hacia atrás, aturdido. Era evidente que su brazo quedó roto.
Link recogió la espada y avanzó hacia el bokoblin. Hubo un breve momento de vacilación cuando el bokoblin miró la espada. Luego, el bokoblin se dio la vuelta y echó a correr, gritando y sujetándose el brazo. Corrió en dirección al templo del tiempo, y Link se preguntó si más bokoblins se habían instalado en la antigua estructura. Justo cuando empezaba a considerar la posibilidad de entrar en el templo del tiempo para ocuparse de los bokoblins restantes, oyó que se acercaba el anciano. Se dio la vuelta y vio al anciano caminando hacia él, con su bastón golpeando el suelo a cada paso.
“Evidentemente debes de ser un guerrero de renombre, a juzgar por tu destreza con la espada.” dijo mientras se acercaba a Link. Observó la espada por un momento y luego asintió con aire pensativo. “Parece ser una vieja hoja de soldado hyliano. ¿Ves el escudo en la empuñadura? Es raro encontrar una en tan buen estado hoy en día.”
Link miró su espada y vio lo que parecía ser un pájaro con las alas extendidas debajo de tres triángulos apilados que formaban un gran triángulo estampado en la empuñadura. Se quedó mirando el símbolo, frunciendo el ceño. Parecía significar algo para él. Sin pensarlo, se puso derecho y levantó el mentón. Entonces se dio cuenta de que el anciano lo estaba observando, y se relajó de nuevo, bajando el brazo con el que empuñaba la espada. Desearía tener una funda adecuada.
Con eso en mente, se dirigió a la pared detrás de la cual se habían escondido los bokoblins. ¿Estaban esperando para tenderle una emboscada? Pero no. Encontró los restos de un pequeño campamento. Estaba claro que estaban comiendo lo que parecía ser un conejo mutilado, parcialmente cocinado sobre las brasas de una fogata.
Unos pocos objetos estaban esparcidos por el lugar—en su mayoría baratijas toscas hechas de madera o hueso—pero Link solo prestó atención a la vieja funda apoyada contra la pared. La recogió, notando que tenía un lazo amplio sujeto a ella. Deslizó la espada en la funda y luego la colgó en su espalda. Le tomó algunos ajustes, pero finalmente encontró una posición desde la cual podía desenvainar la espada con facilidad.
Saliendo de detrás de la pared, Link se acercó al anciano. “¿Hace cuánto tiempo dijiste que cayó Hyrule?”
“Oh, ya hace bastante tiempo”, respondió el anciano. “Un siglo, tal vez”.
Link se deprimió al oír eso. Eso desmentía sus propias sospechas sobre su pasado. Miró con detenimiento a través de la meseta y las llanuras que se extendían debajo, hacia el lejano castillo. Un siglo. Cien años. “¿Qué provocó su caída?”.
“El cataclismo” fue todo lo que dijo el anciano antes de girar y seguir colina abajo. Link lo observó y notó que parecía caminar con una postura un poco más encorvada que antes. Sintiéndose frustrado por su falta de conocimiento, se puso a caminar detrás del hombre.
La mayor parte del resto del camino cuesta abajo lo recorrieron en silencio. Al bajar, pasaron por los restos de un gran patio con una fuente rota en el centro. A su alrededor había varios edificios más destruidos; algunos carecían de techo, mientras que otros tenían grandes trozos de sus paredes destrozados, como si una criatura enorme hubiera irrumpido en la casa. Afortunadamente, o bien no había más bokoblins en la zona, o bien los que estaban allí decidieron que no valía la pena atacarlos.
Mientras caminaban, Link no podía evitar volver la vista una y otra vez hacia el templo del tiempo. La estructura había resistido mucho mejor que los edificios que la rodeaban. Desde su posición, el edificio seguía pareciendo intacto en su mayor parte, aunque podía ver que los cristales que antes cubrían sus ventanas estaban en su mayoría destrozados y que había claros signos de deterioro. Al menos aún tenía techo.
“Ahí”, dijo el anciano, deteniéndose al final de lo que parecía ser otro patio. Link se detuvo a su lado, intrigado. El camino por el que habían estado avanzando continuaba hacia la izquierda hasta desembocar en un profundo estanque rodeado por los restos de una antigua estructura de piedra. Sin embargo, el hombre señaló con un dedo hacia la derecha, hacia lo que parecía ser una gran pila de rocas.
Link siguió su mirada, sin entender de qué estaba hablando. Volvió a mirar al anciano, que bajó la mano y lo miró expectante. “Me quedaré aquí, si no te importa. Necesito descansar”. Apoyó su bastón contra los restos de unos viejos cimientos y se sentó sobre él. “Además, creo que ya he tenido suficiente movimiento por hoy”.
Sin estar seguro de a qué se refería con eso, Link miró al hombre de reojo y luego se dio la vuelta, caminando hacia el montón de rocas. Mientras cruzaba el viejo patio, se mantuvo alerta, atento a cualquier posible atacante. Por el camino había visto unas flechas toscamente fabricadas clavadas en un árbol y no tenía ninguna intención de convertirse en el blanco de un arquero bokoblin, si podía evitarlo.
Al acercarse a las rocas, pronto descubrió que había un pequeño hueco en el centro de la piedra. Parecía como si alguna vez hubiera habido allí una estructura—tal vez una especie de cenador—que había sido cubierta con piedra. Con el tiempo, esa roca se había roto, dejando al descubierto el interior oculto una vez más.
Link se acercó a la roca hueca y se sorprendió al ver un pedestal muy parecido a los que había dentro de la cámara donde había despertado. Brillaba con un tono anaranjado, con un patrón de líneas curvas y rectas en su superficie. Esta estaba dividida en varios anillos concéntricos, con el central ligeramente elevado. Ese anillo elevado tenía una cavidad que parecía encajar perfectamente con la tableta sheikah. Link miró por encima del hombro al anciano, que seguía sentado sobre el muro derrumbado, observándolo. Finalmente, desenganchó la tableta de su cinturón y la colocó en la cavidad.
Por un momento, no ocurrió nada. Luego, tanto la tableta sheikah como el pedestal brillaron con una luz anaranjada que se desvaneció rápidamente. El anillo central elevado se hundió hasta quedar al mismo nivel que el resto del pedestal, formando una superficie lisa con la tableta sheikah en el centro. Link vio que había vuelto a aparecer texto en la pantalla de la tableta sheikah.
“Torre sheikah activada. Iniciando activación de la torre. Cuidado: se prevén fuertes temblores ”
¿Temblores?
Antes de que Link pudiera reaccionar, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Empezó como un leve estruendo, pero se convirtió en una violenta sacudida. Tropezó y perdió el equilibrio por completo, cayendo dolorosamente de espaldas. Las rocas que rodeaban la estructura se agrietaron y desmoronaron, cayendo en grandes trozos. Algunas de las piedras que estaban justo encima cayeron al suelo. Por desgracia, el temblor no cesó. Con una incómoda sensación en el estómago, se dio cuenta de que el suelo sobre el que estaba sentado se movía.
Las piedras que rodeaban la estructura continuaban cayendo mientras la plataforma en la que se encontraba Link comenzaba a elevarse en el aire. Rodó sobre sí mismo, permaneciendo a cuatro patas, y observó con atención cómo su plataforma continuaba elevándose a un ritmo sorprendentemente rápido. La plataforma en la que se encontraba tenía forma de disco plano, abierta al aire libre, con soportes que rodeaban un círculo interior que sostenía su techo. Con cautela, se arrastró fuera de debajo del techo, más cerca del borde, y miró hacia abajo. El suelo directamente debajo y alrededor de la plataforma —la torre, ahora que la veía mejor— se había agrietado al arrancar rocas y tierra centenarias. El anciano se había levantado de la pared y miraba a Link con una expresión que sólo podía ser de asombro.
La torre continuó ascendiendo hasta que, aturdido, Link se encontró a la altura de la punta más alta del templo del tiempo, donde se detuvo con un temblor. No podía calcularlo con precisión, pero tenía la sensación de estar a varios metros sobre el suelo. Desde arriba, el anciano era apenas una hormiga junto a la base de la torre.
Un sonido que provenía de arriba llamó su atención. Tres apéndices con forma de brazo que hasta entonces estaban extendidos y pegados al pequeño techo cónico, se levantaron de repente, apuntando directamente al cielo. Al mismo tiempo, un haz de luz azul comenzó en la base de la torre y ascendió por su centro hasta llegar al pedestal, que brilló con un resplandor azul intenso. Link notó que otras partes de la torre también empezaban a iluminarse con una luz azul. Un texto azul que Link no pudo leer se formó en un círculo alrededor del techo y otros símbolos extraños en el techo y el suelo también comenzaron a brillar.
Fue en ese momento cuando Link notó la extraña roca que colgaba del centro del techo, como una estalactita, justo sobre el pedestal y la tableta sheikah. Extraños símbolos luminosos aparecieron en su superficie negra y descendieron a lo largo de ella, acumulándose cerca de la punta. Link vio cómo se formaba una especie de condensación ahí. Esa condensación, que brillaba con un azul intenso, creció hasta convertirse en una gota grande, la cual cayó directamente sobre la tableta sheikah con un notable salpicón.
Link se levantó lentamente, notando que la piedra se había oscurecido, y se acercó al pedestal. Al hacerlo, el anillo en el centro del pedestal volvió a elevarse, y la tableta sheikah se levantó para quedar en posición vertical. Entonces vio que había nuevo texto en su superficie.
“Módulos restaurados.
Módulo Inmóvilis... Funcional
Módulo Magnesis... Necesita reparaciones/Parcialmente funcional.
Módulo Bombas Remotas... Funcional
Módulo Crionis... Funcional
Módulo Teletransportación... Necesita reparaciones/Parcialmente funcional.
Módulo Cámara... Funcional
Modo Cartografía... Funcional
Modo Telescopio... Funcional
Moto Hyliana Alfa1... No se puede detectar / No funcional.”
Después de unos segundos, el texto desapareció, siendo reemplazado por una nueva interfaz. Varios cuadrados de colores formaban una fila en el centro de la pantalla. Dentro de cada uno había un ícono del mismo color, aunque Link no estaba seguro de qué significaba ninguno de ellos. Intrigado, extendió la mano hacia el ícono con el círculo azul en el centro.
“Recuerda...”
Se sobresaltó al escuchar de repente la voz de la mujer nuevamente. Aunque aún la escuchaba dentro de su mente, esta vez parecía provenir de una dirección específica. Se dio la vuelta rápidamente y su mirada se posó en el castillo lejano. Una luz blanca y tenue brillaba en su centro, que palpitaba al ritmo de sus nuevas palabras. “Concéntrate. Trata de recordar, Link”
Avanzó sobre la plataforma, fijando la vista en la luz que latía. “¿Quién eres?” preguntó. “¿Sabes quién soy? ¿Por qué estoy aquí?” Silencio. Luego ella volvió a hablar.
“Has estado dormido durante los últimos cien años” dijo ella, y él se detuvo de repente, mientras todos los demás pensamientos desaparecían de su mente. ¿Cien años? Eso no podía ser cierto. Simplemente no podía ser posible.
“No entiendo. ¿Qué quieres decir con que he est...”
El suelo bajo sus pies tembló, y se preparó para lo que viniera. ¿Acaso la torre iba a hundirse de nuevo? ¿O elevarse aún más? Pero no, la torre permaneció inmóvil. Sin embargo, el castillo a lo lejos había cambiado un poco. Una extraña neblina rojizo-púrpura comenzó a elevarse desde el suelo que lo rodeaba. Se arremolinaba lentamente alrededor del castillo, empezando a cubrir la luz pálida.
“¡La bestia! Link, sé que aún no lo recuerdas, pero cuando el cataclismo recupere todo su poder, ¡lo destruirá todo!” La mujer hablaba con urgencia, y en su voz se notaba la tensión.
Mientras observaba el castillo, la neblina comenzó a tomar forma. Continuó arremolinándose alrededor del castillo, pero en su parte delantera comenzó a solidificarse en una forma mucho más oscura. Aunque era difícil distinguirla a esa distancia, el hecho de que pudiera ver algún detalle era una prueba de la inmensidad de la entidad. Formaba lo que parecía casi el hocico de una criatura, con cuernos como los de un jabalí. Continuó tomando forma hasta que una cabeza parecida a la de un cerdo, aunque deformada, se hizo visible en la parte delantera de la neblina humeante. La bestia abrió su enorme boca y el suelo bajo sus pies volvió a temblar. Le pareció distinguir algo parecido al sonido lejano de un rugido atronador. Continuó dando vueltas alrededor del castillo, rugiendo de nuevo y elevándose en el aire por encima de la aguja central.
De repente, la luz intermitente en el centro del castillo pareció explotar atravesando la neblina que se alzaba, y la cabeza de la criatura se fragmentó, volviéndose de nuevo una neblina difusa. La neblina se retiró hacia el castillo, como si la luz pálida la absorbiera. No desapareció del todo, y la neblina rojizo-púrpura continuó arremolinándose alrededor de la base del castillo, aunque de forma más débil. Sin embargo, la criatura ya no se veía; algo que causó un gran alivio en Link.
“Temo que el cataclismo haya sentido que algo cambió. Está intentando liberarse de sus ataduras incluso ahora, y yo debo hacer todo lo que pueda para mantenerlas firmes. No quiero que descubra que sigues con vida. ¡Pero ve! Tienes que darte prisa, Link. Antes de que sea demasiado tarde”
En el centro del castillo lejano, la luz pulsante se desvaneció, y Link se sintió muy, pero muy solo.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Magnesis Magnesis Stasis Inmóvilis Cryonis Crionis Remote Bombes Bombas Remoteas Master Cycle Zero Moto Hyliana Alfa
1: Referencia al DLC "La Balada de los Campeones"
Chapter Text
Capítulo 3
El descenso de la torre no fue tan difícil como Link pensó en un principio. Los lados de la torre estaban cubiertos por un patrón de piedra similar a una celosía, lo que ofrecía buenos apoyos para manos y pies. Además, había una serie de plataformas dispuestas en espiral alrededor de la torre, claramente diseñadas para facilitar la subida o bajada. En realidad, le resultó bastante fácil, aunque al llegar al fondo le dolían las manos.
La verdad, sin embargo, es que habría preferido que fuera más difícil. Tal vez así habría podido distraerse de las palabras de la voz o de lo que había visto en la cima de la torre. Había notado la tensión en su voz y percibido lo difícil que le resultaba enfrentarse a esa criatura, pero ¿qué se suponía que debía hacer él? No le dijo que hacer más que seguir adelante. Le advirtió sobre las terribles consecuencias—nada menos que el fin del mundo—pero no le ofreció ninguna pista sobre cómo evitar ese destino.
Quizá, si hubiese tenido sus recuerdos, algo de eso habría tenido sentido. Sin embargo, él seguía tan perdido como la primera vez que la voz le habló. Había intentado entrar en lo profundo de su mente, pero era como tratar de recordar un sueño olvidado hace mucho tiempo. Podía casi sentir su pasado, pero estaba fuera de su alcance. Era desesperante.
Cuando finalmente bajó de la torre, pretendía contarle al anciano sobre la misteriosa mujer y la criatura que había visto—capaz él también escuchó la voz. Seguramente podría decirle algo sobre la criatura. Sin embargo, cuando Link vio la pared rota donde el anciano había estado sentado, la encontró desolada, salvo por el bastón y una pequeña alforja que habían caído al suelo.
Aterrorizado, desenvainó de inmediato su espada. La sostuvo en alto, listo para lo que fuera, mientras miraba a su alrededor con tensa anticipación, seguro de que el ataque no tardaría en llegar. No tuvo que esperar mucho.
Algo pasó volando, rozando su cabeza y saltó para un costado. Un instante después, otra flecha voló justo por donde él había estado, chocando ruidosamente contra el suelo a varios metros de distancia. Mirando rápidamente hacia el lugar de donde había venido la flecha, Link vio tres bokoblins en la cima de una colina cercana. Dos sostenían arcos rústicos de madera, mientras que uno, parado detrás de ellos, le resultaba familiar. Parecía tener un brazo roto, sujetado por un cabestrillo tosco. Aparentemente el bokoblin azul de antes había vuelto con compañía.
Con espada firmemente en mano, Link se lanzó a un lado justo cuando otro par de flechas volaron hacia él. La puntería de los bokoblins era mala, y dudaba que alguna de esas flechas le hubiera dado aunque se hubiera quedado quieto. Aun así no tentaría su suerte, pues con un solo tiro certero podría ser suficiente para acabar con él.
Comenzó a correr hacia la colina. Sabía que era una locura—correr directo hacia un par de arqueros era sin duda una misión suicida—pero no tenía dónde esconderse salvo la torre.
Y lo último que quería era quedarse atrapado en un solo lugar mientras los arqueros tomaban posición y afinaban sus disparos.
Corriendo en zigzag, logró evitar dos ráfagas más antes de afortunadamente llegar a la colina. La pendiente era pronunciada, aunque su velocidad le permitió escalarla. Sin embargo al llegar a la cima vio que uno de los bokoblins había preparado otra flecha—esta vez apuntando directamente a su corazón.
Pero no se detuvo. Saltó hacia adelante, pasando a través de los dos arqueros. Sintió un dolor agudo en la parte superior del brazo derecho pero lo ignoró por el momento. En lugar de eso, giró sobre sí mismo y blandió su espada con un amplio movimiento circular. Alcanzó al primer arquero en el cuello y terminó cortando el arco del segundo. Un grito de dolor le indicó a Link que también le había cortado la mano a ese arquero.
Link siguió con su ataque giratorio y sintió una repentina pero breve resistencia. El bokoblin azul lo miró con asombro con sus ojos rojos. En su mano tenía una daga de aspecto siniestro lista para clavarse en la espalda de Link, que había quedado al descubierto. Un instante después, la daga cayó al suelo y el bokoblin se dobló sobre sí mismo, sujetándose el estómago ensangrentado.
Convencido de que este bokoblin no lo volvería a molestar, Link se dio la vuelta y vio al último bokoblin arquero, ya sin su arco roto, bajando a toda prisa por la colina, gritando algo con tono de pánico. No queriendo que se repita lo ocurrido, Link envainó su espada y recogió el arco del otro bokoblin. Preparó una flecha, tensó la cuerda hasta su mejilla y apuntó con cuidado. Luego de ajustar su mira para compensar la briza, disparó. La flecha trazó un arco en el aire y dio en el blanco, en la espalda desprotegida del bokoblin. Este cayó boca abajo y quedó inmóvil en el suelo.
Se quedó mirando al bokoblin con satisfacción durante varios segundos antes de que tomara conciencia de todo lo ocurrido. Dejó caer el arco y dio un paso atrás, horrorizado, mirando la carnicería que había causado a su alrededor en ¿qué? ¿unos segundos? Tres cadáveres más y una criatura moribunda. Tomando en cuenta a los dos que había matado antes, ya eran cinco en total. Cinco vidas que había tomado con aparente facilidad.
¿Quién era él?
Temía oír la respuesta a esa pregunta. El hecho de que los bokoblins fueran grotescos y peligrosos no hizo mucho para aliviar la culpa que sentía por derramar tanta sangre. ¿Qué clase de hombre había sido en su pasado? Su pasado lejano, suponiendo que las palabras de la mujer eran ciertas.
El dolor en su brazo logró desviar su atención de ese pensamiento perturbador y vio que la flecha que le habían disparado antes le había cortado la manga. Parecía que solo lo había rozado, pero la sangre le corría por el brazo, manchándole la manga. Luego de ver a los cuerpos a su alrededor, Link decidió que su propia ropa sería un mejor vendaje que los sucios taparrabos de los bokoblins.
Se rasgó la manga del brazo derecho y, tras cortar la parte ensangrentada, utilizó la tela restante para vendarse el brazo. No parecía una herida profunda, pero sangraba lo suficiente como para justificar el vendaje. Una vez hecho esto, comenzó a recoger los suministros que pudiera. Se volvió hacia el bokoblin azul. Se sorprendió ligeramente al ver el escudo que había empuñado anteriormente colgado a su espalda. La daga caída, que tenía la hoja oxidada, yacía en el suelo junto a su cabeza.
Link retiró cuidadosamente el escudo de la espalda del bokoblin, deslizando la larga correa que lo sujetaba por debajo del pecho del bokoblin, y lo inspeccionó. Era un simple escudo de madera el cual dudaba que aguantaría mucho en batalla. Ya podía ver varias muescas profundas en la madera, incluida al menos una hecha por él mismo. Tenía dos simples correas de cuero para sostenerlo en batalla y una larga para colgarlo por la espalda. Lo deslizó por el brazo derecho, sintiendo su peso. Se sentía muy liviano— probablemente demasiado endeble para protegerlo de garrotes y espadas oxidadas, y dudaba que pudiera detener una flecha, pero era mejor que nada. Se colocó el escudo al hombro, satisfecho de contar al menos con algo de protección, y se volvió hacia el otro bokoblin muerto.
Recogió el arco antes, mirándolo un poco insatisfecho. No estaba en buenas condiciones ni estaba hecha con buena madera en su opinión. Los bokoblins no eran buenos artesanos, aparentemente. Pero el arco le había servido y Link no quería volver a estar desprevenido en caso de que lo volvieran a atacar desde lejos. Aflojó la cuerda para evitar que se siga desgastando. Luego, encontró un simple carcaj de cuero el cual colgó en su cintura, y varias flechas adicionales alrededor de los bokoblins caídos. Finalmente, recogió la daga del bokoblin azul y la deslizó por su cinturón.
Sintiéndose un poco más preparado que antes, bajó la colina y se dirigió hacia el bastón y la alforja abandonados. Dejó el bastón pero recogió la alforja, colgándola por su hombro. Colocó la cuerda enrollada de su arco dentro y tras un momento sacó la única manzana que quedaba dentro. También encontró una cantimplora medio llena. Ignorando la punzada de culpa que sintió por comerse la manzana del anciano, le dio un mordisco y alzó la vista hacia el templo del tiempo.
No sabía si el anciano seguía vivo, o si los bokoblins lo llevaron ahí si es que lo habían secuestrado, pero no tenía otro lugar por donde empezar. Aquel anciano era su único vínculo con este mundo extraño y misterioso. Tenía que al menos intentar encontrarlo, en especial si fue por ayudarlo que lo secuestraron. Y si Link fue algún tipo de guerrero en su pasado, bien podría hacer uso de sus habilidades para proteger vidas, en vez de tomarlas.
En algún punto mientras subía la colina hacia el templo del tiempo, Link concluyó que fueran cuales fueran sus habilidades en combate, el sigilo no era una de ellas.
Mientras caminaba, el escudo que llevaba a la espalda golpeaba una y otra vez la vieja vaina, produciendo un sonido metálico con cada dos pasos más o menos. Intentó ajustar el escudo para que no se moviera, sin éxito y por un momento incluso pensó en dejarlo atrás. Sin embargo, al recordar la emboscada de antes, decidió que era mejor conservarlo por ahora.
¿Y qué harás con eso, Link? se preguntó en voz baja mientras se movía sigilosamente alrededor de una estructura en ruinas que podría haber sido un lugar de oración, dado el altar y la estatua derruida en el centro, al fondo del edificio. ¿Harás que las flechas reboten por donde vinieron?
Notó que cada vez más se pensaba en sí mismo como Link. Era como si ese nombre lo llamara, casi como un viejo amigo que no había visto en mucho tiempo. Sin embargo, si la mujer había acertado con su nombre, ¿había acertado en otras cosas? No, pensó. Eso no puede ser posible. Incluso si lo fuera, ¿por qué yo? Luego recordó la manera con la que había matado a los bokoblins e hizo una mueca.
Se dio cuenta de que la colina que conducía al templo del tiempo estaba dividida en varios niveles escalonados, y en cada uno había varias construcciones antiguas de distintos tamaños y formas. Algunas probablemente habían sido cuartos para los sacerdotes, dado los antiguos marcos de cama que encontró dentro. Otras tal vez tenían fines religiosos. Tal vez eran edificios para la oración o lugares donde los sacerdotes enseñaban a grupos pequeños. O quizá alguna vez había sido un pueblo, y esas construcciones eran casas y tiendas. La verdad es que no lo sabía.
Todavía estaba pensando en eso cuando llegó al último edificio del camino, justo antes de que éste se dividiera y condujera al propio templo del tiempo. El edificio se mantenía en pie en su mayor parte, aunque le faltaba el techo y parte de una pared. Pensó que sería un buen lugar desde donde hacer reconocimiento antes de adentrarse en el templo.
Cuando entró en la estructura, se asombró al ver que este era más grande que los demás de abajo. Mientras observaba el amplio y vacío edificio, se giró y miró hacia un rincón que no había visto antes. Se sobresaltó y dio un paso atrás al ver lo había ahí.
Ante él se alzaba una construcción colosal. Una estatua, quizá, aunque casi tan alta como el edificio en el que se encontraba. Tenía seis patas largas y delgadas, cada una terminando en un pie con tres garras, aunque solo tres parecían estar enteras. Las otras tres acababan en muñones irregulares. Su cuerpo era cilíndrico, más ancho en la base y más estrecho en la parte superior. En el centro, lo adornaba un único círculo negro, y dentro de él podía ver una esfera oscura, como un ojo negro y ominoso.
Por sí solo ya resultaba intimidante, pero el temor que sentía al contemplar esta cosa iba más allá de su apariencia o tamaño. Quería correr, esconderse, encontrar lo que fuera que pudiera interponerse entre él y esa cosa. Al verla sintió náuseas en el estómago. Se le heló la sangre.
Se alejó de ella, pero eso no sirvió para calmar la oleada de ansiedad que sentía. Ahora tenía los pelos de la nuca erizados. Le parecía como si lo estuviera observando. Abandonó su plan de utilizar ese edificio y regresó a la puerta. Tras asegurarse de que no había bokoblins a la vista, salió a toda prisa.
El tener una pared entre él y esa cosa ayudó a calmar su ansiedad, pero aún podía sentir su corazón latir aceleradamente. Le sudaban las palmas de las manos. El edificio estaba situado entre dos escaleras que conducían a la entrada del templo del tiempo, y Link no perdió tiempo en dirigirse rápidamente hacia una de ellas, mirando por encima del hombro todo el tiempo.
Sin embargo, al acercarse a una de las escaleras, se asombró al ver más de esas extrañas cosas de múltiples piernas cerca del templo. Estas parecían estar de cara hacia el templo y, al igual que la otra, estaban en distintos estados de deterioro, algunas no tenían patas, otras tenían una de esas extrañas protuberancias en forma de aleta, ubicadas en la parte superior de sus “cabezas” cilíndricas.
Link dudó por un momento, pero el recuerdo del anciano le dio fuerzas para mantenerse firme. Solo eran estatuas. ¿Verdad? Y claramente eran viejas. Estas tenían musgo creciendo en sus cuerpos metálicos y al menos un ave había hecho un nido en el recodo de una de sus patas.
Apartó a la fuerza los extraños presentimientos que aquellas estructuras le provocaban y comenzó a subir lentamente la escalinata, cuidando de no pisar piedras sueltas que pudieran delatarlo. Por suerte la zona alrededor del templo del tiempo estaba viva con los sonidos de aves e insectos, lo cual probablemente ayudaba a ocultar el ruido de sus propios pasos.
Después de pasar lentamente junto al trío de estatuas metálicas rotas, llegó a la pared exterior del templo del tiempo. Su antigua puerta estaba abierta a solo tres metros de él y ahora que estaba allí, podía oír los tenues sonidos de movimiento que provenían del interior. Apoyó su arco sin cuerda contra la pared de piedra y se quitó el escudo de la espalda, colocándolo en su brazo derecho. Después, sacó la espada de su vaina lenta y controladamente, apenas sin hacer ruido. Avanzó silenciosamente por la pared hasta llegar a la entrada. Tras respirar hondo, asomó lentamente la cabeza por la puerta para mirar dentro.
Dentro del templo había un pasillo largo central rodeado a ambos lados por antiguos bancos de piedra. Al final del pasillo había una gran estatua alada de una mujer en un largo vestido suelto. Alrededor de su base había unas cuantas pequeñas estatuas, similares a la grande. Link vio que su suposición inicial era errónea, ya que el templo del tiempo si tenía el mismo nivel de destrucción que los otros edificios. Aunque la parte occidental de la estructura parecía casi intacta desde lejos, la parte oriental se había derrumbado casi por completo, salvo por algunas secciones clave de la pared. No era constructor pero pensó que, sin esas secciones de la pared, el techo, o todo el edificio, probablemente se habría derrumbado hace años.
La luz se filtraba por la pared rota, revelando una pequeña hoguera chisporroteante sobre el suelo del templo. Al lado del fuego, un jabalí muerto había sido destripado y sobre las brasas se había colocado un asador donde colgaban varios pedazos selectos de carne para asar. Por más apetitoso que aquello le pareciera a Link, que apenas había comido un par de manzanas desde que despertó, su hambre desapareció al ver al bokoblin sentado junto al fuego. La criatura devoraba un trozo de carne con codicia. Estaba de espaldas hacia Link y pudo ver sus armas—un garrote y un escudo de madera con huesos blancos sujetos a su superficie—descansando en el suelo a pocos metros del bokoblin.
Se adentró cautelosamente en el templo. Ya pasada la entrada, se percató dos habitaciones laterales a cada lado de la entrada, las cuales estaban vacías de bokoblins, pero notó que se usaron para almacenar cosas en el pasado. Por el momento, solo ese bokoblin parecía estar vigilando el templo. Quizá los otros salieron a cazar o a patrullar… o capaz Link ya se había deshecho de ellos. Eso estaba bien, supuso, pero la idea no lo alegró del todo.
Link se desplazó agachado, intentando ocultarse detrás de los bancos rotos. Sin embargo, la gran cantidad de piedras y escombros a su alrededor hacía que el sigilo fuera difícil y sin querer empujó una astilla de piedra con el pie. Se quedó paralizado justo detrás del banco al oír la reacción del bokoblin. Emitió un sonido de curiosidad y pudo oír cómo se movía, como si buscara a su alrededor. Contuvo la respiración, los nudillos de la mano que sujetaba la espada se le pusieron blancos por la tensión. Confiaba bastante en su capacidad para acabar con ese único enemigo, pero si llegaba a alertar a cualquiera que estuviera cerca…
Link oyó al bokoblin volver a sentarse y luego emitió un sonido parecido a una risa a la par que mordisqueaba otro pedazo de carne. Link se asomó por encima del banco. Quizás el bokoblin estaba disfrutando la oportunidad de poder comer sin tener que compartir con los otros. Justo cuando consideraba si debía atacar al bokoblin—no era una amenaza inmediata, después de todo—la punta de su espada rozó la piedra del banco junto a él.
El bokoblin reaccionó de inmediato, saltando y girando sobre sí mismo. Abrió la boca para gritar algo en su extraño idioma, pero Link se lanzó hacia adelante con la espada. Lo atravesó, apuntando a donde suponía que debía estar su corazón. Por un breve instante, el bokoblin lo miró con ojos llenos de sorpresa y miedo y luego Link vio cómo la vida se desvanecía en su mirada. Con el rostro tenso, tomó su brazo y bajó su cuerpo al suelo en silencio.
Rápidamente se acercó a la pared derruida y miró hacia afuera, buscando si había algún otro bokoblin más cerca. Más allá de otro par de esas estatuas rotas de múltiples patas, Link no vio ninguna otra amenaza. Lamentablemente tampoco vio rastro del anciano, vivo o muerto.
Suspirando, se permitió relajarse un poco y se giró para mirar el interior del templo. Sobre uno de los bancos Link vio lo que parecían ser unos trapos viejos y sucios. Los usó para limpiar la sangre púrpura del bokoblin que aún manchaba su espada. No quedó tan limpia como le habría gustado y era consciente de que no la había limpiado antes, lo que probablemente significaba que el interior de la vaina estaba ahora sucio. Aun así, el simple acto de limpiar su arma le hizo sentirse un poco mejor. La envainó, volvió a colgarse el escudo a la espalda y luego exhaló, sentándose en uno de los bancos rotos. Su mirada cayó sobre el cuerpo del bokoblin muerto, al que había matado mientras simplemente disfrutaba de su comida. No representaba una amenaza para Link. No realmente, si sus victorias anteriores servían de referencia.
¿Sería todo más fácil si tuviera sus recuerdos? Y si así fuera, ¿sería eso algo bueno?
“Pareces estar absorto en tus pensamientos” dijo una voz detrás de él. Link se levantó de un saltó y giró sobre sí, sorprendido, al ver al anciano parado en la entrada del templo. No se veía peor que antes y, aparentemente, había recuperado su bastón de alguna manera. ¿Se había marchado simplemente? ¿Había llegado Link hasta aquí para nada?
“Pensé que te habían—“ dijo Link, pero las risas del anciano lo callaron.
“Nunca dudabas en ayudar a quien estuviera en peligro.” dijo el anciano.
“¿Qué?”
El anciano hizo sonar su bastón contra el suelo. El sonido, aparentemente más fuerte y resonante de lo debía ser, silenció a Link. “Ven al campanario. Quiero mostrarte algo y también hay otra cosa que me gustaría entregarte.”
“No entiendo. ¿Quién—“ De nuevo, Link se quedó en silencio cuando el anciano se apartó de él… y desapareció. En un momento estaba allí de pie y al siguiente simplemente se había esfumado sin dejar rastro. Un escalofrío recorrió por su espalda, miró a su alrededor rápidamente, tratando de averiguar si acaso había pasado por alto la partida del anciano. Corrió hacia la puerta, miró afuera pero no encontró nada.
Finalmente, sabiendo en lo más profundo de su corazón que acabaría cumpliendo la orden del anciano, aunque solo fuera por pura curiosidad, encontró un tramo de muro derrumbado que parecía escalable y comenzó a trepar. El anciano había insinuado que lo conocía. Link tenía la intención de descubrir qué quería decir con eso.
Notó que la superficie rugosa, llena de marcas y parcialmente rota del muro era lo bastante sencilla de escalar. En un momento tuvo que usar el cuchillo que había recogido del bokoblin muerto para arrancar un poco de mortero viejo y suelto, pero por lo demás, la escalada transcurrió sin incidentes. Al llegar al tejado, se impulsó para subir sobre las tejas de pizarra roja. Varias se habían roto con los años y secciones enteras del techo se habían derrumbado.
Subió con cuidado hasta la cima del tejado, satisfecho al ver que los peores daños estaban claramente en la pendiente oriental. Una vez allí, fijó la vista en el campanario, que había sufrido graves destrozos. Frente a Link había un gran agujero donde probablemente alguna vez hubo una ventana. La ventana opuesta, junto con la piedra que la rodeaba, también se había derrumbado hacía mucho, permitiéndole ver hacia el otro lado.
Cruzó el tejado, pero no fue hasta que se acercó al campanario que vio al anciano de espaldas a él, contemplando Hyrule a través del muro roto del campanario. Tenía las manos entrelazadas en su espalda y se veía extrañamente distinto. Más alto. Más imponente. Su bastón no se veía por ninguna parte. El anciano no se dio la vuelta hasta que Link, con cautela, trepó al interior del campanario abierto.
El anciano sonrió de una manera extrañamente sombría. “No esperaba menos de ti, Link” dijo. “Si bien puede que no tengas tus recuerdos, tus habilidades y tu esencia siguen claramente intactas.” Link permaneció en silencio, ojos fijos en los del anciano. El anciano soltó una leve risa. “Supongo que llego el momento de revelar mi identidad”
El anciano dio media vuelta, con la mirada en el lejano castillo. “Mi nombre,” dijo, antes de exhalar profundamente. “es Rhoam Bosphoramus Hyrule. Yo soy —fui— el último monarca de Hyrule.” Se detuvo brevemente y continuó en un tono más leve. “Un reino que ya no existe”
De repente, el anciano fue envuelto por una extraña luz etérea de tono verde que casi cegó a Link. Cuando la luz se desvaneció, el anciano había cambiado. Ya no llevaba la vieja capa, ni su barba era tan tupida y descuidada. En su lugar, vestía un chaleco azul con ribetes dorados sobre un jubón blanco, pantalones blancos y unas botas de cuero negro que flotaban unos centímetros sobre el suelo. Llevaba un gran cinturón con la insignia real de Hyrule grabada en la hebilla, la misma que tenía la espada de Link. Su barba y cabello estaban ahora recortados y bien arreglados, y una corona dorada reposaba sobre su cabeza. Aunque la luz brillante de antes se había desvanecido, el anciano —el rey— aún emitía un tenue resplandor con ese mismo brillo.
Link sintió como si le hubieran echado un balde de agua helada sobre la cabeza, dejándolo frío hasta los huesos. Dio un paso hacia atrás, pero su talón tocó el borde de la sala del campanario. Por un instante pensó en la espada que llevaba a la espalda, pero supo de inmediato que sería inútil contra ese ser. Ese espectro.
“Fue hace cien años que el cataclismo devastó mi reino. Todo quedó en ruinas” El rey Rhoam se dio la vuelta para mirar a Link, con la mirada perdida. “Y yo, también caí ante su ira.”
“No—“ comenzó Link. Carraspeó y se humedeció los labios. “No entiendo. ¿Qué es el cataclismo? ¿Eres tú el guía? ¿El guía que la mujer me prometió?”
Algo cambió en la expresión del rey Rhoam. Se volvió más intensa, y miró a Link a los ojos. “He permanecido aquí desde que morí, en forma espiritual. Durante mucho tiempo no supe por qué. Supuse que tal vez era por la conexión de la familia real con este lugar. Nuestra historia. Ella… finalmente también me habló.”
El rey se volvió y se acercó al muro derrumbado. No movía las piernas para avanzar; más bien, flotaba. “No quise abrumarte con todo esto justo cuando despertaste. Temía que tu memoria fuera demasiado frágil. Fue por eso que asumí otra identidad para poder guiarte, una menos… alarmante.” Volvió a mirar hacia el castillo distante. “Mis disculpas. Veo que tu mente sigue siendo bastante fuerte.”
Link se acercó al rey y se plantó a su lado, mirándolo a la cara. “No puedo recordar nada,” dijo, con un tono de desesperación. “Si puede decirme algo —lo que sea— que pueda ayudarme...”
El rey Rhoam bajó la mirada hacia Link, con una expresión cada vez más sombría. “Te contaré lo que ocurrió hace cien años, Link. Quizá al escucharlo despierte algo en tu interior.” Volvió a mirar hacia el castillo, donde la extraña criatura de niebla púrpura había vuelto a alzarse, dando vueltas alrededor del castillo. Sin embargo, parecía incapaz de alejarse más allá del área que rodea al castillo.
“La verdadera naturaleza de Ganon se pierde en la noche de los tiempos. El rey demonio nació en este reino hace mucho tiempo, mas la malicia lo devoró y lo convirtió en lo que ves ahora. Unos hablan de él como un hombre, otros como una bestia. Pero en todas las leyendas se habla de un poder terrible y de la destrucción que dejó a su paso. El horror que ves ahora, sin embargo, es lo que queda de ese ser, transformado por la malicia y un ciclo interminable de muerte y renacimiento.”
“Muchos en el reino habían olvidado hacía mucho tiempo la verdad detrás de las historias sobre Ganon. Eran leyendas. Cuentos de hadas. Sin embargo, cuando yo era joven, hubo un místico, un… adivino, que me habló de una profecía. Me dijo: ‘Numerosas señales indican el retorno de Ganon. Aunque el poder para enfrentarlo yace enterrado en el reino’.”
El rey se volvió hacia Link. “Al principio no le creí” dijo. “Pero hubo... otras cosas que me convencieron de que era legítimo.” Apartó la mirada. “Desapareció poco después. No sé qué fue de él ni de dónde vino.” Link guardó silencio, y el rey Rhoam siguió hablando.
“Decidimos hacer caso a la profecía y comenzamos a excavar por todo el reino. Así fue como descubrimos múltiples reliquias que nuestros antepasados diseñaron. Por un lado, las bestias divinas, cuatro endemoniadas gigantescas reliquias que aprendimos a controlar.” Su expresión se oscureció, y sus manos etéreas se cerraron en puños apretados. “Y, por otro, los guardianes, unos mecanismos que luchaban con voluntad propia, creados hace eones para luchar contra Ganon el cataclismo. Probablemente los viste fuera del templo.”
“Nuestras leyendas hablaban de todo esto, y los sabios entre nosotros sabían que había algo de verdad en aquellos antiguos relatos. Esas mismas leyendas también hablaban de una princesa con un poder sagrado, y de su caballero elegido, designado por la espada que destruye el mal... la espada destinada a sellar la oscuridad. Sólo ellos tenían el poder para enfrentar y encerrar a Ganon.”
“Hace cien años hubo una princesa destinada a heredar ese poder sagrado, y un caballero excepcional a su lado”, dijo el rey Rhoam, mirando a Link. Sintió un escalofrío correr por su espalda. “Así que decidimos replicar el plan que habían diseñado nuestros antepasados. Elegimos a cuatro valientes que poseían un gran talento y les encomendamos la difícil tarea de controlar a las bestias divinas. Mipha, de los zora; Daruk, de los goron; Urbosa, de las gerudo; Revali, de los orni. La princesa asumió el papel de líder, y los nombró ‘campeones’ un título digno de su encomienda ”
El rey Rhoam volvió a mirar hacia el castillo. La lejana criatura había vuelto a las profundidades del castillo, capaz encerrado de nuevo por la misteriosa mujer. El rey siguió con su relato, sonando melancólico. “Ahora que contamos con la princesa y los campeones, estábamos seguros de la victoria. Sin embargo.. la malicia de Ganon no conocía límites, y nos atacó de una manera totalmente inesperada.”
“Surgió de los cimientos del castillo de Hyrule… y se apoderó de las bestias divinas y de los guardianes que pasamos tanto tiempo preparando para luchar contra el, volviendolos en nuestra contra.” La expresión del rey se tornó amarga. Llena de ira. Sus manos se volvieron puños tensos. “Tanto los habitantes del castillo como los cuatro campeones perdieron la vida. El caballero sufrió graves heridas y cayó inconsciente mientras defendía a la princesa.”
Esto provocó algo en Link. Era más un sentimiento que un recuerdo. Miedo. Dolor. Desesperación. Ira…. Resignación. Extendió una temblorosa mano, apoyándola contra la pared escarpada y negó con la cabeza. No.
“Y fue así como el cataclismo, Ganon, acabó destruyendo el antiguo reino de Hyrule.” dijo el rey, y luego se detuvo. Miró a Link y, sin decir nada, pareció entender lo que él estaba sintiendo. “No obstante…” dijo. “la princesa logró sobrevivir.” Alivio. Un increíble alivio. Fue como si de repente se le hubiera quitado un peso de encima a Link. No sabía por qué, pero para él era imprescindible saber que la princesa había sobrevivido. “Y sola se enfrentó a Ganon.”
Los dos quedaron en silencio un buen rato. Link no sabía qué decir. Qué preguntar. En su interior, él sentía como si supiera esto… pero no tenía nada. Ni recuerdos, ni conocimientos, nada más allá que una oleada de emociones que se desvaneció tan rápido como había surgido en él. El rey giró completamente para mirarlo, y por un momento, Link creyó haber oído el tenue sonido de una campana tintineando mientras lo hacía.
“Esa princesa es mi hija…. mi querida Zelda,” dijo. “Y el valiente caballero que la protegió hasta su último aliento… Bueno, creo que ya lo dedujiste por ti mismo. Ese caballero eres tú, Link.”
Link exhaló lentamente—deliberadamente—e intentó procesar cómo se sentía al recibir esta noticia. De ser verdad, entonces eso explicaría sus habilidades y capacidades. Era reconfortante, de cierta forma, saber que había una explicación y que no se trataba de él siendo un asesino. Había sido un guardián, además. Un caballero. Pero también había sido algo más que solo eso, y eso le hacía reflexionar. No solo había sido un caballero, sino de un ser digno de las leyendas. Un ser elegido y encomendado con derrotar a esa criatura que habitaba el castillo en la distancia. ¿Cómo se encara semejante carga? ¿Cómo sobrellevarla?
“Luchaste con todas tus fuerzas hasta casi morir”, continuó el rey mientras Link estaba absorto en sus pensamientos. “Casi. Te llevaron al santuario de la vida, donde estuviste dormido durante cien años. La mujer de la que hablaste—la voz que oíste al despertar y ha estado guiándote pertenece a la princesa Zelda.”
“Ahora, ella sigue luchando sin descanso en el castillo de Hyrule para contener a Ganon. Pero el poder de mi hija pronto se agotará.” La expresión del rey se tornó seria, y Link sintió cómo la sensación de angustia crecía dentro de él. “Ganon parece resistirse y luchar contra su poder ahora más que nunca, y han pasado muchos años desde la última vez que oí su voz. Cuando su poder se desvanezca, nuestro enemigo quedará libre y estoy seguro de que nada le impedirá matar a Zelda y destruir esta tierra en su totalidad”.
El rey permaneció en silencio por un momento, inclinando la cabeza y cerrando los ojos. Link vio un inmenso dolor en su expresión. “Al final, no fui capaz de salvar a mi propio reino. De hecho, mis errores pueden que haya contribuido a su caída. Link, lamento mucho tener que poner esta carga sobre tus hombros—no luego de todo lo que ya has sacrificado—pero aun así debo pedirtelo. Derrota a Ganon. Por favor, salva a nuestra gente y a mi hija.”
El mundo parecía girar alrededor de Link. No podía respirar. Apenas podía pensar. Acaba de despertar hace unas horas. No sabía quién era, dónde estaba o cómo había terminado ahí. Y ahora… esto. Esta tarea. Esta carga. ¿El rey era consciente de lo absurdo que sonaba? ¿Sabía lo mal que estaba esto? Pero no. Ni siquiera estaba seguro si el rey le estaba prestando atención ahora. Los ojos del espíritu se tornaron distantes y su tono más autoritario que antes. Ya no era un simple anciano o un padre implorante—era un rey dando una orden que esperaba sea cumplida. Eso se sintió familiar en cierta forma.
“Desconozco el estado del mundo más allá de esta meseta, más allá de lo que mi hija me comentó hace años. No sé si Ganon aún controla a los guardianes que rodean el castillo, o incluso si aún funcionan, tampoco sé mucho sobre las bestias divinas. En tu condición actual, ir al castillo sería una temeridad. Es imprescindible prepararse.” Apuntó a algo por fuera de la ventana rota y Link se acercó a su lado para ver qué era.
Un par de montañas —o, capaz, una sola montaña, la cual había sido partida en dos mitades— se alzaban al este, donde indicaba su dedo. “Al este, hay una aldea. Su nombre es Kakariko. El camino hacia el norte, más allá de los picos gemelos, te llevará a ella. Allí encontrarás a una mujer llamada Impa, suponiendo que siga con vida. Al igual que yo, ella ha estado esperando los últimos cien años por tu regreso, y creo que podrá contarte más acerca de lo que te espera en tu camino.”
El rey Rhoam guardó silencio unos instantes antes de mirar a Link con una expresión gentil. El tono real se desvaneció, y ahora parecía más al anciano de antes. “Sé que todo esto es mucho, muchacho, y no hay mucho que pueda hacer o decir para alivianar tu carga.”
Link alzó la mirada hacia el rey, y luego volvió a contemplar Hyrule. Las verdes llanuras, el volcán en la distancia, la montaña fracturada y, finalmente, el castillo. La bestia parecía estar contenida por ahora, pero sabía que podía reaparecer en cualquier momento. ¿Sería la próxima vez aquella en la que por fin se liberara? Si la princesa había logrado mantenerla encerrada durante todo este tiempo, podría resistir un poco más, ¿no? ¿Cuánto tiempo quedaba?
Link se sentía como un náufrago sin tierra a la vista. Cada palabra que dijo el rey era una ola chocando contra su cabeza, amenazando con arrastrarlo hacia las profundidades oscuras. Pero sabía que él no le daría la espalda a este viejo rey o a su hija. Sabía —de alguna forma— que él nunca podría haber rechazado tal tarea, ni en el pasado ni en el presente. Quizás era por sentido del deber, o porque era lo correcto, o incluso porque una parte oculta de Link simplemente quería salvar a la princesa—en ese momento, no sabía muy bien por qué aceptaría. Pero lo haría.
“¿Cómo....¿Cómo derrotar a Ganon?” Era una pregunta estupida. Si el rey tuviese la respuesta, ya la habría dicho. Quizás incluso encontró a otro para llevar a cabo el plan. Aun así, tenía que preguntar.
“No lo sé,” dijo el rey Rhoam, sonriendo de esa triste manera de antes. “Pero estoy seguro de que Impa tendrá alguna opinión al respecto. Siempre fue una de las más astuta entre los sheikah. Y si Zelda ha empezado a hablarte, entonces quizás también descubrió una debilidad en Ganon”
“Entonces.... ¿Cómo bajo de esta meseta?” dijo Link, con el ánimo cayendo aún más tras la respuesta.
Al parecer aliviado, el rey incluso soltó una risa y posó una mano etérea sobre el hombro de Link. Su toque se sentía frío, y no del todo real. ¿Había sido así también cuando Link lo apartó de los bokoblins? “Hijo mío, ahora eso sí es algo en lo que puedo ayudarte” dijo, girando y flotando alrededor de Link hasta llegar a un pequeño bulto en un rincón del campanario. “He reunido algunos suministros para tu viaje” añadió mientras se colocaba junto al montón de tela.
Link se acercó al bulto y se arrodilló, extendiendo la mano para tomar el primer objeto. Era una capa gruesa de lana—la misma que, al parecer, el rey había estado usando antes. Link no entendía cómo un espíritu como el rey Rhoam había podido sostener algo físico como eso, pero tampoco era lo más extraño que había presenciado desde que despertó. Además de la capa, encontró un par de guantes, un trozo de cuerda y una bolsa que contenía varias gemas de colores talladas en forma hexagonal. La mayoría eran azules o verdes, pero también había algunas rojas, e incluso una de color púrpura. Miró al anciano con expresión de duda.
“Rupias. Creo que sigue siendo la moneda aceptada en Hyrule, a menos que las cosas hayan cambiado drásticamente en los últimos cien años,” dijo el anciano, sonriendo. “No es mucho, pero es todo lo que he podido encontrar en la meseta. Estoy seguro de que los bokoblins saquearon bastante cuando se instalaron aquí. Sin embargo, debería ser suficiente para comprar algunos suministros básicos a los comerciantes o en algunas de las posadas que hay a lo largo de las carreteras.”
Link asintió con la cabeza y luego miró el último objeto, que estaba en el fondo del paquete. A primera vista, parecía ser solo una tela marrón, pero al examinarlo más detenidamente, descubrió que tenía un marco de madera alrededor. El marco estaba plegado gracias a unas sencillas juntas metálicas a lo largo de la madera. Desplegó el marco, fijó las juntas y se sorprendió al descubrir que era más grande de lo que pensaba inicialmente. Con el marco desplegado, la tela marrón se estiró para revelar una imagen sencilla, pero estilizada, de un pájaro tejido en la tela. En su parte inferior, un par de palos de madera curvados formaban lo que parecían ser asas.
“Esa,” dijo el rey, sonando orgulloso. “es mi paravela. Es un equipo especial—uno que me ha servido muy bien durante muchos años. Ya no me sirve de nada en mi estado actual, pero creo que a ti te puede ser muy útil, sobre todo teniendo en cuenta el reciente resurgimiento de esas torres por todo el reino...”
Link miró confundido a la paravela, dándole vueltas entre las manos, tratando de comprender qué era exactamente o para qué servía.
“Ese planeador tiene una cualidad especial. Está hecho con una tela especial de los orni, extremadamente ligera y especialmente eficaz para atrapar incluso la más leve brisa. Le permite al portador planear desde cualquier altura, y también ralentizar cualquier caída. Debo admitir que puede ser aterrador al principio, pero una vez que te acostumbras, el cielo será tuyo. Solo asegúrate de tener un buen agarre antes de saltar.”
Link miró al rey, dudando de lo que acababa de decir, pero esto le devolvió una sonrisa, indicando muy bien lo que sentía el chico. “Me temo”, dijo el rey Rhoam, “que esto será necesario para que puedas salir de la gran meseta. Cuando te dejaron en el santuario de la vida, el único camino que llevaba a la meseta se derrumbó y desde entonces está inundado. Todavía no estoy seguro de cómo llegaron aquí los bokoblins—probablemente encontraron una forma de subir, o tal vez siempre estuvieron aquí, pero recientemente se han envalentonado por la falta de otros habitantes”.
Link miró a la paravela con incertidumbre, y luego al rey. El rey Rhoam había comenzado a cambiar. Al principio había sido casi imperceptible —el brillo etéreo había parecido más fuerte, pero eso había sido todo—, pero ahora Link vio que el rey se había hecho más translúcido.
El rey sonrió tristemente y colocó una mano en el hombro de Link. Era frío y liviano, cual pluma. “Parece que mi tiempo por fin ha llegado”, dijo a la par que se volvía más translúcido.
“¡No!” dijo Link. Se levantó rápidamente y se sorprendió cuando la mano del rey no se quedó en su hombro, sino que permaneció en el mismo lugar en el que estaba antes. Así, terminó en algún lugar del estómago de Link. Era terriblemente incómodo y frío, y el rey la retiró rápidamente. “Yo... sigo sin recordar nada. ¡Casi no me has dicho nada! ¿No puedes quedarte?” Odiaba el tono suplicante de su voz. Si iba a ser ese héroe del que hablaba el rey, tendría que ser más fuerte que eso, ¿no?
“Mi propósito era guiarte en tu camino, Link”, dijo Rhoam. Sus pies se habían desvanecido completamente de la existencia, y sus piernas comenzaban también a desvanecerse. “Pero confío en que tendrás la fuerza para seguir adelante. Busca a Impa, como te dije, o a quien ella haya confiado su conocimiento, si es que ya ha fallecido. Ahí es donde encontrarás la información que buscas.” El rey se miró a sí mismo y parecía corto de palabras. Finalmente, miró a Link, sonriendo. “Y por favor, cuida de mi hija. Te ha estado esperando por mucho tiempo. Adiós.”
Link observó cómo el resplandor etéreo del rey se desvanecía junto con su cuerpo. Pronto, quedó solo en el campanario del Templo del Tiempo, mirando en silencio hacia el lugar donde hacía apenas unos instantes había estado el último rey de Hyrule. Dio un paso hacia el hueco en la pared que daba vista al Castillo de Hyrule. A lo lejos, la bestia se había levantado de nuevo. La vio retorcerse y agitarse antes de ser arrastrada de vuelta hacia el castillo. Miró todo eso sin sentir valentía alguna.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Paraglider Paravela Shrine of Resurrection Santuario de la Vida Dueling Peaks Picos Gemelos
Chapter 5: Capítulo 4
Chapter Text
Capítulo 4
Link pasó la noche en el campanario en vez de intentar hacer un campamento en un sitio donde posiblemente podría ser emboscado. Sin embargo, había bajado brevemente para recoger un poco de la carne de jabalí que el bokoblin había estado cocinando antes. Se arropó con la capa del rey, la cual resultó ser sorprendentemente cálida para algo que llevaba puesto un espíritu, y se reclinó contra la fría pared de ladrillo, comiendo unas tiras de carne hasta quedarse dormido, de forma intranquila. Soñó mientras dormía—sueños intensos y vívidos que finalmente lo despertaron, dejándolo ansioso y desorientado. Pero lo que sonó era un misterio. El contenido de los sueños era tan efímero como sus recuerdos—en ocasiones aparecían justo en el borde de su mente, pero no lograba aferrarse a ningún detalle. Tal vez habían sido recuerdos en sí mismos. No lo sabía.
Cuando finalmente despertó por última vez, vio que el sol comenzaba a salir justo a la izquierda de los lejanos Picos Gemelos, como los había llamado el rey Rhoam. El cielo aún estaba oscuro hacia el oeste, pero se iluminaba con tonos violetas y rosados cuanto más al este miraba. Durante un rato, se limitó a disfrutar del amanecer, que bañaba poco a poco la tierra con su luz. Era un momento de paz. Se mantuvo envuelto en la capa mientras observaba–en la meseta hacía frío por la mañana.
Finalmente, llegó el momento de levantarse y reunir su equipamiento y suministros. Una vez más, se colocó la espada a la espalda, junto con el escudo. Metió la bolsa de rupias en la alforja que había tomado de las pertenencias del rey el día anterior. Se puso los guantes y se enrolló la cuerda alrededor del hombro derecho. Por último, recogió la paravela, mirándola con cierta desconfianza.
Dando un paso hacia adelante, miró hacia abajo desde el campanario, observando el suelo muy por debajo de él. El rey había dicho que la paravela frenaría su caída. ¿Funcionaría al saltar desde el Templo del Tiempo? Contempló la distancia que lo separaba del suelo. Era una altura considerable, sin duda, pero probablemente sería posible sobrevivir si aterrizaba bien. Sin embargo, si caía mal, lo más probable era que se rompiera las piernas o algo peor.
“Eso suena prometedor” dijo con una sonrisa forzada. “Muy alentador, sin duda”.
Y entonces, sin pensarlo dos veces, saltó desde el campanario, aferrándose fuertemente a la paravela. Por un breve instante, cayó hacia el vacío y sintió cómo su estómago le subía a la garganta. Sin embargo, un segundo después, notó como su descenso se ralentizó cuando la paravela se llenó de aire sobre su cabeza. Increíblemente, flotó hacia el suelo lentamente, justo como el rey había dicho. Cuando aterrizó, sus pies tocaron el suelo con delicadeza. No hubo ninguna pierna rota. Ni siquiera un moretón en el pie. Bajo la paravela para poder apreciar su diseño. ¿Cómo era posible un artefacto como tal?
Le tomó a Link varios segundos examinar el planeador cuando finalmente encontró cómo desbloquear las bisagras que le permitirían plegarlo. Una vez plegado, se volvió bastante más cómodo de llevar. No cabía en la alforja de ninguna manera, pero su peso lo hacía fácil de llevar en la mano. Sin embargo, eventualmente tendría que encontrar una forma más fácil de viajar con tantas cosas. Tal como estaba ahora, no contaba con ninguna forma práctica de transportar comida u otros suministros. Tenía un par de armas, una alforja que contenía unas cuantas rupias y una cuerda de arco vieja, una soga y aparentemente una paravela mágica. Necesitaría más que eso si esperaba viajar largas distancias.
Suspirando, Link se acercó al muro exterior del templo, donde había dejado el arco sin cuerda el día anterior. Por suerte, seguía exactamente donde lo había dejado. Su siguiente paso fue buscar comida, así que entró al templo, solo para descubrir que la carcasa del jabalí, junto con la carne cocinada que quedaba, había desaparecido. Eso significaba que aún había más bokoblins en la zona. Genial, pensó. Tendrá que mantener los ojos abiertos ante cualquier posible emboscada.
Comenzó a caminar. Si bien intentó ser sigiloso y no hacer ruido, era obvio que si hubieran más bokoblins por la zona, muy probablemente los oirían. Sin embargo, no sufrió ninguna emboscada mientras bajaba la colina. Quizá los cadáveres de sus hermanos bokoblins los habían espantado. Eso, al menos, sería un aspecto positivo dentro de todo lo que Link había hecho el día anterior.
No le tomó mucho tiempo llegar a la base de la torre sheikah, la cual seguía donde había estado ayer, con sus luces de azul claro emanando desde su núcleo y la plataforma lejana en lo alto. Por el camino, Link pudo recoger unas cuantas manzanas de un gran manzano, y después de devorar tres con avidez, guardó el resto en su mochila. Las manzanas ayudaron, tanto con el hambre como con la sed, aunque sabía que pronto necesitaría algo más sustancioso. Aún le quedaba algo de carne del jabalí, pero sabía que no duraría mucho. Con suerte, sería comestible durante lo que quedaba del día, y no más.
Se preguntó si alguna vez había cazado en su pasado. Sus intentos de ser sigiloso, hasta el momento, no salieron como hubiera esperado, pero parecía tener buena puntería con el arco…. Se preguntó si podría armar algún tipo de trampa.
Luego de pensarlo un poco, se vio obligado a admitir que, cuales fueran las habilidades que tuvo en el pasado, armar trampas para animales no era una de ellas. Probablemente podría dispararle a uno con una flecha, pero a lo sumo tendría un solo tiro para cada animal. Era algo que intentaría más adelante. Por ahora, tenía carne de jabalí asada y manzanas. Bastaría por ahora.
Al descender la última colina antes de llegar a la torre, Link notó algo que no había visto antes—un pequeño depósito de agua flanqueado por pilares de piedra rotos. Desentonaba con el entorno, y al acercarse, creyó entender por qué. Los pilares, al observarlos más de cerca, eran los restos de antiguos arcos de piedra, y bajo el agua Link pudo distinguir una escalera que descendía en dirección al muro de piedra que rodeaba toda la meseta. También había un guardián antiguo, medio sumergido en el agua.
El rey había dicho que la entrada a la meseta se había derrumbado y quedado inundada, pensó Link mientras contemplaba el tranquilo estanque. Para él estaba claro que estaba viendo lo que antes era un acceso mucho más fácil para salir de la meseta que el que le había dado Rhoam. Tras pensarlo un momento, Link se arrodilló y sumergió las manos en el agua. Llevó un poco a sus labios y probó con cautela. Al comprobar que el agua sabía bien y parecía segura, llenó su odre y bebió profundamente. Lo llenó una vez más y luego se puso de pie, mirando el muro que rodeaba la Gran Meseta. Cerca, una sección del muro se había roto, y Link decidió que ese sería un buen lugar para salir.
Unos minutos después, se encontró mirando un hermoso campo con colinas onduladas, árboles grandes y una sorprendente cantidad de ruinas. Sin mencionar la enorme caída. Una ráfaga repentina de viento por detrás casi hizo que Link tropezara, y rápidamente dio un paso atrás, sin querer caer por accidente. Esa caída, sin duda, sería su fin.
No creía que tuviera miedo a las alturas. No realmente. Pero estaba bastante seguro de que cualquiera, al enfrentarse a la idea de saltar desde un acantilado gigantesco con nada más que lo que parecía ser una tela sostenida por unos trozos de madera, se sentiría inquieto. Aunque, pensándolo bien, quizá todos los hylianos estaban un poco locos. Él, desde luego, no podía recordarlo de ninguna manera.
En cualquier caso, Link comenzó a observar la pared, buscando una forma de descender. La pared estaba hecha de piedras cortadas, y creyó ver unas cuantas posibles cornisas en las cuales podría descansar… pero, por lo que pudo ver, casi no había suficientes agarraderos. El rey probablemente tenía razón—la paravela era probablemente la única forma de salir de la meseta.
Sin alternativa para bajar, Link se acercó al borde e hizo lo que pudo para tragarse su miedo. Muy por debajo de él se veía lo que parecían como las ruinas de un viejo destacamento militar. Varios grandes mástiles se alzaban, alineados a ambos lados de la carretera muy por debajo, aunque no quedaba rastro alguno de las antiguas banderas que alguna vez habían ondeado. Parecía un buen lugar para comenzar su viaje.
Sosteniendo la paravela sobre su cabeza, respiró hondo y saltó desde el borde de la Gran Meseta.
El planeador atrapó el aire inmediatamente, y Link se sintió extrañamente ligero. Se aferró con fuerza a las empuñaduras gemelas y se quedó asombrado al ver cómo el suelo, muy por debajo de él, pasaba lentamente. No solo caía lentamente desde la meseta—planeaba muy por encima del mundo que tenía debajo. Las ruinas del destacamento comenzaron a pasar bajo de sus pies; ya había planeado más hacia el norte de lo había esperado.
Pero en ese instante no le importó. En su lugar, rió y sonrió, lleno de una repentina sensación de libertad. Planeó por el aire sin ninguna preocupación, sintiéndose como un niño al que le regalan un juguete nuevo. Una ráfaga de viento lo alcanzó, causando que su cabello se agitara alrededor de su cara, y el planeador siguió la dirección del viento.
Sobrevoló una pequeña arboleda y entonces divisó un edificio en ruinas en su camino. Sería un buen lugar para aterrizar. Al pasar por encima de un muro derruido, ajustó cuidadosamente el ángulo de la paravela, frenando su movimiento hacia delante y descendiendo lentamente hasta que sus pies tocaron tierra firme.
El techo del viejo edificio, parcialmente derrumbado, ya se había podrido hacía mucho tiempo, y las vigas que alguna vez lo sostuvieron estaban amontonadas en el suelo. Varias camas viejas se alineaban en una pared, todas en distintos estados de deterioro y desorden. Pensó que debió haber aterrizado en algún tipo de cuartel militar. Se tomó un momento para examinar el contenido de la habitación, buscando algo que pudiera serle útil, antes de concluir que era una causa perdida. Lo que alguna vez estuvo aquí ya había sido despojado hacía mucho tiempo.
Encontró la puerta abierta y salió a una amplia carretera de piedra, parcialmente cubierta por la hierba. Varios edificios más, similares al que acababa de explorar, bordeaban el camino, todos en distintos estados de deterioro. Cerca de allí, un zorro se asustó y se lanzó al matorral junto a uno de esos edificios. Un par de pájaros cantaban en los árboles cercanos; fuera de eso, solo reinaba el silencio.
La sensación de euforia que Link había experimentado al planear desde la Gran Meseta se desvaneció, reemplazada por una creciente sensación de terror. El Templo del Tiempo había estado aislado de cualquier posible cuidador durante cien años. Él había supuesto—esperado—que esa era la única razón de su estado de decadencia. Pero aquí, Link encontró más ruinas. El destacamento había sido destruido—quizás durante el ataque de Ganon hace cien años—y nunca reconstruido. ¿Qué tan malas habían sido las cosas antes de que la princesa encerrara a la bestia?
No se detuvo mucho tiempo en el destacamento, revisó algunos de los edificios pero solo encontró restos de equipo que ya habían estado expuestos a la naturaleza durante mucho tiempo. Sí encontró algunos guardianes más desmoronados, que intentó ignorar.
Siguió su camino, sin encontrar señales de vida más allá de la vida silvestre, hasta que llegó a un viejo puente de piedra que, milagrosamente, seguía de pie. Desde ahí pudo ver a un grupo de bokoblins reunidos alrededor de una fogata en la pradera cercana, así como a una criatura mucho más grande. Este era fácilmente el doble de tamaño que uno de los bokoblins, aunque compartía algunas características similares. Un largo hocico parecido al de un cerdo, un solo cuerno y el mismo estilo, consistente en llevar únicamente un taparrabos raído. Tenía largos y musculosos brazos, y piernas cortas.
Si bien el campamento estaba fuera de su camino, era un buen recordatorio de que no estaba del todo seguro ahí fuera. Intentó andar con discreción mientras cruzaba el puente y, seguro de que ninguna de las criaturas lo había visto, siguió su camino.
Los Picos Gemelos aún quedaban lejos, y Link esperaba poder llegar cuanto antes.
Acampó dentro del interior hueco de un tronco de un viejo árbol caído. Parecía que alguna vez había alcanzado treinta metros de alto y fácilmente tenía la circunferencia de una casa. El tronco se había roto en varios pedazos con el pasar de los años y el que Link encontró para refugiarse estaba al pie de una gran colina. Los fragmentos del árbol se encontraban en varios puntos de la colina, terminando con el tronco antiguo en la cima. Link se preguntó acerca de la edad del árbol—debía de tener cientos, sino miles de años. ¿Cuánto tiempo hacía que había caído?
Antes de acampar, Link había escalado la cima de la colina para hacer reconocimiento de los alrededores, buscando cualquier señal de vida. Por lo que podía ver, no había ningún campamento de bokoblins ni nada parecido. Finalmente, seguro de que estaba fuera de peligro, hizo lo que pudo para buscar algo de comida.
No tuvo suerte cazando—el único conejo que vio salió saltando asustado cuando pisó accidentalmente una rama, pero sí pudo encontrar algunos hongos que esperaba eran comestibles. También pudo encontrar un extraño trío de manzanos en otra colina. Curiosamente, dos de ellos tenían una única manzana cada uno, mientras que el tercero estaba lleno de manzanas. Dejando a un lado lo extraño de todo eso, recogió unas cuantas manzanas y llevó su carga hacia su campamento.
Luego de juntar su comida y notar que el sol comenzaba a bajar por el oeste, hizo una pequeña fogata. Costó algo de trabajo, pero por suerte no había escasez de madera a su alrededor, mucha de ella vieja y lista para quemar. Preparó su comida con los restos de la carne de jabalí—cocinandola otra vez con la esperanza de prevenir enfermarse—y manzanas y hongos asados. Por más insípida que hubiera sido la comida, Link se sintió bastante satisfecho y se recostó contra la inclinación de la colina, tumbado sobre su capa.
A medida que caía la noche, los ruidos de los insectos aumentaron, y Link observó que una gran cantidad de luciérnagas parecían cobrar vida alrededor del tronco antiguo. “Esta bonito aquí fuera,” dijo, dirigido a nadie en particular. No tuvo respuesta, y eso le pareció malo de cierta forma. No sabía qué era, pero algo faltaba. De repente se sintió melancólico y… solo. Miró hacia un costado y vio un trozo de tierra no muy lejos de él que parecía vacío. ¿Él había sido asignado como el guardián de la princesa, verdad? ¿Acaso viajaban juntos?
Suspiró y se incorporó, mirando su pequeña hoguera. Su vista cayó en su pequeño montículo de pertenencias, en especial en la tableta sheikah. De repente recordó el cambio que había sufrido en la torre—ni siquiera lo había mirado desde entonces para tratar de entender qué significaban los diferentes íconos. Extendió la mano, lo levantó e inspeccionó los distintos íconos.
Seis íconos se veían a lo largo de su pantalla—cuadrados con diferentes formas de colores dentro. El primer cuadrado tenía un círculo azul en su interior, el segundo un U roja inclinada, el tercero un candado amarillo, el cuarto lo que parecía ser un copo de nieve blanco. El quinto tenía un ícono simple con una línea discontinua terminando en una X roja, y el sexto un extraño cilindro segmentado naranja.
Link tocó el último ícono primero y se sorprendió cuando, de repente, la pantalla de la tableta sheikah pareció volverse translúcida. Podía ver el fuego detrás de ella, como si el centro del dispositivo estuviera hecho completamente de vidrio. Se asombró al darse cuenta de que estaba mirando a través de la pantalla hacia su entorno. Tras unos segundos, tocó otro ícono—con el signo de más—y, de pronto, la imagen en la pantalla se amplió. Pudo distinguir la veta del tronco a su alrededor como si estuviera a solo unos centímetros, examinándolo de cerca. Otro toque al símbolo de más acercó aún más la vista, aunque la imagen se volvió borrosa y desenfocada.
Se puso de pie y salió rápidamente del tronco donde acampaba. Estaba oscuro y, por lo tanto, era difícil distinguir con detalle su entorno, pero era evidente que la función de aumento del dispositivo sería increíblemente útil para explorar. Apuntó la tableta sheikah hacia la luna y descubrió que podía distinguir muchos más detalles en su superficie que simplemente con el ojo.
Link vio que el símbolo de más ya no se podía volver a presionar pero notó un signo de menos directamente debajo de él. Al presionarlo, la ampliación en la tableta volvió a la normalidad. Sonrió y siguió, pues, jugando con ello por un tiempo, disfrutando lo útil que podría llegar a ser. Finalmente presionó una pequeña flecha en la esquina superior izquierda de la pantalla, la cual opacó la pantalla y trajo de vuelta los iconos coloridos de antes.
Presionó el siguiente ícono desde la derecha, y la pantalla cambió una vez más, esta vez mostrando un colorido mapa visto desde arriba. Un pequeño ícono en el centro parecía indicar la ubicación de Link. Era increíblemente detallado, mostrando varios puntos de referencia a su alrededor con sus respectivos nombres, incluyendo lo que parecía ser un pequeño estanque que ni siquiera había notado durante su exploración anterior.
Mientras experimentaba con varios de los iconos en la pantalla, Link notó que podía hacer zoom en varias ubicaciones e incluso colocar una variedad de iconos propios y notas en el mapa. Asombrado con el nivel de detalle y utilidad que el dispositivo proveía, volvió a la pantalla original para inspeccionar los demás iconos.
El copo de nieve fue su primera decepción. Al presionarlo, un pequeño mensaje en texto rojo apareció en la parte inferior de la pantalla. “No se puede usar el módulo de Crionis. No se detecta ningún cuerpo de agua.” Teniendo eso en cuenta, decidió probarlo la próxima vez que encontrara un cuerpo de agua.
En su lugar, pasó al siguiente ícono—el del candado amarillo. Al presionarlo, la pantalla de la tableta sheikah volvió a cambiar. Una vez más se volvió translúcida, pero ahora todo parecía bañado por una extraña luz amarilla a través de la pantalla. También había aparecido un pequeño signo de cruz en el centro. Al mover esa cruz sobre varios objetos, descubrió que se resaltaban con una luz amarilla más brillante. Apuntó a una pequeña rama en el suelo y presionó otro ícono de candado que había en la esquina inferior derecha de la pantalla.
De repente un rayo de luz amarillo salió disparado de la tableta, impactando la rama. En el acto, la rama quedó envuelta en la misma luz amarilla que había visto a través de la pantalla, ahora visible incluso sin la tableta. Observándola con curiosidad, Link se acercó y se arrodilló junto a ella.
La luz amarilla palpitaba débilmente, iluminando la hierba a su alrededor. Extendió la mano titubeando y tocó la rama, sorprendiéndose al notar que no se movía en absoluto. Intentó levantarla, pero no se desplazó ni un poco de su lugar en el suelo. Frunciendo el ceño, tiró con más fuerza, gruñendo por el esfuerzo. Dejó la tableta a un lado y trató de usar ambas manos, aunque le resultó difícil lograr un buen agarre, ya que no podía meter bien los dedos por debajo de la rama.
Finalmente, dio un paso atrás, asombrado por la capacidad de la tableta de aparentemente paralizar la rama en su lugar. Notó que la luz pulsante se había acelerado. Latía cada vez más rápido, hasta que, de pronto, la rama brilló intensamente y salió disparada por los aires, girando mientras se alejaba a lo lejos.
Por supuesto, esto requería una investigación más profunda.
Tiempo después, y solo después de haber logrado lanzar varios objetos más durante la noche, pensó que ya entendía bien cómo funcionaba este módulo, llamado Inmóvilis. Podía paralizar objetos, deteniendo todo movimiento por un corto período de tiempo. Sin embargo, cualquier acción cinética, como tirar o golpear el objeto, parecía almacenarse y aplicarse de golpe cuando el objeto volvía a moverse. Como resultado, incluso múltiples empujones y toques pequeños podían provocar una reacción bastante grande.
Pero tenía sus limitaciones. Cuanto más grande y pesado era el objeto, menos tiempo permanecía paralizado. Cuando intentó usar el módulo con el tronco junto al que acampaba, duró apenas meros segundos.
También parecía funcionar en seres vivos, ya que logró paralizar a varias de las luciérnagas que iluminaban la noche a su alrededor. El simple acto de paralizarlas parecía no causarles ningún daño aparente, pero intentó no tocar ningún insecto paralizado, no fuera que los aplastara por accidente. También descubrió que sólo podía congelar un objeto a la vez, y que podía liberar manualmente los objetos paralizados antes de que se agotara el temporizador, presionando nuevamente el botón de paralizar.
Emocionado por descubrir la funcionalidad del siguiente ícono, Link presionó el módulo llamado Magnesis. Al igual que con la runa de Inmóvilis, la pantalla volvió a volverse translúcida, pero esta vez todo quedó bañado por una luz roja. Quedó intrigado al observar a su alrededor a través de la pantalla, ya que el ícono en la esquina inferior derecha no parecía hacer nada. No fue hasta que vio su espada, junto al fuego, en la pantalla, que la tableta mostró algo diferente.
La espada brilló en rojo en la pantalla. Presionó el botón y, de pronto, la tableta en su mano vibró ligeramente. Algo le ocurrió también a la espada, ya que comenzó a temblar y, al ajustar su agarre sobre la tableta, pareció seguir sus movimientos. Asombrado, levantó la tableta sobre su cabeza, y la espada la siguió, elevándose en el aire como si la levantaran cuerdas invisibles.
Rió y practicó moviendo la espada por el aire, y esta seguía la dirección en la que apuntaba la pantalla. Sin embargo, al intentar presionar algunos de los botones adicionales disponibles en la pantalla, esta se oscureció de repente y la espada cayó al suelo, con la punta hundiéndose en la tierra. Un momento después, la pantalla se encendió de nuevo, mostrando un texto que se deslizaba por la parte inferior. “Error — Modulo de Magnesis dañado. Se necesitan reparaciones para restaurar la funcionalidad completa.”
Algo decepcionado, siguió experimentando con el módulo, haciendo girar la espada en el aire. En un momento, logró incrustar la punta en el viejo tronco de madera—fue entonces cuando comprendió realmente el poder que este módulo podría tener con la práctica.
Maravillado por la funcionalidad de la tableta, Link presionó el último icono, emocionado por ver qué pasaría después. Para su sorpresa, la pantalla no se volvió traslúcida esta vez. En su lugar, algo parpadeó en el suelo frente a él. Miró hacia abajo, sorprendido al ver lo que parecía ser una simple esfera azul brillante reposando en el suelo, a unos pocos pasos de distancia. Presionó el botón azul nuevamente.
Eso fue un grave error.
Hubo un destello de luz blanca brillante, y una explosión lo golpeó de lleno, lanzándolo hacia atrás. Cayó al suelo a unos tres metros de distancia, con los oídos zumbando y la sensación de haber recibido un golpe directo en el pecho de parte de un toro embistiendo. Por un momento, no pudo ver ni oír nada, el destello lo había dejado cegado y aturdido. Le dolía bastante el pecho. De hecho, ahora que lo pensaba, le dolía todo el cuerpo. Su visión volvió poco a poco, aunque borrosa. Con un gemido de dolor, se giró lentamente sobre el estómago y tosió con fuerza, tratando de contener una repentina oleada de náuseas.
Cuando el ataque de tos disminuyó y su visión se aclaró, se levantó lentamente sobre sus rodillas. Al darse cuenta de que ya no tenía la tableta sheikah en las manos, miró a su alrededor y la encontró a unos pocos pasos de él. Intentó ponerse de pie, pero una oleada de mareo le indicó que eso era mala idea. En su lugar, se arrastró hasta la tableta y la giró para poder ver la pantalla.
Había un mensaje escrito con letras rojas en la parte inferior de la pantalla. “Advertencia: Estar demasiado cerca de la explosión del módulo de Bombas Remotas puede causar daños corporales graves o la muerte. Por favor, asegúrese de mantenerse a una distancia segura y de que nadie corra el riesgo de ser herido por esquirlas voladoras.”
“Bueno,” dijo Link mientras tosía. “Quizá deba leer las advertencias la próxima vez…” Rodó sobre su espalda y cerró los ojos, suspirando.
Al día siguiente Link aún se sentía adolorido, pero milagrosamente solo obtuvo rasguños y moretones luego de su experimento con el módulo de Bombas Remotas. Decidió no volver a experimentar esa noche, para evitar atraer atención innecesaria con las explosiones.
Cuando finalmente despertó, el sol ya estaba alto en el cielo y el aire dentro del tronco del árbol era agradablemente cálido. Desayunó rápidamente, reunió sus provisiones y volvió a ponerse en marcha. Al bajar la colina, se sorprendió al ver un gran círculo negro de hierba y tierra quemada en el suelo, justo donde había explotado la bomba la noche anterior. Sin duda, era peligroso, pero también un arma potencialmente útil. En general, estaba muy satisfecho con la utilidad que le ofrecía la tableta y esperaba poder experimentar más con ella una vez que sus costillas magulladas sanaran.
Se fue enojando poco a poco cuando las nubes taparon el sol y una suave y fría lluvia comenzó a caer. La capa ayudó por un rato, pero pronto esta se humedeció también. Esperaba que la lluvia amainara pronto, pero desafortunadamente, continuó por varias horas hasta que finalmente paró ya entrada la tarde. El camino por el que Link viajaba era un completo lodazal, y su capa mojada era fría y pesada. Finalmente se la quitó cuando paró la lluvia, aunque eso poco ayudó a calentarlo. El día estaba más fresco que el anterior, aunque el sol a sus espaldas le daba algo de calidez.
No había viajado tan lejos como el día anterior, su progreso se vio interrumpido por la lluvia y el barro. Y hasta ese entonces no se había cruzado con ningún viajero por el camino. Por suerte, ya se estaba acercando a los Picos Gemelos.
Mientras se acercaba a la gran montaña partida, también se encontró otra torre sheikah, esta brillando con un resplandor anaranjado. Estaba en medio de un río que atravesaba el centro de las Picos Gemelas, y era imposible llegar a ella sin tener que nadar, algo que no le resultaba muy apetecible después de haber caminado bajo la lluvia todo el día.
Aun así esa torre lo intrigaba. La última vez que activó una de esas torres, esta había restaurado funciones adicionales en su tableta sheikah. Se preguntó si esta torre haría lo mismo. Fue en ese instante cuando recordó que había un módulo adicional que aún no había podido probar o determinar su función. Requería estar cerca de un cuerpo de agua.
Diciendo que no hay mejor momento que el ahora, se quitó la tableta sheikah del cinturón y la sostuvo frente al agua. Volvió a presionar el botón con forma de copo de nieve y, esta vez, la pantalla se volvió translúcida, resaltando el agua del río con un brillo azul. Intrigado, presionó el botón en la esquina inferior derecha de la pantalla—el mismo ícono con forma de copo de nieve que antes.
Un fuerte crujido sonó en el aire. Link saltó asombrado y vio como en el agua, donde había apuntado con la tableta, se formó un remolino del cual surgió un bloque de hielo. Cristales de hielo, parecidos a copos de nieve, aparecieron en el aire alrededor del cubo, descendiendo lentamente hasta volver a unirse con el agua que seguía fluyendo a su alrededor. Extraños símbolos sheikah brillaban en uno de sus lados. Sorprendentemente, el bloque no se veía afectado por la corriente del río, permanecía perfectamente inmóvil en medio del agua.
Link soltó la respiración que, sin darse cuenta, había estado manteniendo. Era increíble. Donde antes no había nada más que agua, ahora había un sólido bloque de hielo. ¿Cómo era esto posible? Miró la tableta sheikah y, unos segundos después, volvió a presionar el módulo de Crionis. La tableta seguía apuntando al bloque de hielo y, cuando lo volvió a presionar, el bloque se agrietó de repente por la mitad. Se volvió a agrietar y luego se rompió en varios trozos grandes de hielo que fueron arrastrados de inmediato por la corriente del río.
Sonriendo, comenzó a experimentar con este nuevo módulo. Rápidamente descubrió que había más opciones que crear un simple bloque de hielo. Podía crear bloques de hielo de distintas alturas y anchuras, formando así una especie de escalera poco profunda. Pero tenía sus límites—sólo podía crear unos cuantos bloques antes de que los más viejos comenzaran a quebrarse y deshacerse. Y había también una especie de límite de tiempo para los bloques en sí—eventualmente se deshacían por sí solos después de varios minutos. Aun así, esto iba a resultar increíblemente útil para cruzar cuerpos de agua.
Pongámoslo a prueba, se dijo a sí mismo.
Comenzó a crear una serie de pequeños bloques sobre el río. Una vez que tuvo tres colocados, todos a una distancia fácil de alcanzar, apoyó con cautela un pie sobre el primero. No se hundió en absoluto bajo su peso, permaneció firmemente en su sitio. Sin embargo, era resbaladizo, aunque la superficie no era completamente lisa. Se sentía casi como si tuviera una fina capa de nieve encima, lo que ayudaba un poco con la tracción. Aun así, no sería buena idea apresurarse demasiado.
Avanzó con cautela y, mientras creaba el siguiente bloque, escuchó cómo los bloques detrás de él se agrietaban y se deshacían. Era un sonido inquietante, y sintió cómo las palmas de sus manos comenzaban a sudar. Empezaba a preguntarse si no habría cometido un error.
Aun así siguió avanzando a través del río. Casi cayó al agua cuando se acercó a un tramo donde la corriente era más agitada. El movimiento hizo que el agua salpicara sobre la superficie del bloque, y por un instante resbaló, moviendo los brazos frenéticamente para evitar caer a lo profundo del río. Después de eso, comenzó a hacer los bloques un poco más altos para evitar que las olas los cubrieran.
Finalmente Link alcanzó una serie de grandes rocas al pie de la torre. Parecía como si, al igual que la torre de la Gran Meseta, esta también había emergido del suelo, desplazando la piedra en el proceso. Se sentía muy aliviado al tener roca sólida bajo sus pies, en lugar de hielo, pero aun así no pudo evitar mirar atrás y ver la distancia que había cruzado. ¿Qué más podía lograr este artefacto?
La subida a la torre no fue fácil, pues era bastante alta. Sin embargo, al igual que la anterior, había varias plataformas a sus costados formando una especie de espiral, las cuales servían como punto de descanso. Llegó a la cima y se puso de pie, mirando el paisaje a su alrededor. La Gran Meseta estaba sorprendentemente lejos—apenas podía distinguir sus murallas en el horizonte lejano, difuminadas por la distancia y la oscuridad que se acercaba. Había avanzado más de lo que realmente se había dado cuenta.
Desde su posición, podía ver a gran distancia en todas direcciones. Pudo ver destellos de luz los cuales resultaron ser fogatas que investigó rápidamente con la tableta sheikah. Sin embargo, tal fue su decepción al descubrir que el campamento más cercano pertenecía a un grupo de bokoblins y esas grandes criaturas. Parecían ser numerosos en esta región. ¿Acaso no eran tan salvajes y peligrosos como los que habitan en la meseta o será que los hylianos restantes luego del cataclismo no tenían los medios para espantarlos?
Esa idea lo preocupaba. Luego de dos días de viaje no se cruzó con ningún otro viajero. Hasta ahora, también había evitado cualquier enfrentamiento con los bokoblins. El camino no parecía ser tan peligroso así que, ¿dónde estaba todo el mundo? ¿Fue la destrucción por parte de Ganon tan mala? Si ese era el caso, ¿cómo iba él a hacer una diferencia?
Caminó lentamente por el borde de la torre hasta quedar de frente al distante castillo de Hyrule. Tragó saliva y carraspeó. “¿Princesa?” dijo vacilantemente. “Princesa, ¿puede usted…. oírme?” No tuvo respuesta alguna y suspiró lentamente. “¿Cómo se supone que haga esto? ¿Cómo esperaban que hiciera esto? Ni siquiera recuerdo quién soy—quién era.” Una vez más, su única respuesta fue el silencio.
Quería decir más. Sentía que debía decir más. ¿Pero qué podía decir? Permaneció en silencio un buen rato antes de volver a hablar con un tono suave. “El rey dijo que yo fui su caballero elegido, su guardaespaldas personal…. Dijo que usted me salvó, al final. Yo….. se lo agradezco. Ojalá pudiera recordar más.”
Guardó silencio después de eso y, finalmente, dio la vuelta hacia el pequeño pedestal en el centro de la torre. Al igual que el anterior, tenía una estructura de roca negra con forma de estalactita sobre él. Link colocó la tableta sheikah en la hendidura del centro y observó cómo los símbolos azules aparecían en la roca que colgaba encima. Se reunieron cerca de la punta, y luego una gota de líquido azul cayó sobre la superficie de la tableta sheikah. En ese momento, la luz de la torre se volvió azul, igual que la anterior.
Link recogió la tableta, pero no encontró ningún módulo adicional en el menú. En su lugar, vio un texto simple que decía, “Torre Sheikah activada. Punto de teletransportación activado. Error: Modulo de Teletransportación averiado. Buscando guardianes cerca. Error: No se detectaron guardianes cerca.” Confundido, Link presionó la pantalla con el dedo, lo que hizo desaparecer el texto y reveló los mismos módulos que habían estado allí antes.
Sintiéndose algo decepcionado, Link enganchó la tableta sheikah a su cinturón y se acercó al borde, mirando hacia la orilla lejana del río. Tras evaluar la distancia y la dirección del viento, sacó su paravela del improvisado portaequipaje que había hecho con la cuerda que le había dado el rey y la desplegó. Verificó una vez más hacia dónde soplaba el viento y, entonces, saltó desde la torre, planeando sobre el río.
Una vez en el suelo, se propuso a armar su campamento. La noche empezaba a caer y estaba seguro por su exploración arriba en la torre de que era el único en esa zona. Sin embargo, sus provisiones de comida comenzaban a escasear, y sabía que al día siguiente tendría que buscar más alimento. Al menos, estaba junto a una fuente de agua fresca.
Encontró un árbol adecuado bajo el cual refugiarse y se dispuso a hacer una fogata. Sería bueno, al menos, poder secar bien su ropa, ya que nunca se había secado completamente después de la lluvia de antes ese día. No pasó mucho tiempo después de haber comido otra vez manzanas asadas y champiñones antes de acomodarse para dormir durante la noche.
Esa noche bajo el árbol junto al río, soñó con una mujer hermosa de cabello rubio brilloso mirándolo desde lejos. Su cabello estaba recogido, despejando su rostro y metido detrás de unas orejas puntiagudas. Vestía un vestido blanco y fluido que le llegaba hasta los tobillos, donde calzaba unas sencillas sandalias de cuero marrón. Parecía querer decirle algo—podía ver cómo movía los labios—pero él no lograba escuchar nada.
El dio un paso adelante hacia ella, y luego otro, pero no parecía acercarse ni un centímetro. Dio unos cuantos pasos más y, de repente, comenzó a correr. En ese momento, supo que debía alcanzarla. Tenía que verla, tenía que oírla, tenía que protegerla.
La oscuridad se interpuso entre ellos, haciendo que Link se detuviera abruptamente. La mujer estaba fuera de su vista, pero creyó oír una tenue voz en el viento. “Link…” dijo la voz. Desesperado, intentó avanzar entre la oscuridad, buscándola. Si tan solo pudiera verla de nuevo…
Despertó sobresaltado. Como arena que escurre entre los dedos, el sueño rápidamente se desvaneció de su mente, dejándolo con una extraña sensación de desespero y esa simple palabra, susurrada en el viento.
Chapter Text
Capítulo 5
La mañana trajo consigo una fresca brisa, la cual soplaba a través del cañón entre los Picos Gemelos. Su capa, la cual estaba seca luego de estar toda la noche junto al fuego, era una grata adición a su conjunto de ropa antes de volver intentar cazar.
El sol no se había alzado del todo sobre los Picos Gemelos, bañando a su alrededor en sombras, aunque el cielo sobre su cabeza ya se había aclarado bastante. Permaneció agachado arriba de una colina no muy lejos del río de abajo, atento a cualquier movimiento. No estaba seguro cuánto tiempo permaneció allí hasta que, finalmente, un conejo salió dando saltos de su madriguera y se acercó al río.
Silenciosamente, sacó una flecha de su aljaba, la colocó en el arco y tensó la cuerda hasta llevarla a su mejilla. Exhalando lentamente, Link observó al conejo, esperando. Este se detuvo y olfateó el aire.
Disparó, la flecha voló por el aire directamente hacia el conejo. En lo alto, un águila lanzó un chillido haciendo que el conejo saliera disparado. La flecha quedó hundida en el suelo, justo donde antes estaba el conejo. Link dejó salir un largo suspiro, cabizbajo. Su disparo había sido perfecto. Molesto con el águila que volaba sobre él, Link consideró seriamente dispararle a él, antes de ir a recoger su flecha. Al parecer, esa mañana desayunaría manzanas otra vez.
Cuando recogió su flecha, miró el río y se percató de un pez nadando lentamente cerca de la orilla. Lo pensó por un momento y luego se le ocurrió una idea. Más tarde, mientras asaba la lubina verde que había pescado, dijo para sí mismo que el módulo de Inmóvilis le daba una ventaja descomunal.
El viento que aullaba a través de los Picos Gemelos era extremadamente frío. Link podía ver pizcas de luz solar por encima de su cabeza, pero no sentía su calor mientras caminaba a través del estrecho cañón. Además, más de una vez tuvo que caminar por agua que le llegaba hasta los tobillos, arrastrada por la corriente sobre el sendero. Al menos tenía el estómago lleno, pensó. Eso sin duda le había levantado mucho el ánimo.
Sin embargo, el sol aún estaba alto en el cielo cuando las paredes del cañón empezaron a abrirse y él salió a la cálida luz del sol. Sonriendo, aceleró el paso al ver el final del cañón más adelante. Al acercarse al final de los Picos Gemelos, vio algo que hizo que el corazón se acelerara. Era una gran estructura con una extraña… ¿Qué era eso? ¿La cabeza de un caballo?
Parecía ser un edificio con una enorme cabeza de caballo hecha de madera colocada en el techo. Pero ver el extraño edificio con temática de caballo no fue lo que lo hizo detenerse en seco. No, más bien fue que, primero, el hecho de que el edificio, con sus telas coloridas y un gran cercado para pastos detrás, seguía intacto. Y, segundo, fue que había personas ahí.
Miro a través de su tableta sheikah para asegurarse de que no se trataba de un elaborado campamento bokoblin. Pero no, él vio gente alrededor de aquella extraña estructura. Un par de niños jugaban al frente con un perro marrón y peludo. Algunos mozos de cuadra acicalaban a un trío de caballos. Un hombre estaba sentado junto a una olla negra sobre un fuego considerable, removiendo lo que parecía ser algún tipo de estofado.
El ver eso casi lo hizo llorar.
Aceleró la marcha, caminando rápidamente hasta que incluso comenzó a trotar suavemente, apurándose hacia el único puente de madera que podía ver a lo lejos, el cual cruzaba el río. No pasó mucho tiempo antes de que pudiera oír las risas de los niños y los ladridos del perro. Los caballos relinchaban y masticaban avena en el comedero.
Sin embargo, al acercarse, los niños enmudecieron de repente, ignorando los ladridos emocionados del perro, que empujaba una pequeña pelota envuelta en tela hacia el niño más cercano. El hombre junto a la olla se puso de pie y miró a Link con desconfianza. Uno de los mozos de cuadra entró rápidamente al edificio, y unos instantes después salió un hombre con una espada al cinturón y una gorra de cuero en la cabeza.
Link tuvo la sensación de que no era común ver viajeros como él. Se preguntó si muchos viajaban desde este lado de los Picos Gemelos al otro, tomando en cuenta que no había visto a nadie en los últimos dos días. Capaz el hecho de estar armado no ayudaba mucho. Con la esperanza de disipar cualquier temor, se quitó la capucha y se pasó una mano por el cabello despeinado. Necesitaba encontrar algo para recogérselo y que no le tapara la cara.
“He, ¡amigo!” dijo el hombre de la espada. Despreocupadamente colocó una mano en la empuñadura, intentando verse calmado, pero Link podía ver que estaba nervioso. Link mantuvo las manos a los costados, con una mano aun sosteniendo su arco sin cuerda. No pensó que se viera tan amenazante, pero pensándolo bien, tampoco se había dado un baño decente en más de un siglo. Su ropa era poco más que harapos sucios, y la lluvia del día anterior no había hecho mucho para mejorar eso.
“Creo que eso es suficiente” dijo el hombre cuando Link se acercó a menos de tres metros. “¿De dónde vienes? Hace tiempo que no vemos nuevas caras, en especial viniendo desde más allá de los Picos. Estoy bastante seguro que conozco a todos los comerciantes que viajaban por esa ruta y tu no tienes pinta de comerciante que digamos.”
Link no supo bien qué responder. La verdad era difícil de creer, pero ¿qué mentira podía inventar? “Vengo… del oeste. Voy de camino a la aldea Kakariko a ver a–”
“Del oeste, ¿eh? ¿Qué eres, gerudo? Eres muy pálido y bajito para ser gerudo”
Link quedó un poco confundido. ¿Gerudo? ¿Pálido? ¿Bajito? No tenía la menor idea de cómo se veía un gerudo, pero estaba bastante seguro de que no era uno. El viejo rey había, por lo menos, confirmado que él era hyliano. Finalmente, dijo no con la cabeza.
“No eres gerudo, ¿eh? Bueno entonces, ¿de dónde vienes?”
El hombre tenía un extraño acento arrastrado que parecía volverse aún más marcado cuanto más nervioso se ponía.
Viendo que necesitaba darle algún tipo de respuesta, Link dijo. “No soy gerudo pero, eh…. viví con ellos por un tiempo. Pero me enviaron a… entregar un mensaje. A Impa, de la aldea Kakariko.”
“No sabía que los sheikah estaban en contacto con la tribu gerudo. Claro, uno nunca sabe qué están tramando esos sheikah. Muy misteriosos y reservados, así son. Vi a uno desaparecer en una nube de humo una vez, lo juro. ¿Alguna vez viste algo como eso?”
“No, Yo no, yo–”
“¿Así que viajas solo? No ve eso muy a menudo” La mano del hombre seguía sobre la empuñadura de su espada, pero había algo raro en su postura. Estaba nervioso, claro, pero… Link se preguntó si aquel hombre realmente había recibido algún tipo de entrenamiento con la espada. Luego, casi sin pensar, se recordó a sí mismo que él tampoco recordaba haber recibido entrenamiento.
“Bueno, si, yo–”
“¿Viste algún bokoblin ahí fuera?” dijo el hombre, pronunciando mal bokoblins con su extraño acento arrastrado. “Oí que han estado causando problemas a los viajeros por el camino últimamente.”
“De hecho, si, me tope con unos cuan–”
“No tienes pinta de alguien que sabe pelear. ¿Seguro que–”
“Rosso1, ¡deja al muchacho en paz!” dijo una nueva voz. Tanto Link como el hombre llamado Rosso voltearon para ver a una mujer alta salir del edificio, con el cabello rojo recogido hacia atrás en múltiples trenzas apretadas. No solo era alta, sino grande y su porte era mucho más imponente que la de Rosso.
Llevaba un vestido negro sencillo, pero encima usaba un elaborado chal en tonos morado y azul. Tenía un aro dorado en cada oreja y varias pulseras doradas en las muñecas.
“Telma2, déjame en paz, ¿si? Sabes muy bien que mi trabajo es estar atento por si aparece gente extraña por aquí.” dijo el viejo, balbuceando.
“Y estas haciendo un buen trabajo,” dijo la mujer, Telma, con una sonrisa burlona. Miró hacia Link y le guiñó antes de volver a mirar a Rosso. “Ahora, ¿por qué no vas y te aseguras de que el camino está despejado, si? No me gusta lo feroz que se están volviendo esos bokoblins en la Llanura de Mogur últimamente”
“Escucha, Telma, no puedes simpleme–”
“¡Ah, ah!” dijo Telma sonriendo, moviendo el dedo índice para callar a Rosso. Hizo un gesto para que se largue y luego se acercó a Link, poniendo un brazo sobre su hombro. “Vamos, pareces que no has tomado una buena taza de té en siglos. Acabo de preparar un poco, receta gerudo, seguro que te va a gustar.”
“Telma…” Rosso balbuceó, pero la enorme mujer simplemente lo ignoró, guiando a Link al interior del edificio.
Dentro del edificio, Link se sorprendió al encontrar un ambiente cálido y acogedor. En el centro de una gran sala había varias mesas redondas, cada una con cuatro o cinco taburetes alrededor. Algunas personas estaban sentadas en las mesas, comiendo diferentes tipos de comida o bebiendo de jarrones de madera. Algunos lo miraron con sospecha, pero la mayoría parecía pensar que si había logrado pasar a Rosso, probablemente todo estaba bien. O tal vez simplemente se sentían más intimidados por Telma que por Link.
Al fondo del gran comedor, Link vio varias puertas más. Supuso que una de ellas llevaba a la cocina, cosa que fue confirmada unos segundos después al ver a una mesera salir por con unos cuantos jarrones.
Telma lo llevó hasta una mesa donde había una pequeña tetera de plata. Le esbozó una sonrisa y vertió un té aromático en una taza antes de entregársela. Luego hizo un gesto a una de las camareras, que asintió y fue a traerle otra taza más. Señaló la taza que él sostenía y dijo “Adelante, toma. Te calentara el cuerpo—veo que tienes frío. Se lo frío que se pone en ese cañón con el viento.”
La miró con algo de duda y luego se llevó la taza a los labios. Olía bien, aunque un poco más fuerte de lo que habría imaginado. Dio un sorbo y, de inmediato, empezó a toser y a atragantarse, dejando rápidamente la taza de madera sobre la mesa. De pronto, sentía que la boca le ardía como si estuviera en llamas.
Telma rió a carcajadas. “¡No creí ni por un segundo que fueras del desierto!” Tomó la taza. Bebió un largo sorbo y luego dejó la taza sobre la mesa, relamiéndose los labios. “Nada como un buen té gerudo para empezar el dia”
Link tosió nuevamente y sacudió la cabeza, aun sin poder hablar. Cuando finalmente pudo hablar, carraspeó y dijo. “¿Qué…. qué le pusiste? Eso no…. era lo que esperaba”
“Pero apuesto a que ya no tienes frío, ¿verdad?” dijo Telma, guiñandole el ojo. Y tenía razón—el té, con ese pequeño sorbo que tomó, le había calentado el cuerpo inmediatamente. “Las gerudo lo toman usualmente por la noche, ya que hace bastante frío en el desierto. Bueno, eso es cuando no se están emborrachando con un Noble Afan.”
Link asintió lentamente, claramente sin entender mucho de lo que Telma estaba hablando. Ella notó esto y soltó una pequeña risita.
“Supe que no estuviste con las gerudo porque, bueno… no eres muy alto que digamos. Y eres hombre. Sería algo difícil vivir con ellas con esas características.” Cuando notó que Link seguía sin entender del todo, le lanzó una mirada de incredulidad. “Nunca has visto a una gerudo, ¿no? No me sorprende—no suelen viajar tan lejos hacia el este. Pero yo hago algo de comercio por esa zona. Mi abuela era gerudo, así que tienden a comerciar más conmigo que con otros mercaderes. Aunque últimamente ha sido difícil llegar hasta allá.”
“Aun así, me pregunto de donde eres. No eres gerudo y dudo que te hayas quedado con la tribu orni. De ser así estaría mejor abrigado. Tampoco tienes pinta de ser de la aldea Onaona… ”
Link no sabía qué decir. ¿Qué podía decir? Tenía la sensación de que cualquier mentira que se inventara no serviría de nada ante ella. ¿Podía simplemente… decir la verdad? ¿Que no tenía recuerdo de dónde venía, que había estado en la Gran Meseta hace poco?
“Yo…” Link carraspeó, intentando deshacerse del ardor persistente que aún sentía en la boca. “No estoy seguro”
“¿No estás seguro de dónde vienes?” dijo Telma, inclinándose hacia adelante. “Sabes, creo que con decir que eres gerudo te iría un poco mej–”
“No sé de dónde soy. Simplemente… desperté hace un par de días en las ruinas más adelante en el camino. No recuerdo cómo llegué allí ni de dónde vengo."
Telma permaneció en silencio por unos segundos, estudiandolo con la mirada. “Así que… no sabes quién eres—”
“Sé que me llamo Link”
“Okey, así que tu nombre es Link, pero no sabes dónde estás o de dónde vienes.”
“Así es”
“Pero…” dijo Telma con aire pensativo. “Vas a la aldea Kakariko a ver a Impa. Hasta ahí recuerdas.”
“Bueno es que… simplemente conozco ese nombre y el lugar. No sé cómo lo sé. Simplemente…lo sé”
Si, pensó, la historia de ser gerudo hubiera sido mucho mejor idea. Debí haberme aferrado a ella.
Telma lo miró fijamente durante un largo rato, con una ceja roja levantada. Al no recibir respuesta, se encogió de hombros. “Entonces supongo que necesitas ir a la aldea Kakariko y ver a Impa. Supongo que no sabes usar esa espada, ¿no?”
“De hecho si”
“Bueno, qué curioso” dijo con brillo en los ojos. “Justamente planeo dirigirme a la aldea. Tengo algunas cosas para vender. Ha sido un invierno duro y no he transitado esa ruta en mucho tiempo. Mi escolta de costumbre llegó esta mañana con dolor de panza—ese idiota no debió comer esos hongos—así que pensaba posponer el viaje. Pero si eres bueno con la espada, quizá tú puedas acompañarme. No te vi montado a caballo y Kakariko está bastante lejos para ir a pie. Pero si salimos ahora, podríamos llegar antes del anochecer.”
Link sintió una extraña oleada de alivio y sonrió gratamente. “Eso, eh…eso seria genial, de hecho, porque no sé… dónde está la aldea”
“No eres un yiga, ¿no?” preguntó Telma vagamente, mirándose las uñas.
“Yo…¿qué?”
“Solo quería asegurarme”, dijo para luego levantarse de la silla. “Vamos, si vas a ser mi escolta, será mejor que nos pongamos en marcha. Solo tengo que preparar la carreta.”
En menos de una hora, ya estaban rumbo a la aldea. Link y Telma iban sentados al frente de una carreta cubierta, que traqueteaba mientras avanzaba hacia el norte, alejándose de aquel extraño edificio con forma de cabeza de caballo, el rancho de los Picos Gemelos. Era una parada para viajeros y comerciantes que se dirigían al Centro de Hyrule.
El caballo de Telma–una yegua de color blanco y negro llamada Luisa–avanzaba a paso constante por el camino. Mirando hacia atrás, Link pudo ver que su carreta estaba llena de cajas de madera de distintas formas y tamaños.
“Entonces eres… comerciante,” dijo Link.
Telma lo miró, sonriendo. “Si, diria que lo soy”
“¿Viajas.. muy a menudo al oeste?” preguntó Link, volteando para verla—era bastante alta. “Cuando venía hacia el rancho, no vi a nadie más. No sabía si me estaban evitando o…”
“A veces, pero solo cuando voy en grupo con alguna caravana o con un escolta. El camino se vuelve más peligroso una vez que pasas por la Llanura de Hyrule. Últimamente hay muchos bokoblins y moblins rondando por las ruinas.”
“¿Moblins?
“Los monstruos más grandes”
“Ah”
“De seguro te topaste con alguno mientras viajabas hacia el este, o al menos viste uno. Han estado más agresivos últimamente cerca de las ruinas del viejo Puesto de Guardia”
“Traté… de evitarlos cuando pude. Si luché con unos cuantos bokoblins.” dijo Link, tocando la espada que tenía en el regazo, la cual había guardado al subir a la carreta. “Así fue como conseguí esto. De hecho, así fue como conseguí la mayoría de estas cosas” Señaló el pequeño bulto de objetos que tenía junto a él en el asiento, incluyendo el arco sin cuerda.
“¿Luchaste con ellos desarmado? dijo Telma, algo sorprendida
“No… exactamente” dijo Link, sonrojándose. Necesitaba pensar un poco antes de hablar. “Tenía otra espada, pero se rompió. En una pelea”
“Ya veo. ¿Y luchaste con algún moblin que rondaba por la zona?”
“No, los vi un par de veces, pero pude evitarlos.”
“Yo hubiera hecho lo mismo. Una vez vi a uno partir un caballo por la mitad como si nada. Son unas verdaderas bestias”
Link miró a su alrededor, observando el paisaje por el que pasaba. Al oeste estaba la cresta que contenía los Picos Gemelos, pero al este… Link se sorprendió un poco al ver evidencia de ruinas antiguas. Se veían mucho más antiguas que las que había visto antes. Las ruinas estaban formadas principalmente por arcos rotos y cimientos cubiertos de vegetación. A veces, se podía ver algún muro aún en pie, pero era raro.
Se sobresaltó al ver la inconfundible forma de un guardián entre las ruinas. “¿Los guardianes también destruyeron este lugar?” dijo, su tono era apenas más fuerte que un suspiro.
“¿Esas máquinas viejas? No, este lugar ya estaba en ruinas mucho antes de que atacaran.” dijo Telma. Ella lo estaba observando, arqueando una ceja. “Sabes, pareces saber bastante para alguien que perdió la memoria”
“Sé sobre los guardianes” dijo Link, evitando su mirada. ¿Iba a ser así en todos los lugares a los que fuera? ¿Vidas arruinadas y máquinas destrozadas?
Luego de eso, continuaron el viaje en su mayoría en silencio. Telma hizo comentarios ocasionales sobre algún lugar en particular, pero Link se mantuvo callado casi todo el tiempo, respondiendo solo cuando era necesario. No podía sacarse de la cabeza la imagen del guardián de antes. ¿Cuántas personas habrían muerto cuando los guardianes atacaron? Esto alguna vez fue un reino, ¿no? Entonces, ¿por qué las únicas personas que había visto eran unos cuantos viajeros en un rancho? ¿Por qué no podían reunir una fuerza lo suficientemente grande para mantener los caminos seguros? Link había viajado durante dos días sin ningún incidente—no debería ser tan difícil patrullarlos, ¿o sí? Él había luchado con unos cuantos bokoblins— incluso a varios a la vez— sin más que un rasguño en el brazo. No parecían especialmente listos ni hábiles en combate—un pequeño escuadrón seguramente podría despejar los campamentos más cercanos a los caminos y…
“Esto no me gusta,” dijo Telma, y Link levantó la mirada rápidamente, agudizando los sentidos. Más adelante en el camino, vio un árbol caído el cual bloqueaba perfectamente su ruta. Capaz podrían bordearlo, pero…
Vio a un bokoblin escondido detrás del árbol justo a tiempo. Empujó a Telma a un lado, justo cuando una flecha pasó zumbando, incrustándose en una caja detrás de ellos. Telma maldijo y él tomó su arco, atando la cuerda. Otra flecha aterrizó cerca, esta vez incrustándose sobre la banca sobre la que estaban sentados. Él la miró y dijo con tono firme. “No te detengas”
Link se puso de pie en el vagón, preparando una flecha y tensando el arco, buscando su primer objetivo. El bokoblin detrás del árbol se asomó una vez más, apuntando con su arco. Link disparó y la flecha dio en el blanco, impactando justo en el centro del pecho del bokoblin. Otra flecha pasó volando junto a él, y él rápidamente preparó otra flecha, volteando para ver a otro bokoblin sentado sobre la mitad de un viejo arco de piedra.
Link apuntó cuidadosamente, pero un bache en el camino hizo que su disparo se desviara, y la flecha pasó rozando al bokoblin sin hacerle daño.
Pero el bokoblin pareció sobresaltarse y agarró un cuerno de su cinturón.“Oh, no” dijo Telma junto a Link. El bokoblin sopló el cuerno—un sonido fuerte y furioso que le recorrió la espalda como un escalofrío.
Lo siguiente que Link escuchó fue el sonido de pezuñas galopando.
Adelante, por detrás de una gran colina rocosa, salieron dos bokoblins a caballo. Uno era rojo y tenia una lanza, mientras que el otro era de color azul y tenia un garrote ancho con grandes espinas en la punta. El bokoblin azul en particular se veía peligroso. Parecía como una bola de cicatrices y le faltaba una oreja. Parecía que, en venganza a lo que le quitó la oreja alguna vez, había comenzado a coleccionar orejas, formando un tosco collar que llevaba alrededor del cuello.
Telma maldijo otra vez, sonando cada vez más asustada. “¡Se suponía que no había grupos de bokoblins por el camino! ¡Debieron venir durante el invierno!”
Link exhaló lentamente y volvió a apuntar al arquero encima del arco de piedra. Deshacerse primero del arquero—luego concéntrate en los enemigos a caballo. Esta vez dio en el blanco, dándole al bokoblin en el ojo y causando que cayera hacia atrás. Satisfecho, intentó apuntar a los enemigos restantes, pero estos eran muy rápidos. Cabalgaban en un amplio semicírculo alrededor del carro, listos para volver a acercarse por detrás.
Dejó caer su arco y preparó su espada y escudo. El bokoblin de la lanza fue el primero en acercarse, del lado de Telma. Ella gritó algo que él no alcanzó a oír, y él rápidamente se lanzó sobre ella, apenas logrando levantar su escudo a tiempo para impedir que la lanza atravesara a Telma justo donde estaba sentada.
Link trató de equilibrarse en el asiento para tener una mejor posición, pero el bokoblin volvió a atacar con la lanza, y otra vez tuvo que bloquearla con su escudo, que se astilló. Una grieta apareció en el centro del escudo. El próximo golpe podría atravesarlo. Así que, cuando el bokoblin volvió a embestir con la lanza, Link la desvió hacia un lado con el escudo, casi haciendo que el bokoblin cayera de la montura. El bokoblin gruñó y frenó a su caballo, retirándose.
“¡Link, el caballo!”
Link giró sobre sí y vio la razón del grito de pánico de Telma. El bokoblin azul aparentemente decidió que la mejor manera de pararlos era atacando a su caballo. Ya se había colocado al lado del caballo, elevando su garrote para acabar con la vida del pobre animal.
Link maldijo y, no viendo otra opción, arrojó su espada al bokoblin. Giró por el aire y, milagrosamente, golpeó el garrote del bokoblin con suficiente fuerza como para hacerlo volar de su mano. El bokoblin gritó de sorpresa y lo miró a él. Dio vuelta su caballo, probablemente para recuperar su arma, pero Link no tenía mucho tiempo para planear su próximo movimiento.
La carcajada de satisfacción detrás de él fue lo único que le salvó la vida. Se giró justo a tiempo para ver al otro bokoblin embistiendo con su lanza directo a su espalda. Volvió a interceptarla con el escudo, pero esta vez, como había temido, la lanza lo partió en dos y la punta se le clavó profundamente en el antebrazo. Gritó de dolor al sacar el brazo, liberándose. Cuando el bokoblin intentó rematarlo con otra estocada, Link agarró la lanza por el asta, deteniéndose a escasos centímetros de su pecho. Sintió las astillas del áspero mango de madera clavarse en sus manos al hacerlo.
La expresión de sorpresa de la criatura se igualó a la de Link al ver que eso había funcionado. Un mero segundo después, arrebató la lanza al bokoblin y lo atacó con la otra punta en la cara. La criatura aulló de dolor y cayó hacia atrás.
Antes de que el caballo se alejara, Link tomó las riendas con la mitad de la lanza y logró acercar el caballo a la carreta. Cuidadosamente paso de la carreta a la montura del caballo, sosteniendo la lanza con una mano. Una vez montado, tomó las riendas con su mano libre y frenó al caballo, formando un semicírculo. Mientras hacía eso, la carreta ralentizó la marcha, casi frenando por completo, mientras Telma intentaba maniobrar alrededor del tronco. ¿De verdad todo eso había pasado en apenas unos segundos?
El sonido de pezuñas sobre el barro anunció el regreso del bokoblin azul, quien había recuperado su garrote y se dirigía directo a la carreta, arma lista para atacar. Link cabalgó con su caballo a toda velocidad. El bokoblin no notó que se le acercaba por un lado y por detrás, pues su mirada estaba enfocada en la carreta y el caballo.
Cuando se aproximó a la carreta, hizo un sonido triunfante, elevando su garrote para dar el golpe final. Sin embargo, se detuvo por un segundo, al notar la ausencia de Link. Detrás de él, Link soltó un grito de guerra, haciendo que el bokoblin girara en su montura, sorprendido. No tuvo tiempo para reaccionar y Link clavó su lanza profundamente en la espalda del bokoblin, atravesando sus costillas.
El bokoblin fue derribado de su montura, y Link soltó la lanza de inmediato para no acabar él también en el suelo. Su caballo saltó sobre el tronco que bloqueaba el camino, y aun así, por poco lo desmonta, obligándolo a aferrarse apresuradamente al pomo de la silla para recuperar el equilibrio. Tanteó en busca de las riendas, redujo la velocidad del caballo y giró para volver sobre sus pasos.
Volvió al trote hacia el carro, que Telma había detenido por completo. Ella estaba de pie en la parte trasera, asomada por un costado, mirando al bokoblin caído que aún se estremecía en el suelo, atravesado por la lanza. Ese ya no volvería a levantarse, ¿pero qué pasó con el otro? Fue entonces que lo vio, corriendo directo hacia el carro. Blandía la espada de Link mientras soltaba una especie de grito de guerra.
Link espoleó su caballo, rodeó el tronco y lo lanzó al galope directo hacia el bokoblin solitario. El bokoblin se detuvo en seco, sorprendido, y dejó caer la espada por el asombro. No tuvo tiempo para esquivar y Link hizo una mueca al ver cómo su caballo lo atropellaba sin frenar.
“Bien hecho” dijo Link dando palmaditas sobre el sudoroso cuello de su caballo una vez que se detuvieron. El animal echaba espuma por la boca, resoplaba con fuerza por la nariz y tenía los ojos desorbitados. Claramente, los bokoblins lo habían forzado hasta el límite. Link desmontó, sin soltar las riendas, y lo condujo hasta el lugar donde el bokoblin había dejado caer su espada. Una vez recuperada, caminó de regreso con el caballo hacia la carreta de Telma.
Telma bajó de la carreta, mirando a su alrededor con asombro mientras él se acercaba. “¿Quién..” dijo con voz temblorosa. “¿Quién demonios eres?”
Él hizo una mueca y negando con la cabeza dijo. “Honestamente, no lo sé”
Ella lo observó durante un largo rato y luego pareció recomponerse, recobrando parte de su compostura. “Vaya… no mentías sobre tu habilidad con la espada. Por la diosa, hasta podría creer que eres gerudo luego de ver eso. Luchas igual que una.”
Link no estaba muy seguro de sentirse reconfortado por esas palabras, y alzó la vista hacia el caballo cuyas riendas aún sostenía. Era un caballo grande, de pelaje marrón, con crin y cola negras. El pelo alrededor de sus patas era más grueso y blanco. También tenía una franja blanca en el rostro, justo entre los ojos, que estaban fijos en los de Link. Aunque se había calmado un poco, aún le lanzaba una mirada desconfiada.
Hizo suaves sonidos para calmar al caballo y se acercó, poniendo una mano en un costado de su cara, acariciándolo con ternura. “Buen….” dudó un segundo y chequeó rápidamente. “Chico.” Comenzó a inspeccionar el caballo con más detalle y encontró marcas de abuso. Tenía varias cicatrices a lo largo del flanco y el cuello, y el bocado estaba claramente demasiado apretado.
Era evidente, por el estilo de la silla y la brida, sin contar el entrenamiento del caballo, que los bokoblins le habían robado el animal a alguien, y Link no estaba seguro de si el maltrato provenía de ellos o de su dueño anterior. De cualquier manera, Link tenía la intención de corregir esos problemas, empezando por el bocado. Con cuidado, le retiró el bocado y le dio una suave palmada en el hocico.
“Listo” dijo. El caballo parecía haber apreciado el gesto y avanzó unos pasos, oliendole el cabello. Rió suavemente y retrocedió un paso, rascándole detrás de las orejas. “Espera aquí” Se dio la vuelta en dirección a la carreta, olvidándose de Telma por el momento. Regresó con un par de manzanas y le ofreció una al caballo. El animal parecía bastante entusiasmado y tomó la manzana de su mano con los dientes, con delicadeza.
Luego, Link se dirigió hacia el otro caballo. Este se alejó de él nerviosamente. El caballo era gris con puntos marrones. Se acercó con cautela, las manos en alto en señal de que no representaba una amenaza. “Tranquilo…” dijo con un tono suave. El caballo resopló y se movió nervioso. Sin embargo, estaba acorralado, con la carreta justo detrás de él. “Shh…” dijo Link, dando otro paso hacia adelante, con la mirada fija en los ojos del animal.
Finalmente, el caballo pareció calmarse un poco y Link dio el último paso adelante, tomando las riendas con gentileza. Lo guió lejos de la carreta y luego procedió a quitarle el bocado. Una vez hecho eso, le ofreció la segunda manzana que tenía, el cual también aceptó pero no con la misma confianza que el otro caballo.
“Veo que tambien eres bueno con los caballo” dijo Telma con un tono seco
“Supongo que lo soy” Link sonrió al ver a los dos caballos comer sus respectivas manzanas, sintiendo una intensa satisfacción. Estaba seguro de que los bokoblins eventualmente matarían a estos animales. No solo logró proteger a Telma, sino que también salvó a estos caballos.
“¡Tu brazo!” dijo Telma, tomando su antebrazo, el cual aun sangraba un poco. Él hizo una mueca de dolor, pero permitió que ella le envolviera la herida con un trozo de tela blanca que sacó de una caja. Finalmente, satisfecha de que la herida estaba bien vendada, dio un paso atrás y sonrió.
“Gracias” dijo Link, frotando su antebrazo con dolor. Esa era su segunda herida en su brazo derecho, la primera siendo el corte en hombro causado por la flecha. Unas cuantas heridas más de esas y sería inservible en una batalla.
Permanecieron ahí por un largo rato mientras él inspeccionaba cuidadosamente a los caballos para ver si no tenía heridas. Realmente no estaba seguro de dónde venía ese conocimiento, pero parecía tener un ojo innato para los caballos. Ninguno parecía estar particularmente en malas condiciones, pero sí mostraban signos de maltrato y el caballo gris tenía una herida no muy profunda en el cuello. Pensó en soltarlo, pero la posibilidad de que hubiera otro grupo de bokoblin en la zona lo preocupaba. Si capturaban al caballo, entonces lo volverían a lastimar. En lugar de eso, Telma sugirió llevarlo a la aldea Kakariko, donde estaría mejor cuidado. Incluso sugirió intentar encontrar a alguien que se lo quiera comprar.
Finalmente, una vez satisfecho con el chequeo, colocó los bocados a cada uno y ató el caballo gris a la parte trasera de la carreta con una cuerda. Luego montó sobre el caballo marrón, dándole suaves palmadas en el cuello. Telma le sonrió desde la carreta y asintió antes de chasquear la lengua y ponerse en marcha. Link cabalgó junto al carro, sintiéndose mucho mejor que antes. Estar en la silla se sentía natural, y el caballo parecía haberle tomado cariño también.
Supuso que tendría que pensar en un nombre para su nuevo acompañante.
Llegaron a la aldea Kakariko después de que el sol se hubiera puesto tras el horizonte occidental. Habían viajado casi todo el resto del día por un paso serpenteante que subía y bajaba por varias colinas. Él y Telma habían cabalgado en relativo silencio—él sobre su caballo, al que llamó Valorio, y ella en su carreta.
Mientras el cielo se oscurecía por encima de sus cabezas, Telma colgó una lámpara en el frente de su carreta, la cual proveyó de suficiente luz para iluminar las paredes rocosas a su alrededor. Link supo que estaban cerca cuando pasaron por debajo de arcos de madera los cuales tenían el mismo símbolo de la tableta sheikah.
Finalmente, tras rodear una última curva en el camino, la aldea Kakariko apareció ante ellos. La extensa aldea se encontraba en un valle frondoso y estaba dividida en varios niveles. En los niveles más altos había una gran cantidad de cultivos, donde Link alcanzó a ver a varios granjeros todavía trabajando bajo la luz de grandes faroles de papel y la luna llena que se alzaba sobre las colinas al este. La temporada de siembra de primavera parecía estar en pleno apogeo, y Link vio a muchos hombres, mujeres y niños en sus cosechas. Todos vestían ropas similares, en tonos blancos y rojos, y muchos llevaban puestos unos extraños sombreros curvados.
Los edificios de la aldea estaban todos hechos de madera, con techos de paja que tenían forma de cúpulas y arcos, en lugar de esquinas puntiagudas. La mayoría de los techos también contaban con grandes vigas arqueadas de madera que Link supuso ayudaban a darle estructura al techo.
La mayoría de los edificios siguian este estilo de construcción, a excepción de uno grande en el nivel más bajo. Este último estaba situado sobre una isla elevada en el centro de un pequeño lago, al que desembocaban varias cascadas. Tenía al menos dos pisos y contaba con un techo de ángulos mucho más pronunciados que los demás. Link supuso inmediatamente que ahí es donde encontraría a Impa, cosa que Telma le confirmó.
Mientras bajaban por el camino serpenteante, Link notó a varios aldeanos, la mayoría niños, formando una fila detrás de la carreta de Telma. Otros la saludaron y preguntaron si tenía algún que otro objeto, y ella respondía con un tono cálido y animado. Estaba claro que ella era más que bienvenida en la aldea. Link recordó lo que ella había mencionado acerca del duro invierno y se preguntó si ella era la primera comerciante en llegar a la aldea desde que comenzó la primavera. Supuso que el invierno había aislado bastante a la aldea.
“Hey, Telma, ¿quién es tu amigo?” dijo una mujer de mediana edad con pelo blanco. “Me gusta—es lindo”
Link se enderezó de golpe y miró para otro lado, sintiendo como se le sonrojaba la cara. Fue ahí cuando se percató de un grupo de mujeres, la mayoría joven, capaz adolescente o con poco más de veinte años, mirándolo y hablando entre ellas en susurros. Todas tenían un color de pelo similar, blanco o gris––¿quizá era una característica común entre los sheikah? Una de ellas lo saludo con la mano. El decidió mantener la vista al frente luego de eso.
Finalmente se detuvieron en donde parecía ser la plaza central de la aldea. La gran casa rodeada de cascadas se encontraba en uno de los extremos, con un puente de cuerda que conducía hasta su puerta, y Link notó que, frente a la casa, había un santuario que contenía otra de las estatuas de la diosa que había visto por primera vez en el Templo del Tiempo. Esta estatua estaba ubicada en una pequeña isla en el centro de un estanque, a la que se llegaba por un puente de madera. Pudo ver nadando en el agua unos peces de colores que no reconocía.
Cuando desmontó, uno de los dos soldados sheikah que resguardaban el puente hacia la gran casa se acercó a él, sosteniendo una lámpara. “Parece que estuviste en una lucha” dijo el hombre, mirando al brazo envuelto de Link. Link bajo la mirada a su brazo, notando que la sangre había comenzado a manchar la tela blanca.
“Oh, no me preocuparía por eso Wakat,” dijo Telma desde arriba de su carreta. “Nos atacaron un par de bokoblins mientras pasábamos por la Llanura de Mogur. Pero Link se ocupó de ellos. No creo que vuelvan a molestar a más viajeros en ese tramo del camino.” Le guiñó un ojo a Link al decir eso.
“¿Cuánto había?” el hombre, llamado Wakat, preguntó con tono serio.
“Creo que cuatro. Intentaron hacer una emboscada—-casi lo logran, pero ¿quién iba a saber que el viajero que encontré en el rancho iba a ser tan hábil en batalla?” Había algo inusual en la voz de Telma. Link percibió una tensión sutil que no había sentido antes.
Wakat soltó un gruñido, estudiando a Link con ojos desconfiados. “¿Un viajero? Y además un extraño ¿De dónde provienes?”
“Viene a ver a Impa” dijo Telma
Wakat dio un paso atrás, con el ceño fruncido y una expresión cada vez más desconfiada. Link notó que el otro guardia también se acercaba, con la mano sobre la empuñadura de una larga espada curva atada a su cintura. Link suspiró, habiendo esperado que, después de salvar a Telma, ya no despertara sospechas. Sin embargo, parecía que sus habilidades de combate solo lo hacían parecer aún más sospechoso.
“Te lo preguntaré una vez más, viajero” dijo Wakat. Su voz era firme pero sus ojos mostraban una alerta evidente. “¿De dónde provienes?”
“Yo–” Link dijo, pero fue repentinamente interrumpido por el guardia al lado de Wakat
“Wakat, mira—su cintura” El guardia señaló a Link, en especial a su tableta sheika, la cual seguía enganchada a su cinturón.
“Eso es…” dijo Wakat, pero sus ojos se abrieron de par en par por el asombro. Enderezó la espalda y miró a su compañero. “Dorio, avisa a doña Impa” El otro hombre, llamado Dorio, se dio la vuelta y se apresuró por el puente hacia la gran casa. Extrañamente, sus pasos sobre la madera no emitían ningún sonido.
Wakat se volteó devuelta hacia Link y ahora parecía… ¿estar nervioso? “Me disculpo por mi actitud. Últimamente hemos recibido varios reportes de actividad Yiga por la zona, y luego de lo que le pasó a la esposa de Dorio…. Bueno, hay que ser precavidos.”
“Vaya” dijo Telma detrás de Link. “Luego de ese espectáculo realmente creí que eras un yiga disfrazado”
“Este hombre claramente no es un miembro del clan yiga” dijo Wakat, enderezándose y sonriendo radiante. “El dispositivo en su cintura solo podría pertenecer a un hombre en particular—el legendario héroe de Hyrule” Fijó su mirada en Link y, sorprendentemente, tenía lágrimas en las comisuras de los ojos. “Doña Impa nos ha hablado de su regreso durante muchos años y verlo a usted aquí y ahora… Es todo un honor, Sir Link.” Colocó su mano libre sobre su estómago e hizo una reverencia profunda.
Link sintió una repentina angustia llenarle el estómago, y deseó estar en cualquier otro lugar que no sea aquí, en la aldea Kakariko. No quiso sentir la mirada de Telma, Wakat y de la multitud de sheikah que había oído su conversación, clavadas en él. Pudo oír sus murmullos y notó a varios señalandolo con el dedo. Lo peor de todo fue que muchos comenzaron a imitar la reverencia de Wakat.
Arriba, en la gran casa, la puerta se abrió para un costado y Dorio salió de esta, seguido por dos mujeres. Una era joven, alta y delgada, y tenía una peculiar expresión en el rostro. La otra era bajita y mucho más vieja, llevando un sombrero cónico con ala ancha. Se podía ver el símbolo sheikah en el sombrero prominentemente. Caminaba con la ayuda de un bastón. Incluso a lo lejos, Link pudo sentir su mirada clavada en él. Los murmullos cesaron alrededor de él. Finalmente, la mujer habló. “¡Ven aquí muchacho!”
Link exhaló lentamente e intentando no mirar a ninguno de los sheikah ahí reunidos, pasó por al lado Wakat, quien se hizo a un lado reverentemente, subiendo por el puente hacia la anciana mujer.
Los murmullos de la multitud se reanudaron detrás de él.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Cado Wakat Dorian Dorio Noble Pursuit Noble Afan Lurelin Onaona Central Hyrule Centro de Hyrule Hyrule Field Llanura de Hyrule Gatepost Town Puesto de Guardia Ash Swamp Llanura de Mogur Dueling Peaks Stable Rancho de los Picos Gemelos 1: Referencia a un personaje de "A Link Between Worlds"
2: Referencia a un personaje de "Twilight Princess"
Para este capítulo me tomé la libertad de traducir el nombre del caballo de Link, pues llamarlo literalmente “Espíritu” sonaba raro. Opté por Valorio, suena a ‘Valor’. Si tienen alguna sugerencia, dejenla en los comentarios
Chapter Text
Capítulo 6
La habitación a la que ingresó Link estaba vagamente iluminada por lámparas de papel que colgaban de las vigas del techo. Las paredes estaban adornadas con varias pinturas y tapices, de los cuales muchos tenían el símbolo del antiguo ojo sheikah. En el centro de la habitación había una larga alfombra de color azul oscuro y pequeños almohadones ubicados uno al lado del otro, formando una fila que parecía encarar a la tarima central, la cual estaba ubicada al otro lado de la habitación. La anciana sheikah estaba sentada en una pila de almohadas sobre la tarima, debajo de un gran ojo de latón que colgaba del techo.
Lentamente se adentró en la habitación, notando que la mujer más joven, quien tenía un largo cabello blanco recogido en un moño alto con forma de corazón mientras el resto caía suelto sobre sus hombros, estaba parada a un lado de la tarima. Tenía las manos juntas, visiblemente ansiosa. Parecía estar evitando mirarlo con atención, pero él la vio lanzarle una mirada rápida antes de apartar la vista de nuevo.
Él lentamente se aproximó a la anciana, quien asumió que era la tal Impa a quien buscaba. Se veía... vieja. Sus manos y su cara—la única parte de su cuerpo que Link pudo ver bajo su atuendo tradicional sheikah—estaban llenas de arrugas y mostraban signos del pasar de los años. Caminaba encorvada, apoyándose con fuerza en su bastón.
“Por fin despertaste… ” dijo Impa, formando una sonrisa la cual reveló que le faltaban varios dientes. Levantó la vista hacia Link, lo miró con unos amables ojos grises. Link pudo ver un tatuaje del ojo púrpura sheikah en su frente. “Ha pasado tanto tiempo… Link”
El corazón se le aceleró al escuchar ese nombre otra vez, reafirmando una vez más todo lo que había escuchado por parte del rey y la princesa. Él era Link. Y tenía un propósito ante él tan inmenso que ni siquiera podía imaginar cómo podría cumplirlo con éxito. Deseó haberse tomado más tiempo para prepararse para ese encuentro.
Finalmente, se acercó vacilantemente y se arrodilló en el suelo frente a ella para poder verla mejor a los ojos, lo cual la hizo sonreír aún más, arrugando más sus ojos. “Tú eres…Impa, ¿verdad?” dijo él con un tono suave.
Su sonrisa se desvaneció un poco. “¿Me recuerdas?” Le clavó una mirada penetrante. “Soy más vieja que cuando nos conocimos” Link bajó la mirada hacia el suelo y negó con la cabeza. Esto sorprendió a Impa, y preocupada dijo. “¿Te acuerdas siquiera de algo?”
Link negó con la cabeza, fijando la vista sobre sus puños. “Se siente como si mi cuerpo recordara-–la espada se siente familiar en mi mano, y cuando peleo…” Se quedó callado, pensando en cómo liquidó a sus enemigos con aparente facilidad. “Pero no recuerdo nada…”
“Quizá para ti haya sido una bendición” Él la volvió a mirar, sorprendido. “No creo que a muchos les gustaría poder recordar el día de su muerte”
Link sintió un escalofrío recorrerle la espalda. “¿Yo….morí?”
“No, pero estuviste cerca.” dijo ella. “Protegiste a la princesa Zelda hasta tu último aliento. Luego de eso ella usó su poder divino para protegerte el tiempo suficiente para dejarte en un sueño profundo.”
“El Santuario de la Vida”
“¡Sí! Entonces sabes qué es ese lugar—perfecto. Luego de que te dejaran en el santuario, ella fue a enfrentarse a Ganon…. sola. Pero antes me confió la tarea de guiarte cuando despertaras. Ella tenía —tiene— un plan para derrotar a Ganon, y creyó que serías una pieza fundamental en ese plan.”
“He estado esperando por cien años, Link. Cien años en los que mantuve el mensaje de la princesa en secreto, sin contarle a nadie, para no perder el factor sorpresa”
“P-pero, a mi si me lo contaste abuela” intervino la mujer más joven. Su voz sonaba temblorosa, como si estuviera nerviosa al hablar.
“Bueno, si, se lo conté a ti y a tu madre, querida” dijo Impa, con la voz cargada de exasperación. “No iba a arriesgar perder información tan importante cuando el futuro de Hyrule depende de ello. Por eso lo mantuve dentro de nuestra familia. Ahora… sal, deseo hablar con Link a solas”
La joven se sonrojó como un tomate y balbuceó. “P-p-pero pensé que yo…. ¡Está bien!” Rápidamente se volteó y se apresuró a irse. Sin embargo, Link notó que no salió de la casa, sino que subió por unas escaleras al lado de la tarima.
“Ahora, ¿en qué estaba? Mi memoria ya no es la de antes” dijo Impa. Ella hizo una mueca cuando Link la miró, un poco sobresaltado por la revelación. Sin embargo, la mueca se esfumó un segundo después y su expresión se tornó más seria. “Antes de que continúe, sé que debes tener muchas preguntas y que no estás del todo seguro del papel que desempeñas en todo esto. No me complace en lo absoluto saber que voy a colocar una gran carga sobre tus hombros. Si deseas descansar, podemos retomarlo en la mañana. He esperado cien años, al fin y al cabo… puedo esperar una noche más”
Link consideró la propuesta, bajando la mirada hacia la alfombra de patrones azules. Vio que estaba decorada con el ojo sheikah, aunque estos ojos tenían una forma más de diamante que los otros que había visto. Finalmente, alzó la vista. “Vi al rey Rhoam en la Gran Meseta.” Impa se asombró al oír eso. “Me…. pidió que salvara a su hija”
“¿Y lo harás?”
“Pues…si. Yo fui –soy– su caballero designado. Es mi deber”
Impa esbozó una cálida sonrisa y se dio una palmada en las rodillas. “¡Je, je, je! Incluso sin tus recuerdos, sigues siendo el joven valiente y noble que defendía la justicia por encima de todo.”
Link sintió cómo se le enrojecía la cara. Claramente, no se sentía como un héroe. Pero debía hacer esto. Sentía que tenía una deuda que saldar. Después de todo, la princesa le había salvado la vida aparentemente. ¿Cómo no podía devolverle el gesto e intentar salvarla, aun si en lo profundo de su ser, temía que todo fuera en vano?
“Excelente” dijo Impa, con la expresión seria nuevamente. “Por qué no me cuentas lo que te dijo el rey e intentaré ayudar con algún que otro detalle omitido. Luego discutiremos sobre la tare que la princesa te encomendó a ti y a nadie más”
Link relató la historia que le había contado el rey Rhoam, e Impa asintió pensativa antes de compartir su propia versión de los hechos, con un tono mucho más ensayado que el del monarca. Le habló de las incontables veces a lo largo de la historia en que Ganon había sido revivido o se había liberado de sus ataduras, y de cómo, en igual número de ocasiones, la princesa que llevaba la sangre de la Diosa y el héroe que empuñaba una poderosa espada legendaria se alzaban contra él, sellándolo una vez más.
Ella le mostró un tapiz en la pared detrás de ella. Mostraba a una criatura similar a la bestia que sobrevolaba el castillo de Hyrule, flanqueada a ambos lados por un hombre empuñando una espada azul y una mujer vestida de amarillo, junto con cientos de lo que parecían ser guardianes. En cada una de las cuatro esquinas había otra criatura, cada una con la forma de un animal distinto–un águila, una salamandra, un elefante y un camello–y sobre cada uno de estos animales montaba otro ser, cuyas características eran difíciles de distinguir.
“Hace cien años,” continuó relatando Impa, suavizando su voz. “descubrimos una vieja leyenda milenaria. Contaba que existía un modo de derrotar a Ganon y salvar así a nuestro reino. Sin embargo, subestimamos el poder de ese monstruo y nuestro plan fracasó”
Link sabía lo que venía a continuación. Ganon tomó control de las bestias divinas y de los guardianes, volviendolos en contra de él y la princesa Zelda, y masacrando a los ciudadanos de Hyrule a su paso.
“Si Ganon es tan poderoso… ¿cómo se supone que voy a derrotarlo?”
“Ahí es donde entra en acción el plan de la princesa” dijo Impa, entrecerrando los ojos. “La princesa Zelda cree que aún es posible liberar a la bestias divinas del control de Ganon” Link sintió angustia a la par que Impa seguía. “Asi que su último deseo antes de partir a sellar a Ganon fue que tu, una vez despierto, fueras a por las bestias divinas y las liberes de la malicia de Ganon”
“Ya veo”
“Sería un suicidio ir y enfrentar a Ganon en tu estado actual, sin la Espada Maestra ni la ayuda de las bestias divinas. Ya ha demostrado estar preparado para ese tipo de ataque y temo que vuelva a poner a todas sus máquinas en tu contra si lo intentaras”
Impa frunció el ceño y parecía tenerle lastima a él, y siguió hablando con tono suave. “No estoy segura de lo que la princesa vio cuando sus poderes se manifestaron. Parecía entender lo que había pasado. Creo que la diosa le reveló un par de cosas. Quizá pudo ver el futuro. Sea lo que sea que haya visto, creía en ti, Link. Creía de que serías capaz de liberar a las bestias divinas y restaurarlas a su estado original”
Link permaneció en silencio, pensando en todo lo que acababa de escuchar. Quizá la princesa lo creía capaz de todo eso, pero ¿sabía que él perdería sus recuerdos en el proceso?
“Oh, era consciente de que algo así pasaría, Link” dijo Impa luego de que él le expresara su inquietud. Lentamente se levantó se su cojín, bajando con cuidado de la tarima. Camino hacia Link y colocó una mano sobre su hombro. “Y tenía la esperanza de que recuperarías tus recuerdos eventualmente. Pero incluso sin ellos, creía de que harías todo lo posible por derrotar a Ganon de una vez y para siempre”
“Pero… ¿por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué fui yo el elegido?”
“Porque eres el único capaz de hacerlo”
Link permaneció en silencio otra vez, perturbado por aquella afirmación. Si él era la única esperanza de Hyrule, entonces temía que el país estuviera verdaderamente condenado.
“La princesa esperaba que las imágenes que dejó en tu tableta sheikah te fueran de ayuda a recuperar tus recuerdo. ¿Has… podido echar un vistazo?”
Miró a la anciana, confundido. “¿Imágenes?” Llevó la mano al cinturón y desenganchó la tableta sheikah. A petición de Impa, se la dio, y ella la tomó con el ceño fruncido, mientras sus dedos tocaban la pantalla. “No oprimas el icono azul” le advirtió Link, temiendo de que ella pudiera destruir su casa por accidente.
Impa lo miró, con una ceja arqueada en aparente confusión. Luego de eso, volvió a revisar la tableta. “La cámara no está… No lo entiendo. Cuando ella usaba esto, la cámara y el mapa eran los únicos módulos disponibles. Ahora hay más de dos módulos, pero ninguna….” Suspiró y miró a Link.
“La usé para activar una torre sheika y luego eso apareció en la pantalla”
Ella procesó esa información antes de asentir lentamente. “Quizá mi hermana Prunia pueda ser de ayuda”
Sus dedos se movieron rápidamente por la pantalla hasta que, finalmente, giró la tableta para mostrársela. Mostraba el mapa, y él pudo ver claramente el ícono que indicaba su ubicación actual. Sin embargo, Impa había añadido un marcador, algo más alejado, hacia el sureste. Según sus cálculos, probablemente se trataba de un viaje de al menos uno o dos días, aunque no tenía del todo clara la escala del mapa.
“Prunia vive aquí, en la aldea Hatelia. Dedicó su vida a estudiar al antigua tecnología sheikah —la tableta y sus módulos en particular—y es posible que pueda restaurar algunas funciones de tu tableta”
Él tomó la tableta, mirando al icono amarillo parpadeante que ella había añadido, confundido. “¿No sería mejor que comience por las bestias divinas?”
Ella sonrió levemente y colocó una mano sobre la tableta. “Link, este dispositivo es un tesoro y será muy probablemente una herramienta valiosa en tu viaje. Y sé que con este dispositivo, la princesa se esforzó por asegurarse de que tuvieras un punto de partida para recuperar tus recuerdos.”
“Si deseas dirigirte a la bestia divina más cercana, no te detendré. Hasta podría felicitarte por tu dedicación. Pero debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para estar preparados. Reparar esta tableta sheikah podría terminar siendo de un valor incalculable.” se detuvo un momento, meditando sus palabras. “Además, no te vendría mal visitar Hatelia”
Él la observó por unos cuantos segundos, pero ella aparentemente dijo todo lo que iba a decir. Volvió a mirar el punto amarillo en su mapa y finalmente se levantó y enganchó la tableta a su cinturón. “Me pondré en marcha entonces”
“¡No me refería a que fueras ahora, muchacho estúpido!” exclamó ella. “Por los dioses, pareces como si fueras a desmayarte en cualquier momento. En serio, cien años y no has cambiado en lo absoluto… Me gustaría creer que me he vuelto más sabia con los años” Impa lo tomó del brazo y lo hizo sentarse otra vez. “¡Apaya! Sé que estás escuchando ahí arriba. Ven y prepáranos un poco de té”.
“No es… té gerudo, ¿o sí?” preguntó Link, sintiendo una repentina ola de calor en el fondo de su garganta.
Impa le lanzó una extraña mirada antes de negar con la cabeza. “No. Ahora, cuéntame todo lo que ha sucedido desde que despertaste”
A la mañana siguiente, Link emergió de la posada de la aldea, sintiéndose mucho más fresco que los días anteriores. Con un poco de ayuda de Wakat, pudo bañarse y Wakat hasta le permitió vestir una de sus túnicas sheikah luego del baño mientras Apaya limpiaba su ropa. Había recogido su pelo en una cola de caballo con una banda azul, dejando su flequillo y sus plantillas suelto, encuadrando su cara.
Sus heridas fueron inspeccionadas por un hombre que afirmaba ser el curandero de la aldea. Su antebrazo había sido cubierto con una pomada de olor desagradable y luego envuelto con un trozo de tela limpio. Su nuevo caballo también había sido atendido, alimentado y dado de tomar mientras él hablaba con Impa.
Cuando salió de la posada, se sintió extrañamente contento al observar el bullicio de la ajetreada aldea agrícola. Un niño pasó corriendo, empujando una carretilla llena de estiércol, y más arriba en la colina, un buey bramaba mientras tiraba de un arado a través del campo. Una pequeña niña sheikah pasó corriendo junto a Link, riendo y llamando a su hermana para que la alcanzara. Otra niña, unos años mayor y presumiblemente su hermana, iba tras ella. Al mirar a su alrededor, distinguió a la flechera del pueblo —una mujer de mediana edad—de pie junto a la entrada del edificio contiguo. Ella le sonrió con calidez y le guiñó un ojo.
Link carraspeó y se giró rápidamente hacia otro lado. Vio a Telma ocupada con su carreta, asegurando los suministros con cuerdas. Por lo que pudo observar, parecía que le había ido bastante bien vendiendo gran parte de los productos que había traído, además de haber adquirido muchas mercancías nuevas para vender en otro lugar. Cuando lo vio acercarse, se irguió y le dedicó una amplia sonrisa.
“Link, me alegra verte por aquí—Tengo algo para ti” Descendió de su carreta y le indicó que lo siguiera. “Nunca te di las gracias por haberme salvado ayer, así encontré algunas cosas que te podrian ser útil en tu viaje”
Telma había reunido un pequeño grupo de provisiones, que había dispuesto en fila sobre la parte trasera de su carreta. Los ojos de Link se abrieron con sorpresa al ver lo que tenía ante él. Había una túnica nueva, de color rojo con detalles blancos y verdes, junto con varias camisas de manga larga. También vio unos pantalones nuevos de tono beige y un par de botas con medias, además de una capucha azul oscuro con una pequeña capa corta. También había encontrado varias piezas de armadura de cuero—un par de brazales, una hombrera y una protección para el pecho. Sorprendentemente, había un arco del estilo usado por los sheikah y un carcaj lleno de flechas. Finalmente, para completar el conjunto había un escudo de madera nuevo con el símbolo del ojo sheikah grabado en él.
“Telma, no debiste…Esto es demasiado” La miró con expresión de no poder creerlo.
Dejó salir una risita y colocó una mano sobre su hombro. “Si no hubieras estado ahí, yo no habría sobrevivido. Me salvaste la vida, y además… por lo que escuché desde que llegué aquí, puede que nos salves la vida a todos para cuando termines tu viaje.” Apretó firmemente su hombro. “Es lo menos que podía hacer. Ojala pudiera hacer más”
“Yo…” Sintió un nudo en la garganta, sintiéndose abrumado de repente. ¿Realmente creía ella que podía salvar a Hyrule? Apenas había sobrevivido contra cuatro bokoblins—¿cómo se suponía que iba a derrotar a Ganon? Sin embargo, no la corrigió y finalmente asintió. “Gracias”
“Oh por cierto, vendí el otro caballo. No creí que te importara” Ella señaló con la cabeza en dirección al pequeño establo, donde estaban preparando a Valorio con una nueva silla y bridas. “También pude conseguirte equipamiento nuevo para viaje y provisiones.” Link vio que la montura de Valorio estaba llena de alforjas, con suplementos de cocina y un saco de dormir atada.
Antes de que pudiera formular otra respuesta, ella atrajo a Link hacia sí en un fuerte abrazo. “Voy a partir de la aldea en unas horas. ¿Te gustaría acompañarme? Hablé con Impla y dijo que te diriges hacia el este, a la aldea Hatelia. Así que irías por el mismo camino que yo”.
“Sí, por supuesto”. Link carraspeó y asintió con la cabeza. “Iré a prepararme”.
Una hora después, Link estaba montado en Valorio, sintiéndose incómodo por lo que parecía ser la aldea entera viéndolo partir. Llevaba puesta su nueva túnica, la cual le quedaba mucho mejor que la camisa y pantalones viejos que vestía antes. Se sintió agradecido al descubrir que las nuevas piezas de armadura tenían un lugar para colocar el escudo en la espalda, y también pudo sujetar su nuevo arco a la silla de montar. En definitiva, esperaba que viajar resultara ahora más fácil que antes.
Volvió la vista hacia Impa y la vio asentir levemente. A su lado, Apaya le saludó con la mano antes de sonrojarse y llevarse las manos al pecho. Link devolvió el gesto con la cabeza, luego fijó la mirada al frente y espoleó a Valorio, avanzando al frente de la carreta de Telma. Intentó ignorar los gritos de ánimo de los sheikah que se habían reunido para despedirlo, y sintió un profundo alivio cuando entraron en el desfiladero, dejando atrás la aldea.
El viaje de regreso al rancho de los Picos Gemelos transcurrió pacíficamente. Se detuvieron para almorzar y para dejar descansar a sus caballos por la tarde, luego de haber cruzado el desfiladero que lleva a la aldea Kakariko. Luego del almuerzo, se pusieron en marcha nuevamente, aunque Link se adelantó para explorar la ruta por delante de Telma. Por suerte, ningún bokoblin los molestó en esta ocasión, y lograron llegar al rancho justo cuando el sol se ocultaba detrás de los Picos Gemelos, sumiendo el valle en sombras.
Para cuando llegaron, estaba claro que los caballos estaban exhaustos por los dos días de travesía. Telma se ofreció a pagar por el alojamiento y la comida del caballo de Link por esa noche, oferta que él aceptó gratamente. También le ayudó a calcular el valor de cada una de las gemas de colores que llevaba en su bolsa, lo que le permitió pagar por una cama sin pasar vergüenza.
No queriendo ser interrogado por otro guardia viejo—u oír a Telma hablar de sus hazañas a cualquiera que la escuchara—decidió comer en su habitación. El viaje lo había dejado adolorido y exhausto, y estaba ansioso por descansar.
Sin embargo, dormir no fue fácil esa noche, pues lo invadieron los pensamientos de sus fracasos del pasado. No parecía correcto sentir culpa por eventos de los que no tenía recuerdo alguno, y aun así no podía evitarlo. Mucha gente confiaba en él, incluso esperaron cien años por su regreso, y no se sentía seguro de poder lograrlo. Pero, ¿cómo podría decirles que no? Lo intentaría, claro. ¿Cómo no podía siquiera intentarlo? Pero, en lo más profundo de su ser, sentía con firmeza que fracasaría en su odisea.
Se despertó sobresaltado al escuchar el cacareo de un cuco afuera. La luz tenue del amanecer comenzaba a filtrarse por las rendijas de la ventana de la habitación, y vio que varias de las otras camas aún estaban ocupadas por hombres durmiendo que, probablemente, despertarían con una resaca. Moviéndose tan silenciosamente como pudo, Link se levantó y recogió sus pertenencias.
Cuando llegó al comedor, se encontró con que no era el único despierto, pero los demás no tenían pinta de querer entablar conversación alguna. Estaba completamente conforme con eso y se dirigió al mostrador que se encontraba en el centro del cuarto.
Pago por un desayuno de huevos, salchicha y queso, y pidió que preparen a Valorio para su partida. Después de desayunar, salió al fresco aire de la mañana y se sorprendió al ver a Telma ya revisando sus mercancías para partir, acompañada de otro hombre que supuso era su escolta habitual.
“¿Te vas tan pronto?” dijo al verlo. Él asintió, y ella sonrió. Telma se acercó, le puso una mano en el hombro y lo alejó de su guardia. “Sé que tienes un largo camino por delante. Te aseguro de que no le he dicho nada a nadie sobre quién eres realmente—soy bastante capaz de guardar un secreto.”
Sintió un inmenso alivio al escuchar esas palabras y se lo agradeció. Por lo menos no tendrá que preocuparse por alguna mirada clavada en él cuando partiera.
“Link,” ella se detuvo y se puso de frente a él con una seria expresión en el rostro. “No sé exactamente qué te contó Impa, pero recuerda que tú eres dueño de tu destino. No puedo imaginarme lo que se siente estar en tus zapatos, y la presión que sientes de seguro es abrumadora. No te culparía si decides tomar otro camino.”
Él la miró a los ojos y luego bajó la mirada. “Si no soy yo, entonces ¿quién?”
Ella le apretó el hombro firmemente “No lo sé. Pero hemos sobrevivido hasta ahora. Estoy segura de que encontraremos la manera de seguir adelante.”
¿Sobrevivir? ¿A esto llaman sobrevivir? Lo último de la raza hyliana parecía ocupar apenas una simple esquina de todo Hyrule, al igual que las otras razas por lo que escuchó. Mientras tanto, la mayor y más fértil parte del reino estaba siendo ocupada por fuerzas del mal, y se estaban expandiendo.
Respiró hondo, reforzando su determinación y volvió a mirar a la Telma a los ojos.”Gracias, pero… no creo que pueda perdonarme si decido dar la espalda a todos lo que confían en mí. Esta es… una segunda oportunidad. Haré lo que pueda.”
Telma esbozó una cálida sonrisa, y él podía ver que estaba complacida con su respuesta. “Eres un buen hombre” Le dio una fuerte palmada en el hombro “Cuidate mucho, Link. Estoy segura que nuestros caminos volverán a cruzarse algún día en el futuro”
Cada uno partió por su lado luego de eso. Telma se dirigió hacia el oeste, explicando que la única carretera transitable para carretas hacia la Región de los Zora estaba al otro lado de los Picos Gemelos. Él expresó su preocupación por su travesía, pero ella le aseguró que esa ruta seguía siendo bastante segura para garantizar que el comercio no se interrumpiera. Sin embargo, su tono tenía un matiz que sugería que aún estaba preocupada. El camino a la aldea sheikah también debe ser igual de seguro, supuestamente.
Mientras tanto, Link cabalgó hacia el norte por el camino hasta que este se bifurcó hacia el este. La ruta oriental serpenteaba alrededor del lado norte del extenso y pantanoso campo donde Link había visto las ruinas y a los guardianes el día anterior. Valorio parecía estar bien descansado, y Link le permitió alternar entre caminar y trotar. Gracias a esto, avanzó a buen ritmo, más rápido de lo que había podido cuando viajaba junto al carro de Telma.
Se detuvo a descansar alrededor del mediodía, cuando el sol estaba en lo alto. Se sentó con la espalda apoyada contra un gran tocón roto junto al camino y comió una comida de frutas secas y zanahorias. Cuando terminó de comer, sacó su tableta sheikah.
Impa le había dicho que la princesa había intentado preparar la tableta de tal manera que esperaba que despertara algunos recuerdos en él... ¿Qué querría decir exactamente con eso? Observó con atención los íconos disponibles en la pantalla, analizándolos.
Finalmente, suspiró y se levantó, haciendo una mueca de dolor. No estaba seguro de cómo había viajado hace cien años, pero estaba claro que su cuerpo ya no estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo en la silla de montar. Después de dos días a caballo, le dolían las piernas y el trasero. Con Hatelia a dos días más de distancia, esperaba sinceramente poder quedarse allí al menos unos días antes de volver a ponerse en marcha.
Miró a Valorio, quien pacíficamente mordisqueaba algo de hierba, y decidió que el caballo estaría bien si lo dejaba solo unos minutos. Se alejó un poco y levantó la tableta sheikah para examinarla. Finalmente, presionó el módulo azul de Bombas Remotas.
De nuevo, la esfera azul luminosa apareció en el suelo frente a él. Con cuidado de no presionar el botón por accidente, se arrodilló para inspeccionar el explosivo. Extendió un dedo con cierta duda, lo tocó y notó que era bastante sólido. Apoyó la tableta en el suelo y tomó la bomba, levantándola entre sus manos. No era muy pesada, pero tenía un peso considerable.
Después de examinarla durante unos segundos, miró cuesta abajo para asegurarse de que no había nadie cerca, y la lanzó. La bomba voló por el aire unos segundos y luego cayó al suelo. No explotó, sino que simplemente siguió rodando cuesta abajo, ganando velocidad a medida que avanzaba.
Link volvió a levantar su tableta y presionó el icono de la bomba azul. A lo lejos, la bomba explotó en un destello de luz azul y con un estruendo audible que resonó por el aire. Una bandada de grandes aves rosas cercanas emprendió vuelo, graznando con enojo. No muy lejos, en una repisa rocosa, un cabrío macho cornudo lanzó un bramido. Valorio resopló nervioso. Donde había estado la bomba, ahora había un círculo negro de hierba y tierra quemada.
Link se dijo a sí mismo que este módulo sería, en efecto, útil en ciertas situaciones—siempre y cuando lo use con moderación. Sino acabaría lastimándose a él o a cualquiera que esté cerca. Satisfecho, enganchó la tableta de vuelta en su cinturón y contempló el campo que se extendía abajo.
Había sido una zona de guerra. Miles de guardianes rotos se esparcian por toda la zona. Algunos no eran más que cilindros, mientras que otros aún tenían sus seis piernas y parecían listos para atacar. Algunos se habían trepado parcialmente sobre restos de edificios derrumbados, mientras que otros yacían de lado, medio cubiertos por musgo.
¿Qué pasó aquí? ¿Por qué había tantos en este lugar y cómo fue que terminaron así? Ni el rey ni Impa habían mencionado cómo fue que los guardianes fueron derrotados. Se sintió un poco más esperanzado al pensar en eso—la última vez que habían luchado contra Ganon, tuvieron que lidiar con estas cosas, ¿no? Pero si habían sido derrotados, entonces Ganon estaría sin una de las armas más poderosas que tuvo antes. No sabía cuánto influiría eso, pero era algo. Al menos, eso esperaba.
Era ya entrada la tarde cuando Link llegó a una enorme muralla de piedra, que le habían dicho que se llamaba Muralla de Hatelia. Cuanto más se acercaba, más crecía en él un sentimiento de inquietud. Guardianes. Guardianes por todos lados. Era evidente que habían llegado al punto de trepar unos sobre otros para alcanzar la muralla, cuando fuera lo que fuera que los destruyó fue finalmente utilizado. Pero si bien estaban inertes ahora, la enorme cantidad de ellos cerca de la Muralla de Hatelia era terrorífica. Solo podía imaginar lo que fue para los caballeros y guardias aquí ver a docenas de bestias metálicas cruzar el campo, acercándose a ellos.
La muralla, por su parte, no parecía terminada. Mientras algunas secciones estaban hechas de ladrillo y argamasa, otras habían sido construidas con piedras colocadas a toda prisa e incluso madera, que en su mayoría se había podrido y derrumbado en el transcurso de los últimos cien años. La muralla había sido erigida en el cañón entre dos acantilados escarpados y se extendía por varios kilómetros, cruzando incluso un río de corriente lenta hacia el sur. Más allá de la muralla, el cañón continuaba, con riscos, mesetas, barrancos e incluso una montaña lejana.
Ansioso por alejarse de ese cementerio de guardianes, montó a Valorio y cruzó bajo la oxidada reja de hierro, adentrándose en lo que parecía ser un bosque tranquilo. Echó un vistazo hacia atrás, a través de la puerta de la muralla, y pudo ver a varios guardianes que parecían haber quedado congelados en pleno movimiento, muy parecido a cómo el módulo Inmóvilis detenía objetos en seco. Si hubieran logrado cruzar, habrían destruido este bosque. Se estremeció al pensar en eso, volvió la vista al frente y siguió adelante.
Finalmente, preparó su campamento esa misma noche a cierta distancia de la muralla. Había seguido el río mientras este serpenteaba alrededor y por debajo de un gran acantilado. En ocasiones, se había topado con otros viajeros por el camino, quienes le aseguraron que iba por el camino correcto, pero que aún tenía al menos un día entero más de viaje.
“Yo no acamparía aquí si fuera tú, jovencito” dijo un viajero—un anciano—mientras pasaba por donde Link había desmontado. “Dicen que hay espíritus que habitan este lugar. Soldados caídos en una guerra de hace miles de años atrás.” Señaló al otro lado del camino, hacia una abertura en la cresta, donde se había formado un pequeño valle a la sombra de las colinas rocosas. Entre los árboles dispersos y la hierba, Link pudo distinguir las siluetas de decenas de lápidas.
Link le agradeció por la información pero aun así no planeaba moverse de ahí. Estaba cansado, al igual que Valorio. Habían viajado bastante ese día. El anciano siguió su camino, habiendo dicho todo lo que tenía que decir, y Link continuó armando su campamento.
Más tarde esa noche, mientras armaba su campamento por segunda vez bajo la luz de la luna y las estrellas, se dijo a sí mismo que no había visto figuras sombrías moviéndose entre las lápidas, y que, definitivamente, no había visto un par de ojos violetas observándolo desde la oscuridad1.
Al final acampó cerca del lugar donde el camino a Hatelia se bifurca. Un camino continuaba hacia el este mientras que el otro al sur, bordeando una laguna cercana. Había una torre sheikah por el camino que llevaba al sur, pero optó por continuar por el este por la mañana. Si se sentía motivado, activaría la torre en su camino de regreso, suponiendo que pudiera entender para qué servían. Quizá esa tal Prunia sabía más al respecto.
Mientras acampaba esa noche, usando las provisiones que Telma le había dado para armar un simple tienda de acampar, notó que la compañía que Valorio le daba no era suficiente para cubrir ese vacío que sentía en su corazón. Algo le faltaba. Una vez más, intentó contactar a la princesa, esperando algún tipo de respuesta. Ella le había hablado cuando despertó—varias veces. Sin embargo, al igual que en la torre, no recibió ninguna respuesta.
Realmente esperaba que su silencio no fuera indicio de que sus propios poderes estaban debilitándose. Pensamientos sombríos sobre lo que ocurriría si no lograba completar su misión a tiempo atormentaron su mente mientras se quedaba dormido.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Paya Apaya Fort Hateno Muralla de Hatelina Zora's Domain Región de los Zora
1: Referencia a la misión secundaria “La estatua maldita”
Chapter Text
Capítulo 7
Al día siguiente cayó una lluvia torrencial. Los rayos bifurcaban el cielo y los truenos retumbaban. El camino por el que Link transitaba pronto se llenó de barro, haciendo que las pezuñas de Valorio se pegaran al suelo y se atoren con cada paso. Llevaba puesta tanto la capucha que Telma le dio como su capa completa, pero no sirvieron de mucho ante la lluvia. Valorio avanzaba lentamente, y el camino comenzaba a elevarse cada vez más. Link estaba cien por ciento seguro de que su viaje a la aldea Hatelia se retrasaría un día.
Aun así, hizo lo que pudo para seguir adelante. Cabalgó paralelo al río durante un tiempo, hasta que este se desvió y terminó descendiendo hacia un valle. Se sorprendió al ver lo que parecía ser lo que quedaba de un viejo sendero para caballos justo al sur del camino en el que estaba. En el centro del sendero lleno de barro había varios edificios viejos, muchos de los cuales se habían derrumbado con los años, pero también había algunos en pie. Desmontó, con las botas chapoteando en el barro, y tomó el cabestro de Valorio para guiarlo hacia el viejo sendero.
Al cruzar un portón roto, vio un letrero que decía: “Zona de entrenamiento ecuestre.” Intrigado, se volteó y miró a Valorio a la cara. No estaba del todo seguro, pero le pareció que el caballo no estaba precisamente impresionado. Pensando que, tal vez, ya llevaba demasiado tiempo viajando solo, continuó hacia el edificio en el centro del campamento, que parecía ser el único que seguía en pie.
Al aproximarse, notó un brillo naranja viniendo de una de las ventanas—alguien aparentemente ya se había refugiado de la tormenta ahí. Link dudó al acercarse a la puerta—¿quería realmente estorbar a quien sea que estaba ahí? Un trueno cayendo y la lluvia intensificandose lo convencieron, y acto seguido tocó la puerta.
Luego de unos segundos, tocó otra vez.
Cuando no recibió respuesta, suspiró y abrió la puerta. La abrió lentamente, haciendo sonar las chirriantes bisagras de madera oxidadas. “Hola,” dijo mientras miraba hacia la única habitación del lugar. “Quería saber si podría…”
De repente se calló. Observándolo desde dentro del lugar no había un grupo de hylianos. En su lugar, era un grupo de bokoblins y dos moblins que se habían reunido alrededor de una fogata descontrolada, que probablemente ya era demasiado grande para la humilde chimenea.
Uno de los moblins se puso de pie, sosteniendo una larga y oxidada espada y dos de los bokoblin corrieron para agarrar sus respectivas armas de la pared cercana, las cuales parecían ser un par de horcas de heno.
Maldiciendo con todo su aliento, Link retrocedió lentamente, tirando a Valorio de las riendas, lejos de la casa. Los truenos parecían retumbar a la par con su corazón acelerado. Rápidamente se quitó la capa, arrojándola sobre la montura de Valorio y le dio una palmada en la cola al caballo, haciéndolo alejarse al trote. Link desenvainó su espada y esperó a que las criaturas salieran tras él.
El moblin se plantó en la entrada, justo fuera del alcance de la lluvia, y le lanzó un rugido fuerte y amenazante. Sostenía su espada con desgano, con la punta apoyada contra el suelo de madera de la cabaña. Detrás de él, Link pudo ver a los dos bokoblins armados con horcas, levantando sus armas por encima de la cabeza y gritándole. A pesar de sus posturas agresivas y, posiblemente, palabras igual de amenazantes, ninguno de los monstruos salió del calor seco de la cabaña.
Siguió retrocediendo lentamente, observando con cautela a los monstruos en la entrada mientras mantenía la vista atenta a los lados por cualquier posible ataque. Sin embargo, no hubo ningún ataque, y pronto llegó hasta Valorio, que resopló con irritación. El moblin volvió a rugirle y se golpeó el pecho con su puño enorme. Una advertencia, pensó.
Suspirando, montó a Valorio y le dio un leve toque para que avanzara. El caballo respondió con el mismo paso lento y pesado que había mantenido todo el día, claramente fastidiado por la situación al igual que Link. Detrás de ellos la puerta de la cabana se cerró bruscamente.
Link estuvo de mal humor por el resto del día.
La lluvia eventualmente paró al caer la noche, pero la noche no trajo alivio alguno al frío que se había acumulado en los huesos. Cuando llegaron al bosque que estaba a solo unas horas de Hatelia, Valorio simplemente se rehusó a seguir adelante, resoplando cuando Link intentaba que avanzara. Pensó en seguir caminando hacia Hatelia, pero su caballo le dejó claro que esa noche no sería posible.
Más tarde, después de haber terminado de maldecir a su terco caballo y de haber encendido una débil fogata con la poca leña semi seca que logró encontrar, Link pensó que probablemente sería mejor cabalgar hacia la aldea durante el día. Después de todo, entrar en Kakariko de noche casi le había salido mal. Maldijo una última vez a Valorio antes de darse la vuelta y tratar de dormir sobre su capa, húmeda y fría.
Un grito lo despertó temprano por la mañana. El sol apenas había comenzado a iluminar el cielo, y una niebla fría se había formado alrededor de Link en el bosque. Su pequeña fogata se había apagado hace rato y no se sentía más seco y cálido que el día anterior.
“¡Natts, cuidado!” Era la voz de una mujer, seguida por el gruñido de otra, ya fuera de dolor o de esfuerzo.
Link se puso de pie rápidamente, luchando con la capa que se había enredado alrededor suyo. Cuando finalmente se liberó, oyó otro ruido. Resoplidos y risas, gruñidos inhumanos y un chillido que le resultaba familiar. Bokoblins. Al menos tres de ellos. Link tomó su espada y escudo y corrió en dirección al ruido. Era difícil ver con la espesa niebla, pero siguió adelante. Pronto vio lo que parecía el resplandor de una antorcha y, momentos después, encontró el origen del ruido.
Dos mujeres, ambas vestidas con ropa sencilla, botas y mochilas, estaban de espaldas la una a la otra en un pequeño claro rodeado de árboles. Una de ellas sostenía una antorcha en frente de ella, mientras que la otra tenía una espada corta en la mano, aunque no parecía saber manejarla bien. Esta última cojeaba ligeramente, favoreciendo una de sus piernas. Las rodeaban tres bokoblins, dos con garrotes y uno con la mitad de una vieja horca.
El bokoblin más cercano, que empuñaba un garrote, se volteó y lo miró con cautela al oír sus pisadas. Su expresión se volvió ávida al ver la espada de Link. Corrió hacia él, blandiendo el garrote en un arco fácil de prever, que Link desvió con su escudo. Luego le clavó la espada en el pecho, derribándolo al instante.
Uno
Los otros dos bokoblins eran un poco más astutos que su hermano caído y se separaron para rodear a Link, atacándolo desde ambos lados. El que tenía la media horquilla se lanzó hacia adelante con un grito de guerra, mientras que el otro, al mismo tiempo, arremetía con su garrote hacia su cabeza. Link ejecutó un pirueta hacia atrás que lo sacó del alcance de ambos ataques, aterrizando unos pasos más atrás. Casi se resbaló sobre la hierba mojada, pero clavó los dedos de los pies en el suelo y se impulsó hacia adelante, derribando primero al bokoblin del garrote con un tajo certero, y luego bloqueando una nueva estocada del bokoblin de la horquilla con su escudo.
Dos
Cuando el último bokoblin intentó apuñalar a Link una vez más, con movimientos cada vez más desesperados, Link derribó la horquilla hacia un costado con su escudo y clavó su espada en el estómago de la criatura.
Tres
Con el último de los bokoblins eliminado, Link se giró hacia las dos mujeres, respirando con dificultad. La que tenía la espada se apoyaba en la otra, aún cojeando. La mujer con la antorcha lo miraba con una mezcla de asombro y cierto temor.
“Guau” dijo la mujer con la espada. Tenía pelo largo hasta los hombros y ojos verdes. “¿Ves Meghyn? te dije que estaríamos bien cerca de la aldea”
“¿Bien?” Meghyn tenia pelo negro, corto y ojos grises. Su voz era aguda y rozaba el pánico.
“Natts, ¡casi morimos! Te dije que había bokoblins por aquí y que no era seguro salir hasta que se deshicieran de ellos”
“Cosa que ya pasó” La mujer llamada Natts se dejó caer al suelo, colocando su espada en el suelo y pasando los dedos sobre su pierna hasta su tobillo, haciendo una mueca. “Creo que me lo torcí. Nada grave.”
“¿Están…. bien ustedes dos?” preguntó Link.
“¡Oh!” Meghyn volteó la mirada hacia Link, viéndose súbitamente avergonzada. “Lo siento, gracias por salvarnos. Mi hermana insistió en salir temprano para recoger hongos–”
“Trufas”
“Trufas,” dijo Meghyn, lanzándole una exasperada mirada. “Oímos que habían monstruos por la zona, pero ella no creyó que se acercarían a la aldea”
“Ya quiero cómo te quejes cuando cocine la cena esta noche,” dijo Natts, quitándose la bota con cuidado. Él pudo ver cómo su tobillo estaba notablemente hinchado, incluso a la luz parpadeante de la antorcha.
“¿Son de la aldea Hatelia?” Dio un paso adelante hasta quedar dentro del alcance de la luz de la antorcha. La niebla aún los rodeaba, dificultando distinguir los detalles entre las sombras del bosque.
“Si, me llamo Meghyn y ella es Natts. ¿Y tu eres…?”
“Link. Tengo un caballo, y voy de camino a la aldea de todas formas, así que puedes montarlo si lo deseas. Las puedo escoltar si quieren”
Natts intentó apoyar el pie de nuevo y frunció el ceño, maldiciendo en voz baja. Luego miró a Link, visiblemente avergonzada. “Creo que debería. Meghyn, ahora que no hay bokoblins, ¿por qué no vas y sigues buscando trufas, si?”
Link se apresuró a su campamento antes de que la discusión comenzara entre las hermanas. Logró encontrar su campamento luego de unos minutos buscando y empacó los pocos elementos que había colocado en el suelo. Luego, guió a Valorio hasta donde estaban las hermanas. Meghyn, aparentemente, había ganado la discusión, ya que Natts se veía irritada e insistió en que sea Link quien la ayude a subir al caballo en vez de su hermana.
Juntos, los tres comenzaron el lento camino de regreso a la aldea. Pronto se dio cuenta que lo mejor sería permanecer callado, en caso de que diga algo que provoque otra discusión entre las hermanas. Aun así, aprendió un poco sobre la aldea, la cual dependía principalmente de la exportación de tinta y la agricultura para sustentarse.
Sin embargo, cuando les preguntó si sabían de alguna anciana llamada Prunia, respondieron que no, cosa que lo dejó preocupado. Cuando preguntó qué sabían sobre la tecnología sheikah, las hermanas mencionaron un viejo edificio arriba en la colina más allá de la aldea. Ninguna sabía mucho sobre quién vivía ahí o qué pasaba ahí dentro, a excepción de un hombre que vivía ahí arriba quién era bastante reservado en cuanto a su trabajo, y creían que tenía una hija pequeña. Eso no le sonó muy prometedor a Link, pero era mejor que nada.
Les tomó un par de horas llegar a la aldea. Para entonces, el sol ya había salido por completo, disipando la niebla de la madrugada y, afortunadamente, bañando al trío con su cálida luz. Al doblar una curva del camino, el pueblo finalmente apareció ante ellos.
La aldea entera parecía estar construida sobre una serie de colinas de varias alturas. Todo en la aldea estaba construido en las laderas de las colinas, con las casas más cercanas a la entrada ubicadas a una altura considerablemente menor que las que estaban más lejos. Más allá de la aldea, Link pudo ver varias colinas más grandes con caminos que llevaban a sus cumbres y, aún más lejos, una imponente montaña nevada.
Los edificios de Hatelia estaban hechos con ladrillos simples y argamasa, con un techo rojo de tejas y una pequeña chimenea. Varios molinos de vientos se erguían sobre las praderas y los campos. Cerca de la entrada a la aldea, habían varios edificios nuevos en proceso de construcción. Curiosamente, estos no seguían el diseño arquitectónico de los demás edificios, sino que estaban construidos con madera pintada de colores vivos, con varios pisos y techos planos. Parecían fuera de lugar en el tranquilo ambiente de la aldea.
La aldea rebosaba de vida. Los granjeros trabajaban en su campo, los niños jugaban, los aldeanos se saludaban los unos a los otros, y un grupo de hombres bastante grandes caminaban, con determinación, hacia las casas a medio construir. Link terminó sonriendo al pasar por debajo de un arco de madera que marcaba la entrada al pueblo. Un hombre medio dormido estaba parado ahí sosteniendo una horquilla, aparentemente haciendo guardia. Meghyn se lo presentó a Link, su nombre era Thade, y era su trabajo vigilar el camino hacia Hatelia.
Thade le preguntó a Natts sobre su herida, quedando cada vez más desconcertado cuando ella le aseguraba que no era nada y que no debía preocuparse más por los bokoblins del bosque. Exasperada, Meghyn intentó explicar lo que había pasado, pero Natts insistió en seguir adelante, espoleando a Valorio con su pierna sana para que se pusiera en marcha. Esto dio como resultado un Thade confundido, quien se quitó el sombrero de paja y se rascó la cabeza mientras ellos se alejaban. Link sonrió incómodamente para sí mismo—¿se esparciría rápido la noticia de que fue él quien salvó a las chicas? Supuso que eso sería mejor a que lo conocieran como el héroe de la leyenda—al menos podría recordar haber salvado a alguien. Aun así, atraería más atención de la que le gustaría.
Mientras reflexionaba sobre todo eso, notó una extraña estructura escondida detrás de algunas casas y edificios de la aldea. Parecía hecha completamente de piedra negra y tenía una forma más o menos cónica, con una base ensanchada y una cima plana. Un ojo sheikah resplandeciente en color naranja estaba grabado en su superficie, justo sobre lo que parecía una de las puertas del Santuario de la Vida, aún cerrada.
¿Qué era eso?
“Oh, ¿eso?” dijo Natts cuando se lo preguntó. “Ni idea, simplemente comenzó a brillar hace, no sé, una semana ¿verdad Meghyn?” Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Hace una semana. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que despertó? ¿Ya había pasado una semana? No pudo hacer mucho para investigar la estructura ya que Natts continuó guiándolos mucho más adentro en la aldea. En algún punto del trayecto, ella tomó las riendas de Valorio de su mano y cabalgó con bastante seguridad, aunque era evidente que el tobillo aún le dolía.
La casa de Meghyn y Natts estaba ubicada al lado de una gran tienda de fachada abierta, decorada con coloridas telas, estandartes y prendas de vestir. Se trataba de la tintorería de Hatelia de la cual había oído hablar. Según Meghyn, los tintes que fabricaban allí se exportaban hasta la Cordillera de Gerudo y la aldea orni. A Link le resultó un lugar bastante fascinante. Dentro de la tienda de fachada abierta, podía ver telas en una impresionante variedad de colores en exhibición, y aún más ejemplos de tonos en el interior.
Una vez que llegaron a la casa, Link ayudó a Natts a bajar de Valorio. Una vez en el suelo, Meghyn la tomó del brazo para ayudarla a mantenerse en pie. Habiendo visto que estaban sanas y salvas en su hogar, Link extendió la mano para tomar las riendas de Valorio.
“¿Ya te vas?” Meghyn lo detuvo con cara de asombro. Cuando Link la miró a la cara, las mejillas de ella se sonrojaron un poquito. “Quiero decir, nos salvaste la vida. Deberíamos recompensarte de alguna forma”
De repente, él se sintió increíblemente incómodo. No quería ningún tipo de recompensa. Simplemente las vio en apuros y actuó—cualquier persona decente hubiera hecho lo mismo, ¿no? Realmente esperaba que así fuera. “No es… necesario. Necesito encontrar a la persona que estoy buscando”
“Al menos deja que te cocinemos algo” intervino Natts. Link se sorprendió un poco. De las dos, Meghyn había sido hasta entonces la más agradecida. Esperaba que Natts solo quisiera entrar y descansar.
“Si, no tomará mucho. Puedo empezar ya mismo, una vez que acomode a Natts” afirmó Meghyn con mucho entusiasmo.
Ah, pensó. Será Meghyn la que cocine. La predisposición de Natts al ofrecer la comida ahora cobraba sentido. Pero él quería continuar su camino, aunque…. bueno, comer un poco no haría daño. No había comido nada en todo el día, y ya había pasado gran parte de la mañana.
“Supongo que puedo quedarme a comer” dijo. Luego de asegurar a Valorio fuera de la casa y darle un balde de grano, Link siguió a las chicas al interior, entusiasmado por recibir una comida caliente de verdad, algo que no había tenido desde que salió del rancho.
Tiempo después, Link se fue de la casa de las hermanas, ya comido y descansado. Le insistieron que volviera para la cena, y dijo que lo haría si podía. Además de darle de comer, también lo habían ayudado a orientarse en la aldea, indicándole la ubicación de la posada local y el lugar donde probablemente estaría Prunia—o al menos, por dónde debería comenzar su búsqueda.
Con esta información en mente, llevó a Valorio por un puente que cruzaba un pequeño arroyo que dividía el pueblo y continuó cuesta arriba. Divisó la posada de la aldea—un edificio de dos pisos con un amplio patio. Junto a ella había un pequeño establo, donde un hombre que parecía tener más o menos la misma edad que Link (aunque en realidad no estaba del todo seguro de la suya) lo observaba con ojos como de halcón, con desconfianza. No era la única persona en la aldea que lo miraba. Si bien el lugar no parecía ser hostil hacia los viajeros o visitantes, Link supuso que probablemente no veían a muchos forasteros con frecuencia.
Afortunadamente, nadie lo detuvo mientras pasaba por la posada y seguía por un camino que zigzagueaba colina arriba hacia el extraño edificio con vista a la aldea entera. Sería una larga caminata, pero se alegró al ver humo salir de la chimenea. Al menos alguien estaba en casa.
El edificio en la cima de la colina era... peculiar, por no decir otra cosa. Parecía que antes había sido un gran molino de viento, aunque las aspas habían sido retiradas hacía mucho tiempo. Se había construido una casa alrededor de la base del molino, y otra estructura parecía haberse añadido en la parte superior, con escaleras de madera que formaban un espiral alrededor de la torre hasta llegar a una habitación en la cima. En el segundo piso, se había instalado un telescopio enorme, apuntando hacia el sur.
En la punta de la torre del viejo molino de viento había un guardián. Link observó el objeto inerte, con sus seis patas colgando sobre la torre. Verlo sentado allá arriba era escalofriante. Los otros guardianes que Link había visto habían sido aparentemente paralizados o destruidos en batalla, pero este… Debieron traerlo aquí de algún lugar, pero ¿cómo hicieron para levantarlo y colocarlo ahí arriba?
Se aproximó a la puerta y luego la tocó, con cierta inseguridad. Esperó un momento antes de que una pequeña niña abriera la puerta de golpe. Por el color blanco grisáceo de su cabello, parecía ser sheikah. Llevaba unas gafas rojas muy llamativas y un lazo dorado verdaderamente extraño en el cabello, diseñado para parecerse al rostro de un búho, con ojos azules brillantes y un pico.
Miró a Link, aparentemente irritada, pero enseguida soltó un respingo. Dio un paso atrás, sorprendida. “¡Oh!” Notó la tableta sheikha en su cintura y luego se sorprendió otra vez al verle la cara. “Oh, de seguro vienes a verlo al jefe” La expresión de sorpresa fue rápidamente reemplazada por un gesto serio y profesional.
Link no estaba seguro qué pensar sobre aquella pequeña niña. No parecía tener más de seis o siete años, pero algo en su mirada lo hacía sentir extrañamente incómodo. “Este.. así es. Me envía Impa, de la aldea Kakariko. Busco a su hermana Prunia. ¿Está ella…?”
La niña hizo una mueca, y notó que sujetaba el dobladillo de su pequeño vestido blanco con ambos puños. “Oh, claro, el jefe está al fondo” Señaló con el pulgar a otra figura al fondo de la habitación. Era un hombre sheikah, quien miró a Link y a la niña.
“Oh, esperaba encontrarla a Prunia…” dijo Link, confundido. Volvió a mirar a la niña. “Pero iré a, eh…, hablar con el jefe. Gracias.” Comenzó a caminar hacia el hombre cuando escuchó que a la niña soltar una risita detrás de él. Frunció el ceño y miró por encima del hombro, justo a tiempo para verla enderezarse y adoptar de nuevo una expresión seria. Suspiró y siguió caminando hacia el hombre sheikah, que, notó, parecía cada vez más exasperado.
Mientras cruzaba la espaciosa habitación, notó los objetos que había en su interior. A un lado, había una de esas grandes piedras en forma de estalactita con pedestales, como las que había visto en las torres sheikah. También había piezas de maquinaria que se parecían mucho a partes de un guardián. Sin embargo, lo que más abundaba eran los libros y hojas sueltas con garabatos y letras difíciles de descifrar, esparcidos por todo el lugar. Formaban pilas y montones por el suelo, sobre la mesa en el centro de la sala, en las estanterías y sobre los escritorios a lo largo de las paredes. Era un caos total. De hecho, el único rincón que no parecía caótico era aquel donde se encontraba el hombre sheikah. Su espacio estaba ordenado y bien organizado, con libros alineados en una gran cantidad de estanterías. Link se preguntó cómo lograba mantener ese rincón tan limpio mientras el resto de la habitación estaba en tal desorden.
“Buenas tardes, señor” dijo el sheikah cuando Link se acercó a él. Link lo vio observarlo de pies a cabeza, hasta que notó la tableta sheika en su cintura y se sintió incómodo al ver que el hombre reconoció el dispositivo. “¡Oh! Esa es la verdadera tableta sheikah, ¿no?” Levantó la mirada, con los ojos llenos de asombro. “Supongo que usted es el amo Link, ¿no es así?”
“Si,” dijo Link, conteniendose para no hacer una mueca de incomodidad. Una persona más que parecía saber de él, mientras que él seguía sin recordar nada ni a nadie. “Impa me envió aquí”
“Oh, sí. Doña Impa nos informó que usted estaba en camino. Justamente recibimos una paloma mensajera ayer. Asumo que también envió una al amo Rotver…”dijo el hombre con aire pensativo. “Supongo que debería hacer lo mismo, por si acaso. Estoy seguro de que le alegrará oír de su regreso…”
Link no tenía idea de quién era este tal amo Rotver, pero no le importó por el momento. “Me mandaron aquí para hablar con Prunia. Según Impa, mi tableta sheika no está funcionando como debería. Dijo que su hermana sería capaz de arreglarla.”
“¿QUÉ?” La niña pequeña corrió hacia él y, antes de que pudiera reaccionar, tomó la tableta de su cinturón, inspeccionándola.
“¡Hey!” dijo Link, alarmado. La niña lo ignoró y corrió hacia la mesa en el centro de la habitación. Trepó a un taburete alto y colocó la tableta sobre la mesa. Comenzó a teclear a toda velocidad por la pantalla.
Link la siguió, temiendo que la niña rompiera la tableta antes de poder siquiera hablar con Prunia. “No creo que deberías jugar con eso, no es un juguete. ¿Por qué no me das antes de que–” Se quedó callado, mirando el dispositivo. En lugar de mostrar los módulos disponibles, la pantalla de la tableta ahora mostraba una gran cantidad de texto, que la chica leía con aparente interés.
El sheikah se puso al lado de él, mirando sobre su hombro a la niña y al dispositivo. Cuando Link volteó a mirarlo, el sheikah simplemente se encogió de hombros, sonriendo vagamente. “Amo Link, mi nombre es Symon. En realidad soy el asistente del laboratorio. Permítame presentarle a la verdadera jefa, y a la mujer que busca—la señorita Prunia”
“¡Caiste!” La niña giró sobre su silla para esbozar una sonrisa burlona a Link y le guiñó de una manera infantil. “¿Verdad que te engañe? ¿De verdad creíste que Symon era el jefe, no Linky1?”
¿Linky? pensó, observando a la niña, claramente confundido. Lo miró a Symon. “Creo que hay un malentendido. Impa me dijo que buscara a su hermana”
“Aja” dijo la niña
“Me dijo que su hermana estaría aquí, en Hate–”
“Sip” A la niña parecía no importarle que Link se estaba dirigiendo a Symon y que lo interrumpiera mientras hablaba.
“Y no entiendo como su hermana pudiera ser tan–”
“¿Adorable? ¿Tierna? ¿Linda como una flor?”
“Joven”
“Bueno, clic-clic2, ¡es una historia muy curiosa!” dijo la niña, chasqueando los dedos para llamar la atención de Link. “Veras, estaba experimentando con un módulo que revierte el proceso de envejecimiento y…puff! ¡Terminé así! ¡Soy la mujer más joven de ciento veinte y pico de años que conocerás en tu vida!”
“Tú eres la hermana de Impa”
“¡La mismísima!” Chasqueó los dedos como si le estuviera diciendo que no sea tan lerdo. “¡Impa es mi hermanita!” Eso pareció darle gracia, pues rio para adentro luego de decirlo. “Mi muy vieja hermanita”
De alguna forma, Link acabó creyendo todo lo que acababa de escuchar. Él, por su parte, tenía más de cien años, habló con un espíritu y una princesa incorpórea, luchó con monstruos y descubrió que debía derrotar a un antiguo monstruo malévolo. ¿Qué más podía sorprenderlo ahora?
Symon le acercó una silla y Link se sentó, agradecido por el gesto. “Entonces… Impa me envió a verte. Dijo que a la tableta le faltaban unos módulos y que alguno de ellos podría ayudarme a recuperar mis recuerdos”
“¡Oh! Así que teníamos razón—el Santuario de la Vida sí provoca pérdida de la memoria. ¡Es bueno saberlo!” Agarró una hoja de papel y una pluma, trazó una línea debajo de un párrafo que ya había escrito y comenzó a garabatear notas rápidamente bajo esa línea, murmurando en voz baja para sí misma mientras lo hacía. “Tal como habíamos previsto… Luego de cien años en el santuario, el sujeto ha perdido todos sus recuerdos… ¡Anotado!” Puso punto final a su frase con un leve toque de pluma sobre la hoja, antes de dejarla nuevamente en el tintero.
“¿Crees que Impa tiene razón? ¿Que los módulos que faltan me ayudaran a recuperar mis recuerdos?”
Ella lo miró con expresión de incredulidad. “¿Y cómo demonios voy a saberlo? Trabajo con máquinas y tecnología antigua—¡no el cerebro hyliano!” Bajó la vista de nuevo a la tableta, pensando. “Ahora, necesita averiguar por qué desaparecieron los módulos. Estaban ahí hace cien años cuánto te puse en el santuario”
“¿Tú me pusiste en el santuario?”
Prunia suspiró de forma exagerada y agarró de nuevo la pluma, comenzando a escribir. “El sujeto parece ser muy… persistente luego de cien años en suspensión… ¿Quizá un efecto secundario por la pérdida de la memoria? Es difícil decirlo. Lo investigaré más a fondo una vez que termine con la tableta.”
Bajó la pluma y miró a Link, sonriendo dulcemente. “¡Si! ¡Fui yo! Bueno, fuimos. Te llevamos hasta la Gran Meseta; eras pesado ¿sabes? Luego te colocamos allí, dejamos la tableta contigo, y cada uno siguió su propio camino con la esperanza de que al menos uno de nosotros siguiera con vida para cuando despertaras. Y estamos de suerte, pues todos seguimos vivos. Es curioso, pues los sheikah suelen vivir mucho más que los hylianos, pero eso parece una mera casualidad.”
Link abrió la boca para hacer otra pregunta, pero ella lo interrumpió “Ahora, por qué no eres un buen chico—” a Link le resultó increíblemente surrealista ser llamado buen chico por alguien que parecía una niña de seis años. “—y sales afuera a jugar. Práctica con tu espada o corta madera o algo. Lo que sea que hagas cuando estás aburrido, ¿okey? Yo me ocuparé de reparar la tableta.”
Y con eso, se lo había corrido de la casa. Prunia volvió a concentrarse en la inspección de la tableta, agitándole una mano como diciendo ‘anda, ya vete’. Confundido y un tanto frustrado, hizo lo que ella dijo y salió al exterior para darle espacio. Al poco tiempo, Symon apareció con una taza de té y se disculpó por la actitud tan excéntrica de Prunia y le aseguró a Link que ella arreglaría la tableta en un abrir y cerrar de ojos.
Pasó un buen rato antes de que Symon saliera de nuevo, esta vez para informarle a Link que Prunia se quedaría con la tableta esa noche para seguir trabajando en restaurar toda sus funcionalidades. Lamentó no tener una cama para huéspedes, y le dijo a Link que probablemente estaría más cómodo en la posada de la aldea. Como la temperatura ya empezaba a bajar notablemente con la llegada de la tarde, Link tuvo que darle la razón.
Empezó a bajar la colina. Por suerte, el descenso fue mucho más rápido que la subida, y logró llegar a la aldea antes de que casi se pusiera el sol. Su primera parada fue la posada, donde había pagado un manojo de rupias por una cama y un lugar en el establo para Valorio. Además, el hostelero le ofreció algo de comer, pero lo rechazó, recordando su promesa de visitar a Meghyn y Natts para la cena.
El resto de la tarde transcurrió de manera muy tranquila para Link. Las dos hermanas parecían discutir más de lo habitual, pero era obvio que se querían la una a la otra. También tenían muchas historias para contar. Natts, en particular, relató varias leyendas y mitos de la zona, incluyendo la de una estatua poseída por un demonio maligno que se supone estaba oculta en algún lugar de la aldea, y la un héroe oriundo de ahí que valientemente luchó contra miles de guardianes en la Muralla de Hatelia antes de morir. Esta historia en particular lo puso muy incómodo y rápidamente cambió de tema.
Sin embargo, esa historia se le quedó dando vueltas en la cabeza a lo largo de la noche, y aún pensaba en ella cuando se acostó en la posada esa misma noche. Las leyendas del pueblo hablaban de un héroe que había crecido y vivido en esa misma aldea. Un caballero que luchó contra los guardianes en una gran batalla final en la Muralla de Hatelia. Al final, murió, pero su sacrificio evitó la destrucción total de la aldea, ya que los guardianes se dirigían hacia allí con la intención de destruirla, como habían hecho con tantos otros pueblos y asentamientos.
La historia le resultó inquietantemente familiar a Link. No tenía recuerdos de haber vivido en Hatelia ni de haber luchado contra los guardianes, pero Natts le había asegurado que la historia era real y que la casa de aquel héroe seguía en pie hasta el día de hoy, aunque deshabitada. Decidió que por la mañana tendría que preguntarle a Prunia sobre aquella historia. Con eso en mente, se quedó dormido, aunque con un sueño ligero.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Purah Prunia Symin Symon Nat Natts Meghyn Meghyn Thadd Thade Robbie Rotver Gerudo Highlands Cordillera de Gerudo 1: En inglés Prunia llama a Link de “Linky”, pero en el juego (en la versión en español) nunca usa ese apodo. Así que para respetar el material original (la novela de Zed) y teniendo en cuenta que el juego no usa ese apodo, decidí mantenerlo
2: Traducir el “click, snap” de Prunia fue difícil. Es básicamente el sonido que se escucha al tomar una foto (en inglés). En español, al menos en mi país, decimos “digan whisky” o “digan queso” o “chic chic”, pero iba a quedar muy raro escucharla decir eso. La versión en inglés (me refiero al juego, no al fanfic) también tuvo problemas para traducirlo del japonés original: “genki”. Pero por qué dice “snap” todo el tiempo? Por lo que investigué, Prunia es el arquetipo de una chica genki y esa es su forma de expresar entusiasmo, vitalidad, alegría, etc. En español de España lo tradujeron como “chupi lupi”. En español latino simplemente lo dejaron como “clic clic” así que voy a usar eso por ahora, pero me gustaría poder encontrar una mejor traducción.
PD: me imagino a Prunia con la voz de Karla Falcón
Chapter Text
Capítulo 8
Disfrutando de la suave y cálida cama, Link permaneció acostado a la mañana siguiente hasta que el sol estuvo lo suficientemente alto como para disipar el rocío matutino. Permaneció allí incluso después de que los pocos huéspedes de la posada se levantaran y bajaran a desayunar, y sí, el desayuno olía muy bien. Pero no. La cama era demasiado cómoda y acogedora, y después de varios días de viaje, simplemente le era imposible dejarla. El desayuno podía esperar.
Desafortunadamente, alguien tenía otros planes en mente.
“Oh, Linky…”
Era una voz cantarina. Aguda, alegre e infantil. Link no abrió los ojos inmediatamente. Quizás si se hacía el dormido…
Sintió un dedo pincharle la pierna, pero él siguió sin moverse. Cinco minutos más…
“¡Linky!”
Algo blando lo golpeó en la cara, y dio un respingo, abriendo los ojos de golpe. Carraspeó y miró alrededor, sorprendido, con el cabello cayéndole sobre el rostro. Se llevó una mano a la cabeza, echándose el pelo hacia atrás mientras lanzaba una mirada fulminante a la diminuta Prunia. Ella, por su parte, entrelazó las manos detrás de la espalda y le dedicó una cálida sonrisa.
“Oh, genial, ¡ya despertaste!” dijo Prunia, entrelazando las manos enfrente de ella. “Ya era hora” Se acercó a la cama y, a pesar de sus quejas, le arrancó las sábanas de un tirón.
“¡Prunia…!” dijo Link, sonrojado, mientras salía de la cama. Solo llevaba puesta su ropa interior.
“Ay, por favor.” Ella rió, aunque sus ojos brillaban con picardía. “Aparento tener seis años. No hay nada ahí abajo que no haya visto antes. Y, clic-clic, no recuerdo que te hayamos metido en el santuario con la ropa puesta, así que….” La cara de Link se tornó aún más roja al escuchar eso, pero Prunia, por desgracia, no había terminado. “Espera, no despertaste vestido, ¿o si? Porque eso… sí sería fascinante.”
“No” dijo Link, agarrando sus pantalones y poniéndolos, seguida de su túnica. “No desperté vestido. Gracias por eso”
“¡Cuando gustes!”
Link dejó salir un suspiro y se sentó sobre la cama, de espalda a Prunia, para ponerse los calcetines. “¿Qué haces aquí? Pensaba ir al laboratorio luego de desayunar”
“¿Desayunar? ¡No hay tiempo para desayunar!”
A Link se le cayó el alma al suelo, y se giró para mirarla. “¿Por qué?”
“¡Porque estoy apunto de reparar la tableta! Solo falta un cosa más por hacer y necesito tu ayuda”
“¿Y no puede esperar a que termine de desayunar?”
“¡Nop!”
“Seguro puede esperar diez minutos”
“La ciencia no espera a nadie” dijo, poniéndose las manos en la cintura y adoptando una pose triunfal, con los pies separados más allá del ancho de los hombros y el mentón en alto. A Link le pareció muy cómica la escena, pero prefirió no decir nada, no fuera que le arrojara otra almohada.
“Pues esa tal ciencia me parece muy grosera” dijo el mientras se ataba los cordones.
“¡Linky!” exclamó Prunia. El se puso tieso, mirándola sobre el hombro, temiendo haberla ofendido de alguna forma. “¡Creo que es la primera vez que te escucho contar un chiste!” Link sintió la cara sonrojarse, sin saber qué decir. Sin embargo ella lo ignoró, pensando en voz alta. “Me pregunto si es consecuencia del santuario o de tu amnesia… o quizás, ¡simplemente nunca me mostraste ese lado tuyo! Difícil saberlo… ¿Cómo cambia la personalidad de una persona tras de un evento tan traumático y una amnesia posterior?”
No queriendo seguir con la conversación ni un segundo más, y menos hacer comentarios sarcásticos frente a ella, se dio la vuelta. Se levantó de la cama y dio un par de golpecitos con las botas en el suelo para acomodarse mejor dentro de ellas. Por suerte, el cuero ya estaba casi amoldado tras varios días de viaje, aunque supuso que con el tiempo serían aún más cómodas. Al menos eran mucho más cómodas que las botas que había conseguido en la Gran Meseta. Aquellas le habían dejado ampollas en los talones tras el primer día de caminata.
“Oh, genial, ¿estás listo? ¡Porque ya era hora! ¡Vamos, andando!” Prunia se apresuró hacia la puerta que daba a la sala común. Al abrirla, el aroma delicioso de tocino y huevos llegó de inmediato a sus fosas nasales. El estómago de Link rugió, y él se lo frotó con gesto de abatido.
Había alquilado una habitación por al menos dos noches, así que no creyó necesario llevar todos sus suministros, pero cuando Prunia lo vio, lo detuvo. “Querido, si fuera tu traería una espada y un escudo”
“¿A dónde vamos exactamente?” Link la miro seriamente, pensando en los bokoblins del día anterior.
“¡Clic clic! Uno nunca sabe lo que puede ocurrir. Siempre hay que estar preparado”
No estando seguro si le gustaba como sonaba eso, Link hizo lo que le dijo y tomó su espada y escudo, al igual que una alforja de cintura con suministros, un carcaj de flechas y un arco sin cuerda. Mientras bajaban las escaleras y entraban en la sala común de la posada, Link vio que bastantes personas habían ido allí por lo que parecía ser un desayuno delicioso. Huevos frescos de cuco, tiras de tocino y panecillos se apilaban majestuosamente en platos de madera. Algunos comensales bebían tazas humeantes de té.
Sintiéndose fastidiado, Link se sentó con determinación en una silla. Ella volteó a mirarlo, con las cejas arqueadas sobre el marco de sus gafas en señal de confusión. “¿Qué estás haciendo?”
“La ciencia puede esperarme” dijo con firmeza. Esa es la actitud. El día anterior lo había hecho esperar afuera durante horas. Hoy no dejaría que lo manejara a su antojo. Prunia lo miró con fastidio, cruzándose de brazos. Comenzó a dar golpecitos en el suelo con el pie, mostrando su impaciencia. Link decidió no mirarla a la cara y en su lugar saludó a Rya, la joven que trabajaba en la posada, cuando notó que lo observaba. Ella se acercó y tomó su pedido.
“Tienes diez minutos” dijo Prunia finalmente, viéndose tan amenazante como una niña de seis años podía.
“Diez minutos”
Diez minutos después, Prunia se abría paso entre el bullicio matutino de la aldea, con los puños a cada lado de su vestido, con Link siguiéndole el paso. En un punto, un niño se acercó muy emocionado al ver a una niña de su edad, pero ella simplemente le dio la espalda, ignorándolo. Link le lanzó una mirada de disculpa al niño, pero este le respondió mostrándole la lengua. Pequeño mocoso, pensó Link mientras se apresuraba para alcanzar a Prunia. Para una niña tan chiquita, se movía bastante rápido.
Siguieron colina abajo hasta llegar a un gran silo. Link comenzaba a sospechar cuál era su destino, y sus sospechas fueron confirmadas un momento después cuando Prunia lo llevó más allá del silo, hacia la estructura cónica sheikah que se alzaba justo detrás. Estaba situada sobre una pequeña loma, que resultó ser lo bastante fácil de escalar, aunque tuvo que ayudarla en un tramo particularmente empinado.
Cuando estuvieron parados frente a la estructura, Prunia sonrió al verla antes de volver a verlo a Link. “Por años intentamos activar uno de estos santuarios. Zelda, Rotver y yo.” Cuando habló, su tono sonaba distinto al de antes, sonaba emocionada pero reflexiva. También creyó haber oído un poco de devoción. “Rotver siempre estuvo más interesado en ver qué tipo de armas y artefactos podíamos encontrar dentro, pero a Zelda y a mí… Nos intrigaba la ciencia detrás de esto. Su historia, la tecnología perdida hace años y lo que podíamos recuperar con ello”
Prunia subió a la plataforma circular en frente del santuario sheikah y caminó hacia un pedestal igual al que había en el Santuario de la Vida, el cual estaba colocado a lado de la puerta cerrada. Extendió una de sus manitos, tocando la superficie.
“Nada funcionó. Por años, hicimos todo lo que pudimos, esperando hallar una forma de entrar. Claro, también esperábamos encontrar algo que nos ayude a luchar con Ganon, pero…” Volteó a verlo a Link, y él se sorprendió al ver lagrimas brotar de sus ojos por detrás de sus gafas. Prunia parpadeó rápidamente y volteó, quitándose las gafas y frotándose los ojos. Cuando se los volvió a colocar, parecía haber vuelto a su yo habitual. Alegre y vivaz.
“Claro, nunca descubrimos la forma de activarlos, pero seguro es porque nos faltaba algo, ¿no? Apuesto a que esas torre que brotaron del suelo por todo Hyrule tiene algo que ver con esto. Eso fue obra tuya, ¿verdad?”
Link se acercó a Prunia, mirando al santuario con curiosidad. “Simplemente… encontré una sobre la Gran Meseta. Estaba medio enterrada, pero tenía un pedestal idéntico al de tu laboratorio. Coloqué la tableta y…” Hizo un gesto con la mano, de algo elevándose del suelo.
“¡Apuesto a que el terremoto provocado por Ganon la desenterró! Clic, si hubiéramos pasado más tiempo en la meseta luego de dejarte en el santuario, hubiéramos podido encontrarla… Pero con Zelda yendo a enfrentarse a Ganon, no podíamos permanecer ahí por mucho. Me pregunto si… nah, ¡supongo que aun así no las hubiéramos podido activar! Te encerramos con la tableta en el santuario al fin y al cabo”.
Link tocó el pedestal, con aire reflexivo. “¿Y crees que esto reparará la tableta Sheikah?”
“¿Qué?” Prunia lo miró, confundida, y luego, un segundo después, chasqueó los dedos. “¡Oh! No, por supuesto que no. Ya la reparé. Mejoré los módulos y todo. Fue pan comido.”
Link la miró, exasperado “Creí que dijiste que veníamos a reparar la tableta”
“¡No, venimos a activar el santuario!”
“Bueno y…. ¿para qué sirve un santuario?”
“¡No tengo ni idea!” Prunia se encogió de hombros ante la mirada fruncida de Link. “Bueno, tengo mis teorías”
“¿Cómo…. cuales?”
“Pensamos que, quizá, fueron los sheikah de hace diez mil años los que lo crearon para entrenar al héroe legendario––a ti— para derrotar a Ganon. Pero no es más que una teoría” Guardó silencio unos segundos. “Una teoría respaldada por años de investigación, fragmentos de texto antiguo y el poder intelectual de tu servidora, así que creo que es bastante acertada” Volvió a encogerse de hombros.
Un santuario para entrenar al héroe legendario. Link volvió a sentir un vacío en el estómago. ¿Era esta otra tarea más que debía cumplir en su misión por derrotar a Ganon y liberar a la princesa Zelda?
“¿Y este es el único que existe?” dijo Link, alzando la vista nuevamente hacia el ojo sheikah naranja sobre ellos. Tenía el presentimiento de que la respuesta no le iba a gustar.
“¡Por supuesto que no! Están por todo el reino, pero creo que muchos quedaron ocultos con el pasar del tiempo. Logramos desterrar algunos, pero no creo que estuvieramos ni cerca de hallarlos a todos”
“¿Así que tengo que encontrarlos a todos?” Link puso una expresión de angustia, pensando en cómo la tarea lo dejaría exhausto mentalmente. Si debía encontrarlos todos para derrotar a Ganon….
“¿Qué?” Lo miró con expresión de incredulidad. “¿Estás loco? ¡Tu tiempo de entrenamiento heroico ya pasó, Linky! Supongo que si encuentras alguno por el camino, no haría daño echar un vistazo—¡hasta podría ser divertido! Pero ahora no hay tiempo de ir y desenterrarlos todos.”
No estaba seguro si debía sentirse aliviado o preocupado. Era bueno saber que no esperaban que encuentrara todos los santuarios, pero si los habían construido con el único objetivo de prepararlo para derrotar a Ganon, ¿no se estaba condenando a sí mismo al no hacerlo?
Prunia lo trajo de vuelta al presente al chasquear los dedos. “Te distraes mucho más fácil que Symon. ¡Pon atención!” Sacó la tableta sheikah de su pequeña mochila. “Clic, hoy haremos historia. ¡Linky! Rápido, dame un Clic”.
“Un… ¿qué?”
“¡Clic! ¡Dame un Clic!. Y uno bueno”
Link abrió la boca, completamente confundido. Carraspeó un poco y dijo. “Emm… ¿clic?”
Prunia le lanzó una mirada de disgusto antes de murmurar algo entre dientes. Luego se puso derecha, volvió a mirar el pedestal y colocó la tableta sobre su superficie plana.
El pedestal brillo un color azul intenso, seguido de la plataforma circular sobre la que estaban. El santuario se estremeció mientras la puerta, las cuales estaban hechas de una serie de bloques de piedra interconectados horizontalmente, se abrió de par en par, las piedras rozando la una con la otra.
Prunia río y dio saltitos de alegría mientras el santuario cobraba vida. Link no pudo evitar sonreír un poco ante la exuberancia de la pequeña niña—pero luego recordó el hecho de que tenía más de cien años, lo cual tornó la escena un poco extraña de ver.
Para sorpresa de los dos, no parecía haber nada dentro del santuario. Una simple plataforma brillante yacía en un pequeño recinto de piedra. Su diseño era claramente de origen sheikah, con su característico brillo azul, y era más pequeña que la que había fuera del santuario. Ni siquiera había otro pedestal donde usar la tableta.
Prunia tomó a Link de la mano con su diminuta mano y lo enfiló sobre el círculo. Cuando entraron, el suelo se movió bajo sus pies. Él se tambaleó, asombrado, viendo como la plataforma color azul brillante descendía hacia dentro del suelo.
La niña sheikah río nuevamente, sus ojos llenos de una emoción desmesurada. Link, en cambio, se sentía desnudo e inseguro. Estaba armado, si, pero aparentemente estaban entrando en una especie de cueva subterránea. No sabía qué lo esperaba allí abajo, y para peor aun, Prunia estaba con él. Probablemente tendría que protegerla.
El suelo siguió hundiéndose, y seguidamente, estuvieron rodeados por paredes de piedra. La única luz era el azul claro de la plataforma y la cada vez lejana luz exterior por encima de sus cabezas. Se preguntó si algún aldeano iría a investigar el santuario. ¿Y si un niño caía adentro? Se sintió horrible de solo pensarlo. ¿Habían sido irresponsables al hacer eso sin avisar a los de la aldea? Como si le hubieran leído la mente, el círculo de arriba comenzó a cerrarse, tapando la luz por completo. En la distancia, pudo oír como la puerta del santuario volvía a cerrarse.
Bueno, un problema menos. Ahora hay que hallar una forma de salir de aquí, pensó, con el alma por el suelo.
Durante unos segundos, la única luz venía debajo de ellos, y él apenas podía distinguir la expresión de emoción de Prunia. La luz irrumpió de pronto en el estrecho conducto por el que descendían. La plataforma había sobrepasado un borde de la roca y ahora flotaba hacia una caverna bañada en un resplandor intenso. Link miró con asombro al contemplar lo que tenía frente a él.
Estaban en una especie de cilindro hecho de anillos de piedra y un rayo de luz vertical. No pudo ver nada controlando la plataforma sobre la que estaban, pero esta seguía descendiendo lentamente sin problema. Pero por fuera del cilindro, había una enorme caverna. Bueno, caverna no era la palabra indicada para describirlo, pues estaba claro que no era natural. Las ya familiares luces y líneas naranjas brillantes formaban extraños patrones que recordaban a constelaciones y cubrían las paredes lisas de piedra negra. El techo era una extraña masa de luz azul entrecruzada con vigas de soporte que no parecían sostener nada que Link pudiera distinguir. Sin embargo, lo más extraño era el suelo.
El suelo no era el suelo en sí. Más bien, el suelo real parecía estar muy por debajo de ellos, tanto que era difícil de ver. Descendían a una especie de plataforma cuadrada y sólida. No parecía estar flotando del todo, pues tenía un extremo conectado a la pared detrás de Link y Prunia. Parecía muy endeble para el peso y masa de la plataforma, pero parecía no ser el caso. Había otras como esa también. Es más, las plataformas en la sala tenían diversas formas y tamaños, y parecían cumplir distintos propósitos. Por ejemplo, justo después de la plataforma a la que Link y Prunia estaban descendiendo, había algo que parecía un par de aspas de molino de viento, colocadas de lado para formar plataformas giratorias. Esta plataforma atravesaba un gran vacío que conducía a la siguiente plataforma sólida, fijada al muro lateral.
Prunia se quedó sin aliento al asimilarlo todo, sacó su cuaderno y empezó a garabatear frenéticamente con un pequeño lápiz de carbón. No habló en voz alta mientras escribía—parecía que todo aquello era demasiado como para siquiera merecerlo. Su cara de concentración podría haber resultado graciosa, con las cejas fruncidas y la lengua asomando entre los labios, pero Link se sentía demasiado abrumado. ¿Quiénes eran los antiguos sheikah? ¿Cómo pudieron crear algo así? Y esconderlo bajo tierra, camuflarlo bajo tierra de perfectamente... Era asombroso.
Llegaron al suelo, la plataforma dio un suave golpe sordo, y la extraña luz que los había guiado se desvaneció, mostrándoles el camino hacia la gran plataforma. Cuando Link salió, un sonido como un gong resonó en la cámara, lo que lo hizo ponerse tenso y ponerse en guardia, mientras buscaba el origen del sonido. Una voz fuerte, retumbante y que parecía provenir de todas partes a la vez llenó los oídos de Link con su profunda resonancia.
“Tú, que entraste en mi santuario…” Link volvió a mirar a Prunia completamente confundido, pero ella también pareció sobresaltarse por aquella voz. “Mi nombre es Myam Agana” Prunia volvió a quedarse sin aliento y a escribir en su cuaderno. “Recibe un desafío en nombre de la Diosa Hylia” Hubo otro gong y luego, nada. Silencio absoluto.
Link volteó hacia Purah y abrió la boca para hablar, pero ella lo hizo callar bruscamente con un gesto, negando con la cabeza. Ella siguió escribiendo en su cuaderno, llenando una hoja entera antes de seguir en el reverso. Sus manos se movían más rápido de lo que Link hubiera creído posible. Luego de llenar la mitad de la página, dio un golpecito con la punta del lápiz sobre el cuaderno y levantó la mirada hacia Link. Tenía el rostro sonrojado y Link se preguntó si era por la intensidad con la que escribió.
“¡Okey!” Prunia metió el cuaderno en su mochila y luego sacó la tableta sheikah, mirándola en silencio y luego a Link. Miró otra vez la tableta y, finalmente, con los hombros caídos, se la entregó. “Estos santuarios fueron hechos para entrenarte a ti, Linky, así que te hará falta esto”
“Gracias” Tomó la tableta y la enganchó a su cinturón, cosa que pareció molestar a Prunia de alguna manera. Se acercó al borde y observó la plataforma giratoria que tenía delante. “¿Crees que es necesario cruzar esto?”
“Oh, probablemente… A no ser que los antiguos sheikah querían que nos quedemos aquí parados un rato.” Su cálida sonrisa contrastaba con su tono sarcástico. Él la ignoró.
Midió la plataforma con la vista. Se movía muy rápido y estaba conectada a la pared por medio de una barra. No entendía en lo absoluto como funcionaba—o si siquiera podría soportar su peso. Pero si saltaba justo cuando una de las astas estuviera lo suficientemente alto, podría correr y cruzar al otro lado. Eso si no se resbalaba por el ángulo de inclinación y caía al abismo sin fondo.
Retrocedió y respiró hondo, preparándose, pero luego dudó. Era una locura, ¡por no decir un suicidio!. Un paso en falso (o no correr lo suficientemente rápido) y caería al abismo. ¿Quién salvaría Hyrule entonces? ¿Quién salvaría a la princesa? Era una locura.
“Prunia, creo que deberíamos regresar arriba” dijo Link. “No… es seguro”
“¡Clic clic! ¡Por supuesto que lo es!” dijo con una sonrisa, poniéndose las manos en las caderas.
“No hay forma de cruzar corriendo sin caerse” dijo Link, sintiéndose exasperado. “Y además, tu también tendría que cruzar, y no creo que…”
“¿Cruzar corriendo?” ¿Qué, estás ciego? ¡No vamos a cruzar corriendo!” La sonrisa en su rostro permaneció, con un extraño brillo en sus ojos juveniles.
Él tuvo la sensación de que había algo de suma importancia que no entendía. Empezó a sentir un dolor de cabeza entre las sienes.
Ella resopló y caminó hacia él, colocando la mano sobre la tableta. “Si viste como no podíamos entrar aquí sin esto, ¿no? Bueno, quizás—y solo quizás—debas usarlo aquí dentro.
Él se la quedó observando con la mirada perdida por varios segundos, procesando sus palabras y luego hizo una mueca. Pero claro. Sacó la tableta de su cinturón para observar los módulos disponibles. Inmediatamente notó que había módulos nuevos, pero no les prestó atención por el momento. En su lugar, seleccionó el módulo amarillo de Inmóvilis. Instantáneamente la pantalla se volvió traslúcida, pudiendo ver a través de ella y miró a la plataforma giratoria, la cual brillaba de color amarillo intenso. En el momento preciso, oprimió el módulo y la plataforma brilló intensamente antes de quedarse completamente inmóvil, formando una plataforma nivelada para poder cruzar.
Prunia río felizmente e hizo un pequeño baile mientras cruzaba la plataforma. Link vio el temporizador contando hacia atrás en la pantalla y se apresuró a cruzar detrás de ella, sintiéndose aliviado una vez en suelo firme. Ya habiendo cruzado, Prunia le lanzó una sonrisa de oreja a oreja.
“¡Vamos, vamos!” Se dio la vuelta y bajó corriendo por una pendiente poco pronunciada que conducía a otro hueco entre plataformas. Este tenía dos vías de piedra que conectaban las plataformas con un par de plataformas metálicas situadas a lo largo de las vías, aunque ninguna de ellas estaba lo suficientemente cerca como para saltar sobre ella. Ella se volvió hacia él mientras se acercaba, sonriendo con aire burlón. “¿Podrás resolver esto tú solo?”
Cambiando a Magenis, disparó el extraño rayo y este se conectó a la plataforma más cercana. Ahora que la tableta estaba reparada, podía ajustar la distancia entre él y la plataforma usando botones en la pantalla. Trajo la plataforma más cerca y Prunia felizmente saltó sobre ella, haciendo un bailecito. Link la siguió y luego usó la tableta para acercar la otra plataforma. Pasaron a la otra y luego, usando Magnesis, movieron la plataforma anterior adelante, lo suficiente para poder pasar a ella otra vez. Usando el par de plataformas metálicas como un tipo de puente móvil, lograron cruzar el hueco sin inconveniente alguno, en silencio.
Las siguientes horas pasaron en su mayoría de la misma forma. Link descubrió que el santuario parecía ser en su mayoría una serie de ejercicios para ayudarlo a familiarizarse con la tableta. Habían cruzado una cascada con Crionis, formado un puente con Magnesis y paralizado varias plataformas móviles con Inmóvilis antes de llegar al final de la cámara donde estaban.
Justo cuando Link empezaba a sentir que las pruebas que le estaban presentando eran, quizá, un poco más sencillas de lo que había esperado de un lugar tan imponente, atravesaron una puerta que los llevó a una sala mucho más grande. No había suelo en la sala—solo un par de plataformas sólidas entre una serie de plataformas móviles, bloques de metal y varias cascadas. Era obvio que este iba a ser el verdadero desafío del santuario.
Durante las siguientes dos horas, avanzaron lentamente con cuidado por la sala. Parecía ser más peligrosa que la anterior. A Prunia hasta se agotaron comentarios sarcásticos luego de que una plataforma en particular, la cual actuaba como una especie de columpio, se liberó del paralisis de Inmóvilis antes de que pudiera cruzar. Cuando la plataforma comenzó a girar, ella gritó y saltó a la plataforma sobre la que Link estaba. Fue gracias a sus buenos reflejos, agarrándola de la muñeca, que ella no cayó al aparente vacío sin fondo. Tomaron un descanso luego de eso antes de, finalmente, continuar y llegar a la última plataforma. Aliviado, Link se reclinó contra la pared, respirando hondo.
“¿Cree que eso fue todo?” preguntó luego de recuperar el aliento. Prunia se encogió de hombros. Ella también estaba respirando con dificultad, tenía las mejillas sonrojadas del esfuerzo. Finalmente, bajaron por una serie de escaleras que llevaban a una gran habitación vacía, con la excepción de varios pilares de piedra que llegaban hasta el techo y un llamativo agujero de forma cuadrada en el centro de la habitación.
“¡Linky!” Él la miró, con la ceja arqueada. “Para responder a tu pregunta de antes—¡Nop!” Él suspiró y siguió avanzando por la habitación, sosteniendo la tableta sheikah con cuidado. Vio unas cuantas cajas metálicas, que parecían ser bastante pesadas, a un lado de la sala, pero su propósito no le resultó evidente de inmediato.
Un ruido estruendoso, proveniente del centro de la habitación, atrajo su atención devuelta al agujero. Vio como la pieza faltante surgía desde lo profundo del agujero. Encajó en su lugar, completando el suelo de la sala. En el centro se encontraba una especie de criatura mecánica que parecía estar relacionada, de alguna manera, con los guardianes destruidos que había visto por todo Hyrule.
Por suerte, era más pequeña que los guardianes que había visto hasta ahora—incluso más que él—y tenía tres patas tipo araña, conectadas a un cuerpo robusto. Tenía una cabeza tipo domo con un solo ojo azul. A primera vista, a Link no le pareció del todo amenazante.
“¡Un miniguardián! No he visto a un en buen estado en más de ¿cuánto? ¿sesenta años?” Prunia pareció emocionarse ante su presencia, tomó su cuaderno y comenzó a escribir. “Es de color naranja. ¡Fascinante!”
Ante la voz de Prunia, la cabeza del miniguardián giró sobre sí, y su ojo azul se fijó en Link. Para su mala suerte, la cabeza se elevó con una extensión cilíndrica de su cuerpo, alcanzando su estatura. Y para empeorarlo todo, dos delgados brazos mecánicos se desplegaron desde su cuerpo. Con un destello, un par de extrañas armas aparecieron en sus brazos, si es que se las podía llamar así.
Las armas parecían ser una espada y un escudo, pero brillaban y eran un poco traslucidas. Cuando el miniguardián se movía, zumbaban y resonaban. Ninguna parecía terriblemente peligrosa—la espada era más corta que la de Link y el escudo era bastante pequeño—pero él no confiaba en su aspecto. Se le puso la piel de gallina y se le aceleró la respiración. Supo de inmediato que este simple, pequeño autómata, era peligroso. Y su ojo estaba enfocado solamente en él.
Link enganchó la tableta en su cinturón y desenvainó su espada y escudo. El miniguardián no se movió hasta que Link estuviera armado. Sus patas se movían con fluidez, las cuales estaban hechas con miles de pequeñas coyunturas que le daban una gran flexibilidad y rapidez, y cruzó la distancia hasta Link mucho más rápido de lo que él hubiera esperado. Sin previo aviso, el miniguardián atacó con su espada de forma horizontal y Link se vio obligado a retroceder con rapidez, esquivando por poco un tajo que le habría cortado la cabeza.
Respirando rápidamente, saltó hacia adelante, blandiendo su espada en dirección al ojo del miniguardián, pero este interpuso su escudo con sorpresiva rapidez. Su espada rebotó sin hacer daño y apenas tuvo tiempo de levantar su escudo para bloquear el contraataque. La espada del miniguardián golpeó su escudo con una fuerza brutal, haciéndolo tambalearse unos pasos hacia atrás.
Sin darle tiempo a respirar, el miniguardián siguió avanzando, y Link se vio forzado a esquivar y desviar más ataques. Cuando creyó ver otra oportunidad, se abalanzó, pero de nuevo, el miniguardián bloqueó su espada con su crepitante escudo.
Desde su posición, sentada sobre las escaleras que llevaban a esa habitación, Prunia intentaba decirle algo a Link, pero él la ignoró. El miniguardián se movía alrededor de él formando un círculo, con el escudo preparado enfrente de su cuerpo. Parecía estar esperando a que Link hiciera su próximo movimiento. Amagó hacia la izquierda y blandió su espada hacia abajo, con un movimiento tajante, justo donde creía que debería estar Link. En cambio, él avanzó por la derecha y dio una estocada, con la punta de su espada pasando por un costado del escudo del miniguardián para dar en el blanco, el cuerpo expuesto del autómata, pero esta rebotó sin hacer siquiera daño.
Por unos segundos, Link miró atónito como el miniguardián no recibía ningún rasguño, y luego este giró sobre sí, golpeando la espada de Link con su escudo y arrancandola de su mano. La espada salió volando, cayendo al suelo ahora lleno de agua. ¿Y eso cuando paso? Cuando se tambaleó hacia atrás, se sorprendió al ver que la sala completa estaba llena de un centímetro de agua. No era la suficiente cantidad para hacer perder el balance, pero sí lo suficiente para ralentizarlo.
El miniguardián avanzó sin cesar, nunca perdiendo de vista a Link. Desarmado, Link no tuvo otra opción que seguir retrocediendo, buscando otra arma. Había dejado su arco sin cuerda al lado de Prunia, quien no parecía querer ayudarlo, pero…. ¿por qué lo estaba saludando? ¿Qué le estaba gritando?
“–bleta sheika! Usa la ta–”
Link agarró la tableta de su cinturón y seleccionó el módulo de Crionis. Apuntando apresuradamente, hizo que un bloque de hielo se elevará justo debajo de una de las patas del miniguardián. Se tambaleó, a punto de caer, pero luego recuperó el equilibrio y rodeó el bloque de hielo para continuar hacia él. Pero él había conseguido aumentar la distancia entre él y el miniguardián con esa distracción momentánea y logró invocar dos bloques de hielo más enfrente del autómata, bloqueando su paso por otros preciosos segundos.
Cuando bordeó el bloque otra vez, Link oprimió el módulo de Inmóvilis y, de repente, el miniguardián brillo momentáneamente con la reconfortante luz amarilla, quedando paralizado en el lugar. Sintiendo una ola de desmesurada alegría, sus dedos danzaron por la pantalla, eligiendo el módulo de Bombas Remotas. La bomba apareció frente a él y la pateó hacia el miniguardián paralizado antes de correr hacia atrás unos cuantos pasos. Tan pronto como Inmovilis dejó de hacer efecto, detonó la bomba, enviando al miniguardián volando por el aire. Para su sorpresa, sus dos brazos quedaron destrozados por la explosión, dejando al autómata desarmado.
Sintiendo un peso menos de encima, sonrió de oreja a oreja y bajó la tableta sheikah. Fue ahí cuando vio en el ojo del miniguardián un destello blanco.
Su cuerpo se movió por sí solo, rodando hacia un costado cuando el rayo de luz impactó en el suelo justo donde estuvo parado hace un segundo, levantando una nube de vapor. El miniguardián no le dio tiempo a recuperarse y continuó disparando, fallando unos centímetros mientras él se tambaleaba por el agua.
Link corrió por detrás de uno de los pilares, el cual bloqueó la siguiente oleada de disparos del miniguardián, aunque el pilar tembló de forma preocupante, haciendo que cayera polvo y escombros ligeros sobre su cabeza. Podía oír las patas del autómata chapotear por el agua mientras se acercaba, y miró rápidamente a su alrededor en busca de otra arma que pudiera usar. Sus ojos se posaron sobre las grandes cajas de metal cercanas.
Había algo raro en como funcionaba Magensis. Link no era ningún científico, pero le parecía extraño que pudiera usar el módulo para levantar objetos tales como una grande caja metálica por el aire sin que sintiera su peso sobre sus brazos. No tenía ningún sentido. Pero claro, en ese momento no le importó mucho.
Movió la tableta con fuerza hacia un lado y la caja de metal se deslizó por el agua haciendo un horrible ruido de metal rozando contra la piedra. El miniguardián giró la vista hacia la caja pero no hizo nada por esquivarla, y esta chocó contra él con tanta fuerza que lo lanzó por los aires. Cayó al suelo rodando y terminó a unos tres metros de distancia. Link lo observó con cautela, manteniendo aún ese misterioso control sobre la caja metálica, y cuando el Guardián empezó a levantarse temblorosamente, levantó la caja en el aire y la hizo caer con tal fuerza que destrozó tanto la caja como al miniguardián que yacía debajo.
Respiró hondo y se tropezó para atrás para luego reclinarse contra el pilar de piedra. Al otro lado de la habitación tipo arena de combate, se abrió una puerta. El agua comenzó a drenarse del lugar, fluyendo hacia unas pequeñas rejillas que se habían abierto en los bordes del lugar. En las escaleras, Prunia escribía frenéticamente sobre el papel.
Cuando finalmente se acercó a ella, ella alzó la vista y sonrió de oreja a oreja. “¡Bien hecho, Linky! ¡Si que piensas rápido! Por un momento creí que tendríamos que conseguir un nuevo héroe…” Se tamborileó los labios pensativamente con su lápiz de carbón cosa que le dejó una mancha negra. “Me pregunto qué hubieras hecho de no ser por mi…”
Estoy aquí por culpa tuya, pensó él. Pero no se lo reprochó. “Eso fue todo, ¿no? No puede haber algo más después de... eso. ¿Cómo fue que lo llamaste?”
“¡Un miniguardián!” Se puso de pie de un salto y cruzó la sala apresuradamente hasta los restos del autómata. “Y uno libre del control de Ganon” Cuando Link le lanzó una mirada de no entender, ella le lanzó una mirada de enfado. “¿No lo entiendes? ¡No sabíamos si quedaba algún guardián libre del control de Ganon! De alguna forma, el santuario lo… protegió. Necesito estudiar esto.” Su voz adquirió un tono cantarín mientras se frotaba las manos. “Esto podría ser un gran avance…”.
Él decidió dejarla en lo suyo mientras investigaba el miniguardián y caminó hacia donde estaba su espada caída. Notó con cierta irritación que la punta se había mellado durante su fallido ataque. Aún podía usarla por un tiempo, pero temía que la melladura se extendiera por toda su espada. Sabiendo que no podía hacer nada por el momento, envainó su espada y escudo antes de, por curiosidad, caminar hacia uno de los brazos caídos del miniguardián.
Notó que los brazos tenían tres dedos delgados cada uno. Los dedos sostenían una extraña empuñadura y un disco el cual supuso debía ser el escudo del miniguardián. Ambos parecian estar hechos del mismo metal negro que conformaba el cuerpo del autómata, con el familiar diseño sheikha grabado en ellos. Link se agachó, forzó la mano rota del miniguardián hasta abrirla y sacó la empuñadura. La giró entre sus manos, inspeccionando su superficie negra y lisa. Finalmente, encontró un pequeño interruptor en uno de los lados. Con cuidado, y asegurándose de apuntarlo lejos de su cuerpo, lo presionó.
La espada azul apareció con un destello de luz y un zumbido, brotando desde la empuñadura. Link se quedó sin aliento. Giró la espada con cuidado, notando con asombro como parecía no tener grosor. Era más delgada de lo que él creía posible y se preguntó qué tan bueno era su filo. Si esa espada lo hubiera alcanzado, probablemente hubiera cortado cualquiera de sus extremidades como mantequilla. Era, probablemente, un milagro que su escudo haya sobrevivido un golpe de esto.
Colocó la espada contra el brazo roto del miniguardián y aplicó presión. Con una increíble facilidad, pudo hacer un corte limpio a través del brazo metálico. Link notó, algo sorprendido, que el extremo del corte estaba rojo, con metal y piedra derretida. ¿La hoja estaba caliente? No parecía irradiar calor, pero optó por no probarlo con su piel.
Desactivó la espada y la deslizó dentro de su cinturón, planeando seguir experimentando más tarde. Levantó el pequeño disco para probarlo de la misma forma. Parecía estar danado por la pelea, ya que no se activó. Lo dejó junto al brazo metálico y caminó hacia Prunia.
“¡Linky, mira!” Se levantó desde los escombros del miniguardián, sosteniendo una pequeña esfera amarilla y con una sonrisa de oreja a oreja. “¡El núcleo sobrevivió a tu ataque! Espero poder extraer información importante de esto. ¿Ya recogiste tus juguetes? Bien, espero que podamos volver al laboratorio así puedo examinar esto.”
Se dieron vuelta y caminaron hacia la nueva puerta, la cual llevaba a una habitación mucho, mucho más pequeña. Unas escaleras llevaban a una tarima elevada, donde un grande y brillante cubo azul yacía. Intrigado, Link se acercó y encontró, algo sorprendido, los restos desecados de un viejo sheikah sentado ahí. Era tan delgado que se le podía ver el esqueleto bajo la piel oscura y reseca, con los ojos, la nariz y la boca hundidos. Tenía un tatuaje blanco con el emblema sheika en el centro de su frente. El cadáver estaba sentado de piernas cruzadas, con las manos levantadas frente a su pecho, formando un triángulo con el pulgar y sus dedos. Llevaba una simple túnica sheika y un pantalón, y su largo pelo blanco había sido recogido en un nudo.
Prunia se paró al lado de Link, observando al sheikah. Para sorpresa de nadie, no hizo ningún comentario sarcástico sobre el miembro momificado de su tribu. El hombre parecía llevar muerto cientos de años, capaz miles, motivo por el cual fue toda una sorpresa cuando sus ojos se abrieron, revelando cuencas vacías, y su boca se abrió, mostrando una oscura cavidad sin dientes y una lengua reseca.
Prunia dio unos pasos hacia atrás, tambaleándose y diciendo una serie de palabras que no sonaban para nada apropiadas viniendo de alguien con aspecto de niña. Link desenvainó su espada, atento a cualquier prueba o ataque. Pero nada de eso ocurrió. En su lugar, el sheikah en la brillante jaula comenzó a hablar con la misma y resonante voz que había oído al entrar al santuario.
“Al superar la prueba has demostrado ser un auténtico héroe…” El antiguo sheika se movió lentamente mientras abría las piernas y se levantaba. Sus huesos sonaron y tronaron y Link estaba sorprendido de que pudiera moverse del todo. ¿Qué tipo de magia lo mantenía con vida? El sheikah se levantó al fin, encorvándose ligeramente. “Has dado los primeros pasos necesarios para derrotar al mal que azota esta tierra. Ahora, ve. Mejora tus habilidades. Salva lo que queda”
Link envainó su espada lentamente, mirando al sheikah. Para su sorpresa, el sheikah juntó las manos e hizo una reverencia. Él, con cierta duda, hizo lo mismo, haciendo más que una reverencia ante el anciano que aparentemente había esperado en ese santuario durante demasiado tiempo. Cuando el sheikah se irguió, la miró a Prunia, y sus labios agrietados formaron una sonrisa.
“Se fuerte, pequeña” Hizo una reverencia hacia Prunia, quien tenía una expresión de shock en el rostro. Finalmente, pareció volver en sí y juntó las manos, haciendo una reverencia con un aire ensayado. Cuando el sheikah volvió a erguirse, volvió a hablar, pero esta vez mirándola a Prunia. “Guía al héroe. No falles como tus antepasados.”
El sheikah fijó la mirada hacia adelante y luego, comenzó a desvanecer. Los dos quedaron boquiabiertos mientras el cuerpo del anciano se desintegraba en millones de partículas azules, las cuales flotaron hasta desaparecer por completo. El escudo azul que lo rodeaba también se desvaneció, dejando la tarima vacía. Link se volteó hacia Prunia, sin saber qué decir.
Sea lo que sea que pudo haber dicho quedó perdido en el aire cuando notó que los pies de Prunia, al igual que los del anciano, se estaban desintegrando en partículas azules. Ella gritó su nombre y él vio que lo mismo ocurría com él. La sensación recorrió su cuerpo rápidamente, haciendo que sus piernas y torso desaparecieran. Abrió la boca con un grito ahogado, pero pronto la sensación llegó a su cabeza y todo se volvió blanco a su alrededor.
Momentos después, según sus cálculos, el mundo volvió a tomar forma. Lo blanco se desvaneció para dar lugar al claro cielo azul sobre su cabeza, lleno de nubes esponjosas. Los árboles se mecían con la suave brisa, y los pájaros cantaban alegremente con el nuevo día. El clima se había vuelto considerablemente más cálido durante el tiempo que habían pasado dentro del santuario.
Jadeó y miró a su alrededor, notando que estaban nuevamente parados sobre la base del santuario sheikah. El brillo naranja del símbolo sheikah se volvió azul y la puerta permaneció cerrada. Bajó la vista y vio a Prunia al lado de él, tocándose el cuerpo para asegurarse de que estaba completa. Lo miró, atónita y por un momento, parecía incapaz de hablar. Pero no duró mucho.
“¡Clic clic! ¡Teletransportación instantánea! Había leído sobre eso antes, claro, pero vivirlo en carne propia…. Debo hacer todo lo que pueda para estudiarlo. Quizá si averiguo la forma de activarla en mi tableta…” Sacó su cuaderno otra vez de su mochila y garabateó varias notas, murmurando para sí misma mientras lo hacía. Cuando terminó, con un giro elegante de la muñeca, guardó el cuaderno y el lápiz, y alzó la vista hacia Link con una sonrisa. Sin embargo, él pudo ver que la experiencia que habían compartido aún la perseguía, al igual que a él. La sonrisa no alcanzaba a tocar sus ojos rojos.
“Deberíamos regresar al laboratorio. Necesito examinar tu tableta una vez más antes de dejarte ir, ¿okey?” Prunia bajo del santuario, ignorando a varios aldeanos que se habían reunido para ver cómo el santuario había cambiado. Link no estaba seguro si alguno de ellos los había visto llegar, pero esperaba que no fuera el caso. No quería responder ninguna de las preguntas que le hicieran.
Los aldeanos, por suerte, decidieron apartarse de ellos mientras pasaban, aunque pudo oír unos cuantos murmullos detrás de él. Alcanzó a ver brevemente a Meghyn, quien lo observaba sorprendida, pero ella también mantenía la distancia. Los dos caminaron en silencio por el sendero hasta los establos de la posada, donde recogieron a Valorio y la mula de Prunia.
Había pasado un buen tiempo hasta que uno de los dos volvió a hablar. Los dos estaban absortos en sus pensamientos luego del santuario y del paso lento y pesado de sus monturas solo parecía incentivar más pensamientos. Finalmente, Prunia rompió el hielo.
“Linky, me sorprendes” Ella lo miró desde su mula, a quien aparentemente llamó “Mula”, y sonrió.
“¿Por qué?” dijo, sin saber qué fue lo que hizo ahora.
“Bueno, ayer no parabas de molestarme con tus preguntas, pero hoy no me has hecho ninguna”
Link no pensaba que la había molestado con sus preguntas el día anterior, pero no dijo nada al respecto. En su lugar, pensó en lo que iba a decir, pero antes de que pudiera decir algo, ella siguió.
“¿Quiere…. saber algo sobre tu pasado? No te conocía muy bien, pero la princesa era…” Sonrió de una forma que la hacía ver más vieja que lo que su aspecto de niña de seis años sugería. “Éramos cercanas. Era como una hermana para mi. Y tu siempre estabas dos pasos detrás de ella”
Su rostro se sonrojó y bajó la mirada hacia la cabeza de Valorio, que se balanceaba perezosamente. Sintió la mirada de Prunia sobre él, pero no estaba seguro de querer mirarla a la cara.
“Por favor Linky… De seguro hay algo que quieres saber. ¿Quieres saber qué pensaba la princesa sobre ti? Puede que se le haya escapado algo una noche cuando dormías”
“Los aldeanos mencionaron que un héroe de esta aldea murió defendiéndola de los guardianes. ¿Ese fui..?
“¿Tu? ¡Sip!” Prunia brincó un poco sobre su montura. “Fuiste–eres– el gran héroe de la aldea Hatelia. No es una pregunta muy interesante, pero si. Viviste aquí”
Link finalmente la miró por un instante y luego dirigió su mirada hacia la aldea que se extendía bajo ellos. Por supuesto, no pudo reconocerla en absoluto. Nada le resultaba familiar.
“En realidad, creo que tu familia vivía aquí. No lo recordarías aun si tuvieras tus recuerdos, probablemente—tu padre fue un caballero en la guardia real después de todo.” Link volteó la vista hacia ella. “Así que pasaste la mayor parte de vida en el castillo o en la ciudadela. Pero creo que tenías algo de tierra por aquí.”
“Oí que mi cas—” Dudó por un instante y carraspeó. ”––la casa del antiguo héroe sigue en pie. ¿Es cierto?
Ella se encogió de hombro. “¿Te parezco a alguien que visita la aldea a menudo? Fue hace un par de años, pero…”
“¿Aún…. tengo algún familiar con vida?
Su expresión se volvió triste. “Hasta donde sé, toda tu familia estaba cerca del castillo cuando el Cataclismo atacó”
El alma se le cayó al suelo, pero no se sentía capaz de lamentarlo de verdad. Ni siquiera recordaba a sus propios padres ni a ningún otro familiar que pudiera haber tenido. ¿Cómo iba a lamentar la pérdida de unos desconocidos?
Por un tiempo, los dos permanecieron callados mientras subían la colina hacia el laboratorio de Prunia. Eventualmente fue ella quien rompió el hielo nuevamente, apuntando con el dedo a su tableta sheikah.
“Si la pude reparar, ¿recuerdas? Si te fijas, ¡verás módulos nuevos! El verde es el módulo de la cámara—puedes tomar fotografías con él.” Link no tenía idea de qué era una fotografía, así que sacó la tableta de su cinturón y seleccionó el módulo. De inmediato, la pantalla se volvió transparente, cosa que le recordó al telescopio que tenía. Sin embargo, al presionar nuevamente el módulo verde, la pantalla parpadeó y le mostró una imagen fija de aquello a lo que la había apuntado—la aldea Hatelia desde arriba—capturado perfectamente cada detalles. La imagen permaneció unos segundos antes de desaparecer, siendo reemplazada otra vez por la pantalla transparente.
“Puedes ver las fotos que tomaste presionando el símbolo de al lado. Es la galería de fotos. Hay…” Prunia dudó por un momento, con un ligero temblor en la voz. Tras tragar saliva y esbozar una sonrisa, continuó. “Hay un montón de fotos viejas ahí. Parece que no las habíamos borrado antes…”
Link hizo como le dijo y abrió la galería. Inmediatamente vio la foto que acababa de tomar, pero más allá de eso, se… vio a sí mismo. Vestido con una túnica azul, su peinado era más o menos igual al que tenía ahora, capaz un poco más corto. Estaba sentado frente a una fogata, atendiendo una olla de cocina con un palo largo. Pudo ver varios pedazos de carne cocinándose en la olla. Se veía… contento. Esbozaba una pequeña sonrisa en la foto. Comenzó a pasar por las demás fotografías.
Había miles de ellas. Algunas eran fotografías de hermosos atardeceres o un paisaje interesante. Había fotos de antiguos santuarios sheikah, de guardianes con aspecto no amenazante. Había fotos de animales, insectos e incluso rocas y árboles. Había fotos de seres muy diferentes a todo lo que él recordara haber visto jamás—un alto hombre pájaro con un pico y pluma, una pequeña mujer de ojos cálidos con aletas de pescado, un enorme ser de piel marrón con una sonrisa igualmente enorme, una alta mujer de pelo rojo escarlata y un semblante imponente y peligroso. Y había fotos de él. Montado sobre un caballo marrón, limpiando una hermosa espada con empuñadura púrpura o simplemente sentado o de pie. Todas fueron tomadas sin que él supiera, aparentemente, puesto que en su mayoría estaba de espaldas.
Finalmente se detuvo ante la foto de una hermosa mujer, que llevaba un vestido blanco. Estaba parada ante una gran piscina de agua, con paredes de piedra rodeándola. Su cabello dorado se abría alrededor de su rostro redondo, cayendo más allá de sus hombros hasta la espalda. Sus ojos verdes brillaban con una expresión que parecía triste, a pesar de que en la fotografía sonreía.
El corazón de Link se encogió y rápidamente cerró la galería. Se le había formado un nudo en la garganta que no desaparecía. No sabía por qué la tristeza que sentía de repente lo invadió con tanta fuerza en ese momento, pero se encontró incapaz de hablar. No podía sacarse de la cabeza la imagen de los ojos tristes de la mujer.
Zelda
Sabía su nombre. Creyó que lo hubiera sabido, incluso si el rey Rhoam, Impa o Prunia no lo hubieran mencionado varias veces en su presencia. No tenía recuerdos de ella, nada que pudiera explicar cómo sabía… Pero la añoraba. Supo en ese momento por qué nada parecía correcto desde que despertó. Por qué se sentía solo cuando acampaba. Le hacía falta algo. Puede que no tuviera ningún recuerdo de su tiempo con ella, su corazón recordaba.
Prunia lo miró por varios segundos, pero no dijo nada. Capaz pudo ver en su rostro que no quería seguir hablando o capaz simplemente supuso lo que las fotos le harían a su mente. Sea como sea, ella le dio el silencio que él desesperadamente necesitaba en ese momento.
Link sujetó las riendas de Valorio con fuerza, tanta que los nudillos se volvieron blancos. Intentó recordar. Lo intentó. Quería recordar algo—lo que sea—pero su mente solo le mostraba un agujero negro donde deberian estar sus recuerdos. ¿No debería poder recordar algo? Apretó los dientes de la ira, tanto como para lastimarse la mandíbula. ¿Si viajó tanto junto a ella—si ella significaba tanto para él—entonces por qué no podía recordar ni una cosa sobre ella? Conocía su voz porque ella le habló cuando despertó, conocía su rostro por las fotos, pero ¿qué sabía sobre ella? ¿Qué hay de sus viajes? ¿Por qué le dolió el corazón cuando la vio, y no vio nada—¡pero nada!—cuando intentó recordar aunque sea una cosa sobre ella?
El resto del camino lo transcurrieron en silencio. Prunia no hizo ningún intento de entablar conversación, y él prefirió mantener sus pensamientos para sí mismo. Al llegar al laboratorio, ella le volvió a quitar la tableta y se retiró al interior, mientras Link permanecía afuera, contemplando la tierra desconocida que se extendía ante él y que alguna vez fue su hogar.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Guardian Scout Miniguardián
Chapter 10: Capítulo 9
Chapter Text
Capítulo 9
El sol había bajado, pasando de la tarde a la noche y, finalmente, a los primeros indicios del crepúsculo. El aire se había enfriado un poco, lo cual provocó que se pusiera su oscura capa sobre los hombros. Podría haber ido adentro, pero sabía que—Prunia solo lo regañaría si la interrumpía en su trabajo.
Aun así permaneció afuera. Sentado en el pasto, con la espalda contra un viejo árbol—un manzanal, para variar. Hyrule ciertamente tenía bastantes manzanales por doquier. Pero toda gracia que esa idea le daba pronto se desvaneció cuando dirigió la mirada a la lejana montaña congelada. Miró cómo las nubes flotaban por el cielo, reunidas alrededor de su cima y luego se dispersaban con el pasar del día.
Una parte de Link ansiaba mirar las fotos en la tableta, observar los pequeños fragmentos de la vida que tuvo antes de que todo hubiera empeorado. Al mismo tiempo, estaba extremadamente agradecido con Prunia por haberse llevado ese maldito dispositivo. Si lo hubiera tenido en sus manos ahora, sabía que volvería a encontrar fotos de la princesa Zelda, tan hermosa como era, y él habría…. ¿hecho qué? No lo sabía.
Un ruido detrás de él lo alertó de la presencia de Prunia. El mismo extraño ruido que Link había oído antes cuando él y Prunia se teletransportaron a la entrada del santuario. Miró alrededor del tronco del árbol, sorprendido al ver como partículas azules formaban una diminuta persona sobre una base circular de piedra, de aspecto familiar, frente al laboratorio.
¿Cómo no lo había notado antes? Las partículas tomaron forma de una pequeña niña con un extraño lazo con cara de búho, se solidifican y brillaron brevemente con una intensa luz.
¡Ajá!” Exclamó Prunia, saltando de la emoción. “¡Lo logré! ¡Lo logré, lo logré! ¡LO! ¡LO-GRÉ!” Realizó un pequeño baile durante unos segundos antes de notar que la estaba mirando. Sonrió de oreja a oreja y rió jovialmente, corriendo hacia él. “Linky, ¿viste eso?”
Link se levantó de su lugar en el suelo, mirándola confundido. “No lo… ¿Cómo fue que…”
“¡Me teletransporté desde aquí a la torre de la Gran Meseta ida y vuelta!” Notó que llevaba consigo la tableta en una mano, y luego la miró a la cara.
“¿La tableta sheikah puede hacer eso?”
“Ahora sí” Volvió a reír, su risa era chillona y levemente histérica. “Era el único módulo que me estaba dando problemas antes de ir al santuario. Pero cuando nos teletransportamos, me dio una idea, así que hice unos ajustes y ¡gualá! Teletransportación al instante.”
“No entiendo… ¿cómo…”
“Bueno, yo soy la científica más destacada del mundo cuando se trata de tecnología antigua” Pareció crecer unos centímetros al decir eso, y Link notó, con una pizca de vergüenza ajena, que realmente estaba parada de puntitas. “Y Rotver tendrá que conformarse con el segundo lugar. Traté de teletransportarme a su laboratorio, pero parece que la tableta solo puede ir a los lugares que haya visitado recientemente”
“¿Y puede ir a cualquier lugar?”
“No, solo a los lugares en los que estuvo recientemente. Acabo de dec–”
“Me refiero a cualquier lugar en el que estuvo recientemente”
“Pues… no” Negó con la cabeza y dio vuelta la tableta hacia Link, la cual mostraba un mapa de Hyrule. Varios iconos nuevos habían sido colocados sobre el mapa, cada uno tenía un color azul claro característico de los sheikah. “Es por esto que estaba teniendo problemas con la tableta. Trataba de teletransportarme a los lugares que le indicaba. Luego recordé cómo fue que volvimos a ese círculo enfrente al santuario y pensé ‘Prunia, ¡un momento! ¿Y si los santuarios y las torres son puntos de teletransportación?’ Y así hice algunos ajustes y… lo probé. ¡Y funcionó!”
Link se la quedó mirando atónito, pero consciente de que ese descubrimiento significaba gran cosa para ella. Eso sin mencionar lo beneficiosos que podría ser en su viaje, si es que funcionaba como esperaba.
“Entonces, ¿me puedo teletransportar a cualquier torre sheikah o santuario que encuentre? ¿Puedo llevar a mi caballo?”
“Linky, tienes suerte de que no teletransporte solamente tus manos, mucho menos a un caballo entero. No lo recomendaría” Prunia frunció la nariz y negó con la cabeza. Se le cayó el alma al suelo, sus esperanzas de poder recorrer todo el país con facilidad se desvanecieron. “Ahora mismo solo va a funcionar contigo, cariño. Quizá con un poco más de tiempo…” Reflexionó sobre la posibilidad, pero luego negó con la cabeza y su expresión se tornó seria. “No, no puedo retenerte aquí más de lo necesario. Tengo otra tableta sheikah que fabriqué yo misma, no es tan… increíble como la tuya, pero creo que puedo hacer que la teletransportación funcione, ahora que sé cómo funciona.”
“Pero la puedo usar para volver aquí en cualquier momento, ¿no? ¿Cómo la uso?”
“¡Clic clic! ¿Ves el círculo en el suelo?” Indicó el lugar donde había aparecido. “Es por eso que construí mi laboratorio aquí arriba. Creo que los antiguos sheikah planeaban construir un santuario, pero nunca lo terminaron. Lo reconocí cuando lo vi, pues para entonces ya había visto otros santuarios. Parecía ser el lugar y momento indicado, y ahora, estoy feliz de haberlo hecho. Solo piensalo–cuando consiga teletransportarme con mi tableta, jamás volveré a subir esa colina nunca más.”
Link le dedicó una auténtica sonrisa y se frotó la nuca.. “Se ve que será muy útil, supongo”
“Supones…” A Prunia se le escapó una pequeña carcajada. “Apuesto a que solo estas pensando en cómo usarlo en una pelea”
Bueno, ahora que lo mencionas…
“Tendrás que volver a visitarme” Su expresión se puso seria. “Necesito seguir examinando la verdadera tableta para asegurarse que la mía también funcione y…” Las mejillas se le sonrojaron ligeramente y juntó las manos detrás de su espalda, parándose de puntitas levemente. “Es bueno tenerte de vuelta. Eres bastante divertido para ser un tipo amargado”
“Un… tipo amar–”
“¡Bueno, solías serlo!”
Oh. Así que estaba hablando de su yo del pasado. Inmediatamente comenzó a amargarse.
“¡Ven! Symon está haciendo estufado y me aseguré de que haga suficiente para ti también” Eso le levantó un poco el ánimo y la siguió alrededor del laboratorio a una puerta que llevaba a una habitación mucho más acogedora. El aroma a estofado de carne con vegetales llenaba el lugar.
Algún tiempo después, Purah y Link salieron de nuevo al exterior. Él se acercó a su caballo y colocó en la bolsa de Valorio una buena cantidad de provisiones que Symon le había entregado. El caballo parecía ansioso por ponerse en marcha y relinchó con impaciencia. Link agarró la montura y subió de un salto.
“¿Linky?” Prunia lo miró con esa misma extraña expresión seria en su rostro. Bajo la mirada hacia ella para verla a los ojos. “Probablemente te estarás sintiendo un poco… abrumado ahora mismo. Pero sé que lo vas a lograr”
Link le dedicó una pequeña sonrisa, si bien no era de verdad. Primero Rhoam, luego Impa, Telma y ahora Prunia. Muchos parecían confiar en él, así que, ¿por qué no podía sentir esa confianza en sí mismo?
“¡Y tienes nuestro apoyo! Yo, Impa y Rotver también, una vez que sepa que volviste. Capaz Impa ya se lo dijo”
Link sintió una repentina ola de gratitud por la mujer parada por debajo de él y agarró con fuerza las riendas de Valorio para contener sus emociones. No sería apropiado que Prunia lo viera emocionarse por algo tan simple. Pero realmente, estaba agradecido. El simple hecho de escuchar que alguien más quería ayudarlo era… algo que realmente necesitaba oír en ese momento.
“Prunia, no me has…” Link carraspeo y parpadeo rápidamente. “Sigues mencionando a ese tal Rotver. ¿Quién es? No lo…”
“¡Oh! Déjame ver tu tableta” Link se la dio y sus dedos bailaron por la pantalla. Luego se la devolvió y vio una foto en la pantalla.
Había tres personas de pie tomadas del brazo. Link inmediatamente reconoció a la mujer del medio, con su cara redonda y cabello rubio. Zelda estaba en la foto, con su pelo rubio cayéndole por la espalda como en la foto que había visto anteriormente, pero ahora llevaba una trenza que parecía una corona sobre su cabeza. No llevaba puesto el vestido blanco, sino una blusa azul con ribetes dorados, un corsé blanco y un par de pantalones marrones ajustados a medida. Esbozaba una sonrisa mucho más alegre en esta foto que en las demás. De inmediato, sintió una punzada en el corazón al verla.
A cada lado de Zelda había dos individuos. Ambos eran claramente sheikah, dado sus ojos rojos y pelo blanco. Uno era una mujer joven, quizás unos años mayor que Zelda, pero con una sonrisa descarada que le resultaba completamente familiar, y un lazo en forma de búho sobre la cabeza aún más reconocible. Link miró a Prunia con cierta sorpresa, y ella asintió con una sonrisa, como si le hubiera leído la mente.
Miró al otro sheikah de la foto. Era un hombre desconocido, con una mata de cabello blanco, desordenado pero con estilo. Era un poco más alto que Zelda y llevaba una espada curva sujeta a la cintura. Incluso en la fotografía, sus ojos parecían fervientes y atentos.
Sus ojos cayeron otra vez en la cara de Zelda. Notó que sus mejillas estaban sonrojadas. Miró con más detalle, admirando el color de sus mejillas. Había algo sobre la foto…. Algo…
“¡Por favor Zelda! No hay momento como el ahora!
“Oh, pero no estoy—acabamos de cavar y mi pelo esta–”
“Oh, no digas tonterías, ¡estás tan hermosa como siempre! ¿Por qué no se lo dices tú, Linky?
“¿Qué? Prunia, no me parece–”
“¡Ven aquí! Link, ¿listo con la cámara? ¡Todos, sonrían!”
Había un faro en la cima de una colina con vista al mar. Una fría y salada brisa acariciaba su piel. Había dos mujeres y un hombre de pies juntos. La mujer del medio balbuceó, sus mejillas estaban levemente rosadas, pero aun así sonrió. Él levantó la tableta sheikah y….
Y…..
Link jadeó y miró a su alrededor, sorprendido. Era casi de noche, estaba sentado sobre Valorio y Prunia estaba a su lado, y la escuchó decir su nombre levemente. Ella lo miraba, preocupada.
“¿Linky? ¿Estas…?”
“Rotver, es… es ese de la foto?” La voz de Link se quebró ligeramente, y tragó saliva con dificultad.
“Pues, si. Te lo acabo de decir. Vive cerca de Akkala ahora, en un viejo faro que convirtió en su laboratorio. Creo que ha estado estudiando a los guardianes y cómo crear armas más efectivas contra ellos. Deberías visitarlo algún día–quizá si terminas varado cerca de la Montaña de la Muerta…. Linky, ¿seguro que estás bien? Te ves un poco…”
“¿Un faro junto al mar?”
Prunia lo miró, confundida. “Sí. El mismo de la foto. Estábamos ahí porque habíamos oído de un santuario descubierto hace poco. Escuché que tú y Zelda estaban por la zona, visitando la Montaña de la Muerte, y sabía que ella nunca dejaría pasar una oportunidad de ver algo nuevo que encontráramos, así que les envié un mensaje para que se nos unieran.”
Él miró otra vez la fotografía. Esta vez veía el faro, pero en la distancia. Estaba seguro de que no lo notó la primera vez que miro la foto. Al menos, no creía que hubiera…
“¿Linky?” Prunia extendió la mano, tocándole la pantorrilla con sus dedos de niñita. “Tu… recordaste algo, ¿no es así?”
Él volvió a mirarla, tragando saliva y asintiendo con la cabeza. “Fui yo quien tomó la foto”
Prunia juntó las manos jovialmente “¡Si! ¡Sigue mirando las fotos—capaz con el tiempo más de tus recuerdos volverán! Justo como Impa dijo, de hecho…” Hizo una cara de como si no le gustara la idea de que su hermana tenga razón en algo. “De todas maneras, cuando la veas, dile que estabas mirandos mis fotos cuando recuperaste tu primer recuerdo”
“No sé cuando volveré a verla, pero–”
“¿Qué, no te lo dijo?” La cara de Prunia se iluminó con una sonrisa pícara. “Esa vieja bruja debe estar volviéndose cada vez mas senil con la edad.” Rió para sí misma. Link esperó a que terminara, cosa que hizo un segundo después. “Quiere que pases por Kakariko. Dice que tiene algo para ti, y además, hay un santuario escondido sobre la colina de la aldea. No te hará daño activarlo, asi podrás teletransportarte allí también”
Si tenía algo para darme, ¿por qué no me lo dio cuando me vio? Aun así, Prunia tenía razón. Si había un santuario cerca de Kakariko, entonces sería útil activarlo, incluso si solo fuera para pedirle consejos a Impa durante su viaje. Ciertamente parecía ser la que más sabía qué necesitaba hacer para derrotar a Ganon—Prunia parecía no estar al tanto del plan de Zelda cuando se lo preguntó durante la cena.
Decidió hacer una parada por Kakariko antes de seguir su viaje hacia el norte a la Región de los Zora -–quien quieran que sean— tal como Impa había sugerido inicialmente. Se despidió de Prunia una última vez y comenzó a bajar por la colina hacia la aldea. Una vez que llegó, se detuvo en la posada con la idea de quedarse una última noche, pero ver a la muchedumbre nocturna en la sala común lo hizo reconsiderarlo.
En ese momento realmente no quería estar rodeado de gente, más aún con la posibilidad de que le hicieran preguntas sobre qué estaban haciendo él y Prunia dentro del santuario. En su lugar, simplemente recogió lo que había dejado junto a su cama, logró comprar algunas provisiones básicas para el viaje y partió.
Finalmente hizo su campamento en el bosque donde había acampado de camino a la aldea. Ahí, prendió una pequeña fogata y sacó una pequeña olla de cocina que Prunia le había dado—inspirado por las fotografías de él cocinando. Se propuso preparar una simple comida hecha con frutas y vegetales, pero se percató de una gran trufa gris oscuro cercana, iluminada por el fuego. Le causó curiosidad, así que se acercó a ella y sonrió ligeramente al recordar a Meghyn y Natts discutiendo por encontrar una de esas trufas en ese bosque. Decidió agregarla a su comida y quedó bastante satisfecho con el resultado.
Luego de comer, Link extendió su sencillo saco de dormir y durante un rato, se quedó ahí acostado, mirando las estrellas. Era una noche despejada, con una ligera brisa que hacía mover las hojas de los árboles. Oyó a un búho ulular cerca de ahí.
“¿Princesa Zelda?” Su insegura voz cortó el silencio. “Princesa, ¿puede usted oírme? ¿Puede hablar?”
Al igual que antes, parecía como si le estuviera hablando a la pared. No tuvo respuesta alguna y se sintió irritado por si quiera intentarlo. Rodando para su costado, Link cerró los ojos intentando conciliar el sueño, pero no consiguió quedarse dormido. Luego de lo que parecía haber sido horas de darse la vuelta sobre su saco de dormir, decidió encender la tableta. El brillo de la pantalla lo cegó, haciéndolo que entrecerrar los ojos incómodamente ante los iconos coloridos de la pantalla.
Oprimió el módulo de la galería, revelando todas las fotografías en la tableta sheikah. Impa había suponido que la princesa las había dejado ahí con la esperanza de que al verlas, él pudiera recordar algo. Había sido muy inteligente de su parte, ya que creía que algo así había ocurrido antes esa misma noche, aunque el recuerdo no era más que vagas imágenes en su mente. Ni hubiera sabido quienes eran las personas en el recuerdo de no ser por Prunia.
Pero, aun así…. era mejor que nada. El primer algo que tiene desde que despertó semanas atrás.
Link pasó un largo rato mirando muchas de las imágenes. Había muchas de él, varias de Zelda, y bastantes de los otros cuatro individuos que había visto la noche anterior. Había algo en ellos que a Link le resultaba ligeramente familiar, pero no importa cuánto intentara, no lograba despertar recuerdo alguno. En un momento, encontró una foto de ellos seis—él, la princesa Zelda y los otros cuatro individuos, todos llevando bufandas o bandas azules similares. Él y la princesa estaban en el centro de la foto, rodeados por los demás. La enorme criatura con una amplia sonrisa estaba parada detrás de todos y parecía estar abrazando al grupo entero, lo que claramente había causado cierto revuelo entre los otros, según sus posturas y expresiones faciales.
La foto lo hizo sonreír. Claramente no podía recordar nada de sobre esa foto—la única en donde estaban todos juntos—pero aun asi lo conmovía ver a los aparentemente amigos todos juntos. En un momento, creyó saber quiénes eran esos cuatro individuos.
Mipha, de los zora. Daruk, de los goron. Urbosa, de las gerudo. Revali, de los orni. Los cuatro campeones de los que Rhoam había hablado. Los cuatro campeones que había viajado junto a él y Zelda. Los cuatro campeones que perecieron en las bestias divinas cuando Ganon apareció.
Apagó la tableta, colocándola junto al resto de sus cosas. Sintió un nudo en el estómago. Donde antes habían sido seis, ahora solo quedaba uno. El corazón le dolía de vergüenza por un fracaso que ni siquiera podía recordar. Si hubiera luchado con más empeño, ¿habría podido evitar sus muertes? ¿Habría podido detener al cataclismo?
¿Podría ahora?
Los siguientes tres días pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Trato de evitar ver las fotografías, pero ocasionalmente les echaba un pequeño vistazo, preguntándose si alguna otra despertaría algún recuerdo. Ninguno despertó y el que había recordado no era más que un fragmento de otro.
Mientras iba de regreso a la Muralla de Hatelia, volvió a ver la torre anaranjada sheikah cerca de la aldea. Había considerado ir a activarla, pero cuando fue a revisar, vio varios grupos de monstruos acampando alrededor de la base. Decidió seguir su camino por ahora, pero le preocupó lo cerca que estaban de la aldea. La torre estaba por lo menos a un día de viaje desde la aldea, pero estaba lo bastante cerca para usarla como punto de partida si planeaban un ataque.
Viendo que no había peligro inminente para la aldea o el camino—la torre estaba lejos del camino principal—Link siguió su camino. Con la tableta, siempre podía volver y vigilar a los monstruos de vez en cuando. Ciertamente no estaba seguro si podía deshacerse de todos los bokoblins y moblins por sí solo, pero la historia sobre el legendario héroe de Hatelia lo hizo reflexionar. De seguro no estuvo solo en esa batalla, ¿no?
Cuando el sol se puso sobre la cima que separa la Llanura de Mogur de la Llanura de Hyrule al terminar su segundo día viaje, Link acampó justo al otro lado del puente de Kakariko, antes de que el camino comenzará a subir hacia el paso que llevaba a la aldea. Había considerado la opción de pasar la noche en el rancho de los Picos Gemelos, pero decidió que las horas extras de viaje no valían la pena. Esa noche, consiguió cazar un conejo con su arco, así que comió bien el último tramo de su viaje.
A mitad de la tarde en el tercer día Link ya se encontraba pasando bajo los arcos de madera hacia la aldea Kakariko. Pudo sentir las miradas de los aldeanos sobre él cuando bajó de Valorio y mientras lo llevaba de las riendas por la aldea. Unos cuantos lo saludaron y una señora lo invitó a su tienda de ropa, pero la rechazó de la forma más educada posible. Finalmente, llegó al pie de la colina, donde un par de conocidos sheikah hacían guardia frente al puente que llevaba a la casa de Impa.
“¡Bienvenido Link!” Wakat lo saludó desde lejos mientras él se acercaba. Dorio, si bien era más reservado que Wakat, también lo saludó. Link descubrió que disfrutaba la presencia de esos dos hombres, luego de haber pasado algo de tiempo en su presencia durante su última visita. Se enteró que Dorio era padre de dos niñas pequeñas, cuya madre había muerto hace tiempo. Wakat había estado casado, pero a Link le sonó como si algún tipo de discusión provocó su separación.
“Wakat, Dorio”, dijo Link, saludando a cada uno. “¿Está doña Impa en casa? Me informaron que quería hablar conmigo antes de seguir mi viaje.”
Tras una larga y tensa pausa, Dorio dijo “Nos dijo que esperaba que regresara pronto y que le dejemos pasar cuando llegaras”
“Veré que alguien lleve su caballo a la posada”. Wakat dio un paso al frente y tomó las riendas de Valorio. “Asumo que se quedará esta noche en la aldea.”
Link alzó la vista hacia el cielo, donde el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, y asintió a Wakat con gratitud. Comenzó a subir por el puente de madera, el cual estaba suspendido sobre el pequeño foso que rodeaba la casa de Impa. Cuando llegó a la puerta, se encontró a Apaya de manos y pies en el suelo, limpiando o quizás puliendo el suelo de madera.
“Hola Apaya”
Cuando ella oyó su voz, se sobresaltó, poniéndose de pie del tirón. “¡O-oh! ¡Amo Link! No tenía idea de que volvía” Se detuvo un momento, y su cara pareció ponerse aún más colorada. “Quiero decir, hoy mismo. Mi abuela había dicho que regresaría pronto, pero no sabia que re–regresaría hoy”
Link no estaba seguro qué pensar de Apaya. Desde su punto de vista, parecía tener gran dificultad al hablar con los demás y se preguntó si sufría de algún tipo de ansiedad. Sin embargo, poseía un encanto particular y siempre parecía estar ocupada trabajando en alguna tarea.
“Acabo de volver de la Hetalia. Prunia me dijo que tu abuela quería que pase por aquí”
“Oh, ¿conoció a mi tía Prunia?” La cara se le iluminó un poco y se paró más erguida. “Pasé el verano con ella hace cinco años. Nos escribimos cartas. Ella puede ser… excéntrica a veces”
Link no pudo aguantarse y se rió ante esa declaración. Apaya, en cambio, pareció algo mortificada y bajó la cabeza. Se sonrojó hasta las puntas de sus orejas puntiagudas. Él carraspeó, sintiéndose un poco avergonzado por la reacción de ella. “Sí, creo que… se podría decir que sí”.
A pesar de lo incómodo de la situación, ambos compartieron una leve sonrisa antes de que ella dijera—un poco más fuerte de lo que esperaba—que iría adentro a informar a Impa de su llegada, y que era bienvenido a esperar en la sala de espera.
Sin embargo, cuando entraron a la casa ambos se sorprendieron al verla a Impa ya sentada sobre una almohada en el suelo, con una bandeja con dos tazas de té humeante al lado. La vieja sheikah le dedicó una sonrisa y un guiño de bienvenida antes de mirarla a Apaya.
“Apaya, por favor tráeme el paquete que preparé para Link” Impa hizo gesto de que se sentara en la almohada frente a ella, y él obedeció luego de remover su espada y escudo, dejándolos a un costado. Apaya se dirigió con prisa a las escaleras como su abuela le indicó.
Impa observó a la chica subir con una expresión de afecto antes de voltearse hacia él. Fijó la mirada en él, acercándose la taza a sus labios y tomando un sorbo tenue. Finalmente, cuando bajó su taza, habló “¿Asumo que viste a mi hermana? ¿Reparo tu tableta sheikah?”
Link sacó la tableta de su cinturón y activó el módulo de la galería antes de girarla y mostrársela. “Encontré las fotografías. Es esto a lo que tu—o la princesa—se referían a ayudarme a recuperar mis…”
“Oh” Impa fijó los ojos sobre la pantalla, bajando su taza con un leve temblor en los dedos. Extendió la mano y tomó la tableta, mirándola con atención. Link notó lágrimas acumulándose en las esquinas de sus ojos, y se sintió aliviado cuando Apaya bajó por las escaleras instantes después, llevando un paquete envuelto en papel marrón y atado con una cuerda.
“¿Abuela?” dijo Apaya con un tono de preocupación en su voz. Se arrodilló en el suelo junto a Impa y colocó una mano sobre su hombro. “Oh, esa es la…”
“Si, querida. Esa es la princesa Zelda” La voz de Impa estaba cargada de emociones y Link fijó la vista en el suelo de madera entre ellos.
“Es tan hermosa…” Apaya, extrañamente, alzó la vista Link cuando dijo eso. “¡Oh! Y ahí está el amo Link. Y ahí también y ahí y….”
Link sintió cómo se le enrojecía la cara al oír eso. Era consciente de que habían bastantes fotos de él. Supuso que se debía a que la tableta siempre estaba en manos de la princesa, y como él siempre estaba con ella, acabó en muchas fotos.
Luego de unos segundos más viendo las fotos, Impa pidió hablar a solas con Link, y Apaya salió diligentemente, probablemente a continuar con la limpieza del piso como estaba haciendo cuando él llegó.
Impa carraspeó y él por fin levantó la vista para mirarla a la cara. Aunque estaban enrojecidos, ya no quedaba señal alguna del dolor que había mostrado al ver las fotografías. Tomó otro sorbo de té y lo observó con calma, como si esperara a que hablara.
Link, por su parte, tomó un sorbo del té. Era cálido y agradable—no como el horrible té gerudo que Telma le había dado. No dijo nada inmediatamente, sintiéndose cómodo en el silencio que los rodeaba.
Finalmente, Impa habló. “¿Te han ayudado con tu memoria?”
No estaba seguro cómo responder a eso. Había recordado algo, si, pero lo que sentía al ver las fotos era peor que no recordar nada. No recordaba casi nada, pero ahora supo que le había fallado a todas las personas alegres en esas fotos.
“Recordé…. algo. Un fragmento” Hizo una pequeña mueca y desvió la mirada. “Pero nada importante o útil”
“Link” Su tono era firme, haciendo que la vuelva a mirar. “No te envié junto a Prunia con la esperanza de que recordaras algo útil para derrotar a Ganon. Dudo que encontrarás algo útil en tus recuerdos—después de todo, no pudiste derrotarlo hace cien años”.
Él se estremeció ante esas palabras, y algo debió reflejarse en su rostro, porque la voz de Impa se volvió aún más cortante. “Si, fallaste. La princesa falló. Todos fallamos. Y el reino tuvo que pagar un terrible precio por eso. Pero tienes una segunda oportunidad—una oportunidad para enmendar el daño que ha sufrido Hyrule. No te dejes cegar por tu pasado muchacho."
A Link la cara se le acaloró y siguió sin mirarla a los ojos. Impa murmuró algo sobre la juventud antes de tomar otro largo sorbo de té. Cuando bajó la taza, continuó hablando en un tono más suave. “Quiero que recuperes tus recuerdos por ti, estoy segura que la princesa deseaba lo mismo. Hay mucho dolor en tu pasado, y recordarlo no será para nada agradable, pero también hay alegría y risas. Mereces recuperar esos recuerdos.”
“Fue un solo recuerdo. Uno… simple. De todas las otras fotografías que he visto, no he recordado nada más.” Omitió la extraña sensación que sintió al ver las fotos de la princesa Zelda. Le parecía algo más privado.
“Y puede que sea todo lo que alguna vez recordarás” Impa dijo con aire reflexivo. A Link se le cayó el alma al suelo “Pero no lo creo. Con el tiempo, creo que recuperarás más de tus recuerdos. Estas imágenes ya te han ayudado, e imagino que si visitas los lugares donde fueron tomadas, el efecto será aún más fuerte.”
Link se preocupó al oír eso. ¿De verdad ella esperaba que fuera a todos los sitios de las fotos? Cuando le contó lo que pensaba, Impa no pudo evitar reírse.
“¡No, muchacho tonto, no digo que intentes encontrar cada uno de esos lugares! Aunque el camino que debes tomar para liberar a las bestias divinas no es tan distinto al que tu y la princesa tomaron hace cien años. Visitaron a cada una de las diferentes razas de Hyrule para ver a las bestias, y eso se refleja en las fotos” Giró la tableta y le mostró la imagen de una ciudad de piedra blanca, majestuosa, suspendida sobre pilares que se alzaban por encima de un extenso cuerpo de agua. En sus pasarelas, se distinguían algunas de aquellas extrañas criaturas con aspecto de pez, tanto hombres como mujeres.
“La Región de los Zora” explicó Impa. “Te sugiero que vayas ahí primero. Está cerca y es fácil de llegar desde aquí, y he oído ciertas…. preocupantes noticias de esa región recientemente. No sé que tan cierta sean, pero parece ser que la bestia divina se está comportando de manera extraña. Es posible que esté relacionado con tu regreso, pero no estoy segura.”
Él asintió, preocupado por aquellas noticias. Cuando la princesa Zelda le habló la última vez, dijo que Ganon no aun sabía de su regreso. Si lo supiera ahora mismo entonces, ¿qué significaba eso para la princesa? ¿Qué implicaba para la misión que tenía ante él?
“¿Así que esos son los zora?” dijo. Impa le lanzó una mirada inexpresiva antes de comenzar a explicar que, si, esos eran los zora—una raza de gente acuática que vivía en la desembocadura del Río Zora. También le enseñó la tribu de los goron—criaturas grandes tipo roca que vivían en la base de la Montaña de la Muerte. Luego vino la tribu orni, gente con características de ave que vivía al oeste, en los Confines de Tabanta. Link pudo intuir quiénes eran las gerudo de lo poco que Telma le había dicho, pero Impa le informo donde vivían—en un enorme desierto, al sudoeste de Hyrule.
Pasado un tiempo, Impa carraspeó y le paso un pequeño paquete marrón. “Lo mande confeccionar luego de que te fueras. Me disculpo por hacerte venir de nuevo, pero sentí que debías tener esto”
Tomó el paquete, algo curioso. Desató el cordón y lo desenvolvió. Se sorprendió al ver que se trataba de una túnica azul claro, la cual era perfectamente igual a la que llevaba en las fotos. Un ribete blanco formaba símbolos sencillos alrededor de la cintura y las mangas, que él pensó que podrían representar a la familia real y a las distintas razas de Hyrule. Ese mismo ribete también formaba lo que parecía ser una espada que enmarcaba la V del cuello. Debajo de la túnica llevaba una camisa blanca simple, con franjas de color rojo y verde en el cuello y alrededor de las muñecas.
“Es la túnica de campeón” dijo Impa, mirándolo fijamente. “Cada uno de ustedes tuvo una prenda de ropa o un adorno confeccionado para marcarlos como los campeones de Hyrule. Cualquiera que lo viera con eso sabía quiénes eran y cuál era su propósito.”
A Link se le secó la boca. En lo más profundo de su mente, se preguntó por qué se lo daría. No era ningún campeón, ¿verdad? De hecho, por lo que pudo constatar, ni siquiera tenía la única cosa que lo hacia especial en primer lugar—aparentemente había perdido la legendaria espada en su lucha
Impa, tan perceptiva como siempre, pareció saber lo que pensaba. “No creo que alguna vez te hayas sentido digno de portar la túnica, ni siquiera hace cien años atrás. Pero ahora eres nuestro campeón, tal como lo eras antes. Seré directa contigo Link—te necesitamos”
Él levantó la vista hacia ella, su voz era apenas más fuerte que un susurro. “¿Cómo no puede haber nadie más?”
“Tienes el poder para derrotar a Ganon” Su expresión era gentil, pero su voz era firme como siempre. “Al igual que la princesa Zelda, tú también lo tienes. Eres el elegido de la Diosa, tal como fuiste en vidas pasadas”
Link se quedó callado. La espada estilizada en su túnica parecía reírse de él. “¿Impa?”
“¿Si?”
“¿Qué hay de la espada?”
Permaneció callada por un rato—algo que Link consideraba una mala señal. “La espada legendaria ha tenido varios nombres a lo largo del tiempo. La espada que doblega la oscuridad, la hoja destructora del mal, la espada maestra” Su voz sonaba tranquila, pero el pudo notar que su pregunta la preocupaba “Tú fuiste elegido por la espada—y ella, a su vez, te eligió a ti. Nadie más pudo levantarla”
“¿Pero dónde está? ¿No la necesitaré?”
Una vez más, la duda se reflejó en su rostro. “No…. lo sé, Link” Su alma se cayó al suelo. “Se dañó en tu batalla contra los guardianes antes de que murieras. Nunca la vi con mis propios ojos; fue la princesa quien me lo contó”
“Me aseguró que la espada estaría reparada en su debido momento y que se revelaría ante ti cuando te considere digno de volver a portarla”
El puño de Link impactó con fuerza en el suelo de madera a su lado, causando que el dolor le llegara al brazo. No le importó. “¿Revelarse ante mi? El arma que aparentemente es la clave para mi victoria se dañó hace cien años y no queda nadie con vida que sepa dónde está”
“La princesa—”
“¡No responde! Me habló cuando desperté, solo lo necesario para que me pusiera en marcha, pero ahora, cuando trato de hablar con ella, no responde. No puedo—” Sintió un nudo en la garganta y cerró los ojos “No sé si pueda lograrlo, comparado a cien años”.
Impa se levantó lentamente, y él creyó que se alejaría. No la culparía de ser así, pues estaba actuando como un niño caprichoso—¿Qué imagen debe tener ella de él? “Link” Su voz era suave y gentil. Él alzó la vista.
Ella lo abofeteó. Con fuerza.
Él aulló de dolor, colocando una mano sobre su mejilla, y miró a la anciana sorprendido.
“¿Te quejas de que la princesa no te ha hablado en dos semanas? Jovencito, ella no me ha hablado en más de cien años. Antes de que aparecieras, ni siquiera sabía que podía hablar. ¡Ni siquiera sabía si seguía viva!”
“La princesa tenía diecisiete años cuando Ganon azotó Hyrule. Y por diecisiete largos años, ella trabajó duro-–cada día—para despertar los poderes que le permitirían combatir a Ganon. Viajaste a su lado durante un tiempo, pero no te confundas. Se le ha dicho desde muy pequeña que debía aprender a usar sus poderes. Tuvo que rezarle a la Diosa a diario —todos los días— para despertar sus poderes. Pero no pudo”
“Pero ella—”
“¡No pudo, Link!” Ella subió el tono de voz, interrumpiendolo. “No hasta que Ganon hubiera aparecido y destruido todo y a todos los que ella alguna vez amó. No hasta que sus amigos más cercanos estuvieran muertos. No hasta que tu murieras en batalla. Solo ahí, y solamente ahí, pudo despertar sus poderes”
“Así que la próxima vez que te sientas indigno, cuando te quejes de no tener las herramientas necesarias, recuerda muy bien que la princesa vivió eso toda su vida. Y aun así, indigna, inexperta y habiendo fallado a su reino, Zelda—nuestra princesa—ha mantenido a Ganon encerrado durante cien largos años” Le puso un dedo en la frente, empujando para atrás. “Para darte tiempo a despertar. Porque nuestra princesa aún necesita a su caballero”
La miró, atónito por su estallido y avergonzado por su propio comportamiento. Cada palabra que dijo se sintió como un cuchillo, cortándolo en pedacitos y revelando la podredumbre en su interior. Sentía asco de sí mismo.
“Ahora” dijo ella luego de respirar hondo “¿Qué harás? ¿Nos darás la espalda? La decisión es tuya tanto ahora como lo fue antes, al fin y al cabo”
Miró la túnica azul en sus manos y la agarró con fuerza “No”
“Link” Levantó la vista hacia ella, temiendo que le volviera a pegar. “Tu camino se volverá más difícil. Las pruebas que tendrás que superar serán más difíciles—mucho más difíciles que las que enfrentaste hace cien años. ¿Estás dispuesto a seguir adelante?”
¿Pruebas más difíciles que las que enfrentó hace cien años? Hace cien años, murió enfrentando esas pruebas. Respiró hondo antes de asentir con la cabeza. “Lo estoy”
Ella sonrió de una forma que solo una abuela podría hacer. “Bien” Se volvió a sentar en su almohada, tomando su taza y bebiendo un sorbo.
“¿Impa?”
“¿Si?”
“¿Cómo lo hizo? Si lo que dices es verdad, ¿cómo hizo para aguantar todo eso?”
Permaneció callada unos instantes antes de sonreír “Ella era más fuerte de lo que cualquiera tenía derecho a ser. Mucho más fuerte, quizás, de lo que nadie jamás le reconoció.” Se detuvo un segundo “Y si crees que es la primera vez que abofeteó a un adolescente caprichoso, estas equivocado”
Él sonrió sarcásticamente, frotándose la mejilla “Sabes, no creo que puedan calificarme como adolescente”
“Bueno, aun si soy tu mayor. Eso me da ciertos derechos”
Bajo la vista a la túnica, pasando los dedos por la tela
“Deberias ponertela” Su voz era gentil y él la miró a los ojos. “Puede que no te sientas digno, pero le dará esperanza a la gente. Puede que muchos no te recuerden o lo que simboliza la túnica, pero habrá otros que sí. Y esos otros se lo contaran a lo demás”
“Lo haré”
Link salió de la casa de Impa con la túnica y la camisa bajo su brazo. Cuando salió, la vio a Apaya restregando con esmero un pasamanos de madera. Cuando ella lo vio, se enderezo del tirón.
“¡O-oh, amo Link! Me dijeron que su caballo ha sido atendido y que una cama lo espera en la posada” Sus cachetes estaban rojos y estaba claro que había estado trabajando duro mientras él estuvo adentro con Impa. Algunos mechones de su cabello blanco se le pegaron al rostro por el sudor.
“Gracias Apaya” dijo, dedicándo una sonrisa “Que tengas buenas noches” Comenzó a bajar por el puente hacia la aldea.
“¿A-amo Link?” dijo ella, con tono inseguro. Él volteó a verla, curioso. “No pude evitar…. escuchar un poco de…”
“Oh” Se frotó la nuca, sonrojándose. Había esperado que nadie los hubiera oído.
“Mi abuela es conocida en la aldea por sus poderosas bofetadas”
Link se la quedó mirando, confundido, pero terminó sonriendo sin querer. “Oh, no lo dudo” Frotó su mejilla. Aún le dolía un poco, y se preguntó si se le habría quedado marcada la palma.
“Yo también he recibido algunas un par de veces…” Por un momento, parecía que a Apaya le era fácil hablar. No lo estaba mirando a él, sino a la distancia, y su cara dibujó una sonrisa en sus labios.
“De cierta forma, no te veo haciendo algo para recibir una” dijo él, observando el meticulosamente limpio y pulido porche. “Creo que nunca te he visto holgazaneando…”
“¡O-oh!” El rostro de Apaya se puso de repente rojo como un tomate, y se aferró al pasamanos con tanta fuerza que parecía ser lo único que la mantenía en pie. “A-amo Link, es muy gentil de su parte, pero–”
“Link”
“Yo—¿qué?”
“Puedes llamarme Link. En serio. Preferiría que lo hicieras”
En ese momento, Apaya se vio incómoda, y Link temió haberla ofendido de alguna forma. Era una mujer increíblemente correcta y muy disciplinada. Esperaba que no fuera desubicado pedirle que dejara de llamarlo ‘amo’.
“L…Lo-lo hare, Link” Apaya no lo miró a la cara, pero por algo se empezaba.
“Gracias” Link se volteó y siguió bajando por el puente “Que tengas buenas noches, Apaya”
“¡U-usted también, am—digo Link!”
Link volvió a mirarla una vez más, viendo que ella lo observaba mientras se alejaba. Pero al notar que él la estaba mirando, Apaya emitió un pequeño chillido y rápidamente volvió a pulir el pasamanos. Él se rió para sí mismo y siguió camino hacia la posada, ansioso por la comida caliente y la cama que lo esperaban.
Chapter 11: Capítulo 10
Notes:
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Chapter Text
Capítulo 10
“¡Que no Vari, no lo hizo!”
“¡Que si Koko, si lo hizo, yo lo vi!”
“Odio cuando dices mentiras…”
“¡No estoy mintiendo! ¡Lo vi entrar!”
“¿Y cómo lo hizo? Ni siquiera hay una puerta”
“¡Había una!”
Dos niñas pequeñas, hermanas, estaban sentadas con las piernas cruzadas frente al santuario encima de la aldea Kakariko. El viejo santuario siempre ha estado ahí, hasta donde se sabe. Koko, la hermana mayor de apenas ocho años, sabía que el santuario era importante ya que Nana siempre sube a limpiarlo de las enredaderas que solían trepar por los costados. Era una niña observadora. Su hermana, Vari, tenía cinco años y no era para nada tan observadora. Pero si tenía una imaginación muy alocada.
“¡Vari, tenemos que irnos!. ¡Ya es casi hora de la cena, y a Papi no le va a gustar que lleguemos tarde!”
Las dos niñas llamaban a su padre Papi, pero los demás lo conocían como Dorio. La madre de Vari y Koko había muerto ya hace dos años, pero Vari no entendía muy bien la situación. En cambio Koko si, y visitaba la tumba de su madre regularmente. Pero nunca le dijo a su padre que sabía—él se había esforzado mucho en evitar que entendieran lo que le había pasado a su madre. Pero Koko era muy observadora.
“¡Ko-ko! ¡Quiero verlo salir!” Vari dijo su nombre de ese modo exagerado que tanto irritaba a Koko.
“Va-ri, no puede salir… no hay una puerta…”
“Si, ¡si la hay!”
El viejo santuario había cambiado en las últimas dos semanas. Llevaba tiempo ahí, en la cima del acantilado con vista a la aldea. Era oscuro e imponente. Había un solo camino hacia él—subiendo por el empinado camino curvo que lleva al Bosque Mágico—o así era como Koko y Vari lo llamaban, debido a la mujer mágica. Ahora, sin embargo, brillaba de color naranja. De hecho, había cambiado otra vez, cuando la luz alrededor de su base azul mientras que el ojo sheikah aún era naranja.
De todas maneras, no había forma de que Vari tuviera razón sobre Link entrando en el santuario. Al fin y al cabo, no había ninguna puerta—incluso si pareciera que debía tener una entrada. Capaz Varí se lo imaginó. Capaz se quedó dormida y lo soñó. A veces, cuando se quedaban dormidas cerca del Bosque Mágico, tenían sueño muy extraños sobre una mujer de pelo largo y rubio con un collar brillante, jugando con ellas. Quizá ese era el caso.
Sintiéndose estresada debido a su hermana, Koko acabó tomando la mano de Vari con firmeza y comenzó a arrastrarla hacia el camino que llevaba de vuelta a la aldea para regresar a casa. Vari se opuso, pero Koko era más grande y fuerte que ella, así que la siguió arrastrando.
De repente, un breve brillo de luz azul claro apareció detrás de ellas, y se dieron la vuelta, quedando boquiabiertas al ver las partículas azules formando un pequeño remolino alrededor de la base del santuario, el cual también brillaba de un color azul claro. El remolino giró más rápido antes de achicarse, tomar forma y luego desvanecerse. Ahí donde se desvaneció el remolino, estaba Link parado. Tenía los hombros caídos y se veía triste, igual que Papi en esas noches en las que creía que Koko ya estaba dormida. Llevaba una túnica azul bonita, aunque cubierta de polvo gris. Tenía un rasguño en la mejilla, manchado de sangre.
Link volteó para ver el santuario el cual, para sorpresa de Koko, se había vuelto azul, incluido el ojo sheikah. No entendía qué significaba todo eso, pero Link aparentemente sí, pues lo vio asentir y darse la vuelta. Su mirada cayó sobre Koko y Vari y quedó paralizado, sin saber qué hacer.
“¡S-señor Link!” Koko no lograba comprender cómo había llegado Link, o de dónde había salido. ¿Podía ser que Vari había estado diciendo la verdad? “¿Acaba de… Estaba dentro del santuario?”
Observó a Koko antes de arreglar su postura levemente. Se paró más erguido, respiró hondo y sonrió antes de acercarse y arrodillarse frente a ella. Koko se preguntó si el rasguño en su mejilla le dolía—parecía que sí.
“Estaba ahí dentro. Tuve que ocuparme de unas cosas y doña Impa me dio permiso para entrar.” Vaciló por un momento, mirando entre Koko y Vari. Terminó por levantar un dedo frente a su boca “Pero, shh…. Es un secreto.”
Koko asintió, contenta de participar en un secreto. Al menos este era un buen secreto. Por supuesto, Vari no sabía guardar un secreto para nada. No era muy buena en eso. Probablemente se lo contaría a todos en la aldea antes de que acabara el día. Pero Koko intentaría detenerla.
Link le dedicó una cálida sonrisa a las hermanitas y levantó una mano, indicando que esperaran ahí, se levantó y se dirigió a un árbol creciendo al borde del acantilado, donde se arrodillo y recogió algo. Un momento después, regresó con un par de flores amarillas.
“Tomen” dijo, arrodillándose frente a las dos. Les sostuvo las flores a cada una. “Las vi y pensé que les gustaría”. Obviamente, las niñas, quienes tenían sólo ocho y cinco años, estuvieron más que complacidas en tomar las pequeñas flores amarillas. Koko puso la suya en su cabello, mientras que Vari simplemente la sostuvo con fuerza en su puñito—probablemente la iba a estropear.
Unos momentos después, luego de que Link se hubiera despedido de ellas, Koko le dedicó su mejor reverencia sheikah—había estado practicado frente al espejo últimamente—y guió a su hermana colina abajo, dejándolo a él solo en la cima.
Malditos monjes sheikah, pensó Link cuando se sentó contra la base del recientemente activado santuario. Se tocó la mejilla y se estremeció por el dolor. Si no fuera por la leyenda del héroe, hasta diría que intentan matarme.
Este santuario se enfocó más en utilizar las Bombas Remotas, donde tuvo que destruir varias puertas y paredes para avanzar. Se sintió raro el destruir parte del antiguo santuario sheikah, y admiró la sabiduría de los sheikah al crear un santuario con el único propósito de quedar parcialmente destruido. Al menos, esperaba sinceramente que esa hubiera sido la forma indicada de avanzar por el santuario. No había visto otra manera de hacerlo.
No había sido tan difícil como el primer santuario, pero aprendió muy rápido qué tan lejos debía estar al denotar una bomba. Las explosiones hicieron volar los fragmentos de pared y demás a una distancia sorprendente, como lo demostraban su mejilla ensangrentada y varios moretones ocultos bajo la ropa.
Llevaba puesta la túnica de campeón celeste, cosa que resultó ser una buena decisión, aunque no estaba cómodo con ella. Le quedaba bien—casi como si Impa hubiera tomado sus medidas antes que mandarla a confeccionar—y le permitía una mejor movilidad que la túnica y piezas de armadura que Telma le había dado. Optó por ponersela, no por la protección que le daba o su gran flexibilidad, pero por los pocos sheikah que aún sabían lo que esa túnica simboliza. Les daría esperanza y creyó que eso era lo menos que podía hacer por ellos.
Aunque se trate de falsas esperanzas.
Suspirando levemente, se levantó, estirándose y estremeciéndose ante el agudo dolor en su rodilla, causado no por los escombros voladores, sino por haber tropezado y caído sobre uno de ellos. Quizás aceptaría la oferta de Impa de prepararle un baño caliente. La había rechazado esa mañana, simplemente porque parecía que la anciana se lo ofreció con el único objetivo de molestar a Apaya. La joven sheikah pareció incomodarse con la idea de él pasando tiempo en su baño. Pero ahora esa idea sonaba de maravilla. Se quedaría una noche más en Kakariko y esperaba poder partir la mañana siguiente a la Región de los Zora, hacia el norte, la cual Impa había marcado en su mapa.
Cuando se preparó para caminar cuesta abajo, vio algo por el rabillo del ojo que le llamó la atención, y desvió la mirada hacia el bosque por encima del santuario. Vio un pequeño destello de luz azul y miró intrigado, pensando que se trataba de algún tipo de tecnología sheikah. Cuando la luz no volvió a aparecer, decidió ir a investigar.
Subió por la colina para entrar en el bosque y se sorprendió al encontrarlo tan oscuro. El dosel por encima de su cabeza era denso, bloqueando mucha de la luz del sol. Pero la oscuridad no era el único aspecto extraño de ese bosque. Tenía un aire peculiar—todo estaba demasiado callado y el ambiente se sentía pesado. Cuando se adentró más en el bosque, notó algo extraño. No había ramitas u hojas en el suelo. Había un denso pasto verde que cubría todo, que parecía estar increíblemente sano a pesar de la sombra perpetua provocada por el dosel. Había flores de todo tipo, forma y color que crecían junto al pasto.
Se le puso la piel de gallina mientras se adentraba aún más en el bosque sombrío. Nada parecía inmutarse con nada. Incluso el pasto parecía resistirse a sus huellas, recuperando su forma con rapidez en cuanto levantaba el pie. Por otra parte, pudo ver algunos animales. Vio una gran ardilla marrón sentada en una rama, observandolo y a la distancia, a través de los árboles, pudo ver un venado con enormes astas pastando. El bosque parecía estar congelado en el tiempo. Vivo y sin decadencia. Etéreo.
Volvió a notar otro destello de luz azul por el rabillo del ojo, y desvió la mirada del venado que había dejado de pastar para observarlo. Su vista cayó sobre un lugar sobre el sendero frente a él. A varios pasos de distancia estaba una criatura como la que Link jamás había visto. Tenía casi el mismo tamaño y forma que una liebre grande, con caderas anchas y pequeñas patas delanteras. Su cara, en cambio, no se parecía para nada a la de un conejo. En su lugar, parecía tener la cabeza de un búho, con brillantes ojos amarillos y un pequeño y redondo pico. Sobre su cabeza tenía lo que parecían ser dos frondas de helecho, erguidas como lo estarían las orejas de un conejo. Todo su cuerpo brillaba con un resplandor azul sobrenatural, iluminando la hierba a su alrededor.
Asombrado por el extraño animal, Link se agachó lentamente, sin apartar la mirada ni un segundo. La criatura no tenía pupilas, pero a Link le pareció que tenía los ojos fijos en él. Una de sus “orejas” se contrajo de una forma que parecía indicar curiosidad, e inclinó la cabeza ligeramente hacia un costado. Luego de varios minutos en silencio, dio un salto adelante a unos pocos metros de él. Link, un poco sorprendido por eso, extendió cautelosamente una mano hacia la criatura. La criatura observó su mano, inclinando la cabeza, y Link contuvo la respiración. Finalmente, la criatura dio unos cautelosos pasos adelante y extendió el rostro hacia él. Link pudo sentir el pico con la punta de los dedos.
Una descarga eléctrica le recorrió todo el brazo, jadeó bruscamente y todo el cuerpo le hormigueaba con energía. La criatura retrocedió, mirándolo asustada. Esos ojos parecían ver a través de Link, y él imaginó que podía ver su propia expresión de asombro reflejada en lo más profundo de ellos.
Permanecieron así por un tiempo, miradas fijas sobre el otro, mientras la extraña energía que Link sintió parecía disiparse. Cuando por fin se desvaneció, quiso volver a experimentar la extraña sensación, y extendió el brazo con inseguridad hacia adelante. Sin embargo, esta vez la criatura no se acercó y no lo dejó tocarla. Cuando Link se movió, la criatura dio un paso atrás, mirando su mano—podría haber jurado que hasta le dijo que no con la cabeza. Entonces, para su sorpresa, la criatura se dio la vuelta y se lanzó de repente hacia la maleza. La luz azul se desvaneció al instante, y el bosque, que había parecido tan luminoso en presencia del ser, volvió a oscurecerse.
Link esperó que la criatura reapareciera. Se había metido en un arbusto, pero seguramente volvería a salir, brillando intensamente y bañando al bosque con su tranquila luz otra vez. Pero pronto se dio cuenta que, fuera lo que fuera esa criatura, no volvería a aparecer. Su luz había desaparecido completamente, y el arbusto apenas si se estremecía.
Las piernas le temblaron cuando se levantó, y miró a su alrededor en el oscuro bosque. Todo estaba sumido en silencio otra vez. Ya no veía al venado o a la ardilla de antes. No obstante, la extraña pesadez del ambiente aún permanecía ahí y decidió que era hora de irse. Mientras caminaba de regreso fuera del bosque, notó que la rodilla ya no le dolía. No sería hasta más tarde esa misma noche, mientras se preparaba para el baño caliente que le había pedido a Impa, cuando se dio cuenta de que bajo la sangre seca, su mejilla estaba intacta y sin marcas.
Cuando se percató de esos extraños sucesos esa noche, volvió a pensar en la curiosa criatura tipo conejo y la energía que sintió al tocarla. ¿Qué clase de animal podría curar a alguien con solo tocarlo y desaparecer en el aire? Nunca se lo preguntó a Impa. No estaba seguro por qué, pero se sentía como algo muy personal.
A la mañana siguiente, partió de Kakariko justo antes del amanecer. Si bien muchos aldeanos seguían durmiendo o estaban ocupados en lo suyo, algunos se habían reunido para despedirse de él, sosteniendo antorchas para iluminar su camino fuera de la aldea. Al igual que ayer, llevaba puesta su túnica azul, la cual había limpiado del polvo y escombros de la prueba del santuario. Llevaba en su espalda su espada y el escudo sheikah, por si las moscas.
Él podía dar esperanza a la gente.
Salió cabalgando por un sendero alternativo que lo llevó a través de otro pasadizo estrecho que terminaba en un terreno alto con vista a lo que Impa había llamado el Pantano de Lanayru. Esta ruta era mucho más corta que la que Telma había tomado para ir a la Región de los Zora; había dado la vuelta y rodeado los Picos Gemelos antes de ir al norte. Sin embargo, también era un camino que le habría resultado imposible tomar con su carreta, debido a la falta de una ruta constante al salir del desfiladero y a los tramos de fuerte descenso que había antes de llegar al camino lejano.
Cuando Link salía del paso, sus ojos se posaron nuevamente en el lejano castillo de Hyrule. Estaba un poco más cerca de lo que había estado y podía ver con más detalle. Había una serie de masivos pilares de aspecto sheikha que salían del suelo rodeando el castillo. Parecían ser tan altos como las torres más altas del castillo y brillaba una extraña luz rojiza, en vez del típico azul o naranja. Por lo que pudo ver, parecían haber cinco rodeando el castillo y las ruinas de la ciudadela en la base del castillo.
Estaba sentado arriba de Valorio, rígido, con los ojos fijos en el castillo. ¿Volvería a ver surgir a la enorme bestia? Si Ganon volvía a aparecer, ¿volvería a sumergirse en el castillo al igual que antes, o finalmente se liberaría del control de la princesa Zelda? ¿Cuánto tiempo más podía la princesa contener a Ganon? ¿Será capaz de enmendarlo todo? ¿Había sido resucitado solo para volver a ver al reino perecer?
Esbozó una mueca, desviando la vista del castillo, avergonzado por sus pensamientos. Afortunadamente, mientras cabalgaba con cuidado por la pendiente con Valorio hasta donde podría volver al camino principal, Ganon no volvió a aparecer sobre el castillo. Parecía que la princesa seguía cumpliendo con su deber. Lo menos que Link podía hacer era cumplir con el suyo.
El sol se había puesto sobre el horizonte oeste para cuando Link llegó al Rancho del Pantano. La primera cosa que lo sorprendió fue lo cerca que estaba de la Llanura de Hyrule y claramente el castillo había influenciado su construcción con el pasar del tiempo.
Situado sobre una colina con vista al río con corriente hacia el sur, entre el Pantano de Lanayru y la Llanura de Hyrule, el rancho claramente había sido construido teniendo en cuenta su defensa. Los árboles del bosque a su alrededor habían sido talados, y mucha de la madera había sido utilizada para construir paredes con picos afilados que rodeaban el rancho. Es más, dos torres de vigilancia habían sido construidas, una al sur y otra al norte, y Link pudo ver a una guardia en cada una armados con un arco.
Había varios edificios más además del rancho, pero el más cercano tenía forma de un largo rectángulo. Link vio salir a un hombre del edificio, vestido con armadura de cuero y blandiendo una lanza. ¿Quizá se trataba de algún tipo de barraca? El rancho, sin embargo, se veía exactamente como los demás ranchos que había visto, si bien algo más grande y con una zona en su patio designada para los vagones y carretas.
Al acercarse, Link observó una zona de hierba quemada justo dentro del perímetro vallado y varias flechas rotas clavadas en el suelo justo fuera del perímetro. Esta estación no solo estaba preparada para la batalla, sino que también había sido escenario de ella recientemente. Sintió una extraña mezcla de aprensión y alegría al ver que otros estaban luchando.
Esperaba que los guardias de las torres lo detuvieran, pero nadie le dijo nada mientras maniobraba a Valorio dentro del patio. Ahora que estaba más cerca del rancho, pudo oír música y canciones viniendo dentro del rancho, lo cual le levantó el ánimo inmediatamente. Bajó de su montura, le entregó las riendas al mozo de cuadra y caminó hacia la entrada del rancho.
Una vez adentro, fue recibido por una escena que resultaba tanto encantadora como ligeramente desconcertante. La gran sala común tenía unas cuantas mesas de madera puestas en fila, y muchas de las bancas estaban ocupadas tanto por hombres y mujeres con armadura de cuero como por pequeño grupo de gente que parecían ser comerciantes o viajeros. Varios mozos se movían entre las mesas, llevando bebidas o bandejas de comida. La gente en la sala común parecía estar alegre, ya sea conversando entre ellos, riendo o cantando. Al mirar por la sala común, Link encontró el motivo de todo eso.
Al fondo de la sala, sobre una plataforma hecha con grandes cajas de madera, estaba parado un miembro de la tribu orni. El orni era alto—mucho más alto que Link y de pecho y hombros más anchos—y tenia plumas de color azul y blanco con gran pico negro. Estaba tocando con entusiasmo un instrumento que parecía un acordeón a la par que cantaba con una voz grave y resonante. Claramente le encantaba tocar; si bien su pico era rígido, algo en sus ojos y demás rasgos faciales daban la impresión de que sonreía.
Cuando Link se arrimó a una mesa para escuchar y, probablemente, pedir comida, los ojos del orni se posaron sobre él. Por un brevísimo momento, la música se detuvo. Sus ojos dorados se cruzaron con los ojos azules de Link, eran intensos y determinados, pero luego los cerró. Luego la música continuó. Nadie dijo nada en absoluto, si es que vieron algo. Sin embargo, Link dudó en sentarse. Algo en su expresión le dio la impresión de que lo reconocía. Finalmente, apartó de su mente esos pensamientos paranoicos y se sentó.
Varios minutos después, el orni terminó su canción con unos pocos aplausos del público. Sonrió e hizo una leve reverencia antes de mirar al público reunido. Unos cuantos clientes borrachos le gritaron pidiendo otra canción, pero él simplemente levantó una mano mientras balanceaba cuidadosamente su acordeón con la otra. Sus ojos, una vez más, se posaron sobre Link, quien acababa de ordenar algo para comer.
“Amigos, amigos…” El orni colocó sus manos sobre su instrumento y tocó una larga y dulce nota. “Habrá más tiempo para canciones, no se preocupen. Al fin y al cabo, la noche es joven. Pero primero, me gustaría tocar una canción que ha sido transmitida desde tiempos antiguos. Es una canción sobre héroes y villanos, valentía y magia, y una gran victoria. Es una historia real, pero muy antigua” El público respondió positivamente, lo que causó que el orni sonriera y empezara a balancearse ligeramente mientras tocaba notas en su acordeón, lento y metódico.
“El reino de Hyrule, aunque conoce la gloria, ha sufrido durante su larga historia” comenzó a cantar, su voz era cálida e imponente. El público guardó silencio, hasta los mozos se detuvieron para escuchar.
“Ganon, el cataclismo, peligro constante, amenaza con destruirlo en cualquier instante”
A Link se heló la sangre.
“Mas en el reino de Hyrule abundan las esperanzas, gracias a dos valientes y sus heroicas andanzas. La princesa y el héroe portador de la espada renacen para enfrentarse a la fuerza malvada. El relato de la batalla contra Ganon pasó de boca en boca, y así nos llegó.”
El pánico se apoderó de él y quería salir de ese lugar y seguir con su viaje. No quería que su pasado lo atormentara esa noche, no quería que le recordaran todo lo que no podía recordar.
“Escucha esta canción, mi humilde ofrenda, sobre Ganon, la princesa y el héroe de la leyenda. Antaño el reino de Hyrule gozaba de paz. Sus virtudes eran muchas y su gente capaz. Aunque la amenaza de Ganon era latente, las gentes de la época tenían un plan en mente”
“Con el fin de ayudar al héroe y a la princesa, crearon artefactos para apoyar su empresa. Eran cuatro temibles máquinas colosales, unas ‘bestias divinas’ con forma de animales. Y soldados metálicos, ‘guardianes’ feroces, que vigilaban el reino y corrían veloces.”
Permaneció pegado a su cilla, pero sentía la cara acalorada y sus manos apretaban sus rodillas con firmeza bajo la mesa. La canción hablaba sobre lo que Impa y Roahm le habían contado—sobre el legendario héroe, su predecesor, quien había derrotado a Ganon hace mucho tiempo atrás. Sintió una extraña mezcla de vergüenza y alivio al saber que la canción, por lo menos, no era sobre él.
“Para controlar a las bestias divinas se eligieron a cuatro campeones que al reino defendieron. Guardianes y bestias, héroe y princesa… la victoria frente a Ganon era manifiesta. Y cuando el temible cataclismo al fin retornó, acabó abrumado por el ejército que vio.”
“Se enfureció y luchó encarnizadamente, mas la fuerza de los guerreros resultó suficiente. La gran horda de guardianes luchó con valentía, protegiendo a los héroes en tan decisivo día. Las bestias divinas desataron su poder, y pronto Ganon se vio condenado a perder.”
La canción le sonaba… familiar a Link. Algo, en lo más profundo e impenetrable de su mente, pareció reaccionar. Si bien no podía recordar nada en específico, estaba seguro de que había oído esa canción antes, pero ¿dónde? El orni dijo que la canción era de tiempos antiguos—¿podría ser que la oyó en el pasado?
“El héroe de la leyenda asestó el golpe final, y la princesa aprisionó a Ganon, encarnación del mal. Así suenan los versos que relata esta tonada sobre la batalla contra Ganon en una época pasada.”
El orni paró de cantar, aun tocando su lenta y sombría melodía por unos cuantos segundos más antes de terminar con una última y larga nota. Por un largo rato, el silencio reinó en la sala común. El silencio fue interrumpido finalmente por un hombre, cuya borrachera lo hacía pronunciar mal las palabras.
“¡Hey Nyel! ¡Creí que dijiste que la historia era real!”
El orni, cuyo nombre era Nyel, se volteó hacia el hombre y sonrió, asintiendo, dándole la razón. “Así es”
“¿Entonces por qué demonios está el castillo destruido y por qué tengo que luchar contra monstruos todos los días?”
La sonrisa de Nyel se desvaneció ligeramente, pero inclinó la cabeza en señal de reconocimiento. “Esta canción, obviamente, habla sobre el antiguo héroe y princesa de hace diez mil años, quienes salieron victoriosos contra el cataclismo. No son los mismos que lucharon contra Ganon a cien años atrás, cuando todo estaba en llamas1”
“¡Claramente!” Una mujer fue la que habló esta vez y otros murmuraron entre sí, coincidiendo con ella. Link se sentía cada vez más abrumado.
“Amigos,” dijo Nyel con una mano levantada. “La historia de hace cien años es otro relato, en efecto, y uno que no voy a contar esta noche. Sin embargo, en defensa de la princesa y su caballero, el cataclismo ha sido derrotado, al menos por ahora”
La mujer al lado de Link rió sarcásticamente. “¡Y mira que bien nos ha hecho! No puedes caminar ni tres metros en la Llanura de Hyrule sin que los monstruos te ataquen, o peor. No veo ninguna princesa, mucho menos un héroe y esa cosa sigue sobrevolando el castillo… ¡Mi hija sigue teniendo pesadillas sobre eso! La única razón por la que no nos vamos de aquí es porque no creo que ningún lugar estará a salvo cuando eso venga a por todos nosotros”
Link se levantó abruptamente de la mesa, causando que unas cuantas personas lo miraran, Nyel incluido. Los ignoró y salió fuera del rancho, respirando temblorosa y profundamente el fresco aire nocturno. Había oscurecido y las estrellas titilaban en el cielo. Se reclinó contra la pared exterior del rancho, deseando que lo trague la tierra y desaparecer. Se preguntó si, quizás, debía simplemente teletransportarse de vuelta a Kakariko o incluso a Hatelia. Por los dioses, hasta la maldita meseta sonaba bien. Quizá otros cien años en suspensión no le vendrían mal.
Cerró los ojos, respirando hondo e intentando no pensar en sus recuerdos perdidos, su fracaso o en su humillación. Intentó no pensar en todas esas cosas una tras otra. Oyó a alguien acercándose y, suspirando, abrió los ojos creyendo que era un mozo para pedirle que pagara por su comida. Para su sorpresa, vio a Nyel parado junto a él.
“Buenas noches” Nyel lo saludó inclinando levemente la cabeza, cosa que Link repitió, esperando que se fuera. Pero no lo hizo y siguió hablando “No creo haberte visto antes—y eso que conozco a la gran mayoría de los viajeros en esta región del reino. Suelen compartir historias de todo tipo, ¿sabes?”
Link midió sus palabras con cuidado, luego de aprender la lección sobre mentiras mal elaboradas. Al menos ahora entendía algunas cosas un poco mejor. “Soy de la aldea Hatelia. ¿Has…. estado ahí antes?”
Nyel inclinó levemente la cabeza. “¿Hatelia? No, debo confesar que no he viajado tan lejos por el este todavía.”
Link se relajó un poco y se permitió sonreír “Es un lugar lindo. Es mi hogar” Reflexionó al decir eso, viendo que aún no había dicho una mentira. Él es de Hatelia—simplemente la Hatelia de hace cien años.
“Si no te incomoda que pregunte, ¿qué te trae tan lejos al noroeste?” Nyel tenía una forma muy refinada de hablar y una voz que Link, francamente, no se esperaba de una raza de gente voladora. ¿Qué esperaba? ¿Chillidos? ¿Cacareos?
“Me dirijo a la ….” se preguntó si decir la verdad le convenía, pero decidió decirla de todas formas “Región de los Zora”
A Nyel se le iluminó el rostro y sonrió “¿ Dijiste La Región de los Zora? ¡Qué maravillosa coincidencia! Yo también he emprendido un viaje hacia la región. He oido que hay problemas con la bestia divina y me gustaria verlo en persona”
A Link se le cayó el alma. Parecía que el universo le estaba haciendo una broma muy pesada. “¿Estas…. investigando la bestia divina?”
“¡Oh! ¿Así que sabes sobre las bestias? ¡Espléndido! Muchos de tu región no están al tanto de eso. Cien años no es mucho como para que la gente olvidara su existencia, pero algunos simplemente…. dudan de que existan. De hecho, muchos de los niños con los que he hablado—¡oh!” Nyel pareció avergonzado, las plumas alrededor de su cuello se erizaron ligeramente “Mis disculpas, no pretendía compararte con un niños”
Link le dio a entender que no lo ofendió para nada, cosa que alivió a Nyel. Luego sonrió.
“Simplemente quise decir que, al menos que vivas bajo la sombra de una, es fácil verlos como simples mitos o exageraciones. Nosotros los orni, naturalmente, hemos vivido a merced de Vah Medoh por los últimos cien años, así que su existencia no es ajena a nosotros”
Vah Medoh. La bestia divina pilotada por el campeón orni, Revali. Un campeón que murió con el resurgimiento de Ganon. Esas palabras resonaron en la cabeza de Link como si fuera un mantra. Había hecho su mejor esfuerzo en grabar esas cosas en su memoria desde que salió de Hatelia. Puede que no los recuerde, pero al menos podía saber de ellos.
“Pero volviendo a tu pregunta, no, no estoy investigando la bestia divina Vah Ruta, exactamente. Veras, soy juglar ambulante, como habrás podido notar. Una vez estudié bajo la tutela de un reconocido poeta sheika, Rao, quien fue el poeta de la corte de la familia real antes de su declive hace cien años”
Nyel se giró hacia el castillo. La neblina roja brillaba alrededor del castillo, iluminando su parte inferior. Por fortuna, la bestia no surgió de él. “Por mucho tiempo escribió y cantó sobre los tiempos y héroes previos al cataclismo, en especial sobre la princesa Zelda, su caballero y los cuatro campeones que lucharon para prevenir el regreso de Ganon”
Oh, fantástico, pensó Link. De todas las personas que podía haber conocido de casualidad, tenía que ser el orni con un conocimiento profundo sobre su pasado. “¿Ah sí?”
“Estoy continuando la obra en vida de mi difunto maestro. Me dirijo a la Región de los Zora con la esperanza de aprender más sobre Mipha, la campeona zora, para poder continuar la epopeya de mi maestro, la cual dejó trágicamente sin terminar cuando murió mucho años atrás”
Link escondió una mueca y miró al pasto junto a sus pies mientras pensaba en las palabras de Nyel. Absorto en sus pensamientos, se preguntó cómo le seguía pasando eso. Se suponía que no debía ser una sorpresa—cien años no era el tiempo suficiente para que su fracasado quedará olvidado, incluso si muchos de los que vivían en el presente no sabían su identidad.
“¿Está… todo bien?” Nyel lo miró con curiosidad, y Link sintió su cara sonrojarse “Te ves trastornado”
“Oh, yo sólo—” titubeó “Es solo que… es triste. Lo que le pasó a ella, y a los demás campeones”
El orni asintió “Si, en efecto. Una gran tragedia. Muchos creían en los seis, pero al final todo fue en vano…” Los dos permanecieron callados un rato hasta que Nyel volvió a hablar. “Pero yo creo que aún hay esperanza.”
Link levantó la vista hacia Nyel, confundido. Nyel pareció notarlo en su expresión y rió ligeramente.
“Bueno, tal vez sea porque tiendo a preferir los finales felices, pero creo que estas cosas, al final, suelen arreglarse solas.”
“Pero perdieron”
“¿Ah sí?”
“Todos murieron”
“¿Todos?”
A Link se le quebró la voz, y miró a Nyel a sus ojos dorados. Esos ojos parecían conocerlo muy bien. Finalmente, el orni sonrió y se encogió de hombros.
“Por supuesto, los seis ya no están con nosotros. Seguramente los cuatro campeones murieron en batalla. El caballero, cuenta la leyenda, cayó ante los pies de la princesa a la sombra de la Muralla de Hatelia. La princesa, sin embargo…” Dirigió la vista hacia el castillo. “Mi maestro habló de ella y de cómo, por sí sola, fue al castillo a enfrentarse a Ganon con sus poderes. Y muchos años después, aquí estamos.”
“¿Y qué hay con lo que dijo esa mujer? Los monstruos están aterrorizando a los que viajan por Hyrule. Por lo que vi, son pocos los que se aventuran más allá de los Picos Gemelos”
Nyel asintió. “Lo que dices es cierto. Pero diría que la proliferación de monstruos por el camino no es culpa de los seis” Cuando Link abrió la boca para objetar, Nyel sostuvo una mano “Por favor, permíteme explicar. Por lo que he oído, es cierto que los monstruos se han fortalecido con el resurgimiento de Ganon. Pero siempre existieron monstruos, incluso antes de su regreso, y seguirán habiendo, aún si es derrotado”
“Antes de la caída de Hyrule, el rey no dependía del poder de la princesa Zelda para patrullar los caminos en busca de moblins. Esa era tarea de los soldados. Pero claro, actualmente perdimos gran parte del ejército por culpa de Ganon. ¡Pero estoy seguro que otros se levantarán y lucharán!”
“Pero si todos los soldados y caballeros están muertos—” dijo Link, pero Nyel no había terminado
“Pareces saber luchar. Deduzco que has, en efecto, luchado contra estas criaturas, ¿no es así?” Link asintió de mala gana y Nyel sonrió triunfante. “¿Lo ves? Si simplemente hubiera más personas como tú, quizá podríamos proteger las rutas otra vez. Cada raza de Hyrule tiene guerreros entre ellos. Los sheikah son reconocidos por sus habilidades en el sigilo y precisión, los goron son capaces de repeler a un grupo entero de enemigos por sí solo, los zora son veloces y aún cuentan con una fuerza militar, las gerudo son una raza entera de guerrera, y nosotros los orni somos los mejores arqueros en esta tierra. Ustedes los hyliano tienen una larga historia llena de grandes y nobles guerreros”
“Así que, ¿qué excusa tenemos? El gran cataclismo es devastador, si, pero también lo fue hace cien años. No obstante, en vez de reclamar las tierras dominadas por los esbirros de Ganon, simplemente esperamos a morir. O quizás, a que alguien nos salve”
Link permaneció callado, con la mirada fija en el castillo. No sabía cómo responder a todo eso. Quería poder sentir la esperanza de esas palabras, quería no sentirse culpable por el estado actual del reino, pero ¿cómo? Si no fuera por él, nada de esto hubiera pasado.
Nyel volvió, finalmente, a hablar, pero con un tono más suave. “Me disculpo si te ofendí. No pretendo insinuar que individuos como tú deberían hacer más por el reino. Solo que nosotros, los distintos pueblos de Hyrule, deberíamos trabajar juntos en vez de refugiarnos en nuestras casas”.
Link negó con la cabeza, exhalando lentamente. Aún no sabía qué decir, así que decidió no decir nada.
“Aún no sé tu nombre. Me resulta increíblemente grosero de mi parte, así que, por favor. Sabes mi nombre, ¿podría saber el tuyo?”
“Link”
“¿Link?” El tono de Nyel denotaba intriga. A Link se le heló la sangre y maldijo para sí mismo. ¿Por qué usó su nombre real cuando claramente esta persona sabía tanto sobre su pasado? “Ahora me resulta aún más fascinante que lleves esa túnica”
“¿De veras?” Intentó mantener la voz lo más neutral posible, pero aun así evitó mirar a Nyel a los ojos.
“Parece ser del mismo color que llevaban los antiguos cuatro campeones, según lo que me han contado. Y Link era el nombre del caballero de la princesa y portador de la Espada Maestra”
“No…. lo sabía” Link se obligó a mirarlo a la cara y esbozar una sonrisa que esperaba pareciera inocente.
“Si, bueno, tales detalles se pierden con el tiempo. El nombre del héroe, en especial, suele cambiar en los mitos y relatos, dependiendo de quién cuente la historia. Algunos incluso se equivocan y lo llaman por el nombre de la princesa, por muy tonto que pueda parecer.” Nyel soltó una leve risa. “Pero mi maestro realmente conoció a ese hombre y me informó que su nombre era Link, al igual que tu”
“Qué extraño” Link apartó la vista, volviendo a observar el castillo en la lejanía.
Unos momentos después, Nyel carraspeó “Claramente estos temas no son de tu agrado. Me disculpo por incomodarte con mis comentarios”
Link suspiró, y volteando a ver a Nyel, negando con la cabeza. “No, es solo que…. Tengo muchas cosas en la cabeza. No es tu culpa”
Una vez más, el orni le volvió a lanzar esa penetrante mirada suya. “¿Podría entonces recomendarte la cerveza de fruta aislante? He oído de muchos cliente hace maravillas. También hace ‘maravillas’ con mi billetera”
Link rió ligeramente mientras procesaba las palabras del orni. Nyel abrió su pico formando lo que claramente era una sonrisa. El chiste finalmente le permitió a Link poder relajarse y desvió la vista del oscuro castillo
El resto de la noche le resultó mucho más tranquila que al principio. Finalmente volvieron adentro, y disfrutó escuchar la música e historias de Nyel, las cuales ninguna hablaba sobre él o sus encarnaciones pasadas.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Kass Nyel Koko Koko Cottla Vari Wetland Stable Rancho del Pantano
1: Age of Burning Fields solo existe en versión en inglés; en los demás idiomas quedó como “cuando todo estaba en llamas” o algo así.
PD: Cuando estaba traduciendo este capítulo me di cuenta de que la canción de Nyel tenía que rimar, así que tuve que hacer todo desde cero. Lastimosamente usé IA para ayudarme, no sé nada sobre rimas. Pero luego me di cuenta que esa canción está en el juego original, así que Nintendo ya la tradujo. Lol.
PD: Quien sería un buen actor de doblaje para Nyel? Idzi Dutkiewicz?
Chapter 12: Capítulo 11
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 11
Al día siguiente los dos no viajaron juntos, más bien Nyel se fue volando y Link cabalgando. A Link le cayó bien el orni, para lo incómodo que fue su primer encuentro el día anterior. Nyel, por fortuna, comprendió que el cataclismo era un tema sensible para Link, y no volvió a hablar del tema. Y si bien tenía cierta curiosidad, Link nunca le preguntó qué sabía de su pasado. Pero con ambos temas puestos de lado, tuvieron más facilidad al hablar que la noche anterior, y Link pudo obtener información importante sobre Hyrule que no había oído de nadie más hasta el momento.
Aun así, cuando emprendió el viaje esa mañana, deseó que Nyel se hubiera marchado de la Región de los Zora para cuando llegara en los próximos tres a cuatro días. Sería más fácil enfrentarse a la bestia sin tener que preocuparse por un juglar viajero corriendo la voz sobre sus acciones por todo el reino. Eso era suponiendo, por supuesto, de que sería capaz de averiguar cómo lidiar con la bestia. Y de que sobreviviría en el intento.
Cuando el sol comenzaba a bajar por el oeste, Link pudo ver los primeros indicios de que se aproximaba una lluvia. La oscura masa de nubes era visible sobre la montaña que rodea la Región de los Zora.
“Parece que nos espera otra noche húmeda” dijo, dándole palmaditas a Valorio en el cuello. El caballo giró la cabeza y lo miró con sus grandes ojos marrones “Si puedo encontrar un refugio, lo haré”
Valorio resopló y volvió a mirar hacia delante. Link hizo cara de fastidio, pero luego se puso a pensar sobre lo que había pasado, ya que era él quien había empezado a hablar con su caballo e interpretar sus respuestas.
Sin embargo, la lluvia no vino esa noche. De hecho, no parecía acercarse ni un poco mientras seguían su camino y el sol se ocultaba. Al despertar la mañana siguiente y ver una masa de nubes turbulentas aún presentes sobre la Región de los Zora, supo que algo andaba mal. Algo preocupante, posiblemente mucho peor que una fría y húmeda noche.
El río junto al que viajaba poco a poco comenzó a crecer—la corriente era cada vez más fuerte y el nivel seguía subiendo—a medida que se acercaba a la Región de los Zora, llegando finalmente al punto donde comenzaba a rebalsar. Más de una vez, Link tuvo que guiar a Valorio por caminos cubiertos de agua poco profunda.
Finalmente, a primera hora de la tarde, al tercer día de haber salido de Kakariko, el ambiente se volvió oscuro y húmedo. Había cabalgado hacia la lluvia, la cual seguía sin moverse de su lugar por encima de la Región de los Zora. Las nubes, casi negras, dejaban caer la lluvia en un interminable diluvio que inmediatamente mojó por completo la capa y ropa de Link. El camino se volvió cada vez más traicionero y lleno de barro, y las pezuñas de Valorio generaban un fuerte sonido de succión cada vez que las levantaba del lodo.
Link pudo ver una torre sheikah en la cercanía, pero no trató de escalarla. En cambio, se reclinó hacia adelante y acarició a Valorio en el cuello, calmándolo. Valorio se había puesto más agitado desde que entraron en la lluvia, y no podía culparlo. Había algo raro con esa lluvia. Era demasiado intensa para ser tan constante. Pero a pesar de la intensa lluvia, no había señales de tormenta. No había rayos, ni truenos ni viento por el estilo. Simplemente una constante lluvia torrencial.
No estaba seguro cuánto tiempo había pasado hasta que vio el puente. Cruzaba por el río, el cual se había vuelto extremadamente más violento ahora que estaba en medio de la lluvia. El puente estaba hecho de piedra blanca y estaba flanqueado por una par de hermosas torres de vigilancia a ambos lados. Cada torre tenía una base hecha de un cristal semi translúcido que brillaba un tenue azul claro. Piedras grises se entrecruzaban con la piedra blanca formando una plataforma por encima, como también un pilar central, en cuya cima había cristal que también emanaba una tenue luz azul claro. El efecto que daba era sorprendente, y Link supo que una vez cruzado el puente, habría llegado a la Región de los Zora.
Se preocupó al notar que ninguna de las torres estaba resguardada por uno de esos seres acuáticos—algo que percibió como un mal presagio. Nyel había mencionado que había problemas con la bestia divina, y ahora con esta lluvia…. Link temió que, de alguna forma, hubiera llegado tarde.
El sonido del río bajo ellos casi ahogó el sonido de las pezuñas de Valorio mientras cruzaban el puente hacia la Región de los Zora. El camino fangoso continuaba luego del puente, rodeando una sección más ancha del río que se desbordaba, cubriendo parte del camino con agua. Link guió a Valorio a través de las aguas poco profundas, hasta donde el camino rodeaba la cara de una pared rocosa escarpada.
Cuando rodeó la pared, sintió que algo andaba mal. Sintió un hormigueo por la nuca, como si lo estuvieran observando. Miró alrededor, atento. Había rodeado otra esquina cuando el camino dio la vuelta, llevándolo a la cima de la pared que acababa de pasar. Había gruesos árboles alineados a cada lado del camino, sus ramas doblándose hacia abajo por el peso de la lluvia. Había charcos por el camino y las pezuñas de Valorio sonaban fuertemente al pasar por ellos.
Lentamente, preparó su espada y escudo. Sus instintos le decían que estaba siendo observado y sus ojos recorrieron con cautela los árboles que lo rodeaban. No vio ningún movimiento, con la excepción de las ramas de los árboles. La lluvia seguía cayendo, haciendo difícil ver más allá de los árboles y el agua se le metía a los ojos constantemente. Se le cayó la capucha empapada hacia atrás e intentó ponérsela otra vez. Pero no sirvió de mucho.
Y para hacer las cosas aun pero, comenzaba a anochecer. Todo se volvió más oscuro, oscureciendo aún más el bosque. Estaba siendo observado. Estaba seguro de eso. Podía sentir miradas sobre él, esperando la oportunidad para atacar. Se sentía acorralado, sin poder ver nada.
Luego de varios intensos minutos de espera, Link decidió seguir adelante mientras los árboles a su alrededor se perdían en la oscuridad. No tenía ninguna antorcha o linterna—y ninguna le hubiera servido bajo esa lluvia—así que se vio forzado a depender de su propia visión limitada para ver el camino. Por fortuna, Valorio se las apañaba bien por sí solo y parecía sentir la misma inquietud que Link. Se movía a un paso más rápido que antes, a pesar de cómo sus pezuñas se hundían profundamente en el lodo con cada paso.
Fue probablemente por el ruido de la lluvia que no escuchó los sonidos de batalla mucho antes. De hecho, no fue hasta que estuvo bien cerca que vio las difusas luces azules de las linternas, que habían sido arrojadas al suelo, y escuchó el choque de armas metálicas y escudos. Sin embargo, cuando rodeó una pequeña curvatura de un árbol, finalmente pudiendo ver que pasaban varias cosas a la vez.
Había movimiento más adelante. Un grupo de figuras, algunas de pie sosteniendo armas y escudos plateados, y otras encorvadas blandiendo armas de metal oscuro, se enfrentaban con increíble rapidez. Algo siseó desde los árboles a la izquierda de Link. Alguien gritó. Algo chocó contra Link con tanta fuerza que lo tiró del caballo.
El hecho de haber sacado su espada y escudo fue lo que le salvó la vida. Durante unos segundos, Link forcejeó con la cosa que tenía encima, la cual parecía estar llena de dientes y garras afilados. Los ataques de la cosa eran feroces, y Link tenía su escudo entre su cuerpo y la cosa, lo cual lo protegió de los peores ataques. Los ataques se debilitaron luego de varios segundos, y la cosa soltó un siseo de dolor antes de finalmente, desplomarse. La espada de Link había perforado las entrañas de la criatura cuando ésta se abalanzó sobre él, y probablemente fue su forcejeo lo que la condujo a su muerte
Asqueado, empujó a la criatura a un lado, la cual le llevaba una cabeza de altura, y se puso de pie. Cerca, Valorio pateaba el suelo con inquietud, y más adelante, los dos grupos de figuras se enfrentaban. Con la poca luz que proveían las linternas en el suelo, Link pudo ver que las figuras más altas coincidían con la descripción que tenía de los zora—piel de varios matices de azul y rojo, con largas piernas y brazos que terminaban en extremidades palmeadas, aletas en los codos y cabezas de varias formas, cada una con sus propias aletas y protuberancias tipo cola por detrás. Los enemigos a los que se enfrentaban eran grandes y con forma de lagarto, con un torso largo y encorvado, largos hocicos con dientes afilados y malignas garras en los pies y dedos.
Los enemigos tipo lagartos, quienes parecían haber atacado desde los árboles, superaban a los zora en número, rodeandolos completamente. Pero claramente los zora eran el grupo más hábil en combate, habiendo formado una formación en círculo con la espalda unos a los otros, blandiendo largas lanzas plateadas y escudos con bordes tan afilados que podrían ser usados como arma. Habían arrojado sus linternas al suelo alrededor de ellos, dándoles suficiente luz para ver al enemigo.
Mientras Link observaba, uno de los lagartos se lanzó hacia delante, intentando darle una estocada a una zora con una lanza plateada, pero, con una perfecta coordinación, la zora bloqueó el ataque con su escudo mientras que su compañero clavó su lanza en el pecho del lagarto. Como Link lo veía, los zora tenían todas las de ganar, con su defensa impenetrable y perfecta coordinación. Sin embargo, un segundo después, vio un destello de luz amarilla venir de entre los árboles.
“¡Flechas eléctricas!” El grito vino de adentro del círculo zora, y el grupo inmediatamente se dispersó, buscando refugio. Una flecha de punta amarilla salió disparada desde los árboles, cayendo en un charco justo donde había estado parado el grupo de zora. Hubo un destello de luz y un arco amarillo electrico se esparcio por el charco. Uno de los zora no fue lo suficientemente rápido, su pie seguía en el charco cuando la flecha impactó. Gritó de dolor, su cuerpo se puso rígido mientras la electricidad le recorría el cuerpo.
“¡Rivan!” Uno de los zora, quien era un poco más alto que el resto de su equipo, arrojó su lanza a un lado y se lanzó a por su camarada que se había quedado paralizado por la corriente eléctrica. Cuando colisionaron, hubo un destello de rayos, y el zora alto gritó, aun cuando logró sacar al otro zora del charco.
Link corrió en dirección de donde vino la flecha. Se encontró a un lagarto de piel negra preparando otra flecha de punta amarilla—la última, dado que vio el carcaj vacío de la criatura. Clavó su espada a un costado de la criatura, quien siseó llena con ira, antes de soltar su arco y flecha y saltar para atrás, liberándose de la espada de Link. Colocó una mano llena de garras sobre su costado perforado, mirando su herida y luego alzando la vista hacia él. Sus ojos parecían poder captar un poco de luz y brillar en la oscuridad.
Link realmente esperó que su ataque hubiera sido fatal. Parecía que esa noche no iría como había planeado. El lagarto corrió hacia adelante, encorvandose y zigzagueando por el suelo con extrema velocidad. No tenía armas, así que blandia sus garras de manera letal. Queriendo acabar pronto con la pelea, Link atacó con su espada, pero el lagarto lo esquivó con facilidad antes de lanzarse a por él, siseando audiblemente. Bloqueó sus garras con su escudo, pero el dolor en su brazo le indicó que la criatura había dado en el blanco. Frunció el ceño por el dolor y se tambaleó para atrás.
El lagarto no le dio tiempo a recuperar el aliento. Saltó hacia adelante, con su filosa mandíbula abierta y apuntando a su garganta. Link se agachó y dio un paso para el costado, esquivando a duras penas el ataque. Intercambiaron golpes por un rato, ninguno consiguiendo dominar al otro. Si bien Link era un excelente espadachín, el barro y la oscuridad parecían favorecer al lagarto.
Consiguió alcanzar la cola de la criatura, cortándole el último trecho del retorcido apéndice. El lagarto siseó con cólera, girando y atacando con sus garras. Una de sus manos agarró el borde de su escudo y se lo arrebató del brazo.
Se apartó de la criatura girando y saltando para atrás, blandiendo su espada en un amplio arco horizontal, pero el lagarto lo esquivó. Se agachó, siseando de forma amenazante mientras sus ojos reflejaban la pálida luz azul de las linternas detrás de él en el sendero. Link esperó a que atacara. El lagarto saltó, con las garras y pies hacia adelante y los talones apuntando a su pecho. Link dio un paso para el costado, atacó con su espada, dándole justo en el pecho, cortando profundamente. El cuerpo del lagarto se dobló sobre la espada y su impulso arrancó la espada de Link de su mano. El lagarto cayó al suelo y rodó hasta detenerse.
No quiso esperar a que se levantara. Corrió hacia él, desenvainando la espada de guardián del santuario sheikah. La espada apareció, brillando un intenso azul y zumbando, y le dio vuelta para clavarla en el cuerpo vulnerable del lagarto. El lagarto se estremeció con fuerza, pateando con sus patas y brazos armados de garras, y luego quedó inerte.
Recuperó su otra espada y colocó la espada de guardián devuelta en su cintura. Los sonidos y sombras del sendero le indicaron que la batalla aún se estaba librando, así que encontró el lugar desde donde el lagarto había observado todo. Ahí, se asombró al ver como la batalla había dado un giro en favor de los lagartos, luego del ataque de las flechas eléctricas. Había dos zora caídos, y los que quedaban de pie habían formado un círculo alrededor de ellos, pero sus reflejos claramente se habían ralentizado por el cansancio y sus heridas. Uno de los lagartos avanzó rápidamente, esquivando una estocada de lanza y atacando a una de los zora en la pantorrilla con sus garras. La zora gritó de dolor, cayendo sobre una rodilla mientras su camarada contraatacaba al lagarto con su lanza.
Link envainó su espada y recogió el arco y flechas de punta amarilla del lagarto. Al preparar la flecha, se sorprendió al ver que su punta se iluminaba, crepitando energía eléctrica. Los músculos de su brazo se contrajeron cuando la energía, que no estaba contenida solo en la punta de la flecha, se propagó por su mano hacia todo su brazo. La descarga casi lo hace disparar la flecha sin querer, pero se mantuvo firme, apuntando al grupo de lagartos que se estaban preparando para lanzar otro ataque a los zora. Recordando la táctica de antes, apuntó a un charco de agua en el que estaban y disparó.
El espasmo en su brazo desapareció al instante y dejó caer el arco para flexionar los dedos. La flecha dio en el blanco, impactando en el agua con un pequeño chapoteo y un brillante destello de luz. Los lagartos, tomados completamente por sorpresa, sisearon de dolor mientras la electricidad les recorría el cuerpo.
Por un momento, tanto los zoras restantes como los lagartos voltearon a ver, confundidos ante el estado de sus compañeros, quienes comenzaron a desplomarse, aun contrayéndose por las descargas eléctricas. Luego los zora se reagruparon y rompieron su formación defensiva, lanzando gritos de guerra. Los lagartos restantes, confundidos por la caída de sus hermanos, no tuvieron oportunidad y rápidamente fueron aniquilados por las lanzas plateadas de los zora.
Link salió de entre los árboles lentamente, y cuando el contingente zora dirigió sus lanzas contra él, levantó las manos en son de paz. Como era de esperarse, los zoras se miraron los unos a los otros antes de bajar sus armas. Lo que no se esperaba era que uno de los zora de repente dijera “¿Link? ¿Eres tú?”
“¿Link?” La zora con la pierna lastimada alzó la vista, sorprendida. Su piel era de color violeta palido, diferente al de los demas.
“¿Link? No puede ser Link. Él murió cuando….” Otro zora lo miró, se podía ver la confusión en su rostro. Su expresión luego cambió al reconocerlo “Por la diosa….”
Link quedó paralizado. De alguna forma, este grupo de zora—al menos unos cuantos de ellos—parecía saber exactamente quién era. Notaron su confusión en su rostro, pues uno de piel azul oscuro se acercó, sonriendo.
“¡Soy yo, Basun! Tú…. quizás no me reconozcas. Era mucho más joven la última vez que me viste y han pasado cien años. Han…" El zora, llamado Basun, hizo cara de duda al verlo más de cerca “Han pasado cien años. Y te ves igual a la última vez que te vi. Eso no es común en los hylianos, ¿no?”
“Y-yo no…” Link tartamudeó, asombrado. De repente se arrepentía de haber ido a la Región de los Zora. ¿Por qué nadie le había dicho que entre los zora habría gente que lo reconocería? ¿Cómo era posible? No sabía mucho (o nada en absoluto) sobre la fisiología zora, pero no deberían verse más viejos?
“Kada, no puede ser él” uno de los zora dijo, mirando a la zora de color violeta. “Está muerto”
“Rivan, solo míralo” dijo la zora violeta llamada Kada.
“Lo estoy mirando y —”
“No recuerdo a ninguno de ustedes” dijo Link. No tenía sentido dejar que la discusión siguiera. “Soy quien dicen que soy, pero… no recuerdo nada”
Hubo silencio luego de eso. Varios de los zora lo miraron, y maldijo a la deidad que lo trajo a esta situación quien quiera que sea. Maldijo a Impa y Prunia por no prepararlo. Hasta comenzó a maldecir a la princesa por haberlo salvado, pero se detuvo.
Un par de manos con membranas dieron una palmada, provocando que el contingente se pusiera firme y recto. El zora más alto del grupo, de piel roja y con hombreras pegadas de alguna forma en sus hombros, salió de detrás de uno de los zora, sonriendo ampliamente y mostrando lo afilados que eran sus dientes.
“A mí personalmente no me importa quién eres,” dijo, acercándose a él. De repente, extendió una mano y tomó la de Link, sacudiéndola con entusiasmo. “¡Porque acabas de salvarnos la vida! De no ser por ti, no creo que hubiéramos sobrevivido”
El zora alto, aun sacudiendo la mano de Link, miró a su contingente “¡Guardias! Le debemos la vida a este hyliano, así que no podemos quedarnos de brazos cruzados a la espera de otro ataque lizalfo” Su voz transmitía un aire de autoridad relajada. “¡Dispérsense! Busquen por el bosque. Creo que hemos patrullado lo suficiente, así que volveremos a casa por la mañana”
Los demás zora saludaron colocando un puno sobre sus hombros antes de dispersarse y caminar por entre los árboles a ambos lados del camino. Cuando pasó a su lado, Basun apoyó una mano en el hombro de Link, lo apretó con firmeza y luego siguió hacia los árboles.
Una vez que estuvieron solos, el alto zora soltó por fin la mano de Link, aun sonriendo. Miró a su alrededor brevemente antes de bajar la cabeza y hablar en un tono más bajo. “¿Así está mejor?” Link alzó la vista en confusión, pero el zora pareció obtener la respuesta que esperaba cuando se puso de pie.
“Link, ¿verdad?”
Link asintió. El zora tenía un aspecto único. Dos crestas se extendían a los lados como pequeñas alas rígidas desde su hocico, justo por encima de los ojos, y la aleta caudal en la parte posterior de su cabeza descendía hasta la mitad de la espalda. A diferencia de los otros zora que Link había visto, este también tenía una aleta dorsal adicional que se alzaba desde la parte superior de la cabeza, además de una pieza de ornamentación plateada que, Link pensó, podría ser la versión zora de una corona.
“¡Excelente! Soy Sidon. Príncipe de los zora. Y tu eres exactamente a quién buscaba”
“¿Sabías que iba a venir?” preguntó Link
“¡Oh, no!” Sidon parecía estar siempre sonriendo y su voz sonaba alegre. “Pero hemos estado en un pequeño aprieto últimamente—”
“¿La bestia divina?”
Sidon se rió a carcajadas. “¡Así que has oído sobre la bestia! Sí, Ruta ha estado muy enojada últimamente. Es la causante de toda esta lluvia, y temo que si no la detenemos, el embalse oriental se desbordará e inundará tanto la Región de los Zora como gran parte de Hyrule”
Link sintió un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Inundar la región? ¿Inundar Hyrule? “De hecho es por eso que estoy aquí. Me enviaron en…. una misión. Para recuperar el control sobre la bestia divina”
“¡Excelente!” Su reacción tomó a Link por sorpresa, pero el príncipe pareció no darse cuenta. Dio una palmada con entusiasmo. “En serio, es maravilloso. Estoy seguro de que a mi padre le encantará oír eso. Y quizás ese viejo sargento del demonio podrá dejar de electrocutarse con la flechas eléctricas”
“Principe Sidon, yo—”
“Oh, puedes llamarme Sidon. Todo el mundo lo hace”
“De acuerdo. Sidon, si pudieras decirme cómo llegar a la bestia divina, me pondré en marcha ahora mismo y—”
“¡Oh, no! Ya es tarde para eso viejo. Acamparemos aquí esta noche y regresaremos a la Región por la mañana. Mi padre posiblemente querrá hablar contigo. Siempre habló muy bien de ti, y bueno….” Sidon perdió la compostura por un breve momento. “Estoy seguro de que deseará hablar contigo sobre mi hermana.”
“¿Tu… hermana?”
“Mipha”
Se sintió como si una mano congelada envolviera su corazón y lo apretara. El príncipe Sidon. La princesa Mipha. El rey zora. Impa de seguro sabía, no? Sabía en qué se estaba metiendo. ¿Por qué no le dijo nada? ¿Por qué nadie pensó en prepararlo para esto?
Inconscientemente, asintió, a lo cual Sidon respondió con un “¡Maravilloso!”
Link se sentía todo menos maravilloso en ese momento.
Llovió durante toda la noche—algo que pareció no molestarle a los zora para nada. Todos dormían sin problemas sobre el suelo mientras que Link se acurrucó bajo un árbol con el dosel más grueso que pudo encontrar. Sus intentos para construir un refugio no sirvieron de nada contra la lluvia, y no hubo esperanza de encender una fogata. Los zora atraparon peces del río y los comieron crudos. Le ofrecieron un poco a él, pero se negó, optando por comer lo que le quedaba de provisiones.
Por fortuna, los lizalfos no volvieron a atacar esa noche. Varios zora habian sufrido heridas durante la pelea, nada grave, aunque Rivan aún parecía aturdido por la flecha que recibió. Los zora eran, aparentemente, susceptibles a la electrocución—cosa que Sidon confirmó cuando, con cierto asombro, preguntó cómo fue posible que Link utilizara la flecha eléctrica de los lizalfos.
Muchos de los zora del contingente conocían, al parecer, a Link ya desde antes del cataclismo. Es más, para su sorpresa, Basun le contó que de hecho fue él quien entrenó a varios de ellos a pelear con espadas y lanzas. Sidon se emocionó al oír eso, diciéndole a Link que su guardias personales estaban entre los mejores guerreros que los zora tenían para ofrecer.
Si bien no tenía muchas ganas, Link contó su historia al grupo. Él y los zora habían sido amigos aparentemente, y sentía que merecían saber la verdad. Lo escucharon con suma atención, y una vez que terminó, cada uno de ellos, sin dudarlo dos veces, le aclararon que su amnesia no les importaba. Simplemente estaban felices de que su amigo siguiera vivo.
Link no supo cómo responder a eso y permaneció callado.
La mañana trajo consigo un amanecer gris y con más lluvia, y se sintió ansioso por volver al camino. Luego de discutirlo entre ellos, Sidon envió a varios zora a nadar río arriba hacia la ciudad para informar al rey de lo que había pasado y de la llegada de Link. Sidon y los zora restantes—Basun, Kada y Rivan—decidieron, en cambio, quedarse atrás para acompañarlo. Al principio se resistió a ir a caballo mientras los otros caminaban, pero luego notó que para ellos el barro no era para nada un problema. Si bien eran más altos que Link, sus pies con membrana le permitían caminar por encima del barro sin hundirse y las huellas que dejaban eran llanas.
El día transcurrió de manera más placentera de lo que Link esperaba. El grupo de zora que lo acompañaba claramente eran amigos, incluido Sidon, quien reía y bromeaba tanto como el resto. También le contaron varias historias de hace cien años.
Aparentemente, Link había sido apenas un niño cuando llegó por primera vez a la Región de los Zora con su padre, el caballero. Basun, Kada y Rivan eran niños en ese entonces y habían jugado felizmente con el pequeño Link. Con el pasar de los años, Link creció, pero los zora envejecieron mucho más lento debido a su fisonomía. Kada admitió que consideraba a Link como un hermano mayor, cosa que les causó gracia a los demás zora por algún motivo.
Fue debido a esa diferencia de edad que Link había enseñado a los tres a pelear. Se los consideraba muy jóvenes para aprender el arte del combate, pero Link sabía bastante, incluso desde muy joven, y estuvo más que encantado de impartir su conocimiento con los pequeños a medida que crecían.
“Bueno, luego comenzaste a visitar la Región junto a la princesa y ya no tenías tiempo para nosotros”
“¡Pero siempre tuvo tiempo para Mipha!”
“Obviamente”
Link no dijo nada ante eso, pero Sidon se veía pensativo. Admitió que no tenía algún recuerdo de Link—era por lo menos veinte años más joven que los demás zora y los recuerdos que tenía de antes del cataclismo eran borrosos. Link se preguntó si eso también incluía recuerdos de Mipha. Eso le resultó trágico.
No fue hasta más tarde que encontraron más lizalfos. Estos no estaban tan bien organizados como el grupo anterior y afortunadamente no poseían flechas eléctricas. Pero aun así Link se alegró de no estar solo en ese momento. No estaba seguro de que hubiera podido llegar río arriba sin el grupo. Los lizalfos eran mucho más feroces que los bokoblins al luchar, como si fueran criaturas guiadas por sus instintos sin miedo a morir.
Luego de la lucha, Link preguntó sobre la presencia de los lizalfos en la Región de los Zora.
“Los zora y los lizalfos han sido enemigos acérrimos desde hace muchas generaciones.” Respondió Sidon mientra limpiaba su lanza de la sangre verde luego de sumergirla en un pequeño estanque un poco metros del camino. “Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, mucho antes de que siquiera existieran los hylianos y los goron, había paz entre los zora y los lizalfos. Pero en ese entonces el mundo era un lugar árido, caluroso y con poca agua. Los zora vivían en el agua, mientras que los lizalfos ocupaban la tierra en llamas. Con el tiempo, los lizalfos comenzaron a codiciar el agua fresca de los zora y exigieron que les dieran la mitad.”
“Los zora, en ese entonces, aceptaron compartir los afluentes del río principal, pero no estaban dispuestos a renunciar al río mismo, donde los niños jugaban y estaban los mejores peces. Los lizalfos no lo aceptaron y decidieron atacar, con la intención de expulsar a los zora del río completamente.”
“Las dos tribus se enfrentaron por mucho tiempo, pero los lizalfos nunca lograron su cometido de expulsar a los zora del río. Eventualmente, mientras los zora envejecían y se hacían más sabios, los lizalfos se dividió en dos debido a un conflicto dentro de la tribu. Algunos fueron al oeste hacia el desierto, esperando encontrar una fuente de agua del otro lado, mientras que otros emigraron a las montanas, con la esperanza de escapar del intenso calor en las cumbres nevadas”
“Algunos, sin embargo, permanecieron por siempre en la Región, recordando los tiempos cuando los zora y los lizalfos luchaban por el río principal. Si bien el mundo ya no es árido y muchos arroyos se transformaron en ríos, estos lizalfos aún buscan expulsar a los zora y apoderarse del rio para sí mismos”
Hubo unos cuantos momentos de silencio luego del relato de Sidon hasta que este volvió a esbozar una gran sonrisa. “O eso es lo que cuenta la historia. Personalmente, yo creo que son un simple montón de lagartos estúpidos que desean ver su fin a mano de mi lanza”
Los demás zora rieron y aclamaron al príncipe, Link por su parte apenas sonrió. Sidon esperó unos segundos a que sus guardias volvieran al sendero, para prepararse a seguir su camino hacia el norte. Una vez seguro que no lo iban a escuchar, dirigió la vista hacia Link, con una expresión seria en el rostro.
“Lo cierto es que los lizalfos se están fortaleciendo” dijo. Link lo miró con expresión de preocupación. “No solían ser más que simples animales y eran fáciles de aniquilar, pero últimamente han comenzado a agruparse en grupos más grandes. Veinte años atrás, nunca hubieran podido armar una emboscada como la de ayer. Se han vuelto más astutos y sus tácticas están cambiando.”
“¿Qué tan malo es?” preguntó Link, acercándose medio paso más
“Es difícil decirlo, pero no creo haber visto nunca un grupo tan grande como el que vimos ahora a esta altura del río. Se lo informaré a mi padre y veré de enviar más patrullas. La lluvia de Vah Ruta solo parece haberlos animado más”
Sidon, con una sonrisa sombría, colocó una mano sobre el hombro de Link antes de adelantarse y reunirse con el grupo. Trastornado, Link caminó hacia Valorio, agarró las riendas de la montura y se subió. Valorio resopló, claramente no estaba contento con la lluvia al igual que él, y él le acarició el cuello para calmarlo
“Ya casi llegamos, chico”
La tarde noche trajo consigo el primer avistamiento del Gran Puente Zora. Pasaron por varios puentes a lo largo de su viaje, cada uno una obra de arte de mampostería, pero nada se comparaba con el último puente que atravesaba el último tramo del río hasta su nacimiento en la superficie. Cuando bordearon el Monte Ruto, Link se asombró de lo alto que estaban del río. Un puente muy por debajo se extendía desde la montaña y cruzaba el río hasta un pilar rocoso en medio del Rio Zora.
Era desde este pilar donde comenzaba el Gran Puente Zora. El puente tenía por lo menos mil metros de largo, quizá más—era toda una maravilla ingenieril, aún más cuando notó que no poseía soporte alguno. En su lugar, el puente estaba construido en el costado del pilar y se extendía por todo el Río Zora, pasando sobre una inmensa catarata, hasta conectar con la gran ciudad de los zora. La ciudad estaba tan lejos que la lluvia la escondia, dejando a Link con vagos vistazos de su diseño y tamaño.
El puente estaba hecho con una hermosa piedra blanca y gris, al igual que las torres de vigilancia, y tenía varios arcos de piedra colocados equidistantemente el uno del otro a lo largo de sí. Cada pilar estaba hermosamente esculpido con piedra y tenían una brillante gema blanca en la punta, proveyendo luz a aquellos que viajan de noche. La simple vista del puente era impresionante, pero caminar por él era aún más alucinante—llegando a ser escalofriante.
Bajó de Valorio cuando llegaron al puente, tomando al caballo por las riendas y guiándolo. De poder evitarlo, no estaba seguro de querer cabalgar sobre este puente. El río se encontraba increíblemente muy por debajo de ellos—Link no estaba seguro de poder aguantar en su paravela lo suficiente como para llegar abajo antes de caer. Cualquier miedo que pudiera haber tenido se desvaneció rápidamente por el simple asombro que sintió mientras caminaban por la piedra.
“Ah, verlo por primera vez siempre es todo un espectáculo” dijo Sidon, sonriendo “Bueno, al menos es la primera vez que recordarás verlo, ¿no?”
Link volteó a verlo y por primera vez, el hecho de que mencionaran su amnesia no le molestó. Sidon tenía razón. Estaba contento de que no pudiera recordar haberlo visto antes, pues esto era un verdadero espectáculo.
“Solo espera” dijo Basun, indicando con la cabeza la distante y sombría figura de la ciudad. “Aún no has visto nada”
Durante los siguientes diez minutos, caminaron por el puente bajo la constante lluvia antes de que la Región comenzara a tomar forma. A medida que se aproximaban, Link comenzaba a ver indicios de plataformas y pasarelas, pilares de piedra, y algo sumamente enorme surgiendo desde su centro. Cuanto más cerca estaban, más visible era la ciudad, y era menos consciente de la lluvia.
Incluso bajo la sombra de las nubes, la ciudad era hermosa. Estaba construida en varios niveles con forma de anillo, con varias pasarelas de piedra que rodeaban los anillos en un complejo sistema de pasarelas y plataformas. En la distancia, el puente acababa en el nivel más bajo, el cual llevaba a una enorme plaza en cuyo centro había lo que parecía una gran fuente que apenas podía ver. Este nivel inferior era grande, extendiéndose más allá de la plaza y conformando la base de la ciudad. Era desde este nivel que comenzaban las pasarelas curvilíneas que rodeaban la ciudad y conectaban a varias plataformas y niveles superiores.
Un par de escaleras semicirculares se alzaban a ambos lados de la plaza, subiendo hasta el segundo nivel. Ahí, por lo que pudo ver, era donde convergian muchas de las pasarelas. Los puentes estaban conectados a la cuenca sobre la cual estaba ubicada la Región de los Zora, como si fueran los radios de una rueda. A la distancia, Link pudo notar que aún había más estructuras por el puente y las paredes.
El nivel más alto de la ciudad estaba ocupado por un magnífico palacio brillante. Este era un edificio que Link había visto antes, en una de las fotos de la galería de la tableta sheikah, pero una foto no era suficiente para mostrar la majestuosidad que veía ahora. Estaba diseñado como si fuera un enorme pez, con la cola levantada y arqueada sobre su cabeza. Cientas, capaz miles de escamas de plata habían sido esculpidas para formar el cuerpo del pez. La aleta de su cola brilla intensamente con el mismo azul blanquecino que las demás estructuras zora tenían, brillando una borrosa luz sobre el palacio desde arriba. La boca del pez formaba la entrada al palacio, abierta al público, aunque la lluvia le impedía a Link poder ver qué había adentro.
La ciudad entera estaba suspendida sobre un enorme estanque de agua—la fuente del río—con enormes pilares de piedra blanca. Los pilares parecían ser muy delgados para la ciudad, pero sabía que, por lo que le habían contado, se han mantenido en pie por miles de años sin problema. Estaba rodeada por un masivo precipicio de piedra y resplandecientes cristales que reflejaban las nubes grises de arriba.
La ciudad era hermosa. Y Link la había, muy seguramente, visto antes. No en una simple foto ni en un recuerdo. Pero en algún lado, en lo profundo de su mente, sabía que había estado aquí antes. Había visto ese palacio antes. Había caminado por las pasarelas. Había jugado…
“¡Vamos Basun! ¡Tendrás que ser más rápidos si quieres vencerme!”
Una imagen fugaz pasó por su mente. Estaba corriendo por una pasarela con vista al gran lago. Un paso en falso y caería por el borde, pero ¿cuándo pensó un niño en algo como eso?
“¡No tan rápido Link! Si no tienes cuidado, te vas a–¡Link!”
Su pie se resbaló, él se tambaleó y cayó al vacío…. Y luego una mano apareció, sosteniéndolo con fuerza.
“Debes ser más cuidadoso, pequeñín. Un hyliano como tu no sobreviviría a una caída como esa”
Sus ojos eran dorados. Sus aletas rojas colgaban a ambos lados de su cara redonda. Llevaba joyas doradas colgadas a los lados de las aletas. Tenía una cálida sonrisa.
“¡Gracias Lady Mipha! Intenté advertirselo”
La Región de los Zora. Basun. Mipha. Todo pasó por su mente en una mezcla de sonidos y colores. Fue suficiente para hacerlo tambalearse, colocando una mano contra el cuello de Valorio como soporte. Más adelante, el contingente zora se detuvo pero ninguno volvió a verlo.
“Vaya, ¡ahí viene Muzun! ¿Qué querrá ese viejo mantarraya ahora?”
Él podía recordar haber estado en la Región de los Zora antes. Había sido joven—apenas un niño. Basun también. Estaban corriendo sobre las pasarelas que se extendían desde los lados de la Región—un lugar peligroso para que un hyliano tal y como él esté jugando. Su pie chocó con un peldaño, perdió el equilibrio, estuvo a punto de caer y luego…
“¡Principe Sidon!”
Mipha. Podría recordar su rostro. Había sido un niño en ese recuerdo, pero ¿qué hay de cuando fue adulto? ¿Qué hay de sus viajes con los campeones? Pensó en la foto de los cuatro, la princesa Zelda y él, todos reunidos. ¿Habían sido cercanos? ¿Habían sido amigos?
“Príncipe, se lo ruego. Debemos expulsar a este hyliano de la Región en este instante. Él no es para nada bienvenido aquí”
La mente le daba vueltas cuando se concentró en la escena frente a él. Sidon, Basun, Rivan y Kada estaban todos frente a él, de cara a otro grupo de zora. El zora del centro, con una ancha y plana cabeza con ojos lejos a cada lado, observaba a Link con una mirada que denotaba una ira apenas contenida. A cada lado de él había un par de zora más viejos, cada uno con una lanza. Ellos, también, miraban a Link con odio y sosteniendo firmemente sus lanzas.
“Muzun ¿qué tienes?” dijo Sidon “Actúas como si estuvieras viendo un monstruo”
“Oh, no tiene ni idea, príncipe Sidon. Este hyliano—” Muzun escupió al suelo, apuntando con un tembloroso dedo a Link “—no es ni más ni menos que el responsable del muerte de su hermana”
La hermosa imagen de Mipha sonriendo que Link aún podía ver en su mente quedó hecha pedazos.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Bazz Basun Rivan Rivan Gadisson Kada Sidon Sidon Great Zora Bridge Gran Puente Zora Shock Arrows Flechas Eléctricas Ruto Mountain Monte Ruto Muzu Muzun
Chapter 13: Capítulo 12
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 12
“No es…”
“Lady Mipha”
“Culpable”
Murmullos.
Eso es lo que Link oyó cuando el contingente lo llevó a la ciudad. Murmullos de los zora alrededor de él—de Basun y sus amigos, de los viejos zora con Muzun, de varios otros zora adultos que vieron al grupo. Que lo vieron a él. El era, por lo visto, muy bien conocido entre los zora.
“¿Linkitín?”
“Nos la arrebató…”
“El asesino de Mipha”
Simplemente murmullos
Si bien ya era tarde, el grupo lo llevó por las escaleras hacia el palacio. Parecía que, si Link realmente estaba entrando en la ciudad, pues entonces el rey deseaba verlo. Él temía el encuentro con el hombre cuya hija murió debido a él.
La peor parte de todo era que no entendía del todo el crimen por el cual se lo culpaba. Asumió que era por fallar al derrotar a Ganon, cosa que claramente podía entender. Pero parecía haber algo más en sus acusaciones—algo más personal. Deseó tener algo más que un simple recuerdo de su niñez para refugiarse.
El ascenso al palacio reveló más de la belleza de la ciudad, pero también algunas cosas que la hacían diferente a los asentamientos hylianos comunes. Por ejemplo, Link no pudo ver ningún tipo de residencia. Si bien pudo ver varias tiendas en el nivel inferior, incluyendo lo que parecía una postal con un pequeño establo, no encontró nada que pareciera un hogar.
Otra peculiaridad de la ciudad era la constante presencia del agua. Al principio Link creyó que era debido a la lluvia, pero luego vio que la ciudad estaba construida de tal manera que el agua fluía por el suelo en muchas partes. El agua incluso fluía por las escaleras hacia el segundo nivel y al palacio. Las botas de Link de alguna forma se habían mojado aún más de lo que ya estaban.
Encontró la respuesta a sus observaciones cuando llegó a la cima de las escaleras que llevaban al segundo nivel de la ciudad. Notó a un grupo de niños zora siendo llevados a una especie de piscina comunitaria bajo el palacio, donde se los motivaba a acostarse en el agua. Pudo ver la silueta de otros niños que se habían quedado dormidos en la piscina.
Kada debió haber visto su seria expresión, porque un segundo después le dijo. “La mayoría de los zora viven en el agua debajo de la ciudad y en el río mismo. Sin embargo la corriente puede ser difícil para los más jóvenes de navegar, en especial mientras duermen. Por eso creamos las piscinas comunitarias.”
“¿Y qué pasa con sus padres?” preguntó Link, volteando a verla.
“¿Qué hay con ellos? Muchos duermen abajo”
“¿Lejos de sus hijos?”
“Si, obvio” dijo ella, sonriendo. “No hay suficiente espacio en las piscinas para los adultos, después de todo. Y no tienen problemas con la corriente. Muchos de los zora que viven río abajo se han trasladado debajo de la ciudad debido al aumento de la corriente. Es más tranquilo aquí, incluso con la catarata. Y son pocos los que viven fuera de la Región.”
Cuando subieron las escaleras hacia el palacio, Sidon se adelantó, subiendo tres escalones a la vez. Un vistazo rápido a la cara de Muzun le dijo a Link que no estaba de acuerdo con la prisa del príncipe—al menos, Link asumió que eso era lo que su expresión decía—pero continuó con el mismo paso lento.
Una vez que llegaron a la boca del palacio, los demás zora—los guardias de Sidon y los que acompañaban a Muzun—se separaron. Varios de ellos fueron enviados a realizar alguna tarea, dejando solo a Basun y a uno de los viejos zora que había seguido a Muzun a hacer guardia en la entrada. Basun miró a Link sonriendo, dándole ánimo.
Finalmente, Link entró al palacio unos cuantos pasos detrás de Muzun. Cuando lo hizo, miró a todos lados con asombro. Efectivamente, el palacio era muy grande, pero también estaba increíblemente abierto. En lugar de varias habitaciones y cámaras que Link había esperado, el interior del palacio era un enorme domo abierto. Varias piscinas profundas estaban por el suelo, formando un semicírculo alrededor de la habitación. Las paredes alrededor del palacio tenían varias aperturas grandes con vista hacia la ciudad y al paisaje de los alrededores, y dos cataratas a ambos lados de la habitación fluían hacia abajo al lago muy por debajo de ellos. En el centro de la habitación había una enorme construcción parecida a un trono, hecha de la misma piedra blanca como el resto de la Región, moldeado en un gran tazón con un lado llano de cara al frente. Vio agua rebalsar por los bordes del trono.
Link asimiló el palacio, pero sus ojos fueron atraídos mayormente al ser sentado sobre el trono. El rey Dorphan, del cual Sidon le habló, era mucho más grande que cualquiera de los zora que había visto.
Si los zora eran peces, entonces el rey era una ballena. Estaba sentado sobre el trono, y aun así, era mucho más alto y grande que Link e incluso Sidon, quien estaba de pie justo a la derecha del trono. Su piel era azul marino con blanco en el pecho, al igual que los zora que Link había visto. Además, al igual que los demás zora, tenía gruesas aletas que se extendían a ambos lados de su cabeza —cuatro de ellas—y un hocico justo por encima de los ojos, que parecía caer hasta la mitad de la cara. También era mucho más ancho que los demás zora, pero no parecía tener sobrepeso. De hecho, parecía estar lleno de músculos—sus brazos, su pecho e incluso sus hombros eran enormes. Sus brazos por sí solos parecían ser más anchos que el cuerpo de Link. El rey tenía varias cicatrices por los brazos, al igual que por su pecho y en la cabeza. De seguro había sido un guerrero alguna vez, si es que ya no lo era.
El rey inclinó la cabeza hacia abajo, escuchando atentamente mientras Muzun murmuraba urgentemente de una forma que Link no pudo oír. Sin embargo, el rey no parecía estar de acuerdo con Muzun, cuando negó con la cabeza antes de posar los ojos sobre Link. Por el rabillo del ojo, vio a Sidon indicarle que se asomara a la plataforma elevada frente al trono, la cual, afortunadamente, se elevaba por encima del agua que llenaba el suelo de la cámara. Subió los escalones titubeando, parándose sobre la plataforma.
“Así que por fin has vuelto,” dijo el rey Dorphan con una voz fuerte y sonora. “Link, el campeón hyliano”
Link se quedó mirando al rey sin saber qué decir. ¿Cómo debía hablar ante el rey cuya hija había, al parecer, muerto por su culpa?
El rey esbozó una sonrisa, revelando sus dientes afilados y se inclinó hacia adelante para poder hablar de manera menos formal. “Es bueno verte. Oí—todos oímos—que habías caído en combate durante el cataclismo. Estoy feliz de ver que has sobrevivido, amigo mio, pero si me pregunto cómo sobreviviste y donde has estado los últimos cien años…”
Link tragó saliva y se humedeció los labios “He estado…” Carraspeó un poco, tratando de proyectar una voz más fuerte. “Caí durante el Cataclismo. Fui colocado en una vieja cámara sheikah que me restauro, pero—”
“¿Estás diciendo que los sheikah tenían tal tecnología, pero la mantuvieron en secreto?” dijo Muzun. “Vaya, con esto, podríamos haber salv—”
“Silencio Muzun” dijo el rey Dorphan, sosteniendo una mano en el aire. “Link, continua”
“Eso… sanó mi cuerpo, pero lentamente. He estado dormido durante los últimos cien años, su majestad. Y en el proceso…. perdí la memoria. No puedo recordar nada de antes de que despertara.”
La amistosa cara de Dorphan se desvaneció, volviéndose triste. “Lamento escuchar eso, pues tengo muchos bellos recuerdos de tu tiempo aquí. ¿Hay forma de que recuperes tus recuerdos?”
“Yo…” Vaciló, pensando en las imágenes fugaces de recuerdos que vio al entrar en la ciudad. “Creo que algunos regresaron. Ya comencé a recordar…. pedacitos. Pero nada certero”
Dorphan asintió, volviendo a sonreír. “Bueno, pasaste muchísimo tiempo aquí, así que quizá pasar tiempo en la Región te ayude.”
“Eso espero, su majestad”
“¿Y qué hay de mi hija, Mipha?” La voz del rey denotaba duda. “¿Has perdido todo recuerdo de ella también?”
Link hizo un mueca ante la pregunta y le tomó un momento responder, preguntando si debía mencionar el breve recuerdo que había visto al entrar en la ciudad. Finalmente, decidió que era mejor decir la verdad.
“Si, así es, pero entrando en la ciudad trajo… algo. Un fragmento. Espero poder recuperar más con el tiempo. Entiendo que era una buena amiga.”
“La mejor amiga que alguna vez hayas tenido, y más” La voz del rey se volvió sombría. “Tu y Mipha eran inseparables, Link. Espero que estando aqui ayude a recuperar alguno de tus recuerdos”
“Padre” dijo Sidon desde un lado del trono. “No creo que sea de mucha ayuda seguir hablando de mi hermana. Creo que Link vino con otro objetivo en mente”
“Ah, si” dijo Dorphan, asintiendo y mirando a su hijo. “Si, por supuesto. Tenemos asuntos más importantes que rememorar el pasado.” El rey volvió a enfocarse en Link, inclinándose hacia adelante. “El principe Sidon me dice que has venido debido a los problemas con Vah Ruta”
“Así es su majestad, pero hay más” Link respiro hondo y exhaló lentamente. Aquí vamos. “Tengo la intención de recapturar a las cuatro bestias divinas para usarlas para derrotar a Ganon”
Silencio. El rey observó a Link con una expresión sombría. Link lo miró a los ojos, esperando proyectar la confianza que él no sentía. Esperanza. Eso es lo que Impa dijo que él era. ¿Podría ser la esperanza que el reino necesita?
“Amigo mío, lamento mucho el camino que te espera” el rey dijo finalmente. Sus grandes ojos no reflejaban ninguna esperanza. “Pero estoy agradecido por tu ayuda,”
Muzun se giró y comenzó a hablar con urgencia y una gran cantidad de vehemencia. “Su majestad, de seguro podemos encontrar otra forma de apaciguar a la bestia divina que no sea dependiendo de la asistencia de un hyliano. La última vez que nos involucramos en esta…. misión, perdimos a—”
“Sé muy bien lo que significa.” El rey Dorphan habló de tal forma que no había oído antes, sin mirar a su consejero a la cara. “Pero esto va más allá que los zora. Todos hemos perdido seres queridos por el cataclismo”
Muzun hizo cara de querer decir más, pero el rey fue claro. Finalmente, asintió, juntando las manos detrás de la espalda. Sus ojos llenos de ira se posaron de nuevo en Link.
“Ahora,” siguió el rey, mirando a Sidon. “Sidon, el plan del que hablaste la semana pasada. En ese entonces, parecía imposible, pero ahora quizá…”
“Padre, difícilmente creo—eso es realmente más asunto de los zora, ¿no es así? No creo que debamos involucrar a Link en nada más allá para lo que ha venido”
Link miró a los dos mientras hablaban, intrigado. No tenía ni idea de qué estaban hablando.
El rey se rió ligeramente. “Sidon, ¿quién crees que derrotó al último que intentó apoderarse del monte trueno?”
“¿Su majestad?” dijo Link, trayendo la atención de los dos zora de vuelta a él. “Si tiene un plan para derrotar a la bestia divina, me gustaría oírlo. Lo que sea que pueda hacer para ayudar…”
Dorphan sonrió cálidamente ante esto antes de volver a mirar a Sidon. El joven zora suspiró levemente en señal de aceptación y se acercó a Link. Era tan alto que Link, incluso de pie en el estrado elevado, apenas le llegaba a la altura de los ojos.
“Si, supongo que tu ayuda sería apreciada debido a la naturaleza de la tarea.” dijo. “Verás, ya hemos hecho varios intentos de calmar a Ruta, pero nada ha sido efectivo con la excepción de una cosa—flechas eléctricas”
“¿Como las que usaban los lizalfos?”
“Si, exacto” dijo Sidon “Recientemente descubrimos que una flecha eléctrica, disparada con precisión a un punto clave en el cuerpo de Ruta, es capaz de causar que se apague temporalmente. Sin embargo, como habrás podido notar durante nuestro enfrentamiento con los lizalfos, los zora son particularmente sensibles a las descargas eléctricas. No podemos usar flechas eléctricas de forma segura”
Link pensó en la descarga eléctrica que había recibido cuando usó la flecha. Ciertamente se había sentido incómodo e incluso doloroso el usar la flecha, pero no había sido tan malo como para que no fuera capaz de usarla. Pero si los zora eran más susceptibles a las descargas eléctricas…
“Eso no nos impidió seguir intentando, claro, y uno de nosotros fue capaz de usar una flecha, pero cuando intentó usar una segunda flecha, casi lo mata”
“¿Así que necesitan que use flechas eléctricas para debilitar a la bestia divina?”
“Bueno si, pero no es tan sencillo”
Por supuesto que no lo era
Sidon continuó. “Verás, los zora no usamos flechas eléctricas. Se fabrican en el oeste, usando materiales encontrados en la cordillera gerudo, creo. Pero debido a nuestra sensibilidad a la electricidad, no tenemos ninguna aqui”
“¿Entonces dónde encontraron la flecha que usaron la primera vez? ¿Qué hay de los lizalfos?”
Sidon suspiró, negando con la cabeza. “Ese es el problema. Encontramos la flecha que usamos contra la bestia divina. Y los lizalfos—quién sabe dónde encontraron las suyas. Sé que hemos investigado todo campamento lizalfos con el que nos cruzaramos, pero los de ayer fueron los primero que vimos en mucho tiempo.”
“¿Es posible comprarlas de un comerciante?”
“Quizá, pero eso tomaría tiempo que me temo no tenemos. El embalse oriental, donde Ruta vive, ya está al límite. Si el embalse se rompe, el resultado sería catastrófico”
Link esperó a que Sidon continuara, comenzando a sentirse impaciente con su reticencia para llegar al grano. Finalmente, el zora continuó.
“Así que eso nos deja con, lastimosamente, la única opción viable. El centaleon en el monte trueno”
“¿Centaleon?”
“Una temible bestia en la cima del monte trueno. No es el primero de su especie en asentarse allí arriba. Padre tiene razon—la ultima vez que hubo uno, lo derrotaste a pedido de Mipha”
“Realmente no entiendo” dijo Link, muy confundido. “¿Cómo el hecho de derrotar a un centaleon me ayudará con la bestia divina?”
“Tiene flechas eléctricas”
Oh.
“Por supuesto, hemos intentado matarlo o al menos expulsarlo, pero es un enemigo astuto y letal. Varios de nuestro mejores guerreros han intentando, pero no todos sobrevivieron para escapar.” Sidon hizo cara de querer decir más, pero luego se detuvo, mirando a su padre. Link tenía la sensación de que había más en esa historia que Sidon no había contado.
“Link, sé que esto es mucho pedir.” dijo el rey Dorphan seriamente, inclinándose hacia adelante otra vez. “Pero creo que la única forma de pasar las defensas de Ruta será a través del uso de flechas eléctricas. La flecha que Segón usó fue muy efectiva, pero no duró mucho. Nuestros eruditos creen que, con unas cuantas flechas más, se podría hacer suficiente daño para apagarla por completo, o por lo menos devolverla a su estado anterior.”
La mirada de Link pasó rápidamente de Sidon a Dorphan, captando las expresiones de cada uno de ellos, frustrada e implorante, respectivamente. Finalmente, suspiró.
“Lo haré, su majestad”
Poco tiempo después de aceptar derrotar al centaleon, Sidon llevó a Link fuera del palacio. Parecía frustrado y ahuyentó a Basun cuando intentó seguirlos, asegurando que solamente iba a mostrarle a Link la posada. Basun aceptó, a regañadientes, dejarlos ir solos.
Caminaron en silencio por un tiempo antes de que Sidon hablara. “Sabes, ya que estás aquí, oí que estamos en la necesidad de algunas más piedras luminosas para los nuevos proyectos de construcción. ¿Podrías encargarte de eso por nosotros?” Él miró a Sidon en confusión, y Sidon lo miró a la cara, soltando una sonrisa. “Lo siento, estoy bromeando, claro. Simplemente…. no estoy de acuerdo en hacerte resolver todos nuestros problemas. El centaleon es nuestro problema y ni siquiera es el más importante de todos.”
“Pensé que dijiste que no había otra forma de obtener flechas eléctricas”
“No hay, que yo sepa. No una que sea rápida.” Sidon exhaló lentamente, claramente frustrado. “Pero no deberías ir tú. No solo, al menos. Mi padre me ha prohibido enfrentarme al centaleon. Está dispuesto a dejar que otros se enfrenten a él, y mueran, pero no arriesgará mi vida”
Inseguro de que debería decir ante eso, Link permaneció callado. Sidon miró a Link y sonrió, avergonzado. “Lo siento, no pretendo molestarte con mis problemas” dijo y ambos siguieron bajando por las escaleras.
Las escaleras llevaban a una amplia plaza central, con la fuente que Link había visto desde lejos en su centro. Ahora que estaba más cerca de ella—y prestando atención—pudo ver que era más que una simple fuente. Era una estatua hecha a la imagen y semejanza de una zora, sosteniendo un tridente con la punta hacia abajo, con esculturas de piedra hechas para parecer agua a ambos lados de la punta del tridente. El agua fluía hacia afuera alrededor de la base de la fuente, chapoteando para unirse al agua que cubría el suelo.
Link miró la estatua con atención, percatandose de la delgada figura que la zora poseía, la forma relajada con la que sostenía el tridente, la amable expresión había sido meticulosamente tallada en su cara…. Él se detuvo en seco.
“¿Esa es…?” Se apresuró a través de la plaza para pararse enfrente a la estatua.
Sidon lo siguió, parándose detrás de él y observando la estatua. “Mi hermana, Mipha. La campeona zora”
Mipha. Link pudo reconocer su cara ahora que estaba más cerca. Si bien su recuerdo de ella era borroso, pudo ver que el escultor había trabajado duro para capturar cada detalle de su cara. De forma inconsciente, Link removió su tableta sheikah de su cinturón. Presionó la pantalla hasta llegar a la foto de Mipha, parándose recta y viéndose un poco avergonzada. Estaba parada frente a una enorme criatura metálica con forma de elefante, con una larga trompa, un cuerpo robusto y cuatro patas. La bestia divina Vah Ruta.
Comparó la foto con la estatua, maravillado con tal artesanía. Era increíble y prueba de lo mucho que los zora la adoraban
Oyó un leve jadeo y de repente, la cara de Sidon estaba par a par con la de él. Estaba viendo la tableta atónito y boquiabierto
“Eso es…. increíble” dijo, casi sin aliento. “Nunca he….”
Link miró a Sidon y luego miró para otro lado al ver lágrimas en la comisura de sus ojos. Se enfocó en la tableta. Algo parecía llamarlo. Algo….
“No he visto a mi hermana así en cien años” dijo Sidon, con una voz quebradiza. “En verdad, ya ni siquiera la recuerdo muy bien—no había llegado a los veintes cuando murió, después de todo”
“Solo recuerdo recuerdos vagos, en su mayoría. Recuerdo, por ejemplo, cuando me subió por la cascada de Xera cargándome en su espalda. Recuerdo que tu princesa también estaba ahí1”
Link enfocó su atención en Sidon.
“Recuerdo que Mipha…. Me dijo que debía proteger nuestro hogar y que ella…” Sidon se quedó callado unos instantes. Finalmente, volvió a hablar, su voz llena de determinación. “Iré contigo, cuando vayas a enfrentarte al centaleon”
Link se lo quedó mirando, pensando en la posible consecuencia. Tenía el presentimiento de que el rey muy probablemente se opondría a dejar a Sidon ir. En cualquier caso, él ciertamente no quería ser responsable por la muerte de otro de los hijos del rey Dorphan. Sin embargo, también reconoció que significaba mucho para Sidon como para que él rechace su petición.
Sidon sonrió jovialmente y se paró con orgullo. “Si, asesinaremos a la bestia juntos, justo como lo hiciste con mi hermana cien años atrás. Y luego, juntos, domaremos a la bestia divina y salvaremos a la Región. ¡Será glorioso!”
Link deseó poder sentirse tan confiado. Era consciente que acababa de aceptar colocar a otro miembro real en un peligro mortal. No tenía otra forma de saber a que se enfrentaban en la bestia divina. Podrían siquiera domarla? Si Mipha fue incapaz de hacer eso entonces…
“¡Vamos!” dijo Sidon, dándole una palmadita en la espalda y dándose la vuelta. Comenzó a caminar hacia la posada. “Si vamos a aniquilar al centaleon mañana, entonces necesitaremos un buen descanso”
Link miró de vuelta a la tableta y a la cara sonriente de Mipha, antes de colocarla en su cinturón y seguir a Sidon.
Link vio que la posada era agradable, pero mucho más distinta que las demás posadas en las que estuvo. Al igual que muchos otros locales zora, tenía paredes a la mitad, dejando el interior expuesto al aire nocturno. Como resultado, el aire en la posada era frío y húmedo, pero unos cuantos cálidos braseros ayudaban a mantenerlo cómodo
Tenía una única habitación redonda con varias camas formando un semicírculo en ella, incluyendo lo que parecía ser una cama con un colchón de agua. Para su mala suerte, encontró a Nyel durmiendo en ella. Había esperado que el orni hubiera seguido su camino hasta ahora, pero no había nada que hacer. Nyel muy seguramente oiría de la llegada de Link a la región y de su plan para domar a la bestia divina. Lidiaría a eso en su momento. Capaz podría hacer que el juglar mantuviera silencio.
También conocieron a una mujer zora llamada Kolda quien sonrió briosamente cuando lo vio a Link, exclamando. “Linkitín, ¡si eres tú!”
Sidon, con una simpática sonrisa, se despidió, dejando a Link explicar a una Kolda muy entusiasmada lo que ha estuvo haciendo durante los últimos cien años
La mañana trajo consigo un mensajero, un niño zora, quien informó a Link que su presencia era requerida en el palacio de inmediato. Preocupándose de que algo aún peor hubiera pasado, Link rápidamente se vistió y fue junto con el chico, subiendo las escaleras hacia el palacio.
Una vez que llegó, no le sorprendió el encontrarlo a Nyel en presencia del rey Dorphan, Sidon y Muzun. Había notado que Nyel ya se había ido cuando se levantó, y sabía que por su naturaleza de bardo y sus objetivos iba probablemente a recabar información sobre Mipha directamente de su familia—incluso si esa familia era de la realeza.
Nyel lo saludó con la mirada, y él suspiró, devolviéndole el gesto. Adiós a su plan de pasar desapercibido durante su misión por Hyrule. Link se fijó en Sidon, quien sonrió jovialmente y le hizo gesto de que se acercara. Link se subió sobre la tarima elevada, mirando a la imponente figura del rey Dorphan.
“Link, amigo mío, espero que hayas dormido bien”
“Así es, su majestad”
“¡Excelente! Bueno, estoy seguro de que deseas comenzar con tu misión pronto, pero Sidon y yo estamos de acuerdo que no sería cordial de nuestra parte enviarte ante el centaleon sin al menos prepararte de la mejor manera que los zora tienen para ofrecer”
“Espero que no te moleste, pero le eché un vistazo a tu espada el otro día” dijo Sidon, dando un paso adelante, sosteniendo una hermosa vaina forrada de plata y ornamentada con un zafiro azul en su centro. La base de la vaina era más amplia que la punta. La empuñadura de una espalda salía de la vaina. “Se veía un poco gastada” Sostuvo la vaina hacia Link, quien la tomó sin rechistar.
Desenvainó la espada, y quedó perplejo al ver su brillo plateado. La empuñadura era elaborada, con una doble guarda en forma de alas bajo otro par de ganchos curvos. Un zafiro adornaba el centro de la guarda. La hoja hizo pensar a Link en la lanza de un caballero, ancha cerca de la base y estrecha en el centro. La punta, sin embargo, crecía como la cabeza de una lanza de soldado. Tenía una apariencia zora única, y era increíblemente liviana.
Era toda una belleza, pero si era honesto consigo mismo, prefería la apariencia tradicional de una espada. La hoja ciertamente era de mejor calidad que la espada que había estado usando, pero si esperaba que su ligero peso no equivaliera a su durabilidad. No serviría de mucho que una espada se rompiera en pleno combate.
Envainó la espada e hizo una reverencia cual sheikah—la única forma de gratitud con la que estaba familiarizado. Se preguntó qué tipos de saludos habían sido apropiados en las cortes de Hyrule. “Gracias, su majestad. Es un…. obsequio maravilloso”
Oyó a Nyel reír en silencio y le lanzó una mirada, como si lo estuviera juzgando. El orni se vio levemente avergonzado, parándose derecho.
“¡Bien, bien!” dijo Dorphan, asintiendo con satisfacción. “Una espada digna de ti, en efecto. Espero que esto te ayude en tus esfuerzos hoy.” Miró a Sidon. “Ahora, creo que mi hijo se ha ofrecido a llevarte a la base de la monte trueno”
Link miró a Sidon, confundido, pero el zora sonrió ampliamente. “Si, no estaría bien enviarte en una dirección y esperar que encuentres tu camino por ti solo, ¿verdad?” Miró a Link a la cara y le lanzó un guiño. Ese sentimiento de temor que Link había sentido en día anterior solo se intensificó.
Se encontraron en el puente con dirección al este fuera de la ciudad. Link había vuelto a la posada a por sus cosas—su escudo, arco y flechas (aunque odiaba usarlas en la lluvia), una bolsa con provisiones para un día y su capa. Luego de varios momentos pensándolo, también tomó su paravela, diciendo que tenerlo en la cima de la montaña podría no ser tan mala idea, en caso de que necesite escapar por algún motivo. Esperaba que no fuera el caso.
Cuando encontró a Sidon en el puente, el príncipe sonrió ampliamente. Sostenía su lanza de manera despreocupada, el mango presionado contra el suelo, y levantó la mano para saludarlo. Link notó que llevaba una espada similar a la suya colgada en su cintura. “Hermoso día, ¿no lo crees?”
Link, llevando puesta una capa mojada y teniendo frío, no pensaba para nada que el día fuese hermoso. A Sidon pareció no importarle su expresión de hartazgo, y se dio la vuelta, comenzando a caminar por el puente. Link se apresuró a seguirlo, teniendo que trotar para seguirle el ritmo a sus largos pasos.
“¿No le dijiste a tu padre que venías conmigo?” dijo Link, una vez que estuvieron a la mitad del puente. Sidon lo miró con sorpresa.
“¡Por supuesto que no! Te lo dije—me prohibió expresamente que hiciera algo por el estilo”
“Pero si algo te pasara…”
“Nada me va a pasar. Después de todo, tengo al campeón hyliano conmigo, ¿no?”
Link se detuvo“Sidon”
Sidon se detuvo, volteando la mirada hacia Link, y su sonrisa se desvaneció
“No sé qué clase de….. historias te contaron acerca de mí” dijo Link, exhalando lentamente. “Honestamente, puede que todas sean verdad. No lo sé. Pero tampoco tengo idea en lo que nos estamos metiendo. No tengo la menor idea de que es un centaleon o cómo derrotar a uno. Hago esto porque es mi deber, no por diversión”
La sonrisa de Sidon desaparición por completo, en su lugar una expresión de leve disgusto. “¿Crees que hago esto por diversión?”
“Eso no es lo que—”
“He visto amigos morir a manos de esa bestia.” dijo Sidon con un tono firme. “Nos ha estado atemorizando por meses, muchos intentaron derrotarlo sin éxito”
“¿Por qué no envían a un grupo de soldados a —”
“¿Crees que no lo hicimos?” Sidon lo miró con cara de incrédulo. “Link, hemos enviado escuadrones enteros a matarla. Pero el centaleon es astuto. Por eso usa flechas eléctricas—si un zora es alcanzado por una de esas, oye bien mis palabras, morirá. Rivan casi muere el otro día y ni siquiera fue un impacto directo.”
“Entonces quizá deba ir yo solo”
“No” dijo Sidon. “Esto es algo que debo hacer”
“¿Por qué?”
“Porque…” Miró a Link por varios segundos antes de mirar a la ciudad “Tengo que proteger mi hogar”
Link quería seguir discutiendo, pero la mirada en los ojos del príncipe lo detuvo.
“Solo… ten cuidado”
“Siempre lo tengo” dijo Sidon, girando y continuando hacia la distante montaña. De alguna forma, Link dudaba eso.
Finalmente llegaron al otro lado del puente y caminaron hacia un pasto en la base del monte. El monte trueno era un monte rocoso con curvas en el, resultando en una gentil ladera al norte, mientras que la ladera del sur estaba de cabeza y su punta colgaba sobre el embalse donde Sidon le dijo a Link que Vah Ruta hacia su casa
La subida por el monte no sería excesivamente difícil, pero el suelo resbaladizo por la lluvia, sin duda, la haría más traicionera de lo que sería en otras circunstancias. Probablemente le hubiera tomado todo el día escalar el monte por si solo, pero Sidon vino preparado.
Luego de cruzar el puente, Sidon se dirigió hacia un arbusto y levantó un gran bulto. Lo colocó en el suelo y lo desenvolvió, revelando varios objetos—un arco plateado zora y un carcaj, una larga soga y varias clavijas de escalar.
“Veras, para los zora escalar el monte es bastante sencillo. Después de todo, podemos nadar subiendo por la catarata. Pero para un hyliano como tú… Bueno, no te sugiero escalar la roca escarpada con esta lluvia.” Sidon se amarró la cuerda por el pecho, seguido de su arco. Colgó el carcaj en su cintura—Link noto por su diseño que podía sellarse para protegerlo del agua—y colocar las clavijas en él.
“¿Dejaste todo esto aquí anoche?” preguntó Link, intrigado.
“Pues claro” dijo Sidon, parándose con orgullo. “Hubiera sido sospechoso si salía contigo con todo esto a cuesta, ¿no te parece?”
Link suspiró. “Solo… no te mueras” dijo “Estoy seguro de que Muzun me ahogaría si soy responsable por la muerte de otro miembro de la realeza”
Las palabras se le escaparon antes de que se diera cuenta. Estaba hablando de la hermana de Sidon. Su estado de ánimo debía de estar realmente mal, si pensaba que ese humor negro era apropiado.
Sidon miró a Link con asombro. Un momento después, sus labios formaron una sonrisa y rió a carcajadas. “Sabes, no había pensado en eso, ¡pero tienes razón! Muzun y los demás ancianos muy probablemente intentarían matarte si algo me pasara”
¿No habías pensado en eso? Link lo miro con cara de incrédulo, sintiendo una necesidad irracional de darle un puñetazo en la cara. Quizás podría empujarlo por el precipicio. Había agua debajo después de todo, ¿no? Sidon colocó una mano en su propio mentón, pensando
“Bueno,” dijo Sidon finalmente “Mi padre lo entendería. Sabe que he estado intentando enfrentarme al centaleon últimamente. De hecho, estoy un poco sorprendido de que no haya colocado guardias por aquí, en caso de que intentara hacer esto… Heh. Bueno, en cualquier caso, supongo que tendré que intentar no morir”
“Genial” gruñó Link “Intentalo, ¿si?”
Una sombra pasó por encima de ellos y ambos miraron sorprendidos al ver una figura aérea pasar por encima de sus cabezas. Con un aleteo de sus alas, la figura aterrizó en el pasto frente a ellos y se paró derecho, revelando ser Nyel. No llevaba su instrumento consigo pero sí un pequeño arco en la espalda
“Nyel, ¿qué estás haciendo aquí?” dijo Link, exasperado
El orni le hizo una leve reverencia a Sidon antes de mirarlo a Link. “Esperaba que me permitieras acompañarte en tu cruzada.” Dijo, los ojos pasando de Link a Sidon, notando el equipo que Sidon tenía. “Pero ahora me pregunto si debería preguntárselo al príncipe…”
Sidon, por su parte, parecía no estar alarmado por la aparición de Nyel, pero esbozó su típica sonrisa “Buscando inspiración para una nueva canción, ¿o no bardo?”
Las plumas húmedas alrededor del cuello de Nyel se agitaron un poco y él inclinó la cabeza hacia Sidon. “En efecto su majestad. Verá, cuando conocí a Link, tuve mis sospechas en cuanto a su verdadera identidad—mis disculpas, Link, por no haberlo dicho antes. Vi que te ponías…. incómodo al hablar de esas cosas. Pero ahora sé por certero, y no puedo dejar pasar la oportunidad de verlo con mis propios ojos.”
“Nyel, esto será peligroso” dijo Link, frotándose la frente. No quería tener que lidiar con esto ahora. Nyel le caía bien—en serio, lo hacía—pero esto era demasiado. “¿No puedo… simplemente contártelo todo cuando vuelva?”
“Te prometo que estaré fuera de peligro,” dijo Nyel, imperturbado por las quejas de Link “Pero sería una negligencia por mi parte no intentar verlo con mis propios ojos.”
“Está bien Link” dijo Sidon, colocando una mano sobre su hombro. Link lo miró y se preguntó si el príncipe estaba meramente intentando evitar que Nyel volviera a la ciudad y le contara al rey sobre su plan
Link miró a Sidon a la cara un momento antes de mirar a Nyel. Suspiro. “De acuerdo, pero Nyel, no puedo…. responder ninguna pregunta sobre el pasado”
Nyel se vio sorprendido ante esto, inclinando la cabeza levemente hacia un lado “Soy consciente de que tales cosas te ponen incómodo. No tenía intenciones de presionarte con ese tema”
“No, no es…. por eso. Es que simplemente no puedo recordar el pasado. Perdí la memoria”
“Fascinante” dijo Nyel, asombrado. “Debes contarme con lujo y detalle” Se detuvo y se vio ligeramente avergonzado “Otro día, claro. Ahora mismo debes concentrarte en derrotar al centaleon”
Resignado, Link asintió con la cabeza. Tenía la sensación de que cualquier esperanza que tuviera de seguir con sus asuntos sin que la gente conociera su verdadera identidad estaba llegando rápidamente a su fin. Si sobrevivía a esto, probablemente su regreso se haría mucho más notorio.
“¡Maravilloso! Cuanto más mejor” dijo Sidon, juntando las manos con entusiasmo “¿Seguimos?”
Juntos—hyliano, zora y orni— giraron y comenzaron caminando rumbo al monte
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Seggin Segón Lynel Centaleon Shock Arrows Flechas eléctricas Linny Linkitín Great Zora Bridge Gran Puente Zora Shock Arrows Flechas Eléctricas Ploymus Mountain Monte trueno Dorphean Dorphan Kodah Kolda 1: Referencia al DLC del juego, Balada de los Campeones, especialmente al recuerdo llamado Canto de Mipha.
PD: La voz de Gerardo Reyero como Dorphan es buenísima. Lo mismo con Pepe Toño Macías como Sidon.
Chapter 14: Capítulo 13
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 13
Link agarró la piedra húmeda con sus dedos fríos, haciendo fuerza para mantener su agarre. La lluvia había caído con fuerza a mitad del ascenso—de forma natural—y casi se había resbalado varias veces. Al lado de él, la catarata rugía, cayendo a una distancia sorprendente. Pero aprendió hace mucho a no mirar abajo, y continuó su escalada, encontrando los pequeños manojos por donde era capaz de meter sus dedos y pies. Finalmente, su mano llegó a la cima y un par de rojas manos zora agarraron las suyas, ayudándolo a subir.
Una vez en la cima, suspiró ligeramente, dándole las gracias a su acompañante, y miró al resto de la colina que llevaba al monte trueno. El centaleon que había estado atemorizando a los zora estaría allí, probablemente esperando a su próximo contrincante. Link se preguntó cuántos zora habían muerto a manos de esa terrible bestia.
“¿Link, estás seguro de esto?” dijo su acompañante
Link se giró y miró a la delgada zora a los ojos. Apreciaba que Mipha lo acompañara—ciertamente lo había ayudado a escalar varias secciones de roca difíciles. El monte trueno no tenía senderos fáciles que lleven a su cima, a diferencia de otras colinas y montañas que Hyrule tenía. Este era un monte plenamente en territorio zora, con varias cascadas proveídas por una fuente subterránea que alimentaba gran parte del río. Dicho de otra forma, uno no necesitaba un camino cuando uno podía nadar por encima de la catarata. Link era un excelente escalador por méritos propios, pero las rocas resbaladizas junto a las cascadas nunca eran fáciles, incluso cuando no llovía.
Pero aun así, deseó que ella no lo hubiera seguido. ¿No entendía ella que esto era asunto suyo? Había sido elegido como el protector de esta tierra. El Héroe. El campeón. Si no era él, ¿entonces quién? Aun así, su amiga lo siguió.
Respondió a su pregunta diciendo que sí, y luego se volteó, mirando hacia la llana inclinación que llevaba a la cima del monte. Comenzó a caminar y oyó a Mipha tropezarse detrás de él. Esperaba que ella se quedara atrás—el centaleon era conocido por tener flechas eléctricas y Mipha no tenía la misma resiliencia que su maestro, Segón. Incluso él había sido incapaz de derrotar al centaleon, forzado a saltar desde Cabo Valiente hacia el embalse para evitar la muerte.
Este centaleon parecía ser particularmente astuto. Esto preocupó a Link. Si bien nunca había hablado con un centaleon en su vida—no hablaban hyliano, pero algunos decían que tenían un tipo de lenguaje primitivo—sabía que eran criaturas inteligentes. Eran territoriales, pero también justos. Si alguien caía en su territorio por accidente, ellos usualmente darían una advertencia, y solo atacarían si esa advertencia era ignorada. Pero la cosa era distinta con este este centaleon, por lo que Link había escuchado.
Cabo Valiente, la cima del Monte Trueno, estaba precedido por una zona bastante llana y frondosa, situada justo debajo de la cima. Era el lugar favorito de los zora para recreación o para citas románticas—al menos, eso es lo que le habían contado. El pasto cubría la pequeña meseta y un grupo de árboles crecía cerca de la cima. Había un camino que rodeaba el monte hasta el lado noreste de la extensión plana, que es el camino que tomaron Link y Mipha. Cuando llegaron a la cima, Link se agachó, mirando a través de las largas hojas de pasto en busca de cualquier señal de su adversario. No vio señales del centaleon y pensó que capaz estaba escondido entre los árboles del otro lado de la meseta.
“¿Cuál es el plan? ¿Cómo te ayudo?” preguntó Mipha detrás de él.
¿Qué?
Link giró sobre sí, mirándola con incredulidad. “No es seguro para ti”
“Tampoco no es seguro para ti, Link”
“Estaré bien por mi cuenta. Tienes que regresar, Mipha” dijo, con una voz firme
“Soy más que capaz en ayudarte”
“Yo no…” Link suspiró, frotándose la frente. “No estoy diciendo que no eres capaz. Es solo que—esto es mi deb—”
Un rugido furioso los silenció a ambos y Link se giró, echándose hacia atrás y desenvainando la espada legendaria en un solo y fluido movimiento.
“¡Link!”
El oyó un largo y consistente rugido. Su cuerpo se puso tenso, preparándose para el combate. Intentó tomar la empuñadura de su espada, solo para notar que no estaba en su mano. ¿Dónde estaba su esp…
Una catarata. Esa era la fuente del rugido. Una catarata. No una imponente criatura hecha de músculos y del terror. Y él no estaba en la cima del monte trueno—estaba cerca de la base. ¿Cómo había—
Link se sobresaltó, tambaleándose hacia atrás, sin saber que pasaba, mirando la expresión de preocupación de Sidon. Esa expresión se reflejó en la cara de Nyel, quien estaba parado directamente detrás de él. La lluvia caía a cántaros a su alrededor, mojándole el pelo. El agua le caía por los ojos, y él parpadeó varias veces.
“Link, ¿qué pasó? ¿Estás bien?” dijo Sidon, acercándose a él
“Te paralizaste. Estábamos hablando sobre el monte y luego dejaste de moverte”
Link miró a ambos, intentando hablar, pero notó que tenía la boca seca, a pesar de la humedad en el aire. ¿Cómo podía describir lo que acababa de experimentar? Era un recuerdo—de eso, estaba seguro. Un recuerdo de la hermana de Sidon. Intentó entender lo que había pasado, entender todo lo que había visto. ¿Cuánto tiempo había estado parado ahí? Era difícil medir el tiempo debido a las nubes oscuras en el cielo.
“¿Link?”
Link lo miró a Sidon e intentó hablar, carraspeando. “Estoy… bien” dijo con la voz ronca. Tragó saliva e intentó hablar de nuevo. “Acabo de… ver algo. Vi… a tu hermana”
“¿Mi hermana?” dijo Sidon alarmado
“En un recuerdo,” continuó Link. “Íbamos a luchar con el centaleon. Ella me siguió. Intenté hacer que volviera, pero luego el centaleon nos emboscó mientras discutíamos. Yo no…”
“Increíble” dijo Nyel, claramente emocionado. “Claro, así no es como cuentan la historia en hoy en día—de hecho, algunas versiones que he oído ni siquiera te mencionan—pero uno siempre debería tales cambios de los cuentos heroicos”
Sidon se quedó en silencio por un largo rato, con los ojos fijos sobre Link. Link lo miró, sin saber cómo reaccionaría. Pero luego, la cara de Sidon se transformó en una sonrisa, y colocó una mano sobre el hombro de Link.
“¡Eso es maravilloso, Link! No me sorprende que pensar en Mipha despierte alguno de tus recuerdos—ambos eran cercanos, por lo que oí. ¿Recordaste algo más?”
“No, solo…. Se sintió muy real. Yo estaba ahí. Recuerdo lo que pensé, lo que sentí…” Pensó en cómo había visto a Mipha en el breve recuerdo. Ella había sido una amiga. Una buena amiga. De repente el corazón le dolió por esa pérdida, incluso si sólo había recordado muy poco. La imagen comenzaba a desvanecerse, como suele pasar con los recuerdos con el tiempo. Pero ellos habían sido amigos. De eso, estaba seguro.
“Tiene sentido, claro” Nyel se paró al lado de Sidon. “Estamos rehaciendo tus pasos. Imagino que tomaste esta misma ruta para derrotar al centaleon hace cien años, y aquí estás de nuevo. Es increíble como la historia tiende a repetirse a sí misma”
“Si, si lo es” dijo Sidon, sonriendo ampliamente. “Imagino que tendrás muchas canciones para escribir luego de este dia”
“Oh, estoy seguro que podré componer una cuantas” dijo Nyel, sonriendo con picardía
Link se obligó a relajarse. Había sido un recuerdo. No un fragmento, no una imagen fugaz de una cara o un olor—un verdadero recuerdo, como si él hubiera estado ahí. Como si Mipha hubiera estado viva. Eso dolía. Estaba sorprendido ante lo mucho que dolía esa idea. Aún no la conocía—no verdaderamente. Solo sabía que pensó y sintió en ese momento, en su mayoría relacionado con la pelea que se avecinaba. Pero era algo.
“Bueno, ¿seguimos?” dijo Sidon, sacando a Link de su trance. Sidon sonrió y estiró los brazos por detrás de su espalda antes de acercarse al cuerpo de agua en la base de la catarata. Lago Mikau, como Sidon lo había llamado. Él les estaba hablando sobre el monte cuando los recuerdos de Link despertaron. Había comentado sobre lo popular que era el monte como sitio para citas románticas, en especial entre los jóvenes.
Sidon pasó su arco sobre sus hombros y saltó por el aire antes de arquearse en un perfecto zambullido. Entró en el agua sin levantar ni una gota, pero un momento después, salió disparado de ella y se adentró en la cascada. Asombrado, Link miró como pateaba con fuerza y velocidad, usando los brazos para maniobrar su camino hacia arriba por la pesada corriente. Sidon subió mucho más rápido de lo que Link hubiera creído posible, saltando por la cascada como un salmón nadando contra la corriente. Cuando llegó a la cima de la cascada, salió disparado por el aire, girando en un lento círculo antes de caer fuera de la vista.
Link miró a Nyel, quien también se veía igual de fascinado. Sabía que tenía que preguntar y esperaba que la pregunta no fuera de alguna forma ofensiva.
“¿No puedes simplemente volar?” dijo. Nyel estaba, según su punto de vista, esperando a que Sidon arrojara la cuerda.
Nyel lo miró y sonrió. “Sí y no. Verás, los orni no somos realmente hábiles en vuelos. Podemos volar, pero preferimos que haya una buena corriente de aire. Nuestros huesos no son tan huecos y frágiles como los de las aves comunes. Y volar para arriba es muy difícil. Me tomaría mucho tiempo obtener la altitud suficiente, incluso con un mejor clima.”
“Yo no sabía eso. Pensé que…”
Nyel rió ligeramente. “Tranquilo. Es un error común sobre nuestra raza. Algunos entre nosotros son mejores en el vuelo que otros. Mi esposa, por ejemplo, es una voladora excepcional. Es como una bailarina en el aire. En comparación con ella, quizá sea más acertado describirme como una piedra con alas.”
“¿Tu esposa viaja contigo?” dijo Link
“Oh no,” dijo Nyel, su expresión volviéndose melancólica. Miró en dirección al oeste. “Mi familia tuvo que quedarse en la aldea orni. Mis hijas son muy jóvenes para viajar volando y es muy peligroso viajar por tierra. Espero poder terminar la canción de mi maestros lo antes posible—Siento que ya he estado mucho tiempo lejos de ellos”
Link lo miró, viendo la tristeza en sus ojos, y abrió la boca para hablar pero sin saber qué decir. En ese momento, la cuerda cayó y la cabeza de Sidon salio por el borde.
“¡Hola, ahí abajo!” dijo, saludando con la mano “¡Suban!”
Nyel miró a Link sonriendo y luego hizo gesto con sus emplumadas manos de que él debería ir primero. Link hizo caso, dando un paso adelante y agarrando la cuerda. Estaba resbalosa pero pudo agarrarla con firmeza.
Cuidadosamente, comenzó a subir, usando el acantilado como apoya pies. Pudo usar los apoyos sin mucha dificultad, haciendo la escalada sorpresivamente fácil. En solo unos cuantos minutos, había escalado la pared. Nyel, por su parte, escaló la pared sin muchos problemas. Sus dedos sujetaban la cuerda con fuerza, y usaba sus talones como apoyo extra.
Cuando tanto Nyel y Link estuvieron arriba, Sidon tiró de la cuerda, enrollándola alrededor de su hombro y cintura antes de voltearse y sonreír. “¡Eso estuvo de maravilla!” dijo, guiñando, antes de volver a caminar a la piscina de agua en la cima de ese acantilado. El borde sobre en que estaban parados estaba en la parte inferior de otra cascada, la cual Sidon se puso a nadar inmediatamente. Link se preguntó cuántas paredes más tendrían que escalar hasta llegar a la cima. No creyó que esta pared fuera la de su recuerdo, así que asumió que al menos habría un par más luego de esta.
La lluvia fue su peor enemigo al escalar el monte. Solo había tres cascadas por el camino que tomaron hacia el monte trueno. Las primeras dos pasaron con pocos incidentes, pero en la tercera—la misma que vio en su recuerdo—la mano de Link se resbaló. Afortunadamente, no estaba muy alto cuando cayó. Desafortunadamente, el equipamiento que llevaba atado a la espalda le dolió al caer.
Link se estremeció, rodando sobre su estómago. Luego de recuperar el aliento, gruñó y se sentó sobre sus rodillas. Nyel se arrodilló a su lado, mirándolo con preocupación. Link le dijo que no se preocupara, luego cerró los ojos con fuerza y se giró para frotarse la espalda donde le había presionado la vaina de la espada.
¿Estás bien?” dijo Sidon desde la cima del acantilado. Link abrió los ojos y se giró hacia Sidon, haciendo gesto de que bajara la voz. Creía que estaban lo suficientemente lejos, considerando la lluvia, pero si el centaleon lo oía.
La idea de Sidon encarando al centaleon por sí solo ayudó a Link a ignorar el dolor en su espalda y levantarse. Agarró la cuerda de nuevo y comenzó a escalar, una mano tras la otra, encontrando pequeños bordes y agujeros con los pies para ayudar a impulsarse. Casi se resbala otra vez—le dolían las manos después de tanto trepar y la lluvia se había vuelto más fría cuanto más subían, pero agarró la cuerda con fuerza, con los nudillos blancos por el esfuerzo.
Finalmente, Sidon lo agarró de la muñeca y lo ayudó a subir. Eso le recordó al evento de cien años atrás, y como había estado en esa misma situación junto a Mipha. Quizá Nyel tenía razón, la historia tiende a repetirse. Aun así, sabía muy bien lo que se aproximaba.
Nyel ató hábilmente la punta de la cuerda alrededor de su cintura y escaló sin mucha dificultad. Para ser pájaros llenos de plumas, los orni tenían manos fuertes.
Los tres se miraron el uno al otro, tomando un aspecto sombrío y serio. A partir de ahora no había vuelta atrás. Aún les quedaba un tramo antes de llegar a la cima, pero el centaleon podría aparecer en cualquier momento. No más risas, no más historias. O salían victoriosos o morían. Era una idea que daba que pensar.
Juntos, los tres se dieron la vuelta y continuaron su camino hacia el monte.
Link no podía recordar cómo derrotó al centaleon en el pasado. En ese momento, eso parecia, para él, ser la verdadera tragedia del recuerdo que había visto.
Él había alcanzado la cresta de la misma cima que en su recuerdo, y sabía qué esperar cuando se arrodilló y miró a través de las altas hojas de pasto. Esto era un problema porque saber que esperar no es lo mismo que saber cómo lidiar con ello.
Caminando con orgullo, en el centro del plano, estaba el centaleon. Desafortunadamente, se veía tal como el de su recuerdo, pero un poco más grande. Tenía el cuerpo de un gran caballo, con el torso de un hombre musculoso, y la cabeza de un león de melena roja. Un pelaje gris cubría mucho de su cuerpo, con la excepción de algunas mantas rojas en sus manos y brazos, su cola y su melena. Su cuerpo estaba lleno de cicatrices—parches de piel blanca donde el pelaje gris ya no crecía eran visibles por todo su torso, costados y brazos. Un par de cuernos curvados brotaban de su frente. Una armadura de cuero toscamente tallada cubría partes de su cuerpo —el pecho y los costados—y su larga melena estaba recogida en una cola de caballo, valga la redundancia, detrás de su cabeza. Amarrado a sus lados había armas—Una espada ancha que parecía tan larga como la espada de Link, pero con una punta acampanada, un escudo con bordes afilados, un arco hecho de madera y metal, y un carcaj de flechas.
El centaleon se dio la vuelta hacia él, y Link mantuvo la respiración mientras intentaba esconderse entre el pasto. Apenas podía ver la cabeza del centaleon atraves del pasto. Él esperó…. Un momento después, el centaleon se dio la vuelta y se alejó.
Exhalando lentamente, Link bordeó su camino de regreso hasta que pudo levantarse y caminar sigilosamente hasta donde estaban Sidon y Nyel, esperándolo. Cuando llegó junto a ellos, los tres se acercaron, hablando en susurros incluso si la lluvia cubría sus voces.
“Está ahí,” dijo Link con una expresión sombría.
“¿Qué está haciendo?” Sidon miró hacia la cima. No se veía casi tan alegre como de costumbre.
“Solo camina. Parece estar esperando algo”
“Sabe que ha pasado tiempo desde la última vez que lo desafiaron. Muy probablemente, está preparado para repeler a un grupo de soldados incluso más grande que antes.” Sidon se detuvo. “¿Tenía aún sus flechas?”
“Eso creo. Tenía un carcaj de flechas”
“Así que esas son sus flechas eléctricas.” Sidon hizo una mueca, mirando a Link. “Pienso que deberíamos apegarnos al plan original. Si tu lo mantienes ocupado, yo puedo debilitarlo con mis flechas”
“¿Sabes disparar?” dijo Link, dudando del plan. Había parecido bueno al principio, pero ahora que lo pensaba, eso también lo pondría a él en la línea de fuego.
Sidon sonrió. “Si”
Link miró a Nyel, preocupado. El orni se había quedado callado mientras él y Sidon discutían su plan.
“Me quedaré lejos de la pelea, si es que puedo. Observaré desde la cima. Creo que puedo volar alrededor del monte sin ser visto.” La voz de Nyel sonaba tensa—claramente, estaba nervioso por la pelea tal como Link y Sidon lo estaban.
Link asintió, mirando de vuelta a Sidon. El príncipe tenía, quizás, la tarea más peligrosa—algo con lo que Link no estaba complacido. Sidon dispararía sus flechas al centaleon, distrayendolo para permitir a Link acercarse. Al hacer eso, se ponía así mismo en riesgo de ser disparado por una flecha eléctrica. Link tendría que moverse rápido.
Sidon asintió, preparando su arco zora. Aún sostenía su lanza en la otra mano. Había llegado el momento. Link lentamente desenvainó su espada y pasó su escudo por su brazo derecho; aun sabiendo lo poco que le servirá contra tal bestia
“Buena suerte” dijo Nyes, colocando una mano en cada uno de sus hombros. Esperaría a que ellos distrajeran a la bestia antes de ponerse en marcha. Una vez más, Link se preguntó si hizo lo correcto en dejarlo ir con ellos. ¿Estaba bien traer a alguien que no sabe pelear a tal peligrosa situación? Ya no importaba, pensó. La suerte estaba echada. Ya no había marcha atrás
Sidon y Link comenzaron a subir a la colina, separándose. Sidon, arrastrándose sobre su barriga, fue a la derecha mientras que Link fue para izquierda, yendo agachado detrás de un afloramiento rocoso. Si todo iba de acuerdo al plan, Sidon dispararía sus flechas para distraer al centaleon, y Link embestiría contra la bestia. Al sincronizar sus ataques, podrían confundir al centaleon lo suficiente para terminar con su vida antes de que pudiera contraatacar. Eso era un buen plan. Tenía una chance de—
El centaleon rugió con ira y Link oyó el repentino sonido de una flecha eléctrica. Maldiciendo, se apresuró alrededor del afloramiento para ver al centaleon apuntando a Sidon, quien no había tenido la oportunidad de preparar una flecha.
“¡Hey!” Link gritó, golpeando su espada contra su escudo.
Tuvo el efecto deseado, para bien o para mal. El centaleon apuntó a Link y disparó. Vio un breve vistazo de la flecha de punta amarilla volando a través del aire y apenas logró evitar ser alcanzado. Oyó el sonido del arco arqueándose. Link alzó la vista justo en tiempo para ver la flecha de Sidon hundirse en el hombro del centaleon.
Link se puso de pie de un salto, corriendo hacia adelante con el escudo en frente, lanzando un grito de batalla para llamar la atención del centaleon. El centaleon, esta vez, ignoró a Link y disparó su flecha a Sidon, quien logró apenas esquivar.
Link corrió hacia adelante, preparando su espada con la esperanza de clavarla en el centaleon y acabar con la pelea ahí mismo. El centaleon lo miró, frunciendo el hocico, y blandió su arco como si fuera un cachiporra de dos manos. El arco impactó con el escudo de Link como una roca, y Link sintió como sus pies dejaban el suelo mientras era arrojado varios metros para un lado antes de aterrizar de forma dolorosa.
Atontado y con su brazo derecho dolido por el golpe del arco, Link se quedó quieto por un momento. Oía, o más bien, sentía, las masivas pezuñas del centaleon golpeando el suelo.Link junto los brazos y rodó hacia un costado. El centaleon siguió avanzando y una de sus pezuñas estuvo a centímetros de aplastarlo.
Sidon disparó otra flecha, esta hundiéndose en su flanco. Una vez más, esto enfureció al centaleon, pero no pareció frenarlo. El centaleon rugió otra vez, tenía los ojos llenos de furia, y sacó un par de flechas eléctricas de su carcaj. Colocó ambas en su arco y estiró, apuntando al expuesto Sidon. ¿Por qué no había tomado mejor cobertura?
“¡No!” Link gritó mientras el centaleon disparaba. Ambas volaron por el aire, ninguna apuntada directamente a Sidon. Pareció percatarse de esto y se paralizó en el lugar cuando ambas flechas impactaron en el suelo a ambos lados de él. Esa era la intención del centaleon, y Link vio con horror mientras la electricidad se expandió a través de la piedra mojada sobre la que Sidon estaba parado.
Sidon gritó de dolor mientras la electricidad corría por su cuerpo, soltando su arco y cayendo al suelo, su cuerpo contrayéndose. El príncipe no volvió a levantarse mientras Link miraba, y temió lo peor.
Agarrando su espada con firmeza, Link se puso de pie y corrió hacia el centaleon. El centaleon giró y atacó con su arco de nuevo. Link anticipó su ataque y se agachó mientras lanzaba una estocada. No logró atravesar al centaleon, como esperaba, pero consiguió hacerle un corte superficial justo por encima de su pata delantera.
El centaleon dio un corcovo, y Link rodó para un lado, esquivando su pata. Cuando sus pezuñas volvieron al suelo, el suelo tembló levemente bajo los pies de Link. El centaleon era mucho más grande de lo que pensó, ahora que estaba más cerca. Su cabeza apenas le llegaba al torso. ¿Cómo es que pudo vencer a una bestia como tal?
Link se levantó, aun sosteniendo su espada y escudo, y miró al centaleon a los ojos. Eran de un color verde shockeante. Por un momento, los dos se quedaron quietos, ojos fijos sobre el otro. Guerrero contra guerrero. El lynel se ató el arco a la cintura y desenvainó su espada y escudo. Link exhaló lentamente y echó un rápido vistazo a Sidon. Aún no se había movido. ¿Seguía vivo?
El centaleon rugió y embistió hacia Link, preparándose para cortarlo en dos. Link esperó hasta el último segundo antes de saltar para un lado, evitando ser aplastado por sus pezuñas y la matilda hoja del arco. El centaleon siguió hacia delante, dando la vuelta en un gran arco, mientras Link esperaba. El centaleon se giró y volvió a embestir con una expresión de furia.
Link dio un paso para el costado. El centaleon era grande y poderoso, con largos brazos y una clara ventaja por su altura, pero Link tenía la ventaja de ser mucho más pequeño. Esta vez, Link logró hacer un corte superficial en su cintura trasera. El centaleron atacó con su espada, pero Link ya estaba fuera de su rango de ataque.
Enojado, el centaleon dio un giro con el hocico fruncido. Se acercó a Link, caminando esta vez, y se detuvo cuando estuvo a meros centímetros de él. Atacó con su espada, pero Link lo esquivo dando un paso hacia atrás. El centaleon rugió de ira, volviendo a atacar mientras se inclinaba hacia adelante para darle un mejor alcance. Pero Link lo volvió a esquivar—evitando la devastadora hoja.
Empezaba a sentirse más seguro luchando con esta bestia. Si bien su mente no recordaba haber luchado con el centaleon en el monte trueno antes, su cuerpo sí. Necesitaba ser escurridizo, hacerlo enojar, hacerlo atacar de forma imprudente. La adrenalina de la pelea hizo a su corazón acelerarse. De repente, en su mente, él podía ver cómo terminaría la batalla.
Cuando volvió a encarar al centaleon, sus ojos brillaban con determinación y confianza. Su miedo se había ido, y en su lugar estaba una sensación de certeza. El centaleon atacó y Link lo esquivó, clavando su espada y haciéndole un corte en el antebrazo mientras esquivaba. El centaleon atacó con su escudo, directo hacia su cara, pero este lo esquivó y lo apartó con el suyo.
Si, él podía hacerle frente a esta bestia.
Era como un baile para él, moviéndose alrededor del centaleon, con los pies constantemente en movimiento. Si bien era difícil hacer cortes profundos, sabía que era cuestión de tiempo. El centaleon se estaba enojando más y más. Se giró, una vez más, para encararlo y lanzó una estocada con su espada directo hacia el corazón de Link. Link se movió para un lado y usó su escudo para desviar la espada. Link realizó con un ataque giratorio por debajo del escudo del centaleon, cortando profundamente en su pierna delantera.
El centaleon se encabritó, rugiendo de dolor y Link corrió adelante, justo por debajo de su pierna, bien penetrando las defensas del centaleon. Lanzó una estocada en el flanco del centaleon, lo cual lo hizo retorcerse de dolor. El centaleon salto lejos de Link, colocando una mano a su costado, justo donde Link había perforado. Cuando miro su mano, estaba bañada de sangre.
El centaleon rugió de furia, saltando atrás con un poderoso salto. Aterrizó varios metros lejos de él y Link se preparó para otra embestida. El centaleon, sin embargo, no hizo eso. En su lugar, tomó un respiro profundo, llenando sus pulmones de aire.
¿Qué está—
Respira fuego
El centaleon respira fuego
O, más precisamente, Link notó mientras rodaba a un lado, el centaleon respiraba una masiva bola de fuego. Sintió el calor de la bola mientras pasaba para un lado, quemando el pasto mojado en su camino y dejando cenizas. El centaleon respiró y Link se sobresaltó. Se puso sus pies y comenzó a correr en un amplio semicírculo, las bolas de fuego pasando justo detrás de él.
Estaba tan enfocado en evitar los disparos de fuego que casi no oyó la pezuñas. Giró la cabeza justo a tiempo para ver al centaleon abalanzándose contra él. No tenía su arma en sus manos, más bien embistió hacia adelante con sus seis extremidades, usando sus poderosas manos como si fueran otro par de patas. Apuntó sus endemoniados cuernos al torso de Link.
Link levantó su escudo justo a tiempo y, en lugar de ser pisoteado o atravesado por un cuerno, fue empujado hacia un lado como si fuera un muñeco de trapo. Cayó al suelo rodando de forma dolorosa. Cuando levantó la mirada, su mano izquierda estaba vacía—¡había perdido su espada en el ataque! Miró alrededor, pero no podía ver nada debido a las hojas de pasto. El centaleon ya había dado vuelta, su espada y escudo listos para el combate, y corrió hacia Link.
Link saltó para atrás, evitando el primer corte, y luego saltó para el costado, apenas esquivando el segundo. No tenía armas. Tenía la tableta sheikah, verdad, pero no tendría el tiempo suficiente para navegar por su menú. Inmóvilis podría ser útil, pero estaba seguro que estaría muerto antes de poder sacar la tableta y disparar al centaleon con el módulo.
El centaleon siguió abalanzándose sobre él sin descanso con furia. Link deflectó un ataque de espada con su escudo, empujando la espada del centaleon para un lado. El costo de ese movimiento fue un agudo dolor en el hombro—no podría seguir haciendo eso sin dislocarse o romperse algo.
El centaleon atacó tanto con su espada como con su escudo al mismo tiempo, y Link realizó una pirueta hacia atrás, las dos hojas pasaron por debajo de él mientras saltaba por del aire. Aterrizó varios metros atrás. Este movimiento pareció sorprender al centaleon, el cual lo miró con expresión de asombro. La sorpresa no duró mucho, y se acercó otra vez, imponiéndose ante Link.
Para su mala suerte, Link notó que estaba de espalda a un afloramiento de piedra. El centaleon pareció notar esto también, mientras su felina boca dibujaba una sonrisa en su rostro, revelando un conjunto de cuatro malvados colmillos. Posicionó su escudo a un costado, listo para atrapar a Link si esquivaba por ahí, y levantó su espada para acabarlo.
De repente una flecha brotó de la mano del centaleon. El centaleon rugió de dolor y confusión y Link corrió a toda velocidad, corriendo por debajo del escudo. El centaleon reaccionó muy tarde, permitiendo a Link escapar.
Sidon, no muy lejos, bajó su arco y se arrodilló. “¡Link!” gritó mientras se paraba y arrojaba algo.
El objeto voló a través del aire y Link lo atrapó. La lanza plateada de Sidon brillaba en su mano. Su punta estaba formada como la cola de un pez, con un par de puntas curvadas y un borde afilado entre ellos, proveyendo tanto un punto afilado para apuñalar y una hoja para cortar.
El centaleon embistió contra la espalda expuesta de Link. Link pudo oír su rugido y sintió el suelo temblar debido a sus pezuñas. Sidon miró horrorizado. Link giró.
Colocó la cola de la lanza en el suelo y apuntó para arriba. El centaleon se dio cuenta de su error muy tarde, y la punta de la lanza, brillando en la tenue luz nublada del día, perforó en el centro de su pecho, justo por debajo de su costilla.
Link estaba sorprendido al ver que no fue suficiente para matarlo. Incluso si lo había atravesado completamente—justo por donde esperaba estuviera su corazón—aun atacó con su espada. Apenas saltó para atrás, evitando ser cortado a la mitad.
El centaleon se paró derecho, con la lanza aún incrustada en su pecho. Asombrado, Link vio que la lanza lo había realmente atravesado, y la punta salía por su espalda. El centaleon rugió, pero el sonido era más gutural que antes. La sangre caía por su melena roja bajó su boca. Dio unos cuantos pasos hacia Link, pero vio que se estaba debilitando. Sus piernas temblaban, su brazo escudo colgaba flojamente a su costado.
Aun así, intentó atacar a Link desesperadamente—furiosamente—queriendo matarlo antes de morir. Otra flecha voló por el aire, incrustándose profundamente en su costado. El centaleon se estremeció, pero siguió avanzando hacia Link, lo que lo hizo retroceder.
Su pie chocó con algo, y miro abajo, notando que no era una espada sino una lanza zora. Quizá, era de uno de los otros zora que habían desafiado a la bestia. La levantó, sorprendido al notar que su mango había sido partido en dos. Apenas era más larga que una espada. Pero serviría.
El centaleon volvió a atacar con su espada, gruñendo y mostrando sus dientes ensangrentados. Link usó la lanza rota para desviando la espada para un lado—los ataques del centaleon ya no eran tan feroces como antes—y se lanzó para adelante, incrustando la punta de lanza en las entrañas del centaleon. Estiró la lanza y apuñaló otra vez en una de las piernas delanteras de la bestia.
Ambas piernas delanteras cedieron, y cayó a sus rodillas, gruñendo. Otras dos flechas impactaron en su flanco y espalda. Link dio un paso atrás, observando el ahora inmovil centaleon mientras se arrodillaba. Ambos brazos colgaban sin fuerza a sus costados, y la sangre le brotaba por docenas de diferentes heridas por todo su cuerpo.
Levantó la vista para ver a Link, y Link vio sus verdes ojos llenos de ira. Intentó rugir una vez más, pero solo emitió un sonido de gárgaras ensangrentadas. Sidon disparó otra flecha y esta alcanzó la parte posterior de la cabeza del centaleon. Link observó, asqueado, cómo la vida abandonaba los ojos del monstruo. Su boca quedó abierta y su torso se desplomó hacia delante, suspendido por la lanza de Sidon.
Sidon permaneció callado mientras lentamente se aproximaba para pararse al lado de Link y contemplaron su grotesca victoria. Luego de varios momentos, Sidon colocó una mano sobre el hombro de Link. “Gracias” dijo con una voz tensa. “Has hecho a los zora—a mi—un gran favor este dia, Link”
Él asintió en silencio. Recuerdos pasaron por su mente. Vio otro centaleon, justo como este, pero más pequeño y joven. Él bailaba alrededor de su espada—la bestia no tenía escudo—y hacía múltiples cortes con su espada. Mipha había ayudado también, usando su tridente para apuñalar con perfecta precisión. Link había sido quien asestó el golpe final, cortando varios miembros del centaleon.
Ese día, tampoco se había sentido realmente victorioso.
Otra persona se aproximó—Nyel—caminando a través del pasto y sosteniendo la espada caída de Link. Debió haber visto donde aterrizó desde la cima. Link tomó la espada y la envainó. Colocó su escudo en su espalda, respirando lenta y profundamente. Era un guerrero. Un asesino. Pero también había derrotado una bestia—una amenaza que mató a varios zora. Él podía—y lo haría—sentirse orgulloso de eso.
Luego de un tiempo, Sidon finalmente miró a Link y sonrió. “Ven” dijo. “Vayamos a la cima. Puedes ver a Vah Rute desde ahí, y podemos planear nuestro siguiente paso”
Link asintió antes de caminar hacia el centaleon y cuidadosamente remover el carcaj de flechas de su cintura. Sacó una flecha y vio con satisfacción al notar la punta amarilla. Flechas eléctricas. La bestia divina. Había otra razón para la batalla de hoy.
La bestia divina Vah Ruta yacía lejos por debajo de Cabo Valiente. Estaba de pie, más bien flotaba, en medio del embalse orientel, creado por generaciones de zora atrás cuando hicieron la represa que previno la inundación de Hyrule en tiempos de lluvia como este. Claro, nadie esperaba tener una lluvia como la de ahora en ese entonces.
Ruta estaba muy lejos como para que Link pudiera verla con detalle, pero podía ver su gran figura en el agua. Se veía tal y como estaba en el mural en la pared de Impa. Asemejándose a un elefante, con un cuerpo robusto, cuatro gruesas piernas y una larga trompa. La trompa apuntaba al cielo y de ella salía niebla y agua. La niebla subía hacia el cielo, girando sobre sí mismo hasta llegar a la nubes de arriba—la cuales estaban más cerca desde donde estaban parados.
Así era como Ruta estaba creando la lluvia.
“Increíble” dijo Nyel al lado de él. Link se preguntó si él podía ver a la bestia mejor que él debido a sus ojos de ave.
Sidon permaneció callado por un tiempo. Miró a Ruta, su expresión difícil de leer. Link creyó ver tristeza en su mirada, pero fue breve. Finalmente, luego de un rato, Sidon miró a Link e indicó a la distante pared negra que hacia la represa.
“Creo que deberíamos simplemente aproximarnos desde el frente. Basado en nuestras experiencias, Ruta no siente la necesidad de defenderse hasta que alguien entre en sus aguas” Sidon dijo, aun señalando “Así que usaremos la represa para escalar el embalse. Desde ahí, deberás usar las flechas eléctricas en los puntos claves del cuerpo de Vah Ruta. Esto debería desactivarla lo suficiente para abordar. Desde ahi…” Sidon se calló, probablemente estaba pensando lo mismo que Link. Ninguno sabía que esperar una vez dentro de Ruta.
Link asintió lentamente. “Debería funcionar” dijo, pero realmente no sabía si lo haría.
“Oh, estoy seguro que lo hará” dijo Sidon, sonriendo. Link miró al príncipe, levantando las cejas en señal de pregunta. “Link, dado este día tan agitado, estoy más que seguro que podrás vencer todo lo que se interponga en tu camino.”
No estoy tan seguro de eso. Pensó Link mientras forzaba una sonrisa. Aun cien años después, no estoy tan seguro.
Los tres miraron a la bestia divina Vah Ruta por otro rato. A lo lejos, la bestia dio un fuerte bramido, y varios segundos después, la lluvia pareció caer con más fuerza.
Sidon carraspeo y se alejó del precipicio, mirando a cada uno. “Bueno, ¿nos vamos?”
Link y Nyel giraron y juntos, comenzaron su camino de regreso a la Región.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Shatterback Point Cabo Valiente
Chapter 15: Capítulo 14
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 14
El regreso a la ciudad fue mucho más fácil que la subida al monte. Link descendió en rapel con ayuda de Sidon mientras que Nyel simplemente planeó con sus grandes alas. Una vez que este seguro sobre el suelo, Sidon dejaría caer la soga para que él la recogiera antes de saltar desde la cascada o deslizarse por ella con los pies por delante en un rápido pero controlado descenso.
“Bueno, parece que alguien me extrañó en mi ausencia” dijo Sidon luego de descender por el último acantilado y dirigirse al puente que llevaba a la ciudad. La noche comenzaba a caer, y Link vio que la boca del puente estaba ocupada por varios zora de aspecto ansioso sosteniendo bastones con puntas brillantes de azul, cada uno emitiendo una pálida luz detrás de ellos. Reconoció a varios de ellos, quienes eran los guardias de Sidon. Por desgracia, también vio que algunos de los zora ancianos que le había mostrado desprecio estaban presentes.
“¡Principe Sidon!” el anciano llamado Segón lo llamó cuando los tres estuvieron a la vista. Otros hicieron eco del llamado, y varios jóvenes zora, Basun incluido, se apresuraron para recibir al príncipe.
Hubo un momento de confusión cuando varios zora comenzaron a hablar a la vez, todos aparentemente exigiendo respuesta de por qué Sidon había ido con Link. Finalmente, el príncipe las manos para pedir silencio, hablando con firmeza y con un tono autoritario. “Suficiente” Las voces a su alrededor cesaron y él sonrió satisfecho. “Decidí ir con Link a enfrentar al centaleon”
Segón se giró hacia Link, sosteniendo su lanza firmemente. Su expresión era denotaba furia. “Después de lo que le hiciste a Mipha, ¿te atreves a poner en peligro a otro miembro de la familia real? Debería acabarte en este instante”
Sidon rápidamente se interpuso entre Link y los demás zora, colocando una mano sobre su hombre. “Fui por decisión propia, Segón. No fue idea de Link. De hecho, intentó detenerme varias veces”
“Pero príncipe Sidon, su padre le ha prohibido enfren—”
“Sé muy bien lo que dijo mi padre, gracias” dijo Sidon, con un tono más frío.
“¿Y bien?” dijo Basun. “¿Lo hicieron? ¿El centaleon está muerto? Lo está, ¿no?”
Sidon sonrió y miró a Link por encima de su hombro “¿Link?”
Link quitó el carcaj de centaleon con flechas eléctricas de su hombro y los sostuvo en el aire para que los zora reunidos lo vieran. Muchos de ellos celebraron al verlo y Basun, junto con otros de su cohorte, se acercaron para darles una palmada en la espalda a ambos o felicitarlos por su victoria.
Segón y los demás ancianos aún se veían descontentos, pero ninguno tuvo otra objeción para decir. Juntos, el grupo y la multitud comenzaron su camino de regreso por el puente mientras Nyel relataba, a aquel que deseaba oír, sobre la victoria de Link y Sidon. Link notó que Nyel embelleció la pelea un poco. No omitió sus estragos en la pelea, pero si los hizo sonar más nobles y heroicos.
De forma inconsciente, se preguntó si esta historia aún sería contada cien años después, tal como la historia del último centaleon que derrotó junto a Mipha. Supuso que dependería de si lograba salvarlos de la bestia divina.
Cuando llegaron a la ciudad, parecía que la noticia de su victoria aún no se había esparcido—nada sorprendente, dado que los únicos al tanto de su regreso estaban con ellos. Pero aun así, parecia que la ciudad se estaba preparando de cierta forma. Varios zoras sobre el puente susurraron entre sí cuando el grupo pasó. No pudo oír lo que decían, pero dedujo más o menos de qué estaban hablando.
Regresaron de enfrentar al centaleon. Vivos. Y eso, muy probablemente, significaba una sola cosa.
El grupo se dispersó cuando llegaron a la ciudad. Ahora Sidon que había regresado sano y salvo, muchos de ellos ya no eran requeridos y volvieron junto a sus familias o posiciones de guardia. Link imaginó que la noticia de su victoria estaría en boca de todos rápidamente.
Cuando finalmente llegaron al palacio, Sidon decidió entrar el primero, diciendo que explicaría sus acciones antes de llamarlo a que entrara. Se quedó afuera con Basun y Segón. El viejo zora no quería estar cerca de él y se fue al otro lado de la entrada.
Basun se acercó, mirando a Segon y luego sonriéndole. “Entonces, ¿qué aspecto tenía? ¿el centaleon?”
Link miró a Basun, viendo la emoción juvenil en él. Deseó poder recordar su amistad de la infancia. Finalmente, le respondió “Era enorme”
Basun se rió y empezó a insistirle para que le diera más detalles, que él le proporcionó a regañadientes, haciendo hincapié en las contribuciones de Sidon en la batalla. Para todo lo que había hecho, las acciones de Sidon fueron las que le salvaron la vida.
Luego de varios minutos, Link y Nyel fuero llamado a entrar. La cámara estaba mayormente vacía, con la excepción del rey Dorphan, Sidon a su derecha y Muzun a su izquierda. El zora mayor le miró con cara de odio cuando entró, pero él trató de ignorarlo, centrándose, en cambio, en el rostro sonriente de Dorphan.
“Bienvenido amigo mio” dijo el rey, inclinándose hacia adelante mientras entraba. “Me cuenta mi hijo que saliste victorioso. Es la segunda vez que matas a una criatura como tal al servicio de los zora—una hazaña que quedará en nuestra historia por siempre”
Link se subió a la tarima e hizo una respetuosa reverencia. “Gracias, majestad” dijo, intentando mantener un tono neutral. Realmente no sabía cómo dirigirse a la realeza. En su interior, se preguntó cómo se había dirigido a la princesa Zelda durante sus viajes con ella. ¿Habían tenido el mismo trato que Sidon con sus guardias?
“Pero cabe mencionar que el príncipe Sidon también ayudó a derrotar al centaleon. No sé si lo hubiera podido lograr sin su ayuda” Link se detuvo un segundo antes de decir. “Y fue él quien acesto el golpe final, acabando con su vida”
Por el rabillo del ojo, pudo ver a Sidon sonriendo. “Oh, creo que ya estaba prácticamente muerto cuando lo maté.” dijo, pero Link pudo oír una pizca de orgullo en su voz.
Dorphan miró a Sidon y luego a Link. Finalmente, se rió. “Oir a mi hijo decir que hizo tan poco y luego oírte decir que fue una pieza fundamental en la victoria. La humildad es una característica admirable, aunque capaz está fuera de lugar cuando te diriges al rey quien busca recompensarte por tus acciones”
“Y en cuanto a mi hijo, si bien no apruebo su desobediencia…” el rey miró a Sidon, cuya sonrisa había desaparecido. “Tampoco puedo negar el servicio prestado por ambos. Puede que haya sido imprudente, pero difícilmente lo culpo. Es el deber de un rey proteger a su pueblo después de todo, y yo también estuve en batallas de vida o muerte a lo largo de mi vida. Serás un excelente rey, Sidon.”
Sidon pareció regocijarse ante esa alabanza, mirando a su padre gratamente. “Gracias, padre, pero espero que no sea pronto”
“¡Yo también!” el rey Dorphan se rió antes de mirar a Link y Nyel. “Y tú, bardo, entiendo que los acompañaste para ser testigo de sus acciones”
“Así es su majestad” dijo Nyel, inclinando la cabeza respetuosamente.
“Espero algún día poder oír la canción sobre este día.”
Nyel sonrió “Ya empecé a componerla en mi cabeza, su majestad. Regresaré para tocarla ante usted cuando la tenga terminada”
“¡Excelente!” dijo el rey Dorphan juntando sus enormes manos y su semblante cambió súbitamente. De la nada parecía más relajado y por su tono de voz, parecia haber puesto las formalidades de lado. “Muzun, ¿tienes la armadura?”
“Así es, su majestad” dijo Muzun, con una voz era tensa “¿Pero está seguro de que desea dársela? Es un tesoro para los zora después de todo y él—”
“Le pertenece” dijo Dorphan. “Ella la fabricó para él y lo sabes”
“Sigo sin estar convencido—”
“Ya hemos discutido esto y esta es mi decisión. Deseo dársela a él tal y como ella quería. Me atrevo a decir que conozco las intenciones de mi hija mejor que tu”
Mientras observaba el intercambio entre ellos, Link se encontró confundido. ¿Armadura? ¿Mipha? No sabía qué pensar de todo eso. Finalmente, Muzu, se dio la vuelta y tomó un paquete de ropa cuidadosamente doblado. Encima del paquete había un accesorio para la cabeza—un casco de plata con un capuchón azul. Link se acercó a Muzun en lo bajo de la tarima, tomando la prenda de ropa—la cual le pareció muy ligera para ser una armadura.
“Mi hija fabricó esa armadura para ti, Link” dijo Dorphan, con una voz sombría. “La terminó mientras aún viajaban junto a la princesa de Hyrule antes del cataclismo, pero tengo entendido que tuvo dificultades en encontrar el momento adecuado para dártelo”
El conjunto de ropa, cuero y plata tomó un nuevo significado para él. Lo miró más de cerca para inspeccionarlo mejor y descubrió que la pieza del pecho estaba hecha principalmente de escamas entrelazadas, muy parecidas a la malla de una armadura. ¿Escamas zora? pensó cuando las tocó. La armadura estaba doblada en sus brazos, así que era difícil ver todos los detalles en ella, pero parecia ser una pieza compleja.
¿Mipha había hecho esto para él?
“No creo que ella se hubiera opuesto a que te la diera, úsala cuando vayas a domar a la bestia divina.”
Link alzó la vista para mirar al rey, un poco sorprendido por el obsequio. Pensó en su único recuerdo de Mipha—escalando el monte trueno para derrotar al centaleon. Le habían contado de su amistad con ella desde que llegó a la Región, pero ese recuerdo despertó algo en el que lo confirmó. Habían sido amigos—buenos amigos.
Este regalo, a diferencia de los que recibió de Telma en señal de agradecimiento o los de Impa los cuales fueron simbólicos, era un regalo de un amigo a otro.
Era el único del cual Link, actualmente, tenía recuerdos de haber recibido.
Quizá era un poco absurdo. Apenas sabía algo sobre Mipha, pero apreciaba el gesto profundamente. Era suficiente para que se le hiciera un nudo en la garganta por la emoción.
Le tomó a Link un momento para volver a hablar. “Gracias su majestad. Yo… si. Si, la usaré. Por supuesto”
“Muy bien” dijo el rey, asintiendo con satisfacción. “Estoy seguro de que estaría complacida de que lo hagas. Mi querida Mipha, ella….” El rey se detuvo, como si dudara, como si estuviera considerando si debía decir algo o no. “Bueno, te quería mucho, ¿lo sabes verdad?”
Había algo en la expresión del rey que lo hizo pensar. Había algo que no estaba diciendo. Algo que sintió que debía saber. ¿Qué hubo entre él y Mipha? Algo sobre su relación no cuadraba.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el rey Dorphan anunció que estaban preparando un banquete en su honor por haber derrotado al centaleon y por domesticar a Ruta. Se excusó y abandonó la sala del trono, decidiendo que quería dejar su equipo en la posada antes de participar en el banquete. Se llevó la armadura de Mipha, aún sin saber qué importancia tenía. Decidió hablarlo a Sidon más tarde, si es que tenía oportunidad.
Si bien la lluvia aun seguía cayendo, era claro que la tribu zora no había tenido la ocasión de festejar en mucho tiempo. Mientras el festín tenía lugar en el palacio—sobre mesas las cuales fueron traídas para beneficio de Link—otros indicios de celebración aparecieron por toda la ciudad. Varios locales anunciaron ofertas en sus productos, mientras que una improvisada competencia de clavados tuvo lugar en la plaza. Algunos alentaron a Link a unirse, pero se rehusó. Por alguna razón, no creyó poder hacer un clavado al igual que los zora.
La noche ya había caído cuando por fin pudo salir del salón de banquetes, donde Nyel había estado tocando canciones de antiguos héroes zora, incluida una sobre el rey mismo. Mientras bajaba las escaleras hacia el nivel inferior de la ciudad, y a la cama que lo esperaba en la posada, se sorprendió al verlo a Sidon parado enfrente de la estatua de Mipha. Había pensado que él ya se había ido a la cama.
Se acercó a la par que sus botas chapoteaban por el agua de la ciudad. Decidió quitárselas y simplemente andar descalzo, remangádose los pantalones. Así era mucho más fácil andar por la ciudad, pero el agua era fría de lo que le hubiera gustado.
Sidon lo miró y sonrió pensativamente antes de volver a mirar a la estatua. “Sabes, solía estar celoso de ti y mi hermana.”
Link hizo cara de intriga, mirando a Sidon y a la estatua. “No, no sabía. Mi recuerdos…”
“Si, claro, lo siento.” dijo Sidon rápidamente, sintiéndose avergonzado. “Actuas y hablas con tanta confianza que es fácil olvidar que aún no has recuperado la memoria”
¿Confianza? ¿Eso es lo ves en mi? Link se preguntó sorprendido. Ciertamente no se sentía confiado. De hecho, estaba aún convencido de que no lograría triunfar donde Mipha había fallado. No sabía qué esperar. No tenía idea de que mató a Mipha y a los otros campeones. Solo sabía que tenía que intentarlo. Por Mipha. Por la princesa Zelda. Por todos los hylianos, sheikah, zora, goron, gerudo y orni que contaban con él.
“No, no…. te preocupe” dijo finalmente. “¿Por qué estabas celoso?”
Sidon permaneció callado por un largo rato. Finalmente dijo “Me tomó un rato convencerme que eras tú. Verás, no tengo recuerdos claros de mi hermana, ni de mi. Pero si tengo este recuerdo borroso de un espadachín hyliano pasando tiempo con ella. Creo que temía que me la arrebatara”
Link permaneció en silencio y Sidon lo miró, sonriendo.
“Así que supongo que podría decir que te recuerdo de hace cien años, por vagos que sean los recuerdo.” Sidon volvió a mirar la estatua de Mipha. “Es extraño pensar en cómo las cosas hubieran sido diferentes. Según cuenta mi padre, tú y Mipha se habrían casado. Tu y yo seríamos hermanos.”
Link dijo “¿Qué?” Quitó la vista de la estatua, volviendo a mirar a Sidon. “¿Estábamos—”
Sidon se rió, colocando una mano sobre su hombre. “Oh, no tengo ni idea, así que no te molestes en preguntar. Lo que si se—según las historias que mi padre me ha contado todos estos años—es que Mipha te quería. Te amaba. Es por eso que hizo la armadura”
“Verás, la armadura es una tradición en la realeza zora. Las reinas y princesas confeccionan la armadura para sus futuros esposos. Hay una historia detrás de eso, claro, pero basta con decir que la armadura se suele entregar durante un compromiso. Se espera que sus esposos—o prometidos—lleven la armadura en batalla como signo de amor y confianza entre el uno y el otro”
“Es por eso que mi padre te pidió que te la pongas mañana en la pelea….” Sidon suspiró ligeramente. “Claro, es solo un gesto simbólico. Mi padre apoyaba las intenciones de mi hermana, y esta es probablemente su forma de honrar su memoria, de cierta forma”
Link intentó procesar la información. No eran los sentimientos de Mipha lo que lo molestaba, sino el hecho de no saber sobre su propio sentimientos hacia ella. ¿La correspondió? Cuando ella murió, ¿perdió a una amiga o a una amante? El hecho de no saber le parecia terriblemente mal. Un prejuicio.
Sidon miró a Link mientras reflexionaba. Finalmente, volvió a hablar, con un tono más suave. “Me disculpo si te hice sentir incómodo con esto. Probablemente fue por eso que mi padre no te lo mencionó. Pero sentí que debías saber por qué la armadura fue hecha para ti”
“No, no es….” Link alzó la vista, hacia la estatua, hacia el rostro exquisitamente esculpido de Mipha. “Solo quisiera poder recordar más. Quisiera saber si yo sentía lo mismo”
“Quizás pronto lo sabrás” Sidon apretó su hombro antes de dejar caer su mano. “Mientras tanto, creo que ella estaría honrada si te la pones” De repente, Sidon sonrió. “Además, Muzu se volverá loco al verte con eso, y eso es algo que siempre vale la pena ver”
Link no tuvo fuerzas para sonreír ante ese comentario, y luego de un momento de silencio, hizo la pregunta que ha estado en su mente desde que llegó a la Región “¿Por qué me culpan por su muerte?”
Sidon suspiró levemente, como si hubiera estado esperando esa pregunta “Creo que es porque no quieren admitir que Mipha falló. Mi hermana está tan idealizada que la ven incapaz de fallar. Como una deidad. Es más fácil culparte a ti—o a tu princesa—por la muerte de Mipha que admitir que fracasó como campeona”
“Ganon resurgió. Muchos zora perdieron la vida en los días posteriores a su resurgimiento y se suponía que mi hermana sería una pieza integral en evitar todo eso”
“Pero todos fallamos.” dijo Link. “Los cuatro campeones murieron. Yo apenas sobreviví. No es culpa de Mipha que ella haya muerto”
“Si, pero eso les da una excusa perfecta para aislar a la tribu. En vez de arriesgarse a buscar nuevas alianzas y, quizá, recuperar algo de tierra, nosotros los zora permanecemos aquí relativamente protegidos en nuestro río”
¿Y estás conforme con eso?”
“Para nada. Y creo que muchos zora sienten lo mismo. Pero no son solo los consejeros más cercanos de mi padre, sino sus líderes militares. Y, si bien mi padre no te culpa por la muerte de Mipha al igual que los demás, si creo que culpa a la alianza entre las tribus. Creo que piensa que si nos quedamos aquí, estaremos a salvo”
Sidon suspiró antes de decir. “Para ser una tribu tan longeva, solemos pensar a muy corto plazo. Mipha eligió su camino ella misma. Sabía del peligro y sabía que debía hacer su parte no solo por los zora, pero para mantener al reino entero a salvo”
Link pensó en cuando él y Mipha habían subido al monte trueno juntos. Ella había insistido en ir con él, en hacer de su parte. Pero ella había decidido ir al monte solo porque él decidió hacerlo. Esa idea lo atormentaba. ¿Decidió convertirse en campeona por la misma razón? ¿Decidió hacer eso porque él, el hombre al que aparentemente amaba, también había sellado su propio destino?
Si ese era el caso, entonces si era su culpa que ella muriera.
El pensamiento lo siguió molestando esa noche, incluso luego de que él y Sidon partieran cada uno por su lado y mientras yacía acostado en la cama. La armadura lo atormentaba, colocada sobre una mesita junto a su cama. ¿Había sido el amor de Mipha hacia él lo que la había matado?
Link no soñó nada esa noche, y cuando despertó, sintió como si no hubiera dormido para nada. Su cuerpo entero se sentía tieso y adolorido por la batalla del día anterior, sobre todo su hombro derecho. Una mala señal para lo que le esperaba el día de hoy.
Mientras se levantaba, sus ojos se posaron sobre la armadura que había sido cuidadosamente doblada sobre la mesa. Apreciaba la honestidad de Sidon, pero no podía evitar desear que el príncipe se hubiera guardado el verdadero propósito de la armadura para sí mismo, al menos hasta luego de haber lidiado con la bestia divina. Era una distracción que no necesitaba en este momento.
La posada tenía una pantalla detrás de la cual uno podía cambiarse. Los zora normalmente no llevaban mucha ropa puesta, así que la necesidad de privacidad para cambiarse se había perdido hace mucho. La pantalla estaba ahí para los visitantes, cosa que él apreciaba. Tomó la armadura con él hacia detrás de la pantalla y comenzó a ponérsela.
La armadura zora no era para nada como la túnica a la que acostumbraba vestir. Estaba hecha de diferentes componentes. Su capa inicial era una camiseta y pantalones que parecían estar hechos de un tipo de tela hecha con escamas zora teñidas de azul, con la excepción de una gran escama plateada en el centro del pecho, justo por encima de donde estaría su corazón. Era muy delgada y Link cuestionó sus propiedades defensivas. No parecia muy resistente. Sin embargo, le quedaba bien, no apretaba ni se arrugaba en ninguna parte.
Su espalda, su brazo superior y pantorrillas estaban protegidos por otra capa de armadura de escamas. Esta capa estaba hecha de escamas más gruesas y marrones que tenían una sensación a cuero suave. Piezas de metal habían sido colocadas para proteger sus extremidades y partes más vulnerables. Unas botas increíblemente delgadas cubrían sus pies, terminando en una triada de dedos con membranas, en los cuales entraban los suyos. Los guantes estaban hechos de manera similar, con una simple membrana entre los cuatro primeros dedos, omitiendo su pulgar y dedo índice.
Por último, Link se puso el casco. Estaba hecho tanto de una calota ósea que protegía su frente y cuero cabelludo, como de una capa de tela de escamas zora que caía por detrás de su cabeza, el cuello y los lados de su rostro.
La armadura era increíblemente ligera. Incluso las piezas de metal parecían ser más ligeras de lo que deberían, y cada una había sido claramente fabricada y colocada teniendo en cuenta la flexibilidad de su portador. Link no sintió que su libertad de movimiento se viera del todo afectada al llevar la armadura puesta. Se preguntó si Mipha fabricó la armadura teniendo en cuenta su estilo acrobático de pelea.
Recogió su espada y puso su movilidad a prueba en el centro de la habitación, haciendo algunos ejercicios con ella en mano. La armadura era como una segunda piel, nunca estorbaba. Las piezas de metal eran también silenciosas, nunca chocaban entre sí ni se movían incómodamente. Link terminó los ejercicios con una voltereta hacia atrás, aterrizando fácilmente sobre sus pies.
“Vaya, Linkitín” Kolda, la hostelera zora del lugar, había entrado a la habitación desde la antesala—no habían puertas así que probablemente lo había estado viendo todo este tiempo. Link sintió como su cara se ponía roja.
“Lo siento, solo estaba probando la—”
“Esa es la armadura que Mipha hizo para ti, ¿no?” preguntó ella, adentrándose más en la habitación e inspeccionando su apariencia. Link asintió, repentinamente intrigado sobre qué sabía sobre la armadura. “Trabajó por meses.” Kolda hizo un círculo alrededor de Link, asintiendo con una sonrisa. “Estaría feliz de verte ahora mismo. Deseaba de todo corazón dártela, pero nunca reunió el valor para hacerlo.”
“¿Ella…. quería proponerme matrimonio?” preguntó él.
Ella se rió ligeramente. “Oh, así que ya te contaron, ¿no? Pues, si. Esa era su intención.” Ella se detuvo, mirando por la abierta pared, hacia la distancia. “Le tomó un buen tiempo recolectar todo lo necesario, y una vez lo hizo, se rehusó a dejarse ayudar. Todo tenía que ser hecho por sus propias manos, tal como dice la tradición. Incluso la escama plateada.” Koldah le dio un golpecito en el pecho a Link con el dedo, justo donde estaba la escama plateada. “Es una de sus escamas”
Link levantó la mano, tocando la escama.
“Te queda muy bien Linkitín” dijo ella, dando un paso atrás. Esbozó una calidad sonrisa. “De seguro estaría orgullosa”
A lo lejos, Link oyó un cuerno. Koldah se puso tiesa, mirando alrededor sorprendida. Él se paró al lado de ella. “¿Qué fue eso?”
“Es un cuerno de batalla…” dijo Koldah. “No había escuchado uno en años. No desde el cataclismo.”
Link se movió rápidamente, recogiendo los elementos que había puesto a un lado para su pelea con la bestia divina. Su espada y escudo, su arco y flechas eléctricas, su tableta sheikah, Koldah lo ayudó a amarrar el equipamiento a su cuerpo. Mipha claramente había pensado también en eso y había confeccionado formas para amarrar su espada y escudo a su espalda con facilidad, como también un lugar para su arco y flechas.
Finalmente, agradeciendo a Koldah, corrió fuera de la posada, pasando al lado de Ripley, la hija de Koldah, quien se apresuró adentro junto a su madre.
“¡Link!” dijo Sidon justo cuando él salía de la posada. El zora corrió hacia él, blandiendo su lanza. "Son los lizalfos. De alguna forma, lograron subir todo el río durante la noche. Ninguno de nuestros exploradores los detectó."
Link se puso tenso. “¿Qué tan cerca están? Los ayudaré, puedo—”
“No hay tiempo para eso” dijo Sidon súbitamente. “Tenemos reportes de la represa. Ha sido saboteada. Creemos que alguien usó explosivos para debilitar su estructura. Tiene fugas y podría caer en cualquier momento. Nuestro ingenieros están haciendo todo lo posible para frenarlo, pero mientras siga lloviendo, no podrán por mucho. Tenemos que ir a la bestia divina de inmediato y desactivarla. Venía a avisarte pero luego aparecieron los lizalfos.”
Link pudo armar el rompecabezas en su mente. Todo cuadraba. La lluvia, el sabotaje, los lizalfos y quizá incluso el centaleon. No eran sucesos al azar o separados. Habían sido planeados. Link lo miró a Sidon y vio en su expresión tensa que él también se había percatado de lo mismo. Los dos se miraron a la cara.
“Vamos” dijo Link, Sidon asintió y los dos se dirigieron hacia el puente que tomaron el día de ayer.
El viaje al embalse oriental tomó más tiempo de lo esperado. Link podía ver que Sidon estaba preocupado por sus soldados luchando contra los lizalfos sin él, pero cuando Link se ofreció a que alguien más lo ayude con la bestia divina, Sidon se negó. “Esto es algo que tengo que hacer” dijo sin dar más explicación.
El embalse oriental se imponía ante ellos como un monolito, pero no perdieron tiempo admirando su arquitectura, la cual tenía un aire similar a los puentes. En su lugar, encontraron las escaleras que llevaban a su cima y comenzaron a subir. Sidon subía tres a cuatro pasos a la vez, haciendo que Link se esforzara por seguirle el ritmo.
Finalmente, llegaron a la cima de la represa. En circunstancias normales, hubiera habido una pasarela con escaleras que llevan a los niveles inferiores para acceder a sus controles. Sin embargo, la fuerte lluvia había causado que el nivel del agua subiera y cubriera completamente la pasarela e inundara el interior, incluso amenazando con rebalsar por el borde de la represa, a pesar de los esfuerzos que los ingenieros zora habían hecho para aliviar la presión.
Mientras caminaban por el agua, Link miró a través de la laguna y vio, en su centro, a la lejana bestia divina. Su trompa aún apuntaba al cielo, y las nubes de niebla y agua salían de ella, formando nubes oscuras en el cielo. Estaba posicionada en el centro de la enorme laguna. No tendría forma de llegar a ella él solo.
“Okey Link” dijo Sidon mientras caminaba por el agua hasta llegar al final de la pasarela sumergida. El agua se volvía más profunda desde allí, dándole una apariencia mucho más oscura. “Tendrás que montarte en mi espalda. Cuando me acerque, Ruta empezará a atacar. Tendrás que resistir mientras eso pasa, y haré lo mejor que pueda para acercarte lo suficiente para usar las flechas” Sidon se detuvo por un momento antes de decir. “Intenta no disparar al agua. Preferiría que la electricidad no me alcance.”
Link asintió y se acercó a Sidon, con las rodillas por debajo del agua. Parecía que el agua estaba subiendo aún más—¿cuánto tiempo tendrían antes de que la represa se rompiera? ¿Había tiempo suficiente? Ya no importa, se dijo a sí mismo. Aun así tengo que intentarlo.
Sidon se adentró en las profundas aguas, manteniéndose a flote con facilidad, y Link lo siguió. Esperaba que su equipamiento le hiciera peso pero se sorprendio al notar lo contrario. Fue capaz de mantenerse a flote sin problemas, a pesar de las armas que llevaba en la espalda. Era tan irreal que revisó si todo aún estaba ahí, y sí, ahí estaba. No estaba seguro si esto era efecto de la armadura o de las armas zora que llevaba. Quizá era por ambos. De cualquier forma, estaba agradecido por ello.
“¿Estás listo?” dijo Sidon, acercándose a él y dando la vuelta.
“¿Realmente tengo opción?” dijo Link sarcásticamente.
Sidon volteó la vista y sonrió de forma sarcástica. “No”
Tan pronto como estuvo seguro, Sidon se puso en marcha. Nadaba por el agua a una velocidad impresionante, con los brazos a los costados y sus pies haciendo la mayor parte del trabajo. Nadaba tan rápido a través de la plácida laguna que la lluvia golpeaba el rostro expuesto de Link como pequeñas agujas. Link rebotaba sobre la espalda de Sidon, haciendo todo lo posible para sostenerse y no caerse. ¿Cómo se supone que iba a disparar flechas con tanto movimiento?
Cruzaron la laguna más rápido de lo que Link creyó posible. Enseguida, estuvieron lo suficientemente cerca como para poder ver a la bestia divina Vah Ruta con más detalle, la cual crecía y crecía a la par que se acercaban. Era enorme. Tenía forma de elefante, con cuatro gigantescas patas que de alguna forma la mantenían a flote en el agua, tenía una ancho cuerpo cilíndrico, una cabeza con dos enormes protuberancias parecidas a orejas, y una larga y segmentada trompa. Era totalmente mecanico, cubierta de engranajes y extrañas luces de color rojo purpureo. Algo en su cuerpo siempre parecia estar moviéndose, girando o disparando vapor. Sin duda era de origen sheikah; su cuerpo estaba hecho con la misma combinación de metal y rocas con las que las demás estructuras sheikah estaban hechas, lo mismo con los diseños grabados por su cuerpo.
“Link, ¿ves esos nodos brillantes en su espalda, justo por encima de sus piernas?” Sidon dijo mientras se acercaban. Comenzó a nadar en un amplio círculo alrededor de Ruta, ralentizandola marcha, cosa por la que Link se sintió agradecido. Aún no estaban lo suficientemente cerca de la bestia divina como para que reaccionara a su presencia, cosa que Sidon le había advertido antes.
Le tomó un momento a Link, ya que la bestia tenía varias partes brillantes por su cuerpo, pero creyó haberlos encontrado. Pudo ver cuatro zonas brillantes de luz roja, encerradas por un cercado metálico que sobresalían de la espalda de la bestia divina, justo por encima de sus piernas.
“Los planos que tenemos de Ruta indican que muchas de sus funciones están conectadas a esos nodos” Sidon ralentizó aún más la marcha, mirando a Link para asegurarse de que entendió. “Si disparas a los cuatro con una flecha eléctrica, creemos que eso podría desactivarla. Al menos, eso es lo que esperamos”
Los objetivos eran, por lo que pudo ver a esa distancia, lo suficientemente grandes, tanto que sería difícil no atinarle en circunstancias normales, menos aún en movimiento. Pero claro, estando montado encima de Sidon tal y como estaba ahora no era una circunstancia normal.
“¿Estás listo?” Sidon lo miró, y al verlo asentir, sonrió. “Entonces, ¡vamos!”
Sidon se puso en marcha, directamente hacia la bestia divina. Link sacó su arco—era un diseño nuevo de arco zora, hecho para usarse en climas húmedos. Estaba hecho del mismo metal plateado de las demás armas zora, y la cuerda estaba cubierta por algo que ayudaba a repeler el agua sin perder tensión. Tenía sus dudas en cuanto al arco, sentía que su alcance no sería tan bueno como el de su arco sheikah. Pero al menos no se dañaría con la lluvia.
La bestia divina hizo un bramido, y Sidon dijo. “Ruta ha detectado nuestra presencia” Link alzó la vista y vio que la bestia divina había girado en el agua, colocándose de costado frente a ellos. “¡Sostente, Link!”
Link miró con algo de asombro como el agua al lado de la bestia subía por el aire, tomando forma. De repente oyó un familiar sonido, cuando el agua se solidificó y congeló, liberando una nube de cristales de hielo y nieve que se disipó rápidamente bajo la lluvia. Donde antes había agua momentos atrás, ahora habían escarpados cristales de hielo, cada uno del tamaño del brazo de un hombre.
“¡Se ve que no le caes bien!” Sidon dijo cuando el primer pico de hielo salió disparado, directo hacia Link. Se dio la vuelta en el agua, haciendo que Link se inclinara hacia adelante para evitar caer de su espalda. El pico de hielo pasó sin hacer daño, zambulléndose en las profundidades del agua. “Usualmente suele arrojar cubos de hielo a cualquiera que se acerque”
Ruta les disparó otro pico de hielo, y Sidon hizo otro giro brusco. El pico pasó volando, seguido inmediatamente por otro. Link estaba seguro de que la bestia estaba usando Crionis de alguna forma. Tenía sentido—después de todo, estas bestias fueron creadas por las mismas personas que crearon la tableta sheikah.
“¡Tienes que acercarte más!” dijo Link, apartando la vista de los picos de hielo flotantes y posandola sobre los nodos brillantes en la espalda de la bestia.
“¡Eso intento!”
Sidon giró, nadando directamente hacia la bestia. Cuando un pico de hielo salió disparado hacia él, Sidon cambió su rumbo lo suficiente como para que el pico pase por el hombro de Link sin golpearlo. Pero paso mucho más cerca que antes.
Link agachó la cabeza cuando otro pico pasó volando. Tan pronto como pasó, se levantó, tomó una flecha y la preparó. Cuando hizo eso, sintió como su brazo se tensaba mientras la flecha se activaba. No era una descarga tan fuerte como la que sintió con la flecha del lizalfo—¿flechas de mejor calidad capaz? Pero si era lo suficiente como para hacer a Sidon estremecerse.
“¿Estás bien?” dijo Link, mirándolo con preocupación. No esperaba que la descarga pasara a través de él hacia Sidon.
“¡Si!” dijo Sidon con la cara tensa. “¡Hazlo!”
Link miró hacia adelante, sosteniéndose con las rodillas. Sonidos de resquebrajadura sonaron a través del aire mientras Ruta creaba más picos de hielo. Apuntó a lo largo del arco, intentando mantener la puntería lo más firme posible mientras montaba a un gigantesco hombre-pez. Desafortunadamente, cuando disparó la flecha, supo de inmediato que su puntería había sido mala. En vez de impactar en el nodo brillante, la flecha cayó al costado de la bestia con un estallido de energía eléctrica. Si bien Ruta pareció estremecerse un poco, y volvió a barritar, la flecha no pudo parar el ataque de agua y hielo.
“¡No pasa nada!” Sidon giró, pasando por el frente de la bestia a su costado. “¡Intenta otra vez!”
Link preparó otra flecha, volviendo a sentir la descarga por su brazo. Sidon se tensó debajo de él. Su maniobra alrededor de la bestia había frenado brevemente sus defensas, ya que ahora tenía que crear picos de hielo adicionales en su costado opuesto. Esto les dio una pequeña oportunidad, durante la cual Sidon ralentizó su marcha, permitiendo a Link apuntar mejor.
Esta flecha voló por el aire, chispeando rayos amarillos, y dio en el blanco. Impactó el nodo rojo con una explosión de rayos. La bestia entera se estremeció mientras la electricidad corría por la luz, causando que parpadee y luego se desvaneciera completamente. Link miró con emoción cuando el agua que salía del torso se detuvo también.
“¡Eso es Link!” dijo Sidon. “Date prisa, intentar darle al otro—”
Su voz se vio interrumpida cuando tuvo que dar un giro brusco, casi arrojando a Link de su espalda. Una pared masiva de hielo se había formado repentinamente en frente de ellos con un agudo sonido de resquebrajadura . Mientras se alejaban de la bestia divina, nadando a lo largo de la pared de hielo, Link oyó varios pico de hielo zambullirse en el agua detrás de ellos.
“¡Intenta acorralarnos!” dijo Sidon con una voz tensa. Tenía razón. La pared de hielo formó una curva más adelante, forzando a Sidon a dar la vuelta. Cuando Link miró alrededor, vio que el hielo aparecía más rápido de lo que Sidon podía nadar. Estaba formando un círculo alrededor de ellos, atrapándolos dentro. Quizá Sidon podría saltar sobre ella o incluso nadar por debajo, si es que no se extendía hasta el fondo, pero con Link en su espalda….
“¡Aguanta!” dijo Link, deslizando el arco sobre su hombro. “¡Nada hacia el hielo!” Basándose en la intuición, Link sacó la tableta de su cinturón. Sidon hizo lo que le dijo, nadando hacia el hielo, pero a un ritmo más lento. Miró a Link con cara de incertidumbre.
Link lo ignoró y oprimió el icono del módulo de Crionis, levantando la tableta mientras la pantalla se volvía traslúcida, resaltando todo el agua con un azul claro. Encontró la pared de hielo en su pantalla, la cual estaba resaltada de rojo. Volvió a oprimir el módulo de Crionis. Una sección de la pared de hielo se resquebrajó, desmoronándose y cayendo al lago.
“¿Cómo—” dijo Sidon asombrado cuando se liberaron de la trampa de la bestia divina. Pero Link lo ignoró mientras volvía a poner la tableta en su cinturón y sacar su arco. Estaban más lejos de lo que le hubiera gustado, pero aun así preparó una flecha. Debajo de él, Sidon gruñía de dolor.
“¡Sidon!” dijo Link, mirando a su compañero. Notó que su piel, normalmente de color rojo intenso, se habia vuelto mas palida.
“¡Estoy bien!” Sidon volteó la mirada hacia Link con una sombría expresión. “No te detengas”
Viendo que no tenía alternativa, Link hizo lo que Sidon le dijo, preparando la flecha. Esperó al momento indicado para disparar. La flecha voló por los aires y se clavó en lo alto del nodo rojo, que empezó a chispear inmediatamente. La bestia volvió a barritar, y a Link le pareció sonar más desesperada que antes. Arriba de ellos, la lluvia había comenzado a aminorar.
“¡Está funcionando!” gritó Sidon cuando comenzó a rodear a Ruta por detrás. “Sigue así, ¡puedo soportarlo!”
Pero Link no preparó otra flecha, manteniendo los ojos abiertos para el próximo contraataque. Pero no hubo nada, cosa que confundió a Link. ¿Había desactivado sus defensas con el segundo nodo? La bestia no lanzó ningún pico de hielo ni intentó volver a encerrarlos.
Link comenzó a preparar otra flecha cuando oyó un chapoteo detrás de ellos, apenas audible por las patadas de Sidon. Miró atrás y gritó de sorpresa por lo que vio, a meros centímetros de los pies de Sidon. Era una gigante bola de hielo, rodando por el agua a toda velocidad. Estaba cubierta de púas, dándole la apariencia de un gigante lucero del alba
“¡Detrás de ti!” gritó Link. Sidon reaccionó sin mirar atrás, girando para un lado justo a tiempo. La bola de hielo con pico siguió rodando por el agua, pero Link no tuvo tiempo para relajarse. Vio horrorizado como la bola giraba en el agua, redireccionando y volviendo a perseguirlos otra vez. Se acercaba a toda velocidad.
Link preparó otra flecha, ignorando la reacción de Sidon, y disparó a la bola. Tuvo el efecto esperado, causando que la bola comenzara a resquebrajarse y se desmoronó en el agua con un chapoteo. Sin embargo, para su mala fortuna, no era la única. Otra bola con púas la seguía de cerca, abriéndose paso por el agua. Los restos de la bola anterior ni siquiera la ralentizaron.
Deslizó el arco por su hombro y sacó la tableta sheikah. Navegando rápidamente al módulo de Crionis, apuntó a la bola y la destruyó antes de que les pasara por encima. Aliviado, Link volteó a ver a la bestia divina
“¡Ahí vienen!” advirtió Sidon. No hacía falta—Link ya las había visto. Tres bolas con púas directamente en su camino hacia la bestia divina y acercándose rápidamente.
“¿Link?”
“¡Sigue avanzando!”
Las púas rodantes se acercaban, llenando por completo la pantalla de la tableta.
¡Ahora! Link oprimio el ícono de Crionis y la bola del centro se resquebrajó y derrumbó en el agua. Las otras dos esferas inmediatamente intentaron ocupar su lugar, pero Sidon paso a toda velocidad entre ellas. Link sintió como pedacitos de hielo flotante rebotaban por sus gravas. Detrás de ellos, las dos bolas de púas chocaron entre sí soltando un fuerte sonido de resquebrajadura.
Link inmediatamente sacó su arco y flecha, apuntando y disparando hacia el tercer nodo. La reacción cuando esta dio en el blanco fue inmediata. La bestia entera se estremeció y las luces rojas que cubrían su cuerpo parpadearon antes de estabilizarse. Ahora se veían mas tenues.
“¡Uno más!” dijo Sidon todo tenso. Link sacó otra flecha de su carcaj, preparándose para apuntar.
Enfrente de ellos apareció un plancha de hielo
“¡Sostente!” gritó Sidon mientras giraba hacia un lado. Muy tarde, Link perdió el equilibrio, saliendo disparado de la espalda del Sidon hacia el hielo. Rodó y soltó su arco plateado.
“¡Cuidado!”
Las advertencias de Sidon lo salvaron. Rodó justo cuando un pico de hielo caía sobre la plancha de hielo, casi atravesándolo. Se puso de pie de un salto, agradecido al comprobar que las botas zora ofrecían mejor fricción que las normales Se echó a correr de forma inestable, esquivando a duras penas otro pico.
Mientras corría hacia su arco, revisó su inventario. Aún tenía su carcaj sujeto a su cintura. Eso era lo más importante de todo. La tableta sheikah también seguía enganchada a su cintura del otro lado.
Bien.
Miró hacia Ruta, sobresaltándose al ver varios picos más formándose. Atacaba con más ferocidad que antes, ignorando por completo a Sidon y centrándose solamente en él. Sintió que una púa rozaba su armadura y se estremeció, casi perdiendo el equilibrio. Otra púa pasó justo delante de él.
Link se deslizó, extendiendo la mano y tomando su arco zora. Otra dos púas pasaron justo por encima. Saltó cuando llegó al final de la plancha de hielo. Mientras caía por el aire, sacó otra flecha de su carcaj.
Todo a su alrededor pareció ralentizarse.
El único sonido que Link pudo oír era el de su propia respiración y el crujido del arco cuando preparaba la flecha. Apuntó y la flecha se activó.
Disparó y cayó al agua.
La flecha eléctrica voló por el aire e impactó en el último nodo rojo brillante en su centro. La bestia barritó otra vez mientras las luces rojas en su cuerpo parpadeaban rápidamente y luego se apagaban. Su trompa y extremidades se desplomaron en el agua. El hielo que había creado comenzó a resquebrajarse y derrumbarse.
Una vez que el hielo se había fragmentado lo suficiente, Sidon nadó a través del hueco para reunirse con Link, que se mantenía a flote y observaba como Ruta se apagaba. En el cielo, la lluvia había parado. Link alzó la vista y vio como las nubes, que habían formado un extraño patrón tipo remolino, comenzaban a desaparecer, dejando pasar los rayos del sol. Era casi cegador luego de estar bajo la sombra de la lluvia por varios días.
“Lo logramos,” dijo Sidon atónito. Miró a Link, boquiabierto, y luego sus labios dibujaron una sonrisa en su rostro. “¡Link, lo logramos! ¡La lluvia se detuvo! ¡Es espléndido!”
Link soltó un suspiro de alivio, permitiéndose sonreir. Pero de repente, la bestia volvió a cobrar vida. El alma se le cayó al suelo cuando vio como las luces rojas volvían a encenderse. Sus piernas se extendieron aún más, levantando lentamente su cuerpo del agua. Vio la expresión en el rostro de Sidon e imaginó que reflejaba la suya.
No fue suficiente. La lluvia se había detenido, pero aún no habían salvado a la bestia. Aún no se había deshacido de la influencia de Ganon—la cosa que había matado a Mipha. No, para eso…
“Sidon, tengo que entrar en Ruta” dijo Link. Sidon lo miró y asintió.
“Sé donde está la entrada” Link se subió a su espalda y el príncipe se puso en marcha de nuevo, rodeando a la bestia. Link mantuvo la guardia, asegurándose de que las defensas de la bestia no volvieran a activarse.
Mientras nadaban, Sidon habló con un tono suave “Nunca estuve adentro. Ninguno de nosotros. No desde que mi hermana…” Sus ojos estaban fijos en Ruta. Link no pudo ver su cara, pero pudo oír añoranza en su voz. “Verás, Ruta nunca dejó que nos acercáramos. Nunca fue agresiva, pero aun así se defendía. Optamos por simplemente darle su espacio.”
“¿Cómo sabes dónde está la entrada?” preguntó Link, intrigado. No había visto signos de alguna entrada mientras nadaban, pero Sidon había hablado de unos esquemas.
“Recuerdo ver cómo mi hermana desaparecía dentro de ella”
Hubo silencio entre los dos hasta que Sidon volvió a hablar. “Link, yo…. no puedo quedarme.”
“Tienes que ir junto a tus soldados” dijo Link, adivinando lo que iba a decir.
Sidon volteó la vista hacia él. “Si, así es. Si todavía están luchando con los lizalfos, mi lugar es junto a ellos.” Miró a la bestia. Nadaba hacia una plataforma que se extendía por su lado justo por encima del agua. Link no la había visto antes pero supuso que pudo haber estado sumergida antes de que su cuerpo se hubiera alzado. “Deseo poder acompañarte. Por mi hermana. Pero debo cumplir mi deber, al igual que tu”
Link permaneció callado. Podía ver que era una decisión difícil para él. Muy probablemente, había esperado poder entrar a la bestia junto a Link. Lo hubiera hecho, de no ser por los lizalfos.
Sidon nadó hacia la plataforma, y Link se subió a ella. Revisó su equipamiento una vez más, verificando que aún tenía todo lo necesario. Una vez satisfecho, miró a Sidon, quien estaba sonriendo.
“Suerte aventurero” dijo Sidon, con un tono más jovial que antes. “Te estaré esperando en el palacio. Esta noche, ¡celebraremos como los vencedores y salvadores de la Región!”
“No pienso comer pez crudo esta noche” dijo Link, sonriendo
Sidon se rió y comenzó a alejarse. “¡Me aseguraré de que preparen un fuego para que cocines tú solo entonces!” Levantó una mano en señal de despedida. “Link, ¡yo confío en ti!”
Sidon se dio la vuelta y comenzó a nadar a toda velocidad, era como una línea roja en el agua. Link se quedó mirando cómo se alejaba. Cuando estuvo seguro de que Sidon había cruzado la laguna, entró a la bestia divina.
Para sorpresa de él, Mipha se encontraba en la entrada, mirándolo con una cálida sonrisa y con las manos juntas enfrente de ella. “Hola Link”
Notes:
Al traducir este capitulo aprendí una nueva palabra, barritar, es básicamente el sonido que hace el elefante con la trompa. Lol.
PD: Traducir el dialogo entre Sidon y Link al entrar a Vah Ruta fue difícil, porque si bien me basé en el diálogo del juego tuve que hacer ajuste para que concuerden con el material original (el de Zed)
Chapter 16: Capítulo 15
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 15
“Cabalgaré hacia el desierto de inmediato” dijo Urbosa, se podía un poco de la preocupación que sentía. Pero permaneció firme. Link sabía que tenía que. Por Zelda.
“Bien, ve con cuidado Urbosa” La cara de Zelda mostraba su miedo y preocupación. No se suponía que pasaría así. Aún no estaban listos y lo sabían.
Revali fue el primero en partir. Fue él quien informó del regreso de Ganon, dándoles los pocos detalles que pudo ver y luego se fue volando inmediatamente hacia la aldea orni. Daruk fue el siguiente, colocando una mano en los hombros de Link y Zelda. Trató de dar unas palabras de aliento—lo que sea para hacerlos sentir mejor. Acabo por decirles que estaría de su lado antes de dejarse caer al suelo y rodar hacia la Montaña de la Muerte.
Urbosa abrazó a Zelda, besándola en la frente. “Se fuerte mi rayo de luz” La soltó y luego montó su caballo semental. “¡Manténla a salvo, Link!” Dio vuelta su caballo y galopó hacia el oeste por el paso este hacia la aldea Kakariko. Tenía el camino más largo por recorrer y sería la última en unirse al combate contra Ganon. Le tomaría dias llegar al desierto, aun si cambiaba de caballo por el camino.
Luego solo quedó Mipha. Viajaría a través del río Lanayru, usando una serie de pasadizos de agua para llegar al río zora. Si bien era la última en partir, sería la primera en llegar a su bestia divina.
Miró a Zelda, juntando las manos. “Sé que se ve mal” Mipha dio un paso adelante y tomó las manos de Zelda. “Pero encontraremos la manera de salir de esto. Creo en ustedes.”
“Gracias” dijo Zelda, con su voz apagada.
“Princesa” Zelda miró a Mipha a la cara. “Esto no es el fin”
Zelda asintió, esbozando una forzada sonrisa. Mipha apretó las manos de Zelda firmemente antes de soltarlas y girarse hacia Link. Por un buen rato, ella meramente lo miro a los ojos. Intentó decir algo, pero luego cambió de parecer.
Él en cambio, no sabía qué decirle a la mujer que había sido una de sus mejores amigas. La conocía desde hace ya mucho tiempo, pero ahora, se sentía como un completo desconocido. ¿Qué iba a pasar con ellos?
Finalmente, abrazó a Link. Él le devolvió el gesto, acercándola. Si bien el no era más alto que ella, Mipha parecia diminuta en sus brazos.
“Ten cuidado, Link” dijo “Iré al castillo tan pronto como pueda. Protege a la princesa, pero…” Mipha se detuvo un segundo, retrocediendo lo suficiente para poder mirarlo a la cara. “No podré curarte mientras piloto a Ruta. No actúes sin pensar. Por favor.
“Lo intentaré” Su voz era no era más que un susurro. Él se alejó de ella, y pareció como si ella no quería apartarse de él, pero terminó cediendo. “Ten cuidado”
“No soy yo quien estará en peligro” Una vez más, parecia como si quisiera decir algo más, pero luego la miró a Zelda y suspiró. “Se fuerte, Link”
Mipha colocó una mano sobre su mejilla gentilmente. Su piel estaba fría, como de constumbre, y él apreció el gesto. Ella dio un paso atrás, mirando a los dos una última vez antes de darse la vuelta. Saltó en el aire, extendiendo los brazos, y se zambulló en el río Lanayru.
“Mipha” Las rodillas de Link casi ceden ante el peso combinado del recuerdo que vio en su mente y la imagen de ella frente a él en la entrada de la bestia divina Vah Ruta.
Mipha permaneció callada, permitiéndole recomponerse, su expresión era tan cálida como siempre. Tan cálida como la última vez que la vio, porque él sabía, en el fondo, que el recuerdo que acababa de ver fue su último adiós.
Se veía igual que hace cien años atrás. Pequeña y chiquita—era más baja que Link, a diferencia de los demás zora que había conocido. Su cuerpo tenía el mismo color rojo que Sidon, a excepción de su rostro y torso. El hocico tipo pez justo por encima de sus ojos dorados y labios rojos era menos pronunciado que el su hermano y no tenía la protuberancia con forma de aleta. Sus aletas se doblan ligeramente, encuadrando su cara. Llevaba joyas de plata que adornaban su cabeza, cuello y escote, decoradas con múltiples zafiros en forma de lágrima. Llevaba puesta una banda azul que se extendía desde su hombro izquierdo hasta la derecha de su cintura, confeccionada con el mismo color y material que la túnica de Link.
Él se estabilizó y comenzó a caminar lentamente, asimilando su apariencia. Se veía exactamente igual que antes, pero…
A Link se le cayó el alma al suelo. Al igual que el rey Rhoam, Mipha brillaba la misma vaga luz etérea. No estaba viva, sino más bien, era un espíritu.
“Si” dijo Mipha, interpretando su expresión. Ella lo miró a los ojos y su sonrisa se volvió sombría. “Ganon fue… más astuto de lo que cualquiera de nosotros hubiera imaginado. Todos teníamos tantas esperanzas…”
En ese momento muchas cosas le vinieron a la mente, aplastandolo psicológicamente—la destrucción de Hyrule, pérdida de su memoria, los pocos sobrevivientes que quedaban, su muerte y la pérdida que el pueblo zora sufrió. Su fracaso. Su vergüenza. “Lo siento. Todo es mi culpa. Si hubiese sido más fuerte, si hubiese estado más preparado—”
Ella pareció sorprenderse ante tales palabras y luego lo interrumpió con una sola palabra “Link”
Él dejó de hablar, manteniendo los labios cerrados.
“Link, no puedes culparte por esto” Dio un leve paso hacia adelante, extendiendo el brazo y colocando una mano etérea sobre el brazo de él. Él pudo sentir su tacto, pero débilmente. “Ninguno de nosotros estaba preparado para lo que Ganon tenía preparado.”
“Luchamos lo mejor que pudimos… Creímos que las bestias divinas nos salvarían, pero las puso a ellas y todas las armas que teníamos en nuestra contra. No importa que tan habil eras, no podías enfrentarte a él y a un ejército de guardianes”
Link bajó la mirada. Deseó poder encontrar algún consuelo en sus palabras. Quizás podría si tuviera más recuerdos de ella. La amargura por su situación brotó en su interior y apretó con fuerza el puño izquierdo de la frustración.
“No puedo recordar. No puedo recordar lo que pasó cuando luchó con él, a los guardianes, a la princesa Zelda—nada” Extrañamente, le dolía más decírselo a Mipha que a alguien más.
“¿No…. te acuerdas de nada?”
“El santuario de la vida—me borró la memoria” dijo. “Recordé algunas desde entonces. Recuerdo subir al monte trueno contigo y…” Nada más. Recordó su último momento juntos.
“Oh Link, eso—eso es terrible. Lo siento” dijo ella con tristeza. Ella se acercó, abrazándolo.
Por un momento, se sentía sólida—podía sentir la textura de su brazo escamado y su mejilla sobre su hombro. Luego desapareció. Ella dio un paso atrás y para su sorpresa, su luz etérea parecía estar más tenue que antes. Podía ver a través de ella, como si ese simple acto le hubiera quitado las fuerzas.
“¿Pero ya empezaste a recordar?” preguntó ella.
Se obligó a mirarla a los ojos. “Recuerdo un poco. Unos cuantos fragmentos breves”
“Bien” dijo con una pequeña sonrisa. “Estoy segura que volverán. Siempre lograbas lo que te proponías”
“No creo que sea tan fácil”
“Nada que valga la pena es fácil”
Él la miró, observando su expresión. Vio tristeza. Vio pena.
“Llevas puesta mi armadura” dijo ella. Pareció luchar con sus emociones por un momento. “Te queda perfecta. Mejor de lo que hubiera imaginado”
“Es perfecta. Y es todo un honor. De veras”
“¿Te dijeron…. qué significa esa armadura?” Su voz se elevó y rompió el contacto visual, bajando la mirada hacia sus pies
“Este…. si”
“Oh.”
“Mipha…”
Rápidamente sacudió la cabeza, oscilando sus aletas. “No, no, está bien. Es un poco… torpe de mi parte, ¿no? Avergonzarme justo ahora. Después de todo, llevo muerta cien años”
“Lo siento” dijo él, por segunda vez. “Es que yo no—mi memoria—”
“No, está bien” dijo ella, finalmente viéndolo a la cara otra vez. “Basta con ver que sigues con vida. Verte aqui, con mi armadura—significa más de lo pudieras imaginar”
Link intenté verla a los ojos. ¿Qué podía decirle en ese momento? Aún no estaba seguro en cuanto a sus sentimientos hacía ella hace cien años, pero comenzó a sospechar que su relación no fue más allá que una amistad. Ciertamente habían sido cercanos, pero cuanto más recordaba, más sentía que su conexión se asemejaba más a la de hermanos que de una pareja. Pero simplemente no lo sabía.
“Gracias” dijo él luego de una larga pausa. No era suficiente, pero era todo lo que podía decir en ese momento. “Por esto y por todo lo demás que hiciste por mi”
Mipha lentamente se acercó al borde de la plataforma, sentándose y mirando hacia la laguna. “La lluvia se detuvo” dijo. “Bien—Imagino que el nivel del agua estaba a punto de dañar una de las represas”
Él se sentó a su lado, con cara de preocupación. Ella aún se veía tan débil como antes.
“Sidon y yo—”
Ella se sobresaltó y lo miró boquiabierta. “¿Ese fue Sidon?”
“Bueno—si” dijo él, titubeando. “¿No lo sabías?”
“No” dijo en voz baja. “No he podido salir de aquí desde que… Ha crecido tanto”
Link extendió la mano, intentando colocarla sobre su hombro, pero no pudo, pues sus dedos pasaron a través de su hombro. Rápidamente retiró su mano. Ella lo miró y luego a lo lejos, en dirección a la oculta Región de los Zora.
“Era tan solo un niño cuando Ganon despertó” dijo Mipha. “Recuerdo enseñarle a subir por las cataratas. Le dije a la princesa Zelda que tenía que asegurarme que estuviera listo, en caso de que algo me pase”
“Entonces creo que le enseñaste bien” dijo Link, pensando en como Sidon había demostrado sus habilidades para subir nadando una catarata el día anterior. Lo hacía ver tan fácil. “Además es un guerrero fuerte. Ayer matamos a un centaleon en el monte trueno.”
Ella lo miró confundida. “¿Había otro?” Link asintió. “¿Y fuiste con él? Eso… es genial. Tiene sentido”
El silencio se interpuso entre los dos por un largo rato hasta que ella abruptamente preguntó por su padre. Él le contó todo lo que pudo—sobre la bienvenida del rey Dorphan y su reticencia a dejar a Sidon luchar con el centaleon. Sobre su reencuentro con sus viejos amigos, como Basun y los demás, y sobre cómo los ancianos actuaban en cuanto a él. En algún punto, comenzó a relatar todo lo que vivió desde que despertó, sobre la confusión y vergüenza que sintió. En un momento, Link se detuvo, sintiéndose egoísta. Después de todo lo que había pasado, Mipha no merecía escuchar sus problemas. Pero ella lo animó a seguir hablando, mirándolo con genuina preocupación. Así que continuó.
Eso fue catártico para él, hablar de las pruebas que había enfrentado hasta ahora, y de la presión que sentía para continuar. Antes de que se diera cuenta, incluso le dijo que no sabía cómo lograr derrotar a Ganon y salvar a las bestias divinas—temía volver a fallar.
Cuando terminó, Mipha lo miró con una extraña mezcla de tristeza y lo que parecía orgullo. “Es raro—antes, cuando sacaste la espada maestra y te convertiste en el caballero de la princesa, tú… Bueno, simplemente dejaste de hablar. Creo al final te abriste a ella, pero nunca logré que me hablaras de tus problemas. Parecía que estabas pasando por mucho en ese entonces”
Link la miró, sintiéndose tanto agotado como extrañamente revitalizado por las confesiones que había hecho. “Entonces era un completo idiota”
Mipha sonrió. “No…pero puede que te hayas cegado” Lo miró con empatía. “No se si viste que todos estábamos bajo la misma presión que tu”
“Aun suena como que era un completo idiota” dijo él, sonriendo.
Mipha le devolvió el gesto. “De vez en cuando lo eras”
Hubo silencio entre ellos. Abajo, las olas chocaban con las piernas de Ruta, generando un sonido calmante. Un grupo de pájaros pasó volando por encima. El sol brillaba sobre ellos, claro y sin ser estorbado por la lluvia o nubes.
Ruta se estremeció un poco, y Link miró hacia la entrada. Estaba oscuro adentro. Miró a Mipha, no queriendo romper el cómodo silencio entre ellos. Se veía contenta. Sus piernas, ligeramente translúcidas y cruzadas en los tobillos, se balanceaban en el agua. Cuando las movía ocasionalmente, provocaba pequeñas ondas.
Finalmente, habló. “Mipha…. ¿Qué fue lo que pasó? Cómo fue que moriste?”
Ella dejó salir un leve suspiro. Se puso de pie y Link hizo lo mismo. Su mirada se posó en la oscura entrada. “Ganon… Había puesto una trampa para mi y, probablemente, para los demás campeones. Cuando abordé la bestia divina, había algo esperándome. Intente luchar con eso, pero era más fuerte”
“Luego de que me matara, se….” se puso incómoda, volteando hacia la bestia divina. “Se fue al castillo a esperar. Creo que pudo haber atacado a los pueblos, pero pienso que Ganon quiso enviar un mensaje. O quizá no podía controlar sus armas por alguna razón. No estoy segura.”
“Los guardianes atacaron” dijo Link, apretando el puño de la rabia. “Ni siquiera necesitaba a las bestias divinas”
La mirada de Mipha pasó de la entrada a Link. “Si” Se detuvo un momento y luego se paró frente a la entrada. Se dio la vuelta para poder verlo. “Link, estoy atrapada aquí, al igual que Ruta. El monstruo que Ganon dejó aquí corrompe este lugar, lo distorsiona. Es una prisión”
Liberar a las bestias divinas de la malicia de Ganon. Eso fue lo que Impa había dicho. Link no supo a qué se refería, y muy probablemente ella tampoco. Hizo una mueca, acercándose a Mipha y luego la miró a los ojos. “¿Estás atrapada aquí?”
Ella asintió. “No he podido salir de Ruta en los últimos cien años. Simplemente éramos yo y... eso.” El vio algo del horror que sufrió reflejado en su rostro, y sintió como se le partía el alma. Ella no merecía esto. Ninguno de ellos.
Link colocó su escudo sobre su brazo y sacó su espada, lleno de determinación. “¿Y si lo destruyo te liberarás tu y la bestia divina?”
“Eso creo” Mipha se detuvo un momento. “Link, creo que puedo ayudarte a derrotar a Ganon. Ruta y yo tenemos una…. conexión. Aun puedo sentir su presencia, aunque sea leve. Quizá, si no fuera por eso, aún podría ser capaz de controlarla de alguna manera”
Desde que despertó, Link lamentaba la situación en la que se encontraba. La pérdida de su memoria, su fracaso, su pesar—se arrepentía de todo eso. Quería dejarlo todo atrás. Pero verla a Mipha en ese momento lo hizo entrar en razón. No más fracasos. Le haría frente a sus pesares.
Él asintió y pasó por al lado de la figura fantasmagórica de Mipha, entrando en la bestia divina Vah Ruta.
Cuando entró, supo de inmediato que algo andaba mal. El ambiente no se sentía bien. Era pesado. Aceitoso. Olía agrio y le picaba en la nariz. Hizo que su cuerpo se sintiera extraño. Débil. Sobrecargado. Era como si, en ese momento, cada molestia, cada dolor, cada músculo adolorido de su viaje se hubieran intensificado y pasara a primer plano en su mente.
En algún lugar de su mente, ahí donde deberían estar sus recuerdos, reconoció esta sensación. Ganon.
Una gota de sudor cayó por su frente mientras miraba a la enorme y vacía cámara. Los mecanismos internos de la bestia divina eran increíblemente complejos y extraños. A lo largo de las paredes había enormes engranajes entrelazados, aunque ninguno se movía en ese momento. Había varios estanques de agua incrustados en el suelo, con una red de tuberías metálicas de varios tamaños que se elevaban desde ellos, todas ellas orientadas hacia la parte delantera de la bestia divina. En dos de los grandes estanques había un par de enormes ruedas de agua, las cuales también se habían detenido, aunque el agua aún caía por los remos. Pasarelas con rejillas de metal cruzaban por todos lados en la inmensa cámara.
El suelo era mayormente de piedra, pero varias franjas estaban cubiertas por un estrana sustancia purpura oscuro y negro que brubujeaba y rezumbaba.
Mipha se puso a su lado, con los ojos puestos sobre la sustancia, con una expresión sombría. “Trata de no tocarlo. Está conectado con la cosa que tomó a Ruta”
Link asintió. “Dónde está?” preguntó, buscando cualquier señal de la criatura que la había matado. La enorme sala estaba demasiado silenciosa, salvo los ocasionales chapoteos del agua que caía de los remos de las ruedas, los cuales caían en las piscinas de abajo. Ni siquiera podía oír el batir de las olas que había oído tan bien fuera hacía un momento.
“Link, ¿estás seguro de esto?” La voz de Mipha hacía notar su nerviosismo, y él la miró. “Esa cosa es… fuerte. Me mató. Si algo te llega a pasar, yo—”
“Estaré bien” dijo con una suave pero firme voz.
Ella lo miró a los ojos, y él vio miedo en los de ella. No era miedo por ella misma, ni probablemente por Hyrule, sino más bien por él. Deseó poder hacerla sentir segura; pero si era honesto consigo mismo, él tampoco se sentía seguro. Pero tenía que intentarlo. Por ella, quien perdió la vida ante esta criatura. Por Sidon, quien perdió a su hermana. Por la tribu zora, quienes perdieron a su campeona. Por él mismo, quien había perdido una querida amiga.
“Es por aquí” dijo ella finalmente, girando y caminando hacia la parte trasera de la bestia divina. A medida que ella lo guiaba, el ambiente se volvía más pesado y olía cada vez más agrio, cada vez peor. Era un olor a podredumbre y decadencia y algo más que hizo que le picaran las fosas nasales. Le hizo sentir náuseas en el estómago, pero se lo aguantó.
Él la siguió por una serie de pasillos y habitaciones más pequeñas hasta que, finalmente, llegaron a una sala final con una rampa que llevaba a otra habitación. Desde su posición, Link no pudo ver nada ahí. Mipha lo miró a los ojos una última vez y él asintió. Ella dudó un momento antes de bajar hacia la habitación.
La habitación era grande y cavernosa, con paredes redondeadas cubiertas de diseños sheikah. La pared del fondo tenía varias ventanas que llegaban hasta el techo, con vista hacia la laguna exterior. Directamente frente a las ventanas yacía una especie de dispositivo. Parecía como una flor cerrada con pétalos que aún no habían florecido. Brillaba con una luz naranja que parpadeaba débilmente. Enfrente de eso estaba una especie de pedestal tan alto como su cintura, con una superficie plana que tenía más luces naranjas brillantes, pero nada más que Link no había visto. El suelo estaba inundado por unos centímetros de agua.
La cosa que había matado a Mipha no estaba a la vista por ningún lado.
“¿Mipha?” preguntó en voz baja.
“Está aquí” señaló el dispositivo en el centro de la habitación.
Al principio no vio nada. Pero luego vio una especie de neblina rojo púrpura aparecer alrededor del dispositivo naranja. Comenzó a girar alrededor del dispositivo, volviéndose más densa y más oscura. Le tomó varios segundos percatarse de que se trataba de la misma niebla que rodeaba al castillo cuando Ganon emergía.
La niebla comenzó a juntarse enfrente al dispositivo, volviéndose aún más densa y oscura. A medida que lo hacía, se veía cada vez más como la extraña sustancia que habían visto en el suelo. De hecho, luego de varios segundos, estaba seguro de que eran la misma cosa. Ya no se veía para nada como niebla, ahora había tomado una forma más sólida, formando una esfera flotante.
“Ten cuidado Link” dijo Mipha.
La esfera de lodo púrpura comenzó a tomar forma. Se volvió más larga y estrecha antes de que varias extremidades se extendieran a lo largo de su forma. Un par de piernas atrofiadas aparecieron, flotando por encima del suelo y terminando con muñones redondos. Un par de brazos aparecieron, uno delgado y el otro el doble de grueso y largo. La cabeza también comenzó a tomar forma, era estrecha y puntiaguda. Un cabello rojo, tan grueso como la melena de un centaleon, brotó de la parte trasera de su cabeza, cayendo por su espalda. Era imponente, más alto que él, incluso si no estuviera flotando. Pero aun no acababa.
A medida que observaba, vio cómo aparecía una armadura, la cual parecia estar hecha del mismo material que Vah Ruta. Sus piernas atrofiadas, su cintura y su pecho parecían estar cubiertas bajo esa armadura. El brazo largo estaba totalmente cubierto por la misma armadura del codo en adelante. Su cabeza también estaba protegida bajo la armadura, pero esta se extendía a ambos lados de su cabeza como un par de cuernos aplanados
Link vio horrorizado como un ojo azul redondo aparecía en el centro de su cabeza. El ojo de un guardián. Vio breves imágenes en su cabeza, un recuerdo—un ojo azul parpadeando mientras apuntaba a él—pero lo apartó de su mente tan pronto como apareció. No había tiempo para distracciones ahora. El ojo azul se enfocó en él y algo cambió en la postura de la criatura. Se inclinó hacia adelante de una manera amenazante, y su brazo más largo se extendió. Hubo un destello de luz cuando una lanza azul brillante apareció en su mano, tres veces más grande que Link. Brillaba justo como la espada del guardián en su cintura.
La criatura se arqueó hacia atrás, llevando ambos brazos y cabeza para atrás, y soltó un horrible aullido que hizo temblar las paredes. Sus instintos gritaron, diciéndole que se moviera, cosa que hizo, saltando para un lado. Un momento después, la criatura atacó con su lanza. La increíblemente larga lanza redujo la distancia entre ellos en un abrir y cerrar de ojos, impactando el lugar donde había estado.
Link se echó a correr chapoteando el agua con sus pies. La enorme lanza lo ponía en desventaja en cuanto a rango, esperaba que no fuera tan peligrosa a corto alcance.
Desafortunadamente, calculó mal la altura a la que la criatura flotaba. Flotaba a varios metros del suelo, lo que significaba que Link no podría atacar con la misma coordinación y ferocidad que le hubiera gustado. Aun así, atacó con su espada, acertando a la armadura en la pierna de la criatura. La espada simplemente rebotó, sin causar daño. Su ataque fue inofensivo. El contraataque de la criatura, en cambio, no lo sería.
Atacó con su otra mano—era más corta que la otra y tenía garras de aspecto endemoniado—y lo alcanzó por el costado. Sintió un repentino dolor agudo en su costado mientras lo levantaba del suelo. Voló y cayó al agua sin control, rodando para seguir moviéndose y esquivar cualquier ataque posterior.
Oyó a Mipha gritar su nombre a la distancia, pero la ignoró. Se puso de pie de un salto, dando varios pasos atrás para salir del rango de ataque de la lanza. Ahí donde había estado acostado segundos antes, pudo ver una nube roja en el agua. Era su sangre.
Colocó una mano a su costado, justo donde la criatura lo había golpeado. Su mano se bañó de sangre. Las garras habían perforado la armadura zora como si nada. La herida no le dolía—la adrenalina mantenía a raya la mayor parte del dolor por el momento—y trató de no pensar en la herida. Tendría tiempo de sobra para curarse luego del combate. Eso o estaría muerto y las pequeñas heridas ya no tendrían importancia.
La criatura se abalanzó sobre Link y él, muy desorientado para esquivar, levantó su escudo. La lanza rozó por el escudo adornado con el ojo sheikah y milagrosamente soportó el golpe. La lanza pasó al lado de él, emanando la extraña energía de guardián, y él retrocedió para planear su próximo movimiento. La criatura flotaba por encima del suelo, haciendo difícil hacer daño, y su alcance sería su perdición si no tenía cuidado. Para empeorarlo todo, su espada no le serviría contra la criatura.
Sin embargo, contaba con otra espada.
Envainó su espada plateada, y sacó la espada de guardián de su cintura, activando en destello de luz azul. La criatura emitió un sonido de siseo y atacó con su lanza una vez más. Link dio un paso para el costado y se echó a correr. La criatura estaba preparada esta vez, levantando su mano más corta y extendiendo las garras, lista para golpearlo como antes. Pero cuando hizo eso, Link atacó con la espada de guardián, apuñalando la palma de la criatura en el rayo de energía azul.
La criatura chilló y retrocedió. Neblina púrpura caía como sangre de su mano, y la criatura sacó la mano del alcance de Link. Él podía hacerle daño. Eso era bueno. La pregunta ahora era si realmente podía o no matarla.
Atacó con su lanza en un amplio arco horizontal, y él se arrojó al agua, con la barriga contra el suelo, para esquivar. Oyó el zumbido de la lanza al pasar por encima y luego se puso de pie de un salto, corriendo hacia la criatura.
De repente una pared de hielo brotó del suelo enfrente de él, cosa que lo hizo tambalearse y chocar contra la pared, golpeándose el hombro. Obviamente la criatura tenía la habilidad de usar Crionis.
“¡Link cuidado!” la voz de Mipha sonó aguda y llena de miedo.
La pared de hielo se resquebrajó cuando la criatura atacó con su lanza, pasando a través de ella. Link se salvó por mera suerte. Cuando la lanza atravesó la pared, impactó en su escudo, haciéndolo caer sobre su espalda. La lanza siguió su curso hasta doblarse para un lado, con la punta increíblemente afilada apuntando hacia él. Link rodó para un lado, justo cuando el filo de la lanza impactó contra el suelo, como el cuchillo de un carnicero, justo donde había estado.
Se puso de pie, haciendo chapotear el agua mientras intentaba rodear la pared, intentando pasar la guardia de la criatura. El hielo se extendió, formando una barrera que le costaría valiosos segundos escalar.
Bien, pensó, mirando con desprecio y girando para un lado para luego correr para darse suficiente espacio. Colocó la espada de vuelta en su cintura y agarró su arco. Dando un giro, apuntó con una flecha eléctrica y disparó a la criatura. La flecha dio en el blanco, justo en el centro de su pecho. La criatura chilló, extendiendo los brazos hacia los lados mientras la electricidad corría por su cuerpo.
La pared de hielo se resquebrajó y su lanza se desactivo. Link se echó a correr, deslizando el arco sobre su hombro y sacando la espada de guardián. La activó y lanzó un grito de batalla mientras saltaba por unos pedazos de hielo restante, apuñalando con la espada el pecho de la criatura.
La criatura chilló, retrocediendo rápidamente mientras niebla púrpura brotaba de su pecho. Link cayó al suelo mal y su tobillo se dobló para adentro, haciéndolo caer al agua. Estaba seguro de se lo había torcido, si no era algo peor.
En frente de él, la criatura, de cuyo pecho aun brotaba niebla oscura, levantó su brazo más largo y su lanza volvió a reaparecer. Él intentó ponerse de pie, gruñendo de dolor, pero supo de inmediato que estaba en problemas. Su tobillo le hizo saber que no soportaría el peso de su cuerpo. Para empeorarlo, comenzó a sentir sus otras por su cuerpo. Era como si su cuerpo estuviera en llamas de dolor.
La criatura, con su ojo parpadeando con fiera intensidad, atacó con la lanza, forzando a Link a tambalearse para el costado. Su tobillo cedió, y cayó otra vez al agua. Intentó ponerse de pie. La criatura se percató de su incapacidad y se acercó lentamente. Oyó ruidos venir de ella. Sonaban como una serie de gruñidos.
Luego se dio cuenta de que se estaba riendo. Se estaba riendo de él. Ya lo tenía, y quería alardear de su aparente victoria.
Atacó otra vez con su lanza y la intentó esquivar. Esta vez, fue muy lento. La lanza hizo un corte a lo largo de su brazo izquierdo, dejando una herida profunda y haciéndolo soltar la espada, la cual traqueteó en el agua y se desactivó en un instante. Gotas de sangre caían por los dedos.
La criatura se detuvo ante él y llevó un brazo para atrás, preparándose para dar una estocada. Rápidamente, Link sacó su arco, esperando poder preparar una flecha, pero su mano no le respondía. Tenía problemas sosteniendo el mango del arco. Se tambaleó para atrás y su tobillo cedió. Gritó y cayó al agua, y el arco aterrizó a su lado.
La criatura de Ganon incrustó su enorme lanza de guardián en el pecho de Link
“¡No!” Mipha gritó a todo pulmón.
Apenas pudo oírla. Sintió un repentino y cegador dolor, pero luego vino un frío entumecimiento que se esparció por todo su cuerpo. Sus brazos cedieron y se desplomó en el agua, con el rostro apenas por encima de la superficie.
La criatura estaba ahí, flotando sobre él, habiendo quitado la lanza de su pecho. Gorgoriteó en esa manera inhumana, sabiendo que había ganado. Mató a Link tal como había matado a Mipha hace cien años. Pero ella también estaba ahí junto a él, repentinamente brillante y visible, para nada traslúcida, pero aún tenía esa aureola verde que definía su cuerpo.
Link sonrió dolorosamente. No podía mover sus extremidades. Ya ni sentía su cuerpo. Ya estaba desvaneciendo. “Lo …. siento Mipha"
Ella se arrodilló a su lado, poniendo su cara cerca de la suya. Su expresión pasó de una de angustia a una de feroz determinación. Miró sus manos y luego lo miró a los ojos. Sus labios formaron una palabra que él no pudo oír. La oscuridad se apoderaba de su visión. Ella colocó las manos en su pecho. Comenzaron a brillar con una luz azul claro
Él conocía esa luz.
El sol había comenzado a bajar, dejando el cielo parcialmente nublado con una mezcla de azul, naranja y púrpura. Pero el calor del verano permaneció. La brisa que Link sintió, sentado junto a Mipha sobre la larga trompa de Ruta, se sentía agradable mientras soplaba por su cabello. Era un final pacifico para un dia tan agitado1.
Link miró hacia su acompañante del día. Ella había solicitado su presencia en la Región de los Zora, y él, estando raramente libre de sus deberes, aceptó. Había pasado tiempo desde que viajó por sí solo, y además, oyó que había un grupo de lizalfos que había estado atacando a cualquiera que viajara a lo largo del Río Zora.
Se deshizo de ellos con facilidad, pero sufrió tres heridas llanas en su antebrazo derecho, cortesía del lizalfo que había logrado quitarle su escudo. Era debido a su mala suerte que justo el día que no llevaba puesta sus brazales, luchó contra un enemigo que intentó quitarle el escudo.
Al poco tiempo luego de eso, se topó con un zora que había sido enviado a buscarlo, quien lo llevó río arriba, reduciendo el tiempo de viaje por al menos un día entero. Mipha había estado ansiosa por verlo, al parecer, cosa que lo preocupó. ¿Pasaba algo? Pero no. Poniendo a los lizaflos de lado, todo parecia estar en orden.
Finalmente, se encontraban sobre la trompa de Ruta. Mipha ordenó con facilidad a la bestia para que los levantara en el aire, lo suficientemente alto para ver bien a los lejos. El monte Lanayru se alzaba como un centinela al sur, mientras que, a lo lejos, Link podía ver el castillo de Hyrule, firme y majestuoso.
Link se preguntó qué estaría haciendo Zelda en ese instante. Probablemente estaría lidiando con algún problema para controlar a los guardianes. O quizá estaba vestida con su vestido blanco ceremonial, rezándole otra vez a la diosa.
“Ahora déjame ver tu brazo” La voz de Mipha lo trajo de vuelta al presente. Él sonrió tímidamente.
“¿Cómo lo supiste?”
Mipha sonrió y él se subió la manga. Ella comenzó a desenvolver el vendaje de su brazo con destreza. “Te conozco bien”
La capa blanca del vendaje dio lugar a una rosada, una roja y luego rojo marrón a medida que desenvolvía el vendaje. Cuando estuvo expuesto a la briza, su brazo desnudo le picó un poco. Mipha analizó la herida detalladamente.
“¿Lizalfos?” dijo ella, levantando la vista hacia el. El asintió. Ella suspiró levemente. “Sabes, estoy segura de que los soldados de mi padre podrían haberse ocupado de ellos. Ya envío grupos de búsqueda tras ellos”
“Me tope con ellos primero” dijo Link. Ella le lanzó una mirada y él, sin poderse aguantar, acabó sonriendo.
“Fuiste a buscarlos”
Ella envolvió sus pequeños dedos por el codo de Link, sosteniendo su brazo, y la otra la puso justo por encima de su antebrazo. Comenzó a brillar con una luz azul claro.
Ambos estuvieron sentados en silencio mientras Mipha preparaba su magia curativa. Finalmente, ella habló con un tono más suave. “¿Te acuerdas cuando tu y yo nos conocimos?”
“¿Si?” Él no recordaba bien su primer encuentro. Tenía apenas cuatro años en ese entonces. Pero estaba seguro de que ella se veía igual que ahora.
“No eras más que un niño inquieto, todo el tiempo te lastimabas.” Ella lo miró a los ojos, esbozando una cálida sonrisa. “Igual a como eres ahora, supongo”
Él se rió “Prefiero el término corajudo”
“Si, soñabas con ser un valiente caballero…. justo como tu padre.” Ella se quedó callada, apartando la vista de él y mirando hacia el lejano castillo. Parecía estar pensando en algo.
“En aquel entonces te curé” dijo, con un tono más suave “Justo como lo estoy haciendo ahora”
Se sentía como si brazo estuviera bajo una piscina de agua. El dolor en su herida comenzó a desaparecer a medida que la piel cortada se unía poco a poco. Él miró fascinado.
Alzó la vista de su brazo para verla a los ojos. Ella lo miró, sin siquiera prestarle atención a su magia curativa. “Pero aquel niño hyliano creció muy rápido, y ahora parece más adulto que yo. Cuando te conocí, era apenas un niño, pero ahora ambos somos adultos, en etapas similares de la vida.” Sus ojos nunca se apartaron de los de él y él se sintió paralizado, incapaz de romper el contacto.
Realmente nunca se puso a pensarlo, pero era cierto. Si bien conocía a Mipha toda su vida, su relación con ella había cambiado ligeramente ahora que era mayor. Ella había, alguna vez, sido como una hermana mayor para él, siempre cuidándolo mientras jugaba con Basun, Kada y Rivan. Pero a medida que crecía, pronto superó a sus viejos amigos en madurez y responsabilidades. Si bien mantenía una amistad con ellos, incluso hasta el día de hoy, en algún punto él se había convertido en un maestro y mentor para ellos. Por otro lado, miraba a Mipha como su igual y como una de sus mejores amigas.
“A mi me hacía feliz poder curarte las heridas, como esta.” Ella finalmente rompió el contacto visual, bajando la mirada hacia su brazo tímidamente. Él hizo lo mismo, viendo como los cortes—ahora rasguños—desaparecían completamente. Quedó algo de sangre seca sobre su brazo, pero las heridas de donde brotó habían sido sanadas sin dejar una cicatriz.
Ella retiró su mano curativa, pero la mano que sostenia su brazo permaneció unos segundos más antes de soltarlo. Colocó sus manos sobre su regazo, mirando a la distancia. Él inspeccionó su brazo, asombrado como siempre por sus habilidades, pero la miró cuando ella habló de nuevo.
“Si tenemos que enfrentarnos a Ganon, me pregunto….” Sus ojos estaban fijos sobre el lejano castillo
“¿Qué?” Él se preguntó si ella estaba pensando en los continuos intentos de Zelda por despertar sus poderes. Si hubiera sido alguien más, lo hubiera ofendido, pero sabía que Mipha no lo haría con intención de juzgar.
“¿Qué tan poderoso es? ¿Cómo debemos luchar contra él? Aún no sabemos nada al respecto” Ella bajó la mirada hacia sus manos. Eran pequeñas, delicadas. Pero él sabía que estaba lista para luchar al igual que él. Tenía un fuerte espíritu de guerrera, pero a veces se preguntaba si ella era consciente de eso.
“Pero…” dijo ella, juntando las manos. Alzó la vista, mirándolo a los ojos “No importa lo ardua que la batalla sea, si tú —o alguien más resultara herido, yo estaré ahí”
Él pensó en todas las veces que ella había hecho eso. Las batallas que lucharon justo, cuando pasó el verano durante su juventud en la Región de los Zora o cuando era adulto, tal como en su pelea contra el centaleon.
“Para curarlos y apoyarlos.”
“Lo sé” dijo Link
Ella sonrió levemente antes de seguir. “Recuerda: Siempre te protegeré”
Hubo silencio entre ellos mientras Link permanecía sentado, atónito. Proteger. Como caballero era su deber proteger. Proteger el reino, proteger a la princesa. Protegerla a Mipha. El hecho de que pensara que su deber era protegerlo era tanto sorprendente como conmovedor. Sintió como se le acaloraba la cara.
Mipha parecía estar pensando en algo mientras se miraba las manos. Los brazaletes de plata que llevaba tenían cortes en forma de corazón. ¿Eran nuevos? Le pareció que llevaba puesta más joyas que de costumbre. Luego de varios momentos de silencio, pareció haber tomado una decisión, volviéndolo a mirar. Colocó una mano sobre la pequeña bolsa que había traído consigo. No le había dicho qué era.
“Cuando termine la batalla de una vez por todas, y en honor a los viejos tiempos…” Él vio determinación en sus ojos. “ Dime… ¿Vendrás a visitarme de nuevo?”
Link miró sus ojos dorados, impresionado por cómo el sol poniente hacía brillar los zafiros de su cabeza y cuello.
“¡No te saldrás con la tuya!” Mipha gritó mientras colocaba su mano brillante sobre el pecho de Link, donde la lanza de guardián había atravesado.
A diferencia de cómo su brazo se sintió como si estuviera en una piscina de agua fría en aquel recuerdo, ahora su cuerpo sentía como si le hubieran lanzado un balde de agua fría sobre todo su cuerpo. Su espalda se arqueó y jadeó bruscamente, abriendo los ojos. Por un momento, todo el dolor en su cuerpo parecia cobrar vida y luego, un segundo después, se había ido. Cada dolor, cada herida. Su espalda, su pecho, sus costados y sus brazos se cerraron por completo. Sus órganos internos estaban intactos. Su tobillo se enderezo a sí mismo, con los músculos y tendones volviéndose más fuertes.
Él la miró a los ojos y ella parecia estar tan sorprendida como él. Se preguntó si había curado así a alguien alguna vez.
Detrás de ella, la criatura chilló de furia, reactivando su lanza. Link se puso de pie, su cuerpo se sentía como nuevo. Cuando la siguiente estocada llegó, el esquivo pasó por un lado y luego ancló su pie al arco y lo lanzó al aire. Lo atrapó y quitó una flecha de su carcaj, mirando a la enfurecida bestia. Preparó la flecha, esbozó una fría sonrisa y disparó. Le atinó a la criatura directamente en el ojo.
La criatura rugió de agonía, estremeciéndose mientras los rayos arqueaban su cara y cuerpo. Como si fuera una marioneta a la que le cortaron las cuerdas, la criatura se desplomó al suelo, contrayéndose por la electricidad. Su lanza se había desactivado. Link dejó caer el arco y agarró su espada, reactivando su hoja azul. Corrió hacia la criatura, lanzando un grito de guerra y clavó la espada por encima de la flecha justo en el ojo de la criatura. La hoja se hundió hasta la empuñadura.
La criatura de Ganon retrocedió, gritando con un nuevo y terrible sonido que reverberó por las paredes y provocó que Link se tambaleara hacia atrás, dejando la espada clavada en su ojo. Volvió a levantarse en el aire y se sacudió, echando la cabeza hacia atrás. Sus brazos se agitaron violentamente mientras los levantaba hacia su cara, buscando la fuente de su agonía. El lodo rojo purpúreo que conformaba su cuerpo se oscureció y comenzó a endurecerse, volviéndose frágil. Un sonido de resquicio hizo eco por las paredes de la cámara, y su largo brazo se quebró, cayendo al agua con un chapoteo. Cuando tocó el suelo, el brazo entero, armadura y demás, se resquebrajaron en una violenta niebla oscura.
La criatura tembló violentamente, trayendo sus piernas y brazos restantes hacia sí. Se enroscó en ellos y luego, se desintegró en la misma niebla. Link miró con asombro como la niebla giraba sobre sí brevemente, intentando tomar forma otra vez, pero luego comenzó a disiparse. Luego de varios segundos, se había ido, y él se quedó solo en la vacía habitación.
Miró como la niebla desapareció antes de, finalmente, dejar salir un largo suspiro. Relajó los hombros y su corazón comenzó a calmarse. Se giró y vio a Mipha parada a unos cuantos metros. Ella lo miró, y luego de un momento de silencio, sonrió. “Lo hiciste”
“Tu…. tu me curaste” Comenzó a asmilar de la situación. Se miró así mismo, a su armadura, llena de cicatrices de batalla. Estaba rasgada y desgarrada en varios lugares, dejando al descubierto su piel sin cicatrices.
Mipha colocó su traslúcida mano en las rasgaduras de la armadura. La escama de plata seguía ahí, aunque colgaba por unos cuantos hilos. “Ni siquiera sabía que aún podía”
“Gracias”
Mipha se rió. “Tú me salvaste. Salvaste a Ruta”
“Y tú me protegiste, tal como prometiste”
Mipha lo miró sorprendida. Le tomó varios segundos de vacilación antes de volver a hablar. “Y siempre lo haré” Junto las manos frente a su pecho, mirándolo a los ojos. Su mano comenzó a brillar con la luz curativa de antes. Luego de un momento, colocó una mano en el pecho de él.
Sintió como si agua fría se esparcía desde la mano de ella por todo su cuerpo, fluyendo a través de él por sus manos y pies. Jadeó un poco ante la sensación, la cual solo duró unos segundos antes de desvanecerse, a excepción de sus palmas. Levantó las manos, sorprendido al ver la tenue luz curativa emanando ahí.
“Te he dado mi poder curativo” La apariencia de Mipha se volvió mucho más translúcida. Su voz se volvió más suave. “Creo… que no podré acompañarte. Mi lugar es aquí, con Ruta”
“No lo entiendo” dijo Link, confundido. “Dijiste que estabas atrapada. Creí que te estaba liberando.” La luz en sus palmas se desvaneció y luego bajó las manos a sus costados.
“No, ¿pero cómo ibas a saber?” Se dio la vuelta, haciendo un gesto con la mano alrededor de la gran sala redonda. “Puedo sentirla de nuevo. Link, cuando destruiste esa cosa, pude—puedo—mira”
De repente la bestia divina barritó, provocando que la estructura completa tiemblara. Mipha se rió, se notaba la alegría en su rostro cuando arrojó la cabeza para atrás y extendió los brazos. Se giró hacia Link “Puedo controlarla otra vez. De alguna forma, aún siendo un espíritu, mi conexión con ella sigue ahí”
Finalmente comprendió lo que esto significaba. “¿Aún puedes usarla contra Ganon?”
“Si” Afirmó con entusiasmo. “Ahora está bajo mi control, puedo usar todo su poder contra ese monstruo”
“Y si libero a los demás, entonces podemos atacar tal y como planeamos hace cien años” Ese era el plan de la princesa Zelda. Impa había mencionado restaurar a las bestias a su estado original, pero nunca pensó en el por qué.
El silencio se interpuso entre ellos mientras pensaban en lo que le esperaba a Link. Se había hecho tanto para liberar a una sola. Era intimidante pensar que Link tendría que volver a hacer esto tres veces más antes de intentar destruir a Ganon.
“Creo en ti, Link” dijo Mipha, tomando su brazo con su mano fantasmagórica. Él podía sentir su tacto y la textura de las escamas en su mano. “Puedes hacerlo”
“Espero que así sea”
“Así será” Su mano permaneció en su brazo varios segundos más antes de retirarla.
Link la miró de forma grata antes de ir a donde su espada de guardián había caído cuando la criatura se desintegró. Halló la empuñadura desactivada en el agua y la recogió. Intentó activarla, pero solo chispeó de forma intermitente. Trató varias veces más antes de colocarla en su cinturón. Quizás Prunia pueda repararla.
“¿Link?” Se giró al escucharla. Mipha estaba parada junto al dispositivo en el centro de la habitacion. Se fue hacia la parte de atrás del dispositivo. “¿Puedes venir un segundo? Hay algo que necesito que hagas”
Cuando Link caminó hacia donde estaba ella, vio un destello de plata en el agua junto a los pies de ella. Se sorprendio. “Tu lanza”
La lanza de escamas de Mipha yacía en el suelo lleno de agua, abandonada luego de su muerte cien años atrás. Link se agachó, la agarró del mango y la levantó. Era impecable, no se había oxidado para nada a pesar de los años y las condiciones en las que estuvo durante los últimos cien años. Estaba hecha con el mismo metal plateado que usan las demás armas zora, pero parecia brillar mucho más que cualquier cosa que haya visto. Zafiros brillaban en varios lugares de la lanza, incluyendo uno grande con forma de óvalo en el punto central. Era una increíble obra de artesanía.
“Quiero que se la dés a mi hermano” dijo ella, mirando el arma con cariño.
Link sonrió, incapaz de imaginar a alguien más digno para heredar la lanza. “Lo haré”
“Y dile que….” Dudó un segundo, bajando la mirada. “Dile que estoy orgullosa de él. Se ha vuelto tan fuerte”
Link asintió, su sonrisa se esfumó cuando vio la tristeza en su rostro. “Lo siento Mipha”
Mipha negó con la cabeza, levantando la mirada. “Está bien. Todos hicimos sacrificios. Habrá valido la pena cuando derrotemos a Ganon de una vez y para siempre”
“Lo hará”
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Mipha’s Lightscale Trident Lanza de Escamas 1: El diálogo fue difícil de traducir, ya que el autor lo escribió de tal forma que no quedaba bien con la traducción oficial al español del juego, así que tuve que ingeniarmelas.
Chapter 17: Capítulo 16
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 16
El sol ya se había puesto cuando bajó de Vah Ruta. Mipha lo había llevado hacia la represa del embalse oriental, bajando la plataforma hasta que estuviera al mismo nivel que la previamente sumergida pasarela. El exceso de agua comenzó a drenar ahora que la lluvia había parado, revelando piedra blanca.
Cuando Link bajó de la plataforma y luego volteó a verla a Mipha parada en la entrada de la bestia. Ella se despidió y luego desapareció de su vista. Ruta comenzó a moverse de nuevo, levantándose sobre sus poderosas patas y caminó por el agua hasta el borde cercano del embalse, donde se colocó para observar el lejano castillo de Hyrule.
Link observó en silencio como Mipha ponía a la bestia en posición. Ella permanecería ahí y esperaría a que Link diera la señal antes de ir al castillo. Odiaba tener que hacerla esperar más de lo que ya había esperado, pero ella le aseguró que así estaba mucho mejor que antes. La ira de Ganon había desaparecido por completo de su bestia divina. Incluso el extraño y oscuro lodo había desaparecido con la muerte de la criatura. Ella ya no estaba a merced de la terrible criatura que la mantenía encerrada. La esperanza volvió a ella.
Cuando puso a la bestia en posición, él se giró, sosteniendo la lanza de ella. Brillaba bajo la luz del sol poniente. Bajó por las largas escaleras. Mientras descendía, pensó en los recuerdos que había recuperado, junto con indicios de cosas que había descubierto en el proceso. Solo tenía un par de recuerdos, en su mayoría de Mipha, pero sintió que mucho había sido revelado como resultado. Comenzaba a recordar su pasado poco a poco, aunque sea por fragmentos. Era mejor que nada.
Desafortunadamente, si bien algunas cosas habían vuelto, otras cosas aun le hacían ruido en la cabeza. Los otros campeones no eran nada más que nombres y caras para él. Su familia era un total misterio. Su entrenamiento como caballero, las cosas que le gustaba y las que no, su hogar—todo eso lo perdió. Sabía que su padre había sido un guardia real, y Link había seguido sus pasos. Debió haber tenido una madre también, ¿no? ¿Qué hay de ella? ¿Qué hay de sus hermanos? ¿Tias, tios? ¿Era el último de su familia con vida, o había alguien más, ya sea cerca de o en la aldea Hatelia?
¿Y qué hay de la princesa Zelda? Link se puso a pensar, deteniéndose a mitad de las escaleras. Miró hacia la Región de los Zora, extendiéndose ante él, y tomó la tableta sheikah. Abrió la galería y encontró fotografías de la princesa junto a Prunia y el hombre quien ella dijo era Rotver. Miró la cara de la ligeramente avergonzada mujer en el centro.
Él había sido su caballero. Había sido su responsabilidad protegerla. Su deber. ¿Entonces por qué tenía la sensación de que su relación había sido más que solo eso? Sentía la misma necesidad de salvarla que había sentido cuando vio su rostro por primera vez. En su interior, surgió un abanico de emociones—dolor, determinación, alegría, tristeza, ira. Sin saber por qué, se quedó con un torbellino de emociones y sin nada hacia lo que dirigirlas. ¿Por qué cada foto de ella lo hacía sentir tan confundido?
Puso la tableta a un lado y siguió bajando las escaleras, decidiendo que no quería pensar en eso ahora. Tendría que encararlo eventualmente, pero en vista de su victoria y la de Mipha, decidió que sería para otro día.
Vio a un zora cuando terminó de bajar por la represa. La zora le era familiar, pero le tomó un momento poder recordar su nombre, a pesar de su distintivo color lila. Cuando ella lo vio, corrió hacia él, gritando por encima de su hombro. Basun apareció luego, siguiéndola.
Kada. Ese era su nombre. Kada. Era una de sus viejas amigas.
“¡Link!” gritó ella. “El príncipe nos dijo lo que pasó. ¿Realmente domaste a la bestia? ¿Pudiste entrar?”
Antes de que Link pudiera responder, Basun lo interrumpió con un leve grito, señalando la lanza en la mano de Link. “¿Qué es eso?” Los ojos de Kada se posaron sobre la lanza y quedó atónita
“Es la…”
Link les dio un momento antes de hablar, inflando su pecho antes de hablar. “Lo es. Me… la entregaron luego de derrotar al monstruo que Ganon dejo”
“¿Ganon, el cataclismo?” dijo Basun, boquiabierto. “¿Era él quien controlaba a la bestia divina?”
Link asintió
“¿Y tú lo derrotaste?” dijo Kada, volviendo a mirar a Link
“Si” Link no estaba seguro cómo decir lo que iba a decir. Todas las palabras que pensó en su cabeza sonaban… melodramáticas. “Con ayuda de Mipha”
Hubo silencio luego de eso. Basun y Kada intercambiaron miradas antes de volver a mirar a Link. Finalmente, Kada habló. “Tenemos que llevarte ante el rey y el príncipe. Sidon sufrió heridas durante su pelea con los lizalfos—es por eso que nos envió a buscarte” Ante la mirada preocupada de Link, Kada añadió “¡Estará bien! Solo necesitaba que los curanderos lo examinen.”
Link se tranquilizó. “Bien, necesito hablar con él de todas formas”
Caminaron con prisa de vuelta hacia la ciudad. Link casi tuvo que trotar para seguirle el ritmo a los dos. A medida que regresaban, Basun y Kada le informaban de lo que había pasado mientras él estuvo dentro de la bestia.
Los lizalfos habían, en efecto, invadido parte de la Región de los Zora, habiendo matado a los exploradores que mantenían guardia en el proceso. Fue pura casualidad que los vieran cuando lo hicieron—dos zora habían salido a pescar cuando uno de ellos vio a un lizalfo bebiendo agua río abajo. Inmediatamente nadaron hacia la ciudad para avisar a los otros.
La batalla fue feroz. Los lizalfos eran tan hábiles en el agua como los zora, y ambos bandos se enfrentaron tanto en el agua como en tierra. Los zora los superaban en número, pero los lizalfos habían traido más flechas eléctricas que había obtenido de algún lado. Pero al final, los lizalfos fueron acorralados, mayormente en grupos, gracias a Sidon. Él había guiado a su propio escuadrón alrededor del monte ruto para atacar a los lizalfos por detrás. Él mismo luchó con el líder de los lizalfos, derrotándolo y sufriendo varias heridas en el proceso. Sin líder y rodeados, los lizalfos restantes se dispersaron, saltando al agua y huyendo. Los zora los persiguieron hasta fuera de la Región.
Cuando los tres llegaron al puente, había otro par de zora estaban montando guardia, con las lanzas a lo alto. Ellos también reaccionaron al verlo a Link, intercambiando palabras antes de que uno de ellos saltara al agua—le sería más rápido llegar a la ciudad nadando que corriendo por el puente. El zora restante los miró pasar, con sus ojos sobre Link y la lanza en su mano.
El siguiente zora que vieron los estaba esperando al final del puente, justo cuando llegaron a la ciudad. Varios ancianos se habían reunido, pero Link ignoró sus miradas atónitas y en cambio lo miró a Sidon, quien estaba parado en medio de ellos. Link vio que, en efecto, había sufrido heridas durante el combate. Su pierna estaba envuelta con un vendaje, y una de las aletas de su cabeza tenía un corte que, si bien dejó de sangrar, probablemente le dejaría una cicatriz. También sufrió un pequeño corte en una de las aletas de su codo.
“¡Link!” dijo Sidon mientras se acercaban y avanzó a grandes zancadas, con una amplia sonrisa dibujada en el rostro. Sus pasos se detuvieron cuando vio la lanza. “La lanza de escamas” dijo sin aliento. “¿La encontraste dentro de la bestia divina?”
Se detuvo cuando Link dio un paso adelante y sostuvo la lanza hacia él. Sidon se sorprendió y dio un paso atrás. “Link, ¿cómo podría tomarla luego de todo lo que has hec—”
“Ella me pidió que te lo entregara” dijo Link, manteniendo un tono suave. Deseó que los demás zora no estuvieran ahí—esto es algo que preferiría hacer en privado. Pero ya no había marcha atrás.
¿Está viva?” Link hizo una mueca ante la pregunta de Sidon. Debió haber pensado mejor lo que había dicho.
“No, Mipha esta… Ganon la mató. Pero su espíritu sigue dentro de Vah Ruta. Me ayudó con la bestia y ahora puede controlarla. Me pidió que te diera esto.”
El silencio reinó entre ellos. Por un rato, ninguno habló hasta que Sidon se arrodilló sobre el puente para poder estar a la misma altura que él. Uno de los zora anciano hizo un sonido de desprecio, pero Sidon lo ignoró. Miro a Link a los ojos, tratando de entender. Sus ojos pasaban de la lanza a los ojos de Link. “¿Habló contigo?” Su voz sonaba como un susurro. “¿Y te pidió que me dieras su lanza?”
“Dijo que está orgullosa de ti” dijo Link sonriendo, entregándole la lanza. “Es tuya, Sidon”
Sidon permaneció callado por varios segundos. Link podía ver cómo las emociones luchaban entre sí bajo su expresión inusualmente velada. Finalmente, exhaló y sonrió, y colocó sus manos sobre los hombros de Link.
“Muchas gracias, amigo mío. Significa más de lo que—” Sidon carraspeó, apenas pudiendo contener sus emociones. Luego de un momento, se puso de pie y sonrió, tomando la lanza de las manos de Link. Cuando sus dedos rodeaban el mango, su pecho se infló, respirando hondos. Miró a Link a los ojos una última vez y le dedicó un pequeño guiño antes de girarse hacia los ancianos
“Link es un héroe para el pueblo zora” Sidon habló con una agudeza que no había visto antes. “Nos ha vuelto a salvar de las fuerzas que amenazaban nuestro hogar, recuperó un tesoro invaluable y liberó el espíritu de mi hermana de las garras de Ganon. Fue amigo de la familia real hace cien años y lo sigue siendo. Si oigo a alguno de ustedes hablar mal de él—aunque sea una sola palabra—habrá consecuencias. Yo personalmente veré un castigo adecuado. ¿Les quedó claro?”
Hubo silencio luego de esa proclamación, la cual había sido dada con toda la autoridad de la corona zora. Los ancianos se sorprendieron, pero luego esa sorpresa dio lugar a la culpa. La piel verde de Muzun, la cual se volvió más pálida de lo normal, avanzó arrastrando los pies. Miró a Link y luego a Sidon. “Si, su majestad” Sus ojos se posaron en Link “Parecer ser que nos equivocamos contigo, Link. Has… demostrado tu valor, y espero que puedas perdonar mi petulancia”
Link asintió, sin saber qué responderle. Supuso que aún sentía irritación hacia el grupo de ancianos. Habían estado hablando a sus espaldas y en su contra con el rey Dorphan desde que llegó dos días atrás. Pero, ahora que había recuperado algunos recuerdos de Mipha, entendía por qué la amaban tanto y por qué su pérdida dolió tanto
“¡Excelente!” Sidon sonrió ampliamente, su aura de autoridad se desvaneció tan pronto como lo hizo. “Ahora, me parece que hay que regresar. Mi padre querrá oír todo lo que pasó y además, ¡nos espera una gran celebración!”
Sidon colocó una mano sobre el hombro de Link, guiandolo a través del grupo de ancianos, muchos de los cuales bajaron la mirada, incapaces de verlo a la cara. Los dos iban al frente del grupo de zora, bajando hacia donde se había reunido la gente.
La celebración se puso más alegre cuando el rey Doprhan, con lágrimas en los ojos, anunció a su pueblo que Link había liberado el espíritu de Mipha y derrotado al monstruo que Ganon dejó dentro de la bestia. Los aplausos y gritos de la multitud casi lo dejaron sordo a Link, pero eso no era nada comparado con la trompa de Ruta, quien se unió a la celebración a lo lejos. El silencio cayó sobre la multitud mientras barritaba con alegría el ser liberada. El clamor que siguió fue aún más ensordecedor que el primero, y pareció hacer temblar los cimientos mismos de la Región de los Zora.
Estaba claro que la opinión popular sobre Link entre los zora había cambiado drásticamente desde ese momento. No solo los ancianos dejaron de hablar en su contra, sino que las miradas que recibía de muchos de los zora estaban llenas de admiración. Fue recibido con sonrisas y saludos amistosos de muchos de los zora que días antes lo recibieron con miradas furiosas y frías.
También notó que muchas de las mujeres y jóvenes zora querían pasar más tiempo cerca de él. Sidon se rió cuando se lo mencionó, diciéndole que se acostumbría, que con el tiempo ya no notaría al club de admiradoras.
Sidon le dio a Link un alga color púrpura hecha con bayas y aceite de pez. Tenía un dulzor extraño pero con sabor a pez. Fue lo más fuerte que tomó desde que despertó. Luego de eso, su recuerdo de la noche se volvió borroso. Pasó gran parte junto a Sidon y Nyel, pero Basun, Kada y Rivan se unieron luego. La hija de Rivan, Dunma, también se unió al grupo brevemente, aunque Link creyó que era más bien para evitar que su padre se emborrachara con algas. Todos se sentaron juntos en uno de los pabellones situados en las pasarelas que rodeaban la ciudad.
En algún punto, Link recuerda haber hecho una competencia de fuercitas con Kada, quien lo venció fácilmente. Nyel tocó música y cantó alegres baladas. Rivan fue llevado por Dunma a casa. Basun tuvo que irse para reemplazar a los guardias que no pudieron formar parte de la celebración. Kada anunció que estaba muy ebria y que se iba a la cama, saltando por un lado de la pasarela hacia la laguna. Eventualmente, Nyel guardó su instrumento. y les deseó las buenas noches a Link y a Sidon
Sidon miró a Link por a través de la pequeña mesa entre ellos. El alcohol no le había afectado tanto como a Link. Sidon aún se veía sobrio. Link, por otro lado, se sentía mucho más relajado de lo que había sentido cuando despertó en la gran meseta. Probablemente necesitaría la ayuda de Sidon para volver a la plaza, no vaya ser que pierda el equilibrio.
Al pensar en eso, Link no pudo evitar reírse en su copa de algas. Sidon lo miró, sin entender por qué reía, y luego Link bajó su taza. “Solo estaba pensando que sería irónico si, luego de haber matado al centaleon y a una parte de Ganon, muriera por emborracharme y caer por el borde”
“Oh, de seguro no te mataría, pero si te dolería”
Link miró por encima de la pequeña barandilla hacia el agua casi negra que se veía muy abajo. “No, estoy …. casi seguro de que me mataría”
Sidon miró con curiosidad. “Supongo que la fisiología hyliana es distinta a la de los zora…. ¡Es bueno saberlo!” Sidon sonrió ampliamente. “Entonces procederé a arrojarte por el borde como una broma”
“¿Qué?”
Ante la mirada incrédula de Link, sin duda causada por el alcohol, Sidon se rió a carcajadas. Luego de un momento de confusión, Link se unió a su carcajada. Se sentía bien poder reírse.
Permanecieron sentados hasta bien entrada la noche, luego de que la mayoría de los presentes se hubiera marchado a sus casas bajo la ciudad. Sidon ya había bebido lo último de la jarra de alga, y el efecto comenzó a pasar en Link. Mientras el lejano horizonte comenzaba a iluminarse débilmente con los primeros indicios del amanecer, Sidon giró y miró hacia los oscuros acantilados cristalinos que rodeaban el lago del embalse oriental.
“Estoy seguro que le encantaría una visita” dijo Link
“No sé qué debería decirle”
“Imagínate a mí” dijo Link, sonriendo con sarcasmo. Tocó la túnica que llevaba puesta. Se había vuelto a poner su túnica de campeón luego de que Kolda se ofreciera a reparar su armadura. “Llevaba puesto su regalo de compromiso cuando la vi”
Sidon lo miró perplejo. “No había pensado en eso”
“Bueno, no creo que nadie excepto Mipha esperara que llegara” Link se levantó, caminando hacia el costado del pabellón sobre el que Sidon estaba sentado, recostandose contra barandilla y mirando hacia donde sabía que Mipha esperaba dentro de Ruta. “Desearía poder recordar más de ella. Me pregunto qué le hubiera dicho si me lo hubiera dado antes del cataclismo”
Link se detuvo un momento “Pero ya no importa. Lo que sí importa es que la vayas a ver. No sé mucho sobre espíritus, pero estoy seguro de que le encantaría hablar contigo”
Sidon soltó un profundo suspiro y miró a Link. “Tienes razón. Mañana, te mostraré dónde está el santuario y luego, iré a verla”
Más temprano esa noche, Link le explicó a Sidon sobre los santuarios sheikah y le preguntó si sabía de alguno cerca. Sidon le informó sobre la ubicación de uno al oeste de la ciudad, cerca de la cascada de Xera, y ofreció a llevarlo
“Bien” dijo Link, sentándose otra vez en uno de los asientos con almohadilla del pabellón
“Entonces, ¿a qué bestia liberarás ahora?” preguntó Sidon luego de un breve rato, dándose la vuelta.
Link habia estado pensando en eso, pero parecia que la respuesta era obvia. “Iré hacia el norte, junto a la tribu de los goron. Espero que su bestia divina no inunde Hyrule con lava”
“Si, es si sería un problema”
“Probablemente”
Ambos sonrieron el uno al otro. Luego de un momento, Sidon respiró hondo. “Gracias, Link. El hecho de que hayas logrado tanto en poco tiempo es—¡increíble! Con razón mi hermana tenía tan buena estima sobre ti”
“No hubiera podido sin ayuda” dijo Link, sintiéndose incómodo con el repentino cambio de tema. “Tu y Mipha hicieron tanto como yo”
Sidon se rió como si Link hubiera contado un chiste. Cuando su risa paró, sonrió ampliamente. “Amigo mío, si alguna vez necesitas algo, te prometo que haré todo lo que pueda para ayudarte. Cuando logres liberar a las bestias divinas y te prepares para enfrentar a Ganon, cuenta con el apoyo de los zora. Estaremos listos cuando lo necesites.”
Link sonrió gratamente y miró hacia la represa y hacia donde la bestia hacía guardia. Ver la represa lo hizo recordar algo, y miró a Sidon con el ceño fruncido. “Sidon, esta mañana—dijiste que habían saboteado la represa”
“Así es. Usaron una especie de explosivo para debilitarla. Tuvimos suerte de darnos cuenta cuando lo hicimos—si no nos hubiéramos percatado del ataque de los lizalfos, no lo hubiéramos notado antes de que se rompiera”
Link frunció el ceño, reflexionando sobre lo que acababa de oír. “¿Por qué los lizalfos intentaron atacar si planeaban inundarlo todo? ¿No estaban tras del río?”
Fue Sidon quien frunció el ceño esta vez, sentándose derecho y mirando a Link. “Los lizalfos nunca habían utilizado explosivos antes. Y el agua de la represa probablemente los hubiera aniquilado como a nosotros. Incluso si no fuera así, habrían sido arrastrados.”
“Así que fue simplemente una distracción?”
“¿Si lo fue, fue pésima. Hubiera sido desastroso si se rompiera. Y nuestros soldados no habrían sido los encargados de reparar la presa.”
“¿Y si el ataque de los lizalfos fue la distracción?”
Ambos guardaron silencio, reflexionando sobre las implicaciones. Finalmente, Sidon habló “¿Quién le dio tantas flechas eléctricas a los lizalfos?”
“Probablemente quienes intentaron destruir la represa” Link frunció profundamente el ceño mientras observaba la brillante piedra luminosa que decoraba el centro de la mesa del pabellón. Tenía sentido. Los lizalfos podrían haber sido los responsables tanto de la explosión de la presa como del ataque a la Región de los Zora, pero era poco probable que fueran responsables de ambos. Se contradecían entre sí.
“Es preocupante” dijo Sidon. “Tendremos que colocar guardias en la represa. El embalse de rutela es más vulnerable y pone en riesgo a los demás pueblos. ¿Tienes alguna idea de quién puede ser el responsable?”
Link negó con la cabeza. Quizá si tuviera más recuerdos, sabría, pero ahora…. “Supongo que será alguien que trabaje con Ganon”
“Lo que significa que te toparas con más de sus sabotajes”
Link respiró hondo, exhalando lentamente por la nariz. No era tan sorprendente. Estaba luchando para derrotar a una criatura como Ganon. Tenía sentido que alguien estuviera intentando detenerlo.
Los pensamientos sobre los esbirros de Ganon ocuparon su mente, incluso después de que él y Sidon finalmente se separaran y él regresara a la posada. El cielo seguía brillando sobre su cabeza, pero Link simplemente se cubrió la cara con la manta para intentar aislarse de la mañana.
Una voz sonó en sus sueños sin forma y sin sentido, como si estuviera justo al lado de su cama.
“Temí que sin tus recuerdos no quisieras seguir, pero no. Reconozco lo tonta que fui. Nunca le diste la espalda a tu destino. Has llegado muy lejos, Link”
“Sé que el camino que te espera será mucho más arduo, pero intentaré ganar todo el tiempo que pueda. Mantendré a Ganon vigilado. Se fuerte, no estás solo”
Link despertó de su sueño.
Fin de la parte uno
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Rutala Dam Emblase de Rutela
Chapter 18: Misiones Secundarias
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Misiones Secundarias
I
“Bueno muchachos, ¡es hora de trabajar!”
Karid1, un hombre alto y fortachón, con un largo flequillo negro sobre la frente, un grueso bigote y una nariz igual de ancha, alzó la mirada desde su lugar junto al fuego hacia el hombre que había hablado. Karud era más emotivo, y mucho más ruidoso, de lo que él alguna vez podría llegar a acostumbrarse. Pero hace tiempo que trabajan juntos. Desde que su padre, Karl, murió cuando era niño, ha estado trabajando junto a Karud. Era su carpintero más experimentado y su segundo al mando en los días en los que Karud estaba ocupado con los negocios de la compañía, Construcciones Karud.
Karud estaba tan alegre como de costumbre cuando caminó hacia la fogata donde Karid y el chico nuevo, Karad, estaban sentados (o más bien acostados, en el caso de Karad). Karud era más pequeño que Karid por una cabeza, y era calvo pero tenía una línea de cabello gris a los costados y por detrás de su cabeza. Su barba tipo candado estaba increíblemente prolija, como de costumbre. Llevaba puesto un chaleco azul abierto y un par de pantalones extremadamente rosados—recién teñidos. Alrededor de su cintura llevaba colgadas varias herramientas—martillos, cinceles, sierras para madera y una que otra herramienta. Karid nunca fue detallista en su trabajo, a diferencia de Karud. Usualmente se encargaba de levantar objetos pesados y de las labores de construcción propiamente dichas, dejando las tareas de acabado y refinamiento a su jefe y a los demás, quienes eran más hábiles en ello.
Pero claro, no habria tareas de acabado y refinamiento hoy. No, hoy era un día para destruir, no construir. Luego de muchas discusiones y debates, el alcalde de Hatelia y su consejo decidieron demoler la vieja casa que estaba fuera de la aldea. Era una antigua casa, llena de viejos recuerdos de gente que ya murió, pero también le había pertenecido a un famoso soldado de la aldea antes del cataclismo, o eso decían. Pero nada de eso le importaba—a Karid le gustaba el orden. Si algo ya no servía, ¿para qué conservarlo?
Karud no estaba del todo de acuerdo. No quería demoler la casa por su valor sentimental, aun si estaba ubicada en un excelente lugar para expandir su negocio. Decía que su abuelo solía ser amigo del soldado que vivió ahí. Pero el sonido de las rupias en su mente fue suficiente para hacerlo cambiar de opinión, así que aceptó el trabajo, siempre y cuando se quedara con el terreno para sus nuevos proyectos de construcción. No sólo le pagarían por demoler la casa, sino que también recibiría otro pago cuando vendiera el nuevo edificio. Eso era, claro, suponiendo que lo pudiera vender. Aún no habían vendido las casas que recientemente construyeron. Últimamente no muchos venían a Hatelia.
“Arriba Karad” dijo Karid con su voz ronca. Lentamente se puso de pie, y su espalda tronó al hacerlo. En el árbol sobre el que estaban sentados, varios pájaros comenzaron a cantar una vez que se movió—¿tal vez estuvieron tanto tiempo sin moverse que los pájaros se olvidaron que estaban ahí? Ya no importaba.
Al lado suyo, Karad gruñó y se sentó, pasando las manos por su corto cabello marrón. Era un hombre joven, recientemente contratado, y apenas si sabía la diferencia entre un martillo y un mazo. Pero era honesto y trabajador. Fue por eso que Karud lo eligió para trabajar con ellos, mientras que los demás empleados trabajaban en otros proyectos. Karid hubiera preferido tener al menos otro par de albañiles con ellos—tal vez Karlson o Karlim2—pero tendría que conformarse con ellos tres. Podrían encargarse de la demolición y dejar la limpieza a otro equipo.
Karud se acercó, balanceando los brazos despreocupadamente y con una sonrisa de oreja a oreja. “¿Dormiste bien, Karad?”
“Oh, si, perdón jefe” dijo Karad todo colorado.
“¡Oh no! No te preocupes” dijo Karud haciendo gesto de no preocuparse con la mano. “Imagino que tu novia te mantiene ocupado por las noches” Sonrió aún más cuando Karad comenzó a balbucear, poniéndose aún más colorado. “Pero ahora, es tiempo de despertar a tu bestia interior. ¡Somos bestias constructoras!”
Karid soltó un largo suspiro a través de su bigote, pero la exuberancia de Karud pareció animar a Karad. Se puso de pie de un salto y sacudió los puños en el aire.
“¡Estoy listo jefe!”
“¡Dilo conmigo! ¡Somos—”
“—bestias constructoras!”
“¡Karid!”
Karid permaneció callado.
Karud miró a Karid con fastidio. Karid simplemente se encogió de hombros. Karud suspiró, pero luego se recompuso y sonrió de oreja a oreja. “¡Okey-okey!” Su voz se hizo cantarina cuando juntó las manos. “¡A trabajar!”
Las fases iniciales de la demolición fueron bastante simples. Ya habían inspeccionado el lugar, en busca de puntos claves para derribar la casa completa, pero Karud era todo menos minucioso, así que tuvieron que inspeccionar otra vez, dejando marcas en las vigas y paredes. Se hacía así para poder demoler la casa más rápido y, además, por precaución—no estaría bien que uno de ellos derribara la casa con ellos aun dentro, después de todo.
Una vez hecho eso, Karud los puso a remover todo lo que esté dentro y alrededor de la casa. La casa había sido vaciada durante el último siglo, pero aún quedaban algunos muebles rotos. El altillo tenía una cama casi completa, pero una de sus patas estaba rota y el colchón, ya podrido y lleno de pulgas y demás bichos, había sido removido hace tiempo.
Karid estaba impresionado con la artesanía de la casa. Se había construido hace ya cien años y llevaba vacía desde el cataclismo, pero aun así seguía en muy buenas condiciones. Al techo le haría falta unos retoques, pero se veía estable y la madera estaba en su mayoría sana. Las escaleras que llevaban al altillo crujieron pero no se doblaron ni rompieron cuando él y Karad subieron. Incluso él tuvo que admitir que era una pena tener que demoler una casa hecha con tanto amor. Pero, un trabajo es un trabajo.
Fue por eso que se sorprendió al oír a Karud gritar su nombre para que se detuviera justo cuando estaba por romper una pared con su martillo de hierro. Un segundo después, la cabeza de Karad salió por una esquina, donde estaba removiendo la puerta delantera podrida. Karid miró hacia Karud, quien estaba junto a un hombre bajito de pelo largo color rubio oscuro, con una túnica azul claro. Curiosamente, llevaba una espada y un escudo sujetos a la espalda, y un extraño objeto rectangular en la cintura. No recordaba haberlo visto nunca por Hatelia. Karid se acercó a donde Karud y el hombre estaban hablando.
“Un chico con visión. Je je…” dijo Karud. Alzó la mirada hacia Karid y le guiñó el ojo—cosa que el extraño fácilmente vio. Luego volvió a mirar al hombre rubio. “¿Y tienes todo eso ahora mismo?”
“Bueno, no” dijo el hombre rubio. “Pero puedo conseguirlo. Solo necesito que detengas la demolición hasta entonces”
Karud miró al hombre rubio con aire pensativo. “Sabes, hay gente que realmente quiere deshacerse de esta casa. No te preocupa hacerlos enojar? Ver a un extraño llegar a la aldea y comprar una casa condenada…. ¡Es muy misterioso!” A pesar de su cautela, Karud estaba claramente entusiasmado por el drama que podría generar todo eso. Karid no creía que algo así fuera a pasar. Su jefe solía exagerar las cosas.
“No soy un… completo extraño” dijo el joven, frotándose la nuca por debajo de su cola de caballo.
“¿Y realmente quieres esta casa? Si la has visto, ¿no? Es vieja, anticuada, se cae a pedazos… ¡Tenemos casas recién construidas al otro lado del puente! Son mucho más modernas y vienen completamente amuebladas.”
“No, necesito—” el joven dudó un segundo, pensando en lo que iba a decir. “Realmente me gustaría comprar esta casa”
Karud siguió mirando al joven con aire pensativo. Un segundo después, sonrió. “Bueno, se nota que sabes lo que quieres y no te detienes hasta conseguirlo.” Se rió levemente. “Me recuerda a mi cuando era joven…. Está bien, escucha.” Karud se inclinó y le susurró de forma conspiranoica, pero lo suficientemente alto como para que Karid lo escuche. “Te propongo un trato. Te la venderé por tres mil rupias, pero me tienes que pagar hoy”
Tres mil? Karid resopló a través de su bigote. Ni siquiera era la mitad de lo que iban a pagarles por demoler la casa, y mucho menos de lo que le habrían pagado por construir una. Pero conocía ese brillo en los ojos del jefe. Esa mirada era la misma que cuando Karud encontró un perro callejero meses atrás y lo adoptó como mascota de la compañía. Y ahora que el joven le había dado lastima, ya no había vuelta atrás.
El joven permaneció callado un largo rato antes de asentir con la cabeza. “Si, claro. Dame unos minutos—Iré a buscar el dinero” Se dio la vuelta y Karid pudo ver su cara. Era un joven de llamativos ojos azules y ni un pelín de barba. El joven saludó a Karud con la mirada antes de pasar apresuradamente a su lado. Un momento después, Karud oyó el sonido de sus botas por el puente hacia la aldea.
Karid miró a Karud, quien sonrió con vergüenza y se encogió de hombros. “Nunca podría resistirme a un guapo jovencito en apuros” Karid hizo ruido de fastidio. “Oh, ¡no me mires así!” dijo Karud, señalándole con el dedo de manera regañona. “Además, de esta forma, ¡podrás comenzar tu otro proyecto más rápido!”
Tenía que admitir que no sonaba mal. Su próximo trabajo, que requería viajar a la Sierra de Akkala, sería mucho más difícil y, ojalá, más gratificante que demoler una casa.
Finalmente tuvo que darle la razón, encogiéndose de hombros, seguido de un gesto de desaprobación de Karud, quien caminó hacia él y le dio palmaditas en el brazo. “¡Descanso!” dijo con un tono cantarín. “Karad, por qué no preparas un poco de té, ¿quieres?”
Karid vio cómo su jefe se alejaba y suspiró por última vez a través de su bigote. Sin embargo, no pudo evitar sonreír. A pesar de todas sus peculiaridades, Karud era un jefe, gerente y amigo excelente. Karid lo seguiría a las fauces del cataclismo si fuera necesario.
Varios días después, Karid se encontraba sentado en una carreta al frente de un pequeño equipo de hombres y mujeres, varios caballos y unas cuantas mulas. El sol acababa de elevarse sobre el mar al oeste, y la fresca brisa que soplaba desde el monte Laynaru hacia el norte no bastaba para disipar el calor que abrazaba sus brazos desnudos. El cielo estaba despejado, con la excepción de unas cuantas nubes esponjosas. Podía oler la barra de pan que Karud le había horneado a su lado en su asiento, envuelta en una bolsa.
“Ten mucho cuidado ahí fuera, Karid” dijo Karud a un costado de la carreta con una mano colocada sobre el asiento de madera. Ahora que llegó el día de partir, Karud parecía dudar en dejarlo partir. Se veía preocupado.
“Estaré bien” dijo Karid. Pero en realidad, la razón por la que trajo a tantos hombres era por la seguridad de los senderos. Telma le había asegurado que las rutas hacia la Región de los Zora y la Sierra de Akkala eran bastante seguras, siempre y cuando los que viajen tuvieran suficientes hombres fuertes y preparados. Pero también expresó su preocupación por la creciente ferocidad de algunas bandas de bokoblins en los últimos tiempos, relatándoles el incidente ocurrido cerca del puente Kakariko.
“Se que lo estarás” Karud le dio unas palmadas a la carreta y luego dio unos pasos hacia atrás. Respiro hondo, tomando control de sus emociones, y sonrió con una mezcla de alegría y tristeza. Si todo iba de acuerdo al plan, podría pasar mucho tiempo hasta que se volvieran a ver. El viaje a la Sierra de Akkala no era corto, después de todo, y ambos estarán ocupados durante los próximos meses con el verano aproximándose.
“¡Y recuerda!” Cuando contrates a alguien, asegúrate de que sea un buen e ideal candidato para la compañía” dijo Karud con los ojos brillando con picardía.
“Por supuesto jefe” dijo Karid asintiendo. Puede que su apariencia no lo refleje, pero Karud se tomaba las políticas de la empresa muy en serio.
“¡Bien! Ahora…” Karud respiró hondo y miró hacia Karad, dándole una pequeña señal con la cabeza. Ambos miraron a Karid y luego se pusieron a bailar. El baile, el cual requería muchos movimientos de brazos y balanceos de caderas, había estado ganando popularidad entre los miembros de la compañía, por no mencionar a los niños de la aldea. Mientras bailaban, ambos comenzaron a cantar una canción la cual Karud había declarado como el tema de la compañía.
“Yo te construyo, yo te decoro. Me ocupo de lo tuyo, no me demoro. ¡Te dejo feliz como una lombriz!” Tanto Karud como Karad cantaban a todo volumen, moviéndose al ritmo de la música. “!Construcciones Karud, Karud! Te hago una cama, te hago un ataúd. Ka Ka Karuuud. Fu !Ah! fu !Ah!” La breve melodía y el baile terminaron cuando se giraron hacia un lado, doblaron ligeramente las rodillas, agitaron los brazos y giraron las caderas. “!CHAKÍÍÍN!”
Varios niños que estaban cerca vitorearon, aplaudiendo y corriendo hacia Karud, quien sonrió y les acarició la cabeza con cariño. Karad, por su parte, parecía muy incómodo con los niños, sin saber muy bien cómo actuar con ellos, pero sonrió de todos modos.
Soltando un gran suspiro, Karid se acomodó en su asiento, bajó la mirada hacia Karud y sonrió. Luego levantó la mano en señal de adiós. Karud se puso recto y se despidió con entusiasmo.
“¡Adiós Karid! ¡Buen viaje! Nos volveremos a ver, no te preocupes”
Karid bajó la mano, se despidió de Karad, quien estaba rodeado de niños quienes parecían sentir su incomodidad y que, por ende, querían estar cerca de él aún más, y chasqueó la lengua. Azotó las riendas con las manos y el caballo comenzó a tirar del carro colina abajo, alejándose de la aldea Hatelia.
II
El bokoblin sobre cresta que da al valle al oeste de Hatelia comenzó a dar saltitos, señalando hacia el valle y balbuceando. Sostenia un espejo ligeramente roto en una mano, el cual usaba para observar a la aldea. A su lado estaba sentado un moblin alto de piel negra con un cuerno roto, quien utilizaba una de sus enormes manos para bloquear la luz del saliente sol.
Un gigantesco centaleon de melena dorada subió a la cresta. Estaba sentado junto a la imponente torre de piedra, y su nombre era desconocido para las demás criaturas. El centaleon era viejo y lleno de cicatrices. Uno de sus ojos era ciego debido a una cicatriz que se extendía desde su cuero cabelludo, pasando por el ojo, hasta su cuello. Uno de sus cuernos estaba por la mitad. Su pecho mostraba las cicatrices de años de batalla. Puñaladas, cortes y quemaduras surcaban su carne y su pelaje, pero él seguía vivo, lo cual era más de lo que podían decir aquellos que le habían dejado las heridas. En el idioma de las bestias, su nombre era Wurka.
Con un gruñido enfurecido, Wurka arrancó el espejo de las manos del bokoblin, que retrocedió de inmediato para no provocar la ira de su líder. El centaleon colocó el espejo frente a su ojo bueno y observó la pequeña caravana de carretas e hylianos que salía de la aldea por el noroeste del valle. Unos minutos después, bajó el espejo y se quedó pensando, dándole golpecitos al espejo con una de sus garras.
“Déjenlos” dijo con un largo rugido. Arrojó el espejo al bokoblin y le dio instrucciones de informarle si notaba algo fuera de lo normal. Wurka le dio la espalda al bokoblin, que parecía aliviado, y al moblin somnoliento, y bajó por la cresta hacia el campamento, que crecía a los pies de la torre.
Estaban creciendo en número. La torre se alzaba en lo alto de un alto acantilado, pero su campamento se extendía hasta el pequeño bosque que se encontraba a sus pies. Varias fogatas se esparcían sobre la cresta cubierta de hierba, donde se cocinaban y comían animales del bosque de múltiples variedades. En una de las fogatas, un moblin excepcionalmente alto perdió los estribos con uno de los bokoblins que tenía cerca y se levantó, agarrando al bokoblin por la cabeza. Wurka observó impasible cómo el moblin arrojaba al bokoblin, que agitaba los brazos presa del pánico, por un acantilado hasta una depresión con un estanque en el fondo. El bokoblin gritó durante toda la caída.
Varios moblins lo vitorearon, mientras que los demás bokoblins que rodeaban esta fogata en particular decidieron trasladarse a otra fogata en la que había individuos más amigables—y más pequeños—. Wurka observó esto con cierto orgullo. No desalentaba las luchas internas entre sus esbirros. No, más bien los alentaba, ya que quería que sus combatientes fueran tan salvajes como temibles.
Durante demasiado tiempo, su gente había sido perseguida y rechazada por las razas de Hyrule. Quedaban muy pocos de los orgullosos centaleones, pero eso iba a cambiar. Iba a cambiar pronto. Mientras tanto, él seguiría observando, entrenando y reuniendo más fuerzas.
III
El maestro Kogg entrelazó sus largos y envejecidos dedos, observando a través de su máscara a los dos miembros de su clan arrodillados ante él. Las antorchas proyectaban una luz tenue sobre las paredes de piedra de la sala central de su guarida. Su reino. Tapices de múltiples colores cubrían los muros, entre ellos uno que mostraba a un gigantesco cerdo negro blandiendo un tridente. Sobre su trono acolchado se veía su símbolo—el ojo invertido del clan Yiga.
Su clan Yiga.
El maestro Kogg se levantó lentamente de su trono, sonriendo detrás de su máscara blanca decorada con el mismo símbolo. Bajo de su tarima, caminando lentamente alrededor de los dos miembros del clan arrodillados en el suelo. No llevaban sus máscaras puestas, cosa que era habitual al estar frente a su líder.
El maestro junto las manos por detrás de su espalda, dándoles la espalda. Quería hacerlos sufrir al no saber si estaba enojado o contento con la noticia que acaban de darle. Lo cierto era que no estaba complacido con su desempeño. Simplemente aún no había decidido qué hacer con esos dos.
Había esperado noticias sobre la destrucción de la Región de los Zora. Había puesto todo en bandeja de plata para esos asquerosos lizalfos. Los había equipado con mejores armas y tácticas, les había dado decenas de flechas eléctricas, hasta había enviado a dos soldados a borrar a los centinelas zora de la ecuación. Los lizalfos debieron haber sido una distracción perfecta para los zora, permitiendo a sus soldados yiga destruir la represa e inundar a ambas razas asquerosas.
¡El plan era perfecto! ¡A prueba de tontos! pensó el maestro Kogg, enfurecido. Pero, de alguna forma, ese muchacho había logrado arruinar todo. Peor aún, de alguna manera había incluso conseguido calmar a la bestia divina. Sus manos, aun detrás de su espalda, se transformaron en puños. Era claramente el mismo chico del cual su espía en la aldea Kakariko había informado. Túnica azul, pelo largo, rubio, ojos azules, diciendo ser el héroe de la leyenda que supuestamente murió hace cien años.
Si su historia era cierta, significaba que, de algún modo, el chico había sido salvado y preservado durante los últimos cien años. Esa maldita Impa lo sabía, al parecer, aunque los Yiga nunca llegaron a descubrir que el chico había sobrevivido. El hecho de que ella mantuviera tal secreto lo enfurecia. ¿Realmente había pasado los últimos cien años sin contarle a nadie? Si lo hubiese compartido con alguien, él claramente lo hubiera sabido, eventualmente. Hasta los tan leales sheikah se emborrachan en las tabernas, al fin y al cabo. Eso era, suponiendo, que la historia era cierta. Él aún dudaba.
Pero aún así, pensó mientras miraba el tapiz con la criatura de piel oscura. Si es cierto, ¿entonces es una señal? ¿Volverá el cataclismo a surgir para encarar este nuevo enemigo?
Caminó lentamente por la habitación, deteniéndose ante un par de hoces colgadas en la pared. Pasó uno de sus largos dedos por el metal frío y oscuro. Claro, estaba frío porque se hallaba allí, en lo profundo de su fortaleza subterránea. Afuera, bajo el calor implacable del desierto, aquel metal le habría quemado el dedo al instante.
Gritando con frustración, Kogg tomó una de las hoces, liberándola de su soporte. Se dio la vuelta y miró a los dos soldados arrodillados, quienes, sorprendentemente, ni se inmutaron. Pero aun así pudo ver señales de miedo. Un leve temblor en el brazo, una vena latiendo en el cuello, la respiración mantenida.
Quizá deba simplemente matarlos. Las voces en su cabeza claramente habían sugerido eso. Le habían fallado. Y lo peor de todo era que los zora habían detectado el sabotaje, y hubo reporte de un aumento en la seguridad de la represa. Los zora estaban al tanto del sabotaje—lo cual no era de extrañar, teniendo en cuenta lo estúpidos que son los lizalfos. ¡Era estupido esperar que fueran lo suficientemente listos para idear un plan como el suyo!
Debí haber pensado en eso, reflexionó, mirando el metal negro. Fui demasiado inteligente, demasiado… superior. Debí haber hecho un plan más fácil para esos idiotas. Así no me habían fallado. Me fallaron a mi.
No iba a matar a los dos que estaban arrodillados. Hoy no, de todas formas. Había varios que habían realmente visto al chico con sus propios ojos. Los iba a necesitar por ahora. Kogg se volteó, clavando la hoz en uno de los tapetes de la pared. La punta golpeó la pared de piedra detrás del tapiz, y la fuerza del impacto le arrancó la hoz de la mano. Esta cayó ruidosamente al suelo.
Apretando los puños con fuerza, se alejó de la hoz caída y se marchó con la espalda rígida. Regresó a su trono y se dejó caer en él con un suspiro. A diferencia del resto de su refugio, su trono estaba recubierto de una tela suave y lujosa. Parecía una silla en la que se sentaría la realeza. Era lógico que fuera él quien se sentara en ella.
“Ustedes dos tomarán un grupo de yiga hacia Hyrule. Encuentren al muchacho. Confirmen su identidad. Y cuando lo haga, matenlo. Si es quien dice ser, el héroe de la leyenda, entonces quiere decir que Ganon está preparando su regreso…”
Eso sería interesante. Kogg se preguntó qué haría el clan yiga si Ganon realmente regresaba. ¿Servirían fielmente a ese monstruo? Quizá. Quizá por un tiempo. Dudaba que tuviera la paciencia para servir a otro. Supuso que eventualmente tendría que matar a la criatura. Quizá así las voces cesarían.
Los dos soldados se pusieron de pie, juntaron las manos sobre sus costillas e hicieron una reverencia. Ambos retrocedieron y salieron de la habitación, dando lugar a una mujer alta llamada Haia3. Esta no se quitó la máscara—un pequeño detalle, pero Kohga se lo permitiría. Al fin y al cabo, era su lugarteniente principal.
“¿Así que es cierto?” preguntó ella. “¿El héroe regresó de entre los muertos?”
“Quizá” Kogg juntó los dedos sobre su estómago, que sobresalía ligeramente. “Aun si es cierto, nuestros planes no cambian. De hecho, si es que anda por ahí, domando a las bestias divinas, entonces es aún más imprescindible lograr nuestro cometido”
“Estoy de acuerdo, maestro Kogg. Por eso di la orden a nuestros espías infiltrados entre las gerudo para que actuaran”
“Bien. ¿Cuándo volverán con el casco del trueno?”
“Volverán durante la semana”
“Excelente” dijo Kogg. Sin el casco, las gerudo no tendrían oportunidad frente a su propia bestia divina, que había despertado recientemente. Sus tormentas de arena y rayos le servirán al clan yiga cuando su plan de tomar control sobre varias regiones de Hyrule entre en acción. El sabotaje a los zora fue un tropiezo, pero se encargaría de ellos más tarde.
Quizás controlaría todo Hyrule para cuando Ganon resurgiera. Si era así, tal vez sería Ganon quien se viera obligado a doblegarse ante su poder, y no al revés. Al fin y al cabo, el título de rey Kogg sonaba bien.
Bajo su máscara blanca, Kogg sonrió.
IV
Nyel sonreía mientras observaba a la hermosa ciudad de los zora desde la cima de la cresta al oeste de la ciudad. Había partido temprano aquella mañana, no sin antes despedirse del príncipe Sidon y de los demás, cuya compañía había disfrutado durante su estancia. Aún no habia acabado la canción que prometió escribir para Sidon pero planeaba regresar una vez terminada. Quizá vendría con su esposa e hijas. Parecía que así sería, dado los eventos recientes.
Link había dejado la ciudad dos días antes a caballo, con las alforjas cargadas de regalos de pescado seco y otros obsequios. Nyel notó una diferencia significativa en la forma en que los zora veían a Link después de los acontecimientos de la bestia divina. Y esa repentina calidez no solo iba dirigida a Link; los zora parecían ser mucho más amigables con las demás razas también. Ciertamente, se sintió mucho más bienvenido que antes, y Nyel incluso había oído al príncipe hablar sobre formas de asegurar más vías fluviales fuera de la Región de los Zora. Parecía muy posible que los pueblos de Hyrule finalmente comenzarían a luchar contra el dolor y la tristeza que tanto había lastimado la tierra durante el último siglo.
Nyel tenía la esperanza de que sus hijas pudieran crecer en una tierra llena de vida y felicidad. De darles una oportunidad de vivir en una tierra sin Ganon y sus esbirros—ese era el mayor regalo que Nyel desearía darles. Pero claro, su papel en todo eso era pequeño, pero lo ejercería de todo corazón.
Aquí en la Región de los Zora, la esperanza había vuelto al pueblo. Eso a Nyel le serviría. Podría hacer algo con eso. Link viajaría hacia los goron, y a pesar de lo mucho que deseaba poder viajar a su lado por el simple hecho de ver sus logros, sabía que había otras cosas para hacer. Además, ya había visitado la ciudad de los goron para hablar sobre su campeón caído, así que no tendría sentido volver ahí.
Viajaría para visitar los pueblos hylianos y sheikah. Posiblemente ya habían oído de las hazañas de Link relatadas por él mismo (¡sería tan maravilloso tener una tableta sheikah!), pero Nyel dudaba que muchos campesinos estuvieran al tanto. Una cuantas noches por las posadas bastaría para él.
Luego de eso, decidió que viajaría al oeste, hacia el desierto. No lo dejarían entrar en la ciudad gerudo, pero aun así tendría una audiencia fuera de la ciudad. Puede que las gerudo no permitan la entrada a hombres en su ciudadela, pero disfrutaban la música tanto como cualquier raza de Hyrule.
Le esperaba un largo viaje, incluso si volaba. Aun así, no le haría mal estirar las alas otra vez, luego de haber estado tanto tiempo en el suelo gracias a la lluvia. Temió que su concertina se hubiera danado por la humedad, pero su funda a prueba de agua sirvió de mucho, manteniendo su instrumento seco. El sol se sentía cálido y amigable. El clima era perfecto para un vuelo.
Mientras subía las colinas, al noroeste del Dominio de Zora, preparándose para emprender el vuelo donde su dificultad para ganar altitud rápidamente no sería un obstáculo, se preguntaba cuándo volvería a encontrarse con Link. Por supuesto, estaba bastante seguro de que sus caminos se cruzarían de nuevo, y probablemente en un futuro próximo. Pero Nyel no estaba seguro de cuándo llegaría ese futuro.
Respiró hondo y abrió las alas lo más que pudo. Se posicionó de tal forma que el viento lo ayudara a ganar velocidad y altitud y comenzó a correr, agitando las alas. Sus pies dejaron el suelo y extendió las piernas mientras agitaba las alas. Unos segundos después, tomó una briza de viento cálido, el cual lo ayudó a volar por el precipicio con vista a la sierra de Akkala.
Después de sobrevolar los acantilados, giró a la derecha, rodeando el monte trueno, donde había presenciado la derrota del centaleon a manos de Link. ¡Qué gloriosa batalla había sido aquella! Comenzó a repasar sus recuerdos del suceso, tarareando la canción en la que estaba trabajando para acompañar el relato. Pasó por encima del embalse oriental, donde podía ver a la bestia divina Vah Ruta todavía estacionada, esperando su llamada para ir a la batalla por Link.
Nyel se preguntó si Link era consciente del efecto que tenía en los demás. No se trataba solo de sus hazañas. Incluso antes de derrotar al centaleón y de domar a la bestia divina, había logrado inspirarlo a él y al propio Sidon. Su confianza tenía el poder de transformar a quienes lo rodeaban. Su sola presencia simbolizaba esperanza.
Nyel ahora entendía por qué la princesa se enamoró de él hace años atrás. Quizá le contaría esa historia a Link algún día. Lo que se acordaba de ella, claro.
Sonrió mientras se inclinaba contra el viento, ajustando con destreza sus alas y plumas de la cola para captar la brisa. Rápidamente ganó altitud, elevándose por encima de la verde tierra que se extendía muy por debajo. Se sentía bien volar tan libremente, cuando hacerlo cerca de su hogar era tan peligroso debido a su propia bestia divina. Sería bueno que Link se dirigiera a la aldea de orni para liberar a Medoh.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Master Kohga Maestro Kogg Thunder Helm Casco del Trueno 1: El chiste de los nombres de Bolson y demás se tradujo al cambiar sus nombres por otros que comenzaran con las letras 'KA'. Aquí hay una lista con los demás nombres en otros idiomas
2: El autor se inventó esos dos nombres;,me tomé la libertad de traducirlos a mi manera
3: Personaje inventado por el autor
Chapter 19: Capítulo 17
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Parte Dos
Capítulo 17
La Montaña de la Muerte se alzaba imponente ante Link mientras la contemplaba desde lo alto de la torre Lanayru. El volcán se alzaba imponente en medio de una masa continental roja y escarpada. El color verde de la Región de los Zora y la llanura de Hyrule se desvanecían, dando lugar a tierra y rocas rojas. El camino, por lo que podía ver, conducía a una serie de curvas cerradas que serpenteaban por el terreno montañoso hasta llegar, finalmente, a la base del volcán.
Pudo divisar a la bestia divina Vah Rudania. No la había visto antes debido a la lluvia que había caído sobre la Región de los Zora. Pero ahora podía verla mucho mejor—se trataba de una gigantesca estructura con forma de lagarto que caminaba sobre la superficie con pendientes pronunciadas de la Montaña de la Muerte como si nada. La corrientes de lava que caían desde la boca del volcán hasta la base parecían no hacerle nada.
Mientras Link observaba, la bestia se detuvo, levantó la cabeza y lanzó un rugido silencioso. Eso lo puso a pensar. Ruta había controlado el clima sobre la Región de los Zora y—hace unas pocas semanas atrás—había comenzado a actuar de manera extraña. ¿Era mera coincidencia o había algo más siniestro detrás de eso? ¿Rudania estaba actuando igual de extraño? Y de ser así, ¿qué tipo de poder tendría?
Link suspiró y tomó el pequeño paquete en el suelo junto a él sobre la torre sheikah. Lo abrió con cuidado, revelando su contenido, el cual se trataba de tiras secas de cordero y unas cuantas zanahorias. Preparó esa comida en Kakariko varios días atrás, antes de partir de la Región de los Zora. Se preguntó si debía ir de vez en cuando a Kakariko o Hatelia ahora que había desbloqueado la torre de esa región, permitiéndole viajar de manera rápida. Pero no se le ocurrió nada que necesitara ahora mismo y aún era muy temprano como para ir a dormir en su nueva casa, la cual compró, claro, con un préstamo de rupias de una sheikah muy vieja en el cuerpo de una niña.
Mientras comía una zanahoria con una mano, usaba la otra para navegar por el menú de la tableta sheikah para activar el módulo de telescopio. Levantó la tableta y miró a través de la pantalla transparente el camino que llevaba hacia la Montaña de la Muerte. Unos segundos después encontró lo que andaba buscando. Un pequeño asentamiento al pie de las colinas, justo antes de que el camino se convirtiera en una serie de curvas cerradas.
Ahí era donde, según había oído Link, se realizaba la mayor parte del comercio entre la Montaña de la Muerte y el resto de Hyrule. Los goron solían transportar orbes y gemas preciosas hasta la base, donde las intercambiaban por ropa resistente al fuego, especias y otros materiales imposibles de conseguir dentro o en los alrededores de la montaña. O al menos, así era antes del cataclismo. Ahora, nadie con quien Link había hablado sabía qué encontraría allí. Desde la torre, no alcanzaba a ver a nadie en el asentamiento. Sabía que aún se realizaba algo de comercio, así que supuso que debía de haber alguien. Pero cuántos quedaban allí era otra historia.
Puso la tableta a un lado y terminó su comida. Se levantó, juntó su equipamiento y provisiones y miró una última vez alrededor de la torre. Sus ojos se posaron en el castillo de Hyrule. Por un brevísimo instante, vio una imagen en su mente—un bello castillo bajo un claro cielo azulado—pero luego se esfumó. Eso le estaba pasando bastante últimamente, a excepción del único lugar del cual esperaba ver algo: su hogar.
Había comprado aquella casa en Hatelia, evitando que la demolieran, porque había descubierto que alguna vez perteneció a su familia antes del cataclismo. Esperaba que, al estar dentro, despertaran algunos recuerdos de su padre, de su madre o de la vida que había tenido al crecer allí. Pero, lamentablemente, esos recuerdos seguían encerrados tras la barrera en su mente, impuesta por el Santuario de la Vida.
Link apartó esos pensamientos y respiró hondo, colocándose al borde de la torre. A lo lejos, más abajo, al otro lado del río Zora, pudo ver a Valorio. El caballo seguía, como de costumbre, cerca del lugar donde lo había dejado, bebiendo del río y mordisqueando el pasto. Link abrió su paravela y la sostuvo sobre su cabeza. Aún le daba ansiedad saltar desde una altura como esa.
Pero la ansiedad desapareció una vez saltó, y su paravela atrapó el viento. Podía volar. O al menos, así se sentía mientras flotaba sobre el río. El aire se precipitó a través de su cabello, agitando sus patillas sueltas y haciendo que su túnica azul de campeón revoloteara ligeramente.
Cruzó el río con facilidad y ajustó su dirección ligeramente, haciéndolo girar de forma lenta. Desde su posición sentía como si pudiera verlo todo. Vio un conejo saltando al otro lado del camino se paralizó del miedo cuando su sombra pasó por encima. Vio un zorro olfatear con curiosidad el césped en busca de comida. Incluso vio un majestuoso ciervo con una cornamenta de múltiples puntas que montaba guardia en un prado bordeado de árboles.
Sonriendo, Link volvió a girar contra el viento. Podía ver peces nadando en el río. De repente, una mancha gris pasó volando junto a él y se sumergió en el agua. Un momento después, un pájaro gris y blanco salió disparado del agua, batiendo sus amplias alas. Se elevó del agua, llevando un gran pez verde en sus garras. Asombrado, observó cómo el pájaro ganaba altitud con dificultad, mientras luchaba por controlar al pez, que se retorcía violentamente. Eso le dio ideas sobre cómo podría utilizar la paravela en una emboscada.
Finalmente, planeó hacia abajo, aterrizando con un leve tropiezo en el camino, a unos pocos metros de donde Valorio pastaba vagamente. Cuando sus pies tocaron el suelo, su caballo alzó la mirada, mirándolo a la cara y rechinando para luego volver a comer pasto. Link sonrió, doblando su paravela y caminando hacia Valorio para guardarla en su montura. Tendría que decidir qué llevar y qué dejar cuando subiera hacia la Montaña de la Muerte. No podrá llevar a Valorio consigo al extremo calor del volcán. Ya le costaría bastante llevar agua suficiente para él como para intentar encontrar una forma de alimentar y dar de beber al caballo.
Una columna de humo gris se elevaba desde el volcán, mezclándose con las nubes dispersas que cubrían el cielo. Que extraño debe ser vivir en un lugar tan volátil.
“Quiero decir , no solo sus hogares—sino también sus vidas—están en constante riesgo. Un rio de lava inesperado, un terremoto o incluso una erupción—cualquiera de esas cosas podría pasar en cualquier momento”
Link miró hacia quien había hablado. La princesa Zelda estaba vestida con su vestuario azul normal de viaje, aunque se había remangado las mangas se su camisa blanca hasta los codos. Aun así, el calor del sol de verano caía sobre ellos, dejando un ligero brillo de sudor en su frente. Esperaron poder escapar de tal calor al salir del desierto gerudo, y fue así por un tiempo. Sin embargo, la primavera dio lugar a un anormal verano caluroso. Link pensó que pudieron haber planeado su visita a Daruk y Rudania un poco mejor.
Pero cuando la princesa fijaba su atención en algo, no había forma de hacerla cambiar de opinión. Era tan testaruda como una gerudo. O quizá como un goron. Mantuvo esa comparación para sí mismo. Dudaba que a la princesa le hiciera mucha gracia.
“Tendremos que dejar los caballos pronto, ¿verdad?” preguntó ella, colocando una mano sobre el cuello de su corcel blanco. Últimamente no se llevaban muy bien. Link pensó que el caballo real, que igualaba a su ama en orgullo y terquedad, podría haberse ofendido cuando lo dejaron en el establo, fuera del desierto, en lugar de permitirle continuar con ellos. Desafortunadamente, la situación de aquel entonces era similar a la de ahora—hacía demasiado calor y había muy poca agua como para arriesgar la vida de los caballos. Tendría que encontrar la manera de darle algún consejo sobre cómo aliviar el orgullo herido del animal… si lograba hacerlo sin herir el de ella.
“¿Y bien?” su voz se volvió más aguda, atrayendo su atención a ella. Arqueó una ceja, sus ojos verdes irritados claramente exigían una respuesta. Link estaba a punto de responder.
Y luego ella desapareció.
Link cerró lentamente la boca mientras el recuerdo se desvanecía. Había sucedido tan de repente que, en cierto modo, ni siquiera le parecía un recuerdo. Podría haber ocurrido en ese mismo instante. Ella podría haber estado allí de pie. Había estado allí de pie. Hacía cien años.
Cerró los ojos y suspiró levemente. Recuerdos, tales como ese, comenzaron a regresar con más frecuencia luego de derrotar a la bestia divina, sobre todo dentro y alrededor de la Región de los Zora. Muchos eran de Mipha, incluso recordaba algunas de las travesuras que había compartido con los Basunes, como se habían llamado a sí mismos hacía tantos años.
Link abrió los ojos nuevamente, inhalando el dulce aroma de la primavera. ¿Cuánto más va a durar la primavera? se preguntó. Había despertado hace varias semanas, y a decir verdad, no tenía ni idea de lo avanzada que estaba la temporada. Pero tomando la actividad en los campos alrededor de Hatelia y Kakariko, supuso que aún estaban a la mitad de la temporada de plantación, así que habría tiempo antes de que el calor de verano llegara. Quizás la Montaña de la Muerte sería más llevadera cuando la visitara esta vez.
Sonriendo levemente, Link puso un pie en el estribo de Valorio y se subió al lomo del caballo. Acariciando suavemente el cuello de su caballo, chasqueó la lengua y le dio un golpecito en el costado con la rodilla. Comenzaron a avanzar a un trote suave, girando por el camino que conducía hacia la Montaña de la Muerte.
El camino llevó a Link hacia el noreste durante un tiempo, subiendo una colina bordeada de pinos. A la derecha del camino se alzaban los escarpados acantilados de las crestas y mesetas que rodeaban la Región de los Zora desde este lado, mientras que más al norte, el terreno descendía hacia un gran valle llamado Valle de Beele según la tableta Sheikah. La colina parecía marcar la frontera entre las zonas más frondosas y verdes de la llanura de Hyrule y la Región de los Zora, mientras que la tierra del valle se volvía más roja y la hierba más escasa.
Mientras cabalgaba, comenzó a notar otros indicios de presencia humana. Había huellas evidentes en el camino, dejadas por botas, pezuñas y ruedas de carros. Aunque el suelo estaba ahora seco, hasta hacía poco había sido un barro espeso, consecuencia de la lluvia de Ruta, lo que había dejado muchas de las marcas profundamente grabadas en la tierra compactada. También distinguió otras huellas, que creyó podrían pertenecer a lizalfos, bokoblins o incluso moblins, aunque estas eran más escasas y estaban más dispersas.
Ver señales de vida animó a Link mientras subía la colina. Aunque no vio a nadie más en el camino, el hecho de que otros aún lo recorrieran significaba mucho para él. ¿Cómo sería si derrotara a Ganon? ¿El reino de Hyrule resurgiría, o surgiría otra nación en su lugar? ¿Qué sería de los zora, los orni y los hylianos? Nyel y Sidon lamentaban que sus razas estuvieran tan aisladas unas de otras. ¿Cambiaría eso tras la derrota de Ganon? ¿Podría haber cambiado antes?
¿Podría hacer algo para cambiarlo? pensó mientras miraba el acantilado hacia el sur. Ahora los zora parecen ser más amables con los forasteros. ¿Serían los goron tan frío como lo fueron los zora?
Link sacó su tableta, observando la lisa superficie negra de la pantalla. Abrió la galería de imágenes y lentamente comenzó a pasar por decenas de fotografías que la princesa había dejado. Mientras pasaba por imágenes de flores y fauna, de lugares emblemáticos y de las personas que obviamente le importaban, Link se sintió sorprendido por la sensación de asombro que le producía el nivel de conocimiento que este sencillo dispositivo le proporcionaba sobre su carácter.
Aún sabía muy poco sobre ella, pero creyó poder deducir parte de su personalidad a partir de aquellas fotos. Parecía una persona paciente, amable con quienes la rodeaban. Pensó en el breve recuerdo de antes—ella era inteligente y estudiosa. Amaba su tierra y a su gente. Amaba su tierra y a su gente. A él le pareció también un tanto obstinada, pero ¿cómo no serlo? Después de todo, era una princesa. Pero, en ese breve recuerdo, le pareció que ella se había dirigido a él de un modo sencillo, sin aires de realeza. Le recordó la forma en que Sidon trataba a su séquito. ¿La princesa se había comportado con él con la misma naturalidad con la que Sidon lo hacía con sus guardias?
Acabó encontrando la imagen de ella vestida de blanco, de pie frente a la piscina de agua. Se la veía triste, pero aun así sonreía. ¿Qué pasaba por su mente en ese momento? ¿Pensaba en un futuro sin Ganon? ¿Sentía miedo ante la confrontación que se acercaba? ¿Qué veía cuando miraba a Link? ¿A un héroe? ¿A un guardián? ¿A un amigo?
Se preguntó si ella podía verlo ahora.
La mañana dio lugar a la tarde para cuando Link llegó a la bifurcación en el camino. Seguía sin haber visto a nadie por el camino a medida que avanzaba, pero eso ya no era sorpresa para él luego de todo lo que recorrió desde que despertó. Luego de revisar el mapa por un largo rato, Link dirigió a Valorio para la derecha, alejándose de la Montaña de la Muerte y dirigiéndose hacia la sierra de Akkala.
Prunia no pudo reparar la espada de guardián cuando se la llevó. Según él, podría hacerlo, pero se negó, explicando que su investigación estaba centrada en la antigua tecnología sheikah y en los guardianes, no en armaduras ni armas. Entonces ella le sugirió que fuera a ver a Rotver si quería que repararan su espada.
Es como si no tuvieran prisa en que salve el mundo, pensó Link con una sonrisa sarcástica. Pero ese desvío tomaría una semana, según sus estimaciones en el mapa. Pero su habilidad de poder dañar a las creaciones de Ganon sin una de esas armas extrañas lo preocupaba. No estaría bien ir a la batalla sin estar preparado, asumiendo que una criatura similar a la de Ruta ocupaba a Rudania.
Poco después de la bifurcación, el camino paso de uno hecho de tierra a uno hecho de piedra. Muchos de los ladrillos estaban cubiertos de hierba o tierra desde hacía mucho tiempo, pero aún se podían ver muchos de los ladrillos grises debajo de la maleza. Las pezuñas de Valorio resonaban, haciendo eco por el acantilado a la derecha de Link. Mientras seguían subiendo la colina, Link vio un lago que se extendía a sus pies y, a lo lejos, el puesto de comercio al pie de la montaña.
Con una repentina y abrupta certeza, Link supo que había viajado por este camino antes. Si bien no vio ningún recuerdo fugaz para sustentar esa sensación, supo que había recorrido ese camino junto a la princesa Zelda. Casi podía verla sobre su caballo blanco, cabalgando a su lado. Quizá estaría tomando fotos con la tableta. Por curiosidad, sacó su tableta y buscó alguna fotografía de esa ubicación, pero no encontró ninguna. Aun así, satisfecho con esa sensación estar bien, siguió su camino con la frente en alto.
Esa noche acampó justo después de otra bifurcación en el camino, entre unas antiguas ruinas que, pensó, en algún momento podrían haber sido algún tipo de puesto de vigilancia. Halló un escudo oxidado y lanzas rotas que confirmaban sus sospechas. También encontró los restos descoloridos y destrozados de una bandera casi enterrada bajo los escombros, los restos de una vieja cama y un telescopio cilíndrico roto. Peor aún, descubrió señales de habitantes recientes. Viejas fogatas, esqueletos de animales y un garrote de madera toscamente tallado. Claramente, un grupo de bokoblins había acampado ahí también.
De solo de pensarlo, a Link se le ponía la piel de gallina, y dio otra vuelta por su pequeño campamento, agachándose y buscando señales frescas de los monstruos. Si bien no encontró nada que fuera reciente, encontró muchos indicios de que habían estado ahí. Pero esa noche Link estaba completamente solo, a excepción de su caballo.
También descubrió qué le había pasado al puesto de vigilancia. Mientras rebuscaba en busca de cualquier rastro reciente de bokoblins, se topó con una pierna rota de un guardián. Era solo una pierna, pero bastó para decirle todo lo que necesitaba saber. Por qué aquel lugar había sido reducido a nada más que escombros y ruinas antiguas.
Quizá los soldados que estuvieron allí lucharon—tal vez incluso lograron cortarle una pierna al guardián—pero no fue suficiente para detener su ola de destrucción. No era como el Templo del Tiempo o la Muralla de Hatelia; no había cuerpos de guardianes esparcidos por el lugar. Le dolía pensar en aquellos soldados olvidados, luchando, quizá, para proteger sus hogares, tal como él lo había hecho todos esos años. Probablemente perecieron, tal como él.
Link regresó a su campamento, llevando consigo los trozos de madera rotos que pudo encontrar entre las ruinas. Cocinó en su olla el último pescado salado que le había dado zora, añadiendo unas cuantas especias y hierbas que había recogido en la aldea de Hateno. La comida salió bien, aunque pensó que podría mejorar la mezcla de especias. En cualquier caso, aparte de algunas de las raciones de viaje que había preparado en Hatelia, tendría que empezar a cazar carne de nuevo al día siguiente, si quería comer algo más que cecina y setas.
Le tomó tiempo quedarse dormido esa noche; su mente estaba plagada de pensamientos sobre soldados asustados intentando desesperadamente detener el avance de los guardianes. Estaban tan lejos del castillo que quizá nunca supieron que había caído. Probablemente se preguntaron dónde estaría su princesa y el campeón de la espada legendaria.
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“¿Puedo verla?”
El soldado era apenas unos años menor que Link. Era un poco más bajo que él, con pecas y una mata de pelo rojo. Había dejado su lanza apoyada contra la pared de la barricada, ansioso por conocer al hombre portador de la espada maestra.
Lo cierto era que Link prefería no tener que mostrarla a cada chico o chica que soñaba con convertirse algún día en héroe de Hyrule, pero tampoco le parecía correcto decirle que no al muchacho. Después de todo, Link también fue alguna vez como él. Nunca fue soldado, más bien un escudero al servicio de un caballero, pero alguna vez también soño con ser un héroe.
Oh, cómo soñaba con volver atrás y darle una bofetada a su yo del pasado.
Link extendió el brazo por encima del hombro y desenvainó la Espada Maestra. Como siempre, la hoja se deslizó con facilidad, casi ansiosa por liberarse. Los ojos del muchacho brillaron de asombro al contemplar la reluciente espada de empuñadura púrpura. Era un arma magnífica, impecable y eternamente afilada. Estaba perfectamente equilibrada, tenía el peso y el largo ideal, justo para él. Era una lástima, pues, que llevarla resultara ser una carga para su portador.
“¿Quieres sostenerla?” preguntó Link con una voz tenue.
El joven miró a Link con asombro y luego de un momento, dijo que no con la cabeza. “Oh no, no podría, Sir Link. No creo que la espada me considere digno, y he oído leyendas sobre lo que ocurre cuando la espada te considera digno”
Simples mitos. Hasta ahora, en su corto tiempo como portador de la Espada Maestra, Link nunca había visto a nadie morir al tocarla. Pero aun así, no le iba a insistir. Asintiendo, guardó la espada otra vez en su vaina. El muchacho la siguió con la vista con avidez. Parecía como si quisiera hacerle más preguntas, pero se contuvo la ganas, le dio las gracias y recogió su lanza.
Link suspiró ligeramente y caminó hacia la entrada del puesto de guardia sur de Akkala. Afuera caía una lluvia torrencial y los rayos bifurcaban el cielo nublado. Él y la princesa Zelda habían estado en Ciudad Goron la semana pasada, ayudando a Daruk a controlar su bestia divina. Dos días antes de partir, un hombre había llegado trayendo un mensaje para la princesa, informando del nuevo descubrimiento que los doctores Prunia y Rotver habían hecho en la sierra de Akkala. Su plan original era visitar a Mipha en la región de los zora para ver los avances en su dominio sobre Ruta, pero parecía que eso tendría que esperar.
Link esperaba llegar a la fortaleza y pasar allí la noche, pues era mucho más segura que el pequeño puesto de guardia. Al menos la princesa Zelda había aceptado dormir en los aposentos del capitán. Link había hablado con él, y el hombre accedió a hacer guardia fuera de la habitación. Más tarde, ya entrada la noche, Link tomaría su puesto, cuando un ataque resultaba más probable. A ella seguramente le disgustaría encontrarlo de guardia al despertar por la mañana. Después de todo, odiaba verlo apostado frente a su puerta.
Pero el era su caballero elegido y no eludiría sus obligaciones, incluso si estaban en un lugar supuestamente seguro. Si la princesa odiaba su presencia, entonces tendría que decírselo a su padre. No pudo evitar sonreír levemente al pensar eso, sabiendo muy bien que ella ya lo había hecho. En repetidas ocasiones.
“¿Sir Link?” La nueva voz a sus espaldas lo hizo suspirar ligeramente antes de darse la vuelta. Se encontró con otro soldado—este, al menos dos décadas mayor que él—que miraba con cierta esperanza la empuñadura que sobresalía detrás de su hombro. “¿Me permitiría echarle un vistazo a su espada?”
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A la mañana siguiente tuvo la oportunidad de ver lo que no pudo ver anoche. Al norte de las ruinas en las que durmió, pasando el puente que llevaba a la región de Akkala, se alzaba un castillo.
Al principio le pareció como si el castillo fuera ridículamente alto, con docenas de pisos de altura. Pero mirando bien, entendió que no era así, más bien, el castillo había sido construido sobre una montaña, la cual constituía la mayor parte de su altura. Sacó su tableta sheikah para ver más de cerca, y tal fue su sorpresa al notar que no fue construido sobre una montaña, sino dentro de la montaña. Paredes de piedra y estructuras habían sido erigidos alrededor de la montaña—en su base, a sus costados y en la cima. Y en el centro del castillo se alzaba una brillante torre sheikah.
Atónito, Link bajó la tableta y la enganchó a su cinturón. En el mapa podía ver el nombre del castillo, aunque este no indicaba nada sobre su importancia ni su magnificencia. La Fortaleza de Akkala. Se sintió casi mareado al verla. Se preguntó si alguna vez vivió gente adentro. ¿Por qué los refugiados de hace cien años no se habrían establecido en un castillo como ese? Si bien aún estaba muy lejos como para distinguir los detalles con claridad, la idea de encontrar un grupo de hylianos lo emocionaba.
Rápidamente recogió sus cosas, se montó sobre Valorio y galopó hacia el norte, cruzando el puente que se extendía sobre un profundo cañón. Le tomó más de una hora llegar a un antiguo pueblo al pie de la Fortaleza. La montaña sobre la que se alzaba la Fortaleza surgía desde lo profundo de un largo cañón, y la única manera de alcanzarla era cruzando el puente que lo atravesaba. Este pequeño pueblo se encontraba al otro lado del puente, frente a la Fortaleza—un hogar para las familias de los soldados y un mercado para que estos disfrutaran cuando no estaban de servicio.
O al menos, así fue como el viejo pueblo de Kasuto1 solía ser cien años atrás. Ahora, mientras Link se desviaba del camino que pasaba por el pueblo y atravesaba la puerta destrozada que una vez lo había protegido, se encontró con un pueblo fantasma, sin vida.
Era igual que las otras ruinas que había visto durante sus viajes. Muchos de los edificios se habían destruido, imposibles de reconocer, mientras que los que aún permanecían en pie no estaban en condiciones de ser habitados.
¿Pero qué hay de la Fortaleza? ¿Se mantuvo en pie cuando Ganon atacó? Las esperanzas iniciales de Link habían comenzado a desvanecerse al ver el estado en el que había quedado Kasuto, pero se desvanecieron por completo cuando se detuvo al pie del puente que conducía a la Fortaleza. El puente que cruzaba el cañón había colapsado hace tiempo, impidiendo inspeccionar la Fortaleza en persona. Pero desde donde estaba pudo ver lo que necesitaba saber.
Al igual que el Templo del Tiempo, cuyos lados lo hacían verse intacto, la Fortaleza impecable por un lado, pero el otro mostraba la destrucción que había sufrido. Guardianes muertos se veían por toda la Fortaleza. Algunos yacían amontonados en el fondo del cañón, mientras que otros habían quedado congelados en su ascenso por la montaña, con sus piernas aracniformes aún aferradas de alguna manera a la roca después de cien años.
Pudo ver guardianes muertos en medio de paredes destruidas, habiendo penetrado las defensas de la fortaleza antes de ser finalmente derrotados. Eso de por si no significaba que la Fortaleza estaba perdida, claro, pero la presencia de la sustancia que Impa llamaba Malicia decía lo contrario.
Suspirando, Link se preparó para dar la vuelta y seguir su camino cuando vio movimiento en la Fortaleza, deteniéndolo. Observó con atención algo sobrevolando por el aire cerca de la torre sheikah. Era difícil distinguir bien qué era donde estaba, así que sacó su tableta sheikah y activó el módulo del telescopio para tener una mejor imagen del objeto.
Era una especie de gólem hecho de metal negro que sobrevolaba gracias a tres hélices giratorias. Tenía un único ojo azul colgando de la punta de su largo cuerpo cilíndrico, girando y observando su entorno. La estructura y el diseño de su cuerpo indicaban que claramente era de origen sheikah, y brillaba con las mismas luces rojas que habían infestado a Ruta.
Era un guardián. Diferente, claro, a los que había visto hasta ahora, pero su diseño era inconfundible. Y, además, aún estaba funcionando.
El miedo se apoderó de él mientras observaba al guardián volando alrededor de las ruinas de la Fortaleza, protegiéndola de cualquiera que intentara reclamarla o, quizá, buscando señales de vida en ella. Luego de ver a los guardianes en la gran meseta y la Muralla de Hatelia, asumió que todos estaban destruidos, o derrotados. Pero esta era la prueba de que al menos quedaba uno vivo y bajo el control de Ganon.
Link dio vuelta a su caballo, tomando las riendas con fuerza. Sintió como el pelo en su nuca se erizaba mientras se alejaba de la cosa que lo había matado hace cien años. ¿Podría el guardián verlo de tan lejos? ¿Lo seguiría si así fuera? Link espoleó a su caballo para que galopara, inclinándose para adelante y exigiéndole ir tan rápido como pudiera. Pasó por el pueblo tan rápido como pudo, temiendo que, en cualquier momento, sintiera un calor abrasador en la espalda.
Cuando Valorio salió disparado por las puertas de Kasuto, Link miró hacia atrás. Nada ni nadie lo perseguía. El guardián no lo había visto. Detuvo al caballo y desmontó, apoyando las manos sobre las rodillas. Se sacudió y cerró los ojos, intentando contener la oleada de náuseas que amenazaba con derribarlo. Era demasiado.
Tomó la tableta y navegó por el mapa de la pantalla. Colocó sus dedos por encima del icono que lo llevaría de vuelta a Hatelia, de vuelta a su propia casa. ¿Pero qué lograría con eso? Tarde o temprano, Prunia sabría que estaba ahí y le exigiría respuesta del porqué. ¿Entonces a dónde sino, la Región de los Zora? No, los ancianos lo mirarían con desprecio otra vez. Acabo colocando el dedo sobre el icono de la Gran Meseta, a la torre. Podría teletransportarse ahí, lejos de todos. Nadie podría tocarlo allá arriba.
La tableta sheikah temblaba en sus manos. Al final, suspirando profundamente, ancló la tableta a su cinturón. Se sentó sobre la tierra roja de la sierra de Akkala, respirando hondo e intentando tranquilizarse. El guardián no lo estaba persiguiendo. No lo iba a atacar. No lo volvería a matar. Cerró los ojos con fuerza, tratando de sacar la imagen del guardián de su cabeza. ¿Por qué no podía olvidarlo tal como olvidó lo demás?
Link sintió algo cálido presionando contra su nuca. Un segundo después, sintió una ráfaga de aire caliente en su cuello cuando Valorio resopló. Link exhaló lentamente, extendiendo la mano y acariciando la nariz cálida del caballo. Abrió los ojos y se puso de pie, sacudiendo la tierra de su pantalón. Se dio la vuelta y pasó la mano por la nariz de Valorio. “Gracias amigo”.
Luego de sacar una manzana de su bolsa y dársela al caballo, remontó y regresó al camino, dejando atrás la fortaleza olvidada.
Esa noche, Link acampó en una pequeña hendidura al pie de una larga cresta. Poco después de dejar atrás la Fortaleza, la tierra descendía hacia un valle profundo, encajado entre la cresta y una serie de colinas empinadas y collados. Habría acampado tranquilamente bajo un árbol, pero una ligera lluvia comenzó a caer poco después del ocaso, acompañada por un brusco descenso de la temperatura. No le resultó difícil encontrar un sitio donde resguardarse y encender una fogata.
Mientras el fuego chispeaba, Link se recostó contra la pared de su refugio. A su alrededor, sus armas y equipamiento estaban colocados uno al lado del otro. Había intentado afilar su espada Zora, pero halló que su filo seguía intacto. De igual manera, su arco se encontraba en óptimas condiciones y no requería mantenimiento. Se había reabastecido de flechas en la Región de los Zora, por lo que contaba con un carcaj lleno de flechas normales y unas cuantas flechas eléctricas que le sobraron. Su escudo había sufrido algo de daño al luchar con el monstruo dentro de Ruta, pero aún parecía lo suficientemente resistente, aunque el ojo rojo Sheikah ahora tenía un profundo corte en el iris.
De forma inconsciente, tomó la espada de guardián e intentó activarla de nuevo. Al igual que antes, soltó unas cuantas chispas, pero seguía sin funcionar. Suspirando, Link la colocó en el suelo junto a sus demás armas. Recuesto la cabeza contra la fría roca.
Algo no andaba bien. No estaba cansado, y no creyó que tuviera algo que ver con haber visto al guardián de antes. En su lugar, creyó que se trataba de sus viajes con la princesa. Había algo sobre ese camino que había tomado al terminar el día —uno que llevaba por el norte hacia el bosque— que le hacía ruido en la cabeza.
Estaba seguro de que había viajado por ese mismo camino junto a la princesa Zelda, y que había sido un viaje importante. Cerró los ojos e intentó identificar la fuente de su malestar. Sentía… ansiedad. Nervios. Miedo. ¿Pero por qué?
Tomó la tableta y revisó las fotos, buscando algo que le diera una pista sobre qué pudo haber ocurrido allí para haber asociado aquellos sentimientos con ese lugar. Llegó a la imagen de la princesa Zelda, vestida de blanco, con una expresión triste pero esforzándose por sonreír. Detrás de ella se veía la estatua de una diosa erguida sobre una piscina de agua. Paredes de piedra rodeaban el estanque y un par de cascadas caían a ambos lados de la estatua.
Link frunció el ceño y dejó la tableta sobre su regazo. Se sentía atraído a esa imagen con frecuencia, en especial en noches como esta, cuando se ponía a pensar en introspectiva. Pero de qué servía hoy que en otras noches? Aun sentía esa sensación de inquietud. Quería hacer algo, pero no sabía que. Fuera de la pequeña grieta en la roca, la lluvia seguía cayendo, oscureciendo la noche por completo fuera del pequeño círculo de luz anaranjada de la fogata.
Finalmente, cayó en un sueño inquieto, con la cabeza ladeada hacia un lado y la tableta sheikah todavía en las manos. Afuera, la lluvia cesó y las nubes se disiparon, revelando una brillante constelación de estrellas en el cielo sin luna.
En la distancia, más allá de la Fortaleza caída, más allá del volcán enfurecido y del gran río, a través de colinas y campos verdes, una princesa observaba a su caballero durmiente todo lo bien que podía desde el lugar al que llamaba hogar y prisión. La bestia que la mantenía allí se agitó ante la destrucción de sus monstruos—una pieza de sí misma que había separado y dejado en la bestia divina durante su resurgimiento.
Tanto ella como la bestia eran conscientes de su entorno, pero ella creía que la criatura solo podía ver dentro del castillo. Si bien muchas cosas seguían bajo el dominio de Ganon, su propio poder había logrado mantenerlo alejado de la conexión directa que él sintió al renacer. Ella hacía lo posible por percibir la presencia de Link, temiendo que la ira que Ganon desataría al reconocer a su viejo enemigo fuera suficiente para liberarse de su control.
Para Ganon, él había ganado hacía tiempo—la muerte de Link y la supuesta destrucción de la Espada Maestra habían asegurado su victoria, tal como lo haría la muerte de ella. Los poderes de Zelda no podrían retenerlo para siempre, y Ganon era paciente. Constantemente empujaba contra su poder, poniendo a prueba sus límites, esperando el momento adecuado de debilidad. Pero ella seguiría firme.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Akkala Citadel Fortaleza de Akkala Goron City Ciudad Goron Trilby Valley Valle de Beele 1: Referencia a “Zelda II: The Adventure of Link”
Chapter 20: Capítulo 18
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 18
El arco se tensó y la flecha salió disparada, surcando el aire entre los árboles hasta clavarse en un conejo con un sonido ahogado. Link mantuvo la respiración desde su posición sobre la rama, con los ojos fijos en el pequeño y ya inmóvil conejo marrón. Finalmente, se echó el arco al hombro, bajó del árbol y cruzó el pequeño claro donde lo había visto a primera luz del día.
Satisfecho, Link recogió el cadáver y regresó a su refugio, donde había dejado una pequeña fogata encendida. Una vez allí, comenzó a desollar el conejo y a cocinarlo, combinándolo con hierbas y hongos que había encontrado mientras cazaba. Pronto, la cueva se llenó con el sonido y el aroma de la carne asándose y la grasa chisporroteando.
Mientras desayunaba, notó que, a pesar del calor de la comida, la extraña sensación que había tenido la noche anterior nunca se había ido. Podía distraerse por un rato, pero cuando se quedaba quieto, el malestar regresaba. Era como una comezón que no podía saciar, un recuerdo que no lograba recordar. Siguió así toda la mañana, incluso después de haber vuelto al camino.
A la tarde, había salido del bosque, dejando el valle atrás. El clima, por lo que pudo notar, parecía incluso más frío que el día anterior, y el viento se intensificó cuando llegó a una llanura ligeramente inclinada que se extendía por kilómetros a su alrededor, bordeada por colinas onduladas. Ajustó su capa sobre los hombros.
Comenzó a ver restos y cuerpos de guardianes rotos esparcidos por el suelo cerca del camino. Vio uno de costado, sus seis piernas habían sido cortadas. A otra le faltaba la cabeza. Incluso había uno que, extrañamente, tenía su ojo atravesado por una de sus piernas. Cada guardián que vio claramente había estado ahí hace tiempo, muchos cubiertos de musgo o excrementos de aves. Hasta vio en el ojo de un guardián que un nido había sido construido dentro de su cabeza vacía.
La presencia de guardianes muertos lo preocupó, temiendo por la vida de Rotver. Ni Impa ni Prunia habían hablado con Rotver en mucho tiempo, aunque ambas confiaban en que su amigo seguiría vivo. Sin embargo, luego de ver al guardián de la Fortaleza, Link esperaba que nada le hubiera pasado al hombre.
Vio la cantera poco después del mediodía. El viento se había intensificado cuando el sol pasó más allá de su cenit y comenzaba ya a descender hacia el oeste. Sobre el horizonte oriental, Link alcanzó a ver nubes que se agrupaban sobre el distante mar, que recientemente se había vuelto visible entre un par de colinas que había dejado atrás. Casi siguió de largo cuando el canto de un pájaro llamó su atención hacia una depresión en el terreno, no muy lejos del camino, hacia el norte.
Tiró suavemente de las riendas de Valorio, haciéndolo detenerse, y desmontó mientras se quejaba del dolor que había vuelto a aparecer tras dos días y medio completos de cabalgata. Aunque había descansado lo suficiente en la Región de los Zora y en Hatelia, sentía que cada molestia en su cuerpo se había intensificado más que antes. Acarició el cuello de su caballo antes de sacar una manzana de su bolso y ofrecérsela, quien la comió con gusto.
Tras un momento de duda, Link tomó su vaina y la acomodó sobre su hombro antes de dirigirse hacia la depresión. Intrigado, se asomó al pozo. Esta tenía varios niveles escalonados que le impedían ver el fondo desde su posición actual. Encontró un punto donde la tierra descendía en forma de rampa, en lugar de caer de manera abrupta, y comenzó a bajar.
Desde allí, podía ver el interior del enorme pozo circular que, evidentemente, había sido excavado a propósito. Montones de piedras cortadas cubrían el suelo, y las paredes mostraban claros signos de expansión, con secciones que se habían desprendido. Incluso podía ver algunas herramientas oxidadas que habían quedado allí—picos y martillos. Sin embargo, no había nadie.
Era una cantera de piedra. Quizá, hace más de cien años, este lugar se había usado para recolectar rocas para construcción. Tal vez para la Fortaleza, el castillo de Hyrule, o para cualquier otra obra en los alrededores. Pero, como tantos otros lugares, la cantera estaba abandonada, víctima de la destrucción que azotó el reino. En el fondo, Link vio a un zorro olfateando con cuidado un pequeño agujero en la roca. Quizá había escuchado los pasos de Link acercándose y trataba de localizar el origen del sonido.
Mientras observaba la cantera, el malestar que lo había estado atormentando desde la noche anterior regresó con fuerza. Sintió náuseas y apoyó una mano sobre el estómago. ¿Por qué? ¿Por qué este lugar lo hacía sentir así? Extendió la mano y tocó la pared de piedra que rodeaba el nivel en el que estaba. Era fría y sólida bajo la punta de sus dedos.
Pensó en quedarse allí para seguir investigando; tal vez podría descubrir qué era lo que lo atormentaba de aquel lugar. Pero no pudo ignorar el miedo que crecía en su corazón. Al final, decidió volver arriba y montar a Valorio. Quizá regresaría otro día, pensó. Por ahora, debía llegar a su destino—preferentemente antes de que cayera la noche.
El sol se habia escondido detrás del terreno montañoso en la base de la Montana de la Muerte para cuando Link llegó a su destino. El sol poniente dejó a la tierra con las luces coloridas del crepusculo, iluminando las nubes de rojo y naranja. Mientras cabalgaba hacia el este, comenzó a sentir el leve aroma de sal en el humedo aire, el cual se intensificaba cuanto más se acercaba al oceano. Eventualmente, pudo oir los sonidos del mar—olas chocando con la costa y gaviotas graznando por encima. Al llegar a la cima de una colina, se encontró contemplando una gran llanura que terminaba en una playa de arena.
Era fascinante. Podía ver una extraña masa continental sobre el agua, más allá de la pintoresca playa. Una línea de arena, roca y pasto se extendía hacia el océano en un patrón similar a una espiral, hasta terminar finalmente en su centro. Link no estaba del todo seguro de si, de alguna manera, era obra de la naturaleza o del hombre.
Link regresó por la pendiente hasta una pequeña aldea que no figuraba en su mapa previo al cataclismo. Un modesto letrero a la entrada del pueblo la identificaba como “Nueva Kasuto”, un nombre que probablemente habría animado a Link de no ser por el lamentable estado del lugar.
Muchos de los edificios estaban construidos con madera desgastada o con rocas que claramente habían visto días mejores. La mayoría de los tejados eran de paja, y varios habían colapsado hacía tiempo sobre estructuras abandonadas. Aun así, algunas construcciones permanecían intactas, y Link notó hilos de humo elevándose desde múltiples casas.
Su llegada llamó la atención de los lugareños. Se asomaban por la ventana o se paraban en sus entradas para mirarlo mientras llevaba a Valorio dentro del pueblo. Pero nadie lo detuvo mientras llegaba al centro de la aldea, donde una posada y un rancho habían sido construidos. Se veían igual que muchos de los otros ranchos que había visto.
¿Acaso serán del mismo dueño? ¿La misma organización? se preguntó Link mientras observaba la cabeza de caballo del establecimiento. Era una copia casi exacta del rancho de los Picos Gemelos. Mientras pensaba en ello, oyó pisadas detrás de él y se dio la vuelta, encontrando algo sorprendido a un hombre vestido con una túnica roja y llevando lo que parecía un viejo casco de hierro de soldado. Sostenía una alabarda con una mano, usándola como bastón mientras se acercaba.
“No se ven muchos forasteros por aquí últimamente” dijo el hombre rascándose la barbilla puntiaguda. “¿Qué te trae a Nueva Kasuto?”
Link había dejado su espada atada a la montura de Valorio—y esperaba que hubiera sido una decisión acertada. A simple vista, el hombre parecía más tranquilo que el del rancho de los Picos Gemelos. “Estoy aquí para ver a un viejo… amigo”. Le resultó extraño escuchar esas palabras salir de su propia boca. No tenía ningún recuerdo de Rotver, el viejo investigador del que Prunia le había hablado. Aun así, supuso que, en cierto sentido, estaba diciendo la verdad.
“¿Oh? ¿Cómo se llama? Quizá te pueda ayudar a encontrarlo” el hombre hablaba con tranquilidad, pero Link pudo notar que había luchado alguna vez en su vida. Sus ojos tenían una intensidad que no había visto a menudo en otros hylianos desde que despertó. El hombre lo estaba evaluando, igual que Link lo estaba haciendo con él.
“Busco a Rotver”
“¿El viejo Rotver?” el hombre pareció sobresaltarse ante las palabras de Link, y su expresión se tornó preocupada apenas un segundo después. “¿No le habrá pasado nada a Grante, verdad?”
Link no tenía ni idea de quién era ese tal Grante, y su expresión debió delatarlo, ya que el hombre lo miró con más desconfianza. Ajustó el agarre de su alabarda, sosteniendola más firme que antes.
“Si no conoces a Grante, entonces debes ser un muy viejo amigo. Grante es el hijo de Rotver y Keline. Creo que tienen la misma edad, tú y él…”
Link suspiró aliviado. ¿Iba a ser así en cada lugar que visitaba? Quizá se debía al largo día de viaje, o tal vez al simple hecho de tener que ser interrogado sobre sus intenciones de nuevo, pero se sentía cada vez más irritado. “Soy más viejo de lo que aparento. Dime, ¿Rotver aún vive por aquí?” Link alzó la mirada, percatandose de un faro en la cima de la colina a fuera de la aldea. Reconoció el faro al instante. “¿Vive en ese faro de ahí?”
“Escucha, ¿por qué primero no me dices tu nombre y luego podemos—”
“Me llamo Link” dijo de forma cortante, clavando sus ojos azules en el hombre. El hombre se puso tenso, cada vez más nervioso. Cuando estuvo a punto de hablar, fue interrumpido por segunda vez.
“¿Dijiste Link?” dijo una voz, llamando la atención de ambos hacia un costado. Allí se encontraba una mujer de cabello rubio, recogido en un moño alto típico de los sheikah. Se acercó a ellos con la mirada fija en Link, analizándolo de pies a cabeza. El azul claro de su túnica de campeón aún se distinguía bajo la capa de un tono más oscuro.
“Ah, Keline” dijo el hombre, girando para ver a la mujer, cuyo atuendo tradicional sheikah se veía totalmente fuera de lugar. “Así es, este sujeto acaba de llegar, dice que los busca a ti y a Rotver. ¿Lo conoces?”
Keline siguió observando a Link antes de sonreír y mirar al hombre de la alabarda. “¡Jamás he visto a este hombre en mi vida!”
A Link se le cayó el alma al suelo mientras que el hombre se veía triunfante. Sostuvo su arma con firmeza y la apuntó hacia Link, probablemente para intentar echarlo de Nueva Kasuto.
“Sin embargo, no puedo decir lo mismo de mi esposo” Keline extendió la mano, poniéndola sobre el hombro del hombre. “En cualquier caso, estoy bastante segura de que Rotver querrá hablar con este tal Link”
“No creo que sea una buena idea. Si intenta algo—si te ataca a ti o le hace algo a tu investigación—”
“Busco a Rotver para hablar de su investigación” objetó Link con la cara cada vez más colorada.
“¿Ves?” dijo Keline “Estaré bien, gracias por preocuparte” Le dio una palmada sobre el hombro antes de mirarlo a Link con una sonrisa cálida. “¿Por qué no vas y dejas tus cosas en la posada? Aun me queda algo por hacer, luego podemos regresar al faro. Estoy segura de que Rotver estará feliz de verte”
El hombre—llamado Hozlar—aceptó a regañadientes, aunque lo siguió mirando con desconfianza. Link simplemente lo ignoró, y llevó a su cansado caballo al rancho. Luego de pensarlo bien, decidió dejar su espada junto a sus cosas. Dudaba que tuviera la necesidad de usarla estando en la aldea, y por lo menos haría que Hozlar se sintiera más cómodo. Solamente llevó consigo su tableta sheikah y la espada de guardián rota.
Cuando se reencontró con Keline, ella estaba parada al pie de la colina que llevaba al faro en la cima. En un brazo llevaba una canasta llena de vegetales y una botella de leche, y en la otra, sostenía una antorcha ardía con una extraña llama azul.
“Con que ahí estabas” dijo mientras Link se acercaba. Le sostuvo la antorcha, la cual tomó, inspeccionándola con curiosidad. Era mucho más ardiente de lo que debería, y se vio obligado alejarla de su cara más de lo que solía. “Tenerte será de gran ayuda”
“¿Qué es esto, exactamente?” preguntó Link, con los ojos fijos sobre la llama azul.
“Oh, es una llama del fuego eterno de la meseta de Ojarask” dijo ella mientras inspeccionaba su canasta, aparentemente contando los rabanos. “La lluvia de anoche empapó nuestra caldera, y esa es la única que calienta lo suficiente”
Parecía ser que esto era algo perfectamente normal para la mujer sheikah. Luego de rebuscar en su canasta por un rato más, alzó la vista hacia Link y sonrió. “Link, ¿verdad?”
“Si, así es” dijo mientras comenzaban a subir por la colina.
“¿Supongo que eres el mismo Link de hace cien años del cual la doctora Prunia y mi marido hablaron?” Su forma de hablar resultaba desagradable. Era ligera y despreocupada, casi como si solo le prestara parte de su atención.
“Si” dijo él luego de un momento de vacilación.
“Prunia envió una paloma diciendo que habías despertado. Te seré honesta, ni siquiera estaba segura de que fueras real hasta que recibimos la carta. O al menos, que seguías vivo. Pero ambos juraban que lo estabas”
Podía recordar su último encuentro con Prunia, quien lo mandó a ver a Rotver. Le había prohibido explícitamente que no le dijera sobre su módulo de rejuvenecimiento o de los efectos que tuvo en ella. Amenazó con convertirlo en un niño si lo hacía.
“También mencionó algo acerca de que perdiste la memoria” Sus palabras trajeron a Link de vuelta al presente, y la miró. “¿Recuerdas algo sobre mi esposo?”.
Link sintió como se le acaloraba la cara y negó con la cabeza. “Solo he recuperado unos cuantos recuerdos hasta ahora. Recuerdo haber tomado una fotografía con él junto al faro, pero nada más”
“¿Una fotografía?”
“Oh, eh” Link bajo la vista hacia su tableta y luego hacia la antorcha en su mano. Sonrió incómodamente. “Es una… imagen. Como una pintura, pero fiel a la realidad” Ante su mirada de confusión, acabó encogiéndose de hombros ligeramente. “Te lo mostraré cuando lleguemos”
“Por supuesto” dijo ella. Ambos quedaron en silencio por un rato mientras seguían subiendo la, a veces empinada, colina.
Al pasar junto a un arbusto especialmente espeso, Link vio algo en el suelo, justo al lado del camino. Era un guardián volador, como el que había visto en la Fortaleza, solo que este estaba tirado sobre su costado, enterrado a la mitad en el suelo. Dos de sus extremidades a las cuales las hélices estaban conectadas estaban rotas, mientras que la tercera sobresalía en el aire. La hélice giró levemente cuando pasó una briza por la colina.
Link se detuvo y quedó mirando el cadáver del guardián. No podía ver su ojo, que al parecer había quedado enterrado en el suelo, pero el simple hecho de verlo le provocó un escalofrío. Aquella máquina había surcado los cielos bajo el control de Ganon. ¿Había sido el responsable de la destrucción del viejo Kasuto? ¿Había matado a los hylianos aterrados que se suponía debían estar a salvo de su poder destructivo?
“Rotver dijo que ese no valía la pena desenterrar, así que lo dejó ahí” dijo Keline parándose a un costado de Link.
“¿Cómo fue que se estrelló?”
“Oh, no lo sé, Rotver hizo algo para derribarlo. Eso fue hace décadas antes de que lo conociera”
“¿Rotver hizo esto?” dijo Link mirándola atónito.
“Él fue quien destruyó a todos los guardianes de la zona. Supuestamente, fue así que se fundó Nueva Kasuto hace años. Rotver era el único que sabía cómo luchar contra los guardianes, y podía derrotar a cualquiera que se acercara”
Esa información lo sorprendió y le devolvió la esperanza. Si Rotver era capaz de derrotar o desmantelar guardianes de alguna forma, quizá también pudiera enseñarle a Link cómo hacerlo. No sabía cuántos guardianes seguían activos durante la última década. Podía ser que solo quedara el de la Fortaleza, pero dudaba que así fuera.
Siguieron su camino colina arriba hasta, finalmente, llegar a la cima y al viejo faro. Sin embargo, no se veía como el faro de la fotografía en la tableta sheikah. La parte superior había sido removida hace tiempo, dándole un aspecto más rechoncho. Varios pequeños edificios de madera que no eran más que cobertizos habían sido añadidos al techo. También había un gigantesco telescopio, igual al del laboratorio de Prunia, y otra estructura que Link no pudo reconocer, compuesta de brazos de metal y una soga terminando en una mano de tres garras que sostenía la cabeza de un guardián suspendido en el aire. Era una grúa, como Keline lo había llamado.
Tal y como había dicho Keline, la cima de la colina estaba abarrotada de guardianes. O mejor dicho, cuerpos de guardianes. Las bestias de metal yacían amontonadas y apiladas alrededor del viejo faro. Algunos seguían enteros, mientras que otros habían sido desarmados en pedacitos. Vio varios modelos, el de seis patas, el volador, hasta el miniguardián con el que había luchado en ese primer santuario sheikah. Debía de haber docenas de ellos, rotos y derrotados.
Keline señaló una extraña estructura redonda con un hueco en el centro y le pidió que colocara allí la antorcha. Parecía el horno de un herrero, y entonces se dio cuenta de que era similar al que estaba frente al laboratorio de Prunia. Cuando puso la antorcha adentro, la madera se encendió de inmediato, ardiendo con la misma flama azul de la antorcha. El horno comenzó a brillar con un azul claro que recorría una serie de diseños sheikah en toda su superficie, y él dio un paso atrás, boquiabierto.
La puerta del faro se abrió de golpe, y de él salió un señor bajito, ligeramente encorvado y con una maraña de cabello blanco que se extendía desde su cabeza en todas direcciones. Sus ojos estaban ocultos detrás de un par de gruesas gafas.
“Keline, ¡perfecto! Ya regresaste. Necesito tu ayuda con un—”
El hombre se detuvo cuando lo vio a Link parado junto al horno en vez de a su mujer. Se lo quedó mirando un largo rato, con la boca abierta. Link no estaba seguro si aún seguía respirando. Keline lentamente se acercó a Link, quedándose a unos cuantos metros detrás de él. Finalmente el hombre, el cual Link estaba seguro era Rotver, habló.
“Quitate la ropa”
El silencio que hubo después de eso solo fue interrumpido por el alegre sonido del fuego chisporroteando dentro del horno.
“¿Qué?”
Rotver comenzó a chasquear los dedos. “Aunque sea quitate tu camisa”
“¿Qué?”
“¡Que te la quites! Tengo que ver tus heridad para saber si realmente eres tú”
Link se quedó mirando al diminuto hombre frente a él, totalmente confundido. ¿Este era Rotver? ¿Se habrá vuelto loco con la edad? Debería tener por lo menos ciento veinte años a esta altura. Probablemente más si era el renombrado investigador que Prunia mencionó.
La voz de Rotver cambió levemente, sonando un poco más suplicante. “Necesito saber si eres tú”
Link se quedó mirando al hombre quien aún no se había quitado las gafas. Sin más opción, desató su capa y dejó que cayera al suelo, seguido de su túnica y camisa, exponiendo su pecho y espalda al viento frío de la noche.
Lentamente Rotver se quitó las gafas, revelando sus ojos rojos de sheikah. Sus ojos recorrieron el pecho expuesto de Link, iluminado más por el horno que por otra cosa. Extrañas cicatrices cubrían su pecho y espalda. Tenía cortes, apuñaladas o quemaduras de su antigua vida. Tenía una bastante fea en la espalda—una enorme zona de piel quemada con la tosca forma de una estrella con muchas puntas. Rotver le indicó que se diera la vuelta, cosa que hizo.
Para su sorpresa, Keline estaba a pocos metros detrás de él. La canasta había sido colocada en el suelo, y ahora sostenía un pequeño cuchillo en la mano, preparada para usarlo en cualquier momento. Link pudo ver la pequeña vaina del cuchillo escondida entre los vegetales de la canasta. La miró a los ojos, y se sobresaltó por su peligrosa mirada, pero ella ni se inmuto y desvió la vista.
Detrás de él, Rotver dijo. “Puedes darte la vuelta. Keline, así está bien.”
Keline inmediatamente se relajó, su expresión se asemejó a la de una madre con una sonrisa cálida. Era perturbante su cambio de actitud. Pero no le dio mucha importancia y se fijo en Rotver.
“Cien años atrás, yo personalmente te acosté en el Santuario de la Vida. Conozco cada corte, cada quemadura y cada cicatriz en tu cuerpo luego de tu batalla con los guardianes” La voz de Rotver se quebró ligeramente, y Link pudo ver lágrimas en la comisura de sus ojos. “No sabia si algun dia volveria a verte—ni siquiera sé si aún seguías con vida en ese momento”
Robbie sosolló y de repente se abalanzó hacia adelante, con una agilidad sorprendente para un hombre de su edad. Rodeó a Link con los brazos y lo abrazó con fuerza.
“Es bueno volver a verte, Link”
“Así que, ¿ya has derrotado a una parte de Ganon dentro de Vah Ruta? Y por la forma en que lo dices, parece que Ganon combinó su poder con nuestra tecnología sheikah. Fascinante. ¡Y terrible también!”
Rotver estaba sentado sobre un silla dentro del Laboratorio de Akkala, tomando una taza de té que Keline preparó para ellos. La forma de elaboración del té no fue como las que Link hubiera visto antes. Keline simplemente vertió agua en una pequeña palangana y jaló de una palanca. Momentos después, tras una serie de silbidos y zumbidos alarmantes, el té caliente sabor ámbar salió por un grifo hacia una tetera que había colocado debajo.
La extraña máquina de té no era la única tecnología desconocida que Link vio en el laboratorio. Había piezas de guardianes por doquier—cabezas, patas, partes de sus cuerpos, hasta varios ojos azules. Incluso pudo ver una armadura hecha con el mismo material que los guardianes, aunque aún no estaba terminada.
Pero lo más resaltante de la habitación tenía que ser la figura de piedra en el centro. Era mayormente cilíndrica, aunque se estrechaba en el centro, dividiendo su cuerpo en dos segmentos distintos. El segmento superior parecía una cabeza, con dos pequeñas líneas azules que parecían ojos. Un par de anillos adornaban su cabeza por ambos lados, así como una delgada varilla que sobresalía por arriba. Un texto brillante sheikah formaba un anillo en su base. Rotver lo llamaba su Forja Sheikah.
Para lo rara que era la tecnología en la habitación, todo se veía ordenado, a diferencia del desastre que había en el laboratorio de Prunia.
Link llevó la taza de té a la boca, bebiendo con cuidado. Recordó el té que Telma le había dado en el rancho de los Picos Gemelos, cosa que los hizo hacer una mueca.
“¿No te gustó?” dijo Keline mientras arrastraba otra silla para unirse a la mesa.
Sonrojado, Link negó rápidamente con la cabeza. “No, está delicioso. Solo…. me acordé de un té que probé una vez”
“Oh, estás empezando a recordar cosas, ¿no?” dijo Rotver. “Prunia mencionó en su carta que habías perdido la memoria. Teníamos la teoría de que eso podría pasar basado en nuestro análisis del Santuario de la Vida. No teníamos forma de comprobarlo hasta que, bueno, apareciste tú”
“No, no es lo que quise…. Bueno, si, he comenzado a recordar ciertas cosas. Nada más algunos recuerdos específicos. Últimamente han estado regresando con más frecuencia.”
“Bueno, ¡al menos pudiste llegar hasta aquí sin mayor problema! ¿Recuerdas haber estado aquí con la princesa Zelda hace cien años?”
Link vaciló, sin saber bien cómo responder a eso. Finalmente tomó la tableta sheikah de su cinturón, cosa que Rotver, asombrado, reconoció al instante. Abrió el mapa de la tableta y se la mostró a Rotver.
“Prunia me mostró tu ubicación con esto”
“¡Ah sí! Una herramienta muy útil para orientarse, en efecto. Te hubiera sido imposible encontrarme si no la tuvieras”
Link asintió y abrió la galería, pasando por las fotos hasta hallar la que buscaba. La fotografía de Rotver, Prunia y Zelda todos juntos frente al faro tal y como había sido antes, antes de que Rotver lo modificara.
Se quedó observando la foto por un largo rato, reviviendo el recuerdo en su mente, ahora mucho más claro que antes. Recordaba haber tomado la foto, si, pero también recordaba la cara de vergüenza de la princesa. No quería estar en la foto porque habían estado cavando. Sus manos, ropa e incluso su cara estaban sucios con tierra. Las trenzas de su cabello se habían aflojado alrededor de la coronilla, quedando colgando ligeramente sobre su frente. Pero sus ojos—seguían igual. Brillaban con el entusiasmo que solo un erudito podría tener.
“¿Link?” dijo Rotver. Link parpadeó rápidamente y alzó la vista hacia él, confundido. ¿Cuánto tiempo estuvo mirando la foto, o a la princesa?
Link carraspeó y sonrió, volteando la tableta y dándosela a Rotver. Él la tomó y quedó perplejo al ver su foto. Keline se acercó, colocando una mano sobre su hombro. Luego jadeó.
“Oh Rotver, ¡Grante se parece tanto a ti! Solo mirate… ¿Llevabas una espada?”
Rotver se rió con gusto, colocando una mano sobre la de su esposa. “Ya te dije que solía ser todo un guerrero en mi juventud”
“Y yo nunca dudé que lo fueras”
“Aún así, ¡aquí está la prueba! Solía ser un guerrero sheikah formidable. Fui bendecido con una extraña mezcla de inteligencia y fuerza bruta.”
“Si, claro que lo estás, pero por desgracia te falta una poco de modestia”
Robbie hizo un gesto con la mano para restarle importancia y volvió a mirar la fotografía, sonriendo. “Éramos tan jóvenes. Ingenuo, capaz, pero llenos de esperanza. Sabíamos que no podíamos evitar el retorno de Ganon, pero estaríamos listo para derrotarlo cuando lo hiciera”
El silencio cayó entre ellos mientras Rotver y Keline observaban la foto, y Link se puso a reflexionar sobre lo que Rotver acababa de decir. ¿Cómo pudo salir todo tan mal? ¿Había sido tan optimista como ellos tres en la foto? ¿La princesa y él armaron un plan para derrotar a Ganon cuando regresó? ¿Habían hablado sobre lo que pasaría después si ganaban? ¿Siquiera pensaron en lo que pasaría si fallaban?
Rotver comenzó a pasar el dedo por la pantalla, pasando de las otras imágenes. Por un breve momento, eso irritó a Link. Las imágenes eran suyas al fin y al cabo. Se sentía extrañamente personal—su viaje junto a la princesa. Apenas logró calmar ese sentimiento.
“Oh, qué hermosa era” dijo Keline cuando Rotver pasó a otra foto.
Rotver no respondió inmediatamente, y se quedó mirando la foto con atención. “Ese lugar me resulta familiar. ¿Dónde lo he visto antes?”
Keline desvió la mirada de Rotver hacia la imagen, pensativa. Un instante después, su expresión reveló que había reconocido el lugar, y le dio una palmada en el hombro. "La Fuente del Poder. Recuerda—fuimos allí una vez, cuando Grante nació, porque creímos que podría haber un Santuario por la zona."
“¡Ah sí!, ya recuerdo”
Link miró como la pareja recordaba brevemente los buenos tiempos antes de que Rotver le devolviera la tableta y él la enganchara a su cinturón. Luego desenganchó la espada de guardián y se la pasó a Rotver para que la vea.
“Dejó de funcionar luego de mi pelea en Vah Ruta. Prunia me dijo que quizá tú puedas repararla. No creo que mi espada normal me sirva de mucho contra lo que me espera en las demás bestias divinas”
Rotver tomó la empuñadura, se puso las gafas las cuales parecían amplificar su visión. Inspecciono el objeto, girándola sobre sus manos antes de volver a mirarlo a Link, sus ojos se veían grandes y distorsionados detrás de las gafas.
“Es una espada de miniguardián. ¿Dónde conseguiste esto?”
“La encontré dentro de un santuario sheikah en Hatelia”
Keline se sobresaltó abruptamente, poniéndose de pie. Se acercó a Link y lo miró llena de emoción. “¿Estuve dentro de un santuario? ¿De verdad? Tienes que contármelo todo. ¿Por qué no lo dijiste antes?”
Rotver, por su parte, parecía casi tan emocionado como Keline, también poniéndose de pie. “Y luchaste con un miniguardián? Esto comprobaría mi hipótesis. Rápido—¿de qué color era? ¿Sus luces eran naranjas o rojas?”
Link, sorprendido, miró alternativamente a Jerrin y a Robbie, cuya intensidad en las preguntas le impedía concentrarse. “Bueno, yo—¿creo que naranja? ¿Quizá? Se volvió azul cuando me vio”
“¡Si!” exclamó Rotver, agitando su puño en el aire de forma triunfante. “¡Eso es! Keline, ¿oíste eso? Los guardianes en los santuarios están libres del control de Ganon. Si puedo averiguar el cómo, quizá pueda hallar una forma de volverlos a la normalidad!”
Rotver pareció haberse olvidado del pedido de Link por completo, se dio la vuelta y se dirigió a un escritorio, donde apartó papeles para sacar una hoja nueva. Tomó una pluma del tintero y comenzó a escribir apuntes a toda velocidad.
Keline acercó su silla para poder sentarse junto a Link, sus rodillas casi chocaban una con la otra. “Por favor, dime todo lo que recuerdes del santuario. ¿Has estado dentro de otro?”
Link hizo como le dijo, aunque Rotver interrumpió varias veces cuando hacía preguntas sobre el guardián con el que luchó. Luego de la última interrupción, Keline tomó una pequeña cuchara que usaba para batir miel de su taza de té y se la arrojó a Rotver en la espalda.
Pasaron las siguiente horas escuchando con atención lo que Link recordaba sobre los santuarios—sobre los extraños rompecabezas, el uso de la tableta, la manera en la que todo parecía surrealista y demasiado grande para ser real. Tanto Rotver como Keline escuchaban con suma atención, tanto que hasta le pidieron que intentara hacer dibujos sobre lo que vio en los santuarios. Y así hizo, pero rápidamente se dio cuenta que el arte claramente no era una de sus muchas habilidades, cualesquiera que fueran. Keline decidió dibujar ella misma, haciendo lo mejor posible por hacer bocetos de lo que Link decía.
Fue un trabajo agotador, y Link estaba completamente exhausto cuando terminaron. Por las paredes colgaban bocetos increíblemente exactos de los tres santuarios que Link había visitado, y Keline los estudiaba con un par de lentes puestos. Rotver había llenado casi una docena de páginas con apuntes, las cuales incluían diagramas de guardianes y algo más que llamó la estructura molecular de la roca usada en los santuarios sheikah
Ambos se habían olvidado por completo de su espada hasta que Link trajo de vuelta el asunto. Sin siquiera mirarlo, Rotver le informó que le fabricaría una espada mucho mejor que ese ‘pedazo de basura’ cuando terminara. Cuando Link finalmente se despidió de la pareja, ambos seguían absortos en sus estudios, intercambiando notas ocasionalmente o pidiendo la opinión del otro.
Link se despertó, se sentó en su cama y miró alrededor en la aún oscura habitación de la posada. Sin perder el tiempo, salió de la cama, se vistió, se puso las botas y su capa. Antes de salir, lo pensó bien y decidió llevar su espada y la tableta sheikah consigo. Tomó a Valorio de un mozo de cuadra medio despierto, lo montó y galopó.
La Fuente del Poder
El sol aún no había salido, aunque el horizonte sobre el mar comenzaba a iluminarse. La luna no era más que un punto en el cielo, y las estrellas estaban visibles. La Montana de la Muerte se alzaba ante Link mientras cabalgaba fuera de Nueva Kausto, irradiando con un peligroso brillo naranja. Los lagos de lava bajo su costado parecían brillar más que antes, y el humo que salía de su boca reflejaba el mismo color.
“No se si quiero entrar ahí. ¿Y si no sucede nada? Solo nos queda una fuente después de esta”
El aire nocturno era frío, por lo que se vio obligado a ponerse la capucha. El viento soplaba a popa, y a veces, soplaba más rápido cuando Valorio corría. No le sorprendería ver otra tormenta pronto.
“¿Qué tal si primero comemos? Cocinaré algo especial para ti. Sé que te va gustar, no me tardo.”
Pasó junto a un pequeño grupo de árboles y asustó a una pareja de ciervos. Estos se llamaron entre sí, alarmados, antes de salir corriendo hacia el interior del bosque. Un búho ululó suavemente desde una rama y un lobo aulló en la distancia.
“Es difícil creer que este lugar alguna vez estuvo enterrado bajo tierra. Me pregunto qué más estará bajo enterrado bajo nuestros pies”
No pudo hacerlo correr a Valorio todo el camino hasta la cantera—la corrida mataría al caballo. El trayecto era de unos treinta kilómetros, así que pronto hizo que Valorio redujera la velocidad a un trote, dejándole recuperar el aliento antes de volver a empujarlo al galope. Siempre había sido un caballo fuerte, y esa mañana no fue diferente.
“Déjame tomarte una foto, aunque sea solo una vez. Sería bueno tener una antes de que tus poderes despierten. Quién sabe cómo te verás después”
El sol se había alzado sobre el mar para cuando estuvo cerca de la cantera, y podía ver la bajada desde donde estaba. Espoleó a Valorio, reduciendo la distancia rápidamente. Una vez allí, desmontó rápidamente y corrió con las piernas entumecidas hasta el borde de la cantera. Se tropezó y se deslizó sobre su espalda por la pendiente pronunciada, pero ni se percató de eso, se puso de pie otra vez y se adentro en el fondo del pozo.
Los sueños que tuvo esa noche fueron todo menos tranquilos. Cuando cerraba los ojos, era como si los abriera en un mundo nuevo. Un mundo en el que él y la princesa habían viajado juntos, uno al lado del otro. Él montado sobre una yegua marrón y ella sobre un corcel blanco. De inmediato supo cuando había estado aquí antes, y por qué este lugar lo hacía sentir horrible.
Se abrió paso a través de la cantera. Se veía igual que en su sueño. Su recuerdo. Pilares y pilas de piedra se esparcían por el pozo, cada una parecida a la otra. Pero aun así, no le fue difícil encontrar la que buscaba, sobre la cual los dos habían comido.
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Link usaba una cuchara de madera para batir la olla de estofado que hervía a fuego lento. Para todo su alarde de que iba a preparar una comida especial para Zelda, la comida resultó todo menos especial. ¿Cómo iba a saber que los sonidos que normalmente provenían de la cantera habían ahuyentado a toda la caza de esta zona?
“Malditos goron y sus estúpidos martillos” murmuró mientras levantaba la cuchara, mirando a la sopa irritantemente aguada. Pero los goron no estaban ahí en ese momento. No, Link se aseguró que ningún trabajador estuviera en la cantera, garantizando que Zelda tuviera la mayor privacidad en su momento de mayor debilidad.
Oyó una risita del otro lado de la olla y se sorprendió al verla a Zelda observando el cielo con una pequeña sonrisa en el rostro. Al menos eso era bueno. Había estado muy preocupada anteriormente. Pero la preocupación seguía ahí. Podía verlo en su expresión, tan claro como los colores del crepúsculo. Pero aun así, ella sonreía.
“¿Quieres probar?” dijo Link ofreciéndole la cuchara.
Zelda se dio la vuelta y lo miró a la cara. Las luciérnagas hacían que el verde de sus ojos brillará aún más. Levantó una ceja en señal de duda. “¿Es comestible?”
“Todo lo que cocino es comestible”
“Claro” dijo arrugando la nariz. “tal como la última vez”
“Fuiste tú quien insistió en que comiéramos esa rana”
“No, recuerdo claramente insistir que tú la comieras”
“Bueno, así era más justo” Se encogió de hombros, sonriéndole a través de la fogata. Ella lo miró con cierta desconfianza antes de inclinarse y tomar, con vacilación, un sorbo de la sopa. Ella se apartó un momento después, saboreándola en su boca antes de tragarla.
“No está mal” dijo
Link la miró con el ceño fruncido y probó la sopa, haciendo una mueca. “Es agua”
“La cual esta no mal”
Link la miró con cara de fastidio antes de darse la vuelta y rebuscar en su bolsa ingredientes que pudiera añadir. No dejaría que la última comida de Zelda antes de que despertaran su poderes fuera mala.
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Link parpadeó mientras volvía al presente, mirando el lugar en el suelo donde alguna vez ambos estuvieron sentados, compartiendo un momento de paz antes de la tormenta. Sonrió ligeramente, tocando el pilar de piedra que había brillado con el color naranja de la fogata en su recuerdo. Ella se había sentado a su lado con la espalda contra la cálida roca. Ambos miraron más allá del fuego, a la oscura entrada de la fuente. La Fuente del Poder.
Lentamente, Link se dio la vuelta hacia la entrada. Era más luminosa que en su recuerdo, iluminada por la luz del sol y en su mayoría escondida detrás de la maleza colgante. Pero en su mente, podía ver la oscura entrada. Era tan intimidante ahora como lo fue antes.
Dio un paso y entró en la fuente.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Jerrin Keline Granté Grante Hoz Hozlar Tumlea Heights Meseta de Ojarask Akkala Ancient Tech Lab Laboratorio de Akkala Ancient Oven Forja Sheikah The Spring of Power Fuente del Poder
Chapter 21: Capítulo 19
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 19
“Es hora” Zelda lentamente se levantó de su asiento al lado de Link. Arriba en el cielo, el sol se había ocultado y la luna llena había salido por completo, iluminando la cantera con sus luces monocromáticas, dándole un tono gris a todo a su alrededor. Sin embargo, el fuego seguía ardiendo, emitiendo su calor con un pequeño circulo de color y luces.
Link la observó mientras ella caminaba hacia su mochila, agachándose y sacando el vestido blanco que usa mientras rezaba. Era su vestido de sacerdotisa, un vestido bellamente confeccionado que hasta parecía brillar bajo la luz de la luna.
Zelda miró hacia atrás y le dirigió una solemne mirada. “Iré a cambiarme” Miró hacia adelante, hacia el arco de piedra que llevaba a la fuente y vaciló. Se mordió el labio. “Estaré detrás de esas rocas de allá“
Link vio, con el ceño fruncido, como desaparecía detrás de las rocas. Él se levantó, se estiró y gimió por el dolor en su espalda. No quería moverse hasta que ella lo hiciera, pero era incómodo estar sentado por tanto tiempo sobre la roca. Comenzó a guardar los de sus utensilios de cocina que suele usar.
El sonido de pisadas lo alertó de la presencia de Zelda detrás de él, se dio la vuelta y la vio abrirse paso cuidadosamente por el camino rocoso. Ya no traía sus cómodas botas de viaje, sus pantalones ni sus largas mangas. En su lugar llevaba puestas un par de finas sandalias, un vestido sin tirantes muy adornado sujeto por un cinturón azul y dorado, y joyas doradas en su cuello y muñecas. Había desatado sus trenzas y metió su pelo por detrás de sus largas orejas puntiagudas.
A Link se le armó un nudo en la garganta al ver su aspecto. Era tan bello, pero a la vez tan malo.
Había comenzado a odiar verla con ese vestido.
Carraspeó y se agachó para recoger la Espada Maestra, aunque no la deslizó sobre su cabeza. Le pareció muy pesada en ese momento. Vio como ella seguía a la espada con la mirada—un recordatorio de su propio fracaso.
“Puedo entrar contigo, si quieres” dijo él. Su voz sonó muy fuerte en el repentino silencio de la noche. Hasta las chispas del fuego se habían apagado. Ella lo miró a la cara y asintió. Ambos se dieron la vuelta y caminaron hacia el arco de piedra.
Los dos se adentraron en el oscuro pabellón y en la cámara circular con paredes de roca naturales. No había techo, la única iluminación venía de la luz de la luna. La hiedra crecía en
largas enredaderas por las paredes, entrecruzándose y agrupándose para dar a la fuente un aspecto que sugería que se había formado así de forma natural. Varias cascadas caían hacia una piscina de agua que llenaba el centro del lugar.
Link podría haber jurado que la fuente era obra de la naturaleza si no fuera por el arco de piedra por el que entraron, y los pilares rotos que delineaban un pasadizo hasta la estatua de la diosa Hylia en el centro de la piscina. La estatua estaba iluminada por la luna, dándole un aspecto etéreo.
Ambos subieron a la plataforma de piedra frente a la estatua. Zelda envolvió sus brazos alrededor de su torso, abrazándose a sí misma. Era una noche fría, a pesar del calor veraniego que tuvo el día. Link estaba seguro de que el agua estaría helada. Observó el lugar en silencio, atento a cualquier amenaza que pudiera estar acechando entre las piedras.
Finalmente se giró para verla y decirle que era seguro, pero luego vio la expresión en su rostro. Vio que sentía preocupación, ansiedad, miedo. Pero nada de esperanza en sus ojos. Su mente buscó desesperadamente una forma de aliviar su carga, apretando la empuñadura de su espada con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Tiene que haber algo que pudiera hacer.
Una idea le vino a la mente, y se puso recto. “Quédate aquí, voy a traer algo”
“Link, ¿qué estás—”
“¡Tú solo espera!” Link no le dio tiempo a responder y se apresuró fuera de la fuente, dejando la Espada Maestra recostada contra el arco de piedra. Se dirigió directo a la mochila de ella, esperando que no le importara que tocara sus cosas. Un momento después, encontró lo que buscaba y se apresuró de vuelta a la fuente.
Zelda quedó confundida al verlo con la tableta sheikah. Usualmente no iba a ninguna parte sin la tableta enganchada a su cintura, tomando fotos de cuanto detalle mundano viera.
“No estoy segura que la tableta me ayude con mis oraciones” dijo, mirándolo con escepticismo.
“No la traje para que te ayude a rezar” dijo él con tono de voz que denotaba confianza. “Quiero tomarte una foto”
Zelda frunció el ceño al oírlo, y se miró a sí misma, a su vestido. “¿Tú…. quieres tomarme una foto?” Alzó la mirada y lo miró con incredulidad. “¿Ahora?”
“Bueno, si”
“Link, no creo que sea un buen momento. Tengo que ponerme a rezar.” Miró hacia atrás, a la estatua de la diosa. “Ya he esperado mucho”
“¿Qué, acaso la diosa tiene mejores cosas que hacer?”
“Link”
“Oye, solo déjame tomarte una foto, aunque sea solo una vez. Sería bueno tener una antes de que tus poderes despierten. Quién sabe cómo te verás después”
Zelda estuvo apunto de responder pero dudo, mirándolo a los ojos. Su vista pasó de él a la tableta en sus manos. Un momento después, frunció el ceño. “Espera, ¿a qué te refieres con eso? ¿Que cómo me veré después?”
“Me refiero a cómo te verás con tus poderes. Eres la reencarnación de la mismísima diosa, ¿quién dice que tu aspecto no va a cambiar? ¿Capaz comiences a…. brillar? No lo sé”
Sus labios dibujaron una leve sonrisa.
“Tú misma viste el tapete de Impa. Esa no se parecía para nada a ti, así que quién sabe. Aún sigo esperando que mi cabello se vuelva rojo”
Zelda no pudo evitar reírse y negó con la cabeza. “¿Realmente no sabes ver el valor en el arte, o si?”
“A mi se me valora por saber usar la espada, así que no”
“Creo que vales mucho más que eso.” Un silencio incómodo se interpuso entre los dos. Los cachetes de Zelda se sonrojaron. Un momento después, Link carraspeó.
“Te voy a tomar la foto ahora”
Levantó la tableta, activando el módulo de la cámara, y vio a Zelda en la pantalla. Ella dio un paso atrás, alisando su vestido y metiendo un mechón de pelo por detrás de su oreja. Levantó su mentón y, luego, sonrió, aunque no de oreja a oreja.
Link oprimó el botón en la pantalla y, un segundo después, la imagen Zelda quedó congelada dentro de la tableta sheikah, iluminada ligeramente por la luz de la luna. Mientras observaba la foto, oyó sus pasos. Alzó la vista y vio que se había girado hacia la estatua.
Lentamente bajó la tableta y la miró por la espalda. Ya no se le ocurrían más palabras que decir. Había intentado animarla, darle aliento, pero lo poco que logró pareció desvanecerse tan rápido como había llegado.
Finalmente, ella habló. “Voy a comenzar con mis oraciones”
Link exhalo, dándose la vuelta y caminando por el arco de piedra, tal y como hizo en La Fuente del Valor, para esperar afuera y darle privacidad. “Estaré aquí fuera, por si me necesitas.”
“No” dijo ella, deteniéndolo. Él miró hacia atrás confundido. Zelda giró levemente la cabeza hacia él. “Por favor, quédate”
Link vaciló por unos segundos antes de decirle que sí. Enganchó la tableta a su cinturón y recogió la Espada Maestra de donde la había dejado, tomando una postura de centinela al borde de la entrada. Detrás de él, oyó como Zelda lentamente entraba en el agua.
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No mucho había cambiado en los últimos cien años. Link lentamente pasó por el arco exterior, pasando a través de la cueva y entrando él la fuente. Mientras miraba alrededor de lo que pareció haber sido un hermoso lugar alguna vez, se encontró con que todo estaba en decadencia. La fuente quedó hecha ruinas mucho antes del cataclismo.
Sus ojos se posaron en los de la diosa de piedra. ¿Cómo habrá sido para ella esa noche? Tener que mirar esos ojos sin vida y rezar por un poder que Link sabía no despertaría mucho tiempo después. Comenzó a ver recuerdos en su mente sin que él lo quisiera. No quería verlos. Eran muy personales.
Dio un paso hacia adelante y se metió en el agua, sobresaltándose de inmediato por el agua helada que se filtraba a través de sus botas y pantalones. Pero siguió avanzando, caminando por donde ella estuvo parada muchos años atrás.
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La luna llena se había desplazado en el cielo durante las horas que Zelda estaba rezando. Link estaba parado al borde de la piscina, con las manos sobre el pomo de su espada, con la mirada al frente y mirando a través del arco de piedra a la oscura cantera. Él podía oírla detrás de él, formulando palabras al final de cada oración—una plegaria silenciosa para la diosa para que esta despertara sus poderes durmientes.
Le dolía el cuerpo por permanecer en esa posición durante tanto tiempo, y podía imaginar cómo se sentía ella. El agua debía de estar helada, y la brisa que soplaba desde afuera no ayudaba en absoluto. Zelda debía de sentirse horrible, pero aun así continuó rezando, así que él ignoró el dolor de su propio cuerpo y siguió haciendo guardia en silencio.
“El poder sagrado que ha heredado la familia real para hacer frente a Ganon…” Oyó a Zelda comenzar su oración de nuevo detrás de él y se estremeció. “puede ser despertado por medio de mis plegarias. Al menos eso he oído siempre.” Eso era nuevo.
Intrigado, Link miró por encima del hombro. Ella seguía parada frente a la estatua de la diosa Hylia, con las manos juntas sobre su pecho. Si bien el agua no le llegaba a la cintura, su cabello era tan largo que la punta tocaba la superficie del agua por centímetros. Mientras él observaba, ella desplegó lentamente los brazos, bajándolos a los costados, con las manos en el agua.
“Sin embargo… Aunque mi madre sentía un gran poder en su interior…” Sus hombros se desplomaron y miró hacia abajo. “y aunque mi abuela podía escuchar a los espíritus… yo soy incapaz de sentir o escuchar nada.” Alzó la vista hacia la estatua, elevando las manos, suplicando.
“Mi padre siempre lamenta porque, según él, mis investigaciones me hacen perder el tiempo.” Se detuvo, y Link contuvo la respiración. “Pero” Zelda golpeó con los puños el agua, inclinando la cabeza. “¡No he parado de rezar desde que tengo uso de razón! He suplicado en las tierras ligadas a las antiguas deidades. Y sin embargo, el poder sagrado nunca ha despertado en mí.”
A Link se le formó un nudo en la garganta mientras veía a Zelda abrazarse a sí misma. Podía notar cómo temblaba; no sabía si era por el frío o por lo que estaba sintiendo. ¿Cuánto más tendría que someterse a aquello? Si a él le dolía verla pasar por eso—¿cómo debía sentirse ella?
“Os ruego que me digáis…” Zelda se abrazó con más fuerza, encogiéndose sobre sí misma mientras permanecía de pie. Su cabello caía sobre los hombros y algunos mechones rubios se hundían en el agua, colgando frente a su rostro. “¿Qué me pasa?”
Sintió como si un rayo le hubiera recorrido la espalda. Se puso tieso, atónito. Soltó la Espada Maestra, dejando que chocara contra el suelo, y se dio la vuelta para entrar en el agua.
Estaba helada. Era como si estuvieran en la Cordillera de Hebra. Y ella estuvo dentro por horas.
El sonido la hizo mirar hacia atrás. Estaba pálida, sus labios estaban azules del frío. “Link, ¿que estas–”
“Creo que ya has estado suficiente tiempo aquí. Ven, vayamos a un lugar cómodo y cálido”
“No, debo seguir rezando” dijo ella, negando con la cabeza.
Link siguió acercándose por el agua, rompiendo el silencio de la noche con su andar.
Zelda lo miró atónita, y no se escuchaba convencida al hablar. “Link, si existe alguna posibilidad de despertar mis poderes, debo seguir rezándole a la diosa. Seguramente está poniendo a prueba mi devoción”
“Zelda, si la diosa aún necesita ponerte a prueba, entonces está tan ciega como esa estatua” Su voz sonó increíblemente firme, incluso para él. Zelda quedó impactada, mirando a la estatua con horror. Link respiró hondo, y moduló su tono de voz. “Lo siento, quise decir que de seguro la diosa valora tu devoción y tu bienestar.”
“Te vas a congelar si sigues aquí. Necesitas descansar. Estás exhausta.” Link le ofreció una mano. “Vamos. Hiciste todo lo que pudiste por hoy. Puede intentarlo mañana otra vez, si quieres”
Zelda lo miró a él y luego a su mano, mordiéndose los labios. Miro una última vez a la estatua y suspiro. Bajo la mirada y extendió su mano, tomando la de él, dejando que la guiara fuera de la fuente.
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Link parado en el agua, mirando la estatua de la diosa Hylia. La verdad era que no aun no sabia mucho sobre la religión que él y la princesa supuestamente practicaban. No sabía nada sobre Hylia, aunque vio bastantes de sus estatuas como para saber que tanto los sheikah como los zora la adoraban. Pero luego de revivir ese recuerdo, no estaba seguro si quería saber más de ella.
“¿Por qué?” dijo, mirando a la estatua. “¿Por qué hacerla pasar por eso?” Aún podía oír el dolor en la voz de ella. Aún podía verla temblando. “Acaso hizo algo malo? ¿No era digna por alguna razón?” La cara de Link se contorsionó por la rabia, sus emociones del presente se estaban mezclando con las del pasado. “Porque, como yo lo veo, todo esto fue tu culpa. Zelda—la princesa Zelda—trabajó muy duro toda su vida para despertar sus poderes, pero tu simplemente la ignoraste”
“Impa dijo—que sus poderes despertaron solo cuando todo estaba perdido. Cuando los campeones murieron, cuando yo morí. Nos condenaste a todos al hacernos esperar.” Link señalo en direccion al castillo. “Y ahora ella está ahí, esperando a que cumpla con mi deber”
Pensó en su lucha dentro de Vah Ruta. La criatura casi lo mata—lo hubiera hecho de no ser por el poder de Mipha. ¿Cómo se las vería si la ayuda de Mipha con las demás criaturas? Le había otorgado su poder, pero no tenía ni idea de cómo usarlo. Esa vez que intentó—luego de rasparse con un árbol en la Región de los Zora—no pudo hacerlo funcionar. Así que, ¿qué se supone que tenía que hacer?
“No fue su culpa” dijo él, pensando en la princesa. El recuerdo había sido tan intenso que lo dejó exhausto luego de verlo. “Se culpó a sí misma, al igual que yo desde que desperté. Pero la culpa no fue de ninguno de los dos, ¿o si?”
Miró con furia a la estatua, tan silenciosa tal y como era cien años atrás. Finalmente, se dio la vuelta con disgusto, caminando por el agua hasta la superficie de piedra. Ya en la cantera, se puso a encender una fogata con varias ramitas y palos que encontró por el suelo, probablemente terminaron ahí por la tormenta. Estaba ansioso por volver al Laboratorio de Akkala, pero prefirió hacerlo por lo menos con las botas secas.
El sol estaba en lo alto cuando llegó a Nueva Kasuto. Y al menos esta vez, los lugareños lo recibieron de forma más amigable que antes, aunque sean solo unos cuantos, ya que el resto estaba trabajando en los pequeños cultivos. Subió la colina hasta el acantilado junto al mar sobre el que estaba el viejo faro.
Cuando se acercó, encontró a Rotver fuera, con las gafas puestas mientras analizaba un objeto esférico. Estaba parado junto a la cabeza de un guardián que yacía en el suelo de costado. Había un compartimiento abierto, revelando su interior oscuro.
Sus pasos provocaron que Rotver levantara la mirada y se diera la vuelta, notando su presencia. Saludó con la mano con entusiasmo. “¡Justo a tiempo! He estado jugando con esto toda la noche” Levantó la esfera para que Link la viera. “Esto es un núcleo ancestral. Le da energía a los guardianes como también almacena sus funciones principales. Nuestra charla de anoche me dio unas cuantas ideas, así que voy a llevar realizar un experimento. ¿Por qué no más una mano?”
Link se encogió de hombros, y queriendo evitar preguntas sobre dónde había estado, decidió que no le haría daño ayudar a Rotver.
“¡Genial!” dijo Rotver emocionado. “Solo quédate ahí–si, justo ahí. Un poco más a la derecha. Mi derecha. Justo ahí” Link diligentemente se movió hasta que estuvo parado frente al inerte guardián. Rotver sonrió de una manera un poco perturbadora y metió el núcleo por el compartimiento. Le tomó unos cuantos segundos poner todo en su lugar, luego cerró el compartimiento e hizo algo más en la parte inferior de la cabeza del guardián.
Inmediatamente, el ojo del guardián se encendió, brillando con un intenso azul claro. Link dio un paso atrás, sintiendo el frío sudor por su nuca. El ojo miró alrededor antes de caer en él. De repente, las marcas sheikah alrededor de su base brillaron de rojo, y el ojo brilló aún más. Link podía oír un zumbido que cada vez se hacía más fuerte proveniente del guardián.
“¿Rotver?” dijo Link, elevando la voz. Su corazón comenzó a acelerarse y sus palmas sudaban cada vez más. Extendió su brazo hacia atrás y tomó su espada. No importa a donde se moviera, el ojo lo seguía a todas partes, cada vez más y más brillante. El zumbido continuaba, cada vez más fuerte. “¡Rotver!”
El ojo se oscureció, y las luces rojas se desvanecieron. Link miró al guardián con la guardia en alto, esperando que se volviera a reactivar y lo atacara. Pero no pasó nada, y Link pudo ver que Rotver había vuelto a abrir el compartimiento. Sacó el núcleo e inspeccionó su brillante superficie. Link pudo notar que las luces, originalmente naranjas, se volvieron rojas.
“Corrompido” dijo Rotver mientras giraba el núcleo en su mano. “Aunque no está tan corrompido como antes. Es mejor que nada”
“¡Estuvo a punto de atacarme!” dijo Link, caminando alrededor de la base del cuerpo para acercarse. En realidad, solo quería alejarse del ojo, por si volvía a reactivarse.
“Exacto. Por eso te dije que te quedaras ahí. Es difícil saber si están corrompidos, y necesitaba un conejillo de indias. Y como Ganon les ordenó eliminarte a ti y a la princesa, supuse que tenerte cerca me daría información valiosa.”
“Eso es…. genial, Rotver. Me alegra ser de ayuda” dijo Link, intentando con todas sus fuerzas calmar su rabia Rotver y Prunia no eran tan diferentes como pensó. Aun después de cien años, ambos amaban la ciencia por el simple hecho de amar la ciencia.
“¡Bien! Te avisaré si te necesito para otro experimento. Ahora, me parece que Keline quería hablar contigo. Hay un santuario no muy lejos de aquí, así que quiere ver si puede acceder a él.”
Link supuso que querrá entrar en él, al igual que Prunia. En su experiencia, los santuarios no eran un lugar seguro. Quizá pueda convencerla para que espere afuera mientras él lidiaba con los peligros de adentro. Le preguntó a Rotver por la dirección y comenzó a caminar por el borde del acantilado, notando varias piezas de guardianes en pilas por el camino.
Abajo, las olas chocaban contra la superficie rocosa del acantilado. Link miró hacia allí y vio una serie de rocas irregulares que sobresalían de las oscuras aguas. Miró hacia el océano y divisó algunas islas lejanas, pero ningún barco. ¿Los hylianos siquiera navegan? Intentó hallar la respuesta en su interior, pero no encontró nada. Pero seguramente el faro tuvo una utilidad en el pasado, ¿o no? Se preguntó si había alguien que navegara por estas aguas ahora, luego del cataclismo.
Siguió su camino alrededor de un pequeño grupo de árboles hasta que encontró lo que buscaba. Un santuario Sheikah yacía medio enterrado por un montículo de tierra y hierba. Keline estaba de pie en su base, con varios papeles en mano. Cuando lo vio a Link, sonrió de oreja a oreja, como si fuera una niña a la que le dan un dulce.
Definitivamente querrá entrar, pensó él un poco triste.
El santuario resultó ser no tan complicado como los demás que había visitado, y afortunadamente, no hubo nada que intentara matarlos. La prueba requirió usar el módulo de Magnesis, lo cual fascinó a Keline, aunque no tanto como la magnitud y majestuosidad del santuario.
En un intento de evitar que Keline tenga que dibujar cada detalle del santuario a medida que avanzaban, Link tomó fotografías con su tableta, prometiéndo que la dejaría examinarlas y hacer bocetos de ellas. Una vez que reaparecieron horas después, parados sobre la plataforma circular fuera del santuario, Keline inmediatamente se puso a escribir sobre su experiencia dentro. Aparentemente no podía esperar hasta estar en el faro, por si se le olvidaba algo.
Sonriendo ligeramente y pensando en la fotografía de Rotver, Purnia y la princesa, todos llenos de tierra pero completamente satisfechos, Link regresó solo al laboratorio. Aparentemente Rotver había regresado llegada la noche. Link tocó la puerta antes de abrirla lentamente, mirando alrededor.
Cuando no vio a Rotver por ningún lado, entró. “¿Rotver?”
Nadie respondió, pero ahora que estaba adentro, pudo ver un cambio sutil en la habitación. La estatua del centro—la Forja Sheikah—parecía estar más activa que antes. Sus ojos brillaban más que antes, y notó una nueva línea azul que cruzaba por su cuerpo justo por debajo de su cabeza. Los anillos a cada lado giraban lentamente, y se percató de un leve zumbido viniendo de ella.
“Rotver, ¿estás aquí?” dijo Link mirando la forja. Temblaba levemente. Intrigado, extendió una mano y la tocó con sus dedos, hallando que su superficie era cálida.
“Hola, [NOMBRE.CLIENTE].” De repente la Forja emitió un sonido de voz, tomando a Link por sorpresa. La voz era rara y sintética, con un extraño tono monótono el cual Link no supo si sonaba a la voz de un hombre o de una mujer. Aparte de la voz, la Forja no había cambiado ni se había movido, y seguía zumbando suavemente. “Por favor aguarde. Su–” Hizo un pitido y zumbó por un momento. “Espada ancestral aún no está lista”
Link oyó pasos venir del piso de arriba, dio un paso atrás y levantó la vista hacia el techo. “¿Rotver?” Los pasos se detuvieron. “¿Es normal que tu Forja esté hablando?”
“Oh, ¡no le hagas caso! Caramelito simplemente está feliz de volver a funcionar.” La voz de Rotver vino del piso de arriba. Un segundo después, Link oyó sus pasos por las escaleras y luego, apareció sosteniendo una canasta llena de lo que parecían piezas de chatarra.
“¿Caramelito?”
Rotver maldijo para sí y miró alrededor. Pero no vio señales de lo que temía, y suspiró aliviado. “Quise decir la Forja Sheikah. Caramelito es un…. antiguo apodo que solía tener” Rotver siguió bajando por las escaleras antes de suspirar profundamente, soltando la canasta en el suelo. Gimió y colocó una mano sobre su espalda y se estiró. Cuando terminó, lo miró a Link y sonrió de oreja a oreja. “Me alegra que hayas despertado antes de que este vejestorio estirara la pata”
“¿Cuántos años tienes, realmente?” dijo Link con curiosidad.
Rotver sonrió antes de respirar hondo y hacer una extraña pose, separando las piernas, con una mano en la cintura y la otra apuntando al aire. “Bueno, ¡acabo de cumplir ciento treinta y seis años!. No me veo bien para mi edad, ¿no?”
“¿Es…. que los sheikah vivan tanto?” preguntó Link, pensando en los arrugados monjes sheikah en los santuarios. ¿Acaso los sheikah viven tanto como los zora?
“Oh, es bastante normal para los sheikah de sangre pura, suelen vivir hasta los ciento cincuenta más o menos. Algunos viven aún más” Rotver se agachó para recoger la canasta de chatarra con un gruñido, caminando hacia el escritorio más cercano y dejándola ahí. “Vivimos más que ustedes los hylianos.” Se detuvo un momento antes de voltear y mirarlo. “Aunque, creo que vivirás más que todos nosotros. ”
Antes de que Link pudiera decir algo, la puerta se abrió de golpe, y Keline entró rápidamente directo hacia su escritorio. “¡Rotver! No me vas a creer lo que vi“
Se puso a relatar de forma breve pero detallada su experiencia en el santuario, pero Rotver no le prestó toda su atención, ya que se puso a hacer apuntes en un pedazo de papel en su escritorio.
Link los miró a ambos por un rato antes de darse la vuelta y caminar por la sala. Se topó con un retrato colgado en la pared en la pequeña cocina en la cual estaban ellos dos, junto con otro hombre quien parecía ser un adolescente. Supuso que se trataba de su hijo, Grante.
“Rotver, ¿sabes lo que esto significa?” dijo Keline toda emocionada. Link miró para atrás justo a tiempo para verla mirar a su marido, quien lo encontró murmurando algo para sí mismo mientras inspeccionaba lo que parecía el ojo de un guardián. Keline tomó un pedazo de tiza y se lo arrojó, pegándole levemente en el hombro. Él se sobresaltó, volteando a ver qué pasó.
“¡Oh! No, ¿qué cosa?”
Satisfecha con haber despertado de su marido, Keline continuó. “Significa que tal vez los santuarios no están realmente en nuestro universo. Para que pueda haber un santuario debajo de nosotros, la colina entera tendría que estar hueca, y ni siquiera puder ver el techo ahí dentro”
Rebuscó en su bolsillo un pequeño pedazo de roca. “Pero, siguen siendo un lugar tangible en la realidad. ¿Ves esto? Lo traje del santuario. Lo quité de una de sus paredes.” ¿En qué momento hizo eso? Link no recordaba haberla visto picando la pared.
Ahora Rotver realmente estaba interesado, así que se acercó, tomó la piedra y la inspeccionó quitándose las gafas. “¿Qué estás suponiendo, querida?” dijo mientras giraba la piedra en su mano.
“No estoy completamente segura, pero creo que las teorías de la princesa Zelda podrían ser ciertas”
Link se paralizó por un segundo al oír su nombre. Luego se acercó a la pareja. “¿Teorías de la princesa Zelda?”
“Así es, tenía la teoría de que los santuarios sheikah existen en un plano paralelo a nuestra realidad, algo que los textos antiguos llaman el Reino Sagrado” Keline negó con la cabeza de la emoción. “Sus teorías terminaron siendo increíblemente acertadas. Es difícil creer que nunca estuvo dentro de uno”
“¿Nunca?”
“¡Nop!” dijo Rotver, devolviéndole la piedra a Keline. “Intentó entrar varias veces, pero nunca pudo hacer funcionar la tableta”
“¿Entonces cómo sabía tanto sobre ellos?”
“¿Y tú cómo crees?” dijo Rotver “Estudiando. El castillo tenía miles de libros y escrituras viejas en su biblioteca, y creo que la princesa leyó cada uno de ellos”
“Sin embargo, la información sobre la tecnología antigua sheikah es escasa—nada más que fragmentos que de alguna forma sobrevivieron a través de copias mal hechas. Ella trató junto a nuestros eruditos descifrar cada fragmento.”
“Oh, desearía estar en esa biblioteca” dijo Keline suspirando. “Me pregunto qué otros secretos estaran escondidos”
“¿Y qué pasó con la biblioteca?
“No sabemos” dijo Rotver con el ceño fruncido. “Ya nadie se atreve a acercarse al castillo. No mientras el cataclismo sigua ahí, sin mencionar a los guardianes”
Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. “¿También hay guardianes vivos en el castillo?”
“No están vivos” Robbie le reprendió, mirando con una expresión que pareció realmente de disgusto. “¡Son máquinas, golems!”
“Ok entonces, funcionando. ¿Hay guardianes funcionando en el castillo?”
“Oh, si” Rotver se dio la vuelta en su silla, recogiendo el ojo de guardian. “Y disparan a cualquiera que se acerque lo suficiente”
Link hizo una mueca ante la desagradable imagen que esto evocó en su mente. Tendría que enfrentarse a esos guardianes tarde o temprano, incluso si lograba liberar a las cuatro bestias divinas. Quizás la investigación de Rotver descubriría algo útil para volver a controlarlos, o al menos inutilizarlos.
De repente la Forja Sheikah sonó alegremente y un compartimiento se abrió enfrente, justo debajo de la nueva veta de luz azul. El vapor salía disparado de la abertura.
“Ahh!” dijo Rotver, saltando de su silla y yendo hacia la Forja. Metió la mano, sonriendo, y luego extrajo lo que parecía como la empuñadura de una espada de extraño diseño con una guarda cruzada asimétrica. En lugar de una hoja, tenía un par de extrañas piezas de metal de estilo sheikah que tenían aproximadamente la misma longitud que la empuñadura. Las piezas de metal estaban conectadas cada una a una pieza circular en la punta. “¡Toma!”
Rotver le pasó a Link el extraño objeto, y el lo tomó, girándolo en su mano. Encontró un pequeño interruptor parecido al de su espada de guardián, y lo presionó
La más delgada de las dos piezas metálicas se alargó hasta formar una varilla mucho más larga con la otra pieza. La pieza circular que las unía parecía una especie de bisagra. Con un destello, una hoja de energía azul brillante cobró vida a lo largo de uno de los bordes de la varilla, extendiéndose más allá de este hasta terminar en punta.
Link exhaló lentamente mientras examinaba la espada, notando que brillaba más que su espada de guardián. También pesaba más, ya que la varilla metálica proporcionaba cierto contrapeso a la empuñadura, cosa que le gustó. Y además, parecía más resistente que la espada de guardián.
Link oprimió el interruptor, y la hoja desapareció. La varilla se dobló por la mitad, regresando a su estado anterior. Lo miro a Rotver y sonrió ampliamente. “Rotver, es perfecta.”
“Obvio, por supuesto que lo es” dijo Rotver todo presumido. “Yo la fabriqué” Keline se rió de forma burlona, lo que hizo que Robbie se girara y mirara a su esposa con irritación.
“Nosotros la fabricamos” dijo ella, sonriendo con la misma cara de presumido que él. “Por si la edad te hizo olvidar”
“Ayudaste con lo retoques, si, pero yo diseñé a Caram—digo, a la Forja mucho antes de que te conociera”
Link no pudo evitar sonreír por las continuas bromas entre Rotver y Keline. Si bien se llevaban varios años de diferencia, estaba claro que se amaban el uno al otro. Se preguntó cuánto tiempo llevaban casados. Quizá eran décadas, considerando que su hijo ya era adulto.
Con la mirada perdida, pensó en la princesa Zelda. Él y ella solían bromear así también.
“Está bien” dijo Rotver finalmente con un aire de exasperación luego de que Keline respondiera con otra réplica. Pero se veía contento, y volteó a verlo a Link. “Nosotros la fabricamos. Basada completamente en mis diseños y décadas de investigación; pero sí, fuimos los dos. Y creo que te resultará mucho más resistente que una espada de guardián.
“Gracias” dijo Link mientras guardaba la espada en su cinturón. “¿Hay algo más que me puedas dar? La criatura de Vah Ruta fue… difícil de derrotar”
“Bueno, estuve intentando crear una armadura resistente a los disparos de los guardi—”
“¿De verdad?” dijo Link asombrado. Si ese era el caso, entonces su futura infiltración en el castillo no sería tan suicida como temía.
“Bueno, si” dijo Rotver algo cabizbajo. “Pero aún no está lista para usarse. Ahora mismo, puede ser ligera y totalmente inefectiva frente a un guardián, o puede ser muy efectiva siempre y cuando no tengas necesidad de moverte rápido” Al ver la cara de confusión de Link, siguió. “Descubrí que para lograr el nivel de protección que necesito, la armadura tendría que pesar más de ciento treinta y seis kilogramos”
Link hizo una mueca y Rotver asintió.
“Así que ya ves por qué no está lista. Pero creo que lo lograré. Será mi prioridad ahora que estás de vuelta” Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia un pequeño cofre colocado contra la pared.
“Pero mientras” dijo mientras se agachaba y lo abría. Sacó varias varillas delgadas con plumas en un extremo. Link pensó que eran flechas, pero no se parecían a nada que hubiera visto antes. El extremo opuesto estaba cubierto por una especie de dispositivo grueso. En realidad se parecía mucho a las dos varillas metálicas de su espada, aunque más cortas.
Rotver le entregó las flechas. Eran cinco. Todas pesaban más que una flecha normal y definitivamente más en el frente. “Las llamo Flechas Ancestrales. Funcionan igual que tu espada, solo que estas se activan cuando apuntas con tu arco.” Le guiñó un ojo. “El interruptor está en el culatín. Nada mal, ¿eh?”
Link giró una, mirando la pequeña muesca que tenía justo debajo del emplumado. No veía nada que se pareciera al interruptor de su espada, pero confiaba en que Robbie sabía de lo que hablaba. “¿Y qué hacen?” preguntó Link, pensando en las flechas eléctricas.
“¿Además de aniquilar a todo lo que toque?” dijo Rotver, sonriendo de oreja a oreja y con las manos en la cintura. “Cuando impactan, explotan con la misma energía que el rayo de un guardián. No sé si podrás destruir a uno con un solo tiro, pero sé que le harán daño. Creo que te serán muy útiles contra esas criaturas en las bestias divinas.”
Link lo miró y sonrió en señal de gratitud. “Gracias. En serio. Luego de la primera, no se me ocurrió qué hacer para derrotar a las otras. Con esto servirá.”
“Siento no poder darte algo más. Si hubiera sabido que vendrías, habría pasado los últimos meses fabricando tantas armas como pudiera. He estado intentando perfeccionar un nuevo tipo de arco capaz de disparar flechas ancestrales lo más recto y preciso posible, pero no está terminado.”
“No sé cuánto tiempo pasará hasta que nos volvamos a ver, pero fabricaré tantas armas como pueda. Lo que sea con tal de salvar a la princesa.”
“No te preocupes” dijo Link. “Ahora que he activado el santuario, puedo usar la tableta para teletransportarme.”
La explosión de preguntas lo tomó por sorpresa, y a decir verdad, debió haberlo visto venir. No salió del faro hasta bien entrada la noche, mucho después de que Rotver y Keline hubieran experimentado con el módulo de teletransportación, y de que Keline tuviera oportunidad de hacer bocetos de los santuarios con las fotografías de Link.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Spring of Courage Fuente del Valor Hebra Mountains Cordillera de Hebra Guardian Core Núcleo ancestral Ancient Sword Espada Ancestral Cherry Caramelito Ancient Arrows Flechas ancestrales
Chapter 22: Capítulo 20
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 20
“Y recuerda, si surge algún problema con la espada o las flechas, ven a verme de inmediato” dijo Rotver mientras Link guardaba sus flechas en la silla de Valorio—eran muy largas e incómodas para colocarlas con las demás en su carcaj—junto a carne salteada y vegetales frescos que había comprado en el pueblo. “Son objetos delicados y frágiles, hechas con muchas piezas y componentes móviles—no como las que están hechas de hierro”
Link preferiría no pensar que sus armas eran frágiles. Necesitaban que fueran robustas y útiles para atacar y defender. Pero Rotver le aseguró que al menos la espada sería mucho más resistente al daño que su espada de guardián.
Llevaba puesta su túnica de campeón. Las palabras de Impa acerca de brindar esperanza a la gente al portar aquel atuendo resonaban en su mente, especialmente entre quienes conocían su verdadero significado. Rotver era ejemplo de eso—alguna vez vio a Link vestido con ella hace cien años atrás, en esa misma colina. Era un pensamiento inquietante, pero a la vez alentador.
“Gracias por la ayuda” dijo Link mientras terminaba de amarrar sus cosas. “Si llego a ver a Prunia o a Impa antes de que tu mensaje llegue, se los haré saber.”
Rotver le había dicho que ya iba siendo tiempo de que los tres ancianos se reunieran. Su autoimpuesto exilio cumplió su cometido. Los tres consiguieron sobrevivir el siglo pasado, cada uno dando información a Link luego desde su regreso. Ahora es tiempo de mirar hacia el futuro. Rotver sugirió que ambos se reunieran en su casa en Hatelia antes del fin de la primavera para poder iniciar la siguiente fase del plan, cual fuera que fuese.
El hecho de saber que no estaba solo lo reconfortaba. Aun así, era tiempo de seguir con su propia misión. La Montaña de la Muerte se alzaba sobre las otras montañas al oeste, y el humo que salía de su boca parecía más oscuro y denso que antes. Era algo de qué preocuparse, más aún teniendo en cuenta que el volcán había estado así de activo el año posterior al regreso de Ganon, según Rotver. Link solo esperaba que su visita a Rotver para preparase mejor no resultara en una catástrofe para los demás.
Los tres se despidieron, y Link le prometió a Keline informarle si se cruzara con algún otro santuario por el camino. Ella tuvo la esperanza de poder ir con él a un santuario a tres días de ahí, pero él se negó de la forma más educada que pudo. Ya había pasado mucho tiempo desde que liberó a Vah Ruta. Con un último adiós, se puso en marcha, cabalgando fuera del pequeño pueblo destartalado de Nueva Kasuto.
Luego de dejar el pueblo, tomó la ruta del sur en vez de ir por la que llevaba a la cantera. El recuerdo seguía fresco en su mente así que decidió evitar ese lugar por ahora. Quizá volvería en otra ocasión, para ver si algún otro recuerdo despertaba, pero por ahora, quiso seguir su camino.
Mientras bajaba por una colina, pasó por una granja donde los habitantes de Nueva Kasuto trabajan sus cosechas. Varios lo miraron pasar, pero ninguno lo llamó o intentó detenerlo. Al igual que en otros lugares de Hyrule, no estaban acostumbrados a ver forasteros. Los comerciantes como Telma parecían ser el único vínculo entre los habitantes esparcidos por todo el reino.
Pensar en esa escandalosa mujer de pelo rojo lo hizo preocuparse por su seguridad. Ella fue la primera persona que realmente conoció desde que despertó. No la ha visto desde que cada uno partió por su lado en el rancho de los Picos Gemelos. Se fue en dirección a la Región de los Zora, pero debido al bullicio de su victoria contra la bestia divina, no se le ocurrió preguntar si había llegado sana y salva. La ruta de este que llevaba al norte junto a la llanura de Hyrule no parecía estar infestado de monstruos como temió en un principio, pero el rancho donde conoció a Nyel claramente indicaba que no siempre era seguro.
Luego de girar por una curva en el camino rodeada por paredes de roca a ambos lados, se encontró de pronto con un campo abierto de varios kilómetros de ancho, sin un solo árbol a la vista. Al este se extendía el océano por el horizonte, y pudo ver la extraña isla con forma de espiral que había visto anteriormente. Una manada de caballos salvajes pastaba en un campo no muy lejos del camino.
Link pudo notar que Valorio quería acelerar la marcha, echarse a correr por el campo abierto, y no podía culpar al caballo, él también hubiera hecho lo mismo. Se inclinó hacia adelante y Valorio se echó a correr, dejando el camino y adentrándose en el campo. El viento le echó la capucha hacia atrás y lo despeinó. Una bandada de grullas alzó el vuelo, asustada por el galope del caballo.
Mientras corrían, sintió una oleada de alegría en su interior y pronto, se puso a sonreír y reír. Todos los pensamientos sobre su deber y su pasado se desvanecieron, y simplemente disfrutó estar presente en el momento, sentir el viento y el sol en su rostro y oler el mar. Soltó un grito de alegría, cosa que hizo acelerar a Valorio.
El galope duró un muy buen rato. Anteriormente, cuando Link lo puso al límite, el caballo había mostrado buena resistencia, pero ningún caballo hubiera podido correr a toda velocidad a más de unos cuantos kilómetros por hora. Pero esta vez, Valorio mantuvo el ritmo todo el tiempo, aparentemente disfrutó del aire salado del mar y de sentir el pasto bajo sus pezuñas. Algo que debió haber tomado varias horas en cruzar acabó tomando menos de una. Quizá el campo era más pequeño de lo que pensó.
Cuando finalmente aminoraron la marcha, el caballo respiraba a todo pulmón y el suelo comenzó a subir paulatinamente. Se bajó del caballo y lo acarició en el cuello con orgullo. Valorio se había ganado un buen merecido descanso. Para su sorpresa, luego de una casi una hora al galope, Link no se sentía adolorido. A decir verdad, se sentía más aliviado y descansado que en días anteriores. Ambos necesitaron liberar tensión, aparentemente.
Luego de darle una zanahoria a Valorio, caminó hacia una pequeña elevación y se sentó en el suelo. Sacó de su mochila unas cuantas frutas y vegetales que había recibido de los aldeanos para comer.
“¿Acaso vimos esto la primera vez que vinimos?” dijo en voz alta. Valorio resopló y bajó la cabeza para comer un poco de césped, luego de haber terminado su zanahoria. “No tú. Me refiero a mi y a la princesa Zelda. La princesa y yo.”
Se quedó mirando el océano. “Zelda y yo” Había algo en su nombre, cada vez que lo pronunciaba, que lo hacía sentir una oleada de…. ¿qué exactamente? ¿Lo hacía sentir cálido? Era más que eso. También lo hacía sentir nervioso. Una especie de ansiedad emocionante.
Suspiró y se recostó para poder ver el cielo azul. “Demonios, es igual que con Mipha. ¿Qué sentía yo hacia ella? Era una princesa después de todo.”
Una princesa junto a la que viajé solo. Una princesa a la cual llamé por su nombre. Una princesa que se sentó a mi lado en las fogatas. Una princesa que juré proteger. No le gustó la incómoda sensación que se le armó en el estómago, y acabó cerrando los ojos.
Link abrió los ojos de golpe cuando sintió un fuerte tirón de pelo, vio el claro y nublado cielo, y la cara larga de Valorio encima suyo. El caballo tenía un mechón de su pelo en la boca, junto con una mata de hierba. Cuando lo miró a los ojos, el caballo resopló aire caliente en su rostro.
Gruñió y liberó su pelo, se frotó el cuero cabelludo y lo empujó a Valorio para un costado. Se sentó y miró al campo abierto. Debió de haberse quedado dormido por la calidez del día y el distante sonido de las olas. A juzgar por la posición del sol, no pasó mucho tiempo dormido. Máximo una hora o dos.
Notó que el pasto a su alrededor estaba más corto que cuando llegó, y le lanzó una mirada de sospecha a Valorio, con una ceja levantada. El caballo, por su parte, simplemente lo ignoró, resopló y arrancó otro pedazo de césped.
“Eres todo un glotón” dijo Link poniéndose de pie. “Peor que yo” Sacudió un poco de pasto que tenía encima, suspiró y miró por el campo alrededor de sí. Pudo ver la manada de caballos de antes. Parecían tener curiosidad, pero también alerta, estaban lo suficientemente cerca como para observar y lo suficientemente lejos como para escapar si algo pasaba.
Luego de estirarse giró el cuello, volvió a mirar a su caballo y chasqueó la lengua. Valorio no respondió. Irritado, chasqueó la lengua otra vez. Una vez más el caballo lo ignoró, feliz de seguir pastando.
Link caminó hacia él, tomó sus riendas y tiró de ellas para que lo mirara. “Ya habíamos practicado esto” Le dio unas palmadas en el cuello antes de soltar las riendas y revisar que el caballo esté sano y entero. Debió de haber revisado antes de su larga corrida.
Ya satisfecho, se montó con un gemido y tomó las riendas en sus manos. Chasqueó la lengua una vez más, solo para que Valorio lo ignorara por tercera vez. “Fuiste tú quien quería correr. Yo no te obligué a nada. Ahora, andando” Dio un empujoncito con los pies y, finalmente, el caballo dejó de pastar y empezó a caminar pesadamente de regreso hacia el camino.
El viaje transcurrió sin muchos inconvenientes. Observó su ubicación en el mapa para evitar el camino que los llevaría hacía el pantano. Esa ruta pasaba por la Fortaleza y su guardián. Así que cuando llegaron a una bifurcación, optó por ir a la izquierda y seguir por el sur, donde el camino se elevaba cada vez más.
Según la tableta, esta zona de la cordillera de Akkala no estaba muy poblada hace cien años. Parecía que en el pasado había habido un pequeño asentamiento más al sur, pero aún quedaba bastante lejos. Es por eso que, cuando el sol se había puesto detrás de las montañas al oeste, se sorprendió al encontrar un lugar iluminado con antorchas y lámparas, y una casa en construcción que le resultó familiar.
El extraño lugar no estaba lejos del camino, estaba sobre una gran isla con forma de alfiler en medio del lago que constituía la mitad del pantano de Tarin. Se podía entrar a la isla por medio de un puente natural que la conectaba con este lado del lago. La vegetación del puente había sido removida, y pudo ver vías de carretillas que se extendían desde el camino hasta el puente.
La vegetación de la isla había sido removida, al igual que el puente, y una casa de varios pisos había sido construida. Había varias tiendas de dormir a un costado, cerca de pilas de materiales de construcción, con varios vagones y un número de caballos y mulas. Pero al otro lado de la isla había un montón de grandes rocas y afloramientos rocosos, supuso que sería difícil poder construir algo con eso en medio.
Detuvo a Valorio cuando llegó al puente y miró confundido a la extraña construcción que parecía estar fuera de lugar en un lugar tan desierto. Mientras observaba, varios hombres salieron a la luz, cada uno vestido con un chaleco de color. Pudo reconocer al jefe de todos ellos–un hombre alto y de hombros anchos, con una mata de pelo negro y un bigote igual de gruso. Era Karid de Construcciones Karud, de Hatelia.
“¿Qué demonios…?”
Guió a su caballo por el puente. En la entrada del sitio de construcción se habían clavado un par de postes a ambos lados del puente, con un letrero colgado entre ellos. Sin embargo, el letrero no decía nada y más bien servía como un arco por el cual pasar.
Un grupo de hombres que aparentemente se habían sentado a cenar alrededor del fuego lo miraron con desconfianza mientras entraba. Ninguno estaba armado, mientra que él estaba, quizá, muy armado. Karud se le acercó, y lo miró como si fuera un desconocido. Finalmente dijo “¿Señor Link?”
“Karid, ¿verdad?” dijo Link mientras desmontaba. “¿Qué están…. haciendo aquí?”
“Construyendo”
Link lo miró, asombrado por su forma tan corta de hablar. Era difícil saber qué pasaba por su cabeza, detrás de su grueso bigote y pequeños ojos redondos. “Bueno, si, ya lo noté…. ¿Cuando llegaste? Recuerdo que estabas en Hatelia la última vez que fui” Y eso que tenía el poder de la teletransportación gracias a la tableta.
“Hace dos días” Eso significa que estuvieron un día detrás de Link. Probablemente salieron luego de haber comprado la casa. “Creo que terminaremos la casa en los próximos dos días.”
“Pero nadie vive aquí” dijo Link aún confundido.
“Nosotros sí”
“¿Así que renunciaste y decidiste venir aquí?”
Karid pareció sorprenderse ante esta pregunta. Volteó a ver a los demás hombres quienes los observaban. Luego volvió a mirarlo a Link. “No” Al ver que Link no contestaba, siguió. “Karud nos pidió que vengamos”
“¡Ustedes construyan, yo me encargo de las ventas! Eso fue lo que nos dijo” dijo uno de los hombres. Link creyó haberlo reconocido de su estadía en la posada la primera vez que visito Hatelia, pero no estaba seguro.
“¿Así construyen casa con la esperanza de que la gente venga?”
“Si” respondió Karid. “Y no” Hizo una pausa, como si estuviera pensando por un momento. Al ver que eso no era suficiente explicación, siguió hablando. “Karud oyó que un grupo de personas pensaban mudarse aquí. Algunas de Hatelia, otras de la aldea Onaona”
“¿Entonces los envió aquí a construir casa para ellos?”
“Eso no es una casa” Karid miró al edificio que se estaba construyendo, y Link pudo notar que su postura cambió ligeramente. Se paraba con la frente en alto, orgulloso. “Ese es el nuevo cuartel general para la compañía Construcciones Karud del Norte” Los demás trabajadores sonrieron al oír ese nombre.
Link no era un hombre de negocios. Estaba bastante seguro de que nunca había sido uno en el pasado. Pero aun así, le pareció una estrategia muy arriesgada. Pero por otra parte, él había conocido a Karud. El hombre podía ser un poco…. excéntrico.
“¿Pero por qué aquí? ¿Por qué no en Nueva Kasuto?”
“A Karud le gustó la ubicación”
A decir verdad, Link supuso que era un buen punto. Y tenía que admitirlo, era probablemente más un buen lugar para una empresa constructora que para una tienda. En Nueva Kasuto había un pequeño grupo de árboles, pero había más cosechas y granjas. Sin embargo, en este lado de la cordillera había muchos más bosques frondosos. Pero aun así, no estaba seguro de que tan viable sería la expansión de la compañía.
Hubo un silencio incómodo entre los dos mientras se miraban, esperando a que él otro siguiera la conversación. Finalmente, Karid le hizo seña para que se acerque al fuego junto a sus hombres para cenar. Link sonrió y lo siguió en silencio igual que él.
Mientras cenaban, Karid y sus hombres explicaron en detalle qué estaban haciendo exactamente. Al parecer, un hombre adinerado y propietario de un viñedo en Hatelia había hablado con Karud sobre mudarse a la cordillera de Akkala, con el fin de recuperar algunas tierras que habían pertenecido a sus ancestros antes del cataclismo. El hombre accedió a financiar la expedición a Akkala, incluyendo la construcción de varias casas para él y cualquier empleado que trajera consigo.
Karud, al ver la oportunidad, decidió ir más allá de lo acordado. En lugar de simplemente construir un viñedo, se imaginó algo mucho más grande. Se imaginó un nuevo asentamiento. El primer nuevo asentamiento hyliano fundado en casi cien años. Un pueblo entero construido por la recientemente fundada Construcciones Karud del Norte, con Karid a la cabeza.
Había, claro, un pequeño inconveniente.
“Necesitamos un goron” dijo Karid mientras comía del estofado que hicieron.
“¿Un goron?” dijo Link alzando la mirada de su tazón con una cuchara en la mano.
“Un goron” Karid se llevó el tazón a la boca y terminó los restos. Un poco del estofado caía por su bigote cuando bajó el tazón. “Esas rocas son mucho peor de lo que imaginamos”
“Cuando Karud nos dijo que habría rocas aquí, pensamos en, bueno, rocas y ya.” dijo uno de los trabajadores llamado Karim. “¡No pensamos que tendrían el tamaño de una casa!”
“Simplemente no tenemos suficiente mano de obra para quitarlas” dijo Karid y asintió con Karim. “Nos tomaría meses, incluso si todos los empleados de la compañía estuvieran aquí, y no tenemos los materiales ni las herramientas necesarias. Con nosotros solos, construir la aldea Arkadia nos llevaría… ” Miró alrededor hacia sus hombres. “Años, incluso más.”
“¿Pero con un goron bastaría?”
“Pues sí” dijo Karim emocionado. “Son expertos en destruir rocas, ¿verdad jefe?”
Karid se chupó el bigote y asintió. “Con uno o dos goron bastaría. Pensaba enviar a algunos de los K1 a la montaña y ver si encontraban a alguien que quisiera trabajar con nosotros”
“¿Los…. K?”
Los empleados compartieron miradas en silencio los unos a los otros. Finalmente, Karid dijo “¿En serio no…. lo notaste?” Al ver su mirada de confusión, unos cuantos de los trabajadores comenzaron a reírse. “Es una de las políticas más importantes de la compañía. Todos los empleados deben tener un nombre que empiece por ‘Ka’.”
Bueno. Link supuso que, en vista del continuo declive de la civilización, ocurriría una que otra rareza. El estrés puede romper a cualquiera.
“Entonces, si quisiera unirme—”
“No puedes”
“Porque mi nombre no empieza con ‘Ka’”
“Supongo que podrías cambiarte el nombre, pero…” Karid pensó por un momento, pero luego negó con la cabeza. “No, no creo que al jefe le vaya a gustar. Así que no. Pero gracias por el interés”
No estaba interesado, pensó Link con una pequeña sonrisa. Pero luego dijo en voz alta “De hecho, ahora me dirijo a la Montaña de la Muerte. Puedo ver si algún goron está interesado en venir aquí”
Karid se acarició el bigote mientras pensaba y observaba a Link a través de la fogata. Por otro lado, Link no estaba muy seguro de por qué estaba siendo objeto de tanto escrutinio. Finalmente, Karid dijo “No puedo pagarte ya que técnicamente no eres un empleado. Pero estaremos encantados si pudieras encontrar algún goron que nos ayude”
“No estoy pidiendo una—”
“Siempre y cuando su nombre sigan las políticas de la compañía”
Quizá eso fue una mala idea.
“De acuerdo. Si es que encuentro a algún goron interesado en ayudar y su nombre comience con ‘Ka’, me aseguraré de enviarlo para acá”
“¡Genial!” dijo Karid claramente complacido. Su bigote se arqueó formando una sonrisa. “En ese caso…” Se levantó y caminó hacia un barril cercano. Tomó unos cuantos jarrones de su tapa. Tan pronto como hizo eso, los demás empleados se levantaron de golpe y fueron a ayudarlo. Luego de varios segundos de conmoción, Karid regresó a la fogata con dos grandes llenas de líquido ámbar, mientras los demás se apresuraban a llenar sus jarras en el barril.
“Tengo que cuidar esto, ya que es todo lo que tenemos, pero ya que estamos por cerrar un acuerdo de negocios que nos beneficia a ambos, me parece la ocasión perfecta.” Karid le pasó la jarra a Link, quién la tomó con desconfianza. No estaba seguro en qué sentido el acuerdo los beneficia a ambos.
Karid sonrió de oreja a oreja y se llevó la jarra a la boca. Luego de vacilar un momento, Link hizo lo mismo. La cerveza le quemó mientras bajaba, y se vio forzado a contener sus ganas de toser, antes de que sintiera una cálida sensación en el estómago. Tenía un distintivo sabor a miel que sabía bien.
Luego tomó otro trago.
“¡Así que no tengo ni la menor idea de cómo se supone que mate a un demonio cerdo gigante!” dijo Link gesticulando con las manos. Los demás se habían ido a dormir, quedando solo Karid y él junto a la fogata. “Pero tengo que hacerlo. Por ella”
“Bueno, tendrás que hallar la forma de rescatarla” dijo Karid.
“Exacto, quiero decir, no puedo dejarla ahí encerrada con esa cosa, ¿o si? ¡Soy, o más bien fui su caballero, no lo sé! Y quizá su amigo. Creo que fuimos amigos. No lo sé. Ojalá pudiera recordar más”
“Yo tampoco recuerdo mucho de mi infancia” Karid se llevó la hidromiel a los labios y se terminó la jarra. “Dicen que me caí de un árbol y me golpeé la cabeza. Mamá dice que casi me muero”
“Detesto no recordar nada. Siento como si me faltara una parte de mi. No puedo evitar pensar que, si tuviera mis recuerdos, todo esto sería más fácil. Sabría cómo derrotarlo.” Link se detuvo y frunció el ceño. “¿Verdad? De seguro supe cómo derrotarlo en el pasado. No creo que me hubiese enfrentado a él sin un plan”
“Estoy seguro que algo se te ocurrirá. Tú mismo mataste a esa cosa en la Región de los Zora”
“Si, a duras penas. Si Mipha no hubiera estado ahí, estaría tan muerto como….” Se quedó en silencio un momento. “No sé” Se detuvo y miró a su jarra vacía. ¿Cuántas había tomado? No lo sabía. “Sabes, sigo pensando que oí a Zelda hablándome mientras estaba en la Región de los Zora, luego de liberar a la bestia divina. Juraría que la oí mientras dormía, pero no me ha hablado desde entonces”
“Quizá estabas soñando”
“Pero no se sintió como un sueño. Soñé con ella varias veces, pero eso fue distinto” Gruñió y bajó la taza, se inclinó hacia adelante y apoyó la cabeza sobre sus manos. “Juraría que estaba ahí, justo a mi lado.”
Karid exhaló un largo suspiro a través de su bigote. “A veces yo también sueño con tener una mujer a mi lado mientras duermo”
“Eso no—quiero decir, no me refería a eso, yo—” Link vaciló y negó con la cabeza. Su visión se puso borrosa antes de volver a la normalidad. “No importa. Tengo tantas preguntas que parece que nadie quiere contestar.” O que temía hacer, si era honesto consigo mismo.
Su conversación duró por varios minutos antes de que Karid se levantara y gruñira levemente. Caminó hacia Link y colocó una mano sobre su hombro. “Estoy seguro que encontrarás la respuesta” Y así, se dio la vuelta y se dirigió a su tienda de dormir, sin siquiera quitarse el chaleco o las botas.
Link permaneció ahí un buen rato, observando el fuego. Finalmente se levantó, aunque con poco equilibrio. Parpadeó desconcertado mientras el mundo se tambaleaba y giraba a su alrededor. ¿Cuánto había tomado? Cuando recuperó el equilibrio, cuidadosamente se alejó de la fogata con una mano en la frente. Se acercó a su saco de dormir, el cual había sido colocado sobre el césped al otro lado de donde estaban los demás.
Mientras se desvestía, no pudo evitar mirar al cielo. Las lámparas se habían apagado y la luna creciente que se alzaba sobre sus cabezas solo proporcionaba una iluminación muy tenue. Le pareció ver millones de estrellas en el cielo, extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Era precioso.
Miró a su alrededor y vio la sombra de la Fortaleza, recortada contra el resplandor anaranjado de la Montaña de la Muerte. Estaba tan cerca que su visión se amplió. Era una espiral de muerte y destrucción, un lugar donde aún habían y volaban guardianes, que aún lo buscaban. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda, y deseó no haberse alejado del fuego.
Se acostó, se metió en su saco e intentó ponerse cómodo. No fue fácil, ya que el suelo debajo de él estaba lleno de piedritas que lo pinchaban en la espalda, hombros y nalgas. Suspiró y se puso a correrla a un lado.
Llamas.
Todo estaba en llamas.
Todos estaban muriendo.
Estaba parado en medio de un círculo de edificios en llamas. A lo lejos oyó gritos de gente sufriendo. Su gente. Giró sobre sí en busca de alguien —quien sea— que pudiera salvar. Pero no vio nada más que una ciudad en llamas.
“¿Dónde estás?” dijo lleno de pánico. ¿Dónde estaba su familia? ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Dónde estaba su princesa? “¡Responde! ¿Dónde estás?”
Oyó más gritos, más gritos de terror. Se echó a correr hacia un callejón, pero el fuego se propagó antes de que lo alcanzara. Por un instante, creyó haber visto un rostro—una chica de ojos azules, muchísimo más jóven que él—pero luego desapareció, consumida por las llamas.
Se dio la vuelta y corrió para el otro lado, hacia otro callejón, hacia otra salida. Pero el fuego una vez más se lo impidió cuando se acercó. Oyó el sonido del metal chocando contra otro. Oyó el sonido de hombres gritando su último aliento.
“¡¿Dónde estás?!”
“¡Link!” Oyó una voz. Era su princesa, Zelda.
Giró hacia el origen de la voz, buscándola. Estaba ahí con él hace unos segundos, ¿no? ¿Cuándo fue que la perdió de vista? Corrió alrededor del enorme círculo. En su centro estaba una fuente rota y seca.
“¡Princesa!”
Oyó un grito. Un horrible y terrible grito. Hizo que se le helara la sangre.
“¡Zelda!”
Algo chocó con su espalda, y se dio la vuelta y miró con horror. Vio seis patas, cada una larga y flexible, trepando por los escombros y cuerpos de sus hermanos caídos. Estaba de pie frente a él, y él estaba muy para correr. Apenas mantenerse de pie, usando su espada como bastón. Ya no podía luchar, pero aun así encararía a la muerte estando de pie.
El ojo azul lo encontró y se volvió rojo al reconocerlo. Comenzó a cargar su rayo, y él lanzó un grito, desafiándolo. El ojo disparó, y él ardió en llamas.
Se incorporó de un salto en su saco de dormir, totalmente agitado y lleno de pánico. Aún podía ver el fuego a su alrededor, aun podía ver el terrible ojo buscándolo con la intención de acabar con su vida. Pero luego, todo desapareció. Ahora estaba en la isla llamada aldea Arkadia. Colocó una mano sobre su pecho y sintió cómo latía su corazón. Cuando retiró su mano, vio que estaba mojada. Estaba empapado de sudor. Su cabello, cuya cola de caballo había soltado, se le pegaba a la cara. Su saco de dormir estaba húmedo.
Se levantó temblorosamente. La debilidad que sentía lo hizo recordar a como estaba en el sueño—sin poder estar de pie, usando su espada como soporte. Con una mano se despegó las patillas del rostro antes de dirigirse a un barril de agua que pertenecía a los carpinteros.
Se echó un poco de agua en la boca antes de verterse otra cantidad por la cabeza. El agua fría le ayudó a recuperar la sobriedad, expulsando de su conciencia los efectos persistentes del sueño.
Tomó otro largo sorbo de agua antes de dar un paso atrás y colocar una mano sobre su frente. Había sido tan real. Sintió el calor del fuego. Sintió el terrible rayo del guardián impactando contra él. ¿Realmente había pasado? Deseó con todo su ser que lo que vio fuera un sueño y no un recuerdo.
Lentamente caminó hacia adelante, sin ganas de volver a la cama. Ya podría volver a dormir. Se percató de que aún era de noche. La luna se había acercado inexorablemente al horizonte, pero el amanecer todavía no iluminaba el cielo. Era una noche fría pero agradable sobre su pecho desnudo.
Dio la vuelta a un pequeño saliente rocoso, se sentó en él y miró hacia arriba. A lo lejos, millones de estrellas pintaban el cielo. Mientras observaba, se dio cuenta de que podía identificar algunas constelaciones que le resultaban familiares, pero no sabía ni su nombre ni su significado.
En voz baja, para no despertar a los demás, dijo. “¿Princesa, puede oírme?” Silencio absoluto, a excepción del llamado de un pájaro a lo lejos. Probablemente estaba atrapada en el castillo, incapaz de verlo u oírlo. Aprisionada por Ganon.
“¿Princesa?”
No oyó nada. Aún recordaba el pánico que sintió en su sueño. Necesitaba verla. Necesitaba saber que estaba a salvo. ¿Lo estaba ahora?
“Zelda”
Oyó algo esta vez. Era apenas un susurro en el aire, más silencioso que la briza a través del césped. Si hubiera habido otro sonido, capaz ni lo hubiera oído.
“Link”
Por unos segundo, permaneció sentado en silencio, manteniendo la respiración. ¿De verdad oyó….? Parecía muy bueno para ser verdad. Capaz fue una ilusión. Pero luego oyó su voz otra vez.
“Link”
“¿Puede oírme? ¿Puede hablar?” Habló un poquito más alto esta vez, esperando tener obtener una respuesta, pero temiendo que no sea así.
“Si, pero….” Hubo una pausa y, cuando habló de nuevo, su voz sonaba más fuerte que antes. “Mi tiempo es limitado. No soy tan fuerte como antes, y si Ganon descubre que estás vivo, temo que… Sigue furioso por la destrucción de su criatura en Vah Ruta”
“¿Se encuentra bien?” Las palabras le sonaron estúpidas. ¿Cómo iba a preguntarle si estaba bien, luego de todo lo que sufrió los últimos cien años? Más aún considerando todo lo que sufre ahora.
“Por el momento aun puedo contenerlo. Después de todo, tengo los poderes de la diosa” Le pareció detectar un tono de amargura en su voz, pero era difícil saberlo. Un segundo después, ella dijo. “¿Y qué hay de ti, Link? Te he estado observando todo este tiempo. He visto que has comenzado a recuperar la memoria. ¿Qué tanto recuerdas?”
“No mucho” Susurró con la mirada baja. “Nada más que fragmentos y cosas así. La vi…. a usted. En la Fuente del Poder”
“Si…. recuerdo ese día. Me preguntaba si habías ido ahí por eso.” La princesa guardó silencio unos segundos antes de volver a hablar. “Fue una dura noche, pero no fue tan terrible”
Link pensó en las risas que compartieron, los chistes y bromas, y en el calor de su cuerpo junto al de él. No, no había sido tan malo, aunque todo eso quedó opacado por lo que ocurrió luego. No había conseguido cambiar el ritual de esa noche.
“¿Qué más recuerdas?”
Link exhaló lentamente, negando con la cabeza. “Pedacitos. Recuerdo un poco de mi tiempo en la Región de los Zora, con Mipha. Eso y otra cosas pero borrosas, lugares en los que estuve, gente que quizá conocí.” Link fijó la mirada en un punto en el horizonte, tratando de imaginar a la princesa frente a él. “Es confuso, no sé dónde ni cuándo ocurrieron.”
“A veces mis recuerdos también son así” dijo ella. Su voz sonaba tan cerca que hasta podría estar justo a su lado. “A veces recuerdo las cosas con tanta claridad que puedo sentirme casi como…. yo misma. Otros días, apenas sé quién soy. Esos días son en los que más me cuesta contener a Ganon.”
“Lo siento mucho, princesa” dijo Link con el corazón lleno de horror. “Ojalá pudiera recordar más—ojalá supiera en qué me equivoqué para no cometer el mismo error.”
“No seas ridículo” ¿Acaso… notó alegría en su voz? “Es gracias a ti que el mundo sigue con vida” De seguro vio la cara de confusión en su rostro, ya que siguió hablando, más rápido, antes de que él pudiera decir algo. “Temo que no tengo tiempo para explicarlo todo. No estoy segura de que pueda. Puedo sentir a Ganon presionando contra mi barrera.”
“Pero Link debes saber que, verte con vida, oír que estás recuperando la memoria, y presenciar tus victorias contra las criaturas de Ganon…. Todo eso me da esperanza. Me dan fuerza. No voy a poder…. hablarte así todo el tiempo, y lo lamento. Sé que sigues confundido, pero por favor, sé fuerte. Ten fe en que lo sabrás todo en su debido momento.”
“Lo haré” dijo con el ceño fruncido. “Encontraré la forma de sacarla de ahí”
“Sé que lo harás”
Sintió un cambio en el aire que le indicó que la princesa se había ido. Había regresado al castillo para prevenir que Ganon se liberara.
Link se recostó con las manos sobre la nuca, mirando el cielo estrellado. Permaneció ahi hasta el amanecer, mirando en silencio como el cielo gradualmente se iluminaba y las estrellas se esfumaban.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Torin Wetlands Pantano de Tarin Tarry Town Aldea Arkadia
1: Honestamente no me gustó como traduje este chiste, pero sin él el diálogo no tenía sentido.
Chapter 23: Capítulo 21
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 21
“Y no olvides las políticas de la compañía sobre los nombres” dijo Karid mientras miraba a Link montado en su caballo. “Estoy seguro que encontrarás un goron que cumplas los requisitos.”
Link, por su lado, no estaba seguro de todo, pero de todas formas le dijo que sí. “Si encuentro a alguien, le haré saber sobre Arkadia” dijo sonriendo.
Detrás de Karid, los empleados ya se habían puesto a trabajar. Se despertaron con la primera luz del día, desayunaron rápidamente un pez salteado y se pusieron manos a la obra. Uno de ellos, llamado Kastro o algo así, predijo que llovería ese día, lo cual puso los muchachos a trabajar frenéticamente.
“Gracias Link” dijo Karid con una sonrisa. “Sabes, al principio creí que eras un sujeto bastante extraño cuando te vi en Hatelia, pero ahora veo que eres un buen chico”
¿Gracias, creo? dijo Link mentalmente. Verbalmente dijo “Estupendo. Mucha suerte con la aldea. Pasaré por aquí si es que estoy por la zona” Se inclinó y ambos se dieron la mano en señal de despedida, para luego chasquear la lengua para que Valorio se pusiera en marcha.
Una vez pasado el puente, volvió al camino viejo, giró hacia el sur y comenzó a subir por la colina. Mientras subía, volteó la mirada hacia la pequeña aldea que apenas se estaba fundando. Para lo extraños que eran sus fundadores, verlo le levantó el ánimo. Hasta ahora, el único asentamiento creado desde la caída de Hyrule era Nueva Kasuto, el cual había sido fundado por los familiares de los soldados que lucharon y murieron en la Fortaleza. Era un pueblo hecho por refugiados. La aldea Arkadia, suponiendo que crecerá lo suficiente para llamarse aldea, era distinta. No fue fundada a base de tragedias ni necesidades, sino de esperanza. Bueno, la esperanza de un hyliano adinerado por nuevas riquezas y la esperanza de Karud por la fama, pero esperanza al fin y al cabo.
Eso le pareció un buen presagio. Siguió rumbo a la Montaña de la Muerta y a la bestia divina Vah Rudania.
Las predicciones de Kastro resultaron ser ciertas para el medio día, cuando una lluvia torrencial cayó desde el oeste, acompañada por un fuerte viento. Mientras avanzaba por un puente, llevando a Valorio por las riendas a pie, la lluvia lo alcanzó, empapándolo completamente. Ya se había acostumbrado a viajar bajo la lluvia, así que se puso su capa, ajustó el cuello y se puso la capucha. Pero no sirvió de mucho para mantenerlo seco, ya que el puente pasaba cerca de una cascada originaria de la Región de los Zora que lo sumergió en una niebla.
La lluvia no paró hasta luego de haber armado su campamento horas después, luego de haber caminado con dificultad por una serie de puentes que cruzaban por el lago y la cascada sur de Akkala. Logró encontrar refugio bajo un pequeño saliente en los acantilados que rodean la Región de los Zora. Se vio forzado a dormir sin una fogata esa noche ya que no pudo hallar madera seca, pero le vino bien. La grieta en la roca que había encontrado estaba justo enfrente a la antigua plaza de armas de Akkala.
Mientras el sol bajaba, él mantuvo la mirada en la Fortaleza, atento a cualquier signo del guardián que sobrevolaba por ahí. Lastimosamente pudo verlo, volando en círculos alrededor de la estructura, pero no estaba solo. Cuando la noche cayó, las luces coloridas de los guardianes se hicieron más notables, revelando que aún quedaban otros dos guardianes de seis patas activos, rondando por la Fortaleza como si estuvieran patrullando.
Se le retorció el estómago por el miedo miedo y la ansiedad. Ninguno pareció percatarse de su pequeña y diminuta figura a lo lejos, pero aun así, se sintió aliviado al montar a Valorio la mañana siguiente y poder alejarse de la Fortaleza. Ese día volvería a llover, dadas las nubes en el cielo.
Parecía ser que la primavera en Hyrule era una estación bastante húmeda.
Más tarde ese día llegó a una bifurcación en el camino que llevaba a la Montaña de la Muerta. Le dio las gracias a Valorio por su perseverancia y aguantar otro día lluvioso. Llovió varias veces durante el transcurso de la mañana a la tarde. Aún le quedaba un largo camino por delante, así que se dijo que sería lo mismo descansar ahora que descansar después.
Desmontó por detrás de Valorio, e hizo muecas por el dolor que había comenzado a sentir en las piernas. La ropa húmeda tampoco ayuda mucho que digamos, y le hacía sentir la multitud de rozaduras que tenía debajo de la túnica y los pantalones.
“Es un…. espléndido día” dijo al quitarse la capa y colocarla sobre una rama de árbol. Luego de pensarlo un segundo, también se quitó la túnica y la estrujó lo más que pudo para sacar todo el agua. “Honestamente, dudo que los próximos días sean mejor que este”
Valorio respondió con un resoplo y luego se puso a comer el césped.
“Tienes razón” se quitó las botas y los calcetines empapados, y se puso a buscar algo con lo que encender una pequeña fogata. No le vendría mal poder secarse un poco antes de seguir con su camino. Desafortunadamente, la lluvia había caído con la misma intensidad que en la sierra de Akkala, y el cielo aún no se despejaba. El suelo tampoco se había secado lo suficiente como para secar sus cosas. Pero si era un día cálido, y Link no tenía frío, incluso con el torso expuesto al aire.
Luego de comer algo, tomó su espada de su saco y desenvainó el arma plateada zora para admirar su superficie. Esto, por lo menos, parecía no verse afectado por el clima húmedo que estaba sufriendo. Supuso que era completamente a prueba de óxido y al agua, teniendo en cuenta su lugar de origen.
Caminó hacia un pequeño claro lejos del camino y de Valorio. Una vez ahí, tomó una postura de espadachín y sonrió al ver que su cuerpo respondía de forma natural. Sabía exactamente qué hacer, aun sin no recordaba cómo fue que lo aprendió. Mientras realizaba sus katas olvidados, notó que todas sus preocupaciones desaparecían. Su mente se sintió más relajada y tranquila desde que habló con la princesa hace dos días, cosa que le permitió reflexionar desde otro punto de vista.
Pensó que hablar con la princesa le traería paz y tranquilidad, pero en vez de eso, lo hizo sentir más conflictuado y resaltó el abismo que los separaba, tanto en mente como en cuerpo. Estaba claro lo dedicado que fue mientras viajaban juntos, su deber como su protector lo apasionaba. Si bien tenía pocos recuerdos de ese entonces, su corazón aun recordaba el respeto y la devoción que le tenía a la princesa.
Pero claro, era más que solo eso. Sería estúpido asumir que no tuvo sentimientos por la princesa más alla del respeto y la devoción. Su recuerdo en la Fuente del Poder era prueba suficiente de ello. Fueron amigos, y Link creyó que pudo haber sentido algo más por ella. No le sorprendería descubrir si tuvo sentimientos por ella, al fin y al cabo, era una hermosa mujer. A eso agregarle el hecho de que viajaban solos, completamente solos.
Pensar en eso lo hizo sonrojarse, y luego volvió a enfocarse en sus movimientos, blandiendo la espada ya sea con una mano o con ambas. Unos cuantos mechones de pelo se le pegaron a la frente debido al sudor. La leve brisa que sopló por él se sintió agradablemente fría.
Le resultaba extraña la manera en que revivía sus recuerdos. Cuando estos volvían, los experimentaba a través de sus propios ojos, y no como un simple espectador. Pero la verdad, se sentía como leer un libro con las páginas mezcladas. No tenía el contexto detrás de ellos. Si sabía cosas sobre las cuales reflexionó en el recuerdo. Había tres fuentes, la Fuente del Poder, la fuente del Valor, y una más. Solamente conocía la ubicación de la Fuente del Poder, aunque recuerda haber pensado en la Fuente del Valor durante su recuerdo.
Era frustrante. Los fragmentos en los recuerdos que veía contenían fragmentos de otros recuerdos, dejando pistas sobre sucesos previos pero sin poder seguirles la pista. Incluso sus recuerdos de Mipha y la Región de los Zora estaban, lastimosamente, incompletos, aunque su estadía ahí ciertamente lo ayudó a recordar los recuerdos restantes.
Comenzó a moverse más rápido, gimiendo por la fuerza de sus ataques y estocadas. Una parte de él estaba furiosa por lo injusto de todo eso. Pero no era un niño inocente. Aún sin su memoria, sabía que el bien no siempre vencería al mal tal como en los cuentos de hadas. Pero aun así estaba mal. No se suponía que fallarían tal como lo hicieron. ¿Y de quién era la culpa? Se negaba a creer que era de la princesa. Más aún luego de lo que presenció en la Fuente del Poder. ¿Había sido suya entonces? ¿Acaso no obtuvo lo que se suponía debía obtener, la Espada Maestra? Su habilidad con la espada era evidente, incluso después de cien años. ¿Así que de quién era? ¿De quién fue la culpa de que—?
Oyó el grito de una mujer aterrorizada, cosa que rompió su concentración. Volvió a tener la mente en el presente. Las nubes se habían dispersado, dando lugar a los rayos del sol que resaltaban el pasto y los árboles. Estaba empapado de sudor de los pies a la cabeza. Y había una mujer con ropa sucia de viaje sentada en el suelo frente a él con los ojos llenos de miedo.
Parpadeó dos veces todo confuso, y dio un paso atrás para mirar rápidamente su espada. ¿No la había…? No. Su espada no estaba manchada con sangre y la mujer no mostraba signos de estar herida. ¿Cómo hizo para acercarse sin que él lo notara? ¿Acaso estaba tan concentrado que olvidó el mundo a su alrededor por un momento?
“Lo siento, estaba….. distraído. ¿Te encuentras bien?” Puso la espada a un lado, clavando la punta en el suelo mojado, y dio un paso adelante para ayudarla a ponerse de pie.
La mujer lo miró a él y luego a su mano, se notaba que aun estaba asustada. “Intenté llamarte pero no respondías. Pensé que quizá no me oíste, pero seguías sin responder incluso cuando me puse enfrente de ti…”
Sintió como rostro se sonrojaba. “Estaba…. muy distraído. Perdón si te asusté. No estás herida, ¿o si?”
“No, estoy bien” dijo antes de tomar su mano y dejar que la levantara. Link inmediatamente notó como ponía el peso de su cuerpo sobre una pierna en vez de las dos.
“¿Segura?”
“Si, yo….” la mujer hizo una mueca y se miró a los pies. “Estaba recorriendo el sendero cuando un rayo espantó a mi caballo. Me echó al suelo y salió corriendo. Creo que me torcí el tobillo al caer”
“¿Te torciste el tobillo?” dijo Link pensando en las habilidades de curación que Mipha le había otorgado. “¿Quieres que le eche un vistazo? Quizá pueda hacer algo para—”
“¡Oh no no!” dijo la mujer rápidamente. Retrocedió cojeando, con las manos en alto. “Está bien. Solo vine porque eres la primera persona que veo en los últimos dos días. He estado intentando llegar a ese punto de comercio al pie de la Montaña de la Muerte, pero no ha sido fácil debido a mi tobillo. Esperaba que tú también fueras en esa dirección”
Claramente era una mujer asustadiza, pero no podía culparla. Pensó, algo avergonzando, en cómo debió haberse visto. Estaba blandiendo su espada igual que, bueno, un asesino, y casi le corta la cabeza en el proceso. Para empeorar las cosas, se había quitado la túnica, dejando al descubierto sus múltiples cicatrices. Debió de haberle tomado mucho valor el siquiera acercarse, él ni notó su presencia.
“Estás de suerte” dijo, intentando esbozar una sonrisa alentadora. “Me dirijo exactamente ahí. Estaré encantado de ayudarte llegar”
“¿En serio?” sus hombros se desplomaron por el alivio. “Gracias a la diosa. No sé qué iba a hacer si me decías que no”
Sintió un nudo en el estómago al imaginar qué hubiera pasado si ella se acercaba a alguien más. Pasó por su lado cuidadosamente, no fuera que se viera amenazante, y tomó su túnica de la rama de árbol y se la puso. Cuando volteó, ella observó la túnica con curiosidad.
“Qué color. De seguro la teñite en la aldea Hatelia”
Se miró a sí mismo y a la túnica azul de campeón que había elegido vestir ese día. “Fue un regalo, de hecho, pero supongo que la persona que la hizo obtuvo la tela ahí”
“Es muy bonita”
Link la miró, sonriendo y sintiéndose cada vez más cohibido. Tenía pelo castaño rojizo recogido en una coleta suelta y unas ligeras pecas en las mejillas, y parecía tener casi la misma edad que Zelda. Vestía una simple blusa con un par de pantalones, aunque su ropa estaba manchada con lodo, de seguro por dormir en el suelo durante la lluvia.
“Gracias” dijo él antes de tomar su capa y ponersela. “¿Tienes hambre o algo? Me sobra algo de comida”
La mujer le indicó un pequeño bolso que colgaba de sus hombros. Link supuso que lo llevaba puesto cuando se cayó del caballo. “He podido comer, por lo menos”
“Genial” Luego de un momento, carraspeó. “Me llamo Link, por cierto.”
La mujer sonrió cálidamente y dio un paso adelante, aún cojeando por su tobillo lesionado, y le tendió la mano. “Soy Delia. Encantada de conocerte, Link”. Él le estrechó la mano, notando la fuerza de su apretón y los callos en sus dedos. Es evidente que trabaja mucho con las manos, pensó.
Luego de estrechar las manos, Link señaló hacia Valorio. “Apuesto a que te mueres por darle un respiro a ese tobillo. ¿Quieres que te ayude a subir?”
“Eso sería de muchísima ayuda. No creo que pueda seguir caminando así”
Link se acercó a ella, dejó que colocara un mano sobre su hombro y la ayudó a moverse hacia Valorio, quien no estaba lejos. Al llegar, Link sostuvo su pierna lastimada y la levantó, permitiéndole pasar la otra pierna por la silla de montar. Ya sentada, Link ajustó los estribos y la ayudó a meter el pie en uno de ellos.
“¿Qué tal así?” preguntó al dar un paso atrás. “¿Estás cómoda?”
“Si, muchas gracias” dijo con una cálida sonrisa. Un segundo después, frunció el ceño. “Pero, ¿y tú? No me parece justo que camines todo el camino por mi. De seguro cabemos los dos aquí.”
De repente Link sintió cómo se le acaloraba el cuello y negó con la cabeza. “No, así está bien. De todas formas, creo que a Valorio le encantaría llevar a alguien más liviano que yo. Cabalgó muy duro estas últimas semanas. Puedo caminar.”
“Si así lo dices. Es solo que no me parece bien tener que hacerte caminar todo el camino.”
“No te preocupes” Link se sentó en el pasto y se puso las medias y sus botas, las cuales aún estaban húmedas. Se percató que una de sus medias tenía un agujero, por donde salía su dedo gordo del pie, cosa que lo irritó un poco. Pero simplemente suspiró, se puso la bota y ajustó los cordones. Al levantarse, no puedo evitar pensar que, efectivamente, la caminata sería incómoda dada su ropa mojada, pero qué le iba hacer. Según él, ir montados en una sola silla sería igual de incómodo.
Se acercó al caballo. “Disculpa, solo quiero tomar esto…” Desató su vaina de la silla con cuidado de no tocar accidentalmente la pierna de Delia. El haber pensado en sus viajes con la princesa Zelda lo puso de mal humor, y se reprendió por eso. Pero aun así, no estaría mal tener a alguien con quien hablar, aunque sea por un día. Algo que lo distraiga de sus pensamientos sobre el pasado.
“Esa es una espada muy bonita” dijo ella mientras él se ataba la vaina a la espalda y recuperaba su espada. Usó el pasto para limpiarla del barro, luego de haber estado clavada en el suelo, y la guardó.
“Fue otro regalo también” dijo él con una sonrisa sarcástica. “De hecho, casi todo lo que tengo fue un regalo, por así decirlo”
“¡Suena a que tienes amigos muy generosos!”
“Si, algo así”
“¿Y eso de ahí también es otro regalo?” señaló la tableta en su cintura.
“Oh, ¿esto?” pasó los dedos por la fría superficie de la tableta. “Se lo…. estoy guardando a una amiga mía” No supo por qué, pero de repente no quería que le hiciera preguntas sobre eso. Tomó las riendas de Valorio y tiró de ella con suavidad para encaminar al caballo colina arriba.
“Si no te incomoda la pregunta, ¿por qué estás viajando sola?” preguntó Link cuando comenzaron a caminar por el camino lodoso. Los caminos de ladrillo se terminaron cuando dejó la sierra de Akkala. “Oí que estos caminos suelen ser peligrosos”
“Mira quien habla, solo son tu y tu caballo”
“Bueno, yo voy armado.” Link sonrió e indicó la espada sobre su hombro.
“Tengo familia cerca del puesto. Espero poder pasar algo de tiempo con ellos” dijo, un poco avergonzada. “Honestamente, esperaba poder escapar de cualquier peligro con mi caballo”
“Algunos monstruos de la zona andan a caballo” dijo Link, acariciando con cariño la nariz de Valorio. “¿Y de dónde vienes?”
“De la aldea Hatelia”
Link volteó a mirarla algo sorprendido. “¿En serio? Justo acabo de comprar una casa ahí. No recuerdo haberte visto nunca por ahí.”
“Mi familia tiene una granja. Solo vamos a la aldea a comprar provisiones y suplementos.”
“La verdad no pasé mucho tiempo ahí. He estado viajando mucho últimamente. Compré la casa más bien para guardar algunas de mis cosas, en lugar de hacer que el pobre Valorio llevara todo.”
“¿Y por qué viajas tanto? Viniste de Akkal, ¿no?”
Link se puso un poco nervioso por la pregunta, sin saber qué debería decir exactamente. No le agradaba la idea de que todos supieran su misión. “Soy un….. investigador” dijo sin convicción.
“¿En serio? ¿Investigador de qué?”
“Guardianes” apartó la mirada de ella y frunció el ceño. Probablemente debió haber dicho algo como los santuarios sheikah. Al menos tenía algo de conocimiento sobre eso. “Oí que habían unos cuantos aún activos en la sierra de Akkala”
“¿De verdad?” Link miró hacia atrás y vio que ella se había inclinado hacia adelante, claramente interesada en sus palabras. Sintió como se le acaloraba el cuello otra vez.
“Unos cuantos” dijo pensando en esos que vio en y sobre la Fortaleza. “No quise acercarme mucho, no vaya ser que me ataquen”
“Por lo que oí son temibles. Nunca he visto uno de cerca.” A Link le sonó extraño todo eso por alguna razón, pero antes de que pudiera decir algo, ella siguió hablando. “Una vez mi abuelo me contó que los vio cuando atacaron el castillo.”
Hizo una mueca al oír eso. El horror que debieron haber pasado los habitantes de Hyrule a manos de los guardianes, quienes fueron creados para protegerlos, cuando se volvieron en su contra y los atacaron. Volvió a sentir esa ya familiar culpa sobre los hombros. Si solo las cosas hubieran sido diferentes. Si solo hubiera estado mejor preparado.
“Pero no pareces un investigador” dijo Delia.
“¿A qué se ve un investigador, según tú?”
“No sé….” Se enderezó en la silla de montar y miró hacia arriba con aire pensativo. “Alguien más viejo, supongo. Más escuálido”
“Soy más viejo de lo que parezco” dijo él riéndose ligeramente.
“Pero no eres escuálido. Pareces alguien que sabe pelear, de hecho”
“Investigar guardianes es un trabajo peligroso, si no tomas los cuidados. Y tengo la tendencia de caminar hacia el peligro”
Volvió a mirar al frente, pero aún podía sentir la mirada de Delia sobre él desde atrás. Afortunadamente, ella no insistió más con sus preguntas y pronto la conversación derivó hacia asuntos menos personales que no exigían a Link mentir descaradamente.
Ambos siguieron por el camino por unas cuantas horas antes de que Delia pidiera detenerse. El sol comenzaba a ponerse por el oeste, y al menos estaba a unas pocas horas del puesto. Como Link se vio forzado a caminar, la marcha se vio reducida, y Valorio comenzaba a mostrar signos de cansancio. Pero si notó que el paisaje a su alrededor comenzaba a cambiar paulatinamente. El color del pasto pasó de un verde intenso a un color más pálido con tonos amarillos. Poco a poco había más pedacitos de tierra roja por el suelo, señal de que estaban cerca de la base del volcán.
“¿Qué tal andas? ¿Te molesta el tobillo?” dijo Link cuando detuvo a Valorio y miró hacia atrás.
“No….. bueno, si. un poco. Me está doliendo bastante. Y además estoy cansada. ¿Podríamos acampar aquí esta noche?”
Link volvió a mirar hacia la colina. “No estamos muy lejos del puesto de comercio. ¿Segura que quieres parar ahora? No creo que tome mucho tiempo.”
“¿Porfis? Mi tobillo me está matando, y estoy…. cansada por andar montada. Estoy exhausta”
Se sintió mal al pensar que sus únicas opciones eran o presionar el tobillo para aguantar el constante rebote sobre la silla, o aguantar el dolor de espalda. Pero a Link le pareció que terminó sufriendo ambas.
“Si, claro. Ven,” dijo mientras se movía hacia un costado de la silla. “Te ayudo a bajar”
Delia sonrió por el gesto, se inclinó hacia él y colocó ambas manos sobre sus hombros. Luego de unos segundos vacilando, Link, algo avergonzado, puso sus manos cuidadosamente sobre sus caderas para ayudarla a bajar y colocarla en el suelo. Ya en suelo firme, la soltó y se dio la vuelta para que ella pudiera pasar un brazo por su hombro.
“De veras te agradezco por la ayuda,” dijo ella mientras él la ayudaba a caminar hasta un pequeño montículo cubierto de hierba, donde la ayudó a sentarse. “Siento haber alargado tu viaje más de lo que debía”
“No te preocupes. Solo desearía poder encontrar tu caballo por aquí en alguna parte” Link se levantó y caminó hacia su caballo para desatar la bolsas en la montura. “Es bueno que tengas familia por aquí. ¿Saben que estás en camino?”
“Sabían que vendría para la primavera, pero nunca hablamos de una fecha exacta.” Delia acarició su tobillo suavemente a través de su bota de cuero. Link creyó que estaría mejor si se la quitaba, pero no dijo nada.
“¿No sería mejor que vaya y busque a uno de ellos? Quizá puedan traer una carreta o algo para ayudarte. Así no tendrías que pasar otra noche afuera.”
Ella sonrió y negó con la cabeza. “Una noche más no me hará daño. Además, no me molesta tener compañía”
Link sintió como se le sonrojaba la cara. Cuando la conoció, le pareció una chica tímida, pero fue ganando confianza a lo largo del día mientras hablaban y terminaron sintiéndose más cómodos con la presencia del otro. Y tenía que admitir que era una chica atractiva. Puede que no sea una princesa de ojos verdes, cierto, pero tenía una belleza peculiar. Dada las cosas que ella le contó, creyó que ella tendría una atracción similar hacia él.
Pero no tenía intenciones de llevar esa atracción mutua al siguiente nivel. Tenía cosas mucho más importantes por las que preocuparse que una cara bonita.
“Si así lo dice,” dijo luego de recomponerse. “Veré si puedo recolectar madera para el fuego. Con un poco de suerte, quizá pueda cazar algo para comer” Luego de asegurarse de que estuviera cómoda, tomó su arco y flechas y bajó por la colina hacia donde los árboles eran más anchos.
Cuando regresó más tarde con un conejo tomado de las orejas y con un haz de leña, encontró a Delia justo donde la había dejado. Ella había quitado un cepillo de su pequeño bolso y lo usaba para cepillar con delicadeza los nudos de su cabello, el cual había soltado de su cola de caballo.
Link se paralizó y, por un momento, dejó de ver a Delia. En su lugar, veía a la princesa Zelda sentada sobre el tronco, con su vestimenta de viaje y cepillando su pelo con un peine plateado. Pero no solo la vio en el tronco, no. La vio sentada sobre una roca, sentada en el suelo, a caballo, en una playa arenosa. Vio imágenes pasar por su cabeza de la princesa cepillándose el pelo en docenas de posiciones distintas, con docenas de atuendos distintos, todo al mismo tiempo. Era aparentemente un ritual suyo.
“¿Link?” dijo Delia mirándolo con curiosidad.
Él parpadeó varias veces, apartó las imágenes de su mente y respiró hondo. Cuando volvió a abrir los ojos, las imágenes de la princesa Zelda se habían ido, y en su lugar estaba la imagen de Delia, quien lo miraba algo preocupada. No fue la princesa quien habló.
“Oh, perdón. Me…. distraje.” Link carraspeó e intentó ocultar la repentina necesidad de alejarse de esta mujer quien, por un breve instante, trajo las imágenes de Zelda a su cabeza.
“Te distraes mucho” dijo mientras guardaba su peine en su bolso. Por un breve momento, a Link le pareció haber visto algo blanco dentro, pero fue tan rápido que no pudo ver con detalle. “Debes que tener más cuidado o será tu fin uno de estos días”
“Lo tendré en mente.” dijo más brusco de lo que pretendía. Dejó la madera en el suelo y el conejo a su lado.
“Pobrecito” dijo Delia al mirar el conejo. “De seguro no lo vio venir”
“Sería un pésimo cazador si lo hubiera hecho” dijo él intentando sonar más alegre. Ella no tenía por qué lidiar con su mal humor solo porque la vio cepillándose el pelo.
“Así es”
Delia lo observó mientras él apilaba los palos de madera antes de tomar su cuchillo y cortar trozos de su corteza.
“Puedo ocuparme del conejo si quieres” Delia se ofreció luego de varios minutos observando cómo preparaba la fogata. Le entregó el cadáver junto con su cuchillo y se puso a desollar mientras él se ponía a encender la fogata con una roca y un pedernal. Cuando terminó, miró satisfecho a la pequeña pero creciente llama que había encendido. Era agradable tener algo de calor luego de dos noches húmedas y frías.
Delia resultó ser muy hábil desollando el conejo, con cortes tan delicados que logró preservar la piel del animal. Eso sería útil, Link creyó que podría cambiarlo por unas rupias en el puesto. Ahora mismo no le quedaban muchas, y Prunia se negaba a darle más luego de haberla convencido de comprar esa casa. También supuso que debería dividir las rupias con Delia, si es que llegaba a venderlo.
Para cuando ella terminó, él había montado un pequeño soporte para su olla utilizando madera sobrante y piedras para separarla del fuego. Link se encargó de cocinar, cortó la carne en pedacitos y la mezcló con otros vegetales y hierbas que tenía o que había recolectado.
“Guau” dijo Delia mientras lo miraba pinchar la carne con una cuchara de madera. “No me esperabas que fueras tan buen cocinero”
Link la miró y se encogió de hombros. “Es algo que aprendí, supongo.”
Ella respondió con un simple tarareo, y él volvió a mirar a su sartén, satisfecho con la buena pinta que tenía la comida. Retiró la sartén con cuidado y la colocó sobre una roca plana que había traído. Luego, le pasó la cuchara a Delia.
“No tengo platos ni utensilios” dijo al ver su cara confundida. Ella tomó la cuchara y él su cuchillo, limpiandola antes de ponerla sobre el fuego para quemar cualquier exceso de sangre antes de usarlo para pinchar un pedazo del conejo.
Ambos comieron en silencio por un rato. Link estaba bastante satisfecho con la cena, pero sentía como si algo le faltara, algo que no podía identificar. Pero estaba seguro de que, sea lo que sea, debía estar escondido detrás de algún recuerdo que aún no recuperaba. Delia, por su parte, pareció pensar lo mismo, así que luego de comer sacó un par de bananas de su bolso y le entregó una a él.
Luego de la cena, Link le cedió su saco de dormir a Delia, colocándolo en un lugar suave con pasto. Luego se dirigió al otro lado de la fogata, donde había dejado su capa, que por fortuna ya se había secado.
“Has sido muy amable conmigo Link” dijo ella mientras él se preparaba para dormir. “No debiste molestarte en ayudarme”
“¿Y que se supone que debía hacer? ¿Dejarte a tu suerte?” dijo él con una sonrisa sarcástica.
“De todas formas, jamás olvidaré lo que hiciste por mi”
Link no pudo ver su expresión a través de las chispas de la fogata, así que simplemente se encogió de hombros. “Simplemente no podía dejar a alguien en apuros”
“Por eso me alegra mucho haberme topado contigo.” Él pudo ver su sonrisa antes de que se acostara y se acurrucara en su saco. Él permaneció sentado junto al fuego mientras ella se acomodaba antes de acostarse y arroparse con su capa, quedándose dormido.
“...”
Ella se apareció ante él, con su resplandeciente vestido blanco. Sus ojos verdes eran como esmeraldas. Su pelo brillaba como el sol. No pudo evitar sonreír al verla. Era bueno poder verla de nuevo.
“ojos…”
Estaba diciendo algo, pero estaba tan lejos que no podía entenderla. Sonaba como si estuviera bajo el agua. Negó con la cabeza para decirle que no podía escucharla, todo mientras sonreía.
“¡los ojos…!”
Él frunció el ceño al oír eso. Ahora podía verla mejor, se veía aterrada. Tenía una expresión de pánico en el rostro, y veía cómo sus labios frenéticamente formaban palabras. Esta vez sí pudo oírla.
“¡Abre los ojos Link! ¡Despierta!”
Link abrió los ojos de golpe. Parada sobre él estaba una figura oscura, con la cara cubierta por una máscara blanca con el símbolo sheikah invertido.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL South Lake Akkala Lago de Akkal sur Akkala Falls Cascada de Akkala sur Akkala Parade Ground Plaza de armas de Akkala
Chapter 24: Capítulo 22
Chapter Text
Capítulo 22
“¡Abre los ojos Link! ¡Despierta!”
La voz de la princesa aún resonaba en su cabeza, Link se quitó la capa y pateó el tobillo de su casi asesino. El enmascarado se tambaleó pero no se cayó, pero le dio a Link el tiempo suficiente para rodar para un lado y ponerse de pie. Dio un salto hacia atrás, tratando de equilibrarse sobre el suelo irregular, cuando la horrible hoja curva del asesino cortó el aire en busca de su pecho.
No había tiempo para pensar en la identidad del asesino o si Delia estaba a salvo. Cuando el asesino se giró, blandiendo dos hoces curvas en cada mano, Link giró para un lado y se agachó, tratando de atacar con la pierna otra vez. El asesino estuvo preparado esta vez y saltó sobre la pierna extendida de Link, girando sus horribles hoces en sus manos y dirigiendo sus puntas afiladas hacia su cabeza. Él rodó, evitando el peor de los ataques, aunque sintió un repentino y agudo dolor correr por su espalda cuando la hoja lo cortó.
Se puso de pie de un salto y se puso detrás del árbol junto al que había estado durmiendo, dejando el árbol en medio de los dos. Oyó cómo la hoz del asesino impactó con la madera, él giró alrededor del tronco y golpeó al atacante a un costado de la cabeza, quien se desparramó sobre la capa de Link. Satisfecho, miró hacia el lugar donde había dejado su espada, recostada contra el tronco, solo para encontrar que no había nada.
Su espada ya no estaba.
Miró hacia el asesino mientras este se levantaba con agilidad. Era rápido, definitivamente más rápido que Link. Pero esta vez no lo atacó inmediatamente, sino que agarró su máscara y la acomodó, ya que se había torcido con el puñetazo que recibió. El asesinó alzó la mirada y lo miró inclinando la cabeza con curiosidad.
“¿Buscas tu espada?” el asesino habló con una voz femenina. “Si buscas en el fondo del lago quizá la encuentres”
Link reconoció la voz. Miró para un lado, donde yacía el saco de dormir de Delia vacío. Su ropa y botas del día anterior estaban desparramadas a un lado. Volvió a mirar al asesino, fijándose en su apariencia.
Era delgado y musculoso, aunque ahora que miraba con más atención, tenía con una indiscutible figura femenina con la misma altura y complexión. Llevaba puesto un traje de cuerpo entero ajustado rojo y negro, de los pies a la cabeza. No podía ver señales de su pelo castaño, y la máscara cubría todo el rostro. Pero con esa voz, no le cabía la menor duda.
“¿Delia?” Miró en todas direcciones en busca de otra arma. Su espada ancestral estaba en la bolsa en la silla de Valorio, la cual le podría servir, si no fuera por el hecho de que estaba al otro lado de la fogata, y de la mujer que buscaba matarlo. “¿Qué estás haciendo?”
“¿Qué, no es obvio?” dijo, girando la cabeza sobre los hombros y saltando sobre las puntas de sus pies. “Planeo desollarte al igual que al conejo”
Se abalanzó hacia adelante, girando sus hoces en cada mano con destreza antes realizar un movimiento que seguramente lo hubiera decapitado si no lo esquivaba. Propinó una patada que le dio de lleno en el abdomen, dejándolo sin aire y haciendo que se retorciera. Luego, remató con un rodillazo que impactó de lleno en su rostro.
Vio estrellas a su alrededor, gritó y se tambaleó para atrás. Podía sentir la sangre en su nariz. Cuando su visión se aclaró, la vio, moviéndose con la velocidad y la gracia de una víbora. Él detuvo su puño con su palma, pero antes de que la pudiera desarmar, la otra hoz fue para sus entrañas. Él la empujó, alejándola lo suficiente como para que el arma solo le rozara la piel.
Delia giró, cambiando el agarre de su hoz a una posición de revés, y la blandió en un amplio arco hacia la cabeza de él. Él se agachó y contraatacó, golpeándola dos veces seguidas con los puños. Ella gruñó sorprendida y saltó hacia atrás, con un puño presionado contra el abdomen.
“Me alegra que despertaras” dijo. Tenía un tono de voz totalmente diferente al del día anterior. “Nuestros espías dijeron que era un buen luchador, y además, he oído leyendas sobre ti”
“¿Quién eres? ¿Por qué haces esto?” dijo él, limpiándose la sangre de la nariz y la boca.
Ella se rió. Su risa era escalofriante y un tanto maniática. “¿En serio no lo sabes? Oh, qué divertido”
Al moverse, retorcía su cuerpo como una bailarina. Pasaba de un movimiento al otro con perfecta fluidez y suma rapidez. Sus hoces eran sombras de metal oscuro bajo la luz de la luna, difíciles de ver en la oscuridad. Lo único que resaltaba en ella era su máscara, la cual reflejaba la luz de la fogata.
Él la esquivó, rodando y apartándose de sus ataques giratorios. Se puso de pie y corrió hacia su silla de montar, saltando sobre los restos de la fogata y aterrizando cerca de Valorio, quien estaba inquieto. Pero luego, algo pasó brillando por su oreja. Era un disco de metal que quedó clavado en el cuero de la silla, Link miró hacia atrás justo a tiempo para verla tomar otro disco de su cinturón y arrojarlo.
Link pudo esquivar, pero Valorio no tuvo la misma suerte. El caballo relinchó de dolor y terror, pateando las piernas y echándose a correr, alejándose del campamento. Link sintió una furia incontrolable. ¡Si le hacía daño a su caballo—!
Delia lanzó más de los discos giratorios en su dirección, y él se vio forzado a esquivar hacia un lado, rodando y acabando a varios metros de donde había estado. Ella redujo la distancia casi inmediatamente, blandiendo ambas hoces con una letal precisión. Sus ataques eran rápidos y cortos, ya que no apuntaba a sus puntos vitales, sino que pretendía hacerle cortes por todo el pecho, brazo y bíceps. El dolor ardía con cada corte, pero no tenía forma de escapar y correr hacia su alforja. Cada vez que lo intentaba, ella se ponía en su camino.
Finalmente, realizó una pirueta hacia atrás, asestando una patada en el rostro de ella. Su cabeza se fue para atrás, y ella cayó sobre su espalda. Se levantó en un abrir y cerrar de ojos, impulsándose con una patada. Pudo notar que estaba enfurecida por la forma de sus hombros.
Ella se abalanzó sobre otra vez, y él se vio forzado a retroceder, dejando el campamento atrás y entrando en el camino rojo de tierra. Desvió una de las hoces, pero la segunda le dio en el costado. Siseó de dolor y se alejó inmediatamente. ¡Maldición, necesito un arma! Si seguía luchando así, moriría. Ya había perdido demasiada sangre. Pronto sus movimientos se verían afectados. La adrenalina no lo mantendrá así por mucho.
Rodó para un lado, evitando una serie de ataques, y se reincorporó sobre una rodilla junto a una rama que cayó del árbol junto al que había dormido. Esto puede servir, pensó cuando la tomó y detuvo el ataque de Delia. La hoz quedó clavada profundamente en la rama, pero la rama aguantó. La segunda hoz fue directo para su cuello. Extendió su brazo y atrapó la empuñadura de la hoja y la dirigió hacia el torso de ella. Ella torció su muñeca justo a tiempo y la hoja impactó en su pecho de costado, no con la punta.
Ella lo soltó y dio un paso atrás, mirándolo de arriba a abajo. Link le pareció como si sonriera detrás de la máscara. Él se puso de pie reprimiendo un gemido de dolor. Sus costados ardían con una punzada horrible, pero el dolor en los brazos había desaparecido. De hecho, ya no podía sentirlos. Y eso era una muy mala señal.
“Pero que valiente héroe eres, Link” dijo, sonando complacida. “Luchando con apenas un palo”
Link sujetó el palo con ambas manos y respiró hondo, tratando de disipar el dolor de sus múltiples heridas. Sentía como la sangre caía por su espalda y costados, manchando los pantalones que usó para dormir.
Cuando él no reaccionó a sus burlas, ella gruñó de forma irritada y se lanzó a por él. Link ya no estaba en desventaja ahora que tenía el palo consigo, pudiendo mantener la distancia entre ambos. Las hoces no tenían mucho alcance, y el palo era un poco más largo que su espada plateada.
Pero él se movía cada vez más lento, y ambos lo sabían. Cada vez que una de sus hoces chocaba contra su palo, Link temía que ese fuera el golpe que terminaría arrancándoselo de las manos, ya casi entumecidas. Y aunque aún podía evitar un impacto directo, no tenía manera de pasar a la ofensiva.
Atrapó una de las hoces con su palo, pero esta vez, ella no arremetió hacia él con la otra. En vez de eso, colocó la hoz sobre la otra, formando una especie de tijera. A Link se le cayó el alma al suelo y supo lo que pasaría incluso antes de que las tijeras se cerraran, cortando el palo en dos. La parte más larga salió volando hacia la oscuridad, dejándolo con un pedazo de madera cortado que era hasta más corto que las hoces de Delia.
Ella se rió de una manera maniática, creyendo que la victoria ya era suya, y preparó su hoz para cortarle la garganta. Él saltó y la hoz le dio en el hombro en vez del cuello, y la apuñaló en el pecho con su palo a la mitad.
Delia gritó de dolor, retrocedió y tomó el pedazo de madera que salía de su cuerpo. Link sonrió ligeramente, cubriéndose la herida en el hombro con la mano. El corte era profundo, debilitando su brazo y haciendo difícil moverlo. Pero no dolía tanto como esperaba.
La asesina se arrancó el trozo de madera del pecho y lo arrojó al suelo disgustada. Desafortunadamente para Link, el palo se había incrustado a un lado de su corazón. Pero bueno, valió la pena intentarlo.
“Será un placer entregarle tu cabeza al maestro Kogg” dijo Delia con un tono enfurecido.
“Suena a que tu maestro tiene gustos raros” dijo él, recuperando el aire. Miró hacia las bolsas de la silla de montar, pero estaban demasiado lejos. Pero tenía otro haz bajo la manga. Otra oportunidad. Solamente esperaba poder alcanzarlo a tiempo.
Delia giró sus hoces y corrió en su dirección. Él esperó hasta el último segundo, hasta que ella estuviera encima de él, antes de agacharse y lanzar una patada. Le dio de lleno en el costado, y eso, sumado a su inercia, la mandó desparramarse por el suelo detrás de él.
Link se puso de pie y corrió hacia el lugar donde había dormido. Si es que Delia se deshizo de eso también, entonces realmente estaba condenado. Pero si es que no lo vio o supo qué era, entonces—¡si! Rodó al oír dos hojas giratorias detrás de él, y se reincorporó de espalda al campamento, sujetando la tableta sheikah.
Se giró, pasando los dedos por la superficie del aparato. Ella ya lo había alcanzado y saltó en el aire, con ambas hoces listas para clavarlas en su pecho. Él oprimió el lugar en la pantalla donde sabía que estaría el icono que buscaba.
Delia quedó paralizada en el aire, envuelta en una intensa luz amarilla. Estaba a apenas unos centímetros de él, suspendida por el campo de Inmóvilis. Link no perdió ni un instante y comenzó a golpearla: una, dos, tres veces. La luz empezó a titilar con rapidez, señal de que la parálisis se debilitaba. Él siguió arremetiendo contra su cuerpo inmóvil, aunque sus puños eran cada vez más débiles. Estaba perdiendo demasiada fuerza.
De repente, Delia brilló con una intensa luz amarilla, y Link oyó un crujido agonizante. Posiblemente eran sus costillas. Salió volando, cayó al suelo y rodó varias veces antes de detenerse a unos tres metros de él. Quedó boca abajo por un momento, y creyó que estaba inconsciente o algo peor. Pero luego comenzó a levantarse, gruñendo.
Sacudió la cabeza y lo miró a él, él podía ver la ira en su postura. Se puso de pie, aun con sus hoces en manos, y se lanzó a por él, gritando. Link no podía usar Inmóvilis otra vez, así que oprimió otro icono en la pantalla.
Una brillante bola azul apareció en medio de ellos, y Link oprimió el icono otra vez tan rápido como apareció. La bomba remota estalló y él salió volando hacia atrás, golpeando el suelo y deslizándose por la hierba hasta los restos aún calientes de su fogata. La tableta salió volando de su mano, desapareciendo en la oscuridad.
Él rodó sobre sí para evitar quemarse y así añadir más heridas a su cuerpo, y se acostó sobre su espalda a un lado de la fogata. Por desgracia, Delia ya estaba ahí. Había perdido su máscara y una de sus hoces. Su ropa estaba quemada y rasgada en múltiples partes.
Ella se sentó en sus piernas, montándose sobre él para evitar que escapara. Extendió las manos en la oscuridad, buscando algún palo en los restos de la fogata, lo que sea que pudiera usar como arma. Sus dedos tocaron algo suave. Algo de lo que se había olvidado. Delia elevó su hoz, lista para acabar con su vida.
Él se sentó y clavó su cuchillo de caza en el corazón de ella.
Ella gruñó, y la hoz cayó al suelo junto a ellos. Su mirada reflejaba puro shock. Sus miradas se encontraron, él la tomó por el hombro y empujó el cuchillo más adentro. Ella abrió la boca, pero el único sonido que salió fue una gárgara ensangrentada.
Link la empujó hacia un lado, y ella se desplomó en el suelo. Con dificultad, él se sentó y se montó en su espalda. La vio a los ojos, y por desgracia para él, vio lágrimas en la comisura. Deseó que nunca hubiera perdido su máscara. Hubiese sido más fácil si fuera un asesino sin cara, en vez de la mujer con la que había pasado el día.
Delia tuvo un espasmo y él la sujetó por el hombro para mantenerla quieta, sin apartar la mirada de su rostro. Pronto la vida abandonó sus ojos, su rostro se relajó y su cuerpo dejó de moverse. Convencido de que ya no volvería a levantarse, se puso lentamente en pie, pero sus piernas cedieron bajo su peso.
Demasiada sangre, pensó mientras intentaba levantarse otra vez. He perdido demasiada sangre. No pudo ponerse de pie, pero pudo arrastrarse hasta el árbol junto al que había dormido. Una vez ahí, se recostó contra la rugosa corteza. Debería haberle dolido la espalda por las heridas, pero ya no las sentía.
Tenía que coser sus heridas, evitar seguir perdiendo sangre. Tenía que…
Sus ojos se cerraron, y su cabeza se inclinó para un lado mientras la oscuridad lo envolvía.
El sonido de unas pezuñas por el barro lo despertó. Parpadeó para aclarar su vista, y levantó la cabeza lentamente. Mirando a su alrededor. El sol se había alzado mientras dormía, y lo vio Valorio caminando sin prisa por el camino. “Valorio” dijo Link con una voz ronca. El caballo lo miró, resopló ligeramente y se dirigió hacia él.
Link gruñó suavemente y se apartó del árbol, sintiendo cada dolor y molestia en su cuerpo. Sin embargo, no le dolía tanto como había imaginado, lo que lo hizo detenerse a pensar. Entonces se miró a sí mismo. Estaba cubierto de sangre seca, una cantidad increíble. Por el pecho, los brazos y los pantalones. Pero, al inspeccionarse con más detenimiento, no encontró nada más que piel suave donde creía que deberían estar sus heridas. Todas estaban sanadas.
“Gracias Mipha” dijo mientras se ponía de rodillas. Se puso de pie y tomó un profundo respiro. Si bien su cuerpo estaba adolorido, había recuperado gran parte de su fuerza.
Valorio se acercó a él, y él se dio la vuelta, abrazando cariñosamente. “Perdón por todo eso” El caballo simplemente respondió con un reliche. Recorrió su cuello con los dedos, acariciando gentilmente. Luego, se apartó y comenzó a inspeccionar su cuerpo, hallando la hoja que lo alcanzó. Afortunadamente no quedó clavada en su flaco, o quizá se cayó cuando Valorio salió corriendo. Y la herida no se veía mal. La sangre a su alrededor ya se había secado.
Simplemente para asegurarse, dio la vuelta alrededor del caballo en busca de cualquier herida, como también revisando sus pezuñas. Una vez satisfecho de que estaba bien, tomó una manzana de la silla de montar y se la entregó a Valorio, quien la aceptó con gusto.
Luego, se dio la vuelta y miró al cuerpo de su casi asesina. Delia estaba justo donde la había dejado la noche anterior. El cuchillo seguía clavado en su pecho. El suelo y la tierra a su alrededor se habían manchado con sangre.
Se quedó parado ahí por un buen rato, mirando el cuerpo sin vida. Se veía tan pequeña. Ya no se veía delgada ni musculosa, sino débil e indefensa. Se sintió asqueado y disgustado. Los bokoblins y moblins eran una cosa, pero esto….. Sintió como si hubiera asesinado por primera vez en su vida. Él mató a esa mujer.
Pero él no era un incrédulo, y ella tampoco era inocente. Tenía todas la intenciones de matarlo. No lo atacó por defensa propia ni por mera casualidad. No, esto fue un atentado contra su vida. Ella lo había estado esperando ahí. Alguien lo quería muerto.
Ese pensamiento debería asustarlo ahora. A duras penas sobrevivió su pelea. De hecho, de no ser por los poderes de Mipha que él poseía, él estaría muerto ahora mismo. Pero todo en lo que podía pensar era en la sonrisa de Delia antes de que se fuera a dormir. ¿Debió haberse dado cuenta? ¿Acaso hubo algo en su sonrisa que debería haberlo alertado?
Lentamente se arrodilló en el suelo junto a ella y gentilmente cerró sus ojos. No sabía qué hacer con su cuerpo. ¿Qué hacen los hyliano con los cuerpos de sus difuntos? ¿Acaso recitan algún tipo de oración? No lo podía recordar.
Extrajo la hoja de su pecho y la arrojó tan lejos como pudo hacia el valle al oeste. Miró como la hoja giraba por el aire antes de perderse de su vista. Sus hombros se desplomaron, bajó la cabeza y cerró los ojos.
Luego de un rato, abrió los ojos y miró en dirección al castillo, oculto detrás de los terrenos montañosos de la Montaña de la Muerte “¿Princesa? ¿Princesa Zelda, puede oírme?”
No obtuvo respuesta. Suspiró y recogió la tableta sheikah donde había caído. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el otro lado.
Tal como había dicho, Delia efectivamente había arrojado su espada al lago. Link la encontró usando el módulo de Magnesis, resaltada en rojo a través de la pantalla. Cuidadosamente se acercó a la orilla del agua y usó el módulo para levantar la espada del fondo.
Una vez recuperada su espada, se metió al agua para limpiarse la sangre seca. Sus pantalones estaban probablemente arruinados, pero no pasaba nada. Tenía un par extra. Le tomó un muy buen rato quitarse la sangre, tanto suya como de ella, del cuerpo y sus manos. Pero aún se sentía sucio cuando salió del lago.
Subió por la escabrosa colina, con la espada sobre su hombro y con la tableta enganchada a su cintura, y regresó al pequeño campamento. Una vez ahí, comenzó a recoger las piedras más grandes que pudiera encontrar.
El trabajo tomó varias horas, y el sol ya se había alzado en su cenit para cuando Link dio un paso atrás y observó la pila de rocas que ahora servía como la tumba para Delia, para la mujer que intentó matarlo.
No sabía si ya había matado a alguien antes del cataclismo. Era hábil con la espada, claro, y había matado a montones de monstruos, antes y luego de despertar de su suspensión de cien años. ¿Acaso había matado a personas con esa misma habilidad? ¿Acaso había ido a la guerra en nombre de su rey y su país? ¿Acaso había protegido a la princesa Zelda de asesinos tales como Delia? ¿Acaso había sentido esa horrible sensación de vacío antes? No estaba seguro si quería saber la respuesta a todo eso.
Todo habrá valido la pena si logro derrotar a Ganon, pensó mientras recogía sus pertenencias. Ya se había cambiado los pantalones manchados por un par limpio, y se puso la túnica que Telma le había dado en Kakariko. Estaba empacando su saco de dormir cuando notó el pequeño bolso de Delia a un lado.
Lo recogió y lo abrió. Pero no encontró nada de valor, había otro par de bananas de las que había compartido con él durante la cena, unas cuantas hojas circulares y un pequeño cuchillo con lo que parecía un mango de marfil.
Desafortunadamente, no encontró nada que le dijera algo sobre su identidad o por qué había sido enviada a matarlo. Pero tenía unas cuantas pistas.
Primero, la máscara que llevaba puesta. La encontró mientras recogía piedras. Tenía el símbolo del ojo sheikah grabado sobre su superficie blanda con un color carmesí intenso, pero ella se la puso de tal forma que el ojo estaba invertido, con la lágrima sobre el iris. Le había preguntado si era sheikah, pero ella simplemente se burló de su pregunta. Entonces, ¿qué era?
Luego, había mencionado a un tal maestro Kogg. El nombre no le era familiar, pero este hombre fue quien aparentemente había ordenado su asesinato. Así qué, ¿por qué este tal Kogg lo quería muerto? Miró en dirección a donde sabía que estaría el castillo, y pensó saber exactamente por qué.
“Alguien está tratando de evitar que libere a las bestias divinas” dijo en voz alta mientras miraba la máscara. “Evitar que derrote a Ganon, quizá” Pero ¿por qué? ¿Por qué alguien querría eso? Según la princesa, Ganon aún no estaba al tanto de que él seguía con vida, así que no podía ser obra de él. Lo cual significaba que este era otro grupo, uno que posiblemente sirvió a Ganon y aún existe a día de hoy.
Se puso de pie, aún con la máscara en la mano. Caminó hasta su montura y la guardó en la bolsa de la silla. Había mucho que no sabía sobre la situación, pero sabía quién sí podría saberlo. Una vez que lidiara con Vah Rudania, pasaría por Kakariko. Impa seguramente sabría lo que estaba ocurriendo.
Cuando finalmente ensilló a Valorio y se montó, ya era de tarde. Link miró al pequeño campamento y a la pila de rocas a un lado de él. Respiró hondo y puso a su caballo en marcha, con la mirada en frente sobre el camino. Le tomaría un par de horas llegar al puesto de comercio, y Link quería llegar antes de que cayera la noche.
Chapter 25: Capítulo 23
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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Capítulo 23
Calor. Hacía calor. Un calor abrasador. Link era consciente, claro, de que la Montaña de la Muerte no era amigable con los visitantes, sobre todo en los últimos días, cuando la bestia divina se reactivó misteriosamente y provocó que el volcán comenzara expulsar magma regularmente. Pero si bien fue advertido, no sabía qué esperar. Esperaba algo como un día caluroso de verano, no que el mismísimo aire estuviera tan caliente como el fuego.
Hacía tanto calor que corría peligro de deshidratarse, sobre todo porque tuvo que dejar a su caballo en el rancho de la montaña, ubicado en el centro del puesto de comercio de Eldin. Sin él, Link no tenía manera de transportar suficiente agua para la subida de tres días hacia Ciudad Goron.
Afortunadamente, no iba solo.
“Honestamente no entiendo a esos cazatesoros,” dijo Gorol, quien era un goron, mientras él y Link caminaban por el sendero. “estoy seguro que el castillo está repleto de secretos y tesoros valiosos, ¡pero también es peligroso! Oí que hay toda clase de monstruos ahí. Simplemente están locos.”
El enorme goron de piel marrón se ató su pelo amarillo por encima de la cabeza, y llevaba una mochila en la espalda. En una de sus gigantescas mano, tan gigantesca que fácilmente podría cubrir la cabeza de Link y aún tener espacio dentro, sostenía una cadena de metal amarrada a un enorme lagarto que iba por detrás de ellos.
Gorol era lo que se conocía como un embajador del turismo de Ciudad Goron. El lagarto gigante, que tenía un bozal de hierro alrededor de su hocico, se le conocía como un dodongo1. Gorol le aseguró que era completamente seguro, siempre y cuando tenga el bozal puesto y que no se acercara a su boca, a no ser que intentara respirar fuego a través del bozal. “Una vez vi a un hyliano incendiarse por eso” dijo Gorol. Desde entonces, Link se mantuvo alejado del dodongo.
Conoció a Gorol en el rancho, donde se había enterado de la creciente actividad en la montaña. Cuando Link le habló de sus planes de visitar Ciudad Goron, Gorol se entusiasmó y se ofreció a ayudarlo a llegar. Al parecer, últimamente no tenía mucho trabajo. También se ofreció a cargar para él un enorme barril de agua, usando lo que parecía ser un viejo vagón de carga amarrado a la espalda de su dodongo. De ese modo, al menos, Link no correría el riesgo de morir de deshidratación.
Desafortunadamente, no sería fácil soportar el calor de la montaña. En el rancho, Link había comprado varios elixires de aspecto repugnante que, según le aseguró Gorol, lo protegerían del calor extremo. Se llamaban elixires ignífugos. Aún no los había probado, pues Gorol le advirtió que la temperatura aumentaría drásticamente al acercarse al volcán y que cada botella solo ofrecía un efecto de seis a ocho horas. De todos modos, podría comprar más una vez llegara a la ciudad.
“¿Así que aún hay gente que se adentra en el castillo?” dijo Link luego de tomar un largo trago de su cantimplora de agua. El agua del barril se había calentado bastante y tenía un gusto a roca y metal. Link trató de ignorar la sensación áspera que le quedaba en los dientes cada vez que bebía.
“Eso fue lo que oí” dijo Gorol. “Algunos dicen haber encontrado una enorme biblioteca con estantes que llegan hasta el techo”
“¿Sabes cómo hacen para entrar?”
Gorol se encogió de sus hombros grandes, haciendo que la cadena que llevaba en la mano tintinee suavemente. “No tengo idea. Es algo que oí de otros viajeros”
“¿Y van muchos a la ciudad?” preguntó Link. La túnica de campeón que llevaba puesta, la más delgada de todas, se le adhería al cuerpo por el sudor. Sentía que los pies se le derretían dentro de las botas, pero ya había aprendido que no podía quitárselas allí de manera segura: el suelo estaba extremadamente caliente. Por fortuna, había comprado en el rancho un par de botas especiales, con suelas diseñadas para soportar el calor extremo del volcán.
“Últimamente no” dijo Gorol con el ceño fruncido y mirando a la Montaña de la Muerte. El volcán arrojaba humo y cenizas al cielo sin cesar, y Link pudo ver con más claridad como la lava caía por sus costados. Efectivamente le hacía honor a su nombre.
Durante el primer día de subida, pasaron junto a varios cuerpos de agua que, según explicó Gorol, eran aguas termales. No eran las famosas aguas termales goron, que se encontraban más arriba en la montaña, pero aun así decidieron detenerse para sumergirse un momento. La experiencia resultó increíblemente refrescante para Link y, de algún modo, extrañamente nostálgica, pese a no recordar nada relacionado con ella. El agua alivió gran parte del dolor acumulado durante los últimos días.
Poco después de comenzar su segundo día, pasaron junto a una torre sheikah y Link pidió detenerse. Gorol lo observó con fascinación mientras escalaba la estructura, sorprendentemente fría para un lugar donde casi todo lo que tocaban estaba caliente o al rojo vivo. Cuando Link activó la torre, descendió usando la paravela y aterrizó junto a Gorol, quien lo miraba boquiabierto.
Esa noche durmieron en las minas del sur. Las cuevas donde los goron extraían varios metales y orbes preciosos eran un alivio en comparación con el camino exterior, donde en cualquier momento podían encontrarse con un charco burbujeante de roca fundida.
Al tercer día, se toparon con unas extrañas criaturas conocidas como minitaluses.
“Oh, no son tan malos” dijo Gorol cuando Link retrocedió, alarmado ante la extraña formación de piedra que había surgido repentinamente del suelo y avanzaba hacia él con sus rechonchas piernas rocosas.
Él caminaba por el sendero junto a Gorol, quien le había estado explicando lo divertido que eran las carreras de vagones, cuando una roca junto a la que pasaban comenzó a moverse. Tenía un cuerpo de piedra en el centro, con dos brazos y dos piernas, las cuales formaban su cuerpo.
Gorol se arrodilló, envolviendo la piedra con su enorme mano, y la levantó del suelo. De algún modo, todas las piedras que conformaban su cuerpo permanecían unidas, aunque parecía como si docenas de piedritas, de distintos tamaños y formas, se ensamblaran para formar su figura. Gorol lo sostuvo de cabeza, mirando con una gran sonrisa. Los pequeños brazos y piernas del minitalus aún se movían, como si creyera que aún estaba en el suelo.
“Saben horrible” dijo Gorol. “¡Seguramente ya los hubiéramos comido a todos hace años de no ser así!” Arrojó al minitalus a la piscina de lava junto a la que estaban. Link vio como el minitalus cayó a la lava con un chapoteo apagado y se hundía bajo la superficie amarilla y naranja.
“No te preocupes” dijo Gorol. “Estará bien. Volverá a formarse en el suelo luego de un rato”
Link no estaba tan preocupado por la seguridad del minitalus como lo estaba por las nuevas criaturas que había visto desde que llegó a la montaña. Las rocas andantes y los lagartos gigantes que escupían fuego no le resultaban nada reconfortantes.
“Ahora, si te llegas a topar con un talus, corre”
“¿Qué es un talus?”
“Es como un minitalus, pero de ese tamaño” Gorol señaló un gigantesco afloramiento. Era fácilmente al menos el doble de alto que él, quizá más. “Pilas de rocas malnacidas, eso son. A veces las cazamos en grupo cuando se acercan a la ciudad”
Link pensó en todas las rocas y piedras por las que pasaron, sintiendo un escalofrío por la espalda. ¿Qué era este lugar? De repente extrañaba a los bokoblins y lizalfos de la llanura y la Región de los Zora.
“Oh, también tenemos lizalfos, hermano” dijo Gorol cuando Link mencionó eso, sonriendo de oreja a oreja. “Lizalfos de fuego.”
“¿Por qué de—oh, déjame adivinar: respiran fuego” dijo Link, con un nudo en el estómago cada vez más insistente.
“Sip”
“Qué maravilla”
Ya era pasada la tarde cuando Link y Gorol, junto con el dodongo con bozal, pasaron bajo un gigantesco arco hecho de lo que parecía ser metal chatarra, y Link tuvo un primer vistazo a la gran ciudad de los Goron, debidamente llamada Ciudad Goron.
Ciudad Goron parecía haber tomado cada concepto aplicado en la creación de la Región de los Zora y haberlo ignorado por completo. Mientras que la Región se había creado cuidadosamente teniendo en cuenta el orden y la estética, Ciudad Goron parecía estar dispuesta de forma aleatoria. La ciudad parecía estar ubicada sobre un cráter o cuenco gigante, teniendo pasadizos de metal o roca yendo a todos lados sin ningún patrón aparente. Los edificios parecían estar construidos con una combinación de placas de metal y roca, y sus formas y tamaños eran igual de aleatorios, sin patrón aparente. Algunos estaban uno al lado del otro, mientras que otros estaban casi por encima del otro, teniendo rampas para subir a la parte superior. Para su sorpresa, Link incluso vio varias pozas de magma dispersas por toda la ciudad, a menudo cruzadas por puentes hechos de placas de hierro entrelazadas.
Adondequiera que mirara, había algún goron, todos de distintas formas y tamaños. Vio a varios goron jóvenes, mucho más pequeños que él, con cuerpos más redondos y blandos, así como a algunos ancianos, de piel caída y con jorobas llenas de rocas. Algunos eran completamente calvos, mientras que otros lucían abundante cabello y barba. Unos vestían prendas, mientras que otros llevaban apenas un taparrabo que les cubría la cintura.
“¿Todos los goron viven aquí?” dijo Link, observando por completo lo que tenía frente a él. Si bien Ciudad Goron era extensa, claro, no era tan grande como había esperado. Vio docenas de goron, quizá cientos, pero no podían ser todos ellos.
“Oh no, hermano.” dijo Gorol riendo. “La mayoría vivimos bajo tierra. Muchos de nosotros estamos en Risco Rocoso2.” Señaló con el dedo por sobre su hombro, apuntando a una cresta que el camino a Ciudad Goron rodeaba. También apuntó otro enorme afloramiento rocoso al otro lado de la ciudad. “Y bajo Monumento Roca”
Link miró hacia donde había señalado, al Monumento Roca, como Gorol lo había llamado, pasando la mirada por su extraña superficie. Enormes trozos de roca sobresalían en diferentes direcciones, ninguno de ellos tal y como él esperaba que fueran….. y luego, las vio. Vio las caras.
Había cuatro rostros tallados sobre el enorme acantilado. Algunas partes de sus cuerpos también habían sido talladas. Esa extraña extensión de roca que le parecía rara era aparentemente un brazo, ahora que miraban bien, incluso tenía manos y dedos. Una de esas manos tenía el pulgar levantado. Habían tres goron al mismo nivel, uno con el pulgar para arriba, otro más viejo con lo que parecía un collar de cuentas, y uno joven. Pero por encima de esos tres había otro goron, el cual Link reconoció de inmediato.
Daruk
Era Daruk, el del cabello blanco y barba tupida. Era Daruk, el de la cara que emanaba seguridad. Era Daruk, el de los ojos puestos sobre la distante Montaña de la Muerte, con la mano extendida como si buscara agarrarla. Era Daruk, el amigo de Link, el hermano de Link.
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Nadie le había advertido a Link el escudero sobre los monstruos alrededor de la Montaña de la Muerte. Nadie le advirtió que si salía de la ciudad, donde los caballeros estaban coordinando con los guerreros goron para sus ejercicios de entrenamiento anual, correría peligro de ser emboscado por un grupo de lagartos que respiran fuego, junto con un moblin de un largo hocico.
Pero claro, nadie tampoco le dijo que podía dejar la ciudad.
Pensó que su pequeño paseo serviría para ver esa extraña estructura sheikah que había visto por la zona. Había visto varios a lo largo de su vida, incluido el que estaba cerca del Laboratorio Real. Lo vio cuando fue de visita con su padre el caballero varios años atrás, pero nunca tuvo la oportunidad de ver uno de cerca. Esos científicos sheikah nunca lo dejaron entrar al laboratorio, siempre estaban atendiendo asuntos privados con el rey y la princesa.
Pero lo que Link encontró fue que los monstruos de la montaña podían ser bastante territoriales y no les hacía gracia que un mero hyliano se apareciera a meter su nariz no porcina en sus asuntos. Simplemente maravilloso.
Se giró justo a tiempo, evitando la bola de fuego naranja que los lizalfos le lanzaron. Sintió cómo el vello de su brazo se chamuscaba. Genial. Ya se burlaban de él por tener poco pelo en el pecho, y el de sus brazos era tan rubio que apenas se notaba…¡pero ahora realmente no le quedaría nada! Hundió su espada en el cuello del lizalfo, cortándolo.
Detrás de él, un moblin rugió enfurecido, y él rodó justo a tiempo para evitar ser aplastado por una enorme roca. Se giró y embistió contra él ahora desarmado moblin. El moblin lanzó un golpe con el brazo, pero él se agachó, deslizándose bajo su brazo y clavando su espada en su axila. Se retorció de dolor y retrocedió antes de que pudiera clavar la espada aún más adentro.
Algo grande y metálico pasó zumbando junto a la oreja de Link por detrás, y él siguió su trayectoria en el aire mientras salía disparado y, de forma sorprendente, formaba un arco y volvía directamente hacia él. Se tiró para un lado cuando la daga tipo boomerang pasó por donde estaba parada. Cayó al suelo rodando y se incorporó justo a tiempo para ver a otro lizalfo atrapar el boomerang y sisear.
Estos lizalfos eran diferentes a los que había visto en la Región de los Zora. Eran más altos y músculos que aquellos, cuyos hocicos eran gruesos y de dientes más largos,y un conjunto de espinas afiladas que comenzaban en la cabeza y llegaban hasta la cola. También tenían la piel gris, la cual los ayudaba a mezclarse con el ambiente.
También portaban mejores armas que los lizalfos de la Región. Como, por ejemplo, un boomerang de tres hojas de hierro que si funcionaba.
El lizalfo trajo su brazo para atrás y luego lanzó el boomerang hacia él, quien se movió para un lado mientras pasaba. Link se dio la vuelta y vio el arco que formaba el boomerang, estimando su velocidad. Cuando dio la vuelta hacia él, Link contuvo la respiración y entrecerró los ojos. Dio un paso hacia un lado, justo fuera de su trayectoria, y todo comenzó a ir más lento un segundo después. Podía ver las tres hojas girando, brillando en el aire teñido de rojo de la Montaña de la Muerte.
Link alzó su espada y arremetió contra el búmeran que acababa de pasar, enviándolo a estrellarse contra el suelo. Detrás de él, el lizalfo lanzó un chillido de sorpresa cuando su arma preferida impactó contra la tierra fuera de su alcance. Link giró y corrió hacia el lizalfo. El lizalfo respiró hondo, para preparar su aliento de fuego, pero no le dio tiempo a exhalar al hundir su espada en su mandíbula. El lizalfo se estremeció de shock y dolor antes de que Link extrayera su espada.
Se giró y encontró al moblin. Aparentemente ya se había recuperado, ya que ahora había recogido el boomerang y lo había lanzado contra él. Pero su puntería no era buena, y él se quedó quieto mientras la hoja pasaba por un lado y luego volvía por el otro, sin siquiera tocarlo. El moblin trató de atraparlo pero no calculó bien el ángulo del boomerang, cosa que lo hizo gritar de dolor cuando éste chocó contra su mano y cayó al suelo, junto con un par de dedos.
Antes de que pudiera recuperarse, él ya estaba ahí, enfrente de la criatura con forma de cerdo, y clavó su espada en lo profundo de su pecho, dándole en el corazón. El monstruo se estremeció y él retiró su espada, moviéndose para el lado y dejando que el moblin cayera al suelo.
A Link le faltaba el aliento mientras observaba la carnicería a su alrededor, sosteniendo su espada en una mano, de la cual caían gotas de sangre. Demonios. Él simplemente quería ver esa cosa sheikah, no a buscar una pelea. No se esperaba tener que matar ese día. No tenía sentido. No estaba protegiendo a nadie, no tenía una misión como ayudar a algún pobre granjero o salvar una aldea de un asalto. Simplemente había invadido sus hogares y los había descuartizado a todos.
No fue algo muy caballeresco de su parte. ¿Qué diría su padre si lo viera masacrando a estas criaturas?
De repente, algo impactó contra el suelo detrás de él, acompañado de un grito de batalla. El golpe fue tan fuerte que el suelo a su alrededor tembló, y casi lo hizo caer de rodillas. Se tambaleó, giró sobre sí y se preparó para enfrentarse a la criatura que se había aparecido para defender su hogar. ¿Acaso era uno de esos talus de los que tanto oyó hablar?
Pero se llevó una sorpresa al ver a la criatura. En vez de ver un monstruo en busca de su sangre, se encontró un enorme goron de pie en medio de un cráter en la roca, con una gigantesca arma en su mano. No era una espada en sí, pero tenía la forma de una, con una larga empuñadura hecha para ser sujetada con dos manos de goron y una gruesa hoja que terminaba en bordes romos. En la punta tenía hierro aún más reforzado, formando una especie de martillo. Había visto armas como esa siendo usadas en minas para quebrar piedras.
El goron tenía una salvaje melena de color blanco, una densa barba y ojos sorprendentemente azules. No traía ropa, con la excepción del taparrabo típico de los goron, llamado mawashi, pero sí traía una cadena de metal negra en su pecho, la cual formaba una X, justo por encima de su corazón. En el centro de la cadena había un rubí con la forma del sigilo de los goron.
“¡No te preocupes muchacho! El viejo Daruk ha llegado a—” El goron se detuvo, bajó su arma y miró a su alrededor confundido. “¿Qué pasó aquí?”
Link pasó una mano por su cabello, el cual ya estaba un poco largo. Esto no era bueno. Había esperado poder ver la estructura sheikah y volver antes de que notaran su ausencia.
“Estaba caminando y me topé con—”
“Espera, ¿lidiaste con ellos tú solo?” dijo Daruk, saliendo del cráter y empujando al lizalfo sin cabeza con uno de sus pies. “¡Bien hecho muchacho!”
Detrás de Daruk, otro lizalfo asomó la cabeza desde detrás de un saliente, mirándolos desde arriba. Link reaccionó y se acercó para advertirle.
“¡Detrás de ti!”
Daruk frunció el ceño y comenzó a dar la vuelta, pero lento, muy lento. Link soltó su espada y tomó el boomerang del suelo. El lizalfo siseó y saltó al aire, listo para clavar su lanza en la espalda de Daruk. Link lanzó el boomerang.
La hoja giratoria silbó por el aire y pasó por encima del hombro de Daruk, quien simplemente dijo “¿Eh?”. El boomerang le dio al lizalfo en la cara, causando que cuerpo fuera hacia atrás y chocara contra Daruk con los pies por delante, en lugar de con la punta de su lanza. El lizalfo cayó al suelo, muerto, y su lanza aterrizó a su lado. Daruk apenas se inmutó cuando el lizalfo, mucho más pequeño, lo golpeó, y miró a la criatura caída con confusión.
Daruk se volteó y lo miró a Link, confundido. Se veía….. torpe, de cierta forma. “Muchacho, ¡me….. salvaste!”
“Link. Mi nombre es Link”
“Con que Link, ¿eh?” dijo Daruk, frotándose la barba. “¿Te digo algo Link?” Se acercó y le dio una poderosa palmada en la espalda, lo suficiente como para hacerlo arrodillarse de dolor. “Oh, perdón. Pero creo que eres el primer hyliano que alguna vez me ha salvado. Pareces un buen sujeto en mi opinión”
Link sonrió dolorosamente y se levantó. Recogió su espada y usó un pedazo de la ropa del moblin para limpiarla antes de guardarla. “Gracias. Daruk, ¿verdad?”
“¡Así es muchacho!”
Link había oído su nombre, pero nunca lo conoció en persona. Daruk era un muy bien conocido guerrero entre los guerreros goron y, efectivamente, había ayudado varias veces a lidiar con los monstruos alrededor de la Montaña de la Muerte y la sierra de Akkala. Pero curiosamente, Link habría esperado que un guerrero tan grande estuviera reunido con los otros guerreros goron y caballeros hylianos en la ciudad.
“Bueno, gracias por venir a salvarme, Daruk”
“Hey, no hay problema” dijo Daruk. “Te digo algo hermano, ¿por qué no volvemos a la ciudad?. Recientemente estaba en la cima buscando algunos rocoperniles, pero no me apetece volver hasta allá arriba. ¿Tienes hambre?”
Link no pudo evitar sonreír ante el enorme Daruk. Era Link el escudero, después de todo. Él siempre tenía hambre.
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“¿Hermano?”
El recuerdo pasó por su mente en un abrir y cerrar de ojos. Podía recordar cuando fueron a la ciudad y cómo Daruk les habló a los caballeros sobre la victoria de Link contra los monstruos, haciéndolo quedar como un héroe. Cuando llegó la hora de la cena, Daruk había insistido en que a Link se le permitiera sentarse junto a él, haciéndolo el único escudero en la mesa de los caballeros y guerreros goron.
Después de todo, Link era el nuevo hermano de Daruk. Por supuesto que comerían juntos.
“Hermano, ¿estás bien?”
Link parpadeó y regresó en sí, mirando en confusión a su alrededor. Gorol lo estaba mirando con preocupación. ¿Cuánto tiempo había estado parado ahí, mirando la estatua de Daruk?
“Si, estoy…. bien, Gorol. Gracias. Simplemente me acordé de una vez que estuve aquí”
“¿Ya has estado aquí antes?” Gorol frunció el ceño. “Pensé que esta era tu primera vez aquí”
“Ha pasado mucho tiempo” dijo encogiéndose de hombros. “No recuerdo mucho.”
Gorol simplemente aceptó su respuesta y sonrió de oreja a oreja. “¡Ven! Te mostraré donde puedes quedarte mientras estás en Ciudad Goron”
“¡Hey Raigor! ¡Tenemos un cliente nuevo!” Volcon, un goron más viejo y trabajador en la posada El Gormilón, dijo por encima del hombro. Le sonrió y le dio el pulgar para arriba cuando Gorol lo hizo pasar adentro. “Si te apetece un masaje, solo dilo. Te sentirás como nuevo”
Link no pudo evitar pensar que un masaje goron sería algo dolorosísimo, pero antes de que pudiera decir algo, el otro goron dentro de la posada sonrió y lo llamó.
Raigor, al igual que Volcon, era un goron viejo, cosa que se evidenciaba por las arrugas en su frente y por la forma en la que se movía con una ligera joroba en la espalda. La textura rocosa en su espalda era mucho más pronunciada que la de Gorol, y Link se preguntó a sí mismo si eso se debía a la edad también. Llevaba el pelo recogido en un pequeño nudo, y su barba era fina y delgada.
“¡Bienvenido al Gormilón hermano!” dijo con el típico entusiasmo goron. “Eres el primer hyliano que vemos en mucho tiempo. Tuvimos a una gerudo aquí la semana pasada, pero decidió irse. ¡No le gustó el calor!” Raigor se rió por lo que Link creyó era un chiste. Cuando su risa cesó, Raigor se inclinó hacia adelante un poco. “Así que, quieres una cama, ¿no? No te preocupes, tenemos camas especiales para ti, y unos cuantos elixires de cortesía”
Link había consumido su primer elixir al entrar a la ciudad. Era espeso, sabía a lodo y era desagradable, pero el efecto era casi inmediato. Si bien aún sentía el calor, parecía mucho más manejable de esa forma.
Luego de elegir una habitación, Gorol le dio una palmada en la espalda tan fuerte que casi lo manda al suelo. “Te digo algo hermano, iré a por tus cosas y luego te mostraré más de la ciudad”
“Gracias Gorol” dijo Link, agradecido con su ayuda. Se giró hacia Raigor y colocó una rupia roja en el mostrador, la cual Raigor tomó de buena gana.
“Ahora, ¿qué me dices de ese masaje, eh?”
“Gracias, pero creo que así estoy bien” dijo Link mirando a Volcon, quien estaba parado afuera de la posada. Vio como el enorme goron tronó los dedos, sin siquiera notar su cara de nervios.
“Nunca tuviste un masaje goron en tu vida, ¿eh?” dijo Raigor sonriendo. “Son muy buenos. Casi ni sientes el dolor”
¿Casi?
“Se hace en una cama de roca. Se aplica presión por todo el cuerpo para estrujar toda la tensión. Una vez que te acostumbras ya no sientes nada. Para ser sincero, ¡yo a veces hasta me duermo mientras me masajean! Y una vez termina, dormirás como una roca y te sentirás bien al despertar. ¿Qué dices?”
“Quizá en otra ocasión” dijo Link. “Ahora mismo, necesito dejar mis cosas e ir a hablar con alguien sobre la bestia divina”
“¿Vah Rudania?” dijo Gorol mientras entraba con el barril de agua en una de sus gigantescas manos y las cosas de Link en la otra. “No creo que pueda llevarte a ver a la bestia hermano”
Link sintió una pizca de culpa por haberle mentido sobre su motivo de venir a Ciudad Goron. Quizá era por lo que pasó con Delia, o quizá simplemente no quería tener que lidiar con las preguntas que posiblemente le harían. Pero ahora que estaba ahí, no tenía más opción que decir la verdad.
“Es por eso que estoy aquí” dijo Link. “Voy a detener a la bestia y liberarla del control de Ganon”
Cuando Gorol y Raigor se miraron el uno al otro confundidos, comenzaron a reírse, y Link se preguntó si debió haberlo dicho de otra manera. Simplemente esperó a que terminaran de reírse.
“Hermano, el jefe no te dejará ir a ver a Rudania” dijo Gorol una vez que sus risas cesaron. “Ni siquiera deja que nosotros vayamos”
“Así es” dijo Raigor. “Es muy peligroso, incluso para nosotros. Siempre hay nuevas chimeneas de magma y deslizamientos de rocas. No tienes oportunidad”
“Es por eso que estoy aquí” dijo Link, tratando de contener la frustración. A decir verdad, probablemente debió haber esperado al día siguiente antes de abordar el tema, no estaba en condiciones de ir y lidiar con la bestia luego de tres días de subida a la montaña. “Necesito hablar con quien esté a cargo”
Ambos goron se miraron el uno al otro antes de que Gorol se encogiera de hombros. “Si tú lo dices amigo. Puedo llevarte con él”
Gorol llevó a Link fuera de la posada y por un camino sinuoso que lo llevaba al otro lado de la ciudad, opuesta a la entrada. Se dirigeron a un extraño edificio ubicado en una pendiente ascendente.El edificio estaba construido principalmente con roca volcánica negra en forma de enormes losas que se habían colocado unas contra otras para formar una estructura similar a una cabaña. En la parte superior se alzaba una enorme roca negra que había sido decorada con el símbolo de los goron—un tosco rombo amarillo con tres triángulos dispuestos en su parte superior.
Cuando llegaron, fue Gorol quien entró primero y le dijo que esperara afuera. Link permaneció frente al edificio mientras observaba la ciudad a su alrededor con curiosidad. La ciudad le resultaba …. familiar, pero no sabía por qué. Una vez más, sus recuerdos iban y venían de forma aparentemente aleatoria, provocados por cualquier tipo de estímulo. Sin embargo, cuando intentaba indagar más, a menudo se sentía frustrado al no ver nada.
Pero si notó que llamaba la atención de unos cuantos. Un goron joven que apenas le llegaba a la cintura había dejado de rodar por la pendiente hacia la ciudad para mirarlo a él. No muy lejos, un goron adulto le dio una palmada a otro goron en la nuca, señalando a Link. Ambos lo miraron fijamente sin mostrar vergüenza alguna.
Al menos ninguna se había acercado a decirle que lo conocía de hace cien años. ¿Cuánto viven los goron realmente? No lo recordaba. Posiblemente todo goron que conoció antes del cataclismo ya falleció hace tiempo. Se sentía raro pensar que era un completo desconocido en este lugar. En todos los lugares en los que estuvo, al menos una persona lo reconocía y podía dar fe de su identidad.
No esperó mucho a que Gorol saliera de la cabaña de piedra, acompañado por otro goron. Era más pequeño que Gorol debido a la joroba en su espalda, pero no se veía ni viejo ni endeble. Al contrario, era un bruto enorme. Era mucho más ancho que Gorol simplemente por sus músculos. Sus brazos eran más anchos y largos que el cuerpo de Link, y sus manos parecían capaces de cubrir todo su cuerpo. Era calvo en la parte superior de la cabeza, pero tenía un círculo de pelo blanco que comenzaba a la altura de las cejas y continuaba hacia abajo hasta una barba larga y espesa que llevaba atada en cuatro mechones diferentes. Solo tenía un ojo, el otro estaba cubierto por un parche que no conseguía ocultar del todo unas viejas cicatrices.
El jefe goron, como Gorol lo había llamado, era increíblemente intimidante, más aún que había fijado su ojo azul oscuro en Link con una mirada para nada contenta.
“¿Eres tú el que quiere subir la montaña y ver a la bestia?” Su voz, grave y profunda, parecía atravesar el bullicio de la ciudad, haciendo callar a quienes los rodeaban.
A Link le tomó un momento recuperar la voz y pensar en lo que iba a decir. “Si. Mi nombre es—”
“No” El jefe goron se dio la vuelta y se dirigió hacia su cabaña.
“¡Espera!”
El jefe se detuvo y soltó un pesado suspiro. Se dio la vuelta hacia él e hizo una breve cara de tristeza y hartazgo. “Escucha” dijo con una expresión difícil de leer. “Nadie puede ir a la bestia divina. Es muy peligroso, incluso para los goron. Lo mejor que podemos hacer es espantarla”
Link respiró hondo y dio un paso hacia el jefe, quien lo miraba. “Tengo que ir a la bestia. Puedo liberarla y estabilizar la montaña”
El jefe resopló con desdén. “La Montaña de la Muerte es un volcán. Se supone que es inestable. Rudania a veces se enfada, pero la ahuyentaremos como siempre hacemos.”
“Está bajo el control de Ganon y —” Link comenzó a decir, pero el jefe goron volvió a hacer un gesto con la mano para que se callara y empezó a dar media vuelta hacia la cabaña. Link respiró hondo y dio otro paso adelante, colocando una mano sobre el brazo del jefe. “¡Conocía a Daruk!”
El jefe se detuvo y lo miró con atención. “¿Qué dijiste?”
Link miró hacia arriba, hacia la expresión enfadada del jefe. “Conocía a Daruk. Fuimos amigos” Dudó un momento antes de decir. “Me consideraba su hermano”
El jefe se lo quedó mirando con una cara inexpresiva pero a la vez peligrosa. Los demás goron también parecían estar escuchando.
“Mi nombre es Link. Soy el campeón hyliano encargado de derrotar a Ganon. Estoy aquí para terminar lo que empezamos hace cien años atrás. Rudania está siendo controlada por una criatura creada por el cataclismo, y el espíritu de Daruk está atrapado ahí dentro. Puedo liberarlo. Puedo liberar a Daruk y a Rudania”
Se quedó callado. Las miradas de los demás estaban sobre él, pero el único sonido que podía oír era el de la lava fluyendo por la ciudad. El jefe lo miró por un rato antes de gruñir y hacerle seña de que lo siguiera. Se dio la vuelta hacia su cabaña, pero antes de seguir se detuvo para verlo a Gorol. “Busca a Yunobo y traelo ante mí”
“¡Entendido jefe!” dijo con energía. Su voz rompió el silencio, y pudo oír docenas de voces, llenando el aire con un sordo estruendo. Link se aguantó las ganas de hacer una mueca, pensando que no podía permanecer de incógnito mucho tiempo.
Cuando siguió al jefe hacia su cabaña, se encontró con que el interior era más caluroso que afuera, lo suficiente como para incomodarlo, aún con los elixires. No le tomó mucho encontrar el motivo. En el centro de la habitación había una silla, parecida a un trono, hecha con piezas de hierro que habían sido fundidas juntas. A cada lado de esta, la lava fluía hacia abajo formando dos cascadas gemelas, acumulándose bajo el trono y saliendo por debajo de la cabaña. ¿Cómo podía alguien soportar este lugar?
Pero al jefe parecía no molestarle el calor. Caminó hacia el trono y se sentó con un profundo gemido, cerrando los ojos aparentemente aliviado al hacer eso. Cuando los abrió, miró a Link, pero esta vez con una mirada más amistosa.
“Me llamo Gorobu” dijo. “¿Así que tú eres Link?” Link asintió lentamente, acercándose para estar enfrente de Gorobu. “Daruk te mencionó en su diario. Incluso dijo que le salvaste la vida una vez”
“¿Conociste a Daruk?” dijo Link con curiosidad. Gorobu parecía mucho más viejo ahora que cuando lo vio por primera vez
Gorobu se rió, negando con la cabeza. “No, pero mi padre sí. Fue él quien hizo la gran estatua de Daruk ahí arriba” Durante un rato, su mirada se perdió en la lejanía, antes de volver a clavar otra mirada en Link. “Deberás comenzar desde el inicio. Creí que todos los campeones habían muerto”
Link asintió, ya sabiendo que esto se venía. Está agradecido de al menos poder hacer esto en privado, sin que ningún goron los escuche. Le dio un breve resumen de lo que había ocurrido hasta ahora, de cómo había despertado en el Santuario de la Vida y de cómo había ido a la Región de los Zora a liberar a la bestia divina, y a Mipha, del control de Ganon. No tenía más pruebas que la tableta sheikah, pero a Gorobu no pareció interesarle en lo absoluto. Pero parecía creer en lo que decía, escuchando atentamente.
Cuando acabó su relato, Gorobu se frotó la barba pensando. Poco después, otro goron entró en la habitación. Este era mucho más joven que Gorobu. Parecía más redondo que musculoso, con solo un pequeño mechón de pelo blanco en la cabeza. Tenía unos brillantes ojos azules y unas cejas expresivas que se alzaron en su frente con confusión cuando vio a Link.
“Hola jefe, ¿qué ocurre? Estaba apunto de ir a la mina meridional a buscar tus—”
Link dejó de oír la voz del goron al notar lo que traía puesto. Alrededor de su cuello estaba atado una tira de tela azul con un emblema familiar con la forma del símbolo de los goron. Él conocía esa tela. Recordaba esa tela.
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Foothill Stable Rancho de la Montaña Goron City Ciudad Goron Boldon Gorol Fireproof elixir Elixir ignífugo Pebblit Minitalus Talus Talus Gortram Mountain Risco Rocoso Royal Ancient Lab Laboratorio Real Rock roast Rocopernil Tray Raigor Volcon Volcon Rollin´ Rock Inn Posada El Gormilón Bludo Gorobu Southern Mine Mina meridional 1: Referencia a un enemigo en Ocarina of Time, Majora's Mask y Twilight Princess
2: En la versión en inglés pone Gortram Mountain, pero no lo encontré en el mapa, pero si encontré Gortram Cliff, asumo que es ese. Y se tradujo como Risco Rocoso
PD: Estoy confundido, no sé si se dice goron o gorones. En la wiki oficial siempre pone “los goron”, sin s al final.
Chapter 26: Capítulo 24
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 24
“Como rey de Hyrule, los nombro campeones, y les confiero estas vestimentas. Ese tono azul es el símbolo de la familia real, el legado de nuestros antepasados. Las prendas que llevan fueron elaboradas por mi hija, Zelda”
“¿Crees que es cierto?” dijo Link, agarrando un poco de la su túnica azul con el pulgar y el índice. “¿que la princesa realmente tejió esto?”
“No veo por qué no” dijo Daruk, pasando la mano por el rollo de tela azul que llevaba en su torso. “¿Tejer no es algo típico que hacen las hylianas?”
Link se rió entre dientes. “Cuida lo que dices cuando estás por aquí” Al ver la cara de confundido de Daruk, Link simplemente le dio unas palmadas en el brazo. Daruk podía ser un poco despistado a veces. Pero esa era una de las razones por las que tanto disfrutaba su compañía. Él hablaba con el corazón.
Trajo su atención de vuelta a la tela azul que llevaba puesta y se puso a pensar. “Dudo que haya tejido la mía”
“¿Por qué lo dices hermano?”
“Porque me odia” dijo con un tono suave, e intentó acomodar la espada en su espalda. Extrañaba su vieja espada.
Nadie se fijaba en esa espada.
“Oh no digas tonterías” dijo Daruk negando con la cabeza y dándole una poderosa palmada en la espalda, cosa que le quitó aire de los pulmones. “No te odia, ¡simplemente está estresada! Ser princesa es un trabajo agotador”
Link le lanzó una mirada incrédula. ¿Cómo Daruk no podía verla? Ver esa mirada que la princesa le daba, o a veces, la mirada que se rehusaba a darle. Ella se había dirigido a todos los campeones con calidez y bondad cuando les entregó sus vestimentas, a excepción de Link. A él lo saludó con un seco “Sir Link”, antes de literalmente empujar la túnica bajo y darle la espalda para dirigirse a los demás.
El día comenzó bastante bien. Supuestamente era un día de celebración. El castillo había sido decorado con banderines azul cielo para la ocasión. La ceremonia de nombramiento de los campeones. Link se había levantado temprano, mucho más que los demás caballeros, y se había ido a bañar. Sus deberes oficiales habían sido suspendidos debido a su participación en la ceremonia, permitiéndole tener algo de preciado tiempo a solas. Últimamente ya no tenía mucho tiempo para sí.
Luego empezaron a llegar los campeones. El contingente zora llegó nadando por el río en una formación colorida, con Mipha a la cabeza, con todo el esplendor y la fanfarria típica de ellos. Sus escamas brillaron como gemas preciosas con la luz de la mañana cuando saltaron del agua como salmones yendo río arriba. Cuando Mipha emergió de la orilla, primero saludó al rey y a la princesa, para luego buscar a Link con la mirada.
Los goron fueron los siguientes en llegar en una fila de rocas rodantes. Rodaron por el centro de la ciudadela de Hyrule. Si bien no eran tan vistosos como los zora, su velocidad y tamaño intimidaba a cualquiera. Cuando Daruk se puso de pie, sonrió mucho más de lo que indicaba el decoro, tomó la mano del rey con sus manos y la sacudió con mucho entusiasmo. Luego abrazó a la princesa, un espectáculo que compesó el mal día de hoy. Ella, sintiéndose diminuta ante su imponente tamaño, simplemente le dio una palmadita incómoda en el brazo.
Poco después de los goron llegaron los orni. Sobrevolaron la ciudadela adornados con largas serpentinas de colores, con las que ofrecieron un espectáculo en el cielo, trazando un arcoíris y otras figuras en el aire. Revali los superó con facilidad, deslizándose a baja altura sobre los tejados y dejando caer caramelos y flores para los niños que lo aguardaban, quienes estallaron en gritos de alegría. Cuando por fin aterrizó, lo hizo con un estilo dramático y elegante: cayó de rodillas, las alas extendidas a cada lado. Luego saludó al rey y a la princesa con una profunda reverencia acompañada de un aleteo ceremonial, antes de posar la mirada en Link y dedicarle un gesto de absoluto desprecio.
Finalmente llegaron las gerudo. Cabalgaron velozmente por la ciudadela sobre sus altos y esbeltos caballos del desierto, cada una armada con una espada curva y un escudo ornamentado. Más que una delegación, parecían un escuadrón de guerreras. Vestían en una gama vibrante de colores y llevaban tantas joyas que podrían haber enriquecido a una pequeña nación. Urbosa encabezaba la comitiva; llegó a la puerta del castillo y alzó su montura, haciendo brillar su cabello rojo escarlata bajo la luz del sol. Luego desmontó y se aproximó al rey y a la princesa. Desenvainó su espada y realizó una reverencia ceremoniosa. Al incorporarse, a Link le pareció ver cómo ella y la princesa intercambiaban una mirada traviesa.
Lo que vino a continuación no hizo más que recalcar que él no quería estar allí. Lady Impa, consejera del rey e historiadora en jefe, les impartió una lección sobre todo lo que debían saber de memoria hasta ese momento: la antigua lucha contra el cataclismo, la tecnología sheikah utilizada, el papel del héroe, de la princesa y de los campeones, y, por supuesto, el método para encerrar a la bestia. Había sido una clase incómoda. En teoría, ya contaban con todo lo necesario para asegurar la victoria, salvo por una cosa. La más importante de todas. Una princesa capaz de sellar el Cataclismo.
Sin ella, era muy probable que todo lo que hicieran resultara en vano. La postura de la princesa Zelda durante la lección hablaba por sí sola acerca de la presión que recaía sobre sus hombros. Link creyó identificarse con ella de algún modo. Aunque llevaba la Espada Maestra al cinto, se sentía desesperadamente poco preparado para usarla en la batalla contra la bestia. Si tan solo encontrara la manera de decírselo a la princesa. Cada vez que intentaba hablar con ella, ya fuera en los pasillos o en el patio, Zelda simplemente apartaba la mirada o él terminaba perdiendo la paciencia. ¿De qué serviría confesarle que todos estaban en una situación peor de lo que ella imaginaba? ¿Y, aun así, con quién más podía hablarlo?
Por fortuna, Daruk estaba ahí para levantar el ánimo. Durante la lección, fue él el único que hizo preguntas. Tales como “¿Tenemos idea de que tan grande es este tal Ganon?” y “¿Están seguros de que no existe una bestia divina para los hylianos? Si me lo preguntas, me parece raro que no tengan una. ¿Y qué hay de los sheikah?” Cada una contribuyó a aliviar la tensión, independientemente de si esa era o no la intención de Daruk.
Tras la lección, la princesa entregó sus prendas oficiales a cada uno de los campeones en la sala destinada a su preparación. Luego, los campeones, junto con Link y la propia princesa, se reunieron en el bastión central, donde juraron ante el rey Bosphoramus trabajar unidos para derrotar al cataclismo. El rey los proclamó como los campeones de Hyrule y encomendó a la princesa la tarea de guiarlos en la lucha contra Ganon. Resultaba llamativo que, en ese momento, Zelda fuera la única de los seis que no vestía la indumentaria especial de los campeones, sino un vestido azul real. Parecido, sí, pero visiblemente distinto.
Toda la ceremonia se celebró con toda la solemnidad y pompa que probablemente merecía, y fue absolutamente miserable para al menos dos de sus participantes.
“¿Hermano?”
Link parpadeó varias veces, volviendo al presente y mirando la cara de preocupación de Daruk. “Perdón. Me distraje. Solo estaba pensando en….” suspiró. “Todo”
“Probablemente debas comer algo. Comer siempre me ayuda a aclarar la mente” dijo Daruk con aire de sabio.
Link sonrió, sintiendo un cálido afecto por Daruk. Podía ser tan simple a veces, pero por eso no pensaba menos de él. Para Daruk, las cosas eran simples. Vivía su vida al máximo sin pensar en lo que los demás dirán de él o en el mañana. Link deseó poder vivir de la misma manera. En cierta forma, él ya había vivido así antes de sacar la Espada Maestra. Fue una vida simple. Extrañaba lo simple.
“Puede que tengas razón. No pude comer nada durante el festín. Mucha gente me estaba mirando. Mirándonos.”
Daruk arqueó una ceja. “¿Enserio? Yo simplemente comí como siempre lo hago” Se puso a pensar por un segundo. “¿Estuvo mal?”
Daruk había comido de manera increíblemente ruidosa, masticando piedras entre los dientes con tal estruendo que dificultaba la conversación en su mesa, la mesa principal del salón. Pero no hubo mucho de qué hablar a decir verdad. Link estaba seguro que muchos de los nobles e invitados le lanzaron miradas de disgusto a Daruk, pero él simplemente no las notó o no le importaron.
“Para nada” dijo Link negando con la cabeza. “Simplemente no tenía mucha hambre”
“¡Eso es muy raro viniendo de ti! ¿Te sientes bien?”
“Si, creo”
“¿Por qué no vas y hablas con Mipha?”
“No creo que sus poderes sirvan con esto” dijo Link pasando los dedos por la correa de cuero que llevaba por el pecho.
Daruk clavó en él sus ojos azules y, de pronto, a Link lo invadió la incómoda sensación de que sabía que estaba mintiendo. Para alguien tan sencillo y directo, Daruk podía ser sorprendentemente perspicaz a veces.
“¿Ya intentaste hablar con ella al respecto?” dijo
Link sintió como las puntas de sus orejas se acaloraban. Daruk siempre iba al grano. Rápidamente dejó caer los brazos a los costados. “Si,” se detuvo un segundo. “Bueno, no. No realmente. Cada vez que estoy cerca de ella, ella….. es tal y como dije. Me odia. No quiere hablar conmigo” tristemente añadió. “No estoy seguro si quiero hablar con ella tampoco”
“Somos campeones. Somos hermanos y hermanas ahora.”
“Ya veremos Daruk. No tenemos exactamente un motivo para estar uno al lado del otro. Ella es una princesa y yo soy un caballero. Quizá si asciendo a guardia real al igual que mi padre…. pero no creo que sea lo que quiero de todas formas.” A él le gustaba el exterior y odiaba las veces en las que tenía que montar guardia en algún pasillo frío.
“Quizá te elijan como caballero personal de la princesa. Me dijo que están buscando al mejor espadachín del reino.”
Link cerró los ojos e hizo una mueca. “No me lo recuerdes. De todas formas no creo que quiera que me elijan, de seguro insistirá en que elijan a alguien más”
Daruk colocó sus enormes manos en sus hombros y apretujó. “Todo saldrá bien hermano. Lo mismo para ella. Solo tienen que aprender a ver las gemas en la piedra”
Link no respondió, caminó hacia un lado del gazebo en el que estaban, directo bajo el castillo en uno de sus muchos jardines. Se reclinó contra uno de los pilares, y alzó la mirada hacia la torre y recámara de la princesa, muy por encima de ellos. Podía verla allí, en la muralla, junto a Urbosa. Ella se apoyaba contra el parapeto y miraba hacia abajo. Hacia él.
Link sintió como se le acaloró el rostro, y se dio la vuelta para mirar al paisaje que se extendía frente a ellos. Podía ver tan lejos desde ahí. La tierra de Hyrule parecía no terminar nunca. ¿Qué pasará con este salvaje y bello reino si es que llega a caer?
“¿Sabes qué necesitas?” dijo Daruk frotando su barbilla. “Escucha con atención. Levantaste la Espada Maestra y luego te eligieron como campeón, ¿cierto?”
Link lo miro algo confundido. “Pues sí, básicamente.”
“Así que no tuviste elección como nosotros”
“Cierto”
“Bueno, verás, fue la princesa en persona quien nos preguntó si queríamos ser campeones. Apostaría mil rocoperniles a que no te hizo la misma pregunta.”
“Daruk, no hay nada que preguntar. Yo saqué la espada. Fui elegido o…. algo así” El portador de la espada que doblega la oscuridad. El héroe de Hyrule.
“Claro, pero fue ella quien hizo la pregunta. Nos convirtió en un equipo, ¿sabes? Pero nunca te lo preguntó a ti”
“Exacto. Nunca me quiso en el equipo”
“Y nunca quiso que alguien sacara la espada” Daruk sonrió con aire de complicidad. “No creo que tenga nada que ver contigo” Link no estaba de acuerdo, pero no dijo nada. “Como sea, quizá debamos pedirle que lo haga. Podríamos hacerte miembro oficial de esa manera”
“Pero el rey ya me lo pidió. Y yo acepté, durante la ceremonia.”
“Pero la princesa no” Daruk asintió y junto las manos con entusiasmo. “¡Eso es! Se lo pediré a la princesa hoy mismo. Nos reuniremos todos y ella formalmente te pedirá que seas el campeón hyliano. Si, de seguro eso lo arreglará todo.”
Link quedó perplejo ante la forma en que Daruk creía que eso solucionaría algo… pero él, a veces, veía las cosas de manera más simple. Quizá tenga razón, pero Link lo dudaba. Sin embargo, dudaba aún más que la princesa aceptara hacer algo así. Ya había dejado bastante en claro sus sentimientos hacia él.
Volvió a mirar más allá de la ciudadela y la llanura, hacia la gran meseta de los albores. Aunque estaba muy lejos, aún podía distinguirla, apenas difusa por la distancia. Esperaba no tener que usar su espada pronto, aunque temía que ese deseo fuera en vano.
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Yunobo no se parecía en nada al imponente Daruk. Mientras Daruk irradiaba fuerza y presencia, Yunobo resultaba más pequeño de lo que aparentaba. Donde el primero era ruidoso, escandaloso y siempre lograba hacer reír a Link, el segundo era callado, ansioso e inseguro. No es que Link detestara al joven goron, pero verlo usar aquella tela, cuyo diseño se basaba en la que Daruk había llevado años atrás, le resultaba incómodo. Esa prenda había tenido un significado profundo cien años atrás.
El joven goron resultó ser el nieto de Daruk. Link no tenía recuerdos de que Daruk hubiera sido padre, pero supuso que simplemente aún no había recuperado esa parte de su memoria. Daruk parecía haber sido el mayor de todos ellos, quizá con la excepción de Mipha. Aun así, por lo poco que Link recordaba de su amigo, no veía mucho de él reflejado en Yunobo.
Suspiró y se giró sobre su cama en el Gormilón. Sentía como si el efecto de los elixires comenzaba a desvanecerse, ya que la temperatura en la habitación aumentaba paulatinamente. Aun estando sobre la cama, Link sudaba y era incapaz de ponerse cómodo.
Gorobu había insistido en que Yunobo acompañara a Link a ver a la bestia. Aunque ni Yunobo ni Link estaban del todo de acuerdo, el joven goron aceptó sin protestar. Según Gorobu, Yunobo sabía manejar los cañones que utilizaban para ahuyentar a Rudania cuando ésta se acercaba a sus principales zonas de recolección de rocoperniles. Ambos tendrían que disparar con el cañón para mandar a la bestia dentro del volcán, donde será más fácil de abordar para Link. Gorobu no tenía ni idea de como iba hacer para salir del volcán, pero Link le aseguró que no sería un problema.
Cuando Link habló sobre el peligro que correrían, recordando como Ruta intentó matarlos a él y a Sidon antes de ser liberada, Gorobu simplemente se rió y le dio una palmada en la espalda a Yunobo. Afirmó que Yunobo era perfectamente capaz de defenderse por sí solo, y no hubo más comentarios al respecto.
Lo cierto era que Link no quería seguir discutiendo el tema, y los recuerdos que había visto al encontrarse cara a cara con Yunobo revoloteaban en su mente como una nube de mosquitos que le picaban. Necesitaba apartarse de los dos goron, necesitaba tiempo a solas consigo mismo.
Los campeones, la princesa y el aparente odio que ella sentía por él, y los sentimientos recíprocos que él había tenido hacia ella. ¿Qué había pasado entre ellos para que se detestaran tanto al principio? Link deseó conocer la respuesta. Lo que recordaba ahora era completamente distinto a lo que había visto en la Fuente del Poder, y le frustraba que las dos visiones que había obtenido de su pasado fueran tan contradictorias entre sí.
Se preguntó si Daruk había tenido razón después de todo. Quizá Link sí había hablado con la princesa Zelda sobre la ansiedad que sentía ante su destino compartido. O tal vez fue ella quien habló primero, expresando la angustia que le causaba no haber despertado aún sus poderes. Probablemente ambos dejaron sus diferencias de lado antes de que él fuera asignado como su caballero personal, de lo contrario, ella se habría opuesto. O al menos eso esperaba recordar. Deseó que Daruk estuviera ahí con él para hablar.
Cerró los ojos, sintiendo una punzada de remordimiento al pensar en ellos: Daruk y Mipha. Los dos campeones de los que conservaba algún recuerdo. Aunque apenas tenía unas cuantas memorias de ambos, sus muertes le resultaban mucho más trágicas y dolorosas ahora. Habían sido sus amigos. Y ya no estaban.
Link se incorporó en la cama, deslizó las piernas hasta el borde y apoyó los pies en el suelo. Una alfombra gruesa había sido colocada allí para evitar que se quemara con la roca ardiente que formaba la mayor parte del suelo de Ciudad Goron, aunque aun así podía sentir el calor a través de ella. Caminó hacia una estantería donde descansaban varias jarras de vidrio, cada una llena del mismo barro gris. Abrió una de ellas y bebió el elixir, sintiendo sus efectos al poco tiempo: la alfombra dejó de parecerle caliente, el aire ya no era tan sofocante y, de pronto, el sudor sobre su piel se sintió más refrescante que unos instantes antes.
Luego caminó hacia donde había dejado su ropa; se puso la túnica y los pantalones, y después las botas. Salió de la posada procurando hacer el menor ruido posible y avanzó hacia la, en su mayoría, silenciosa ciudad.
Ciudad Goron resplandecía con un tono anaranjado en la noche. La lava seguía fluyendo a través de ella del mismo modo en que un arroyo podía dividir una aldea, como en Hatelia. Sobre la ciudad se alzaba la Montaña de la Muerte, brillando con intensidad tras una erupción reciente. Incluso el humo que escapaba de su cráter resplandecía como la lava en su interior. Era una visión imponente, peligrosa y nada acogedora.
Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar que quizá podría morir al día siguiente. Era un pensamiento tan sombrío como absurdo. Desde que había despertado, había estado a punto de morir en varias ocasiones, la más reciente a manos de una asesina entrenada. Aunque no creía temerle a la muerte, las ideas iban y venían sin control. Mañana intentaría liberar a la bestia divina Vah Rudania. Triunfaría o moriría en el intento.
Alzó la vista hacia la montaña. Rudania se arrastraba por ella, tan imponente como siempre. Sus ojos se fijaron en la cima incandescente. Ya había muerto una vez. No volvería a temer a la muerte, especialmente si significaba vengar la de su hermano.
“¿Enserio conociste a Daruk?” preguntó Yunobo mientras él y Link ascendían por el sendero que rodeaba el monumento roca1, en dirección a la Montaña de la Muerte. El aire se volvía cada vez más caliente conforme avanzaban.
Pasaron junto a un enorme lago de lava, donde se encontraba la mina septentrional, de la cual los goron extraían los mejores minerales. Ahora estaba abandonada a causa de Rudania. El creciente flujo de lava había inundado gran parte de la mina, y llevaría tiempo poder volver a utilizarla, aún si lograban detener las constantes erupciones.
Link miró hacia Yunobo, tratando de ver algo de Daruk en él, pero sin éxito. “Así es. Fue un buen amigo” Miró hacia otro lado con el ceño fruncido. “O eso recuerdo”
Yunobo simplemente respondió “Oh” antes de quedarse callado.
Link llevaba puesta su túnica azul de campeón, sin mucha armadura o camisa por debajo. Su armadura no le sirvió de mucho en su pelea dentro de Vah Ruta, así que no tenía sentido preocuparse por eso ahora. Llevaba puesto un par de guantes y se ató el cabello con una bandana para evitar que el sudor le cayera a los ojos.
Llevaba su arco y flechas, incluida las flechas ancestrales que Rotver le había dado. Dejó su espada zora en la posada, y en su lugar optó por traer la espada ancestral. Su escudo sheikah estaba atado a su espalda y también llevaba su paravela, la cual envolvió en una funda de cuero para protegerla del ambiente.
Yunobo se veía exactamente igual que el día anterior. Llevaba la tela de campeón alrededor de su cuello cual pañuelo. El símbolo rubí de los goron descansaba sobre su pecho, el cual estaba sujeto por los dos extremos del pañuelo de campeón. Sin embargo, también llevaba una enorme bolsa de agua sobre los hombros, y llevaba una más pequeña llena de elixires ignífugos bajo el brazo. Link apreciaba el gesto, ya que significaba menos peso durante la subida, la cual estaba resultando ser difícil.
Link dejó que el silencio se extendiera entre ellos por un rato, observando el paisaje árido alrededor de ellos. Si bien no contaba con flora viva, notó que si tenía fauna. Varios lagartos e insectos correteaban por las rocas calientes como si ni siquiera sintieran el calor, e incluso vio cerca una extraña especie de ave que parecía tan alta como él, con patas largas y un cuello igualmente largo. Sin embargo, no vio ningún dodongo por el camino.
“¿Cómo era él?”
Link frunció el ceño y volteó hacia Yunobo, quien miraba para abajo y golpeaba sus piernas con sus gruesos dedos de manera nerviosa. “Bueno, de hecho no….. recuerdo mucho de él” Aún así, creyó saber cómo era Daruk. “Pero sé que era fuerte, y amable”
“Todos siempre dicen eso de él. El jefe siempre me dice que debería intentar ser más como él, pero cuando les preguntó cómo era, siempre dicen que era fuerte y amable.” Yunobo alzó la mirada y lo miró a los ojos. “Pero nadie sabe cómo era realmente.”
Oh.
Link se sintió avergonzado de inmediato por la opinión que tenía sobre Yunobo. Era evidente que no se parecía a Daruk, pero Link sabía muy bien lo que se siente tener que estar a la altura de expectativas imposibles.
“Bueno… creo que era probablemente la persona más amistosa que recuerdo haber conocido. Y no solo era amable con la gente, también quería ayudarlos. Siempre trataba de encontrar la forma de arreglar las cosas.” A medida que hablaba, notó que las palabras comenzaban a surgir con facilidad. Ahora, los detalles que minutos atrás no recordaba con claridad se volvían más nítidos. “Él protegía a la gente. Si veía a alguien en apuros, no dudaba en ir a ayudar.” Una sonrisa se dibujó en su rostro. “Así fue como nos conocimos.”
“¿Te salvó la vida?”
“En realidad….” vaciló un segundo. “si, así fue. De hecho nos salvamos el uno al otro, en algún sitio de la Montaña. Me vio luchando solo contra unos monstruos y rodó desde la cima para ayudarme”
“Guau…. ojalá yo fuera tan valiente como él.” Yunobo alzó la vista hacia la Montaña de la Muerta. “Cada vez que veo un monstruo, me….. paralizo.”
“Daruk le tenía miedo a los perros.” dijo Link, y luego se dio cuenta de lo que acababa de decir. Él recordaba eso.
“¿Qué?”
“Perros,” dijo con una sonrisa en el rostro. “Los odiaba. Reaccionaba igual que…. tú, de hecho. Odiaba caminar por la ciudadela porque los perros siempre lo seguían.”
“¡Pero los perros no dan miedo! Los he visto antes, en el puesto de comercio”
“Todos le tenemos miedo a algo” Link se encogió de hombros. “Daruk le tenía miedo a los perros. Creo que lo persiguieron una vez de chiquito.”
Un nuevo recuerdo apareció en su mente. Podía ver a Daruk de espaldas, apoyado contra la gran fuente de la plaza central de la ciudadela, con los brazos cruzados sobre el pecho, tratando de ahuyentar a nada menos que cuatro perros que habían corrido hacia él y le ladraban alegremente.
“¿Estás bien?”
Link parpadeó mientras regresaba al presente, y se sorprendió al notar lágrimas en la comisura de sus ojos. Las lágrimas se evaporaron casi al instante, dejando un residuo salado que él se limpió.
“Si, es solo que…. lo quería como a un hermano. Ahora que estoy empezando a recordarlo, siento que lo extraño”
“Yo también extraño a mi padre a veces,” dijo Yunobo, con una leve sonrisa en el rostro. “Pero trato de recordar lo buenos momento que pasé con él”
“¿Qué sucedió?”
“Un accidente en una mina. La cueva colapsó sobre él.” Yunobo miró hacia Link. “Murió cuando era muy joven, así que tampoco recuerdo mucho de él. Pero si recuerdo lo bueno.”
“Si, creo que…” Link trató de carraspear, pero el nudo que sentía no se iría fácil. “Creo que debería hacer eso. Simplemente recordar los buenos tiempos con Daruk”
Yunobo se vio preocupado y dijo. “Lo siento. No debí mencionar el tema. No creí que el hecho de que fueran amigos iba a…”
“¡No!” dijo Link rápidamente y negó con la cabeza. “Me encantaría hablar sobre él. Me…. ayuda a recordarlo mejor.”
“¡Oh! Entonces, quizás puedas hablarme un poco más sobre él, si no te molesta”
Link sonrió e hizo exactamente eso.
Link pasó cuidadosamente por encima del flujo de lava en el camino, sintiendo la poderosa ola de calor por debajo. Una vez que pasó, se giró para verlo a Yunobo, quien simplemente caminó por la lava sin ningún inconveniente, sumergiendo los pies sobre el flujo de roca derretida.
“No sabía que los goron podían hacer eso” dijo Link asombrado mientras Yunobo se sacudía los restos de roca derretida de los pies.
“No fue tan malo. Ya estaba bastante frío, ¿ves?” señaló la zona negra que cubría la mayoría de la superficie de la lava. “Usualmente no caminamos por ella, pero no pasa nada si lo hacemos”
“¿Así que supongo que ustedes los goron no nadan por la montaña?”
“¿Nadar?”
Link hizo una mueca y estuvo apunto de responder cuando, de repente, oyeron un temible rugido viniendo de encima de ellos en la montaña. Alzó la vista, y quedó brevemente paralizado al ver a Rudania en la ladera por encima de ellos.
Sus cuatro pies ardían de manera constante, y los dedos quedaban ocultos bajo las llamas que se alzaban a su alrededor. Sus largas y flexibles piernas le recordaban a las de los guardianes, con la diferencia de que las suyas eran gigantescas. Su cuerpo era largo y delgado, aunque en gran parte plano en la sección superior, y se extendía hasta una cabeza alargada y angular que terminaba en punta. Tenía una espalda semejante a la de un lagarto, que se prolongaba en una cola segmentada.
“Oh, esto no es bueno” dijo Yunobo claramente asustado. “¡Creo que nos vio!”
Rudania lanzó otro rugido y echó su cabeza de ojos rojos hacia atrás antes de azotar la montaña con su cola. El impacto provocó la caída de rocas y fragmentos de piedra derretida.
“¡Corre!” Link echó a correr por el sendero. Un segundo después, los escombros comenzaron a caer a su alrededor. Primero, pequeñas piedras semejantes a grava rebotaron contra su brazo, seguidas por una roca enorme, más grande que su cabeza, que se estrelló contra el suelo frente a él. La esquivó justo a tiempo y, acto seguido, sintió cómo el suelo temblaba con violencia cuando una roca gigantesca cayó detrás de él.
El aire se llenó de polvo y de rocas que volaban por todas partes. A su alrededor, piedras y bloques comenzaron a caer al suelo, y cada impacto generaba un temblor lo suficientemente fuerte como para hacerle perder el equilibrio. Rápidamente se escondió detrás de una de las rocas, pero de pronto sintió un dolor repentino en el brazo. Miró y se sorprendió al ver un glóbulo de lava colgando de su antebrazo. Se lo quitó tan rápido como pudo y alcanzó a notar cómo la piel le quedó roja, pues se le había quemado. Al observar los dedos de sus guantes, no le sorprendió comprobar que el cuero se había marchitado durante el proceso.
Permaneció detrás de la roca mientras el derrumbe continuaba a su alrededor. Vio como una roca del tamaño de una pequeña casa pasó rodando hacia abajo. Si hubiera golpeado la roca detrás de la cual se escondía….
¡Yunobo!
Link se giró, buscando desesperadamente a su compañero. ¿Dónde estaba Yunobo? La espesa nube de polvo dificultaba ver algo a su alrededor. Con el pánico apoderándose de él, decidió arriesgarse y salir de su escondite, gritando el nombre de Yunobo, pero no obtuvo respuesta alguna.
Al sentir otra roca acercarse, Link regresó rápidamente a su refugio y cerró los ojos con fuerza. La roca chocó violentamente contra otra y ambas fueron lanzadas colina abajo. Link volvió a asomarse, aliviado, buscando cualquier señal de Yunobo.
“¡Yunobo!”
Aun nada. Link volvió a mirar hacia la Montaña de la Muerte. Apenas podía distinguir a la bestia divina, muy por encima de él, pero por el momento la avalancha de rocas y lava había cesado. Se arriesgó a salir de su refugio y se ocultó detrás de otra roca, conteniendo la respiración. Esta vez no hubo rugidos ni rocas cayendo. Volvió a correr, aprovechando el aire cargado de polvo como cobertura, hasta llegar a otra roca. Con cada paso que daba en la dirección de donde habían venido, el miedo lo consumía más: no había rastro de Yunobo.
“¡Yunobo!” gritó Link cuando se detuvo, mirando a todos lados desesperadamente.
“¿Ya se fue?” La voz sonaba ahogada. Luego, Link se dio cuenta de que provenía de debajo de las rocas caídas.
“¡Aguanta! ¡Te sacaré de ahí!” Rápidamente se puso a arrojar las rocas para un lado. ¿Cuánto tiempo podría aguantar Yunobo ahí debajo? ¿Acaso estaba herido? Sin querer, Link comenzó a imaginar al padre de Yunobo, quien murió en un túnel que colapsó. Temió que lo mismo fuera a pasar con su hijo.
De repente, las rocas comenzaron a moverse y a temblar. Link dio un paso atrás cuando la superficie se hundió, dejando al descubierto un agujero. Mientras las piedras caían hacia el interior, pudo distinguir en el centro una forma encogida, casi indistinguible de la roca que la rodeaba.
“¡Yunobo!”
Yunobo levantó la cabeza, miró alrededor y luego se puso de pie. Se sacudió pedazos de roca de su cabello y luego enderezó su medallón goron.
“¡Guau!” dijo mientras avanzaba, abriéndose paso entre las rocas sueltas. “Eso estuvo cerca”
Link dejó salir un suspiro de alivio, cerrando los ojos. “Que bueno que estás bien. Por un momento, creí que….”
“¡Oh! Si, estaba….” de repente Yunobo se veía avergonzado y bajó la mirada. “Quiero decir, también me alegra saber que te encuentras bien.”
“¿Ese fue el mecanismo de defensa de Rudania?”
“Oh, puede hacer más que eso. Tuvimos suerte de que no provocó otra erupción”
Link miró hacia la bestia, quien se estaba retirando. Genial, pensó. No creyó que pudiera haber algo peor a que te lancen picos de hielo.
“¿Puedes seguir?” preguntó Link, devuelta mirando a Yunobo.
Yunobo vaciló un momento, mirando hacia la bestia divina con nervios. Luego, asintió. “Si, no falta mucho.”
Link se dio la vuelta y siguió su camino, con Yunobo detrás de él quien estaba muy callado. Recogió las bolsas de agua y elixires. Mientras pasaban por las rocas esparcidas por el camino, Yunobo finalmente habló, con un tono suave. “Desearía ser valiente como mi abuelo”
“Ser valiente no significa…” Link miró atrás, hacia Yunobo, tratando de encontrar las palabras adecuadas. “no significa no temerle a nada, Yunobo”
“Tú pareces no temerle a nada”
Link se rió con cierta amargura. “Le temo a muchas cosas.”
“¿Cómo qué?”
“Volver fallar”
El silencio se interpuso entre ellos por un rato antes de que Link carraspeara y volviera a hablar. “Casi morimos, no cualquiera seguiría con esto luego de eso. Y tú sigues aquí conmigo. Eso es ser valiente”
“Yo solo quiero… quiero ayudarte. No podría hacer esto yo solo.”
Link sonrió al oír eso, recordando a Daruk en las palabras del joven goron. “¿Y tú por qué crees que estoy aquí? Quiero decir,” Link se rió, señalando cada roca detrás de la cual se escondió durante el ataque de Rudania. “esto no es precisamente lo que yo llamaría un paseo por el bosque. Estoy aquí para ayudar a la gente. No estaría aquí si no fuera por eso.”
Yunobo guardó silencio, pero tras un momento se colocó a su lado y ambos siguieron avanzando. Link no estaba del todo seguro, pero creyó notar que Yunobo caminaba ahora con un poco más de seguridad.
“Ya puedes salir” dijo Link mientras desactivaba su espada. Varios cuerpos de lizalfos yacían sangrando en el suelo alrededor del enorme cañón. Yunobo salió de detrás de la roca tras la que se había estado escondiendo y observó la carnicería que les rodeaba.
Se habían topado con los lizalfos cuando llegaron a su destino, un afloramiento rocoso que se extendía desde la montaña. Una estructura hecha de hierro y roca se había construido sobre ella, era un edificio achaparrado con una larga abertura en su parte delantera, orientada hacia la cima de la Montaña de la Muerte.
La pelea había sido feroz, pero breve. Recordando las tácticas que había usado en su recuerdo contra los lizalfos, Link se deshizo rápidamente de ellos mientras esquivaba con destreza su aliento de fuego.
Se agachó y recogió una de las armas de los lizalfos, una hoja bumerán, tal como la que vio en su recuerdo. Los lizalfos no tuvieron tiempo de reaccionar antes de que Link los matara.
“Esa espada es increíble” dijo Yunobo mientras se acercaba.
Link miró hacia él y sonrió. “No está mal. Me la dio un amigo que estudia tecnología sheikah”
“¿Cómo las bestias?”
“Así mismo. Pero su enfoque eran los guardianes. Y sus armas.” Rotver estudiaba a los guardianes, Prunia, la antigua tecnología sheikah y los santuarios. Impa era, aparentemente, una historiadora y experta en la cultura sheikah, si la memoria no le fallaba. En su interior, Link se preguntó si habría alguien más, alguien especializado en las bestias divinas.
Se giró y arrojó la hoja fuera de la montaña, observándola describir un arco en el aire antes de regresar hacia él. Enfocó la vista en su trayectoria y dio un paso lateral, apartándose de su camino. Su respiración se ralentizó mientras la veía acercarse, preparándose. El tiempo pareció desacelerarse. Link extendió la mano y atrapó la empuñadura con destreza, deteniendo su movimiento en seco.
“Guau” Yunobo junto las manos y sonrió. “¡Bien hecho! Si fuera yo, ¡hubiera temido que me cortara los dedos!”
“Si,” dijo Link, ensimismado. Se sintió como si el tiempo se hubiera ralentizado justo antes de atrapar el bumerán. Habría jurado haber visto cada detalle mientras se acercaba: la luz anaranjada de la Montaña de la Muerte reflejada en los filos, las manchas de sangre en una de las hojas y el cuero que envolvía el mango. “Tengo algo de experiencia con estas cosas”
Link caminó hacia el lizalfo que portó el bumerán y encontró la funda en donde guardaba el arma. Con cuidado, extrajo la bolsa del lizalfo antes de sujetarla de cualquier manera a su propio cinturón. Servirá por el momento.
“Oh, ¡qué asco!”
Link se dio la vuelta para ver a Yunobo, quien se había acercado al edificio edificio achaparrado y estaba echando un vistazo adentro desde una apertura a su costado, al lado contrario al volcán. Link caminó hacia ahí y miró dentro de la entrada, y se sorprendió al ver que el edificio había sido construido dentro de la roca. Si bien el por fuera se veía achaparrado y pequeño, por dentro era bastante espacioso, simplemente estaba sumergido en el suelo.
Dentro del edificio, Link pudo ver varias pieles viejas recientemente desprendidas de los lizalfos y los restos ensangrentados de una de las altas aves corredoras que Link había visto en la montaña, junto con algunas otras cosas que prefirió no mirar ni pensar. También vio un largo tubo de metal sobre una vía giratoria, con un extremo apuntando hacia la apertura en la pared opuesta. Era el enorme cañón goron del cual le hablaron.
Lentamente se adentró, pisando un poco de la mugre del lugar y analizando el cañón con los ojos. “¿Cómo lo hacen funcionar?” Notó una pila de balas de cañón a un costado contra la pared. Se veían lo suficientemente pesadas que probablemente tendría problemas en cargarlas en el cañón por sí solo.
Yunobo entró al lugar con cuidado, evitando pisar lo que podía de la basura en el suelo. Caminó hacia una de las balas de cañón y la recogió con aparente facilidad. “Le disparamos a Rudania con una de estas” Cruzó la habitación hacia donde estaba el cañón, donde abrió un compartimiento y dejó caer la bala dentro, la cual sonó al caer.
“¿Y cómo disparas?”
“Es ahí donde entran las flores bomba”
“¿Flores bomba?”
Yunobo señaló hacia otra entrada dentro de la estructura, la cual descendía hacia una sala inferior. Ambos avanzaron y entraron en el lugar, donde encontraron más basura abandonada por los lizalfos, pero también un pequeño montón de tierra removida. De ella brotaban varias plantas grandes y redondeadas, cada una del tamaño de un melón, de tonalidad oscura con una afloración de color amarillo pálido en la parte superior.
“Esto no es bueno,” dijo Yunobo al ver las plantas. “Debieron haber estado aquí un buen tiempo. No quedan muchas de las flores. Tuvieron suerte de no haber explotado una.”
Link se agachó para mirar a la extraña planta. Extendió una mano y tocó una de ellas, y se encontró con que era increíblemente sólida. “¿Son explosivos?”
“¡Sip! Usualmente las utilizamos en las minas, no crecen bien bajo la luz del sol. Es por eso que tuvimos que hacer una sala aparte en los búnkers para cultivarlas cerca de los cañones.”
“¿Y cómo funcionan?”
“Son muy fáciles de usar, de hecho.” Yunobo se agachó y extrajo una de las flores de su raíz. La sostuvo con una mano hacia Link. “Ten, no debería explotar siempre y cuando no la dejes caer o la sacudas con fuerza”
¿No debería? pensó Link mientras vacilantemente extendía un brazo y tomaba el explosivo de la mano de Yunobo. Era más pesado de lo que su apariencia sugería, mucho más que las bombas remotas de la tableta sheikah.
“Las puedes explotar de varias maneras. Solíamos usar fusibles, pero descubrimos una manera mejor de hacerlo.” Yunobo le hizo seña de que lo siguiera, cosa que hizo, y caminaron de vuelta hacia la sala principal del búnker. Yunobo tomó la flor y la colocó con delicadeza dentro de otro compartimiento del cañón, detrás del compartimiento donde iba la bala de cañón. Una vez que cerró el compartimiento, le señaló una pequeña palanca a un lado del cañón.
“Si jalas esa palanca, se abrirá una trampilla debajo de la bala de cañón, entonces caerá y aplastará la flor. Eso hará que la flor explote y ….” Yunobo juntó las manos, haciendo gesto de exploción, y luego indicó la trayectoria de la bala.
“¿Y la bestia no devuelve los disparos?” Se encontraban mucho más arriba en la montaña que cuando sufrieron el ataque, lo que le provocó una inquietante sensación de estar expuesto.
“Bueno…. si” dijo Yunobo, sonando un tanto nervioso. “Es por eso que construimos estos búnkers. Normalmente pueden soportar unas cuantas rocas.”
“¿Por qué no solo baja y destruye el búnker con su cola?” Link dudaba que la estructura pudiera soportar una confrontación directa con la bestia.
“No viene tan abajo en la montaña por alguna razón.” dijo Yunobo mirando por la apertura hacia el volcán. No se veía a Rudania por ningún lado, seguramente estaba del otro lado de la montaña. “Pero aun así no es seguro. De hecho pasamos por dos búnkers de camino aquí. Se inundaron de lava. Tratamos de enviar algunos goron a limpiarlas y repararlas, pero Rudania ha estado muy agresiva últimamente. Mucho más que de costumbre. El jefe se lastimó la última vez que intentó espantarla.”
“Genial,” dijo Link, exhalando lentamente. “Entonces será mejor que nos preparemos para cuando rodee la montaña.”
Link no estaba del todo seguro del plan. Observó cómo la bestia rodeaba la montaña, deteniéndose de vez en cuando para lanzar un rugido o golpear la ladera con su cola, provocando una lluvia de escombros que caía sobre cualquier pobre criatura con la mala suerte de encontrarse allí. No podía evitar pensar que debía de haber una forma mejor de hacerlo. Tal vez habría podido escalar hasta la cima y planear con su paravela directamente hacia la bestia. Pero, aun de haberlo logrado, combatirla desde el interior habría sido imposible debido a la inclinación extrema de la bestia divina.
Aun así, quedarse sentado en un búnker medio enterrado y disparar balas de cañón tampoco sonaba como un buen plan, sobre todo cuando se hizo evidente que Yunobo nunca había hecho algo así antes.
“Bueno, llegué a utilizar los cañones en la mina septentrional, así que si sé como usarlos,” dijo Yunobo en su defensa.
“Pero nunca los usaste para espantar a Rudania, ¿verdad?”
“Pues, no… El jefe siempre se encargaba de eso.”
“¿Entonces por qué no vino a ayudar?” dijo Link, sintiéndose cada vez más irritado. No le molestaba tener a Yunobo de acompañante, no luego haberlo podido conocer mejor durante su ascenso a la montaña. Pero Gorobu fue muy irresponsable al enviar a alguien sin experiencia.
Yunobo apartó la mirada, retorciéndose los dedos. “Realmente no debería hablar sobre esto.”
“¿Sobre qué?” su tono de voz se volvió más serio. En ese momento no era realmente el mejor instante para revelar información, no cuando están apunto de abrir fuego contra la bestia divina.
“El jefe, él, eh….. ¿Recuerdas cuando te dije que se había lastimado la última vez que espantó a Rudania?” Link lo miró y simplemente esperó a que Yunobo siguiera, a quien se le cayeron los hombros abatidos y suspiró. “Bueno, es su espalda. Una piedra le dio en la espalda. Casi lo mata, pero no quiere que nadie se preocupe por él. Ahora mismo le cuesta mucho moverse.”
Link frunció el ceño al oír eso. No vio señales de que Gorobu estuviera herido cuando habló con él. “No se veía lastimado cuando hablé con él.”
“¡Exacto! Eso es porque estaba tratando de no dejar entrever lo difícil que le resulta mantenerse de pie y caminar. Pero no podía subir la montaña. Es por eso que no volvió aquí a espantar a la bestia”
Link miró preocupado hacia el cañón apuntando a Rudania. “¿Pero puedes atinarle con esto?”
“Eso creo. Normalmente no le disparo a objetos…. en movimiento”
Link suspiró. “Bueno, creo que ahora es un buen momento para intentar.” Volvió a mirar hacia Yunobo y asintió. “Es hora”
“Okey…” Yunobo respiró hondo, balanceándose ligeramente sobre los talones. “Creo que deberías taparte los oídos.” Link miró el cañón y se apartó, alejándose del barril. Luego se tapó los oídos con fuerza.
Yunobo cuidadosamente hizo girar la plataforma sobre la que estaba el cañón y luego ajustó su altura, apuntando a Rudania. Cuando estuvo satisfecho con los ajustes, se tapó los oídos a cada lado de la cabeza y luego pateó la palanca para liberar el cañón. Acto seguido, el barril del cañón brilló con una luz blanca y…
BUM.
La explosión casi tiró a Link al suelo. El estruendo lo golpeó de lleno, casi dejándolo sordo incluso con los oídos tapados, lo bastante potente como para arrancarle el aire de los pulmones. Se tambaleó, extendió una mano y se aferró al borde de la abertura para estabilizarse. Luego alzó la vista, siguiendo el rastro de humo negro que se elevaba en el aire. El disparo parecía haber impactado en lo alto de la montaña, por encima de la cabeza de Rudania.
“¡Muy alto!” dijo Link, pero su voz se vio opacada por un repentino y furioso rugido de Rudania.
Pero Yunobo ya vio lo que necesitaba ver, y ajustó en ángulo del cañón con una manivela. Luego se dio la vuelta y tomó otra bala de cañón y la cargó. Link, por su parte, tomó una flor bomba y cuidadosamente la colocó en el compartimiento del cañón. Toda la habitación olía al humo acre que salía de esa abertura.
Una vez que el cañón estaba listo, Link se reclinó contra la pared y se volvió a tapar los oídos, indicando a Yunobo que estaba listo. Un segundo después, el cañón volvió a disparar, haciendo castañetear los dientes a Link. Siguió la bala con la mirada mientras caía a un costado de la montaña, entre las patas delanteras y traseras de Rudania.
Link maldijo para sí, pero Yunobo ya se había puesto en movimiento, recargando el cañón con una rapidez asombrosa. Mientras tanto, Rudania comenzó a dar patadas en el suelo. Por encima de ellos, la montaña comenzó a erupcionar, mandando rocas derretidas y humo por el aire. Link se apartó de la ventana cuando las primeras salpicaduras de lava comenzaron a caer alrededor de su búnker.
El cañón volvió a disparar. Yunobo había cargado la flor bomba por su cuenta, y Link no se había preparado para el estruendo que le estalló en los oídos. Aturdido, se incorporó y miró a su alrededor. Yunobo se asomó por la ventana y de pronto alzó el puño en señal de victoria, gritando algo que Link no pudo oír. El único sonido que percibía era un zumbido persistente.
Link sacudió la cabeza, intentando deshacerse del zumbido, pero fue inútil. Se asomó a la ventana y miró hacia afuera, distinguiendo una mancha de humo negro que se elevaba desde el rostro de Rudania, donde una bala de cañón había impactado justo debajo de su ojo rojo brillante. Genial. Lo que no tenía nada de genial era la lava que ahora descendía por el costado de la montaña, avanzando directamente hacia ellos.
Volvió a mirar a Yunobo para advertirle, pero apenas logró taparse los oídos cuando Yunobo disparó de nuevo el cañón. Link se giró, observando la bala mientras volaba por el aire y caía en uno de los pies delanteros de Rudania. Rudania perdió su agarre, resbaló y se desplomó con un estruendo que hizo temblar la tierra.
Bueno, al menos podía oír eso.
“¡Si!” dijo Yunobo. Pero era muy pronto para celebrar, ya que Rudania volvió a incorporarse lentamente, sin daño aparente.
“¡De nuevo!” gritó Link.
“¡Es la última!” gritó Yunobo. Link se giró y vio la última flor bomba que quedaba en la mano de Yunobo. Era hora de saber si el plan había funcionado. Y tenían que darse prisa, ya que el flujo de lava seguía cayendo por la montaña y se acercaba lentamente a su ubicación.
Yunobo volvió a disparar el cañón, dando en el blanco, cuando la bala impactó en el costado de Rudania. La bestia rugió y por arriba, la lava salió disparada por el aire. Varias fisuras y grietas nuevas aparecen en el costado del volcán, arrojando roca fundida en pequeños arroyos.
Link se apartó de la ventana cuando la lava y las rocas cayeron a su alrededor, y rápidamente tomó la tableta sheikah de su cinturón. Oprimió el módulo de bombas remotas, y en un breve brillo de luz azul, apareció una bomba enfrente de él. La recogió y se la dio a Yunobo.
Yunobo la tomó, algo confundido con el explosivo azul. “¡Usala!” gritó Link, sacando a Yunobo de su transe. Rápidamente la metió por el compartimiento. Sin esperar a que Link se tapara los oídos, Yunobo tiró de la palanca para abrir la escotilla y …..
Nada pasó. Oyeron cómo se abrió la escotilla y la bala cayó para chocar con la bomba, pero no hubo explosión. Ambos intercambiaron miradas, súbitamente confundidos, antes de que Link se diera cuenta de su error. Volvió a tomar la tableta sheika y oprimió el módulo azul de bombas remotas.
Una luz azul brilló en el fusil del cañón cuando la bala salió disparada con la misma velocidad y poder que una flor bomba. Pero la explosión no sonó tan fuerte como las otras, lo cual era un alivio para sus oídos, ya que así podría manejar la tableta con ambas manos.
Afuera, la bestia divina rugió. Link volvió a asomarse por la ventana y se sorprendió al ver que el flujo de lava se había acercado aún más. ¿Cuánto tiempo les quedaba antes de que los alcanzara? No mucho. Rudania continuaba rugiendo y lanzando piedras, completamente indemne a los disparos de cañón.
“¡Yunobo, tenemos que irnos!” gritó Link, dándose la vuelta para verlo a Yunobo. Yunobo se asomó por la ventana y, al percatarse del peligro que corrían, comenzó a dar saltitos de un pie al otro, con las manos temblándole de evidente nerviosismo.
Finalmente, Yunobo respiró hondo y lo miró a Link. “¡Sigue disparando! Creo que puedo detener la lava”
“¿Qué?” Pero antes de que Link pudiera decir algo, Yunobo ya se había dado la vuelta y salió corriendo. “¡Yunobo!”
Link se giró y, a través de la ventana, observó a Yunobo corriendo frente al edificio hacia una piedra casi tan grande como él. Colocó las manos sobre ella y, gruñendo, la empujó, la roca comenzó a moverse lentamente, rodando hasta donde el saliente se unía con la ladera de la montaña. Una vez allí, Yunobo corrió hacia otra piedra y la empujó para colocarla junto a la anterior.
Link desvió su atención de Yunobo, dándose la vuelta y tomando una de las balas de cañón. La bala no se movió ni un centímetro. Maldiciendo, Link tomó su tableta sheikah y entró en el módulo de Magnesis para luego apuntar a la bala. Sin hacer mucha fuerza, la bala se despegó del suelo lentamente, aunque la tableta sí se sentía más pesada que de costumbre. Cuidadosamente la llevó para el cañón y la dejó caer dentro del barril. Oprimió el módulo de bombas remotas y también la cargó en su compartimiento. Al igual que Yunobo, le dio una patada a la palanca, la cual resultó más dura de lo que esperaba, y luego hizo explotar la bomba.
El cañón disparó, mandando otra bola de hierro sólido al flanco de la bestia divina. Esta vez, lentamente se giró hacia ellos, y Link vio con horror como los segmentos en su cabeza comenzaban a abrirse como una flor floreciendo. Él… sabía lo que iba a ocurrir. Sabía exactamente qué iba a pasar y lo que eso significaba para él.
Afuera, Yunobo había colocado otra piedra en posición e iba por otra, pero ya no había tiempo: la lava estaba encima de ellos. Chocó las piedras con la fuerza suficiente para que se desplazaran hacia el búnker. Gritando, se dio la vuelta y se lanzó hacia ellas, colocando las manos sobre las rocas y clavando los pies en la tierra, empujando contra la lava. La lava salpicaba por todas partes, cayendo sobre sus brazos y espalda, pero él solo bajó la cabeza y siguió empujando. Poco a poco, la lava comenzó a fluir a ambos lados de las rocas, rodeando el búnker.
No duraría mucho. No podía durar mucho. Incluso si Yunobo lograba mantener la lava por siempre, el ataque que estaba apunto de llegar acabaría con ambos. Link cargó otra bala de cañón y fue a cerrar el compartimiento….. pero dudó. Un tiro, tenían un solo tiro.
Fue ahí que tuvo una idea.
Seleccionó el módulo de Inmóvilis.
Luego cargó la bomba y la detonó. Si bien la explosión de la bomba sacudió la sala, la bala no salió disparada. Abrió el compartimiento de la bomba, cuya escotilla estaba tan caliente que ardía, y cargó otra bomba. Cerró la escotilla y detonó la segunda bomba. Espero segundos, varios segundos para poder crear otra bomba, cargarla y detonarla al instante. La puerta de la escotilla salió volando, quedando clavada en el techo.
Link supuso que eso tendría que bastar.
Un segundo después, el módulo de Inmóvilis se desactivó y la bala salió disparada con la fuerza de un rayo, haciendo que Link tropezara y quedara momentáneamente sordo. Pero aún podía ver.
La cabeza de Rudania se había abierto por completo y una bola de luz roja se estaba formando en la punta de una varilla que sobresalía del centro de su abertura. De repente hubo una explosión de luz cuando la bala impactó en una de las aletas, seguida por un sonido. Rudania se sacudió violentamente con la fuerza del impacto, levantándose brevemente sobre sus dos patas traseras antes de volver a caer con un estruendo que hizo temblar el suelo.
Una columna de humo negro se elevaba justo donde la bala había impactado. Por un momento, Rudania permaneció quieta, con las patas delanteras extendidas a ambos lados. Luego comenzó a moverse, aunque más lento que antes. Se puso de pie y su cabeza empezó a cerrarse, salvo por la aleta que había sido alcanzada por la bala, que quedó abierta. Le dio la espalda a Link y a Yunobo, y comenzó a escalar lentamente hacia la cima de la Montaña de la Muerte, que había dejado de erupcionar de forma abrupta.
Tratando de recuperar el aliento, Link se acercó despacio a la apertura del cañón, observando a Yunobo. Temblaba por el esfuerzo, pero las piedras permanecían firmes en su lugar. El aire a su alrededor parecía brillar con un extraño resplandor anaranjado, y la neblina dificultaba la visibilidad. Las rocas derretidas seguían cayendo, aunque con menor intensidad ahora que su fuente se había detenido. Gracias a sus esfuerzos, la lava fluía a ambos lados de las piedras, dejando libre de roca fundida el espacio inmediatamente detrás de ellas
Lentamente, Yunobo se apartó de las piedras, las cuales ya no se movían. La lava a ambos lados de ellas se había enfriado lo suficiente como para formar una barrera sólida para la lava que aún caía, redireccionándola. Yunobo miró con asombro como la bestia divina Vah Rudania se retiraba hacia la cresta de la montaña y entraba en su boca.
Yunobo exhaló hondo y se dio la vuelta, sentándose en el suelo con la espalda contra las piedras. Ambos se miraron a la cara, y Link sonrió, completamente exhausto. Un segundo después, levantó una mano y le hizo un gesto de aprobación a Link, diciendo. “¡Eso sí que estuvo increíble!”
Notes:
Translator's Notes/Notas del Traductor
ENGLISH ESPAÑOL Castle Town Ciudadela de Hyrule Sanctum Bastión Central Zelda´s Room Recámara de Zelda Monument Rock Monumento Roca Bomb flowers Flores bomba 1: No encontré este lugar en el juego, asumo que el autor se lo inventó o se refiere a la estatua de Daruk en Ciudad Goron, así que no tiene traducción oficial.
